Nacimiento e Infancia del Trío de Plata. - Potterfics, tu versión de la historia

 

 

 

Noche de Luna llena. Estrellas decoraban el cielo. Eran casi las diez de la noche. La familia comía en el gran comedor de su mansión. Todo era perfecto. Draco y Astoria Malfoy estaban terminando de dar su último bocado, cuando la mujer sintió un dolor terrible en el vientre. Él, que nunca fue nada bueno con esos temas, se puso paranoico y ordenó a su elfo domestico que vaya a traer un medimago. Con ayuda de su madre, él llevó a su mujer hasta el primer sofá que encontraron.
Narcissa Malfoy le decía como tenía que respirar ("inhalar y exhalar", repetía), pues ella era la única que ayuda, porque Lucius, al ver como rompió bolsa, cayó desmayado en el piso; por otro lado, Draco seguía estando paranoico. Astoria seguía a pie de mano los consejos de su suegra, a pesar de que cada vez que hablaban, terminaban peleando, ya que las dos tenían muy diferente formas de ver la vida, pero ahora el caso lo a meritaba, pues su querido esposo no estaba haciendo nada útil. Oh, le esperaría una gran bronca cuando nazca el niño.
El medimago apareció, miró unos segundos a los señores Malfoy y chasqueó la lengua. Casi siempre pasaba eso. Caminó con paso decidido hasta donde se encontraban las señoras Malfoy, se puso de cuclillas y tomó la presión de Astoria, a la vez que Narcissa ordenaba a su hijo que avise, por medio de un patronus, a la familia de su nuera que ya daría a luz. Él, todavía un poco paranoico, aceptó, aunque mientras lo hacía, temblaba y balbuceaba cosas. Luego ordenó al elfo domestico que haga lo que sea para que su marido reaccione.
Una vez que el medimago controló todo, hizo aparecer una camilla, con la ayuda de Draco, que ya se había calmado, llevó su mujer hasta allá, que ya no aguantaba más el dolor. Con Narcissa incluida, aparecieron en San Mungo, dejando al señor Malfoy al cuidado de los elfos domésticos. Algunas brujas enfermeras se unieron al medimago y se llevaron a Astoria a una habitación para partos, donde sólo fue su marido, luego de ponerse el conjunto necesario para entrar correctamente; Narcissa esperaba a la familia Greengrass.
La señora Malfoy se encontraban ya con una bata que el Hospital San Mungo le entregó, agarrando la mano fuertemente de su esposo, que en ese momento ya estaba muy blanca por la presión que ella le ponía en el agarre. Trataba de darle palabras de consuelo, pero se veía desde kilómetros que la persona que las necesitaba más era él. También se veía que, como su padre, estaba apunto de desmayarse. Pero se prometió así mismo que no lo haría, él era un Malfoy y los Malfoy no hacen esas clases de co... ¡Por Merlín, que ya termine esto!
En ese momento le vino una contracción y apretó más fuerte, si es que podía, la mano de Draco. Para el alivio de él, Daphne Greengrass apareció en la habitación y con paso apresurado se puso al otro lado de su hermana, dándole la mano. Ella le indicó como tenía que hacer y Astoria hizo exactamente lo que le dijo, acostándose de nuevo, más calmada. Un medimago llegó hasta la habitación, se fijo bien en su paciente e indicó que ya era hora de tener al niño.
Draco Malfoy era medimago desde hace más de tres años y había traído muchos niños al mundo, pero ahora, que era su turno de ser padre, todas las palabras que le había dicho a otras mujeres para que tranquilicen, se habían borrado de la mente. Y el medimago pareció darse cuenta de eso también, pues él juraría que había escuchado de su boca salir: "Y mirar que Malfoy era el más tranquilo en estas cosas".
