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El sol se filtraba por las cortinas de la pequeña habitación de paredes azules, y un niño de unos nueve años de edad abría los ojos con pesadez. Puso una de sus manos como protección para que el sol no le dañara la vista, y, luego de unos segundos, se levantó de la cama con los ojos verde esmeralda entrecerrados. Bostezó y se desperezó mientras buscaba sus zapatillitas; no quería que su madre lo regañara por andar descalzo por la casa. Abrió la puerta de su habitación y caminó por el pasillo hasta llegar a una puerta que tenía un pequeño letrero de madera que decía Lilys Room. La abrió sigilosamente y, desde el umbral, dijo:
-¡Lily, Lily, despierta! ¡Ya es Navidad!
-¿Qué? ¿Ya? ¿Es de día? - preguntó la pequeña de siete años incorporándose y mirando a todos lados.- ¡Sí!
Lily se levantó de su cama, se puso una bufanda y se unió a su hermano mayor. Juntos, y dando pequeños saltitos, caminaron hacia una puerta cerca de las escaleras y entraron haciendo un gran estruendo. Sin previo aviso, un almohadón blanco fue a parar al rostro de Albus, quien sólo pudo gritar:
-¡ES NAVIDAD!
James Potter lanzó otro de sus almohadones, esta vez a su hermana menor, y se levantó tambaleándose. Llegó hasta el umbral de la puerta de su habitación y apartó bruscamente a sus hermanos abriéndose paso hasta la escalera. Albus y Lily comenzaron a golpear a su hermano mayor, de sólo diez años, y este no perdía tiempo en responderles. Bajaron las escaleras discutiendo.
-¡Apúrate, James!
-¡Cállense!
-¡Quiero mis regalos!
-¡Yo también!
-¡¡Papá!!
Los tres hermanos Potter se detuvieron al pie de la escalera al ver que su padre estaba de pie en el umbral de la puerta principal de la casa. Pasaron unos segundos hasta que Lily fue hacia el árbol de Navidad y comenzó a abrir sus regalos, seguida de un James bastante hiperquinético. Ambos optaron por ignorar el extraño comportamiento de su padre. Albus dejó a un lado sus ansias por abrir sus regalos y, dubitativamente, se acercó a Harry y lo abrazó.
-¿Qué pasó, papá?
Los ojos de Harry estaban totalmente empañados, y sus mejillas estaban sonrojadas por las lágrimas. Rodeó con un brazo a su hijo y revolvió su cabello con ternura, sin quitar la vista de la calle. Secó sus ojos tratando de disimular la tristeza y dijo:
-Nada, hijo, ve a abrir tus regalos.
El pequeño ojiverde obedeció y se unió a sus hermanos, que discutían sobre el tamaño y el tipo de regalos que se les había dado.
-¡El tuyo es más grande! - dijo Lily, casi llorando, apuntando el obsequio que había recibido James- ¡Papá, es injusto!
-¡No lo es, Lily! - espetó James- ¡Yo soy mayor y debo recibir regalos más grandes!
-¡No es cierto! - chilló la niña- ¡Papá
!
Pero papá no respondía. Los pequeños comenzaron a discutir; Lily quería tener el obsequio de James, y Albus quería que sus hermanos dejasen de forcejear con sus regalos.
-¡Deténganse! - susurró Albus, preocupado- Miren a papá, algo le sucede
La pequeña y su hermano mayor dejaron de forcejear para mirar a su padre, que aún estaba de pie en el umbral de la puerta, observando el vacío con expresión cansada y, a la vez, desilusionada.
-¿Papi? - Lily se acercó suavemente al hombre de cabellos desordenados, refugiándose en sus brazos. - ¿Estás bien?
-Estoy bien, Lil - dijo Harry, con voz temblorosa, abrazando a su pequeña hija-
-¿Qué te sucede, papá? - preguntó James, el mayor, por encima de la cabeza de su hermana-
-¿Dónde está mamá? - preguntó Albus, de repente-
El padre se apartó lentamente de Lily y se agachó para quedar a la altura de sus tres hijos, y, luego de unos segundos, los abrazó fuertemente, como si fuesen lo único que le quedaba en la vida. Cuando se separó de ellos, se sacó los anteojos para limpiar las lágrimas que los empañaban y no lo dejaban ver del todo bien. Suspiró hondamente.
