Todo todito todo el mundo de Harry Potter pertece a J.K.Rowling.
Espero que os guste, en este fan fic hay un breve trozo de una canción de Amaral- Moriría por vos
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Un precioso y majestuoso castillo, se alzaba en medio de una colina junto a un inmenso y oscuro lago, Hogwarts. Esa noche los estudiantes que se encontraban dentro del castillo estaban preparados para la noche de Navidad.
En la sala común de Gryffindor con sus flamantes colores dorados y escarlatas, sólo había unos pocos estudiantes, pues los demás se habían ido a casa de sus familiares.
Harry estaba sentado en su sillón favorito junto al fuego. No paraba de cavilar sobre la profecía y que cada vez estaba más cerca su enfrentamiento contra Voldemort, tal vez no saliese con vida de él, tal vez esa fuese su última noche. Suspiró, había tantas cosas que quería hacer y no haría, tantos sueños, ahora todos rotos, giró su vista y observó a Ron y Hermione, que para variar estaban discutiendo sobre los derechos del elfo doméstico.
Por Dios Ron, acaso a ti te gustaría estar atado a una familia mágica y tener como único fin en la vida limpiar y obedecer las ordenes que te imponen sin esperar nada a cambio, ni siquiera un mero reconocimiento, eso es totalmente injusto, deben reivindicar sus derechos, un jornal, vacaciones ... - decía Hermione apresuradamente.
Ya basta Hermione, no entiendes que a ellos les gusta limpiar sin recibir nada a cambio, son ellos mismos los que deciden ... - replicó Ron.
No Ron, eso es porque llevan siglos con ese estúpido sistema, necesitan a alguien que este dispuesto a luchar por sus derechos, a mostrarle alternativas a su vocación y una dignidad ...
Harry negó con la cabeza, tenía que ser esa la última imagen de sus amigos, como al principio, así comenzó todo:
¿Alguien ha encontrado un sapo? Un chico llamado Neville a perdido uno
Cualquiera que sea la casa que me toque, espero que ella no este
Y ahora me voy a dormir antes que alguno de vosotros dos se os ocurra otra genial idea y acabemos muertos o peor, expulsados
Necesita poner en orden sus prioridades
Es levi-ooo-sa, no le-vi-o-saaa
Harry sonrió interiormente, esos dos definitivamente estaban hechos el uno para el otro, se preguntaba que hubiese sido de Harry Potter sin un Ronald Weasley o una Hermione Granger en su vida. Probablemente nada, porque él no hubiese podido hacer todos sus logros sin ellos. Eran su pilar, sus primeros amigos, sus mejores amigos. Si no se hubiese sentado aquel día en el vagón junto a Ron, si no se hubiese escapado aquel troll, probablemente el trío Gryffindor no existirá. Los quería muchísimo y al igual que ellos, para él eran sus hermanos.
Se volvió a sumir en profundas cavilaciones, intentando despejar lo único que en su mente veía; Ginny, ¡Dios como la quería! Pensaba en cuanto quería besarla, abrazarla, aspirar su aroma, perderse en sus ojos y volvió a suspirar, ojalá no fuese Harry Potter para poder estar junto a Ginny sin ningún problema, sin ninguna preocupación.
Tan centrado estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que a él se acercaba una muchacha de cabellos ardientes como el fuego. Ginny acercó su boca a su oído y en suave susurro que sólo Harry pudo oír dijo.
Está noche te espero en la sala de los menesteres, piensa en un lugar para nosotros dos.
Y sin más se fue rumbo a su habitación, perdiéndose por las escaleras. Harry se quedo estático, que era lo que estaría tramando Ginny. Decidió no pensar más, así que, deseo las buenas noches a Ron y a Hermione y subió a su cuarto. A la media hora vino Ron, pero Harry seguía despierto pensando en ir o no a su cita con Ginny. Oyó los ronquidos de su mejor amigo, ya se había dormido. Se sentó en la cama, volvió a suspirar por tercera vez en esa noche, ¿Qué debía hacer?
Al final se levantó. Se vistió con unos elegantes pantalones negros que tenía y con una camisa blanca, se puso unas gotas de colonia que le regaló Hermione, sin saber por que se arreglaba con tanto esmero. Cogió la vieja capa de su padre y el mapa del merodeador y salió del cuarto con cuidado, mientras Ron continuaba durmiendo como si nada.
Cuando llegó enfrente de la sala de los menesteres, paso tres veces ante ella pensando en lo Ginny le había dicho y apareció una puerta de roble. Entró y se quedo perplejo. Ante él apareció una hermosa sala apenas iluminada por unas velas aromáticas, colocadas en diferentes lugares; la habitación era pequeña, con paredes de piedra como todo el castillo, el suelo estaba cubierto por una preciosa alfombra roja, al fondo en una mesilla, había un gramófono. También había un gran sofá que parecía ser muy cómodo, justo enfrente de una chimenea, cuyo fuego hacía más acogedora la habitación, pero lo que más llamo su atención fue Ginny, que en ese momento estaba de espaldas a él junto a una mesa en la que se encontraba una botella de champán y dos copas llenas, estaba mirando por el enorme ventanal que ofrecía una preciosa noche cubierta por copos de nieve. Estaba nevando, en ese momento comenzó a sonar una canción.
Como Nicolás Cage en living las Vegas
Veo caer la nieve en la hierba
Un Robinson en una isla desierta
Harry se fue acercando a Ginny. Ella no se dio la vuelta, aunque sabía que se trataba de él; dejo que pegara su nariz en sus cabellos, que desprendían el aroma floral que a él tanto le gustaba y se giró para que Harry viera como se había arreglado para él. Harry la contempló boquiabierto, estaba realmente preciosa. Llevaba una capa azul celeste que al roce producían destellos plateados, encima de un bonito vestido de raso fino del mismo color que la capa, aunque ligeramente más claro, su cabello lo llevaba libremente suelto y estaba levemente maquillada. Pero Harry no se quedaba atrás, el conjunto de pantalón y camisa que llevaba, su cabello indomable y el olor a colonia que desprendía, acrecentaba aun más su atractivo.
Como Nicolás Cage en living las Vegas
Soy el invierno contra tu primavera
Un Dorian Grey sin pasado ni patria ni bandera
Creí que ya no vendrías.- dijo Ginny.
