Entre las sombras, una figura se desliza en silencio. Aun en la quietud y la oscuridad, se advierte un alma viva. Unos ojos refulgen con decisión, y un brillo rojizo los embarga. Una sonrisa se abre de pronto en la negrura, blanca como la leche, y parece como si se abriera el muro de oscuridad con un navaja, y detrás se encuentre la luz. Pero no es una sonrisa dulce, ni tierna...es una sonrisa demoníaca. Pero, sorprendentemente, no siento el sabor amargo del miedo en mi boca. Reúno valor y me acerco lentamente a ti...me fascinas. El carbón rojizo de tus ojos es tan hermoso...caminas aparentemente tranquilo, pero no es más que un disfraz, como el león que camina impaciente en su jaula, así das tú cada paso, con ese tinte homicida en tu mirada. Asustas a tantas niñas estúpidas, a tantos chicos que ante tu simple mirada se aterrorizan. Incluso a mí llegaste a intimidarme...ahora sólo me intimida el temor a tu odio. A ese odio que tienes tan guardado dentro, temo que estalle....temo por ti. Caminas como un tigre a punto de atacar, pero sé que a mí no lo harás. No me atacarás, porque creo que en el fondo lo sabes...siempre fuiste inteligente, aunque mal estudiante, tu saber antiguo como el diablo. Sé que sabes leer las almas, sé que sabes que te amo, y no me importa. No sé si tú me amas...sólo sé que no me olvidas, y eso ya es algo...sólo sé que no me apartas de tu lado, y te sigo a través de la oscuridad...
No hay luces, y no logro distinguir tu rostro, pero sé que estás ahí, como una sombra. De pronto, alzas los brazos, que ahora son alas, y tus ojos dejan de ser oscuros para ser rojos. Emites un rugido profundo, que me hace estremecer...parece que puedes remover la tierra y el cielo con una sola orden. El remolino frena, tus alas desaparecen y estamos de nuevo los dos, solos, en la oscuridad. Pero la negrura se desvanece...nos encontramos, simplemente, en un patio de asfalto. Me miras, y en tus ojos de carbón leo la duda. Te preguntas si me he dado cuenta...si no te tengo miedo. Sé que eres un demonio, sé que debiera temerte, pero no te temo...sólo te amo. Esbozas una torcida sonrisa, y te marchas.
No ha durado más que tres segundos nuestro cruce de miradas.
En él me he visto cubierta de oscuridad, de terror, de sombras.
En ese tiempo vi tu alma demoníaca, pero pura e inmaculada.
Sé que eres un demonio, pero no un demonio malvado.
Eres mi demonio.
Nuestros ojos se encuentran de nuevo, y me envuelvo de negro, de nuevo. Esta vez no lo dudo. Corro hasta ti.
Llévame al Infierno de tu mano, a tu lado no puedo temer nada.
Porque sólo sé que te amo, demonio.
Era su ángel, su negro ángel. Ella le veía perfecto, a pesar de las habladurías. Ella le veía maravilloso, perfecto, le tenía en un pedestal. Cuando aparecía, su rostro se tornaba de un tono escarlata, tenía la mirada perdida, los movimientos torpes y una sonrisa imposible de ocultar. Sus labios se cerraban en una letra que, sin advertirlo, tomó un significado especial para todos, pero más para ella: S. S de salvación, su salvación. S de salida para todo el amor que nunca profesó, S de símbolo, que él se convirtió para ella.
Y yo, en homenaje a ellos y su amor no declarado aún, escribo estas breves líneas, para el Ángel Negro y la enamorada.
Porque ellos se aman, nunca lo dudé. El verde de él y el oscuro de ella, sus ojos se unían a través de la distancia, y se decían las palabras más hermosas nunca escritas, sus caricias se las regalaban por medio de una mirada y se sonreían levemente, sus rostros enrojecidos y sus miradas brillantes. Aunque los labios se trabaran a la hora de hablar, no era necesario pronunciar palabra para amarse profundamente.