-¿Dónde está mamá? - repitió Albus, preocupado y mirando hacia la puerta, como si su madre pudiese aparecer de repente, sonriendo como siempre lo hacía; con los brazos abiertos para recibir a sus hijos alegremente.
Harry miró a sus hijos, luego de posar sus viejos anteojos una vez más sobre su nariz. Los pequeños le devolvían una mirada confusa, tímida, como si no quisieran preguntar qué había sucedido; ellos no comprendían del todo qué significaba la ausencia de la pelirroja Ginny Potter en el hogar, mucho menos en Navidad.
-Vayan al sofá a sentarse - dijo el hombre suavemente- Les explicaré todo.
James, Lily y Albus obedecieron a su padre y se encaminaron a un gran sofá blanco que estaba a un lado del árbol de Navidad. Se acomodaron mientras Harry cerraba la puerta de entrada con extrema calma y tranquilidad, como si el tiempo no pasara en él. Llegó junto a sus hijos y se sentó en cuclillas frente a ellos; en su cara se dibujaba una expresión que dejaba en claro que lo que debía decir era bastante difícil de explicar a tres niños menores de nueve años.
-¿Qué sucede? - preguntó James- Puedes decírnoslo, papá.
-Sí - apoyó Albus- Puedes decirlo.
-¿
Y mamá? - inquirió Lily en un hilo de voz-
-Mamá
-susurró Harry- Chicos
Ginny
Mamá se ha ido.
Los tres observaron a su padre, incrédulos; en parte sin entender lo que decía. No comprendían. ¿Mamá había ido de viaje? ¿Había ido a trabajar? ¿Qué sucedía?
-¿Se fue de viaje? - preguntó Albus, confundido- ¡No se despidió de nosotros!
-¿Cuándo volverá? - preguntó Lily, con su tierna vocecita femenina escuchándose apenas entre la gruesa bufanda de lana que estaba amarrada alrededor de su cuello.
Harry miró el suelo, incómodo.
-Ella
no se ha ido de viaje, Al - dijo- Ella
-¿Fue a trabajar? - preguntó James- ¡Es Navidad!
-No, no
-dijo Harry, con los ojos vidriosos- Mamá
se ha ido de la casa. Ella
no volverá.
Los tres hermanitos se miraron mutuamente, desconcertados. ¿Mamá no volvería? ¿Por qué?
-Mamá se fue de la casa esta mañana, antes de que se levantaran - susurró Harry-
-¿Qué le hiciste? - susurró James, entre sollozos-
El ojiverde entreabrió la boca para responder, pero fue interrumpido por un ruido proveniente justo de la puerta de entrada. Se puso de pie lentamente, como si el sólo hecho de respirar lo lastimara profundamente. Llegó a la puerta y giró el picaporte con temor, como si supiera perfectamente lo que le esperaba al otro lado del portal.
-Ginny
-susurró, asomándose ligeramente, luego de abrir tan sólo unos centímetros la puerta; no quería que esa mujer volviera a entrar a su hogar.
-¿Me dejas pasar? - dijo la pelirroja fríamente, empujando la puerta para lograr entrar.
Adentro de la casa, los tres hermanos trataban de reconocer la voz de la persona que trataba de entrar al lugar; uno de ellos lo logró.
-¡Es mamá! ¡Es mamá! - gritó Lily, bajándose ágilmente para correr a buscar a su madre.
-¡No, Lily, no vengas! - dijo Harry firmemente, cerrando la puerta con brusquedad, mientras Ginny gritaba todo lo que se le venía a la mente desde el otro lado.
-¡Ábreme en este instante, Harry Potter! ¡No temo utilizar magia para abrir esta maldita puerta!
-¡Déjala entrar! - gritó James, furioso, golpeando las piernas de su padre. A su lado, Albus trataba de comprender lo que sucedía, mientras Lily lloraba desconsoladamente apoyada en la puerta.