Yo nunca faltaría a una cita contigo.- respondió Harry.
-Se que pronto vas a enfrentarte a tu destino, dame está noche- dijo Ginny suavemente
Cogió una copa de champán y ofreció la otra a Harry. Se miraron fijamente, Harry se perdía en esos preciosos ojos color avellana y Ginny, quedaba paralizada ante los verdes y profundos ojos del chico que siempre había querido.
Será tu voz
-Te quiero- dijo Ginny en un sollozo.
Será el licor
Chocaron sus copas
Serán las luces de está habitación
Bebieron un trago
Será el poder de una canción
Se acercaron más
pero está noche moriría por vos
Dejaron que la música les guiará en sus pasos.
Como Nicolás Cage en living las Vegas
No tengo planes más allá de esta cena
Es un misterio hacia donde la noche nos lleva
Ginny dejo que su copa resbalará entre sus dedos hasta caer al suelo con un sonido hueco, debido a que la alfombra amortiguaba el golpe, y se acerco todavía más a Harry, de modo que sus alientos chocaban en el aire, mientras sus respiraciones se aceleraban. Harry también dejo caer su copa al suelo mientras agarraba a Ginny por la nuca y la atraía hasta su boca, el beso fue primero brusco, para luego volverse más dulce, Ginny rodeo el cuello de Harry con sus brazos, abrió los ojos sin parar de besarlo, a la vez que desordenaba aun más su cabello azabache, haciéndolo más deseable. Mordió el labio inferior de Harry, para después seguir jugando en su boca, ahora mandaba ella.
Como Nicolás Cage en living las Vegas
Vamos mi niño a perder la cabeza
Como si fuera nuestra último día en la tierra
Harry la agarraba de la cintura, subiendo sus manos hasta los hombros de
Ginny, quitándole suavemente la capa que la cubría, dejando ver su vestido que se ceñía a su cuerpo. Se podían ver todas sus curvas y su cambio de niña a mujer. Le acarició la cintura y las caderas sintiendo a través de la fina tela la piel de Ginny.
Será tu voz
-Te amo- dijo esta vez Harry.
Será el licor
Ginny ruborizada sonrío tras oír a Harry
Serán las luces de está habitación
Acarició el pecho de Harry sobre la suave camisa blanca.
Será el poder de una canción
Desabrochó el primer botón.
pero está noche moriría por vos
El segundo botón de la camisa.
Será el champán
Será el color
Cada vez lo hacía con mayor rapidez deseando acariciar el torso de Harry, mientras miraba sus ojos.
de tus ojos verdes de ciencia-ficción
La última cena para los dos
Por fin terminó de abrir la camisa, puso con dulzura sus pequeñas manos sobre el ombligo de Harry y comenzó a acariciarle, hasta subir por su pecho.
Mientras besaba su clavícula, alcanzó sus hombros y se desprendió de la camisa, pudiendo ver por fin su torso desnudo. Suspiró y beso dulcemente la nuez de Harry siguiendo por su cuello, rodeándole hasta quedar de espaldas a él, viendo su ancha y perfecta espalda y besándole en la nuca, haciendo que a Harry se le erizarán lo pelos de punta y sintiera un cosquilleo por todo el cuerpo.
Pero está noche moriría por vos
La música seguía sonando y Ginny ya estaba desabrochando los pantalones de Harry haciendo que su estomago se encogiera, se quedo en calzoncillos, con unos apretados bóxer color gris. Ginny le miraba embobada, cuántas noches había soñado con estar así con él.
Será tu voz, será el licor
Serán las luces de está habitación
Ahora le tocaba el turno a Harry, comenzó besando el cuello de Ginny, haciendo que está se estremeciera, dejo caer un tirante de su vestido, sutilmente puso una mano sobre su hombro y comenzó a deslizarla con ternura. Hizo un pequeño recorrido y alcanzó su estrecha cintura y con infinita dulzura, acarició sus caderas hasta llegar al borde del vestido. Ginny subió sus brazos dándole permiso a Harry para quitárselo. Él sin dudar lo hizo, el fino vestido se deslizaba por la suave piel de Ginny hasta que finalmente se desprendió de aquella hermosa tela.
Será el poder de una canción
pero está noche moriría por vos
Harry contemplo la perfecta figura de su pelirroja; su piel blanca como la leche y suave como la seda. Ella temblaba un poco, a sabiendas del momento que se acercaba, pero a la vez el momento más deseado por ambos.
Ginny comenzó a besarlo de nuevo con deseo, mientras él le desabrochaba el sujetador blanco que llevaba a juego con sus bragas. Pudo ver los voluminosos senos de su pelirroja y eso hizo que ambos se besarán y acariciarán con avidez, con deseo y con más pasión. Sus lenguas jugaban en cada rincón de su boca y fueron acercándose hasta el sofá.
Harry se desprendió de su última prenda y se puso encima de Ginny, que miraba a Harry con anhelo. Comenzó besando sus pechos haciendo un recorrido hasta su ombligo. Acarició las bragas de Ginny y se las quito lentamente, dejándola completamente desnuda.
Será el champán, será el color
De tus ojos verdes de ciencia-ficción
El fuego calentaba sus cuerpos ya cargados de pasión, sus respiraciones se aceleraban cada vez más, estaban excitados y comenzaron a culminar un deseo retenido desde su primer beso.
Pero esta noche moriría por vos
Comenzaron a adentrarse el uno dentro del otro muy lentamente y con cuidado, acoplando sus cuerpos desnudos, uniéndose en un mismo ser. Ginny rodeo sus piernas sobre el torso sudoroso de Harry, al igual que sus brazos por su cuello, mordiendo su oreja izquierda, y susurrándole al oído muy despacio y muy bajito estoy en el paraíso, provocando que Harry se excitase todavía más. Este comenzó a lamer la barbilla de Ginny, ella echo su cabeza hacia atrás, dándole libertad para que continuase, él siguió por su cuello, su clavícula, sus pechos, todo con delicadeza y ternura. Aceleró su movimiento, haciendo que Ginny gimiera de infinito placer. Ambos se entregaban en cuerpo y alma, conquistando para siempre el corazón del otro, complaciendo el ansia de demostrar el amor que sentían.
Y al fin, después de esa pasional experiencia, de suaves gemidos y sonrisas llenas de vida y felicidad, del excitante juego entre un hombre y una mujer, acabaron, ya satisfechos de haberse entregado al ser amado.
