Dicen por ahí que en tu último momento de tu vida, comienzas a arrepentirte de lo que hiciste en ésta. Este no era mi caso, y nunca lo va a ser.
La noche comenzó a caer bajo el castillo de Hogwarts. Sin duda era una noche hermosa, y lo sería más en unas horas. Al fin, Harry Potter iba a morir. Todo esto terminaría, y mi amo podría ser feliz y continuar con su vida sin ese estorbo.
El mundo sería nuestro, los Mortífagos dominaremos todo el mundo de los magos y será más sencillo el de los Muggles. Cuando nosotros seamos los dueños del mundo, ningún mago hijo de Muggles será tratado como uno de los nuestros, será tratado como lo que es, una aberración.
Hogwarts será nuestro. Solo los hijos de magos pueden estudiar la magia. Solo, los que tienen la sangre limpia, como yo.
Tomé mi varita y caminé por los pasillos de Hogwarts. Varios recuerdos me pasaron por la mente. La primera vez que caminé por ellos, cuando perseguí a varios sangre sucia, y por supuesto, cuando caminé con ellos con el temor de no quedar en Slytherin.
La noche era fría y abrazadora. Una noche perfecta para matar a todos que se hacían llamar magos y brujas. Debo decir que ya maté a varios, pero quién quite y pueda matar unos más.
Miré hacia atrás. Tenía que estar segura de que nadie me estaba persiguiendo. Para mi sorpresa, esa mujer traidora a la sangre, estaba ahí. Esa pelirroja inútil quería ser la heroína, obvio ese papel no le queda.
Me lanzó varios hechizos, los cuales pude esquivar con facilidad. Era divertido verla cómo intentaba hacerme daño sin ningún logro. Le lancé una maldición imperdonable. Me deleité viendo cómo se retorcía de dolor.
Sus ojos comenzaron a derramar lágrimas, sus manos y piernas se tensaron. Su dolor hizo que una sonrisa se formara en mis hermosos labios. Tomé un mechón de mi cabello y lo cepillé con mis largas uñas. La mujer rechoncha se tiró al suelo cuando volví a lanzarle el mismo hechizo. Sus ojos se cerraron. Grité con alegría y la dejé ahí tirada en la piedra.
Seguí mi camino por los grandes pasillos de Hogwarts. Los recuerdos seguían viniendo, pero por suerte eran amortiguados por los sollozos de niños que ya habían perdido a sus amigos o seres queridos.
Quise ayudarlos a perder el dolor sentimental, dándoles una buena razón para llorar.
-Crucio-grité con alegría. El grito de los niños comenzó a sonar en mis oídos. Fue como escuchar una buena canción, sonreí.
-Deja a esos niños-la mujer rechoncha llegó corriendo a salvarlos. Lanzó un hechizo para intentar quitarme la varita. De nuevo, esquivé con facilidad todos sus ataques.- ¡Tú no eres un ser humano!-chilló. Miré de nuevo a los niños y murmuré maldiciones hacia aquella estúpida mujer.
-Avada Kedavra-Uno de los niños cayó en el suelo con un golpe seco. Volví a lanzar ese hechizo al mocoso de enseguida, éste último cayó arriba de unos de los niños ya asesinados anteriormente.
La mujer chilló con más ganas, como si uno de ellos fuera su hijo. Le daré una buena razón para llorar. Pensé.
-Crucio-volvió a caer al suelo. Ahora no puso sus manos para amortiguar el golpe. Solo cayó al suelo, a unos pocos centímetros de donde estaban mis pies.
Enfoqué la mirada en ella, pero qué patética es esta mujer. Sin más, levanté uno de mis pies y aplasté su cuerpo un poco. Gritó con más ganas a causa de los afilados tacones que llevaba puestos.
-Eres patética-gruñí.
Respondió con un gritó ahogado. La callé rápidamente con otro pisotón en la espalda, pude escuchar como su columna vertebral sonó. Con unos cuantos golpes en lugares específicos, pude dejarla inmovilizada por unos momentos y seguir mi camino hacia el Gran Comedor. Armario escobero
No tendría que preocuparme por ella en un buen rato. Ese tipo de mujeres me dan lástima.
