Molly lo sabía, la navidad para sus hijos no era precisamente muy divertida. Con una sonrisa suave, trataba de calmar a sus pequeños. Fred y George seguían siendo los mayores, luego de Percy, Bill y Charlie. Pero aún así, mantenían la ilusión y la fe, en las navidades. Sus hijos menores, los últimos, Ron y Ginny, esperaban recibir lo que tanto habían anhelado durante todos aquellos meses y que no habían recibido en sus cumpleaños. Pero claro, no habían podido reunir el dinero necesario para ello. Con una sonrisa suave, mientras los cobijaba, Molly miraba a sus dos hijos y trataba de pensar en una forma de pagar los regalos. Su esposo hacía trabajos ocasionales y estaba segura de que podría con algunos de ellos. No tenía para tanto.
Mientras caminaba hacia su cama y recordó que su esposo seguiría sin regresar para la cena de navidad. Pero al menos podría traer el dinero suficiente para los regalos. Con una sonrisa suave, se cobijó en la mullida cama y esperaba que su esposo estuviera pasando una buena noche. Aunque el frío era terrible.
A la mañana siguiente, Molly encontró un pequeño sobre. había algo de dinero dentro, para que pudiera hacer las compras que sus hijos esperaban. Ron quería una nueva escoba y Ginny quería un par de túnicas nuevas y un hermoso collar de perlas, que había estado viendo el día anterior. Con un suspiro, se dijo que si usaba sus ahorros para el regalo de su marido, podría con ambas cosas. Él no se enfadaría por eso.
Caminaron por Hogsmade, con la ilusión de recibir lo que cada uno esperaba. Ginny sostenía la mano de su madre, mientras miraba los alrededores. La nieve mullida comenzaba a caer sobre sus cabezas y sobre las aceras. Las personas parecían abandonar su frío carácter y darle paso a la dulzura que caracterizaba las épocas decembrinas. Aunque bueno, no todos. En el camino, se habían cruzado con Severus Snape. Hacía compras de abastecimiento para el final de las vacaciones y apenas los había visto, había decidido cruzar la calle en una dirección diferente. Con una sonrisa suave, Molly trató de justificarlo. Pero Ron seguiría creyendo que era un hombre detestable.
Mientras caminaban por las mullidas calles de blanca nieve, Ginny miró hacia una esquina en cuanto oyó una suave campanada. Un enorme Santa Claus estaba parado en la esquina y gritaba feliz navidad al pasar. Soltó la mano de su madre mientras ésta estaba distraída y corrió cruzando la calle. Se detuvo a mirarlo, mientras algunos niños recibían caramelos y le explicaban entre murmullos, lo que querían para navidad.
Santa ¡Hola!
El santa sonrió y Ginny suspiró emocionada.
Quiero pedirte un regalo para mi madre. Se llama Molly Weasley y sé que estará usando su dinero, para comprarnos un par de regalos. Por eso quiero que no te olvides de ella y de papá. No es mucho, pero al menos concédele algo. Un par de zapatos, ropa nueva, lo que creas conveniente, santa.
Santa sonrió, pero Ginny estaba empecinada. Antes de que pudiera contestar, ladeó la cabeza hacia uno de los aparadores. Allí estaba aquella mujer, llamando a su hija.
Dile a esa mujer, que lo que quiera...ella lo recibirá.
¡Gracias, Santa!
Ginny corrió hacia su madre, que bajó la vista hacia ella y le preguntó qué estaba haciendo. Su hija le comentó lo que había pedido y fue entonces, que su madre no sintió que desperdiciaba su dinero en absurdos obsequios materiales.
Sus hijos se merecían todo y mucho más.
Al regresar a casa, el ambiente nocturno se respiraba mucho mejor. Ginny desfilaba su largo collar de perlas, bajo sus túnicas nuevas y Ron miraba su escoba. No quería tocarla, no quería romperla.
Todo estaba bien.
Solo esperaba que su esposo regresara a casa, de su trabajo. Y sus hijos estaban por dormirse, quizá no llegaría a la cena.
Y mientras apagaba las velas en la mesa, escuchó la puerta trasera. Su esposo entraba, quitándose el enorme gorro rojo y las botas cargadas de nieve. Ella ya lo sabía, su esposo tenía que ser aquel santa.
Le dio un cálido beso y le ayudó a colgar el traje. Mientras lo hacía, Ginny que seguía dormida en el sofá, se frotó los ojos y caminó hasta la cocina. Su padre...
¿Qué hacía su padre vestido de santa? ¡Entonces él era Santa! Claro. Por eso aunque nunca tuvieran el dinero suficiente, ellos recibían sus obsequios. Con una sonrisa, corrió hacia su padre y lo abrazó con fuerza.
¡Gracias papi, gracias por lo que haces por mí y por todos los niños en el mund! Pero ¿cómo lo haces? ¿cómo recorres el mundo en un solo día?
No sabía de lo que hablaba, hasta que Molly ladeó la cabeza hacia el traje. Suspiró, sonrió, trató de explicárselo, pero su hija seguía empecinada en que él era el famoso Santa. Inspiró y caminó hacia el sofá y ella se sentó junto a él.
Pues supongo que la magia me ayuda mucho, Ginny.
Ginny suspiró emocionada.
¿Y cómo son los países papá? ¿Cómo es España, Italia?
Arthur trató de imaginarlo, mientras su esposa sonreía y colocaba un poco de té en una taza y sobre las manos de su esposo. Para que se calentara y pudiera pensar en una buena forma de responder a semejante cosa.
Y estuvo horas y horas, hablándole a Ginny de sus giras y contándole anécdotas falsas. Pero así era ella. Feliz con eso.
Y por la mañana, ninguno de sus hijos le creía. Excepto ella que continuaba pensando que él era el gran santa. Los demás creían otra cosa.
Pero nadie se entrometería en los sueños de la pequeña Ginny.
¡Mi papá es santa! - Fanfics de Harry Potter
Molly lo sabía, la navidad para sus hijos no era precisamente muy divertida. Con una sonrisa suave, trataba de calmar a sus pequeños. Fred y George seguían
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2024-12-20
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