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MOMENTOS ANTES DE MORIR.
Llantos, gritos, desesperación, dolor, sufrimiento y muerte.
Es lo único que pueden ver dos ancianos, dos dulces ancianos, que al llevar ya casi 50 años de casados habían decidido acelerar el momento que a cualquier ser humano le toca ver, acelerar el momento en el que sus corazones dejarían de latir, acelerar el momento en el que se encontrarían con el que todo lo sabe y todo lo contempla, con el que definiría su estancia en el otro mundo, si abajo en el inframundo o arriba en el país de los Ángeles.
El barco, ese gran barco que por primera y última vez zarpaba. Ese gran barco que causo unas grandes miradas de asombro en mucha gente importante, si, el Titanic se hundía, se hundía partido por la mitad y nada ni nadie podía hacer nada.
Los dos ancianos ya sabían eso, sabían que ellos no tenían salvación, además que no era bueno que gastaran lugares en los botes si de antemano solo vivirían uno o dos años más. Morirían, eso lo tenían muy presente, pero morirían juntos, como ellos habían deseado, juntos, dándose besos furtivos que llenarían por última vez sus labios, diciéndose palabras de amor al oído y dando rezos para que sus hijos, que se encontraban en tierra tuvieran una vida larga y productiva.
- Tengo frío, Ron.- dijo la ancianita. Cuyo poco cabello blanco seguía tan enmarañado como el día en el que se había conocido con su amor y justo con el que ahora pasaba sus últimos minutos de vida.
- Acurrúcate en mi, Hermione.- le respondió el ancianito que ahora la tomaba por atrás y la abrazaba contra el, dándole besos en sus tibias mejillas, el cabello de Ron, antes de un color rojo fuego, ahora era completamente blanco, como el de su amada, que ahora protegía y con la que cruzaría la barrera del paraíso. Ahora la tensión era demasiada, Ron decidió romper el silencio.- ¿recuerdas cuando nos conocimos?.- preguntó el ancianito con la voz más dulce que pudo, poniendo su cabeza en el arco que había entre el hombro y la cabeza de Hermione, Hermione sintió el aliento de este en su oído, aún después de cincuenta años, ese dulce gesto la seguía haciendo temblar.
- Lo recuerdo perfectamente, Ronnie. Como olvidar como me llamabas dientes de conejo o como te burlabas de mi por no tener amigos.- Ron se sonrojó notablemente, Hermione notó el calor que sus mejillas irradiaban.- pero también recuerdo, cuando nos hicimos amigos, tu me defendiste de un grupo de chicos de grados mayores, recuerdo que saliste con un ojo morado y el labio partido, pero desde ese momento tu hiciste que un sentimiento despertara en mí, me hiciste sentirme protegida, pero insegura, me empezabas a gustar, desde ese momento comprendí que tu debías de estar conmigo en cada momento, que tu eras esa persona que amaría por siempre, ahora lo rectifico.- los brazos del ancianito la apretaron con más fuerza contra sí.
- Te amo, Hermione.- le respondió Ron junto con un beso en los labios.
- Yo también te amo, Ron.- y lo besó con más fuerza.
Ahora que los dos se ponían a pensar, habían tenido una vida muy buena, se casaron cuando sintieron la necesidad de estar con el otro en cada minuto del día, reservar los besos de su amado solo para ellos, unirse para siempre hasta que la muerte los separara, pero en este caso no sería así, morirían y se volverían a juntar, como decía Hermione en ese momento, para aliviar un poco el miedo: Morir no es apagar la luz, es apagar la lámpara por que el sol ha salido Se unieron en un máximo contacto físico producido por el amor, y ese contacto que se toma como la mayor muestra de amor dio un fruto, a su hija Anabel, que ahora estaba en tierra firme, continuando con su vida, creando su propia familia, tuvieron otras dos luces que iluminaron su camino he hicieron que cada día se despertaran con una sonrisa en la cara, Samuel y Samanta, quienes ahora también estaban cuidando sus propias luces que alumbrarían sus caminos.
- Hermione, ¿te ha gustado la vida conmigo?.- preguntó tímidamente Ron.