Él empezó a hacer la cuenta regresiva para que Astoria pujara, mientras que las enfermeras preparaban todo para la llegada del bebé. La señora Malfoy empujaba y empujaba todo lo que podía, pero había momento en los cuales ni ella misma contenía algo de aliento. Sonrió cansada cuando escuchó que el medimago dijo que veía la cabeza, pero segundos después, frunció el ceño, pues había escuchado un golpe sordo en la habitación. Y hasta que no escuchó a su hermana decir lo que pasaba, no se había dado cuenta de que Draco se había desmayado. ¡Maldito Malfoy!, pensó en voz alta, continuando pujando.
Por eso, una de las enfermadas agarró la mano de ella y le dedico palabras aliviadoras como lo hacía la hermana de la paciente. El medimago anunció que ya tenía la cabeza, sólo había que empujar más para que salga el bebé. Astoria respiraba con dificultad, apretaba los dientes y apenas tenía fuerza para empujar, ya que sentía un gran dolor en su cuerpo.
Ella empujó por última vez y cayó rendida en la cama. En la habitación los únicos ruidos provenientes eran la respiración entrecortada de ella y el llanto de bebé, que era nada más ni nada menos que un niño. Mientras que las enfermeras se encargaban de atender al recién nacido, el medimago puso un liquido en una tela y la acercó a la nariz de Draco, haciendo que se levantara de golpe. Vio para todos los lados hasta que miró a su mujer, que asintió sonriendo y miró con extrema emoción y ternura como le acercaba un bulto celeste.
Daphne, entendiendo que era un momento familiar, deseó felicidades a la familia y se marchó de la habitación, luego de darle un suave beso en la cabecita del niño. Draco se acercó a su mujer y a su nuevo hijo, miró con una infinidad de amor al pequeño y unas pequeñas lagrimas salieron de sus ojos grises, del mismo color que tenía su hijo.
El 14 de Noviembre de 2005 nació Scorpius Hyperion Malfoy Greengrass.
El chico fue criado en Gran Bretaña, en la Mansión Malfoy. Desde niño su padre y madre lo criaron con valores diferentes a la supremacía de sangre, cosa que no agradó mucho a sus abuelos. El niño era una replica maestra de su padre, desde los pies a los talones, sólo que tenía el mismo carácter que su madre. Scorpius tenía el mismo cabello rubio platinado como la mayoría de los Malfoy, ojos grises y tez nuez, ademas de tener la misma nariz respingada que su padre. Y como Draco, hizo magia accidental a los pocos meses de vida, cuando, enojado porque se tardaban mucho con su leche, hizo volar todo lo que había en su habitación. En vez de enojarse, sus padres se alegraron por aquello.
Con cuatro años, Scorpius asistió a la Copa Mundial de Quidditch, donde quedó fascinado con las Veelas, pidiendo conocer una personalmente. Para la desgracia de ambos, como de muchos más, Inglaterra no ganó la Copa, sino Moldavia. Pero, al fin y al cabo, Scorpius la pasó de maravilla.
El día de su séptimo cumpleaños, Scorpius recibió, de parte de su abuelo paterno, una Saeta de Fuego. Su progenitor le enseñó a usarla el día siguiente, pues, como todo Malfoy, tuvo una gran pila de regalos que abrir, la mayoría de parte de su querida tía y madrina Daphne. Como Draco, su hijo montó mal la escoba como él lo hizo hasta su primer año en Hogwarts, hasta que madame Hooch le dijo como tenía que hacerlo. No tardó más de dos días en enseñarle como volar bien en una escoba.
Dos años más tarde, pidió a su padre que lo lleve al mundo muggle, pues quería conocer un poco de el. Claramente, recordando algunas cosas de su infancia, Draco se negó rotundamente, pero igual que él, Scorpius no se iba a rendir fácilmente. Al final, ambos pasaron todo el día en un parque muggle, donde él se hizo algunos amigos muggles, algo que no agradó mucho a su padre.
Scorpius no era frío o arrogante como antes era su padre, sino que era amable con las personas, nunca ingenuo, tenía el mismo orgullo que sus padres, pero sabía cuando era el momento de disculparse, aunque a veces se demoraba mucho. Era muy amigable, pero el problema era que al ser un Malfoy, no tenía amigos, pues todos sabían que aquella familia eran los más leales seguidores de Voldemort. Aun así, él se prometió que buscaría amigos que lo quieran por como es y por cual familia venga, a pesar de que a veces se sentía triste cuando la sociedad lo rechazaba.
