Desde la pluma de: ¿Por qué no te casaste con tío Harry?
Disclaimer. Todos los personajes (excepto los no conocidos) pertenecen a JK Rowling. De no ser así, no tendría que pensar en buscar trabajo para ayudarme a cubrir mis gastos. Y como en mi cabeza está este cerebro lleno de estos locos pensamientos que saco escribiendo, pues no hace falta añadir que la historia me pertenece. :P.
"A veces la locura saca lo mejor de nosotros mismos"
a thought of mine...
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Introducción"
*****
Así era ella.
Ya llevaba algunos años viviendo en Australia. Para cuando finalizó la guerra, ella esperaba ser felíz pero las cosas no siempre resultan como quisieramos. No pasó una semana de terminar la guerra, que él rompió toda relación que mantenía con Ginny Weasley y desapareció de la vida de todos, aún de la vida de ella, de su mejor amiga. Y ella esperó, pensando que él estaría con ella siempre como ella lo estuvo con él. Pero reconociendo que sus deseos no pasaban de los límites de meros sueños, decidió salir de Londres y nunca, se prometió, nunca regresaría. Ya habían pasado cinco años de haber tomado esta decisión.
Cinco años antes.
En un restaurante mágico muy sencillo de color beige y con mesas de plástico, que por fuera parecía una antigua carnicería cerrada a vista de muggles y muy cerca del callejón Diagon, una pareja bastante joven estaba sentada en un rincón conversando tranquilamente. El muchacho de unos veinte años apróximadamente, traía puesta una capa de viaje bastante descuidada, su cabello rojo intenso era lo que llamaba la atención de su persona. Frente a él, estaba una chica rubia de aspecto algo chiflado, probablemente debido a sus aretes de rábano y su collar de corchos. Pero si alguien les miraba o no, era algo que los tenía sin cuidado. Sobre lo que estaban hablando era más importante que lo que alguien pudiera pensar de ellos.
- Me voy Luna - informó el joven de ojos azules a la chica que estaba con él a la mesa.
- ¿Es por ella cierto?- Luna Lovegood tomaba el te de una simpática taza de color hueso, mientras escuchaba a su amigo pelirrojo. Normalmente la infusión que ella prefería era preparada con algunas hierbas que crecían en las faldas de la colina donde vivía, pero en ese restaurante solamente tenían sabores como manzanilla y yerbabuena. Ella no entendía porque el nombre si de bueno no tenía nada, sus hierbas eran mil veces mejores.
- Sabes que si, aun no entiendo porque no quiso despedirse de mi - el muchacho tenía una taza frente a él que no había siquiera hecho el intento por endulzar el contenido. Miraba a su amiga buscando alguna explicación.
- Talvez porque sabía que intentarías a toda costa hacerla cambiar de opinión y obviamente ella no lo permitiría. - Explicó la chica rubia deseando haber pedido algo mas normal como hidromiel con frutillas.
- Y no se equivocó, pero lo que me duele es que no hay duda de que fue por él, siempre por él - exclamó el joven dando un suspiro mientras giraba el pequeño salero que estaba en la mesa.
- Si fue o no, a mí no me corresponde decirte, fue su decisión y como buena amiga la apoyé - dijo la chica mirando con curiosidad al hombre que acababa de entrar al restaurante, pues aunque hacía bastante frío afuera, el señor llevaba puestas unas bermudas verde pistache. Le gustaba mucho ese color.
- Al menos pudes decirme a dónde se fue - habló de nueva cuenta el pelirrojo haciendo que la chica le prestara atención nuevamente.
- No puedo - respondió negando con la cabeza- se lo prometí, Hermione sabía que intentarías dar con ella.
- Pero solo para prometerle amor eterno - volvió a suspirar el chico lamentando su suerte y renuencia a no haberselo hecho saber antes - ahora, debo dejar mis recuerdos, seguir adelante y confiar en que ocurrirá el día en que volvamos a encontrarnos y tenga mi oportunidad. - Habló casi para sí mismo el muchacho, tomaría el ejemplo de sus amigos, era momento de madurar y encontrarse a sí mismo. Ver hasta donde podía llegar, pues siendo el varón más joven de los chicos Weasley, sus limitaciones sobrepasaron sus alcances.
- ¿y a donde irás Ronald? - prestó toda su atención a su amigo decidiendo que era más interesante que el hombre en bermudas verdes.
- A donde empieza el fin del mundo antaño - dijo lleno de súbita inspiración el pelirrojo, aunque ya tenía su ticket comprado.
- ¿A China? - preguntó la inteligente muchacha con las cejas alzadas, algo que a Ron le recordó de nuevo a Hermione- ¡pero no hablas el idioma! - casi gritó la chica Lovegood haciendo que ahora el hombre en verdes bermudas la viera con interés.
- Pero se que es suficientemente lejos de aquí para no recordar. Para no recordarla a ella, mi avión sale en cinco horas, ¿irás a despedirme amiga Luna? - habló el chico con la cara roja por la atención que había llamado su amiga.
- Sabes que si, ¿pero porqué no viajar en un traslador?, es un millón veces mas rápido - los grandes ojos de Luna mostraban la duda que sentía por su amigo pelirrojo, ¡caray!, si empezaba su viaje con cachivaches muggles, ¡eso no era una buena señal!. Y decidió que ella no entendería al muchacho nunca.
- He decidido buscar una vida muggle - explicó Ronald Weasley - el mundo mágico ya no tiene nada que ofrecerme- levantándose, tomó unas monedas doradas que encontró en su bolsillo y las dejó sobre la mesa terminando de un solo trago su taza de té - nos vemos Luna - se limpió la boca con su brazo derecho listo para marcharse- tengo que despedirme de mamá- y con un plin desapareció.
- No entiendo porque todos se están llendo.
*****
No esperaba que mi vida tomaría un curso tan diferente al que tomaron mis padres, primero ambos mortífagos por poder y después por temor yo mismo. Pero el tiempo puede cambiar y talvez hasta perdonar nuestros errores. Así sucedió conmigo. Porque el arrepentimiento y el reconocer un sentimiento que pareciera imposible, cambian el corazón de un hombre frío, al corazón de un hombre enamorado. Enamorado de alguien que está en otro nivel en la escala del linaje de sangre. Enamorado de alguien bueno, cuando tú eres alguien malo. ¡Vaya!, ¡simplemente enamorado!.
Ya reformado y expiadas mis culpas decidí viajar, pues si bien que no contaba ya con la mitad de mi fortuna, bien sabía trabajar la otra mitad. Invertí en el mundo y el mundo me hizo rico. Sabiendo que ella vivía entre muggles, entre muggles invertí y los muggles, ¿quién lo diría? me hicieron más rico aún. Ahora después de estos años sigo viajando. Talvez algun día el tiempo decida darme nuevamente otra oportundad y la encuentre. Por ahora compre un piso en Sydney porque estamos abriendo mercado hacia Australia. ¡Qué acento tan extraño tienen estos australianos!
DM.
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"Cuando la soledad aburre el abatimiento llega"
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Así es la Vida"
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Al dia de hoy...
- ¡Al fin llueve en Sydney! No lo creí posible. - Una joven de unos veinticinco años se asomaba por la ventanilla de tren que la llevaba a la ciudad donde trabajaba. - De mediana estatura, bonita figura y cabello alborotado se hablaba a sí misma, hoy era su primer día como supervisora de Fashion Magazine - ¿Quién iba a imaginar que terminaría trabajando para una revista de modas? ¡Cómo se reirían de esto! - algo de nostalgia la invadió después de cinco años de haber abandonado Londres. Pero no era momento de pensar en el pasado que había dejado atrás, valiente debía seguir con su vida, no por nada había sido toda una Gryffindor. Tras una hora de largo trayecto en tren y diez minutos de caminata llegó a la nueva oficina donde trabajaría apartir de hoy.
- ¡Bienvenida Hermione! - una hermosa mujer vestida en un ajustado traje chanel recibía a Hermione Granger. Era Samantha Ashes la directora de la revista- Sabía que lo lograrías, esta joven es tu nueva asistente - dijo presentando a una mujer joven de veintidos años que parecía algo despistada - es... olvide tu nombre... - Samantha era una mujer a la que parecía la habían obedecido toda su vida además de alta, rubia y elegante.
- Marianne, señorita - pero Samantha la ignoró, mientras Hermione solo alcanzaba a darle una ligera sonrisa, de seguro estaba mas nerviosa que ella.
- Cierto, como sea, ven Hermione, debemos hablar puntos importantes ya tendrás tiempo de familiarizarte -mientras hablaba caminaron a su oficina- sientate, esto es muy delicado, solo lo estoy tratando con unas cuantas personas. Es tu primer día como supervisora y debes estar al tanto... bien - tomo aire tranquilizandose a sí misma- en unos dias tomará lugar el nuevo propietario de Fashion Magazine
- ¿Qué? Pero... ¿porqué no se ha informado de esto a los empleados?
- Por ordenes del nuevo propietario, de hecho estará tambien tomando el Sydney Herald y sus diversas ramificaciones de comunicaciones, es un hombre muy rico, y debo decirlo, muy apuesto -añadió Samantha sin la risita tonta que harían otras mujeres refiriéndose a un atractivo hombre-Prefiere que la administracion sea la misma pero deseará estar en algunas reuniones y la próxima junta es el viernes, necesito que la edición del próximo mes esté completamente lista a mas tardar en tres días apartir de hoy.
- Para el miércoles
- El miércoles, reviso el jueves y el viernes antes de la junta confirmo tu trabajo. ¿Crees poder tenerla Hermione? -interrogó una muy preocupada Samantha en un tono de si no lo haces puedo despedirte sin pensarlo. -Aun no sabemos como reaccionará el nuevo accionista mayoritario.
- Por supuesto, por nada obtuve el puesto -dijo la castaña antes de tener la oportunidad de que su jefa le ofreciera tomar asiento y muy segura de sí misma- No se preocupe será la mejor edición que haya visto nunca.
*****
- Lo es... definitivamente lo es Hermione, eres el tercer mejor descubrimiento que he hecho - Samantha Ashes tenía un rostro de definitiva satisfacción sentada en el fino sofá de su oficina que por cierto olía a cigarrillo.
- ¿Si? ¿Entonces cuáles fueron los dos primeros? - preguntó curiosa la castaña Hermione.
- Yo Misma y Coco Chanel... bien - añadió mirando su reloj- el dueño llega en cinco minutos, vayamos a la sala de juntas - La mencionada sala de juntas era amplia y bien decorada con la sobriedad necesaria e iluminación suficiente. Los doce principales de la editorial estaban reunidos, Hermione acababa de tomar asiento cuando todos se pusieron de pie, acababa de llegar el dueño que dejó sin habla y muy alterada a Hermione Granger.