- Esa no es un pregunta, Ronald Weasley, si la respuesta fuera no, yo no estaría aquí ni mi nombre sería Hermione Weasley, ¿Qué no todos los días te demostré lo mucho que te amaba?- Hermione frunció un poco en entrecejo.- si, Ron, me ha encantado la vida contigo, me ha encantado empezarla, haber visto tantas cosas a tu lado, sentir tu piel rozar con la mía más de una vez, tener tu mano cada vez que tenía miedo o tus labios cuando sentía que debía de demostrarte mi amor.- hubo una leve pausa.- ante esto, Ron, no notaste que ni un solo día de mi vida deje de darte un beso?.- El dulce anciano Ron le dio la vuelta lentamente y se vieron frente a frente, se besaron tan apasionadamente como la primera vez y estaban seguros que en el día de su muerte no sería la última.- y así como me encantó empezar mi vida contigo, me encantará terminarla a tu lado.- y se fundieron en otro beso.
Mientras tanto en otro cuarto, a unas dos puertas, otra pareja de esposos, que también celebraban casi cincuenta años de casados, estaban probando la dicha de haber sido abuelos y se encontraban en la amargura de saber que tendrían que ver a sus nietos irse, junto con ellos.
- Y así, con un maravilloso beso del príncipe azul, la princesa despertó y pudo vivir feliz para siempre con su verdadero amor.- se oyó el ruido de un libro al cerrarse, la abuela Ginny había terminado de leer un cuento, su largo cabello blanco se encontraba agarrado en una larga trenza, sus pecas se encontraban de la misma forma y manera en la que su esposo Harry la había conocido, el color castaño de sus ojos seguía presente con la misma chispa de felicidad que hace cincuenta años había demostrado al unir su vida para siempre con su esposo, el día de su boda.
Mientras en el arco de la puerta a la entrada del cuarto, la sombra de un hombre de edad avanzada la miraba de forma cariñosa, su cabello completamente blanco salía de por aquí y por allá, tan revuelto como el día en el que sus amigos lo conocieron, sus redondas gafas todavía reflejaban esos ojos verdes de los cuales Ginny se había enamorado.
- Es encantador esto que haces.- le dijo Harry a Ginny al momento de que se hubo acercado a ella.- dejarlos dormidos con su historia favorita.- le tendió una mano a la persona con la cual estaba casado y le ayudo a levantarse del banco donde momento antes se había encontrado leyendo con un libro de historias infantiles.
- Es triste.- suspiro de forma alargada.- será el último regalo que su abuela les podrá dar.- se acercó a Harry.- Harry, quiero que me abraces, que me abraces de esa forma tan especial que solo tu sabes hacer.-
- claro, cielo.- se acercó a Ginny y la abrazó de una forma muy especial, procurando dejar en claro todos los sentimientos que en ese momento tenían, preocupación, tristeza, felicidad y amor. Ella recorría todos y cada uno de los lugares del cuello de su amante, su esposo, su amigo y su guía, y él explorando nuevamente la espalda de esta, avivando la llama que desde hace muchos años se había encendido.
Se oyó un fuerte ruido, parecía que el barco al fin había logrado partirse en dos, los gritos se hicieron más fuertes, Harry se acercó a la puerta del cuarto y cerró la puerta despacio.
- para que no los despierten.- susurró mientras se sentaba a un lado de Ginny, ella se acurruco junto a el, momentos después se acurrucaron junto a sus nietos.
- Te amo Harry.- susurro Ginny intentando contener las lagrimas, pero fue imposible, algunas ya lograban salir por sus ojos.
- Ginny, no llores, no sabes como me duele verte llorar.- susurró el abuelo Harry, mientras le limpiaba a su esposa las lágrimas que recorrían sus mejillas.- sabes que esto es inevitable, que a todos nos llegará el momento de tener que dejar este mundo.
- Yo no digo que me entristezca morir yo, si no ellos, imagina cuantas cosas no verán, nunca encontraron el amor, está bien que a todos nos llegue la hora, pero no siendo tan joven.- y las lágrimas de nuevo siguieron el recorrido, Ginny abrazó fuertemente a sus nietos, procurando no despertarlos.