Abrí la gran puerta y me encontré con muchos cuerpos sin vida amontonados en las mesas. Me di cuenta que mis colegas ya habían hecho un buen trabajo, sonreí. Entre más sangre se veía en sus cuerpos, más feliz me ponía.
Estúpidos los que creen poder contra Lord Voldemort y nosotros. Hablando de mi amo, él ya estaba haciendo su trabajo. El niño que vivió, pronto morirá. Le di una pequeña ayuda a mi amo, lanzándole al mocoso una maldición.
Mi amo no me sonrió ni me dio las gracias.
-¡Deja de intentar acabar con él, Bellatrix!
Me encogí de hombros. Algo me golpeó en la espalda, giré y me percaté de que la hija de la mujer rechoncha estaba detrás de mí. Me recordó tanto a la mujer, que no dudé en responderle el hechizo.
-Crucio-gritó con más fuerza. Tenía unos pulmones igual de potentes que los de su mamá.
Por varios minutos me puse a pelear solamente con esa niñita estúpida. Ella, al igual que la mamá, quería acabar conmigo rápidamente, eran igual de ingenuas y con los mismos sentimientos.
Después de solo lanzarnos hechizos a lo tonto, comencé a aburrirme. Y tomé la mejor decisión del día.
-Avada Keda
-No mi hija, ¡perra!-Estúpida vieja rechoncha.
Abrí los ojos sorprendida de verla reaccionar así al ver que casi mato a esa mocosa. Miré para todos lados, y me di cuenta de muchas cosas que pasaban a mí alrededor.
Los niños que encontraron a sus papás o hermanos muertos, comenzaron a llorar. Una punzada de dolor se apoderó de mi corazón. Puse mi mano donde debería estar, estaba latiendo con fuerza. Miré hacia otro lado y encontré a más niños llorando.
Padres que vieron morir a sus niños. Recordé a mi madre
aunque ella no era muy amorosa y que no le gustara demostrarnos su amor, sabía que ella me quería como si en verdad fuera parte de ella. Como los padres que veían a sus hijos vivos, gritaban de felicidad por verlos de nuevo.
Por una vez en mi vida no quise acabar con esa felicidad. Algo extraño comenzó a correr lentamente por mi mejilla. Puse mi mano donde esa cosa estaba pasando. Una gota, eso era lo que invadía mi rostro. Con un dedo la tomé y la examiné con la mirada. Una lágrima había caído por mi mejilla.
Regresé mi mirada a donde estaba la mujer rechoncha y su hija. Se estaban abrazando, la mujer le llenó de besos la cara y seguía llorando. Ella también estaba feliz de haber salvado a su hija.
Aunque de niña no me importaba mucho, ahora de grande pienso que si mi madre me hubiera demostrado algún signo de amor, quizá yo hubiese sido una persona diferente.
Por una vez en mi vida, sonreí por una razón que no fuese el daño de otros. Las dos me miraron como si fuera un bicho raro. Y claro que por una extraña razón me sentí así.
La noche se iluminó para mí y fue más acogedora que cuando comenzó a caer en el castillo. Me arrepentí de todo lo malo que hice, nunca lo creí de mí. Pero en verdad, estoy arrepentida de todo el daño que les hice a los demás.
La mujer rechoncha levantó su varita y me apuntó con ella. La última cosa que pude ver ese día, fue un rayo de luz verde saliendo de la varita de la mujer. De alguna manera se lo agradecí, ella y su hija habían hecho que mi manera de pensar cambiara al final. Después de ver aquello, cerré los ojos.
Espero que les haya gustado. Dejen sus comentarios y/o críticas. Nos vemos en otra historia. Quizá haga una como esta pero de Snape (:
Mary Alice Snape
Mi último anochecer. - Fanfics de Harry Potter
Dicen por ahí que en tu último momento de tu vida, comienzas a arrepentirte de lo que hiciste en ésta. Este no era mi caso, y nunca lo va a ser.
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2023-02-27
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