- Buenos días es un placer para mí estar aquí con ustedes, soy Draco Malfoy, nuevo accionista mayoritario, empiezen la reunión, como si yo no estuviera - Diciendo esto el rubio ex-compañero del colegio, Draco Malfoy tomó asiento y se puso a observar a los asistentes, sintió un hueco en el estómago cuando la vió, tan sublime y natural como siempre la siguió soñando... Hermione Granger, aún mas hermosa de lo que lograba recordarla, sintió un placentero movimiento en su interior.
En cambio ella se sintió tensa, ¿Malfoy? ¿el inmerecido entre muggles? No podía ser, lo último que supo de él fue que terminó en un reformatorio mágico alegando que fue mortífago por temor, que fácil se olvidaban las cosas, aún así para trabajar con seres no mágicos y aun sonreírles sinceramente era por algo. Dos horas después de la reunión donde se hablaron temas que el rubio no quiso prestar atención, Malfoy despidió a algunos estrechándoles la mano, al saludar a Samantha lanzó una rápida mirada a Hermione que se acercaba a la puerta para salir y Samantha, perspicaz y aguda como era la llamó.
-¡Herm querida! ven un momento por favor, Señor Malfoy, permítame presentarle a una de nuestras mas jovenes y valiosas editoras, ella misma se encargo de terminar el ejemplar del siguiente mes, ella es Hermione Granger.
-Un placer - delicadamente tomó una de sus manos y añadió como si no la conociera - Estaré al tanto de su trabajo, señorita Granger, talvez debamos quedar para entendernos - un brillo extraño que consterno a Hermione la puso alerta. Y como estando frente a Samantha no podía decir nada, se controló y respondió lo más calmadamente que pudo.
-Lo mismo digo- y soltándose añadió- me excuso, tengo cosas que hacer - y lo mas segura que pudo salió tranquilamente sin darse cuenta que el hombre la veía con complacencia.
*****
-¡Expelliarmus! - El joven Malfoy disparaba hechizos de diestra a siniestra en una habitación de entrenamiento, por la agilidad de sus movimientos, cualquiera que lo viera pensaría que era un auror bien entrenado y con el torso bien marcado, cualquier muggle pensaría que era un modelo practicando algun tipo de arte marcial - ¡Diantre! ¡Ya llevo un mes tratando con ella y no he podido invitarla a salir!
- Señor, debe ser porque tardó un poco en mostrarle que había cambiado señor- un elfo doméstico sostenía una toalla blanca y fina, mientras observaba a su amo entrenar.
-Si... al menos ya podemos hablar sin que me mire con rencor, ¡lo que no se es como sacarme a esa muggle de encima! - cansado, se acerco a su elfo para tomar la toalla y secar el sudor de su rostro.
- ¿Se refiere a Ashley Parker señor? - el elfo empezó a seguir a Draco a través de la sala hacia las duchas del sótano - Tal vez usted pueda darle calabazas saliendo con alguien mas señor y ...- el pequeño y entusiasta elfo se detuvo cuando el rubio paro de golpe.
-¡Es una gran idea Maccu! Veré como puedo salir con Granger y al mismo tiempo hacer que deje de molestarme aquella muggle.
-Tal vez señor, sería mejor si empieza a llamarla por su nombre señor y no por su apellido señor.
Pero Malfoy ya no escuchaba, giraba la manija de la regadera.
*****
-¡¿Hacer qué?! - Hermione Granger no creía lo que le pedía su jefa directa Samantha Ashes
- ¡Vamos, Hermione! Es solo una reunión de caridad y si el Señor Malfoy pidió que fueras tú fue porque eres la más astuta en esto, ¡es necesario por el bien de la empresa!
- ¿Pero porque yo? ¡Puede ir con cualquier otra!- Mientras Hermione hacía pucheros Samantha giraba los ojos,
- ¡Por favor, Hermione!, es el nuevo dueño, ¡no queremos exasperarlo!. Irás y lucirás exquisita. -dijo la estirada rubia con el tono que dejaba claro quien era la que daba las ordenes.
-¿Exquisita? - La castaña tenía una mueca parecida a una sonrisa burlona en el rostro.
- Oui querida, exquisita, te arreglará la maquillista y como es un evento que debe dejar bien parada a la revista no tienes que usar una de esas ropas que tú llamas cómodas pero que...
-Que sabes que son de mal gusto- Hermione completó la frase que tantas veces Samantha le había dicho. ¡No podía creerlo! ¿Porqué Malfoy la pidií a ella?, estaba bien que ya habia aceptado que el rubio había cambiado, que era mejor persona que antes, que ya no la despreciaba y estaba arrepentido, pero él podía ir con cualquier mujer que se propusiera, ¿porque ella? No le dió tiempo de responderse, Samantha habló de nuevo.
-Bien, ya que esta todo acordado, me retiro, nos vemos mañana en la noche en la fiesta
-¿Fiesta? ¿No que era reunión de caridad?
- ¡Querida! ¡No me preguntes a mí! Pero bueno niña, que las reuniones de caridad entre gente tan adinerada son fiestas elegantes- exclamó Samantha encendiendo un cigarrillo ignorando el gesto de la chica de ojos chocolate.
- ¿Y porqué no vas tú con él? Tú estás a la altura de esos eventos - recalcó la chica sin darse por vencida.
-¡Hermione! Iré con el Señor Morrison y como el Señor Malfoy no quiere quedar mal llendo solo, pues me pidió un favor que con gusto cumpliré y además -contraataco al ver que la castaña abría la boca para alegar - y además en esas reuniones se escuchan muchos rumores que es necesario saber, tú eres muy lista y podrás recordar las cosas importantes, así que irás con él.
-¡Ir conmigo! ¡Ni siquiera me lo pidió él! - Al escucharse decir esto en voz alta, Hermione empezó a pensar en su oculta atracción hacia Draco Malfoy que para ella se hacía mas evidente. ¿Sería posible que esta fuera la razón de su indignación?, pero nuevamente sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Samantha. Si no fuera su jefa ya le hubiera hechado una maldición encima.
-No es necesario que vengas, enviaré a la maquillista a tu casa y una limousina pasará a recogerte, debes saber que la reunión saldrá en algunas revistas importantes incluyendo la nuestra, nos vemos mañana Hermione, has de lucir perfecta- Y sin más salió de la oficina de Hermione zanjando el asunto y dejándola sola con sus pensamientos.
*****
El momento había llegado. La maquillista arrivó a la casa de Hermione en taxi, seguramente por orden de Samantha ya que tomar un taxi desde la ciudad hasta los suburbios solía ser carísimo. La limousine pasaría por Hermione a las siete en punto. Marietta (La maquillista) llegó a las cuatro y media. Lo único que sorprendio a Hermione fue que a las cinco apróximadamente, cuando ella estaba terminando la ducha, llegó por mensajería un gran paquete que contenía un hermoso vestido de noche con los accesorios necesarios.
Marietta empezó a maquillarla, y despues a peinarla, como había dicho Samantha, había de lucir perfecta. Pasó rápidamente el tiempo, tan rápidamente, que a las ocho y veinte tocaron a la puerta. Pero como siempre y como nunca (Porque aún la mejor administradora de su tiempo cuando se trata de estos eventos tarde se le hace) Hermione ya estaba lista, delicadamente subió a la limousina y sintió algo de decepción en su pecho, decepción que intentó ocultar ya que posiblemente era decepción por no ver al rubio esperándola en el auto.
*****
Un atractivo hombre de unos veintiséis años erguido perfectamente y costosamente vestido, se paseaba por el hall saludando conocidos, inclinando caballerosamente su cabeza y besando galante las manos de las damas que conocía o que pedían conocerle, y quien no quería, siendo alto, de cabello rubio platinado algo obscurecido por el sol pero perfectamente peinado, lo suficientemente bronceado, una espalda ancha y masculina como la de un buen nadador, hermosa sonrisa y dientes perfectos, todo tan contrastante con sus fríos y calculadores ojos grises, que podrían hacer temblar al más valiente y derretir a la mujer mas cotizada.
Empezaba a impacientarse. Él estaba como siempre puntual a las ocho de la noche, un aclamado programa de televisión transmitiría el evento en vivo, la gente más rica del planeta se reunía esa noche para donar cantidades desorbitantes de dinero para ayudar a contrarrestar el cambio climático, no dudaba que hubiera algún otro mago por ahí, ellos se movían en todos los niveles sociales. Cuando llegó al evento esperó verla prontamente, pero no estaba ahí. Personas importantes continuaban llegando, algunas armando escándalo. A las nueve comenzaría oficialmente el evento que sería a puertas cerradas, en un momento dado vió como una limousina se estacionaba donde bajaban las personalidades mas discretas que no querían salir en televisión y ahí alcanzó a ver una cabellera castaña perfectamente peinada. ¡Cielos! él sabía que era ella, pero no tuvo tiempo de comprobarlo, una guapa periodista se acercó a el rubio con un camarógrafo y empezó a entrevistarlo, cuando terminó ella ya no estaba y él tuvo que entrar solo.
Posteriormente, una vez echos los donativos donde él fue de las personas mas envidiadas, pasaron al salón, ¡vaya! ¡él si que estaba impaciente por encontrarse ya adentro!. Todo era casi perfecto, las luces, el buffet, la música, las personas, el ambiente en general. Sabía que ella aún no entraba, ¿o sería que lo estaba evadiendo? Una ligera mueca se le dibujó en su rostro cuando se le ocurrió esta posibilidad, con más ahiníco empezó a dar vueltas por el lugar cuidándose de alejarse lo suficiente de Ashley Parker, pero se topó con Samantha.
-Buenas noches, Señor Malfoy, ¿está usted disfrutando la velada? - Samantha, a pesar de su edad, conservaba su esbelta figura.
-Buenas noches, Samantha, luces bellísima - respondió tomando su mano y besándola delicada y rápidamente - ¿Has visto a quien se supone es mi pareja esta noche? No me ha hecho gracia entrar solo.
-¡Oh! ¡Pero que equivocación!, ¡dije claramente a mi asistente que pasara el mensaje de que Hermione no necesitaría limousine a fin de cuentas! El auto pasaría primero por ella y después por usted, la despediré el lunes - La señorita Ashes era muy celosa de su deber.
- No es problema Samantha, deja a la chica su empleo, si bien se que es overseas, probablemente de nuestro idioma, ¿has visto a la señorita Granger? - esperaba no mostrar su impaciencia, pero para Samantha el gesto no pasó desapercibido.
