Más Que Amigos
Hermanos
Corría lejos del agarre gélido de su madre -casi escupiendo la última palabra en su mente- tan rápido como sus piernas gelatinosas le permitían en ese momento.
Tomó el pomo de su puerta entre temblores, pero entrar en su habitación roja y escarlata, tan contrastante con el resto de aquella mansión verde y sombría, le ofrecía al fin una bocanada de aire fresco. No, no fresco. "Puro" era una expresión más acertada.
Ya en su lugar feliz -un par de tablas casi puestas por error en su armario que lo ocultaban de la vista de cualquier intruso- el atractivo muchacho empezó a sollozar con total libertad.
Era como un ángel de Botticelli quebrándose en mil pedazos.
Tan hermoso y triste al mismo tiempo que lograría desgarrar el alma de cualquiera que se atreviese a verlo.
Desde que tenía uso de razón, se ocultaba allí para llorar lejos de la vista de todos. Lo había aprendido de su padre, quien apenas ponía un pie fuera de su despacho, ajeno a todo el suplicio que Walburga extendía fuera de allí.
Pero hacía ya 3 años que Sirius no empleaba su refugio para llorar.
Había descubierto a sus 10 años que llorar oculto de todo lo que lo lastimaba no le ofrecía suficiente desahogo a su agonía.
"Ya deberías estar más que acostumbrado" pensó con acritud, regañándose a sí mismo por adoptar una actitud que consideraba cobarde.
¿Pero qué más podría hacer? Walburga ejercía un control tan abrumante sobre todos en esa casa, sobre él, que pensar en huir parecía algo más que imposible.
En la sala de estar, a los ojos de todos los habitantes de ese Castillo del Terror a excepción de su ausente padre, se había prohibido soltar una sola exclamación de dolor mientras su madre lo castigaba una vez más con aquella Maldición Imperdonable que tanto conocía.
"Ya debería estar más que acostumbrado" se repitió mentalmente mientras intentaba controlar inútilmente los temblores de sus sollozos.
Pero esta vez, algo más que la Maldición Cruciatus, había logrado quebrar las barreras de autocontrol que había alcanzado a tan corta edad. Esa mueca de satisfacción en la faz de Walburga mientras lo lastimaba tan fieramente, una que había logrado superar con creces aquellas que ponía cuando su hijo pródigo -no Sirius definitivamente- traía un nuevo logro a la casa.
Aún no era inmune a su rechazo. No, ni remotamente cerca. Y no estaba seguro de logarlo en un futuro cercano.
De hecho, sentado allí en la relativa seguridad que le proporcionaba aquella oscuridad sofocante, se preguntaba si alguna vez tendría el valor de alcanzar dicha inmunidad.
-James no me perdonaría si me viese así--se dijo en voz alta secando al fin sus lágrimas tras vislumbrar en su mente aquella imagen de él y sus grandes amigos: James Potter, Remus Lupin y Peter Pettigrew, los chicos que había conocido en su glorioso primer año en Hogwarts y que terminaron siendo un alivio más reconfortante que mil refugios.
James simplemente no le perdonaría no ser lo más feliz que él pudiese concebir, sin importar las circunstancias.
Casi podía oírle decir, con ese tono tan suyo cuando hablaba de sus sueños de quidditch: "No seas capullo, Black. Levanta tu trasero de allí y demuestra lo que significa ser el primer Black-Gryffindor del mundo mágico... Se supone que eres un Merodeador, ¿recuerdas?". Casi se ahoga entre risas tras ese pensamiento. Sí, definitivamente era algo que podría salir de boca de su amigo.
No tenía ni idea de cómo haría para contarle a él, precisamente, que había terminado llorando debido a ese castaño lunático con el que compartían algo más que la habitación de los chicos. ¿Cómo iba a saber el pequeño Lupin que su madre y su obsesión con la pureza de la sangre llegarían a ese punto?
Unos suaves golpes en la puerta del armario lo sacaron de sus cavilaciones. Sólo podía ser una persona
-¿Qué quieres, Reg?--preguntó con voz ronca.
-Tienes visita--respondió su pequeño hermano con voz queda--Sólo quería avisarte antes de traerlo aquí.
