Nochevieja. - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

-Señoras y señores, yasolo quedan 3 horas para Año Nuevo.....

El presentador anunciabaque solo quedaban 3 horas para terminar este año. La verdad es que no se podíadecir que me hubiese ido demasiado mal ¿no? Buenas notas, amigas,ahorros....Creo que lo único malo, fue tener que evitar, como hacia desde haceya tres años, al amor de mi vida. Supongo que nadie me creerá ,¿amor a primeravista?, pero la verdad es que fue así, desde el primer día, el halo de misterioque le envolvía era fascinante. Pero mis meras fantasías platónicas acabaroncuando una amiga se lo dijo todo, sin querer claro esta.

Eran mis primerasnavidades fuera de casa, con amigos y largos trajes de fiesta ¡a quién no legustaría una navidad así! Pues a mi , como no, siempre rara y opuesta al mundo.Yo era de esas que prefería quedarse en casa por navidad, acurrucada en elsofá, tapada con una manta, y un gran bote de helado de stracciatela al lado.

 

-Chicas y chicos ¡abailar!- el animador del evento intentaba animar más aún el ambiente, eso erauna misión suicida, el ambiente era tal, que podía ser envidiado por la gala delos Oscars. Los chicos se levantaban y cogían a las chicas, algunas seresistieron, otras negaron con la cabeza, aunque al final todas sonrieron y secolocaron en la pista de baile.

-Ana ¿bailasconmigo?-preguntó Martín, un chicobajito que estaba en mi curso.

No me tenía ilusión, ni ganas bailar con él. La verdad es que era muyalta para mi edad, le sacaba media cabeza al resto de mi clase y a él, que erabajito, ni hablemos. No quería dejarlo plantado de sopetón, pero tampoco queríabailar con el.

-Lo siento...pero estoy esperando a alguien-mentí, esperando que alguienme sacase a la pista de baile.

-Ah, bueno sí, lo entiendo..-dijo un poco decepcionado- voy a por un refresco¡un placer verte!

No se movió del sitio, parecía que también quería una despedida por miparte.

-Esto...sí,¡hasta luego!-él se despidió con la mano y se perdió entre elbarullo de gente que buscaba una copa en la barra.

-Ha sido una bonita forma de no romperle el corazón-susurró unaatrayente voz a mis espaldas. Aquella voz era suave, pero no por ello dejaba deser masculina, era...¿misteriosa? Sí, creo que podría definirla así.

Me dí la vuelta. Era él. Vestido con un traje negro y una camisa blanca.Me quedé blanca, para luego pasar al rosa, al naranja y finalmente llegar a unllameante rojo.

Su largo y castaño rojizo pelo le ondeaba por la cara. Lo llevabasuelto, limpio y liso, tan sencillo y perfecto como siempre.

Sonreía. Esa maldita sonrisa. Tan sencilla y perfecta , como siempre,como él mismo, me volvía loca. Mis rodillas flagearon , si hubiese estado depié me hubiese caído al suelo.

-Creo que tienes que encontrar pareja pronto-añadió señalando a Martín,que venía hacia donde estábamos con dos copas de cava sin alcohol entre lasmanos.

Aparte mi mirada de él y busqué a algún amigo con el que poder bailar.Suspiré. Todos tenían pareja.

De repente, alguien se colocó frente a mi y me tendió la mano.

-¿Bailas conmigo?-inquirió el chico de mis sueños. Me daba demasiadavergüenza. Pero, al fin de al cabo ¿qué podía perder?

Agarré su mano lentamente. Era tan cálida, fuerte y suave. Concentrétodas mis fuerzas en no desmayarme.

 

-Está bien-murmuré levantándome.

Con la mano que me quedaba me coloqué bien el vestido. Era largo, degasa y la parte de arriba era estrecha, con bordados y palabra de honor, colorcanela. Lo había comprado semanas antes, en un anticuario. Los suaves volantesque tenía, ondearon al levantarme, dejando ver todo el esplendor del vestido.

Al lado de otro, con los tacones que llevaba, hubiese parecido unagiganta, pero, a su lado, sólo le llegaba a la altura de los ojos.