- se perfectamente bien que es injusto, pero creo que se sentirán mejor al lugar donde vallamos que en este mundo, tendrán un mejor lugar donde vivir, un lugar donde no exista la muerte, la avaricia, la vanidad, la ira, un lugar donde los hombres no maten, un lugar donde los niños no sufren, se encontraran con un lugar mejor, y nosotros estaremos para cuidarlos mientras sus padres llegan al mismo lugar que nosotros, y ahora, no llores, permanece serena.
Un sonido de chapoteo les hizo saber a todos los que seguían dentro del barco que el agua se metía por todos lados, el cuarto donde Ginny, Harry y sus nietos descansaban se convertía en un lugar muy húmedo, mientras el agua entraba con fuerza por debajo de la puerta, mientras el nivel del agua aumentaba, Ginny tapó las orejas de sus nietos, para que no oyeran el fuerte sonido a cascada que el agua helada del norte del país producía, los muebles de madera empezaban a flotar, las mantas empezaban a sentirse húmedas y su piel de gallina con el leve contacto con el agua helada, Harry y Ginny se tomaron de la mano y se miraron fuertemente a lo ojos, las mantas se convertían en lugares tan pesados y se hacía difícil respirar, sus nietos dieron un leve respiro, vieron como se despertaban, pero casi inmediatamente se quedaban inconscientes, al siguiente minuto morían ahogados, con sus caritas tan apacibles y sus sonrisas tan grandes que pareciera que solamente estaban soñando bajo el mar, pero que seguían vivos, Harry y Ginny sacaron la cabeza del agua, se miraron durante algunos segundos y
- Adiós, Harry, te veré al cruzar la puerta.- Ginny le sonrió cariñosamente a su esposo.
- Adiós, Ginny, nos veremos al cruzar el puente.- se sonrieron durante algunos minutos, cerraron los ojos y se adentraron en el agua fría, sintieron sus pulmones llenarse de agua, pasaron algunos minutos en los cuales sintieron la necesidad de respirar, pero sus pulmones no les respondieron, dejaron de respirar y quedaron inconscientes, pasaron algunos minutos y sus signos vitales dejaron de responder, habían muerto.
- Ron, el agua está entrando en la habitación, supongo que este es el momento del adiós.- Hermione se acurruco más sobre el cuerpo de su esposo. Todavía sintiendo la respiración de este en su oreja.
- No, Hermione, el del adiós no, simplemente el de un hasta luego.- Ron atrajo más el cuerpo de Hermione hacía si, mientras le besaba el cuello.
El sonido del agua se hizo más fuerte, signo de que una enorme ola se acercaba a su habitación, miraron durante algunos minutos la puerta. Una enorme ola se adentró en la habitación, llenándola toda de agua, en tan solo un segundo.
Hermione y Ron cerraron fuertemente los ojos, siendo lo último que sus miradas captaron: gente corriendo, niños llorando, la potente ola que se acercaba peligrosa y mortalmente a ellos. Pero cuando los abrieron, descubrieron que la habitación, la ola, y la gente sufriendo habían desaparecido. Ahora su lugar lo ocupaban un hermoso bosque, un lago cristalino y una luz celestial. El aire que recorría el bosque y que alimentaba el lago era muy puro.
Ron y Hermione se tomaron de las manos y caminaron lentamente, todo lo que su edad les permitía, divisaron a lo lejos a unas personas que jugaban muy entretenidos con unos niños. El chico tenía el cabello de un negro azabache, los ojos verdes y una piel clara, la chica el cabello rojo fuego el cual Ron reconoció de inmediato y los ojos de un hermosos castaño. Los niños estaban jugando con la rama de un árbol. Ron jaló de una forma desesperada a Hermione.
- Vamos, Hermione, ella es Ginny, vamos corre.- La apresuraba el pelirrojo.
- Pero, Ron tenemos 75 años, no podemos ni correr.- de pronto Hermione sintió que la vitalidad que tenía a los veinticinco de nuevo la acompañaba, era como un milagro. Llegaron más rápido de lo que los dos hubieran esperado.
- Hermione, Ron, tanto tiempo sin verlos.- saludó Ginny mientras levantaba a uno de sus nietos. - se ven muy jóvenes.
- Si se ven geniales.- sonrió Harry.