-¡Dile a mamá que no estoy de humor para ninguno de los asquerosos sangre pura que deja entrar en esta casa!--escupió demasiado pronto, a sabiendas de que no era a Regulus precisamente a quien se lo quería decir.
-Oh, creo que este es un sangre limpia a quién querrás recibir--dijo el chico bastante pagado de sí mismo.
Ya había salido de la habitación de su hermano mayor, cuando Sirius había decidido encararlo.
Otros golpes de nudillos se escucharon, esta vez sobre la puerta de la habitación.
-¿Estás en condiciones de recibirme, Joven Gryffindor?--preguntó una voz muy conocida, del otro lado de la puerta levemente abierta. Relajó el tono serio antes de agregar--No quisiera ver partes de ti que me traumen de por vida.
Quiso gritar con fuerza, pero la voz parecía estar trabada en algún lugar de su garganta.
Abrió la puerta con fuerza, rogando en su interior que no estuviese alucinando o que no fuese una broma cruel de los "amiguitos" que su madre había seleccionado para él.
¡Y sus ruegos fueron escuchados!
-Si no te conociera, diría que estás perdidamente enamorado de mí por la cara que pones al verme--Sirius y él se abrazaron fraternalmente--Pero por las pintas que traes, tendré que declinar cualquier oferta que tengas en mente.
Y Sirius rió. No por el chiste infantil de James, que de seguro quería romper la tensión de Sirius al verse interrumpido en pleno desahogo.
-¿Cuántas veces debo decirte que no estás tan bueno?--le respondió al recobrar la habilidad del habla, tratando de controlar lo áspero de su voz--Eso, y que nadie es tan marica en el mundo como tú.
James se separó de él, como si aquel comentario hubiese comprobado que se trataba realmente de su amigo. En esa casa uno nunca sabe
-¿Me vas a dejar entrar a tu cuarto?--dijo de repente el de lentes, sin perder la sonrisa del rostro--Salazar debe estar encantado con la decoración de la casa
Pero tu habitación combina más con mi avasallante personalidad
Estufa de pellets
Sirius se hizo a un lado para que el chico entrara y usó en la puerta todos los hechizos bloqueadores y sellantes que conocía.
-¿Qué haces aquí, James?--giró al tiempo que el aludido se sentaba sobre su cama--No te esperaba hasta esta noche
-¡Ah, sí! El baile anual navideño de tu madre--respondió con fastidio--Lo que ocurre es que no podía estar un segundo más lejos del embrujo de tus ojos grises
-¡Sin mariconadas, Potter!
El de lentes sonrió momentáneamente, sólo para volver a su anormal expresión seria.
-Oh, ya sabes. Creí que tú necesitabas de mi presencia con más urgencia que el estúpido baile de tu mamá--Sirius lo miró con la cabeza ladeada--¿Cómo te encuentras?
Y Sirius tuvo la completa seguridad de que James lo sabía. El "cómo" era algo que simplemente no importaba en la ecuación.
-Como si mi cuerpo recién se estuviera despabilando--dijo con ligereza, pero la constante mirada de su amigo lo instó a continuar sin rechistar--En realidad, como si las partes de mi cuerpo se estuviesen uniendo
-¿Cuál método de tortura usó esta vez?--parecía una pregunta frecuente.
-La Maldición Cruciatus--respondió Sirius, bajando la voz como en señal de debilidad.
El muchacho de ojos castaños sopesó cuidadosamente las siguientes palabras que saldrían de su boca. Sabía que esta era la cuestión más difícil, la que podía desestabilizar el ego de su amigo.
-¿Qué hiciste?--extrañamente Sirius disfrutó de esa pregunta sin el tono acusante que utilizaban dentro de esas paredes de Grimmauld Place.
-Ya sabes, metí la pata como siempre al darles mi dirección para que me visiten
Tal parece que tener un amigo mestizo, que de paso nos oculta un secreto, no es bien visto en la familia --dijo con ironía--El Pobre Remus lo debe estar pasando peor que yo. Aguantar a la Arpía de mi madre es un arte que ni mi padre ha logrado adquirir en todos sus años de casados
-Imagino--dijo James pensativo--Pero no lo sé. Remus parece ser más fuerte de lo que aparenta
Ya hablaré con él cuando regrese a casa.