Entes que se elevan hacia el cielo, él con unas alas negras naciendo de su espalda y ella en sus brazos, sus labios tan cerca, él con una sonrisa dulce, pero sin perder su tinte burlón. Se alzan lejos de mi vista, pero sé que están ahí.
La tierra tiembla, y sonrío. Sus labios se han unido, y la Luna contemplándoles suspendidos en el cielo, como dos ángeles. Y habían dejado de ser humanos, ya no eran simples seres humanos.
Eran verdaderos ángeles.
Y esto dedicado también a él, para que se de cuenta de la maravillosa persona con la que mantiene un código de sonrisas y miradas, porque se aman, que se de cuenta de la increíble chica con la que ríe y se sonroja.
El amor de los ángeles perdurará siempre, y aunque aún las palabras no lo hayan demostrado...
su amor será eterno, y el Ángel Negro la besó, y el tiempo y el espacio se detuvieron mientras duró su gesto.
Saber que nunca serás para mí, que otra oirá las dulces palabras que nunca me dedicaste. Para mí sólo son las crudezas, las miradas de frío y odio. ¿Por qué me odias? Tus ojos oscuros se clavan en mí...¿Qué te he hecho? Yo...yo...sólo puedo decir lo siento si te ofendí, pero no me escucharás, demasiado ocupado estás en odiar al mundo. En ocasiones me das lástima...como un lobo solitario en una jaula, en tu propia jaula te encerraste, jaula de odio, de ira, de rencor, de dolor...
Sé que sufres...y quisiera saber por qué. Tu mirada oscura, cargada de dolor, de incomprensión...quisiera comprenderte, si lograra acercarme y mirarte a la cara, y hablarte, y decirte...
Y decirte, no, chillarte, gritarte para que lo oyera tu gélido corazón, QUE TE AMO. Si quieres ódiame, ya lo haces. Ignórame como hasta ahora...poco habrán cambiado las cosas, ríete de mí, no tengo mucho que perder, nada más que unas incondicionales amigas que no se dejarán llevar por eso, palabras que escribir, y así describir lo que nunca te diré. Ríete, búrlate, señálame con el dedo...así al menos seré algo para ti. ¿Qué más da llorar, que sufrir...? Si me hicieras eso no te amaría más....por eso dejémoslo como está.
No podremos romper nuestra amistad, pues ninguna hay.
El lazo que nos une no existe.
Apenas un par de palabras, y unas sonrisas.
Esa forma de ser tuya...la crueldad de tus ojos, la música de tus risas, la alegría de tus bromas...
Quizá algún día sean para mí, todo eso..
Y, quizá, en algún lugar de tu corazón
puedas sentir lo mismo...
o quizá no.
Pero sólo sé que si no lo intento, nunca lo lograré.
Y tú, extraño, si lees estas líneas, no intentes pensar de quién se trata, no lo lograrás.
O quizá sí, no lo sé....
¿Quién sabe? Aunque dicen que el diablo es sabio...
Pues bien, demonio, no eres tan sabio....
No te has dado cuenta de lo mucho que te amo.
Era un corredor de piedra, frío, húmedo y pestilente. Una luz mortecina, color verde veneno, iluminaba levemente una de las paredes llenas de moho y suciedad. De pronto, sentí cómo el corazón se detenía en mi pecho y toda yo me paralizaba. Eras tú. Tus ojos, ya sin luz, me miraban sin ver, y tu boca, que nunca pronunció mi nombre, atravesada por un acero, frío y letal. En tus pupilas, se veía el dolor de una vida sesgada, y en tus labios, esos que tanto ansié, la sangre, roja y brillante, se deslizaba como un esquiador se desliza por la pista. El cuchillo que atravesaba tu garganta y te clavaba en esa repugnante pared estaba empapado en sangre, tu sangre. Tus mejillas, ya desprovistas de color, y tu cabello, también lleno de ese odioso líquido rojo. Puse mi mano en la tuya. Estaba fría, muy fría. Toqué tu frente, helada. Eres ya un témpano de hielo, pero necesito tocarte. Vuelve...por favor, no me dejes. No me abandones, no me dejes aquí sola. Sabes que te necesito...¿Por qué te vas donde no puedo alcanzarte? Abrazo tu cuerpo, mis lágrimas se congelan en tu rostro. ¿Por qué me haces esto? Ua figura se acerca por detrás, viste de negro, una mujer anciana cuyo rostro está oculto bajo una capucha. La reconozco al instante. La Anciana Muerte.