Se mantuvieron abrazados, normalizando su agitada respiración, contemplando el baile que danzaban las ardientes llamas tan iguales a los cabellos de mi pelirroja, pensaba Harry.
Harry estaba encima de Ginny, recostando su cabeza sobre su pecho. Ella enredaba con dulzura sus dedos entre los cabellos azabaches de su niño de ojos verdes, mientras él acariciaba sus pálidos muslos. Suspiró.
¿Cómo puedo quererte tanto?- dijo Harry.
Ginny soltó una pequeña carcajada.
¿Sabes cuanto he esperado oír eso tu boca?- contestó Ginny.
Harry levantó la cabeza para mirar los castaños ojos de la pelirroja.
Estas preciosa cariño- dijo Harry- Creí estar viviendo una ilusión, jamás pensé que pasaría una noche tan maravillosa, este el mejor regalo de Navidad que me podrías haber dado.
No, tú si que me has dado el mejor regalo del mundo, tú mi amor- contestó Ginny- Yo soy sólo para ti.
Harry se reincorporó y se sentó en el sofá, Ginny hizo lo propio y abrazó a Harry por la espalda, aspirando su aroma y los restos de colonia que quedaban en su cuello.
Me encanta esta colonia- dijo Ginny.
Me la regaló Hermione-le contestó Harry.
Yo la ayude a elegirla cariño.
Eres muy mala, le quitas a Hermione el mérito del regalo.
Ginny levantó su cabeza y fijo su vista en la verde mirada de su chico.
No quería que te fueras sin despedirme de ti, no quería que te fueras sin decirte que te quiero- a medida que lo decía sus ojos se inundaban de lágrimas, resbalando por su bello rostro- no quería que te fueras sin haberme hecho tuya, sin decirte... sin decirte que tienes los ojos más hermosos que he visto nunca, es como si me hechizarás con tu mirada. Te amo Harry James Potter y pase lo que pase te amaré siempre- dijo ahogando un sollozo- tengo miedo de no poder sentirte otra vez como lo he hecho está noche, tengo miedo de perderte.
Harry dejo que Ginny soltará todo que había retenido en su alma. La escuchó atentamente y en silencio, lo que estaba oyendo, lo había emocionado visiblemente, jamás se había sentido tan querido. Cogió las manos de su pequeña pelirroja y las besó cerrando sus ojos, intentando retener en su memoria ese momento, esa sedosa piel, ese aroma floral. Puso sus manos sobre el rostro de Ginny, para plasmar esa estampa en su mente para siempre.
Lucharé por ti y por todos a los que quiero y tu imagen me acompañara en cada momento mi pelirroja. Recuérdame, porqué yo velaré tus sueños princesa. Me he enamorado de tu pureza y te necesito. Sólo apóyame, dime que confías en mi y alcanzaré mi meta ahora y siempre. No olvides que te quiero Ginny Weasley, no lo olvides, porque es imposible sacarte de mi cabeza, y créeme que lo he intentado.
Harry...
Pero si la frase iba a ser más larga, su niño de ojos verdes no lo permitió, pues sello su boca con lo suya, sintiendo el jugoso roce de sus labios.
- Vístete, te quiero enseñar algo- dijo Harry levantándose y poniéndose sus calzoncillos- vamos a vivir nuestra última aventura nocturna.
*************-(Continuará)***********
¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado, acarmelada no? Weno sólo tiene dos capis.
Jeje, dejadme rr y actualizoooooo por fiiiis ;DSe me olvidaba:Todo este mundo pertenece a......(enserio hace falta decirlo, como sino lo supierais, por algo estamos aquí no?)jeje, weno a J.K. Rowling ^-^
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-Vístete, te quiero enseñar algo.- dijo Harry levantándose y poniéndose sus calzoncillos- vamos a vivir nuestra última aventura nocturna.
-¿Qué? ¿Qué me vista? ¿Vivir una aventura? ¿Qué es lo que quieres hacer ahora Harry?- Preguntó confundida Ginny.
Harry le dirigió una sonrisa picara, típica de un niño travieso a punto de hacer alguna trastada y Ginny, no pudo dejar de pensar en lo atractivo que se veía con esa faceta suya de romper las normas, porque seguro que se trataba de eso.
-Tendremos que romper algunas normas.- dijo Harry dando en el blanco con el pensamiento de Ginny.
-¿Algunas normas?- repitió Ginny mientras enarqueaba una ceja sospechosamente.
-Sí, algunas normas.-decía Harry con la mano sobre su barbilla pensando, sin darse cuenta del tono irónico de la pelirroja, desvió su mirada y la observó, su pose le recordaba mucho a la Señora Weasley y a Hermione cuando se trataba de alguna locura.- ¿Qué?¿Por qué me miras así?
-No son algunas normas ¿Verdad?- preguntó con suspicacia.
-Son, creo que si las cuentas de Hermione no me fallan, sí, pues todo el protocolo.- dice como si tal cosa.
-Todo... el protocolo.- murmura la pelirroja con los ojos en blanco.
-Si tú no quieres lo entende
.-
La pelirroja no le dejo terminar, pues le dio un largo y pasional beso al moreno.
Se tomó la libertad de profundizarlo y recorrer cada rincón de su jugosa boca.
-Me encanta.- dijo ella cuando acabó tanto la idea como tu boca, pensó interiormente. Se dispuso a vestirse, pero al ver que Harry no se movía preguntó. -¿A qué esperas?-
-¿Eh?- dijo el moreno saliendo de su ensimismamiento Uff, menudo beso, sonrió un poco antes de decir. -Te gusta romper las reglas pelirroja.-
-Tengo los genes de Fred y George ¿Qué esperabas?-
Harry soltó una carcajada. Acabaron de prepararse y cogió la capa de invisibilidad, tapó con ella a los dos y miró el mapa del merodeador.
-Bien, vía libre, adelante.-
Ginny iba a ciegas, no sabía que sorpresa le preparaba Harry, estuvieron andando un rato hasta que se dio cuenta del destino al que iban.
-Un momento.- dijo ella- ¿Este no es el camino hacia la sala común?-
-Bueno sí, pero ya verás. Es que primero debemos coger unas cosas.- dijo Harry apresuradamente.
