Mi Ultimo San Valentin - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Mi último San Valentín.





Estaba sentada en mi frío pupitre de madera, era una tarde lluviosa, especificando, la tarde del 14 de febrero, esperaba entristecida, sola en el aula a que llegara mi profesor de matemática, veía como las gruesas gotas de lluvia golpeaban las ventanas y el agua comenzaba a filtrase en el suelo. Me levante del pupitre y me asome por la rígida y nada agraciada ventana de vidrio, veía como mis compañeras paseaban por el patio con sus ramos de rosas en las manos, reían tontamente y comprobaban quien tenia mas o cuales eran mas bonitas, también había una que otra parejita besándose. Sentía que mi sangre hervía, de tanta envidia y recelo. Como ya lo habrán adivinado yo soy de las chicas que nunca recibió una rosa en San Valentín y en ningún momento de mi vida. A mis diecisiete años solo he vivido por una razón, el cuidar a mi madre que se halla gravemente enferma, eso significa nada de novios, claro si mi madre no se hallara enferma tampoco hubiera tenido a nadie que lograse robar mi corazón, solo una persona lo había logrado y en ese momento estaba muy fuera de mi alcance, sus ojos color chocolate me conquistaban mirándome con esa manera tan suya de ver, sus cabellos dorados caían sobre su joven pero a la vez maduro rostro, su seductora sonrisa. Yo misma me torturaba mentalmente pensado en aquel hombre que nunca seria mío, nunca podría tocarle o abrazarle. Otra vez aquellos lujuriosos e irreales pensamientos invadían mi mente, una lagrima se deslizo por mi rostro, podría ser la mejor alumna en toda la escuela, pero en aquel momento me sentía indispuesta, buena para nada, no me sentía amada ni deseada por nadie.¿por que la gente se hace tantos rollos con el maldito San Valentín? Maldigo el día que nació ese maldito santo, ese día solo traía tristeza y decepción a mi mente, disminuía mi ego al máximo, si es que alguna vez había tenido uno.

Escuche como la puerta se abría dejando divisar unos ojos color chocolate y un cabello del color de la miel, era el, mi profesor, el que nunca estaría a mi alcance, el que nunca me daría ese cariño que tanto añoro, el que seguiría divagando por mis sueños el resto de mi triste vida. Seque mis lagrimas con el dorso de mi pálida mano, no quería que me viese llorando, el se acerco lentamente a mi, con su aroma dulce a canela, mis manos se entumecieron y no respondían a los llamados de mi cerebro, el me quito las lagrimas del rostro, tocándolo como si fuera seda, no podía articular palabra en aquel momento, solo quería hacer una cosa, cumplir con las fantasías de mi mente, pase una mano por su suave y rizado cabello, el me apretó contra su cuerpo y me abrazo protectoramente. En ese momento muchas preguntas agobiaron mi mente, no pude evitar que se dibujara una sonrisa en mi delgado rostro, nadie nunca me había dado un abrazo tan lleno de cariño y ternura como el que me dio el. En ese momento me separe de su cuerpo y me quede contemplando embelezada su masculino y guapo rostro, el no me dio tiempo de seguir, hizo algo inesperado pero a la vez tan deseado y placentero que me deje llevar por su boca cuando el me atrajo a si. Nos besamos delicadamente, yo no tenia la menor experiencia en eso, podría decirse bien que una chica de 14 años conoce mas cosas sobre el mundo que yo, pero realmente me da igual, en aquel momento me sentía en éxtasis de felicidad, me sentía todo lo que no me había sentido unos minutos antes. Esta vez fui yo la que busco sus labios y nos besamos con ternura. El no había dicho ni una palabra, pero en ese momento musito algo que sonó como un.- te amo.

Mis mejillas a pesar del frío estaban encendidas, ¿Cómo sabia que no estaba jugando conmigo? El estaba felizmente casado con una hermosa mujer de la que yo no poseía ni el cuarto de belleza de ella, pero me estaría besando por algo y esas dos palabrillas que me supieron a gloria también tenían que tener un significado. Su esposa, Cristina, era terriblemente celosa, pero en aquel momento no me importaba mucho.

Nos hallábamos en el frío suelo de granito y el quería abrir mi blusa, yo se lo permití, después de todo era el hombre que amaba con el que quería pasar toda mi vida, no era un tonto capricho adolescente, había algo en el que me hacia sentir mas segura de mi misma. Cuando por fin pudo con todos los botones y comenzaba a besar mi cuello de un forma tierna la puerta se abrió de par en par, ahí se hallaba parada una mujer de cabellos naranjas y ojos tan negros como el azabache, una expresión sádica surcaba su guapo rostro, no entendí el por que de su expresión hasta que vi en su mano una daga de plata muy afilada, yo, asustada me separe de mi profesor, la mujer con paso rápido e experimentado fue hasta la espalda de mi amor imposible y le apuñalo. La sangre comenzaba a salir lentamente por la herida y la mas pura expresión de dolor se vio reflejada en sus ojos oscuros y en su rostro, se empezó a retorcer del dolor y pronuncio unas palabras con sus ultimas fuerzas.- te amo, desde el primer momento en que te vi. Cuando concluyo aquella frase vi como sus ojos se vaciaban de sentimiento alguno y se volvían distantes y vidriosos, las lagrimas empapaban mi rostro, hasta ese momento no me percate de la presencia de la misteriosa mujer que arruino mis sueños, el único momento que me sentí amada por alguien, si en ese momento hubiera tenido un poco de sentido común me habría alejado de la asesina, pero fue algo de lo que carecí, seguí allí tendida en el suelo llorándole al cadáver de mi amado, mire a los ojos de aquella mujer que había reemplazado la expresión de sadismo y la había sustituido por una sonrisa torcida. Tenía unas horribles ganas de lanzarme sobre ella y arrancarle esos horribles ojos de la cara para luego hacérselos comer, había arruinado mi primer día feliz. Me abalancé sobre esa cruel mujer pero ya era muy tarde, sentía un dolor palpitante en mi pecho, baje la mirada y tenia clavada la daga con la que lo habían apuñalado a el, el dolor se hacia alarmante e insoportable, la sangre salía a borbotones y manchaba la camisa beige del uniforme, mi vista se nublaba y caí al suelo, me dolía mucho, cerré los ojos fuertemente esperando a que aquel dolor cesara, implorándole a dios por mi vida. La risa sádica de mi asesina se escuchaba estridentemente por toda la habitación, ese horroroso dolor había cesado, ya mi martirio se había acabado, mire hacia abajo y divise mi cuerpo manchado de sangre junto con el de el. Me sentía en paz, una paz aterradora, sentía como si mas nunca algo podría perturbarme en mi vida, o mejor dicho, en mi muerte. Se hizo una luz en el techo y aparecía mi profesor con una sonrisa calmada en el rostro, vestía una túnica blanca sin manchas de sangre y miraba hacia abajo a el cuerpo que hace pocos segundos le partencia, el me extendió una mano y yo la tome, pase por aquella tranquilizadora luz y los dos caminamos juntos hasta la eternidad. Ese definitivamente había sido mi último San Valentín.


 

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Mi último San Valentín.Estaba sentada en mi frío pupitre de madera, era una tarde lluviosa, especificando, la tarde del 14 de febrero, esperaba entristecida

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2024-09-28

 

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