- Devúelveme lo que me has quitado.-exijo.
- Niña estúpida, él nunca fue tuyo. Ahora él me pertenece, pues llegó su hora.- la voz chirriante y cascada de la Anciana taladran mis oídos.
- Pagaré para que le devuelvas a la vida.
- Deseo treinta monedas de plata.
- Tómalas.- pero la Vieja se acerca a mí, y con su mano delgada y huesuda, me extrae una sombra blanca. Sé lo que se ha cobrado. Pero ahora veo cómo a tus mejillas regresa el color, y a tus ojos la luz que siempre los caracterizó. Extiendo mi mano hacia ti, pero no alcanzo a rozarte. Pagué por ti, y la Muerte deseaba un alma que llevar por la barca de Caronte. Sonríes, y eso es todo lo que necesito. Tú nunca sabrás quién te salvó de la Vieja avara, pero eso a mí no me importa. Tu mirada me atraviesa, pero yo ya no puedo verte.
Ya estoy muy lejos... todo es negro a mi alrededor. Ni siquiera veo a la Anciana, no me noto, no puedo moverme. Como si flotara. No respiro, ni lo necesito. Pero a pesar de todo, me siento feliz. Sé que estás ahí, quizá sigas en ese horrible corredor de piedra. Pero sé que sigues vivo, y eso me hace sonreír, aunque ya no tenga labios, ni rostro con el que hacerlo. Un frío gélido llega hasta mí. La Anciana ha llegado...
¿Por qué no tengo miedo?
Porque la Muerte no es lo peor, la Muerte es lo único seguro.
Corro, huyo, me intento esconder de tu eterna mirada oscura. Cae sobre mí y abrasa como fuego...debería darme la vuelta, para mirarte a los ojos, pero no me atrevo....no te tengo miedo a ti, no...¿Cómo iba a tenerlo? Tengo miedo a tu rechazo.
Temo decirte lo que siento, pero ¿Y si mi amor causa una carcajada en ti? Sé, confío que no lo harás, no te reirás...pero ese miedo irracional sigue ahí, la barrera que me impide gritarte un TE AMO.
La oscuridad, me envuelve de nuevo, pero esta vez no estás tú. Siento un viento gélido en el rostro y un sabor a metal en la boca. Le reconozco, es un viejo amigo. El Miedo.
No temo al qué dirán...eso no me importa. Temo a que salga mal, temo a perder tu amistad, temo, incluso que sientas lo mismo. No sabría reaccionar....
Mi temor me impide acercarme a ti. Te observo desde lejos, cuando tú no te das cuenta. Pero hoy, por un momento, se han cruzado nuestras miradas. Has sondeado mi mente, leído en mí como en un libro abierto. Y mis labios, sin quererlo, han pronunciado tu nombre. Ya no temo a tu odio. Sé que, pase lo que pase, jamás me odiarás.
No hemos tenido mucha amistad, que romper.
Me enamoré de ti una fría tarde de octubre
y tuve miedo de contárselo a mis más queridas amigas.
Me asusté de mi propio sentimiento.
Te tuve miedo a ti, incluso, por un momento.
Ahora sonrío, y camino tras de ti en la oscuridad.
Tomas mi mano, y seguimos juntos.
El miedo voló. El temor murió.
Fue sacrificado por tu mirada sanadora.
A la que un día temí, y ahora adoro.
Gracias, Demonio....gracias por asustarme aquel primer día.
Ese miedo que me enamoró de ti.
Y lo vencí, lo vencí por ti, y ahora tomas mi mano y seguimos hasta el Infierno.