-Espera.- dijo ella agarrándolo de la muñeca. -Si entramos no podremos salir, la Señora gorda se va a enfadar y los demás se pueden despertar.-
-Tienes razón.-dijo Harry apenado. Tenía que pensar en algo, o más bien en alguien que le pudiera ayudar y ese alguien no era otro que
- Dobby.- murmuró- Claro, como no se me había ocurrido antes.-
-¿Dobby? ¿Qué tiene que ver en esto?- preguntó confundida la pelirroja.
-Todo.- concluyó Harry, y sin más agarró a Ginny del brazo y se fue sin demora a las cocinas.
Como tantas veces había hecho abrió la puerta oculta detrás del cuadro, Ginny observó que había un frutero.
-Hazle cosquillas a la pera.- dijo Harry.
Ginny observó la enorme pera y aquello le pareció lo más ridículo que había escuchado nunca. Y Harry al ver su cara de desconfianza, cogió su mano entre las suyas y le miró con esos ojos verdes tan profundos, la pelirroja sintió como una descarga eléctrica reconfortante atravesar su cuerpo.
-Confías en mí.- dijo con una voz melosa.
-Sí.- respondió Ginny con un hilillo de voz, claro que confiaba en él. En ese momento era capaz de hacer cualquier cosa si la seguía mirando con esos ojos.
Y tal y como él le había pedido le hizo cosquillitas a la graciosa pera que entre risas se fue convirtiendo en un brillante pomo verde. Harry entró apresurado.
-Te presento el secreto de las fiestas de la sala común de Gryffindor.-
Ginny quedó maravillada. Se trataba de una sala enorme, con brillantes sartenes y ollas listas para preparar cualquier exquisita comida, al fondo se podía apreciar una cálida y grande chimenea, quería seguir explorando cuando sintió que tiraban de su suave túnica color añil. Bajó la vista y con sorpresa vio que se trataba de unos cuantos elfos dispuestos a servirle en lo que fuera.
-¿Señorita que desea?-
-¿Quiere un vaso de leche?-
-¿Unas galletas?-
No paraban de acribillarla a preguntas.
-No
no, os confundís, yo no quiero nada de verdad, gracias pero
-
-Aprovéchate.- le susurró Harry en su oído. -Ahora vuelvo; es sólo un momento.-
-Pe
pero
Harry, no me dejes aquí
¡Harry!- exclamó la pelirroja intentando en vano que el moreno le prestase atención.
Lo vio alejarse unos metros y decir en voz altaDobby necesito ayuda. En seguida apareció un elfo de enormes ojos y orejas ataviado con bufandas, calcetines y varios gorros de diferentes colores. Se preguntaba para que necesitaba a Dobby en ese momento y cuál sería su sorpresa, enfurruñada intentó complacer a los elfos que la atendían, de modo que probó diferentes pastelitos que le ofrecían y un poco de leche. Sin embargo, estaba algo molesta porque no quedaba mucho tiempo y ella, sólo le había pedido esa noche. Harry apareció al poco rato con una bolsa de tela a sus espaldas.
-¿Qué es eso?- preguntó con curiosidad.
-La bolsa de Santa Clauss.- respondió el moreno queriendo seguir el juego.
-Me estoy cansando Harry.- contestó ella molesta.
-¡Oh! Vamos, ponte esto y ya verás.- dijo él mientras abría la bolsa- A ver como te queda.-
Le puso con ternura un gorrito de lana amarillo que le venía perfecto, la miró con cariño.
-Perfecto.-murmuró Harry besando dulcemente su frente a través de sus cabellos rojizos. -Ponte el resto, fuera hace mucho frío.-
Harry se río ante la cara de la pelirroja y se dispuso a vestirse el también.
-Así que vamos fuera.- susurró Ginny en voz baja para ella misma. -Interesante.-
*-*-*-*Diez minutos más tarde*-*-*-*
-¡Yo no pienso salir así a ningún sitio!-protestó Ginny al ver su conjunto.
Se encontraban ante un precioso espejo que muy amablemente le habían prestado los elfos. Y el espejo les devolvía el reflejo de una imagen, un tanto peculiar por así decirlo.
-Venga Ginny no te quejes, tampoco es para tanto.- dijo el moreno.
-¿Qué no es para tanto? ¡Mírame!- dijo ella enfadada.
Harry la observó y no pudo reprimir una carcajada, y es que no era para menos. Ambos se habían puesto encima de sus elegantes trajes la ropa que Dobby les había proporcionado. Y el resultado según el gusto del elfo era: para Ginny, un abrigo largo, junto a una bufanda, guantes y gorro, todo, de un color amarillo vivo casi dorado, por otro lado, Harry llevaba ese mismo conjunto a excepción del color, que era rojo escarlata.
-Somos Gryffindors ¿Qué esperabas?-dijo el moreno con una feliz sonrisa- Vamos a juego y tú estás muy mona.-
Ginny le miró seriamente pero le fue imposible no reírse ante las pintas que llevaba Harry y este, viendo lo inocente y encantadora que ella se veía la acompañó con sus carcajadas. Eran risas, risas puras, risas alegres y sin maldad, lo más sano para llenar la vida de luz, la inocente y espontánea risa.
-Bueno.- dijo él recuperando la compostura, la agarró del brazo. -No hay tiempo, tenemos que aprovecharlo al máximo.-
Se pusieron la capa de invisibilidad y recorrieron pisos y escaleras hasta alcanzar un extraño pasadizo escondido, Harry recordaba bien quien se lo dijo
Y en cuanto a éste, no creemos que nadie lo haya utilizado nunca, porque el sauce boxeador está plantado justo en la entrada
. Era un tesoro el que le habían dado Fred y George, un tesoro que se prometió no desperdiciar y más aun, sabiendo a quien perteneció.
-Comienza la aventura Ginny.- dijo él mientras se adentraban en el tétrico pasillo.
La pelirroja iba agarrada de la mano de él y de vez en cuando le rodeaba el cuello o la espalda, pero no tenía miedo, no debía tenerlo, estaba con él y eso era mucho más de lo que podía soñar. Al fin, llegaron hasta una vieja puerta, Harry la recordaba, era la entrada a la casa de los gritos, así que arriba, justo encima de ellos, debía estar el sauce boxeador, cuanto se alegraba de no tener que lidiar con aquel maldito árbol otra vez, aun no le perdonaba que destrozara su nimbus 2001. Sin embargo, notó que Ginny se estremecía ante el pasadizo oscuro que se presentaba ahí dentro.