- ¡Claro que la he visto! De hecho, Todos la han visto, hermoso vestido el que le envió, jóven Malfoy.
-Todos menos yo, con su permiso, Sam, iré a... por una copa.
- Adelante, y si desea verla la acabo de dejar cerca de la fuente de chocolate -mientras decía esto como un comentario cualquiera se alejó del rubio, mientras pensaba "Si tan solo yo fuera veinte años mas jóven!, quiero decir, diez mas jóven; ni que estuviera tan vieja".
Draco Malfoy sonrió para sus adentros, ¿tan transparente se había vuelto? Decidió que ya no le apetecía un copa, se encaminó a donde Hermione estaba. Al estar mas cerca, ya que tuvo que rodear el salón esquivando a los conocidos que podrían detenerle y distraerle, pudo ver en medio de un grupo de varones la caída del vestido que él mismo había elegido.
-Permiso- Fue algo necesario que hablara en voz alta, de esta forma un jóven de baja estatura le abrió paso en el círculo donde 4 caballeros mas se esforzaban por hacer reír a una joven castaña, Draco Malfoy no pudo menos que quedarse sin aliento.
Ahí estaba ella, sublime. Sonriendo a personas que no eran él. Y quiso empuñar la varita que estaba en su saco y hacerlos desaparecer. El vestido era un modelo únicamente diseñado, traído desde Milán, creado por el diseñador mágico del momento: André Lapourve, el mismo diseñador que hacía los vestidos de gala de su madre Narcissa. Era hermoso el vestido por si solo, pero ella lo hacía verse aún mejor, con un amplio escote en la espalda, sujeto solamente de un hombro, ceñido hasta el trasero y una arrebatadora caída que dejaba ver las delicadas sandalias en sus pequeños pies era la mas buscada por los hombres en la velada.
-¡Hola, Malfoy! - un joven de unos veintiocho años, cabello corto, grisáceo y ojos negros le hablaba- ¿Acaso estás haciendo fila como todos los normales de este mundo? - su voz arrogante era corriente comparada con la voz del rubio.
- Parker, creo que nadie conoce tan perfectamente como tú la palabra normales -Julie Parker era el hermano de esa chica Ashley Parker que tanto fastidiaba a Malfoy.
-Como sea, déjame enseñarte como se acerca uno a damas como esta -Con paso seguro se acercó a Hermione y tomando su mano dijo algo a su oído que la hizo sonreír y Draco no iba a permitir que Parker terminara con lo que tanto había esperado y planeado. Además un Malfoy nunca se queda atrás, rápido se acercó.
-Señorita Granger, es un placer para mí verla - ¡y vaya que lo era!, Draco Malfoy tragó saliva y dió un respiro antes de poder volver a hablar - No quisiera interrumpir tan interesante conversación con tan... perfecto caballero, pero ¿podría concederme este baile?
-¿Y cómo piensas sacarla a bailar Malfoy si no das dos pasos sin irte de bruces?
-¿Sigues aquí, Parker? ¿No se supone que deberías estar vigilando a tu arrastrada hermana para que no deshonre aún más el apellido? -Malfoy empezaba a hartarse de estos muggles.
-Draco, eso no ha sido muy amable - La suave voz de Hermione le cayó como dulce jarabe cuando tienes tos, Draco. ni siquiera ella sabía porque lo había llamado por su nombre, pero había decidido seguir el transcurso de tan mágica noche sin oponer resistencia.
-Lo siento, señorita Granger - Malfoy estaba tan absortó en la voz de la castaña que aún sus modales resultaban anticuados como se le habían enseñado.
- Bueno, Malfoy, a fin de toda esta sarta de tonterías- se hizo notar Parker -Dejémos que la señorita decida.
Y Hermione decidió. No sabía porque, pero al parecer la decisión fue tomada antes incluso de que ella respondiera o siquiera lo entendiera. ¿Qué era esto que tantos revoloteos le causaba? No sabía si era su fiera mirada, sus labios delgados, su naríz afilada, probablemente fue antes de ella misma llegar a ser. Y aunque ella lo ignoraba, esta decisión afectaría el rumbo de su vida, el rumbo de varias vidas. Pero lo que ahora importaba era el dejarse llevar.
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"El largo camino te hace pensar... o dormir, que aveces resulta en lo mismo"
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Y eso que no es un giratiempo"
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Un año antes*...
-Hermione... - En algun lugar de China, un agraciado y alto joven de cabello rojo suspiraba al tiempo que veía una fotografía, una de las pocas cosas que había llevado consigo.
Ya había pasado algún tiempo desde que hubiera abandonado Inglaterra, tal como Luna había prometido, había ido a despedirlo al aeropuerto internacional. Ahi también estuvieron los señores Weasley para desearle buenaventura a su hijo varón mas jóven, ellos no entendían el porque se iba, pero lo apoyaron incondicionalmente por más que Molly se lamentara.
Se encontraba en su pequeño departamento con tonos azúles sobre paredes descarapeladas, era notablemente el hogar de un jóven de unos veintiséis años. El lugar tenía muebles y aparatos eléctricos desgastados, frente a la puerta se encontraba un pasillo que conectaba la entrada con la cocina, y el baño. A la derecha de la puerta estaba una cama individual, un pequeño escritorio y un closet de tamaño mediano con acabados brillantes. Del lado izquierdo se podía apreciar un pequeño sofá para dos personas, una televisión y algunos libros y revistas tiradas en el suelo. No había mas que un teléfono colgado en la pared de lo que bien podría ser la sala de estar.
Un gritó desde afuera en el pasillo lo sacó de su ensueño.
- ¡Ronald!, ¡Ábre la puerta! ¡Es urgente lo que tengo que decirte! - un jóven de ojos rasgados aporreaba un puerta verde deslucida.
-Ya voy Yiang... ¡Diántre!, ¿Qué rayos sucede? - Ron maldecía internamente la interrupción de sus pensamientos. Aún así, tomó su tiempo para estirarse y ponerse una sudadera, levantándose de su cama, soñoliento, se encaminó para abrir la puerta. En cuanto lo hizo, el chico, evidentemente chino, entró al pequeño departamento agitándo un par de papeles rebosante de alegría.
-¡Tengo noticias! ¡Magnificas noticias amigo! -el joven chino parecía no caber en sí de la emoción, continuaba agitando los papeles al tiempo que daba vueltas por la habitación -¿Recuerdas el último concurso de incubadora de empresas al que entramos?.
-¡¿Como olvidarlo si es el único en el que aún no nos han dado calabazas?! ¡Invertí todo en ese último!- Ronald Weasley aún recordaba con amargura los intentos fracasados de obtener un crédito con tasa de interés de cero porciento ya que él estaba seguro de que su proyecto obtendría altos rendimientos en el corto plazo.
-Pues... ¡Vete despidiendo de Mr. Tzaoi que nos vamos a las grandes ligas mi amigo! - Los ojos rasgados de Yiang parecían más grandes de lo normal, algo probablemente debido a la emoción que sentía en ese momento.
-¿Qué quieres decir Yiang? - Los ojos azules de Ronald Weasley se abrieron de golpe en un gesto de entendimiento -¿Lo logramos Yiang? ¿Ganó nuestro proyecto? ¡¿Acáso puede ser verdad?! - Los rayos del sol de oriente entraban por la única y pequeña ventana del departamento que estaba en la pequeña cocina frente al fregadero.
-Un Tze nunca bromea con esto - Yiang se daba cierta importancia al decir su apellido - Tendrémos nuestro restaurante dentro de cuatro meses. ¡El mejor! Y si tiene éxito como predicen los números, los accionistas abrirán dos más en este año. ¡Lo lográmos Ron, lo lográmos! - Yiang, exhausto después de esta explosión de adrenalina, se tumbó sobre la cama y cerró los ojos soñador y sonriente.
-El castaño... ¡Al fin la vida vuelve a sonreírme! - El chico pelirrojo sentía un placer interno que no podía expresar con meras palabras. Sentía deseos de correr kilómetros y kilómetros hasta no sentir nada. Ahí, de pie entre la cama y la puerta sus esfuerzos le entregaban sus merecidos frutos.
Ronald Weasley había luchado como nunca cuando llegó a China, enfrentó problemas con el idioma, la cultura. Decidió trabajar en un restaurante, lavando trastos para ayudarse un poco con sus gastos, nunca se había imaginado que tuviera dones en la cocina, de echo, nadie lo había imaginado, lo más que podía hacer él en una cocina era comer hasta hartarse, pero de seguro el talento lo había heredado de su madre.
El pequeño restaurante en el que trabajó pertenecia al señor Tzaoi, siéndo el único que le contrató a pesar de las barreras del idioma. Con el tiempo, Ron desarrolló sus habilidades culinarias y empezó a estudiar una carrera de gastronomía por las noches, situación que le provocaba risa ya que por primera vez hacia lo que Hermione le insistía en sus tiempos de estudiante: estudiar. Ronald Weasley sobresalió sin esfuerzo alguno, la cuisine era lo suyo.
Y 12 Meses después...
Yiang Tze y Ronald Weasley abrían su tercer restaurante en China, el primero en Francia y si lograban gustar en Francia, el resto del mundo sería más sencillo.
Y lo fue.
Dentro de unos meses abrirían su primer restaurante en Londres, la inaguración estaba programada para Diciembre, el iría a ajustar detalles dos semanas antes...
Ronald Weasley, volvía a casa triunfante.
Mientras tanto, hacía mucho calor en Mazunte...
Mazunte es un pequeño poblado dedicado al turismo ecológico y a la protección de tortugas. Situado en la costa de Oaxaca, su mar parece plata cuando el sol se está ocultando. Siendo un lugar poco conocido, un joven de ojos verdes miraba con nostalgia las olas del océano llegar a la costa, sentado sobre la noble arena.
Su piel bronceada por tantos años de vivir en un paradisiaco lugar y su espalda ancha, varonil y masculina sudaban despues de un dia de arduo trabajo. Ese dia había estando pescando. Desde que abandonára Londres se había retirado a la tranquilidad de vivir en la costa. Había aprendido a pescar y poco a poco fue construyendo una sencilla casa para vivir, pues aunque tenía dinero en Gringotts, no había querido usarlo, el vivía ahora de dinero muggle bien ganado y era independiente en todos los sentidos. El trabajo duro había hecho madurar sus facciones
Pero algo le hacía falta y por alguna razón, sentía que lo encontraría en Inglaterra, así que decidió ir en su viejo jeep hasta el aeropuerto más próximo dispuesto a enfretar lo que quiera que fuera que lo había echo salir de aquel país, la verdad, ahora le parecía ridículo lo que había echo, pero aún así no se arrepentía, estos años le habían sido útiles para pensar, para crecer, para madurar. En el aeropuerto reservó un vuelo para regresar a Inglaterra en Noviembre. Se sentía bien... todo estaba bien.