Ya no hay temor.
Sólo los dos, camino de las puertas del Inframundo.
Ellos eran uña y carne. Él, que llegó nuevo al colegio, encontró en ella apoyo y amistad. Acababa de salir de una relación, o de un intento de ella. La chica de la que estaba enamorado en su antiguo colegio le dio calabazas. Y ella, que era su mejor amiga, al oír eso, se alegró secretamente. Se arrepentía de su disfrute ante el dolor de él, porque aunque nunca fuera a admitirlo...deseaba tenerle sólo para ella. Caminaban al lado, charlando animadamente. Siempre juntos, siempre riendo. Él no imaginaba los sentimientos que sus sonrisas despreocupadas promovían.
Porque él no se fija lo suficiente en ella como para adivinar sus sentimientos, lo que quiere decir que no le importa del todo. Eso la mata.
Caminan despreocupados. Como hermanos, pero eso para ella no es suficiente. Hace tiempo que la calidez de la amistad fue poco para ella, que deseaba que él la mirara con otros ojos.
No podía arriesgarse.
Temía perder su amistad.
Temía al rechazo de su mejor amigo.
Temía a causarle más dolor, eso era lo que más le preocupaba. Temor a que él sufriera más de lo que sufrió. Porque ella estaba convencida de que seguía enamorado de aquella chica.
Pero todo empeoró el día en que las malas lenguas comenzaron a hablar.
Rumores malignos, que eran toda una proyección de los deseos de ella.
Comenzaron a decir de su noviazgo.
Él odiaba aquellos rumores. Ella anhelaba que fueran reales.
Pero seguían siendo amigos, y ella seguía ocultando sus sentimientos, ahora más que nunca.
El tiempo pasó, los relojes continuaron y ella en su silencio.
Y un día, él la miró con otros ojos, abiertos ya, y miró, viendo a la persona que había tenido tanto tiempo al lado.
Para ese momento, sus lágrimas ya se habían secado, y había resignado su dolor a una simple nostalgia que en ocasiones, en puestas de sol particularmente hermosas o una poesía especialmente dulce, le formaba un nudo en la garganta por ese amor no profesado.
Pero su amor seguía intacto. Había madurado, y ellos seguían siendo mejores amigos. Nada había cambiado entre los dos.
Y cuando por fin se atrevieron, en las pupilas de él se reflejó por un instante la sombra del niño que fue hace años, y en los labios de ella se dibuja una tenue sonrisa.
Cuánto tiempo. Meses, años...¿Qué importa la decisión de un mecanismo? El amor no conoce relojes.
Por sus labios se rozaron, y provocó sonrojo entre ellos, como niños. Por eso tartamudeaon, como niños. Y su amor fue tan puro como la inocencia de un infante.
El tiempo transformó la amistad, en amor.
Y los dos, inmortales, como niños, unieron sus labios una vez más, mientras un reloj de pulsera yacía ensangrentado en un rincón, sin que nadie se preocupara por él.
Odio...
Dicen que el odio es lo opuesto al amor, dicen que aquel que odia lo hace porque nunca ha conocido el amor. Pues bien, eso es falso. El odio es, simplemente, amor corrupto, podrido, roto, destrozado y asesinado con frialdad. El odio no es la inexistencia del amor, es la ausencia de éste.
Yo te odié cuando ya no pude amarte. Cuando la realidad se colocó ante mí y no tuve más remedio que mirar. Aunque no puedo echarte la culpa de nada, o al menos, de casi nada. No te conocía, no había tenido conversación alguna contigo. Si la hubiera tenido sabría que eres muy distinto a la persona que yo forjé en mi imaginación. Una personalidad inmaculada, con sólo un defecto ínfimo, la timidez. Y ése ser perfecto que yo formé no eras tú. Pero sí tienes la culpa de romper mi anhelo, quebrar mi ilusión y mi esperanza con esas duras palabras. ¿Por qué habías de hablarme con crudeza si yo jamás te ofendí? No te hablé por miedo, y ahora me alegro de no haberlo hecho. Aunque también he de agradecerte lo que hiciste, pues logré ver mi propia ceguera. Te lo agradezco, porque encontré a otra persona, más importante de lo que tú fuiste. Y ahora sé que el amor no debe ser doloroso, incluso cuando no es correspondido. En ocasiones sí duele, pero cuando además es amistad, se trata del soplo de la brisa de verano. Te agradezco que te fueras de mi corazón sin despedirte para que otro entrara, pero a pesar de todo te odio.