Estaba tan pendiente de no perder el equilibrio, que no ví cómo Martínse quedaba congelado cuando pasamos a su lado al ir a la pista de baile.Algunas amigas me sonrieron al pasar, felicitándome por haber conseguido a lapareja de baile de mis sueños. Aunque ellas no lo encontraban guapo, nientendían mi fascinación por él, siempre me habían apoyado. Pero eso ya no importaba.Solo existíamos él ,mi método contra el desmayo de concentración absoluta y yo.

Cuando llegamos al centro de la pista de baile, se colocó frente a misin soltar mi mano. Entonces, extendió su otro brazo hacia mi levemente y mepreguntó:

-¿Puedo Ana?-mi nombre pronunciado por sus perfectos labios me hizodelirar ,no sabía cómo demonios conseguía mantenerme de pié, pues mi métodocontra el desmayo, al igual que la firmeza conseguida después de variosintentos de mis piernas, se habían ido a no sabía dónde. Sabía mi nombre.Asentí.

El me tomó por la cintura suavemente, con firmeza y seguridad.

"No me dejes caer" pensé para mi misma, temiendo un avecinadodesmayo.

-Mmm...¡y aquí viene la ronda de preguntas!-susurró divertido, cuandoempezamos a dar vueltas ,con él era tan fácil bailar, que creía que sería capazde contestarle mientras bailaba y no perderme. Empalidecí al recordar lareciente pregunta ¿qué me preguntaría?

-Haber, haber...¿comida favorita?-la pregunta me sorprendió.

Levanté una ceja y pregunté con un simple susurró:

-¿Se aceptan dulces?-él sonrió, imitó la cara del profesor de matespensando y me respondió:

-¿Hay algo mejor que los dulces, "el mejor invento delhombre"?

Reí.

-Supongo que el chocolate.-dije respondiendo a su pregunta.

El negó con la cabeza.

-Nata

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-¿Sushi?

-¡Buag!-saltó él con cara de asco.

-¿Tallarines?

-Tallarines-contestó conforme.

-Mmm..¿pizza?

-¡Eso ni se pregunta!

Reí justo cuando "Dancing in the Moonlight" empezó a inundarla sala con sus marchosos acordes.

-¿Uvas?-preguntó.

Negué con la cabeza.

-Pepitas de chocolate.

Alberto levantó su brazo y me hizo girar sobre mí misma.

-¿Barça?-inquirí.

-Madrid-respondió con tono indignado pero con una sonrisa en los labios.

Sin querer le pegué un pisotón.

-¡Auch!-protestó.

-Lo siento-susurré con cara de angelito.

Me hizo girar otra vez.

-¿Has venido sola al baile?-asentí mirando al suelo, la verdad es quevarios chicos me habían invitado, pero yo había rechazado todas las ofertas.

-¿Y tú?-le pregunté.

-Pues la verdad es que se lo iba a pedir a una chica- me hacia girar denuevo, por lo que no podía ver su cara-,pero al final no me atreví. Por cierto,vas muy guapa esta noche-me sonrojé-la verdad es que siempre lo estas.

 

Alcé una ceja.

-¿Me vigilas?

-A cada segundo que paso sin mirarte,la vida es un martirio.-contestócon un deje de ironía.

Noté como me derretía, pero no me deje llevar.

-Si, claro-bufé en un murmuro.

-No miento-añadió con una risa contenida, pues al parecer me había oído.

La gente empezaba a amontonarse en la pista, y esto hacia que bailarcómodamente, sin chocar, ser pisado o arrollado por alguien, fuera misiónimposible.

-Acompáñame-dijo Alberto cuando dejo de bailar. Asentí con la cabeza, yme contuve para no decirle que con él iría hasta el fin del mundo, y dejarlotodo atrás.

Esquivando a las parejas de baile, conseguimos salir de la pista. Alpasar junto a la mesa donde me sentaba, cogió mi abrigo y me lo dio.