Sirius no dejó pasar esas inquietantes palabras.
-¿No has hablado con R
?--las palabras enmudecieron en su boca al ver cómo James negaba sin comprender--Entonces ¿quién
?
El chico de cabellos revueltos esperó a que Sirius completara la pregunta, que al parecer resultaba obvia, según la expresión de su amigo.
-¿Quién
? ¿Qué haces aquí, James?--soltó de repente.
-Comprobar que estuvieras con vida--dijo sin más--¡No te habrás creído lo de tus ojos!
-A menos que hayas desarrollado unos poderes extrasensoriales fuera de cualquier lógica, no entiendo cómo has podido enterarte de
-Pensaba que ya lo sabías--lo miró con aprehensión--Fue tu hermano.
¡Regulus! Pero claro, fue él quien condujo a James hasta su cuarto, seguramente lejos de la vista de su mamá. Era muy improbable que Remus le hubiese avisado a James. ¡Ni con el Autobús Noctámbulo habría llegado a su casa en tan poco tiempo!
-¿Pero
?--la mirada del primogénito de Orión y Walburga exigía una explicación más detallada.
-Al parecer se preocupó mucho por
--James se aclaró la garganta--En cuanto entendió las intensiones de tu madre, tomó un puñado de Polvos Flu y se comunicó conmigo. Apenas pude entenderle, pero me pidió que estuviese aquí lo más pronto posible
Y eso hice. Vine tan pronto como avisé a mi madre que vendría a visitarte porque a tu madre podría írsele la mano esta vez con sus castigos.
Sirius se sentía repentinamente más reconfortado que al ver a James. Sin importar las lecciones privadas de Regulus con Walburga, él seguí conservando a su hermanito menor.
-Lo que me lleva
--dijo James con voz casual--Mi madre me pide que te diga encarecidamente que aún hay una vacante en nuestra familia.
-¿De qué estás hablando, James?
-Pues que, a menos que prefieras de sobremanera el apellido Black, nuestra casa y nuestro apellido está a tu disposición para cuando quieras--dijo James con una de esas sonrisas que cubrían todo su rostro--Tal parece que mis padres querían tener muchos hijos al casarse
Después de ti, intentarán adoptar a Lupin.
-¡No creo que quiera ser hermano de Remus hasta que suelte sopa sobre lo que esconde!--dijo Sirius con mucho más ánimo que hace pocos minutos--Pero dile a tu mamá que siempre que pueda escapar de allí me tendrá en su casa
-No creo que se conforme con eso por mucho tiempo--James continuaba tentándolo, aunque sabía perfectamente los motivos de Sirius--Y yo tampoco.
-¿Y eso qué quiere decir, James?--dijo recobrando su humor de siempre--Sabes perfectamente que tus chances disminuirán si formó parte de tu familia
¡El incesto gay no es lo mío!--dijo con asco.
Se movió a tiempo para esquivar una almohada que le lanzó el aludido.
-Ni en tus más salvajes sueños--dijo el chico de lentes con lentitud--Sólo digo que
Ya que somos hermanos
--Sirius asintió casi imperceptiblemente, pero James pudo verlo--Sería bueno compartir el mismo techo, ¿no te parece?
-¡Cuando quieras compartimos este techo, hermano!--le respondió con sarcasmo--A ver si después de pasar unos días con Walburga, te quedan ánimos de emparentarte conmigo.
Las cosas habían cambiado entre ellos después de compartir juntos tantas navidades. Ya habían sobrepasado las travesuras y las ganas de romper las reglas. Su hermandad estaba establecida, sementando las bases para superar todos los obstáculos que quedaban por venir.
Un Black y un Potter, juntos hasta la eternidad. Amigos más allá de los conflictos, Hermanos más allá de la sangre. Un Perro y un Ciervo vagando juntos toda una vida.
Más Que Amigos... Hermanos... - Fanfics de Harry Potter
Corría lejos del agarre gélido de su madre -casi escupiendo la última palabra en su mente- tan rápido como sus piernas gelatinosas le permitían en ese mom
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2023-02-27
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