Gracias, y me complace decirte que no te olvidaré. Te mantendré vivo en mi recuerdo para no caer en el mismo error, pero por encima de todo, para odiarte tanto como te odié aquel día.Te recomendamos Blog sobre música Rock
Llueve, y cada gota de lluvia es otra lágrima en mi mejilla. Cada letra que escribo es un suspiro que anhelo, y cada suspiro que lancé por ti es un grano de arena en el desierto. La insondable profundidad de tu mirada, que esconde el secreto del cosmos. Y en tus pupilas leo el infinito. Incontables son tus miradas, imposible desentrañar el secreto que esconde tu enigmática sonrisa.
No puedo comprender por qué ella no se atreve, siendo su mejor amigo. Una incógnita indescifrable.
Incomprensible el temor a su negativa, siendo almas gemelas, ángeles oscuros. Como una ecuación compuesta sólo de variables.
Carece de números esta algebraica expresión. Objetos imposibles, la pescadilla que se muerde la cola. No puede descifrarse esta operación, ¿Cómo despejo la incógnita de tu mirar? No conozco método con el que decirte que te amo. Problema sin solución, dos más dos igual a cinco. Explícame de nuevo la lección, pues no comprenderé nunca la matemática del amor. Llévame de la mano por los caminos de la geometría, y déjame dibujar corazones con compás en tu espalda. No hay decimales en tus operaciones, ni restos en la división de tus besos. Todos me los ofreces, sin repartir.
Por eso anhelo que llegue la hora de matemáticas, para perderme en las cuentas de tus ojos, en las incógnitas de tus sonrisas y sentir tus besos, que en mi corazón se multiplican y elevan a la n.
Te necesito a mi lado, ¿Dónde estás? No puedo verte, será que estás demasiado lejos, tan lejos de mí. ¿De qué sirve quererte? Debí aprender antes que no se ama si no se sufre...y yo te amo demasado. Te necesito y no te tengo, y nunca te tendré. Las cotorras y los buitres graznan a mi lado, pero yo no les escucho. Sólo oigo esos secos saludos que me diriges..sé que no te importo y nunca te importaré. Por eso te escribo, porque nunca sabrás...te regalo unas palabras que siempre ignorarás. Tu mirada, fría y homicida me atraviesa como un horrible puñal. Compartimos una letra, y sé que es lo único que compartiremos. Escondo y atesoro cada desganada mirada que me regalas. ¿Por qué no lo consigo? ¿Por qué el olvido no está aquí cuando se le llama? Otros, más valientes, lo logran...se enfrentan a su amor. Pero yo, en la triste cobardía de un animal moribundo que lucha por huir, no lograré nada.
Por eso te escribo, porque nunca lo sabrás, porque ya no me consuela romper a llorar. Sólo quiero decirte que te amo, aunque no vayas a saberlo, aunque los demás hablen.
Te escribo porque te necesito.
Tiempos oscuros, épocas post-apocalipsis. Espacios de tiempo en los cuales el dolor, la oscuridad y la sangre lo cubren todo, formando un monótono cuadro macabro.
Todos tenemos nuestros días grises.
Amaneceres tan fríos y tan tristes, que piensas que más te valiera no haberte levantado. Pero por alguna razón desconocida, el ser humano es impulsado a comenzar un día, que sabe que va a ir mal.
Pero cuando no se trata de un solo día, las cosas se complican. Pongamos tres ejemplos.