Hacía un frío increíble en Sydney, apesar de que no nevaba nunca y era primavera en esa parte del mundo, pues era Septiembre. Las personas que viajaban a aquella cosmopolita ciudad se asombraban cuando al casi llegar al verano se lamentaban no haber llevado una chaqueta.
El hermoso pero distante sol de Australia se levantaba lentamente iluminando los suburbios y la bella ciudad. Pero ese día el sol no solamente alumbraba los edificios, sino tambien el corazón apagado años atrás de una jóven que sentía como la vida llegaba a ella despues de tanto tiempo.
Hacía su típico recorrido hacia el trabajo debiendo bajar del tren en Circular Quay Station. Para quien conoce el "icono mas famoso" de aquel lejano país debe saber que al estar en esa estación del tren de City Circle se puede apreciar el magnífico Opera House y el Harbour Bridge haciendo en las mañanas una vista maravillosa.
La hermosa jóven se detuvo un momento para admirar y sentir la brisa de tan placentera vista. Sus cabellos sujetos con un apretado listón color lila no podía volar libremente, tan libres como su corazón esa mañana. Sintió un tibio aliento en su oído derecho.
-Hermione
La castaña simplemente cerró los ojos disfrutando el momento al sentir las varoniles manos cerrandose alrededor de su cintura, al tiempo que la misma voz le hablaba.
-¿Cómo haces para gozar las cosas pequeñas Hermione?
Ella sonrió, y poniendo sus manos sobre aquellas que tenía en su cuerpo respondió abriendo sus ojos lentamente.
-Viviendo Draco, viviendo al máximo cada día - La seguridad en la voz de la castaña hacía sentir al chico de ojos fieros grises ablandar su mirada.
-Rara - el chico rubio la soltó al tiempo que dibujo una sonrisa burlona en el rostro sabiendo que ella volteaba y lo vería acusadoramente.
- Mas raro eres tú - Así como el muchacho había presentido, la chica vestida en su perfecto traje sastre giró con una mirada acusadora en sus rostro y queriendo hacerle pagar por romper tan mágico momento añadió - ¿O acaso olvida nuestra primera cita señor Malfoy?
- Por supuesto que no - gruñó el chico de ojos grises recordando...
Como siempre Hermine Granger caminaba lentamente hacia su oficina puntual después de pasar por su café. Y como siempre Draco Malfoy corría hacia su oficina porque de otra manera perdería la cita de negocios que tenía através de internet con importantes personas, esta ocasión de Tailandia.
Definitivamente hoy no era el día de Draco Malfoy.
Dando un repentino salto para detener el ascensor que empezaba a cerrar sus puertas, él mismo no pudo frenar. En segundos los papeles de la única persona que se encontraba en el elevador, Hermione, volaron por los aires y el rubio terminó acostado sobre la chica en una embarazosa situación, sus ojos se conectaron un ínfimo instante y antes de que él pudiera decir algo que lo justificara ella indagó "¿Y mi café?" al tiempo que él gritaba de dolor. Hermione solo pudo decir con voz aguda "¡Ahí está!". Un vaso de Caramel Macciato Grande estaba derramado sobre la cabeza de un millonario Draco Malfoy. La castaña no pudo evitar reír... Y él tampoco.
*****
En otra ocasión.
El rubio había pasadopor la oficina de Hermione y le había dicho "Mañana Darling Harbour. 1 pm".
Intrigada, la castaña había acudido a la cita. Lo bueno es que ahí había un Starbucks, lo esperaría ahí, si quería verla, ¡que la buscará! Lo que ella no contaba era que él ya estaba ahí esperandola con un Caramel Macciato Grande. Ella sonrío.
Ese día fueron al Aquarium y pasearon por los jardines de Chinatown. Cuando las luces de los edificios comenzaban a ser encendidas y el sol se ocultaba cuando ellos cenaban en un pequeño restaurante de Darling Harbour sucedió lo que el periodico no había predicho... empezó a llover.
Malfoy pagaba la cuenta y trataba de tomar valor para sujetar la mano de ella cuando inesperadamente y contrario a lo planeado, Hermione lo jaló de su camisa polo y lo arrastró bajo la lluvia hasta una simpática fuente en forma de espiral colocada en el piso en frente del Darling Harbour Convention Centre. Resbalaron. Hermione reía feliz sintiendo la libertad que vivía cuando era niña y salía a jugar cuando la lluvía amenazaba con inhundar su jardín.
No así Malfoy, que se quejaba de todo, de la lluvia, de su cabello arruinado, de la lluvia, de los resfriados, de la lluvia... se levantó tratando de buscar algún refugio demasiado tarde. Hermione empezó a caminar a su lado muy contenta, al contrario, ella no se quejaba, ella sonreía, pero el continuaba con sus quejas.
-¡No va a llover, no va a llover! ¡Malditas noticias! ¡Maldito periódico! ¡Y eso que es mío! Pero el lunes ya los buscaré y haré que los despidan... ¡esos muggles! - Empapado y aún caminando bajo la lluvia hablaba alterado.
- O ya cállate - La bella castaña rodó los ojos, pero como él continuaba quejandose lo detuvo, lo obligo a verla a la cara... Y lo besó.
Lo besó como a nunca nadie lo había echo. Lo besó con intensidad, con pasión, sin freno, sin control, dando paso a una desbocada manada de sentimientos. Él la apretó contra su cuerpo mostrándole el deseo que le despertaba, la admiración que le profesaba, el amor que le entregaba.
Ella creyó que veía la profundidad de su alma en ese momento, y aunque era una nueva faceta para ella acerca de Malfoy, se sintió femenina. Por primera vez en sus 25 años de vida, se sintió deseada. Y la verdad, le agradaba. Inconciente, pegó aún más su cuerpo a ese hombre alto que la sacaba de sus casillas y el cual con su voz ronca impregnada de deseo hacía temblar a Hermione.
La repentina lluvia como había llegado se había ido. El rubio había dejado de quejarse y una empapada Hermione sonreía suavemente. Los turistas ese día vieron a un chico alto, rubio, de ojos grises caminando al lado de una jóven castaña de cabellos alborotados caminando hacía la estación de tren mas cercana cruzando los dedos de sus manos.
Al menos nadie sería despedido esa semana.
*****
Algún otro día...
La cita fue en un restaurante en "The Rocks", caminando por el lugar hacía "The Royal Gardens" una de esas simpáticas gaviotas hicieron sus gracias sobre él. Hermione, burlona, sacó unas toallitas húmedas de su bolso y con sumo cuidado comenzó a limpiarlo.
- ¿Que se siente ser nido de pájaros Malfoy?
-Nadie se burla de un Malfoy, Granger - el ojigris tenía un brillo malicioso en los ojos
- ¡Oh! es verdad... pero... ¿Qué podría hacerme un FINO y ENORME nido de pájaros? - a leguas se veía que ella lo estaba pasando en grande aún limpiando la suciedad sobre la cabeza de él.
- ¿Porqué tienes que ser tan burlona?- decía un derrotado Malfoy que estaba sentado en una banca frente al MCA Museo de Arte Contemporáneo.
-Tú me enseñaste - Hermione usaba ese tono inocente de "yo no hice nada"
-Pero es para personas no gratas- Draco Malfoy trataba de defenderse, pero ella lo vencía la mayoría de la ocasiones. Muchos turistas caminaban ese día por el lugar. La mayor parte de ellos eran personas asíaticas que emocionados, tomaban fotografías de todo lo que veían, aún de Draco Malfoy con cara de fastidio.
-¿Y cual es la diferencia entre personas no gratas y tú? ¡No!, espera, ya se... ¡el apellido! - su risa sonaba deliciosa a oídos de Malfoy, y ahora él no pudo contenerse, detuvo las manos de la chica, se levantó de su asiento y con el Ópera House a sus espaldas como testigo, cientos de turistas y el tiempo corriendo... Ahora él la besaba.
-¿Draco? ¿Me estás escuchando? -Hermione se ponía de puntitas para ver de cerca los ojos grises de Draco Malfoy. Ya habían salido de la estación del tren. Y caminaban frente a la Biblioteca de Sydney, mientras comensales comian en el restaurante sin prestales atención.-Por supuesto... - Si algo sabía hacer Draco Malfoy a la perfección era mentir aún bajo presión. Le gustaba mucho sobresalir, y siempre lo lograba, ese día vestía un traje sastre gris obscuro con una camisa negra que hacía juego con sus mancuernillas doradas con piedras obscuras, y zapatos italianos perfectamente boleados.
- Uhmmm- La menuda castaña le veía con la penetrante mirada que distinguía a Hermione y que hacía sentir al rubio que estaba viendo la profundidad de su ser, al ver que ella no estaba del todo convencida cambio de tema.
- Vamos, te invito un café - Dió repentinamente la vuelta, cambiando el rumbo. Tomó su mano cuando estaban por cruzar la calle.
-Pero tengo que ir a trabajar Draco - Apesar de su negativa, ella no ponía resistencia y caminaba dejándose guiar por el alto y atractivo rubio.
-Oh vamos, seguro Samantha lo entenderá - Él ignoraba lo que decía la chica sobre ir al trabajo, de echo ya podía ver el Starbuck en la siguiente esquina. Además sabía que si Hermione veía tan conocido logotipo, ya no pondría resistencia alguna.
-Bueno, si el jefe da la cara por mi... Además hoy no he tomado café, quiero un... - Al ver las grandes letras S T A R B U C K S, en lugar de poner resistencia e insistir en trabajar, decidió expresar sus deseos de tomar su bebida favorita.
-Caramel Macciato Grande, lo se Hermione - caminaban mientras hablaban y entraban al coffe shop que ya tenía gente comprando calientes bebidas.
-Sip, pero ahora quiero un Venti - Si el chico iba a pagar, pues que gastara como era debido. Al informar al chico su deseo veía los muffins y pasteles pensando en pedir alguno.
-A este paso quedaré en la quiebra, tal vez mejor deba comprar la empresa - y dirigiendose al chico sonriente del mostrador pidió un Macciato Venti, un Capuccino Grande y un pastel de tres chocolates.
-Pues entonces no sería lo mismo, vanidoso como eres, seguro harías cambiar la cara de la sirena poniendo la tuya propia - ella apartaba una mesa mientras él rubio esperaba de pie por su orden.
-Graciosa - Después de tomar ambos cafés y el pastel, y sentandose momentos después al lado de la chica, el rubio le picaba la nariz viendo hacia el cristal que daba a la calle. Entonces él adoptó un semblante mas serio - Hermione debemos hablar - una pequeña mueca se estiró en sus labios al probar su capuccino con dos shots de café.