Fue educado por su madre, porque, por nada en el mundo, Draco mandaría a su hijo a un colegio muggle. Desde niño fue desinteresado por los libros y el estudio, algo en lo que se parecía a su padre, pero con el tiempo fue cambiando, aunque eso no llega que se convirtieran en un mago superdotado. En otras palabras, sabía lo suficiente como para asistir a Hogwarts, y con eso le bastaba; no tenía ganas de estudiar más. Pero si mostró real interés en el libro Quidditch a través de los tiempos. No veía la hora de estar en su segundo año en Hogwarts para presentarse en las pruebas como cazador.
Cuando su padre se iba al Hospital San Mungo, Scorpius y Astoria recorrían las calles muggles, a petición de él; eso no le decían a Draco, ya que sabían lo molesto que se ponía a oír algo que tenga que ver con los muggles. Astoria no pudo cambiar mucho en él, pero si lo suficiente como para educar bien a su hijo.
Scorpius Malfoy se crió de la mejor manera, tal y como no pudieron educar a sus padres. Llenó de alegría la Mansión Malfoy, la cual la había pedido desde siglos atrás. Había que añadir que tanto Narcissa como Lucius a veces olvidaban como eran y se divertían con las ocurrencias de su nieto, hasta aceptando que no sea como ellos. Él vivió los mejores años de su vida en aquella casa, y desde niño, esperaba impaciente la llegada de su carta con la aceptación de Hogwarts.Miraba maravillada la nieve. Desde niña le gustaba, como ahora de adulta. Acarició su vientre con una de sus manos, mientra que con la otra se llevó la taza con café hasta sus labios. Su esposo tocaba el piano, pues él sabía muy bien que a su mujer le encantaba la melodia de ese instrumento, por eso había aprendido a tocarlo desde el momento que ella le aviso que estaba embarazada.
Siguió tocando, pero se detuvo al oír la taza chocar contra el piso. Hermione Weasley le pidió a gritos que la lleve al hospital muggles, en ese instante. Ya iba a dar a luz. Era una suerte que los señores Granger se encontraran ahí, ya que Ronald no tenía ni la menor idea de dónde quedaba el hospital, por muchas veces que haya ido a ver los avances del embarazo, no se acordaba de cómo llegar hasta allá. Ademas, cuando iban, él no hablaba, porque no entendía algunas cosas que salían de los lontodes.
Entre él y el señor Granger llevaron a Hermione afuera de la cabeza, la señora Granger iba en cabecera, ya que ella tenía que prender el auto para no demorar mucho. Una vez en movimiento, Ron agarró la mano de su mujer y le decía palabras que hacían que ella se tranquilice lo más que pueda, su suegro estaba con el celular de su hija, llamando a Harry para que avise la noticia de que ya llega un nuevo integrante en la familia. Bajaron rápidamente del auto una vez que llegaron y empezaron a gritar que los ayuden. Unos segundos después, algunos doctores y enfermeros vinieron con una camilla, donde pusieron a la embarazada.
Ron fue guiado a un cuarto donde cambió rápidamente y después fue a la habitación 258, donde Hermione ya estaba acostada, gimiendo de dolor de vez en cuando. Sonrió débilmente cuando le apretó la mano. El doctor explicó cosas a Ron que no él entendía, pero, en vez de interpretar la mirara de él como confusión, el doctor pensó que estaba nervioso por la llegada de su bebé. Aunque, para la suerte de ambos, la señora Granger entró en la habitación y conversó con el doctor, cuando él se fue, prosiguió a contarles a los lo que ocurría. En unos minutos nacería su bebé. Y también que la familia Weasley y los Potter se encontraban en la sala de espera.