-Tranquila no va a pasar nada, yo te protegeré de cualquier cosa.- dijo él con cariño.
Ginny le sonrío agradecida por el gesto.
-No tengo miedo, es sólo que, no sé, me da lástima, siento como si algo muy triste hubiera pasado aquí.- dijo sintiéndose algo tonta.
-No sabes cuanta razón tienes pelirroja.-dijo él mientras le daba un fuerte beso en la frente.
Continuaron por el pasillo, se tenían que agachar y en momentos ir a gatas de lo estrecho que era, el camino serpenteaba y parecía interminable hasta que al fin encontraron lo que buscaban, una trampilla. Harry aupó a Ginny y esta subió por la trampilla seguida muy de cerca por el moreno. La pelirroja se quedó boquiabierta.
-La casa de los gritos.- murmuró con un deje de temor y fascinación.
-Esa es mi chica.- dijo el moreno agarrándola por la cintura. -te la voy a mostrar.-
Todo estaba tal y como hace años, las ruinosas escaleras, los muebles rotos, los cristales agrietados y tapados con retablos, todo. Entraron en aquella habitación, aquella donde se enteró del secreto que cambiaria su vida. Suspiró.
-Aquí fue donde vi por primera vez a Sirius.- dijo en un susurro. -también me enteré que Remus era un Licántropo, que ellos y mi padre eran los merodeadores, que también eran animagos y
aquí me enteré de cómo y porque murieron mis padres.- sonrío cínicamente. -Peter Pettigrew.- acabó diciendo con angustia.
Ginny sin dudarlo le abrazó por la espalda y descargó su cabeza sobre él.
Harry se encontraba parado en el umbral de la puerta viendo pasar sus recuerdos, allí estaba la cama adoselada, llena de polvo y mugrienta, y los muebles desgarrados por la furia de un licántropo en pena. ¿Como debió pasar sus trasformaciones Remus después de la muerte de mis padres?. Se preguntó. Sólo, completamente sólo, dominado por la bestia, herido y maltrecho, sufriendo en soledad, al igual que Sirius, en aquella celda, años perdidos, años robados, años oscuros y tristes, sólo, completamente sólo.
-Que amarga soledad.- dijo con voz ahogada.
Cerró sus ojos y a través de ellos una cristalina lágrima se deslizó por su joven rostro.
Y Ginny le abrazó aun más fuerte, dejó que recargara su cabeza en su hombro y que aspirara su aroma, eso a él siempre le calmaba.
No sabía como, pero los sentimientos de Harry, lo que él sentía en cada momento, ella lo percibía, era como una caja abierta, fácil de comprender. amarga soledad, pensó, Sirius y Remus, suspiró frustrada porque odiaba que él sufriera. Sin embargo estaba agradecida, él le había abierto su corazón, sin temor, había desvelado sus secretos, con amor, aquel gesto ella lo valoraba mucho, siempre quiso vivir una aventura con él, poder ser útil y ayudarle.
-Salgamos de aquí.-dijo él entre la maraña de pelo rojizo.
-Sí.- respondió Ginny.
Le levantó la cara obligándole a que fijara la vista en ella, se quitó uno de los guantes y con su suave y cálida mano acarició su rostro, acercó sus labios y besó con ternura la lágrima que él no había podido contener.
-Secaré tus lágrimas con mis besos.- susurró ella despacio. -es hora de que alguien cuide de ti ¿No crees Harry?, ¿Dejarás que yo te mime?- preguntó ella con carita de cordero degollado.
-Siempre.- respondió el con voz aterciopelada.
Volvieron por la trampilla, pero en vez de ir por el camino anterior, tomaron otro diferente, uno que le condujo directamente al frío invierno.
-Qué frío.-murmuró Ginny.
-Yo te doy calor pelirroja.- dijo Harry mientras la abrazaba. -¿Ves como tenía razón? De algo nos tendría que servir estos trajes.-
Ginny empujó a Harry y este perdió el equilibrio, cayendo sobre la húmeda nieve. Se intentó incorporar pero una bola de nieve impactó sobre su rostro haciendo que nuevamente perdiera el equilibrio.
-Jajaja.- rió Ginny. -el gran Harry Potter fulminado por una bola de nieve, ¿Cómo quedaría eso en los periódicos amor?- añadió ella mientras se escondía en un árbol.
-Ya verás cuando te pille.- respondió el moreno levantándose. -Vas a saber de lo que es capaz Harry Potter.- acabo diciendo mientras se reía de una idea perfecta para capturar a cierta pelirroja.
Caminaba por la fría y congelada nieve, aunque gracias a Dios los trajes prestados por Dobby les protegían.
-¿Dónde estás Ginny?- preguntó él mirando detrás de cada árbol- ¿Sabes qué
?-
¡¡Plaff!! Harry pisó mal y se tropezó con una rama de un árbol, en consecuencia cayó en una extraña pero cómica posición de cruces contra la nieve. Ginny lo vio todo desde lejos y no puedo evitar reírse como nunca lo había hecho, pero más tarde lágrimas saltaban de sus ojos viendo como Harry se volvía a levantar y decía Te descubrí, ahora
, una vez más de cruces contra el suelo y las carcajadas salvajes de Ginny que se agarraba las costillas porque se destornillaba de risa. Esta vez la causa de la caída del moreno había sido su bufanda al pisarla sin darse cuenta.
Finalmente, fue capaz de levantarse dignamente y quitar toda la fría nieve que tenía su ropa, así como su pelo, se limpió las gafas y fijó su vista en el objetivo que, para su vergüenza seguía riéndose sin pudor. Bufó y un leve rubor apareció sobre sus mejillas. Corrió rápidamente en dirección a la pelirroja que casi no se podía levantar por culpa del ataque de risa involuntario.
Ginny corrió pero Harry la pudo agarrar de la bufanda y pararla un poco, pero la pelirroja le piso un pie y volvió a huir tras un árbol. El moreno mosqueado recurrió a su magistral plan.
-Ginny ¿Te he dicho ya que hice unas fotos de ti con el precioso y nada llamativo traje que llevas puesto?- preguntó de forma inocente.