-Si es acerca de subir a una escoba ya lo dejamos bien en claro que yo no... -Hermione insistía en decir no a ese tema porque traían dolorosos recuerdos para ella. Después de todo, asociaba las escobas con cierto chico de ojos verdes. De echo, ella no tenía escobas en su casa, usaba una aspiradora ya que hacía tiempo había dejado de usar la magia para las labores domésticas.
-No es sobre eso... - Podía ver su cabellera rubia en el reflejo de tan limpios ventanales. Y su nariz se perfilaba recta hacía Hermione.
-¿Entonces? -Hermione no sabia que pensar, ahora sí con ojos preocupados le devolvía la mirada, mientras quitaba la tapa a su vaso para probar su Macciato
- Debo regresar a Inglaterra - Así, sin más, lo soltó, no valía la pena esperar más tiempo. Otro largo trago a su amarga bebida. Ese café necesitaba algo más fuerte que calentara su garganta.
-¿Cómo? Bueno, supongo que son negocios, ¿así qué en cuánto tiempo regresas? -como disfrutaba ella de esa deliciosa crema encima de su café. Siempre terminaba primero la dulce crema con caramelo, cambiando la vista del vaso al rostro de Draco de vez en cuando.
-Esa es la cuestión Hermione, talvez tarde mucho en volver, son asuntos que demandan mi presencia. - El rubio se inclinaba hacia delante viendo más profundamente los ojos chocolate de ella.
-Entonces... - la crema ya no era tan genial como siempre, y su listón lila comenzaba a aflojarse.
-Entonces quiero que vengas conmigo, no podría estar mucho tiempo alejado de tí. No ahora ¿Aceptas venir conmigo? - Aunque había seguridad en su voz, un destello de incertidumbre brilló en sus grises pupilas.
-Draco, yo... - Ella ya lo había previsto, un par de ocasiones había temido eso y siendo como ella era, ya tenía una respuesta. De no estar en una cafetería, ella habría alzado la mano velozmente como hacía cuando estaba en el colegio.
-Si no quieres lo entenderé... - El fingio fría indiferencia, aunque la verdad es que internamente se encontraba inquieto. Por eso no la había dejado terminar de hablar.
-De acuerdo - Al igual que él, ella soltó la respuesta que pareció salir automáticamente de sus labios, y continuo dando pequeños sorbos a su café caliente.
-¿Hablas en serio? - El rubio no podía ocultar su duda, Dió otro largo trago a su café
-Por supuesto...- La castaña sabía que este momento se presentaría pero no creyó que tan pronto. Pero su desición había sido tomada. Además, deseaba ver a su amiga Luna, pasear por las calles de Londres y...
-Bien, porque saldremos para fines de Noviembre - Malfoy no pudo evitar que una sonrisa se asomara en su cara. Dando un último trago a su café pensó que todo iba viento en popa, la vida no podía sonreírle aún más.
-De acuerdo, debo ir a la playa mas a menudo ya que llegaremos allá en invierno, debo llamar a Londres para que mi casa esté lista y además... - decía la castaña enumerando de lo que debía empezar a hacer cuanto antes.
-No será necesario, viviremos en mi casa - Él lucía mas relajado, se estiró placenteramente en su silla y se animó a probar el pastel
-¿Pero juntos? - Aunque Hermione era muy independiente, aún tenía ciertos principios que la frenaban cuando de hacer algo que no tenía planeado se trataba. Ya no tenía crema en su café, por lo que ahora lo ignoraba.
-Si Hermione, ¿Qué tiene de malo? - Si ya había ganado la batalla más importante, no iba a dejarse vencer por asuntos sin importancia.
A la chica se le ocurrieron mil respuestas, pero solo dijo - Nada.
-Si quieres dejar asuntos arreglados, talvez sea bueno anticipar a Samantha - Decidido el asunto, se levantó de su silla.
-Si, mañana le diré que renuncio - Y con eso zanjaron el tema, Draco se encargaría de el viaje y la estancia en Londres (Aunque Hermione sabía que eso lo haría su elfo domestico) Ella desempolvaría su varita y empacaría sus libros.
Para las mismas fechas el trío dorado volvería a casa.
Y Draco Malfoy también.
Pasados, presentes y futuros se unían...
Y eso que no es un giratiempo
¡¡DEJA UN COMENTARIO ANTES DE IRTE!!
**Ningún Caramel macciato fue realmente bebido en este capítulo, por lo que tendré que ir por uno luego, tal vez el viernes uju!
"Aun lo NO planeado sucede por algo planeado"
a thought of mine...
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Pisando Tierra Inglesa"
*****
Hacía bastante frío, por nada era fin de Otoño en la Gran Bretaña. Aunque aún no era Diciembre, no se podía decir que fuera ajeno el ambiente navideño. Las cafeterías tenían los cristales de las ventanas empañados. La suave brisa era bastante fría y amenazante si no vestías un gorro y una bufanda. Con todo, el día parecía ser bastante bueno.
En el aeropuerto internacional arrivaba un avión puntualmente. Una chica rubia miraba al techo en la sala G doce, parecía realmente perdida en sus pensamientos y aunque había bastante ajetreo en el lugar debido a las vacaciones a ella no parecía importarle demasiado. Sus largas trenzas rubias se agitaban cada vez que las puertas automáticas se abrían dejando pasar el viento, pero ella sólo pensaba, esperando.
- Pasajeros del vuelo SOZ quinientos cuarenta y seis, saldrán por la sala G doce - La voz de la mujer no sacó a la rubia de sus pensamientos pues ese día vería a su amiga Hermione después de muchos años de no hacerlo. Lo último que había sabido de ella es que estaba muy contenta desde que alguien muy especial había llegado a su vida. Pero Luna no lo creía del todo. Aun así le alegraba ver a su amiga.
No tuvo que esperar demasiado antes de que por la puerta principal apareciera una muy sonriente Hermione Granger, que curiosamente solo traía una pequeña bolsa, nada sorprendente para Luna que sabía algo sobre el Encantamiento de Extensión Indetectable. La castaña miró prontamente a Luna y corrió hasta abrazarla.
- ¡Hermione! - Luna la veía como se ve a las personas a las que nos has visto después de mucho tiempo. Hermione vestía unos jeans azules y un suéter amarillo y su cabello aunque alborotado, no lucía mal después de tan largo viaje.
- ¡Luna! ¡Pero mírate! ¡Qué linda te has puesto! de seguro tendrás muchos admiradores. - Luna traía un simpático gorrito fucsia y un abrigo a tono además que sonreía.
- Nada importante, pero que me dices, si tú luces tan... - pero la castaña no escuchó lo último porque en ese momento, un pequeño carrito con exceso de peso aparecía por la salida y una voz detrás del mismo, llamaba a la castaña.
- Hermione... No puedo verte, ¿Dónde estás?
- ¡Oh, lo había olvidado!. Ven Luna - la castaña jaló del brazo a Luna caminando hacia donde la gran montaña de maletas se encontraba. Luna se dejó llevar obediente, imaginando quién podría ser la persona atrás de semejante equipaje... talvez...
- ¿Qué tal luna? - Un jovial hombre rubio y sonriente, más un tanto apenado saludaba a la chica de mirada despistada. Un incomodo silencio cayó en medio de ellos aunque había demasiada gente en el lugar.
- No entiendo - Luna o era despistada, o era ingenua o era algo, pero si en ese momento alguien le preguntase a Hermione cómo podría describir a su amiga, honestamente ella no hubiera sabido que decir.
- ¿Qué no entiendes Luna? - preguntó amablemente la castaña apesar de ya saber la pregunta.
- Acaso es él tu... tu.. - giró la cabeza de la castaña al rubio buscando la palabra adecuada para describir esa... relación. Al ver que Hermione no contestaba, el chico decidió ayudar un poco y terminar con tan embarazosa situación.
- Pareja, soy la pareja de Hermione, Draco Malfoy - El chico rubio se sentía fuera de lugar, pero como el hombre que era, hacía frente a la situación.
-Claro que se quién eres, solo me pregunto... porque tú - Luna esperaba ser sorprendida puesto que ya había practicado diferentes gestos de sorpresa decidiéndose por aquel donde alzas las cejas a no más poder y pones tus manos sobre tu pecho, mostrando consternación. Luna esperaba ver el típico chico australiano, alguien de buena estatura, cabello rubio semi largo despeinado, bronceado, bermudas, sandalias, camiseta, tatuaje y tabla de surf, talvez un par de piercings serían pasables, no lo que vió. Definitivamente no lo que vió.
- Bueno Luna - Era Hermione la que habló - Es... un poco complicado de explicar - añadió tratando de dejar el tema de lado, lo que quería en ese momento era descanzar después de tan largo viaje, pero al ver que Luna tenía los ojos fijos en ella, esperando la respuesta, se decidió - Draco - prosiguió mirando al rubio que tenía cara de comprensión.
- Entiendo Hermione... tienen cosas de que hablar, iré a casa. Sabes como llegar, te veo mas tarde - volteando hacia Luna inclinó la cabeza y se encaminó hacia el estacionamiento. Mientras, Hermione y Luna fueron a la salida donde tomaron un taxi que las llevó hasta Hidding Park, donde estaba uno de los lugares favoritos de Hermione.
___*****___
The Enchanted Tea, era una simpática casa de té muy famosa por esos lugares. Sus más de 60 sabores diferentes de té en sus diversas presentaciones daban a cualquiera la tentación de darse un break. Los acogedores asientos añadidos a la decoración daban la ligera impresión de estar en la India y las tenues luces del lugar daban un ambiente místico haciéndolo aun mas mágico.
Hermione disfrutaba bastante estar ahí. Aunque era sabido que en todo el mundo había magos, ella podía sentir un aura especial debido a la magia en el aire Londinense. Ahí donde estaba, a su alrededor, múltiples parejas disfrutaban de una taza de té caliente mientras tenían charlas amenas. Sentada frente a la ventana, podía observar los famosos autobuses rojos que tanto extrañó estando en Australia.
Cuando llegó su orden, una jarrita de cristal llena de té humeante con aromas almendrados, Hermione supo que había llegado el momento de tocar del tema que hasta el momento había estado evadiendo hablando de cosas insignificantes como el clima, el campeonato de Quidditch (que por cierto le importaría un diantre si Luna no mencionara algo sobre Vícktor Krum) y las diferencias entre un té y un verdadero té inglés.
- Y bien Hermione... - Indagó Luna que no había olvidado el tema, podía parecer despistada pero si ella estuvo en Ravenclaw fue debido a su inteligencia.