-¡Alohomora! - dijo una voz masculina; segundos después la puerta se abrió bruscamente, haciendo que el hombre de anteojos cayese con pesadez al suelo. Lily había alcanzado a huir al escuchar que alguien se aproximaba a lanzar un hechizo.
El alboroto que los pequeños Potter provocaban cesó al instante.
Un silencio se apoderó de la sala mientras dos adultos entraban al lugar tranquilamente. Uno de ellos era un hombre de cabellos castaños y ojos azules; la otra persona era Ginny Weasley. Lily corrió hacia su padre, aferrándose a él con fuerza; no reconocía a una de las personas que había entrado al lugar. Albus se unió a su hermana, mientras su hermano mayor cerraba la puerta nerviosamente.
-Papi
-susurró Lily- ¿Quién es ese señor que está con mamá?
-¡VETE! - gritó Harry, poniéndose de pie, luego de apartar a sus hijos de su lado para no hacerles daño- ¡VETE DE MI CASA! ¡NO TIENES NADA QUE HACER AQUÍ!
-También es mi casa, ¿lo olvidas? - dijo Ginny, tomando descaradamente la mano del hombre que estaba a su lado.- Puedo venir cuando quiera.
-¡YA NO LO ES!... - dijo el ojiverde, furioso. Las lágrimas volvían a caer por sus mejillas. - Ya no lo es
-susurró- Te has ido de acá, te has ido con él. ¿No tienes moral? ¿Cómo te atreves a venir al lugar en el que viven tus hijos con
con tu amante?
-Ya no soy sólo su amante, Potter - dijo el hombre, cuyo nombre todos desconocían (a excepción de Ginny, claro) -
-He venido a traerte los papeles de divorcio - dijo la pelirroja, extendiéndole a su esposo unos papeles que había sacado segundos antes de su bolso. - Sólo debes firmarlos y no volverás a saber más de mí.
-¿Y nosotros? - inquirió Albus, sollozando-
-Ustedes tienen a su padre, Albus - dijo la madre, sonriente- Yo no tengo nada más que hacer aquí.
-No firmaré nada - dijo Harry, entre lágrimas, pero manteniendo la voz firme; su orgullo seguía presente a pesar de todo.- Un simple papel no te quitará o te dará más libertad de la que ya tienes. Ya rompiste todos los lazos que nos ataban, Ginnevra, un papel no te lo hará más concreto. Llévate todo eso, ¡VETE DE AQUÍ!
-Está bien, está bien
me voy - respondió la mujer, guardando pacientemente los papeles de divorcio en su bolso- No volverás a saber de mí, ¿sí?
Ginny se encaminó a la puerta, pero justo antes de abrirla fue interrumpida por su hija.
-¡No te vayas! - chilló la pequeña, aferrándose fuertemente a la mano de su madre- ¡Por favor, mami!
-Suéltame, Lily - dijo la mujer, tratando de desprenderse de la mano de su hija como si fuese una sanguijuela. - Ve con tu padre.
-¡No, no te vayas! - susurró la niña dolorosamente-
-¡Ya déjame! - gritó Ginny, zafándose al fin de su hija-
-¡Mami
! - gritó Lily, sentándose de rodillas en el suelo, mientras su madre abría la puerta para irse del lugar.
-¡No vuelvas! - gritó James, corriendo hacia la puerta para evitar que la mujer pelirroja la cerrara- ¡No queremos verte nunca más aquí!
Ginny observó a su hijo extrañada, pero no se inmutó. Luego de unos segundos, se volteó altaneramente y se fue del lugar, dejando a su familia atrás. Las dos figuras se alejaban lentamente por la acera. Lily seguía llorando en el suelo, y James respiraba entrecortadamente, apoyado en la puerta, que se mantenía abierta. La mujer pelirroja no miró atrás
Albus, a diferencia de sus hermanos, permanecía de pie a un lado de su padre sin comprender lo que sucedía. Observó a su padre tratando de buscar respuestas en sus ojos verdes, pero sólo se encontró con lágrimas de tristeza y odio.