¿Por qué no fuimos al San Mungo?, se preguntaba Ron, viendo con horror las cosas que trajeron las enfermeras, que no era nada para asustarse, al menos, a un muggle. Aun así, no paraba de dar suaves caricias en la mano de su mujer, que en ese momento pasaba una contracción, apretando mucho más fuerte la mano de su esposo, y, con todo el dolor que tenía en la muñeca, no paró de decirle palabras aliviadoras a Hermione, la cual se veía desde kilómetros que daría todo lo que fuera para sacar al bebé y estar con menos dolor.
El doctor que la atendía se puso unos guantes celeste y caminó hasta su paciente. Asintió a dirección de Ron y la señora Granger; el bebé estaría a punto de nacer. Animó a la señora Weasley a empujar, y, aunque ella este muy débil, lo hizo, pero apretaba más fuerte la mano de su pareja, el cual hacía todo el esfuerzo para no desmayarse, pues sabía lo que le esperaba si hacía eso. Hermione empujó una vez y cayó a la cama, sabiendo que todavía faltaba más esfuerzo de su parte para que nazca la personita que llevaba adentro durante nueve meses.
Volvió a la acción y Hermione pujó. Ahora sabía lo que pasó su madre para tenerla a ella. Oh, este bebé sería el último, no volvería a soportar tanto dolor; pero, después de todo, ese dolor tiene una buena recompensa al final. Quizá sólo uno más, para variar. Ah, pero el dolor es..... Sólo un poco más. Un poco más.
Hermione admiraba como su marido todavía todavía no se desmayaba. Ella había presenciado el parto de su ahijado y Harry se desmayó, apenas vio parte del cuerpo de su hijo. Rogaba a Merlín que a Ron no le pase lo mismo. Pero ella también debía de ejercer menos presión en su mano, ¿no? Ya estaba más pálida de lo normal.
El doctor siguió insistiendo que empuje más, pero ella estaba más que rendida, sólo cuando escucho a Ron y a su madre consiguió seguir empujando. Él avisó que tenía la cabeza; Hermione sintió como su marido se tensaba. Si te desmayas, Weasley... Ay, pobre de ti. Pobre de ti, pensaba. Aulló de dolor y pujó una vez más. Sonrió cuando el doctor dijo que era una niña.
Ron suspiró aliviado y depositó un suave beso en los labios de su mujer, a la ves que los enfermeros se encargaban de la beba. Habían decidido no saber el sexo de su bebé, pues querían que sea una sorpresa. Y ahora la tenían ahí, envuelta en unas sabanas rosadas, recién limpiada.
La beba abrió los ojos, luego de que se haya calmado, y descubrieron, para su placer, que aquella linda niña tenía los mismos ojos que su padre. Sonrió, mientras le hacia algunas cosquillas abajo del cuello. La señora Granger sonrió con ternura al ver la escena que se desarrollaba en frente de sus ojos: su yerno estaba algo agachado, para estar a la misma altura que la cabecita de su hija, mirándola con amor, de la misma forma que Hermione los miraba a ambos.
El 31 de Marzo de 2006 nació Rosebud Jean Weasley Granger.
La pequeña se crió en la ciudad de Londres, en la casa que su padre construyó con ayuda de su suegro para su familia. Sus padres la educaron como educaron a toda la familia Weasley, enseñándole que era mucho mejor ser un "traidor de sangre" que andar siguiendo la supremacía de la sangre. Si no fuera porque su madre la mantuvo durante nueve meses en su vientre, no se diría que es su hija, pues Rose era como la gemela de su padre cuando él tenía su edad: cabello rojo como el fuego, los ojos azules que se comparaban perfectamente con zafiros, la piel tan blanca como la nieve que estaba cubierta de pecas.
Era una niña muy bien educada, hasta, cuando nació su hermano menor, Hugo, se portaba como una buena nena, a pesar de que tenga dos años. Nunca trajo problemas a su familia, para su corta edad, parecía ser muy madura. Ron podía ver un parecido a su hija con su mujer cuando la primera fruncía el ceño al ver algo que no le gustaba.