- Bueno... lo primero que debo decir a su favor es que ha cambiado y todos tenemos la oportunidad de cambiar puesto que nuestras desiciones nos llevan a diversos caminos que nosotros no podemos evitar haciendo que... - La chica hablaba muy rápido, tanto y sin coherencia que Luna la tuvo que interrumpir.
- Hermione, está bien, no juzgo a la gente, sabes que no soy así, pero sabes que tarde o temprano tendrán que ver a los demás y ellos exigirán explicaciones... y déjame decirte - apresuró Luna al ver que la chica iba a decir algo - déjame decirte que no tienes porque darlas si no quieres...
- Gracias Luna- dijo la chica sonándose discretamente la naríz puesto que mientras Luna hablaba ella pudo aceptar y comprender la realidad de una relación con esa persona, la verdad era loco e insensato, pero ella siempre creyó en la gente, tal y como Albus Dumbledore había hecho. Ella sabía que ese amable anciano habría aprobado la situación en que se encontraba, por lo tanto decidió contarle a Luna, además ella podría ser apoyo al enfrentar a los demás...
___*****___
Draco Malfoy se encontraba en su estudio. Era una amplia habitación revestida de piedra verde negrusca. Una amplia ventana colocada a sus espaldas permitía la entrada de la luz solar a tan sobria habitación. Su escritorio de fina caoba era lo primero que se veía al entrar al lugar. A su diestra había un librero donde posaban libros antiquísimos, al lado de este, había una puerta que conectaba con la Biblioteca. A su siniestra, había un sofá largo en piel negra que olía a nuevo, colgado en la pared, un poco más arriba de la altura del sofá, había un escudo, el escudo de la familia Malfoy. Habiendo sido tallado por gnomos en plata fina y colocado con poderosos hechizos, era lo único colgado en toda la mansión, lo demás lo había desechado.
En su escritorio, había un cajón que tenía una cerradura chapada en oro antiguo que hacía juego con la llave. Esa pequeña llave colgaba de una cadena que nunca se quitaba. Sonrió al rememorar su niñez, cuando siendo pequeño había tomado la varita de su madre y diciendo alohomora había intentado abrir el cajón de los secretos de su padre, no teniendo éxito. Su madre lo encontró dando golpes desesperados al cajón con la misma varita. Ella le explicó que la cerradura tenía un extraño hechizo, por tanto, el cajón sólo podría abrirse con la llave correcta, llave que cuando fuera un hombre digno, recibiría algún día. Ahora sentía tan lejano aquel día. Se quitó la cadena de su cuello y empuñó la minúscula llave en la cerradura abriendo el cajón.
Dentro había un vieja fotografía que los años no habían dejado envejecer como se suponía debían haberlo hecho. Con sumo cuidado tomó la imagen de una hermosa mujer de tez blanca y cabello rubio que sonreía en lo que parecía ser el mejor día de su vida, sonriendo como sonríen las mujeres que están por casarse. Era su madre. Pero él bien sabía que no era debido a su boda con Lucius Malfoy. Era el día en que ella empezó a odiar a los muggles.
Narcissa nunca fue tan macabra como su hermana Bellatrix, ni tan liberal como su otra hermana Andrómeda. Ella siempre se mantuvo al margen, hasta que se enamoró de un muggle. Él le pidió matrimonio. Pero los padres de Narcissa nunca permitirían esa relación. Ella, dejándose llevar por la pasión ardiente que ese hombre le inspiraba, le insistió en huir. Él aceptó, pero necesitaba saber porque la insistencia. Ella confesó confiando en él. Era una bruja. Él lucía cómodo con la situación, pero el día en que se irían juntos... él no llegó.
Y ella esperó, diariamente se repetía "sólo necesita tiempo, pero volverá por mi alegnado que fue un tonto pero que no puede vivir sin mi" pero pasaron seis meses y fue cuando ella se enteró por boca de Bellatrix que él se había casado con una joven muggle cuatro meses atrás. Y ella lo comprobó cuando desesperada, bajo una fuerte lluvia, corrió hasta la casa donde se suponía vivía él. Entonces empezó a despreciar a la gente no mágica y terminó casada con su prometido de nacimiento: Lucius Malfoy. Todo esto le contó a Draco antes de morir.
Dejando suevemente la fotografía en el cajón y cerrándolo con sumo cuidado, volvió a colgarse la cadena. Puso sus manos sobre su sien y cerró los ojos. En ese momento Hermione debía estar contando parte de su vida a Luna Lovegood. No le importaba, pues sabía de primera mano que la vida siempre cobra algo por las oportunidades que ofrece. Y mientras, al quedarse dormido con su cabeza sobre su escritorio soñó.
- ¿Pero que harás padre?, ¡no puedes irte así y dejarnos! ¡Y dejarla! Suficiente ha sufrido por la causa que creímos correcta, ¡maldición! ¡enfrenta la vida como un hombre y asume tu responsabilidad! - Draco Malfoy había madurado mucho los últimos meses. A la muerte de Voldemort, el provisional ministro de magia había decidido acorralar hasta el último que hubiera apoyado la causa de Voldemort y hacerles pagar el daño que causaron. Los primeros en ser atrapados por el equipo de Aurores y la Orden del Fénix les fueron obligados de veinte a setenta años de prisión en Azkaban que había dejado de ser custiodada por Dementores y ahora algunos de los más duros aurores vigilaba. El castigo incluía trabajos forzados sin uso de varitas, lo peor que podía pasarles, trabajar como gente no mágica. Los más jóvenes, debían ser enviados a un reformatorio donde dependiendo de su conducta podrían salir bajo libertad condicional. Draco estaba cansado de huir. Ya no podía, ya no quería. Su madre, débil, había enfermado y era muy doloroso para ella transladarse ya que no había querido dejar a Draco ahora que lo tenía tan cerca.
- ¡¿Qué esperas que haga?! - Un pálido y sumamente delgado Lucius trataba de alejarse de su único hijo, su aspecto era aún peor que estando con el señor oscuro - ¡No iré a prisión nuevamente! ¡Nunca! ¡Antes muerto! ¡Si tanto quieres, ve y entregate tú! ¡Yo soy dueño de mis decisiones Draco! ¡No me obligues a lastimarte! - el señor Malfoy tenía un ojo cerrado e hinchado de la última ocasión que lograron escapar por poco de los aurores, siempre había sido bastante escurridizo. Pero la comisura de su labio estaba sangrando ligeramente y en su mano izquierda podía apreciarse que le faltaba la mitad de un dedo, cojeaba notoriamente y empezaba a quedarse calvo.
- ¡Simplemente no puedes dejarnos aquí! ¡No podemos continuar! ¡Mamá está muy mal! ¡Necesita la atención de medimagos! ¡La prefiero viva a muerta! - Draco Malfoy volteó a ver a su madre que estaba muriendo echada sobre un viejo sofá en una casa abandonada en las orillas de un lago pantanoso. Pero el momento que duró el vistazo a su madre, Lucius se precipitó a la salida armado con la única varita que poseían.
- ¡Dentéte! - gritó Draco empezando a ir tras su padre. Su harapienta túnica contrastaba con el esplendor de antaño. Aunque no estaba en estado tal como su padre.
- Draco - Habló su madre con esfuerzo y tosiendo- déjalo, déjalo, no importa ya, es tarde, sólo, sólo quiero que tú estés conmigo, mi hijo - ella estiró su brazo izquierdo temblorino hacía él, quien despació tomó su mano. Así estuvieron tomados de las manos en silencio, pero no pasaron mas de unos cuantos minutos cuando escucharon aparecer, no sabían con certeza, alrededor de diez aurores.
- ¡Lucius Malfoy está muerto! ¡Salgan con las manos en alto si no quieren morir también! - Una voz chillona pero que hablaba en serio retumbó en las paredes de la vieja construcción.
- Lo han matado...- Murmuró Draco, pensando que de haber ido con él pudieron haberles hecho lo mismo, ahora tenían una oportunidad - Madre, al fin alguien podrá atenderte, iré al reformatorio, tú estarás en el hospital, se que luego podrías ir a prisión - La voz del rubio era de una clara mezcla de desesperación y descanzo - pero prométeme, jurame que saldrás con vida de todo esto, prométeme que volveremos a reunirnos y me enseñarás a... -titubeo un instante- a amar nuevamente. Prométeme que me enseñarás como tener un corazón de carne - Draco Malfoy estaba cansado. Era momento de rendirse, lo había esperado secretamente durante mucho tiempo. Ni siquiera derramó una lágrima por su padre.
- ¡Salgan ahora! ¡Dos minutos, no esperaremos más! - La misma voz sonó através de las gastadas y húmedas paredes, el pequeño fuego que había estado encendido comenzó a extinguirse.
- Hijo... - Narcissa Malfoy tosió y trató de incorporarse ayudada por Draco - Lo prometo hijo, volverás a sentir, ambos volveremos a hacerlo... - Un par de frías lágrimas corrieron por su rostro por la tristeza de saber que su esposo de muchos años había muerto, pero acababa de hacer una promesa a su unigénito y la cumpliría, aunque se le fuera la vida en ello.
- ¡Cinco!... ¡Cuatro! - El conteo del auror a cargo iba en serio
- ¡Ya vamos! ¡No estamos armados! - al fin un suspiro de descanzo pudo salir de los pálidos y delgados labios del heredero Malfoy y añadió - ¡Nos rendimos!
Una docena de aurores presenció como Draco y Narcissa Malfoy salían juntos dándose por vencidos. Sosteniendo a su madre, ambos avanzaban temerosos hacia la multitud de aurores que habían ido por ellos. Tal como Draco Malfoy previó, Narcissa fue llevada al hospital de San Mungo mientras él fue enviado a un reformatorio mágico juvenil al alegar que había actuado por temor, aunque estaba seguro que Potter tenía algo que ver en ello al no necesitar aparecer ante el nuevo Wizengamot para que le dictaran su sentencia. No llevaba dos meses en el reformatorio juvenil cuando un día un guardia lo llamó. Ese día fue llevado al hospital donde pasó los últimos dos días de vida de su madre.
Narcissa Malfoy estaba moribunda, los medimagos no pudieron hacer nada, había demasiado dolor en ella. Draco fue llevado allí como última petición de su madre. Fue la primera vez que Draco Malfoy lloró después de muchos años de querer y no poder hacerlo. Ella ese día puso en las manos de él una pequeña llave. Ese día Draco Malfoy fue un hombre digno, ya tenía un corazón de carne.
