Enun sólo día había matado de tajo quince de su especie; aquellas que se habíancaracterizado por ser las más grandes, aquellas que había vivido en su interiordurante más de ocho años. Hubo un tiempo en que ella misma creyó que seríafácil. Extirparlas, quemarlas, asfixiarlas; lo que hiciera falta, pero setenían que ir.
En promedio, Pansy Parkinsonmataba cincuenta mariposas al día. Pero hoy no se podía permitir una marca tancorta. Sin importar el método, el día de hoy todas ellas se tenían que ir.
Quien ha matado mariposas sabrá,que de hecho, no es éste el problema. Los mejores podrán hablar de matarcincuenta diarias, pero preguntemos cuánto tardan en volver a nacer; los casosmás graves triplican esta cuenta y Pansy se sabía en esta situación.
Por el otro lado, los coleccionistas, son aquellos que buscan atesorar cada una de sus pequeñas mariposas, aunque rara vez. su trabajo se torne productivo. Sólo ellasparecen entender su naturaleza: transmutan, mueren o simplemente se van. Cadacaso tendrá su explicación, pero ninguna de estas consecuencias es la quepreocupa a Pansy.
Una mirada al hermoso vestidoplatinado que se ajusta a su cuerpo y dos de ellas había muerto. Se irguió complacidacon su propio aspecto y dejó que su vista se embelesara con cada pequeñodetalle que destacaba por su lujo, y una más había muerto. Cabello oscuro,apenas veinte centímetros más alto que ella, tez clara como la suya y unacorbata que combinaba con su propio vestido. La pareja perfecta en sus propiaspalabras y diez más habían muerto.
Ahora resultaba fácil respirar, peroella sabía que eso duraría poco.
Nuevo accesorio, Parkinson reconocía aquella sonrisa socarrona y esa mirada gris aún le hacía temblar las rodillas.
Había intentado girar sobre suspies, pero el tacto de él le detuvo. Su dedo índice se había deslizadodeliciosamente por su espalda y todo un día de matar mariposas se había venidoabajo. Casi instintivamente sus labios habían buscado los de él, y aquelrevoloteo volvió a surgir, mientras sus dedos jugueteaban con aquel cabello rubio platinado, que desentonaba con su propiacabellera azabache.
Amaba a Draco Malfoy, amaba al chicopresumido y que siempre tenía la última palabra para molestar a alguien, aquelque le hacía creer que había alguien igual a ella. Amaba al Draco que conoció en una fiesta de sus padres, al que se burlabade Longbottom, el que parecía no tener sentimientos por nadie, aquel que lahacía obsesionarse pensando en capturar algo que nadie más podría tener.
¿Cuánto de aquel Draco quedaba ¿Algunavez existió?
Los besos caminaban de su cuelloal hombro descubierto que permitía el vestido platinado. Estar ahí era un errorpara él, una recaída en lo que día a día se repetía no era correcto y no queríaregresar. Le hacía sentir egoísta, como aquel niño estúpido quedisfrutaba el poder, pero no podría soportar las consecuencias. El últimoatisbo de quien fue Draco Malfoy, el único que podía hacerla sentir como si uncentenar de mariposas revolotearan en su interior. Significado de los nombres
Unbeso, su mirada, simplemente un roce o su aroma. Todo en él las produce, y ellasabe que ya es hora de volver a matar mariposas.
Regresemos su voz se escucha entrecortada,mientras Draco muestra una sonrisa de lado. Hay algo que no ha olvidado; ser ella quien termina losbesos le permite matar quince de un sólo tajo. Pero aún se encuentra en desventaja.
Como regla general, quien albergamariposas es el único capaz de matarlas. Se sabe que un atentado exterior raravez a conseguido hacerlo, y este método se ha caracterizado como el más dolorosoy menos eficiente. Nadie en sano juicio acudiría a él, de no ser que en lamayoría de los casos se presenta inevitable.
Una espléndida sonrisa se mantieneen su rostro, mientras aquel chico que combina con ella en ropa y rasgos, semuestra a su lado tratando de ocultar un abrumador aburrimiento. Busca no mirardonde está él, pero poco tiempo su vistale permite ese favor.
Ella misma los describiría comoperfectos. De rasgos semejantes, aquella pareja combina, si su ego se lopermite, con una perfección que jamáshabía visto. Poco le importa aquel vestido verde del cual puede recitardiseñador y colección, tampoco le interesa que la chica sea más alta o elcollar de la familia Malfoy que se le ha permitido usar.
Su brazo se mantenía rodeándola porla cintura. El cuerpo de aquella chica rubia estaba pegado al de él, pero noparecía importarle; continuaba con aquella expresión relajada. Más de una vezhabía visto a Potter y Weasley en la misma escena, pero le resultaba risiblever a Draco.
Casi se había convencido que aquello le producía un desagrado risible, y puede ser que después de hacer un par de mofas hubiese conseguidolibrarse mínimo de unas cincuenta. Peroantes de que cualquier comentario hubiese sido emitido, él deslizó su dedo índicepor la espalda de la chica. Asrtoria Grengrass dejó escapar una risita,mientras el recuerdo de hace unos minutos llegaba a Pansy obligándola a cerrarlos ojos. Un hueco parecía invadirle el cuerpo; el dolor no era nuevo para Pansy,pero le sorprendía que con el tiempo no hubiera aminorado.
Regresando a su estado larvario. En esta fase sólo el tiempo puede matarlas, pero siempre dejan un mal recuerdo. Ahora, el revoloteo que antes producía un cosquilleo en el interior, es desplazadopor una sensación lastimosa que acostumbra situarse en el pecho.
Sólo hay una cosa de la cual todoposeedor de mariposas debe cuidarse. Sin importar que su fin sea exterminarlaso coleccionarlas, vas a querer cuidarte de una mariposa con las alas rotas.
Matando mariposas - Fanfics de Harry Potter
Enun sólo día había matado de tajo quince de su especie; aquellas que se habíancaracterizado por ser las más grandes, aquellas que había vivido en su int
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2024-03-26
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