A sus cinco años desarrolló su pasión por los libros como su madre, que estaba muy orgullosa de aquello. Rose sólo pedía para sus cumpleaños libros y libros, y amaba cuando sus padres o tíos le prestaban los libros de Hogwarts para leer. Como su madre, el libro Historia de Hogwarts, desde que Teddy se lo prestó, se convirtió en su favorito. Y ni hablar de sus notas, ella, como su hermano y los hijos de Harry y Ginny, asistieron al colegio que su madre antes iba, convirtiéndose en la mejor alumna.
El día de su sexto cumpleaños, su padre, ademas de regalarle un libro, le regalo una escoba, donde también se llegó a conocer cuando le gustaba el Quidditch a Rose. Le costó a prender, pero aun así, una vez que lo logró, fue la mejor guardiana que hayan visto. Ron no podía estar más que orgulloso de ella. Pero había que agregar que si la obligaban a elegir entre el Quidditch o los libros, te hace una lista completa los libros que quiere para su cumpleaños.
Cuando Ron y Hermione anunciaron que iban a hacer padres, tal y como predijo George ese día, Rose tiene el doble de orgullo que tenían sus padres, siendo muy difícil ganarle en alguna discusión. Y como sus padres, es muy terca. Era algo tímida, al menos hasta que entra en confianza. También era muy sociable, tenía tanto amigos del mundo mágico como amigos del mundo muggle.
Al cumplir los nueve años, fue la primera vez que hizo magia accidental delante de muggles. Ese día estaba en su colegio, charlando con su primo Albus cuando un niño se burló de su padre, argumentando que más anormal no podía ser. Pero claro, era un mago, ¿no?, Ron todavía no se había acostumbrado a la vida muggle. Rose apretó los puños y al siguiente segundo, mesa, sillas y algunos niños estaban flotando en el aire, a la vez que tizas y borradores perseguían a los que se quedaron en el suelo. El Ministerio completo tuvo que venir a borrar la mente de todos lo que estaban allá
Quizá físicamente salió a su padre, pero era como su madre psicológicamente. Cuando veía que alguno de sus primos, amigos o hermano no hacía las cosas bien, les decía como había que hacerlo, aunque eso les irritara. Más de una vez, insistió su familia a que estudie más, sobretodo a los que iban a Hogwarts, por eso les regalaba un calendario para estudiar para Navidad.
Como su madre seguía teniendo amistad con Viktor Krum, que su padre tuvo que aceptar, Rose consiguió que él le presentara el equipo completo de los Chudley Cannons, su equipo favorito de Quidditch. En su habitación se podía apreciar la remera del equipo, firmado por todos ellos, en una vitrina.
Rose Weasley, a pesar de todo, siempre fue muy unida con sus familiares y amigos, hasta dando su vida por ellos. Una chica tan inteligente como orgullosa. Sus padres no pueden estar más que orgullosos de ella como de su hermano menor, pues los dos salieron idénticos a sus padres. Y, aunque a veces tenga el carácter como los mil demonios, cuando se le pasa, es una de las mejores personas que pueda existir. Para ella, ahora lo único que le importaba era ya cumplir los once años, para que llegue su carta de Hogwarts.Él miraba como su esposa dormía tranquilamente. Ya era una costumbre de que se levante temprano y la observe. Sonrió encantado cuando frunció el ceño en medio de su sueño, luego salió de su habitación, para ir a la de su hijo primogénito. El pequeño Potter ya estaba despierto, mirando encantado el dibujo del Mapa del Merodeador que había pintado en la pared. Harry Potter intuía que aquel niño sería idéntico a su padre, tanto físicamente como psicológicamente.
James lo miró por algunos segundos, pero posteriormente su mirara se dirigió al bolsillo del pantalón de su padre, donde habitaba la varita de él. ¡Que daría para usar una! Para ser un a niño de dos años, era muy profesional cuando de problemas se trataba, y lo había desmostado infinidades de veces, sobretodo, cuando lograba quitarle la varita a alguno de sus padres.