___*****___
- Y fue como Narcissa cumplió la promesa que le hizo a Draco - Hermione terminaba de narrar a una Luna que se sonaba la naríz con fuerza - Ella le contó sobre el hombre que la dejó y le insistió en que buscara la felicidad, que talvez él si podría encontrarla aunque fuera en el mundo muggle. Ella se arrepintió al final de sus días y él decidío no tomar las decisiones erróneas aprendiendo de sus familiares. Entonces él le prometió que encontraría la felicidad y fue como ella pudo morir tranquila - A estas alturas la jarrita con té humeante se había terminado.
- ¡Vaya! Nunca me esperé algo así y eso que me considero una persona de mente abierta - La chica rubia se secaba los rastros de lágrimas de su cara mientras Hermione pedía la cuenta.
- Bueno, es prácticamente lo más importante sobre el cambio de Draco, espero que los demás lo tomen tan bien como tú Luna - Una joven camarera les entregaba la cuenta, afuera, empezaba a obscurecer y el pequeño local se comenzaba a llenar - Ahora, si me disculpas, deseo descanzar, fue un muy largo viaje - Mientras decía esto se levantaba con algo de esfuerzo y contenía un bostezo.
-¿Quiéres que te acompañe Hermione? - Luna ya se había repuesto, aunque seguía con un aire pensativo, - Déjame pagar a mí, prácticamente te invité yo - dejó un par de billetes en la mesa.
- No es necesario que vayas conmigo, creo poder recordar como aparecerme aún después de todos estos años - bromeó la castaña y dió un último abrazo a Luna
- Y Hermione, no te preocupes, yo explicaré a los demás, seguro querrán verte, pero los prepararé primero ¿de acuerdo? Talvez podamos comer en un lugar fuera algún otro día, recuerda que se acerca mi cumpleaños.
- De acuerdo, gracias Luna, nos estamos viendo - La castaña se dirigió a la salida al lado de Luna. La rubia volteó un momento distraída por un ruidoso camión y cuando trató de ver nuevamente a Hermione, su amiga ya no estaba. Tenía que ir a ver a los demás. Esperaba que no fuera tan difícil.
Y después de semejante historia, por supuesto que no lo fue. Todos los amigos lo aceptaron.
___*****___
- Draco... Draco
El chico rubio sintió como una gentil mano acariciaba su espalda y una dulce voz le hablaba, era una sensación deliciosa de la cual no quería despertar.
- Draco... Draco
La voz seguía persistente y ligeramente mas fuerte. Despertando y sabiendo que era ella, el chico se estiró perezosamente y con los ojos adormilados sonrío a la castaña que le devolvía la sonrisa.
- Tardaste un poco, Hermione - El chico rubio ya había abierto completamente los ojos y ahora se sentaba correctamente en su silla con algo de dolor en su cuello por haberse quedado dormido sobre su escritorio - ¿Estás bien? ¿Te costó trabajo llegar?
- Estoy bien, fue fácil llegar. Aún puedo aparecerme ¿sabes? - La castaña se acomodaba sus alborotados cabellos - Tienes una casa muy bonita
- ¿En serio lo crees? Ordené que la remodelaran, pero creo que tú podrías hacer que quede más acojedora, más parecido a un hogar... - El rubio ya se había puesto de pie y caminó despacio hacia la puerta - Ven Herm - habló sin esperar respuesta - Te mostraré nuestra habitación.
- ¿Nuestra? ¡Haz de estar bromeando! Además no es necesario que mientas para hacerme enojar, Maccu me mostró mi habitación ya - La castaña remarcó la palabra mi, ella era toda una señorita que no caería en tentaciones carnales. (Jeje, ¡ya quisiera!)
- Así que ya conoces a Maccu - agregó Draco sin dar más importancia al tema de las habitaciones, sabía que esto pasaría - Había olvidado tu insistencia con la PEDO
- ¡P. E. D. D. O.! Ya estás como... - Pero se calló antes de completar la frase. - Será mejor ir a descanzar, no he dormido en todo el día y quiero ir de compras mañana, talvez ir al supermercado, ya que aúnque Maccu prepará la comida, no quiero que lo haga todo él sólo y además... - Pero no pudo continuar siendo interrumpida por el rubio
- ¿Piensas cocinar tú? - A sola idea de pensarlo, Draco Malfoy habló sin analizarlo dos veces. Caminaban por un bonito pasillo que hacía recordar al castillo de Hogwarts, sólo que las paredes lucían desnudas y los grandes ventanales no tenían con que cubrirse
- ¿Acaso te molesta? - Inquirió la castaña con el ceño fruncido, mientras pensaba que unas cortinas claras lucirían bastante bien en ese pasillo.
- No, no, para nada, pero espero que Maccu acepte, es muy celoso de su deber - El pretexto era absurdo, pero la verdad a él se le ocurrían formas más interesantes de pasar el tiempo de ella con él que estando en la cocina... O talvez podrían hacerlo en la cocina...
- ¡Draco! ¿Estás prestando atención? - Ella lo veía contrariada mientras un ligero rubor se asomaba en las mejillas de él. Lo bueno es que no era notorio. - Te pregunté si Maccu es un elfo libre
- ¡Por supuesto que no Hermione! Él se sentiría muy ofendido si se lo insinuara, pero sabe que tiene la libertad de pedirme algo si lo necesita - añadió rápidamente al ver la cara que puso ella - Bien, aquí es - Dando gracias internamente por poder dejar el tema olvidado, continuó al pararse frente a una muy bonita puerta tallada de madera en color obscuro. - Buenas noches Herm.
- Buenas noches, Draco. - Mientras empujaba la puerta el chico la tomó por el brazo.
- Y Herm... Si quieres... Ya sabes... Mi habitación está...
-¡Draco! ¿Qué estás insinuando? - Los ojos de Hermione se habían abierto enormemente y tenía la boca ligeramente abierta al reclamar tal descaro
-¿Qué? ¿De qué estás hablando? Yo decía que si quieres, ya sabes, que te acompañe de compras mañana, me avises, mi habitación está un tanto más adelante, pero que bruja tan mal pensada. - el rubio hizo un movimiento de contrariedad con la cabeza aunque de verdad estaba carcajeándose internamente - Hasta mañana - dió un beso en la frente del rostro completamente rojo de la chica y apuesto, se dió la vuelta lléndose a su habitación, escuchó como una puerta se cerraba.
Hermione había cerrado la puerta de su habitación. Pero unos segundos después la abrió en silencio y con una sonrisa pícara, vió donde entró el rubio. Y cerró de nuevo.
Nunca se imaginó un día tan tranquilo al estar pisando tierra inglesa.
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GRACIAS.
"Si piensas demasiado, terminas no pensando nada"
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Fin de Otoño"
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Por donde quiera que voltearas, podías ver que los árboles estaban casi completamente deshojados. Claramente se veía el fin de Otoño. Ya era el mes de Diciembre. Se podían apreciar algunas casas decoradas y todas las tiendas tenían un absoluto ambiente navideño. El olor a castañas tostadas flotaba en el aire y las cafeterías y casas de té estaban abarrotadas. Los simpáticos autobuses rojos estaban muy ad hoc con la temporada y en algunas esquinas podías escuchar reducidos coros del Ejército de Salvación cantando tradicionales villancicos navideños.
Los puntos estratégicos de la ciudad, como importantes tiendas departamentales, centros comerciales y plazas principales lucían enormes y esplendorosos árboles de navidad. De las billantes ramas verdes de los pinos colgaban luces de mil colores, prevaleciendo las luces doradas, rojas y plateadas. Muchas casas y oficinas del gobierno tenían en sus puertas coronas navideñas. Y unos cuantos se adelantaban a las festividades bebiendo ponche de huevo o alcohol discretamente en las esquinas.
Lo mismo era en los apartados suburbios que en la ciudad, la diferencia es que eran bastante más tranquilos que el constante ajetreo citadino. Además, se podían apreciar más los desnudos árboles de los pequeños poblados que en los parques regados por la ciudad. Precisamente en el suburbio de Petersham solamente una pequeña casa no tenía adornos en sus deslucidas paredes. Aunque era una casa bastante bonita, parecía bastante descuidada. Su empedrado grisáceo exterior y su tejado rojizo, daban la impresión de una casa de campo acojedora.
La puerta de madera era de color amaranto brillante, con una cerradura de perno en tono dorado que hacía juego con el color de la madera. El porche lucía algo desgastado ya que estaba pintado de un tono blanco. Había una ventana tradicional a cada lado de la puerta y las cortinas estaban cerradas. El jardín sólo tenía un sauce de tamaño mediano que ya no tenía hoja alguna. El buzón colocado sobre la acera de enfrente, era de latón oxidado y solamente tenía el número dieciseís escrito en número en un color verde oscuro.
Una chica rubia de grandes ojos caminó segura hasta la puerta y a falta de timbre dió un par de golpes a la puerta principal. Un alto jóven moreno de cabellos negros abrió la puerta sin preguntar quien era y sin parecer sorprendido dejó entrar a la chica rubia que vestía unas botas de granjero dandole una apariencia bastante chistosa, cosa que el joven notó.
- ¿Puedes decirme porqué traes botas de invierno cuando a penas estamos finalizando el otoño? - El joven de cabello negro le indicó que tomará asiento con un gesto en su mano mientras se dirigía a lo que parecía ser la cocina - ¿Café, Luna?
- Avena con jugo de toronja si eres tan amable - la chica rubia se quitaba sus guantes morados y su gorro café de pana - y si puedes licuarlos o darme una cuchara tambien te lo agradecería mucho - el chico no respondió, solo dió un gruñido pensando en que tendría que exprimir su última toronja de la temporada, aún así, tratándose de ella no le importaba demasiado.
Luna Lovegood estaba sentada en un sillón de cuero viejo que rechinaba al menor movimiento. La estancia, aunque agradable, era algo pequeña. En frente del sillón largo de cuero había una bonita chimenea donde descanzaba una fotografía estática donde sonreían tres adolescentes en lo que parecía una graduación. Una pequeña mesa de té estaba entre la chimenea y el sillón.
En una esquina había un lámpara y un mullido sofá de color vino, al lado de este sofá, había un librero de buen tamaño. En una de las paredes había un cuadro bastante mediocre que nadie se había molestado en limpiar durante talvez algunos meses. La habitación en un agradable tono beige tenía una alfombra persa justo en medio, entre la chimenea y el sillón de cuero.
- Aquí tienes, Luna - el muchacho moreno le tendía un vaso lleno de algo que podía lucir a vómito, pero que una vez superada la primer impresión era de buen sabor. - Dime que te trae por aquí, creí que ningún conocido sabía que había regresado - el chico de ojos verdes se sentaba cansinamente en el sofá de cuero.