-¿Qué tú qué?- gritó la pelirroja asomando su cabeza por el árbol e inesperadamente recibiendo en plena cara el impacto de una bola congelada.
Harry se apresuró para aprovechar ese momento de confusión y lanzarse sobre ella, la agarró de la cintura pese a que ella se resistía. Cogió un puñado de nieve y se lo metió debajo de la ropa, justo en la espalda.
-¡Aghh!!, ¡Qué..qué helado que está!!- se quejó ella, se giró malhumorada y empujó a Harry.
Ninguno se dio cuenta de que estaban en una pequeña colina, ya cerca del bosque prohibido de Hogwarts, pues el sauce se mantenía totalmente alejado para impedir disturbios. El moreno cayó hacia atrás rodando debido al empujón, se quedó boca abajo y muy quieto.
-Jajaja ¡Vamos Harry eso te pasa por listo!- dijo la pelirroja. -Venga muévete y continuamos con nuestra pequeño juego.- pero Harry no se movía y eso empezó a preocupar a la pelirroja. -¿Harry?- llamó asustada.
Sin dudarlo bajo la colina hasta llegar por fin junto al moreno, le dio la vuelta, pero no reaccionó a tiempo cuando él dijo Te pille.La atrajo hasta él y le plantó un ardiente beso en la boca, se dejaron caer en la nieve y rodaron varias veces sobre si mismos, los gorritos de lana hacia tiempo que se habían perdido no se sabía donde. Harry acabó encima de ella y la observó.
-¿Nunca te he dicho lo bien que te sienta el blanco?- le dijo él admirando la gracia de sus cabellos rojos, tan profundos, como la sangre que contrastaban en armonía con el blanco puro de la nieve.
-¿Nunca te he dicho que me encantan tus ojos? Parecen dos esmeraldas, son tan verdes, como la esperanza, me encanta ese nombre, esperanza- dijo la pelirroja quedando de rodillas junto a él.
-A mi también me gusta, tiene fuerza- dijo mientras besaba su cuello y ella dejaba escapar un suspiro, que se vio interrumpido por una voz tosca y bruta.
-¿Haguid?-
Ambos giraron lentamente y con temor sus cabezas para ver al hermano pequeñode Hagrid, Grwap.
-Estamos en las mediaciones del bosque prohibido.- dijo Harry preocupado. -¡Maldición nos pueden pillar!-
-Es enorme.- dijo Ginny con la boca parcialmente abierta.
-Vamos.- dijo Harry ignorándola.
Corrieron otra vez en dirección contraria pues les faltaba el mapa y la capa para poder esconderse. Grawp pensando que querían jugar con él les comenzó a perseguir por los alrededores.
-¡Diablos!- exclamó Ginny. -¡¿Por qué nos persigue, es que es bobo o qué?!-
A pesar de que corrían apresuradamente Harry fue capaz de enviarle una mirada que Hermione habría alabado, pues era la misma que ella utilizaba cuando Ron decía cosas algo obvias por así decirlo.
-Oh! Está bien no he dicho nada.- respondió ella.
-¡Agáchate!- exclamó Harry apartándola antes de que Grawp les diera con su voluminosa mano.
Ginny quedó sentada y vio como el gigante se acercaba a su rostro y le tiraba su fétido aliente, ella no puedo más que decir.
-¿Un caramelo?-
Harry se golpeó la cabeza con la palma de su mano y negó murmurando Weasley tenía que ser.
-¿Hermy?- preguntó confundido el gigante mientras elevaba su mano para cogerla.
Pero Harry fue más rápido y la apartó de él.
-¿Por qué me ha llamado Hermy?- preguntó ella a la vez que corrían desesperados para alejarse de Grawp.
-Creía que eras Hermione, él la llama así.- respondió el moreno sin saber como podía repercutir eso en la pelirroja. Pronto oyó una sonora carcajada.
-Jajajajaa, no me lo puedo creer jajaja tendría que ver la cara de Hermione diciéndoselo jajaja.- ella casi no podía correr debido a su segundo ataque de risa.
De modo que Harry paró y la cargó en su hombro intentando darse prisa. Ya casi alcanzaban el sauce boxeador, muy cerca pero a distancia prudente se encontraban los preciados objetos que necesitaban.
Una vez llegaron Harry la soltó y ella dejo escapar un suspiro de alivio.
-¡Qué bien me lo he pasado!- exclamó ella. -Gracias por darme esta aventura.- dijo mientras le besaba dulcemente en la mejilla, Harry sonrió y cubrió a ambos con la capa.
-Esto es inolvidable.- susurró él. -Eres una buena compañera de aventuras pelirroja.-
Juntos volvieron a atravesar los pasadizos hasta volver al punto de partida, los pasillos de Hogwarts.
-¿A dónde vamos ahora?- preguntó ella interesada viendo que no iban nuevamente a la sala común.
-Ya lo verás.- fue lo único que Harry le dijo.
Se pararon ante la entrada de la torre de astronomía y el moreno conjuro una cinta.
-¿Para que es eso?- preguntó extrañada la pelirroja.
-Para ti.- dijo él. -Te voy a vendar los ojos, tranquila, es una sorpresa.-
Con mucha dificultad Harry condujo a Ginny hasta la terraza, la soltó un momento para dejar la molesta capa y el mapa del merodeador en un rincón.
-Estamos en la terraza ¿verdad?-dijo Ginny al sentir la fría brisa de invierno.
-Verdad.-contestó el moreno. -Un momento.-
Harry lo tenía ya todo planeado, iba hacer un hechizo silenciador para asegurarse de que cierta pelirroja no escuchase el hechizo clave de su sorpresa, que no era otro que el hechizo accio, para atraer cierto objeto imprescindible. Ginny espero paciente y en cuestión de segundos la voz susurrante de Harry se apagó por completo, con los ojos vendados y sin la facultad de oír, pues a su alrededor no oía nada. Esa sensación era desesperante, parecía que estaba encerrada o en un espacio sin fondo donde no encontraba luz ni sonido donde guiarse.
-No oigo nada, ¿Harry qué ocurre?-preguntó algo asustada.
Dicho esto el sonido volvió a la realidad, lo cual fue un verdadero alivio. De un momento a otro, sintió una cálida mano rodear su cintura y ayudarla a sentarse en algo, no sabía exactamente que, con curiosidad lo palpó y descubrió una textura áspera, era madera, estaba segura.