Ron estaba tan emocionado por volver a ver a su hermana que no le hizo mucho caso a lo que los dos habían dicho, solamente se acercó a Ginny y la abrazó fuertemente, luego a Harry, su mejor amigo durante toda la universidad ¿quién diría que el terminaría con su hermanita? Las palabras de Hermione sacaron a Ron de sus pensamientos.
- ¿Cómo que jóvenes, Ginny? ¡Tenemos setenta y cinco años!- Exclamó Hermione, un poco alto.
- No se han visto en ningún lado ¿verdad?- Les preguntó Ginny, mientras agitaba su esplendorosa y sedosa cabellera roja, Harry la abrazó fuertemente.
Hermione jaló a Ron hacía el lago, era tan cristalino que era mucho mejor que un espejo, se observaron en el reflejo del agua, no podían dar crédito a lo que veían, tenían exactamente la misma imagen que hace cincuenta años, su piel liza, sus arrugas completamente desaparecidas, su figura volvía a ser esbelta y atlética, lo único que faltaba era su cabello, seguía estando del mismo color, blanco.
Un rayo de sol extremadamente potente les dio en todo su ser, Hermione volteó a donde estaba su esposo Ron y descubrió que el cabello de este volvía a ser abundante, rojo y sedoso y que volvía a moverse con la misma gracia que la del primer día en la escuela. Llevó sus manos a su cabeza como un reflejo y sintió como volvía a ser abultado, café y extremadamente enredado, con los mismos mechoncitos con los que siempre había contado.
Sus ropas, antes cafés, llenas de manchas, mojadas y muy usadas fueron cambiadas por dos trajes, un vestido teñido al cuerpo de Hermione y unos pantalones y una camisa para Ron, ningunos de los dos tenía zapatos, todo su conjunto era de color blanco, como un detalle final, a Hermione le habían dado una pañoleta para su cabello, esto la hacía ver mucho más linda, cosa que Ron detecto de inmediato. Miraron a Ginny y a Harry que les sonreían desde la sombra de un frondoso roble, con los mismos trajes blancos, a Harry le habían regalado unos lentes de media luna que lo hacía ver mucho mejor y a Ginny un hermoso listón de seda blanco para que su larga trenza quedara bien ajustada.
Justo cuando se estaban acercando a Harry y a Ginny, una cegadora luz salió del bosque, parecía un túnel, donde muchas almas se vislumbraban, entre todas ellas se pudieron ver a los padres de Hermione, los de Harry y los de Ron y Ginny.
- Vamos, chicos, ya nos están llamando.- aclaró Harry, pero para sorpresa de todos, al decir esto a Harry le salieron alas, dos hermosas alas, tan blancas como la nieve, y tan brillantes como el pelaje de un unicornio, Harry se sorprendió por este hecho, pero luego sonrió, al ver a sus compañeros, a todos también les habían salido un par de Hermosas alas y a los niños una hermosa aureola brillando como nada al contacto con los rayos del sol, Harry les estaba haciendo una seña para que se acercaran al túnel, era momento de que lo cruzaran, era el momento de pasar una eternidad juntos, viendo llegar a nuevas generaciones de personas. Construyendo su propio camino.
Así, la sombra de tres personas se perdió en el iluminado bosque, mientras caminaban entre pláticas y risas a un lugar mejor, mientras los cuatro amigos se abrazaban por los hombros, sonriendo como nunca.
Atravesaron la luz y en ese momento desapareció, para dejar de nuevo al bosque en una calma total.
Ahora todos los días amanecería con un sol hermoso y brillante
Autora: Jessica Weasley.
Bueno, hice este Fic pensando en la película de Titanic, si se fijan hay dos escenas muy conmovedoras, una en la que dos ancianitos se abrazan mientras el agua entra en su habitación y otra en la que una señora duerme a sus hijos con una historia. Pues en esas escenas me inspire para hacer el Fic, espero que les haya gustado y si es así, mándenme un review y si no, pues también. Les doy las gracias por su comentario a bloody_simpaticona, Snape's Mistic Angel, Marta Weasley y a hermione
Momentos antes de morir - Fanfics de Harry Potter
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2023-02-27
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