Ejemplo número uno. Una chica, llamémosla A, lleva largo tiempo enamorada de alguien....
son amigos. Pero un día, al salir de una actividad...lo vio. Y vio lo que nadie nunca quisiera ver, justo el día que las vacaciones de Navidad comenzaban. Al amor de su vida en brazos de otra.
Ella se consoló plasmando su dolor en canciones, tristes, melancólicas y hermosas. Dulces como su sentimiento, pero la imagen de ellos dos no salía de su cabeza. Unas vaciones de Navidad tristes, oscuras y plagadas de lágrimas. Pero su tiempo oscuro pasó, y su relación mejoró.
Ejemplo número dos, B. Una joven enamorada de su mejor amigo, quien no le hace el caso que ella desearía. Más bien parece que la ignora, tratándola como si fuera translúcida. Pero B no pierde la esperanza, o quizá no se percata, y mantiene su sonrisa y su esfuerzo por atraer su atención. Lucha por una mirada un poco más tierna, un susurro en el oído, una sonrisa dulce.
Aunque, como todo, su tiempo oscuro pasó, y su relación mejoró.
Ejemplo número tres, C. Alguien que cometió el error de enamorarse de una persona por su físico, ya que el joven no le permitió a C conocerle más a fondo. Mas ella se volvió a enamorar, esta vez de alguien oscuro, pero tierno. Un joven que protegía su interior con una coraza...y la desesperación de ella afloró.
No pudo evitar llorar. No pudo impedir hundirse.
Pero su tiempo oscuro pasó, y...¿Su relación mejoró? No lo sé...porque esa joven soy yo.
Dolor...gélidas agujas que se clavan. Flechas envenenadas, palabras conjuradas, miradas oscuras, odio maldito.
El amargo saber que no estarás cuando te necesite. Que sólo puedo pensarte, y apenas recordarte, el universo de tus ojos...la frialdad de tu indiferencia. No es que no me veas, es que no te importo. Y eso, duele más que nada para mí.
Un par de palabras, no más.
Sobre temas que ya no me importa saber cuáles eran.
Pero nunca sobre nosotros.
Nunca tú y yo. Tú por tu lado, yo, por el mío.
¿Por qué me apartas de tu lado con un ambiguo gruñido?
Quiero importarte...quiero ser alguien para ti. Tener un espacio, sólo para mí, en tu recuerdo.
Y no ser sólo la amiga de tu amiga. No ser una conocida.
Quiero ser alguien para ti. Quiero que me mires, por una vez.
Pero con desearlo no basta, ¿Cierto?
He de esforzarme, pero no sé cómo hacerlo.
Quiero. Necesito tu ayuda, pero tú no te fijas, como siempre.
Quizá porque no te importa. Quizá porque lo disimulas muy bien.
Pero líbrame de este dolor...es lo único que te pido. Sálvame de líos, cúrame de infiernos, devuélveme lo que era mío al menos...
Sólo te pido que me libres de este veneno. Sácame la flecha. Así podré olvidarte, pero, te necesito, y siempre te necesitaré, aunque no te importe.
Porque el amor más puro es el no correspondido...mentira.
El tiempo pone a cada uno en su lugar, ¿No?
Pero sé que mi lugar está a tu lado, aunque no te hayas dado cuenta. O quizá no.
Aunque, por algo será pues, a tu lado, el dolor se desvanece. Como si nunca hubiera existido.
Por eso, te necesito. Porque provocas y curas mi dolor.
Me haces sufrir, y todo por nada.
Maldito.
No te importo, no te has dado cuenta de que te amo.
Condenado.
Y apenas me miras...quiero que me mires. ¡MÍRAME!.
Tanto dolor, y ni siquiera te fijas. Me duele tanto...me duele y te amo.
Bastardo.
¡Líbrame del dolor! Quítame este dolor...
Por favor.
Una lágrima se pierde en el mar de sus ojos.
Tantas ha derramado que no importa una más.
Sus ojos, desteñidos por tanta sal, adoptaron hace tiempo el brillo gris de aquellos que han perdido su ilusión. Sabe que es difícil, por eso, queda estancada en su lugar.