-Hace frío fuera-se justifico dulcemente. La verdad es que no tenía ideade como sabía cual era mi abrigo. Tan poco me importó.

Los jardines del hotel donde se celebraba la fiesta estaban vacíos,puesto que la gente prefería mantenerse calentita dentro. Las leves luces quelo iluminaban le daban un aspecto somnoliento.

Cerca del centro del jardín había una especie de refugió de cristal.Dentro de él se distinguían algunos sofás, una televisión de plasma y unachimenea encendida. Según me habían dicho, lo habían preparado para después delas campanadas, para aguantar hasta la madrugada, cuando los camareros lestraerían, según la costumbre, chocolate con churros.

Entramos dentro.

Dejamos los abrigos en uno de los sillones. Mientras yo me dedicaba aobservar aquel lugar, él cogió un disco al azar y lo puso en el equipo demúsica.

Se acercó a mí, y con una burlona sonrisa en sus perfectos labios, mepidió bailar como lo hacían antiguamente. Se inclino hacía mi con un exageradomovimiento y levanto la mirada.

Sonriente, hice una leve inclinación cogiéndome los extremos delvestido.

"Rockin´ around the Christmas Tree" empezó a sonar a través delos altavoces.

Sin esperar un segundo más, comenzamos a bailar, aquel no fue un bailecomo el anterior. Reímos, saltamos, giramos e hicimos en tonto sin dejar desonreír.

Caímos cansados a los sofás.

-Ha sido divertido-comentó.

-La verdad es que sí-le confirme con una sonrisa.

-Quedan 10 minutos para el Año Nuevo.-dijo observando su reloj.

Una lenta melodía sustituyo a la canción terminada. "Goodbye"de Miley Cyrus penetró en mi mente.

Alberto se levantó , y por segunda vez aquella noche, extendió su mano.

-¿Un último baile?

Como pude, me levanté del sofá y acepté su mano. Me rodeo con un brazo yapoyé mi cabeza sobre su hombre. Cerré mis ojos y empezamos a bailar.

-¿A quién ibas ha invitar?-inquirí en un susurro.

-A ti-sentí mis mejillas enrojecer y mi corazón palpitar rápidamente.-la verdad es qué desde la primera vez que te vi...

-Desde la primera vez que te vi siento mi corazón palpitar con fiereza,dejó mi mente volar y mi sonrisa...- susurré y note como las lágrimas secorrían por mi tez.

-Mi sonrisa flagear, los labios arder por no besarte y los ojos apagarsepor no verte, siento felicidad cuando te veo reír...

-Soy la persona más feliz del universo cuando estoy...

-...contigo-terminamos al unísono.

Entonces, con sus dedos me tomó dulce y delicadamente la barbilla paraque quedáramos cara a cara.

Yo seguía con los ojos cerrados, pero al notar como me limpiaba laslágrimas los abrí. Nuestras miradas se fundieron la una con la otra. Fueentonces cuando lo comprendí.

Ahora no éramos un él y un yo, ahora éramos un nosotros.

Lentamente, nuestros rostros se acercaron lentamente hasta quedar a unosmilímetros.

-Te quiero-eso fue lo que pudo con mis fuerzas.

Me tiré a su cuello y le besé.

Sus labios eran tal y como los había imaginado. Dulces, suaves ydelicados, pero a su vez eran masculinos ,tersos y rasposos. Perfectos.

Me abrazó con fuerza contra él mientras me acariciaba mi lloroso rostroy mi ondulado pelo.

(*)(*)(*)

Alfinal acabamos abrazados en aquel sofá ,con unas mantas encima, comiendo heladode stracciatela y pepitas de chocolate, ambas encontradas en el minibar deaquel albergue contra el frío, disfrutando de nuestra perfecta noche deNochevieja. Jamás me había imaginado que esto pasase de verdad, pero que puedodecir, es la magia de de la Navidad.

Nochevieja. - Fanfics de Harry Potter

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El presentador anunciabaque solo quedaban 3 horas para terminar este año. La verdad es que no se podíadecir que me hubiese ido demasiado mal ¿no? Buenas not

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2024-10-30

 

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