De repente, oyó otro sonido que identificó como una pisada sobre el suelo, sintió como se elevaba, una sensación de vértigo que la hizo reaccionar por inercia y agarrarse como forma de protección, al que supuestamente, pues no estaba segura de nada, era el cuello de Harry.
-¿Pero qué
?-
Sutilmente Harry le quitó la fina venda de los ojos y observó la reacción de la pelirroja. Primero pestañeó para acostumbrarse otra vez a la luz que se le había negado momentáneamente. Extrañada miró la expresión serena de Harry y luego, se dio cuenta de que flotaban o más volaban, pues estaban subidos encima de una escoba y no cualquier escoba, se trataba de la saeta de fuego. Expectativa y emocionada giró su rostro y miró al frente, dejo escapar un sonido de exclamación y el corazón le dio un vuelco.
-¿Te gusta?- preguntó Harry. -Pensé que era más hermoso ver lo maravilloso que hay en el mundo.- sonrió tristemente. -Algo que no valoramos lo suficiente. El horizonte-
No tenía palabras para expresar cuan hermoso era aquello. Ante ella, se alzaba lo que la naturaleza le brindaba. El cielo sufría una grandiosa metamorfosis, se veía como iba dejando aquel manto oscuro llevándose consigo la hermosa luna, pasando a tonos claros en los que abundaban los anaranjados que se mezclaban con el rosa pálido, y allí, con gran imponencia, aparecía el sol, ese ardiente sol que iluminaba hasta el más recóndito rincón. Podían ver el lago, el frondoso bosque, y más allá del horizonte, todo era tan increíble. Ginny estaba al borde de las lágrimas, no cabía en si tanta felicidad, era lo más bonito que nadie había hecho por ella. Sintió una cálida mejilla juntarse junto a la de ella, giró suavemente su rostro y dejo que acariciara el de Harry, su frente, su nariz, sus labios. Entonces tuvo la necesidad de expresarse y de pedirle algo con urgencia.
-Harry prométeme que
-
Él ya intuyó sus intenciones y se adelantó, puso un dedo sobre sus suaves labios.
-No digas nada por favor, no me pidas nada, porque yo tampoco te diré nada. Dejémonos de promesas tontas, lo que tenga que ocurrir, ocurrirá y punto. Mi pelirroja, sólo piensa en este momento, que tal vez pueda cubrir toda nuestra alma eternamente, sólo cuenta lo que estás viviendo ahora, que más da lo que ocurra mañana. Ahora quédate aquí, conmigo.- dijo él seriamente, suavizó sus facciones en un intento de trasmitirle calma, pues veía que amenazaba con llorar. -No llores.- le dijo él dulcemente.
Secó sus bonitos ojos color avellana y le acarició la mejilla, ella puso su mano sobre la de él y la separó de su rostro con delicadeza. Seguidamente entrelazaron sus manos y las estrecharon fuertemente. Ginny se inclinó para besarle el dorso de su mano con infinita ternura. Apoyó su frente junto a la de él y le miró fijamente, queriendo guardar en su memoria cada facción de su rostro, cada pequeño defecto, cada detalle. La suave brisa de invierno acariciaba su piel y revolvía los cabellos de ambos dejándolos a merced del viento, se quedaron así, un tiempo, en un silencio tan sereno, tan tranquilo y necesario.
-Quiero seguir este momento.- dijo Ginny muy segura de si misma. -Quiero sentirme libre, por favor.-
-Agárrate fuerte.- dijo Harry sonriendo pícaramente. -Sentirás la libertad de un pájaro.-
Y así lo hizo, elevó la altura y dejo que el viento les arropara, subió y Ginny pudo ver el castillo diminuto, el lago, el bosque.
-Magnifica vista ¿No crees?- oyó que decía Harry.
-Adelante.- dijo ella sabiendo lo que iba a pasar.
Harry descendió en picado, aquello si que era libertad, pura adrenalina, le encantaba volar, que se le iba hacer, curiosamente esto fue lo que pensaron de forma sincronizada ambos, pero no era curioso no, más bien previsible, pues eran dos halcones libres jugando con el viento. Ginny iba delante dejándose apoyar sobre el hombro y el pecho de Harry mientras no se perdía nada de lo que estaban viendo. Rozaron el helado lago y Ginny pudo apreciar como se resquebrajaba el hielo gracias al ardiente sol, se agachó un poco y chapoteó con su mano sobre un trozo derretido de agua, el refrescante líquido mojó levemente a ambos y los dos gritaron alegres y salvajes ante aquella nueva sensación.
Más tarde se adentraron un poco en el bosque prohibido, desde ahí los rayos del sol se filtraban entre las copas de los árboles, justo donde ellos estaban, quedaban pocos árboles con hojas, pero esas hojas chocaban entre ellas gracias al viento, el sonido era agradable. Una gotita de agua que antes había sido hielo, mojó el rostro de Ginny, maravillada vio que provenía de una hoja. Así es la naturaleza, tan viva y sorprendente.
Volvieron a la terraza y rápidamente se cubrieron con la capa como tantas veces habían hecho, se metieron dentro del castillo y Harry se dispuso a mirar el mapa cuando Ginny dijo.
-Ahora me toca a mí.- dijo ella y le arrastro por los pasillos.
-¿Qué hacemos aquí?- preguntó Harry al rato, viendo que estaban ante los baños de los prefectos.
-Olvidas que soy prefecta y que necesitamos calentarnos.- dijo ella seductoramente sobre su oído haciendo que Harry se estremeciera.
Ginny se alejó un poco de él, hasta quedar enfrente del retrato que conducía a los baños. Humedeció sus labios con su lengua y poco a poco se quitó los guantes, después la bufanda y por último el abrigo quedándose sólo con el fino vestido que traspasaba, dejando ver su figura.
-Estás en medio del pasillo.- dijo Harry intentando controlar el calor que sentía y el impulso de abalanzarse ante aquella escena tan sensual.
-Rosas del viento.- susurró Ginny sobre el retrato, este se abrió inmediatamente. -¿Vienes?-
Harry se fue acercando.
-No, no, no.- dijo Ginny negativamente, Harry se paró confundido. -La ropa.- dijo ella señalándole. -No puedes entrar porque llevas exceso de ropa cariño.-
Harry se despojó de todo quedando con su elegante ropa, Ginny bufó.