Ahogándose en su propio llanto, sigue aferrándose al recuerdo de esa serpiente que le causó ese dolor.
Sé que es arduo el trabajo si estás solo...
Pero eres una sombra de lo que fuiste.
Quiero que vuelvas, te echo de menos.
¿Dónde estás? Tu corazón, roto y cuarteado, pegado con cinta adhesiva, se empeña en seguir con él. A pesar de que su mirada es como veneno que te está pudriendo las venas.
Vuelve a sonreír. Vuelve a ser tú.
Deja de contar los segundos pasados desde su marcha, deja de arrancar pétalos de margaritas marchitas, deja de suspirar por alguien que no merece tus lágrimas.
No mires atrás, da la espalda a esa serpiente y olvida su recuerdo.
Abre los ojos y comienza a caminar.
Porque no estás sola.
Pero vuelve a ser tú, deja de ser ese fantasma que se pasea con tu rostro.
Te echo de menos, aunque no te hayas ido.
Vuelve.
VUELVE.
Deja de torturarte con el recuerdo de alguien que no supo apreciarte.
Vendrán tiempos mejores, eso puedo jurarlo.
Pero quiero ver de nuevo tu sonrisa, y tus ojos sin esas malditas lágrimas.
Ya olvidé cómo sonaba tu risa, y tus bromas parecen cosa del pasado.
Vuelve a ser tú, y te prometo que todo terminará bien.
Vestigios del mundanal ruido que ahora taladra mis oídos.
El sonido del tráfico, monstruos metálicos de la era contemporánea, se empeñan con sus crueles bocinazos en destripar mi concentración. Y sólo deseo huir de las miradas ávidas desprovistas de sentir, mientras la lluvia púrpura ahoga un grito que no saldrá de una atmósfera rota por el hedor del dinero.
Deseo, por un momento, padecer la negrura absoluta del ciego que no ha de observar el mundo deshaciéndose bajo la atenta mirada de los altos cargos de un patético gobierno.
Anhelo el silencio y quietud del sordo, que no oye los alaridos de terror de un niño soldado, de la mujer apaleada por aquel que juró ser su amado, el horrible sonido de los huesos al quebrarse, las ilusiones al perderse y los sueños al morir.
Seres como maniquíes de corazón hojalatada, en sus miradas frías se lee la "D" de dinero.
Pocas almas libres se salvaron de la revolución.
Y todas ellas pasean por las tierras de Caronte y el Hades. Gandhi, Teresa de Calcuta, Martin Luther King...
¿Qué queda a la raza humana?
Quiero huir a un horizonte sin que nadie me vea.
Un mundo diferente que no hallaremos en el espacio. El hombre enfrió su corazón y congelará por igual la tierra que pise.
Escapar al silencio y a la soledad...¿Quién te puede decir que no eres uno más?
Niñas cuyas mentes envenadas las convierten en esclavas fanáticas de modelos falsos, esqueléticas apasionadas por trapos que cubren su vergüenza.
Jóvenes que se ahogan en una botella, y el filo de las navajas bajo la luz de las sirenas policiales se refleja en sus ojos muertos.
Adultos que como marionetas repiten sus movimientos, deseando lo peor para sus congéneres y devanando sus pobres sesos para ascender en el escalafón de una sociedad hipócrita.
Quiero llegar a la oscuridad más profunda y al silencio más absoluto. Lo único que quiero en no convertirme en uno de ellos.
Antes que ser otro peón del juego, iré donde nadie pueda encontrarme.
Lejos de cualquier ser.
Escapar de esta jaula y volar libre...
Allí donde no podáis encontrarme.
Encontré el lugar idóneo, donde no podéis entrar.
Aquí, a salvo.
En lo más profundo, oscuro, silencioso y recóndito de mí.
A pesar del tiempo pasado...
A pesar de que juré odiarte.
A pesar de todo, tus ojos azules y profundos siguen anclados en mí. Y a pesar de todas mis promesas, no quiero sacarlos de ahí. Te mantengo vivo en mi recuerdo, y ya no te enveneno con odio. ¿Qué culpa tienes de tener rostro de ángel?