A la habitación entró otro nene de ocho años, que saludó a su querido padrino y luego fue junto a James, para jugar un momento con él. Harry miraba con una tierna sonrisa a los dos niños, Teddy estaba quedándose unos días en la casa de los Potter, pues quería estar presente para cuando nazca el nuevo integrante de la familia; era una gran ayuda, él se ocupaba muy bien de James, parecía que hacía más caso al metamorfomago que a su propio padre, ya que el niño se entretenía mucho viendo cambiar de color el cabello de Teddy. Harry se disponía a salir, cuando escuchó un gritó de dolor en su habitación, pidió al pequeño que se haga cargo de su hijo mientras él iba a fijarse que le pasaba a su esposa.
Minutos después, que a Ginny Potter le parecieron una eternidad, estaban en San Mungo. Habían dejado a los dos chicos al cuidado de los señores Weasley, que luego irían a ver que tal con el recién nacido. A ella la estaban llevando a una habitación, a la vez que gritaba maldiciones a cualquier ser vivo o muerto, sobretodo a su esposo, echándole la "culpa" por haberla dejado con ese dolor.
Ella parecía que se iba a desmayar por el terrible dolor que sentía en su vientre. El medimago no tardó en aparecer, siendo recibido por los insultos de su paciente, que decía que se demoró mucho, a pesar de que había llegado medio minuto después que ellos. Él suspiró, había traído al mundo a James Potter II y había recibido los mismos insultos de parte de la madre.
Revisó a Ginny, antes de ordenar a las enfermeras que trajeran lo necesario para que el bebé nazca bien. La señora Potter sentía a cada rato las contracciones que de a poco a poco iban matando su cuerpo, y él que su marido le diga que tenga paciencia, no ayudaba para nada. Oh, Hermione, ¿dónde estas? Pero ella no podía ir, no había pasado ni un mes desde que su hija nació. Con una mirara llena de furia, calló a Harry, luego pidió a gritos que ya saquen al crío de ella.
Su marido trataba de relajarse, acariciándole el cabello con delicadez y pareció funcionar, pues se acostó mejor en la cama y suspiró cansada. Con James no fue así, dolía menos. Empezó a pujar todo lo fuerte que pudo, como le indicaba el medimago; a veces lo hacía bien, otras caía en la cama cansada. La voz de su amado sonaba muy lejana.
Que daría ella para que los hombres queden embarazados y no las mujeres, así entendían lo que sufrían para traerlos al mundo. Un empujó más. Un dolor más. Harry acariciaba la mano de ella, a la vez que trataba de auto-serenarse; cuando se desmayó en medio del nacimiento de su hijo, al quedarse solos, Ginny le echó en cara todo su enojo por lo que había hecho, y no quería volver a pasarlo. Otra vez no, por favor Merlín.
¿El bebé sería igual a su madre o a su padre?, se preguntaban. James era igual a su padre, pero con los ojos de su madre, pero este bebé, ¿tendría los ojos de Harry y el cabello pelirrojo de Ginny, o al revés? ¿O sería de otra forma? Da igual, podía ser hasta de cabello morado con ojos negros e igual así lo amarían tanto como a James.
Medio cuerpo del bebé ya estaba afuera, sólo un empujón más. Harry sonrió, faltaba poco para que nazca a su hijo. Al siguiente minuto, el llanto del bebé se hizo presente en la habitación, anunciando la llegada del pequeño. Mientras le sacaban la sangre, la pareja se dio un dulce beso, aliviados de que todo había salido bien. En unas cobijas color celeste cielo, le acercaron al pequeño bebé, que seguía, no tanto como antes, llorando.
El bebé tenía unos pocos cabellos, pero se veía que eran de color negro y cuando abrió los ojos, su madre bufó. ¡El bebé tenía el mismo cabello y los mismos ojos que Harry! ¡Era la replica exacta de él cuando era un bebé! ¡No parecía ser hijo de ella! Su marido tan solo rió, mientras miraba los ojos verdes de su niño, tan iguales a los de su abuela.
El 16 de Junio de 2006 nació Albus Severus Potter Weasley.