-No es suficiente.- añadió ella.
El moreno se quitó despacio muy despacio, la parte de arriba dejando a la vista su torso desnudo, Ginny le miró con deseo contenido.
-¿A qué esperas?- dijo impaciente.
Él se acercó hasta ella quedando el uno frente al otro, el olor a jabón, mezclado con diversos aromas frutales era embriagante. Se miraron fijamente, y ambos se perdieron en esa mirada. Verde como la esperanza y dulce, como la miel.
Cerró el pequeño libro, ya viejo y desgastado, con las páginas rasgadas y arrugadas, pero lo cerró con cuidado, porque aun estropeado, aquello era un tesoro, tan fantástico, tan rico, como cualquier libro o poema capaz de transportarte a otro mundo. Acarició las solapas con cariño arrastrando a su paso el polvo retenido antaño, y con ello dejó al descubierto un título Nuestra última aventura nocturna. Suspiró.
-Y eso es todo cariño.- dijo una voz anciana dirigiéndose a su joven nieta de quince años.
-Qué hermoso.- dijo la nieta mientras se tocaba un mechón pelirrojo. -Yo también quiero amar así abuela. ¿Crees que eso es posible?-
La anciana sonrió ante aquella pregunta, y se acercó a su querida nieta acariciándole el cabello con ternura.
-No lo creo pequeña.- vio la cara de desilusión patente en el rostro de la niña. -Lo sé.- acabó diciendo, el rostro de la niña se iluminó, y ella pensó, increíble como pueden afectar unas simples palabras.
-Una cosa abuela, ¿Cómo acaba? ¿No tenía él que irse a luchar?- preguntó interesada.
-¿Acabar? ¿Porque todo tiene que acabar?- contestó con suspicacia. -Cariño, la historia es está, son unas simples hojas que guardan el momento vivido por dos personas. Tan sólo es una noche, pero puede que sintieran y vivieran más esa simple noche, que toda su vida.-
-No lo comprendo abuela.- dijo apenada la nieta.
-Mira Esperanza, la vida es frágil, muy débil y tan corta.- dijo con tristeza la anciana.
Se levantó ante la atenta mirada de Esperanza, se acercó a un sillón alejado, en el cual se hallaba sentado un anciano leyendo tranquilamente un periódico, mientras en su boca fumaba una pipa hecha de madera de roble, el humo se extendía por toda su cabeza.
-¿Qué vas hacer con el abuelo?-preguntó confundida Esperanza.
Pero la anciana no respondió, sino que se llevó un dedo a sus labios pidiendo silencio, y en un momento agarró con gracia y de forma magistral la pipa que su marido fumaba.
-¡Eh! ¿Pero que haces Lilian? Devuélveme la pipa.- protestó molesto el anciano.
-Vicio malo Jack.- dijo la anciana tranquilamente. -Ahora vuelvo. -
Con la pipa ya en su poder, volvió junto a su nieta y puso ante su rostro la pipa con el humo saliente.
-Como te decía, la vida es muy frágil niña. Ahora observa el humo, se parece a la vida, mira.- atravesó con su mano el humo y este inmediatamente cambió su forma, se deslizó a otros puntos y poco a poco dejo de ser eso, humo. -El humo es volátil, incandescente y poco duradero, como la vida misma. Y ellos, los protagonistas de esta historia lo sabían, por eso expresan que no importa que momento, puede ser cualquiera. Corto, largo que más da, cuenta lo que sientes en ese momento. Todo puede cambiar en cuestión de segundos. Sólo vive tu vida como y cuando quieras cariño, no dejes que te absorban, no dejes que te quiten algo tan preciado. Preocúpate sólo de ser feliz, y si ser feliz es saber que los que están a tu alrededor, que los que quieres están bien, pues eso será felicidad para ti o tal vez el estar con aquel al que amas, ni más ni menos ¿Entendiste?-
Esperanza cabeceó afirmativamente, y se llevó esas palabras a su corazón, así como esa bonita historia de amor.
-Gracias por contármela abuela.- dijo mientras le daba un beso en la mejilla. -Me voy un rato con mamá.- se detuvo en su camino y sonriendo acabó diciendo. -Quiero encontrarle, cuando sea, pero quiero encontrarle. Quiero amar y que me amen así, tan intensamente, ¿No es hermoso abuela? Entregar tanto y hacerlo con gusto sabiendo que el otro te lo agradece, sentir que serías capaz de cualquier cosa por quien amas, eso es amor.-
Lilian vio marcharse a su nieta, aun le quedaba mucho por vivir y experimentar.
Le volvió a poner con ternura la pipa en la boca a Jack y se giró caminando hacía una fotografía que tenía puesta en la repisa, dándole la espalda a su marido.
-Le contaste la historia, ¿Verdad?- dijo él suavemente. -Aquella que encontraste en el desván.-
-La encontré porque sé que debía encontrarla.- dijo ella suavemente. -Conocí una parte de mis padres que no me habían explicado y, quería que Esperanza lo supiera. Algún día le diré porque sé que se amaban, y también le diré que si se puede amar tan intensamente, como nosotros.-
El anciano tan sólo sonrió nostálgico. Lilian cogió la fotografía, era en grupo y observó que en ella había mucha gente conocida, gente muy querida, vio a sus abuelos, a sus tíos Ron y Hermione, también a Remus y
. a sus padres con un bulto en brazos, ella. Todos ellos ya no estaban, pero sabía que la estaban esperando en otro lugar. Cerró sus ojos color marrón verdoso y recordó su frase favorita del libro y porque llamaron a su nieta Esperanza.
Y ambos se perdieron en esa mirada. Verde como la esperanza y dulce, como la miel.
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Resolver posibles dudas:
1-tengo la teoría que Ginny será prefecta si abren hogwarts, además de que para esta historia lo necesitaba.
2-harry en la terraza hecha un hechizo silenciador y luego un accio saeta de fuego jeje, ya ta, por si las moscas aclaro jeje.
Gracias por todo mi pervertida beta
*Nuestra última aventura nocturna* - Fanfics de Harry Potter
Todo todito todo el mundo de Harry Potter pertece a J.K.Rowling.Espero que os guste, en este fan fic hay un breve trozo de una canción de Amaral- Moriría por
potterfics
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2024-09-26

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