Espíritu, intangible e invisible. Excepto para mí.
Te paseas lentamente, con tu mirada azulada perdida en el tiempo.
Tu alrededor oscurecido, nadie se fija en ti, ni tú en ellos. Como si no existieras y sólo fueras producto de mi imaginación retorcida.
Nuestras miradas se encuentran, y al instante sé que eres real. Cual sombra de invierno, tenue y de movimientos suaves.
A veces pienso que, si pasara por tu lado, no podría rozarte. Que mis manos, ansiosas de rozar aunque fuera por equivocación tu blanquecina piel, te traspasarían. Y sé que no podría soportarlo.
Tanto tiempo te odié...alimenté mi odio contigo más tiempo del que recuerdo.
No sé qué sentimiento hacia ti fue más profundo, si el amor o el odio.
Pero sé que estás muy presente dentro de mí, para bien o para mal.
Niego seguir recordándote. Pero yo nunca supe disimular, y mi mirada busca cada vez más la tuya.
Fantasma, te llamo.
Fantasma persistente, como un poltergeist, que lo arrasas todo en mí a tu paso.
Duende de azulados ojos...¿Por qué me elegiste a mí?
Quizá quieras ser libre.
Y quizá quiera ser libre a tu lado.
Pero otro amor me ata al infierno de mi paraíso, con El Que Camina en la Noche.
Ángel o demonio, extendido tópico y nunca más acertado.
Nadie conoce lo que entraña mi ser.
Mis manos ansían tocarte, espíritu, pero tú te alejas con suavidad.
Y no estoy segura, pudo ser la luz, la ausencia de ésta o mi podrida imaginación.
Pero creí ver una tenue sonrisa antes de que te fundieras con la luz del amanecer.
Una última lágrima dejo caer de mi ojos, que se pierde en la distancia.
Ya ha volado tu recuerdo, hermoso fantasma, y con él mi odio. Dulce nostalgia hacia ti, y me vuelvo de nuevo al Infierno.
La congoja de la duda nunca volará libre.
Porque siempre estarás en mi recuerdo.
Te dedico esto, fantasma, para que sepas que ya no te odio.
¿Me atrevo a susurrar que te quiero?
Me encuentro lejos en este momento.
En el mismo sitio de todos los días
no pueden comprender cómo me siento
bajo esta frágil máscara de alegrías.
Soledad en la muchedumbre.
Rostros grises, que no entienden.
Seres sin rostro, y no comprenden
Me niego a más mansedumbre.
Las voces de los demás abruman
siempre bajo esta extraña luz oscura.
Supuestos amigos observan fríamente
el foco de este maldito dolor demente.
Quisiera ser para ti , gran sobresaliente,
pero en tu película sólo soy triste figurante.
En tu rostro veo inspiración, en tus ojos, arte.
¿Qué daría por tan sólo poder hablarte?
Nos separan unos años, un absurdo calendario.
Nada más que por sus páginas vivo este calvario.
Me despido en este extraño y sangriento Valentín.
Quedamos por la noche y no sé qué vestir.
¿Qué prefieres? Déjame sondear por hoy tu mente
rnniegas con suavidad, y permaneces indiferente.
rnEstas ideas cruzan mi mente, sólo mentiras.
Imágenes que creo dentro de mí
para aguantar en tus partidas.
Esas en que no estás, y creo morir.
Tus manos, hermosas y cortantes, manos de papel huella que no existe y no llega nunca a desaparecer. Mirada minuciosa que me perfila con martillo y dintel Señor Oscuro, de entre las tinieblas vuelves a emerger.
rnPasan las horas y los días, eternos, pero aun así te espero
como aquella vez, dormida ante la puerta del Infierno.
Paseo por la oscuridad - Fanfics de Harry Potter
Entre las sombras, una figura se desliza en silencio. Aun en la quietud y la oscuridad, se advierte un alma viva. Unos ojos refulgen con decisión, y un brillo
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2024-11-10

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