-¿Qué pasó? - preguntó el hermano del medio tímidamente, jalando suavemente a su padre de la camisa que traía puesta-
-¡¿No entiendes?! - gritó James, acercándose a su hermano para tomarlo de los hombros y comenzar a zamarrearlo bruscamente- ¡Mamá se ha marchado con otro hombre, nos ha abandonado! ¡MAMÁ SE HA IDO!
Ahí fue cuando comprendí todo. Y me dolió, sentí que mi vida se iba durante una milésima de segundo. Yo, Albus Severus Potter, comprendí que mi madre le había sido infiel a mi papá, a mi querido papá. Lo había engañado con un hombre que había conocido en las oficinas de El Profeta, cierto tipo llamado Mark. Entendí que mi madre, Ginny Weasley, nos había abandonado a mis hermanos y a mí, nos había cambiado por un hombre que había conocido por ahí. Quizás mi padre jamás debió casarse con ella, o quizás debió esperarse algo así
en realidad no lo sé. No sé cómo era mi madre en su adolescencia, o qué influencias pudo haber tenido de su familia. No creo posible que mi abuela pudo haber engañado a mi abuelo Arthur, pues por lo que he visto se aman demasiado. Los problemas entre mis padres, sin embargo, se venían presentando hace ya bastante tiempo. Y esa mañana logré conectarlo todo; las peleas, las discusiones, las extrañas conversaciones que mantenían cuando creían que nosotros dormíamos, los constantes desacuerdos en lo que a horarios respectaba
Entre ellos ya nada era igual. Y yo lo notaba. Pero trataba de ignorarlo, o quizás no lo comprendía pues aún era pequeño. Tendría unos ocho o siete años.
-¡Mamá no se ha ido! - gritó mi hermana Lily, poniéndose de pie bruscamente.
Mi padre se dirigió a la puerta con la intención de cerrarla, luego de echar un último vistazo a la figura de mi madre que se alejaba por la calle. Otra lágrima cayó por su mejilla
Cerró la puerta, como si con ese acto dejara atrás meses de sufrimiento y sospechas. Sospechas que ése día de Navidad habían quedado comprobadas.
-¡Papi, dile a James que no es verdad! - chilló Lily- ¡Dile que mamá no se ha ido! ¡Dile que mamá volverá! ¡Que ése hombre era un hermanastro
un amigo!
No. Mark no era un hermanastro; no. No era un amigo, ¡jamás!...
-Cariño
-susurró mi papá, arrodillándose a un lado de mi hermanita, que lloraba desconsoladamente- Tu hermano tiene razón. Mamá se ha ido.
-No
-soltó Lily, lanzándose a los brazos de mi padre.
-Estaremos bien
-dijo él, mientras mi hermano y yo corríamos para abrazarlos. - No le daremos a su madre el lujo de vernos sufrir; seremos felices. Saldremos adelante como una familia, como los Potter.
Y papá tenía razón. Bueno
Mamá se fue. Y no volvió. Ni siquiera mis tíos volvieron a saber de ella, tampoco mis abuelos. Mi tía Hermione menos, a pesar de ser su mejor amiga
Nunca más supimos de mamá. Supongo que es feliz junto a Mark
Aunque, para ser sincero, me gustaría que estuviera viviendo miserablemente junto a él, arrepintiéndose de haber dejado a un hombre tan valioso como Harry Potter. Y, si eso fuese cierto, sé que ella no volvería para pedir perdón, pues su orgullo Gryffindor no la dejaría. Y yo no puedo evitar sentir rencor hacia ella. Pero ya no me importa. Nosotros salimos adelante
Creo que nunca volveré a ver a las mujeres de la misma manera, pero si podré querer a alguien. La partida de mi madre no me causó grandes secuelas sicológicas como todos creían que nos sucedería a Lily, a James y a mí. Debo admitir que
soy feliz. Aunque suene feo, aunque me digan idiota, imbécil, malagradecido
Soy feliz sin la persona que me dio la vida pero que, durante unos segundos, me la quitó descaradamente. Soy feliz.
Mamá se ha ido - Fanfics de Harry Potter
Mamá se ha ido El sol se filtraba por las cortinas de la pequeña habitación de paredes azules, y un niño de unos nueve años de edad abría los ojos con p
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2024-10-03
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