Él fue criado y educado en el Numero 12 De Grimmauld Place. A pesar de que su madre sintió más dolor con él durante su embarazo, Albus fue más tranquilo que James, el cual siempre lo miraba con mucha curiosidad y al que le echaba la culpa de todo lo que él cometió. El primogénito de los Potter había heredado los ojos de su madre, sin embargo el segundo hijo de ellos no tenía nada de parecido con su madre; como su padre, tenía el cabello azabache indomable, los ojos verdes de su abuela, aunque era más alto que su padre cuando él tenía su edad y no estaba flacucho como él.
Sentía una fascinación incontrolada como su abuelo por los muggles, sólo que él admiraba más su cultura que la tecnología. Aunque le gustaba los libros de magia muggle que no tenía nada que ver con lo que en realidad era, no era muy lector, pues los libros que había leído siempre los dejaba por la mitad. Pero lo que si le gustaba, que su prima Rose le mostró, era la música muggle.
Sus poderes se desarrollaron en primer día que puso un pie en la casa, cuando Kreacher venía con u juguetito para el niño y mágicamente llegó hasta sus pequeñas manitas, sin que nadie se lo acerque. Iba a hacer un mago tan grande como su padre.
Como a James, Teddy lo quiso de la misma manera, aunque con el paso de los años, se podía dar cuenta que tenía como favorita a la última Potter, Lily. Los dos hermanos no compartían pieza por el bien del mundo, pues nunca faltaban las peleas de ambos porque, a pesar de que se querían mucho, las discusiones entraban en sus vidas, peleando de cualquier cosa que haya, y no terminaban hasta que entraba su pequeña hermana a la discusión, diciendo que se callen porque no podía escuchar sus dibujos animados. El elfo domestico de la familia siempre se encontraba de su lado, pues Albus era él que mejor lo trataba en la casa.
Era igual de inteligente como su madre, pero nunca pudo superar a Rose en algo académico. Y como todo Potter, tenía una facilidad inigualable para meterse en problemas, también de poder salirse con la suya, o al menos, en la mayoría de veces. Pero había que admitir que James era el más problemático de todos, había heredado la personalidad de su abuelo paterno.
Su hermano a sus nueve años había robado del despacho de su padre el Mapa del Merodeador, por eso Harry le entregó la Capa de Invisibilidad a Albus, que la uso barbaridades de veces con sólo Rose, pues era en la que más confiaba. También, de su padre, había heredado el idioma de las serpientes, aunque nadie pudo explicar cómo, si había sido borrado de la vida de Harry cuando el Horrocrux dentro de él había sido destruido. Albus al principió se sintió mal, creyendo que eso lo convertiría en una mala persona, pero con las palabras de su padre, el parsel se convirtió en una de las cosas más valiosas que poseía.
No se cansaba de escuchar de su padres las aventuras que vivió junto a sus dos mejores amigos, algo que no le decía a su hijo mayor porque sabía de lo que era capaz de hacer si se enteraba. No le contó de todo, sólo lo suficiente para que este informado, sin embargo, le ocultó cómo asesino a Voldemort y algunos de los problemas relacionados con dicho mago tenebroso. Aunque, tampoco hizo mucha falta que él le cuente, pues en el mundo mágico, por mucho que pasen los años, se seguía hablando de los tres mejores amigos que vencieron al Señor Oscuro.
Albus Potter no era malo, pero cuando se enojaba, era mejor salir huyendo, a no ser que descargue su furia contra ti, tenía un mal genio, algo que heredo de su padre. También, como su progenitor, era muy tímido con las mujeres y no las comprendía en lo absoluto. Y la historia que más le gustaba, era la historia que sus padres le contaron del por qué le pusieron Albus Severus. Tenía una gran emoción porque le entreguen la carta de Hogwarts así ir allá y conocer al profesor Snape en uno de los retratos, así agradecerle lo que hizo por su padre y tíos.

 

Nacimiento e Infancia del Trío de Plata. - Potterfics, tu versión de la historia

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Noche de Luna llena. Estrellas decoraban el cielo. Eran casi las diez de la noche. La familia comía en el gran comedor de su mansión. Todo era perfecto. Drac

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