- Bueno, esto es algo fácil de saber si cuentas con amigos como los suckindsaws - dijo la chica como si fuera lo más obvio del mundo, olío el contenido de su vaso y al comprobar que era jugo natural empezó a beberlo con verdadero gusto.
- ¿Qué es un suckindsaw? - el chico de cabellera rebelde la miraba con una ligera sonrisa, había olvidado las locuras de su amiga de juventud, realmente había pasado mucho tiempo lejos de casa.
- Pues son pequeñas creaturas parecidas a pelusas que flotan en el aire con aroma a equipaje. Normalmente se trasladan metidas en la ropa interior de los viajeros, por eso es importante lavar tu ropa interior en cuanto desempacas tus cosas. Poca gente sabe de ellos, pero si sientes nauseas durante el viaje es un claro síntoma de cargar con suckindsaws en tu maleta - la chica miraba con interés la apagada chimenea, aunque talvez recordaba la primera vez que vió un suckindsaw.
- Ya veo... - dijo el muchacho sin querer ahondar mas en el tema - ¿Y qué te trae por aquí, Luna? - mientras decía esto se despeinaba su alborotado cabello, gesto que hacía desde que podía recordarlo.
- Supe que llegaste hace semana y media. Decidí esperar a que lavaras tu ropa interior, y como eres chico supe que eso no lo harías al llegar, por eso apenas vine. ¿Ya lavaste tu ropa interior? - los ojos escrutadores de la chica le miraban sin mucha importancia.
- Bueno... yo, este, sí, sí ya lo hice - Su mentira era clara, pero al parecer ella no lo notó ya que seguia bebiendo de su vaso sin replicar nada, derrepente, parando de beber ella soltó el verdadero asunto que la había hecho ir.
- Mi cumpleaños es en una semana, quiero que vayas - con la cuchara que Harry le había dado raspaba el fondo del vaso - y no quiero un no por respuesta ya que es demasiado estrés el tener que salir al frio viento para invitar personalmente ya que mi lechuza tragó un boottlie y le ha caído muy pero muy mal - mientras decía esto movía su cabeza negativamente, como si no comprendiera el porque de la situación.
- Por supuesto que iré Luna, creo que será bueno ver algunos viejos conocidos - en la ventana que daba a la calle se empañó debido al frío viento que azotaba el lugar, aún no caía nieve, pero era cuestion de tiempo para que empezara a nevar.
- Eso espero, y como invité a pocas personas mi pequeño departamento será suficiente. No olvides dejar tus hiddetrumbblies en casa, ya que no quiero que peleen con los bitterbingles que viven en la mía quiero que sea un día bastante feliz- ella lucía preocupada al pensar en ello, así que él decidió mejor no preguntar que eran los bitterbingles y los hiddetrumbblies.
- Está bien, dejaré los... los dejaré en casa - no queriendo averiguar que eran los bitterbingles ni los hiddetrumblies prefirió no mencionarlos.
- Quiero que ese día todos esten bastantes felices - insistió la rubia persistente, como si supiera que algo saldría mal por culpa suya - además la mayoría estaremos reunidos muy felizmente.
- De acuerdo Luna, y ahora, cuéntame que ha sido de tu vida - el chico se estiró cómodamente en el sofá esperando escuchar que había sido de las vidas de sus viejos amigos, pero Luna tenía otros planes.
- Ya habrá tiempo de platicar, por ahora debo irme que tengo cosas que hacer - diciendo estas palabras ambos se pusieron de pie y agradeciendo la bebida Luna desapareció.
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El departamento de Luna era muy parecido a ella, no olvides que es cierto que las cosas se parecen a su dueño. Este departamento era pequeño, singular y por supuesto, excéntrico, pero agradable.
El departamento estaba en lo más alto de la Metropolitan Tower. Por lo que disfrutaba de una maravillosa vista de algunos puntos de la ciudad. Bueno, algunos de los invitados no estaban seguros de si era precisamente un departamento, ya que en lo último del edificio, este se ensanchaba considerablemente y ocupaba, al parecer, todo el nivel. Pero evitaron muy sensatamente hacer preguntas indiscretas, a sabiendas que recibirían respuestas complicadas.
Nadie sabría definir si estaba decorado en algun tipo de estilo, talvez era la razón de ser tan peculiar. Las paredes lucían psicodélicas, pintadas con diversos colores llamativos entre mezclados con negros, purpuras y grises. No había cortina ni persiana alguna, ni siquiera en el baño (que estaba pintado de café con mobiliario verde brillante) lo que era incómodo para todo aquel que necesitara usar el servicio. Pero Luna los tranquilizó comentando despistadamente que no le gustaba lavar cortinas debido a que eran la vivienda de pixtenattis, primos de doxys pero más amigables e invisibles a menos que hubieras estado a punto de morir de pulmonía. Como nadie preguntó que eran esas creaturitas que ella consideraba tan desdichadas y torpes, continuó diciendo que había aplicado un hechizo impenetrador perpetuo que hacía que tú pudieras ver lo que había afuera, pero nadie de fuera viera lo que había adentro, algo así como los espejos que usan en algunas salas de interrogatorio de la policía muggle.
Nadie pudo adivinar donde estaba el dormitorio, pero por lo demás, la sala de estar, el comedor y la cocina se unían al no haber paredes que separaran las habitaciones. Había un buen espacio al centro con una mesa llena de diversas cosas para comer y beber, como jugo de calabaza, cerveza de mantequilla, cordero asado, pollo al horno, helados de frutas, higos secos y dulsícimos, todos se tranquilizaron al saber que para esto Molly había intervenido ya que Luna, en sus propias palabras, era una catastrófica situación cuando intentaba cocinar algo. De nuevo, nadie preguntó pero algunos cuantos vieron a Dean Thomas ponerse ligeramente verde al oír eso.
Luna platicaba alegremente con Neville Longbotton, mientras los demás mantenían ligeras y agradables conversaciones. Ya se encontraban ahí la mayor parte de los invitados, aunque Hermione, Ronald y Harry brillaban por su ausencia, nadie quiso darlo a notar. Además algunos estaban mas preocupados viendo un enorme cuerno de erumpent que colgaba peligrosamente sobre sus cabezas. Pero personas más despreocupadas charlaban alegremente, como aquella agradable viejecita que aún vivia, abuela de Neville. Ella estaba comentando algo como "en mis tiempos..." cuando el timbre sonó.
Luna se levantó de su silla y abrió la puerta, ya que nadie había escuchado debido a las risas y a la suave música que sonaba en la radio. Ellos entraron sigilosamente. Hermione dándole un abrazo a Luna y Draco cargando una gran bolsa negra que ponía las palabras VERSACE London en tono dorado. Neville, que había seguido a Luna con la mirada les vió y se le salió -¡Hermione! - Se levantó y estrechó a la castaña, vió a Malfoy. Ahora todos en el lugar miraban. Neville dudó un leve instante, pero finalmente le tendió la mano a Draco, que la estrecho. Derrepente todos se levantaron y rodearon a Hermione, Draco se apartó discretamente y se fue a sentar cerca de la cocina. La verdad no esperaba más.
Después que Hermione saludara a todos su viejos amigos y conocidos fue a sentarse al lado de Draco y los demás siguieron en sus asuntos, algunos ya estaban bailando, otros platicando y otros comiendo. Era muy agradable el ambiente. Hermione bailó un par de veces. Entonces se terminó el dip de mostaza y Hermione se ofreció a preparar más. Draco le ayudó a batir las yemas de huevo a punto de mayonesa mientras ella picaba algunas especias. El timbre sonó de nueva cuenta. Solo que esta vez la señora Weasley fue la que abrió y soltó un gritito.
- ¡Harry querido! ¿Cómo has estado? ¡Te fuiste tanto tiempo y sin decir nada! Oh santo cielo, Arthur ven acá - mientras decía todo esto lo abrazó y su cabello pelirrojo se alborotó más que cuando cocinaba. - Arthur ven aca, ¿Dónde estás? ¡es Harry! ¡oh Harry! - Molly Weasley reía nerviosamente mientras se apartaba para que los demás pudieran verlo.
En un instante todos saludaban a Harry efusivamente. Ginny Weasley que hasta ese momento había estado bailando con su ex-novio Dean, dejó de hacerlo y se arrojó a los brazos de Harry, él reaccionó lentamente y con ligereza se separó de ella saludando con una tímida sonrisa a Hagrid que, como de costumbre, lo estrechó salvajemente casí rompiendo sus huesos.
- ¡No sabes cuanto te hemos extrañado Harry! Grampy te recuerda a diario - mientras decía esto derramaba lágrimas enormes y gritaba con profundos sollozos de alegría. - Solo que él no pudo venir ya ves que pequeños son estos lugares!
Así continuo lo que parecieron ser horas... Harry Potter realmente estaba esperando ver a Ron. Y a ella, a su amiga Hermione. Pero ninguno de los dos parecía estar ahí, así que cuando al fin todos continuaron festejando, ahora no solo el cumpleaños de Luna, sino también el regreso de Harry, se acercó a Luna dandole una pequeña caja envuelta en papel estaño.
- Luna, creí que vería a Ron y a Hermione - era al menos una cabeza más alto que Luna, sus ojos verdes tenía una nota de desilusión que se apreciaba tras sus gafas.
- Oh no, Ronald no vendrá, ¿no te dije? Después que te fueras, Hermione y él se fueron muy lejos - ella estaba muy tranquila flotando la cajita en el aire haciéndola desaparecer.
- ¿Juntos? - Harry no sabía que pensar al sentir una extraña sensación de presión en su pecho. Y lamentó haberse ido tanto tiempo.
- Por supuesto que no - explicó ella muy calmadamente.- Primero se fue Hermione, y un día despues él también partió, pero me escribio hace poco diciéndome que estaría de vuelta por estos días... Al parecer le ha ido bastante bien y en cuanto a Hermione... - pero Luna no necesitó decir más. Hermione Granger había vuelto de la cocina con un enorme tazón con lo que parecía ser aderezo amarillo.
Entonces sus grandes ojos cafés brillaron al conectarse con los ojos verdes que la miraban intensamente.
Hermione Granger y Harry Potter caminaron lenta y sincronizadamente esquivando a las parejas que los separaban al tiempo que el joven de ojos grises que estaba en la cocina empuñaba con ira y angustia el cuchillo que acababa de enjuagar en el fregadero, sin embargo no hizo nada sino verlos. Cuando ambos se encontraron a mitad del departamento, nadie los estaban mirando.
- Hermione - murmuró el joven sin aliento, mientras que con sumo cuidado alzaba su mano y acariciaba el femenino rostro.
Ella se estremecio y cerró los ojos pero eso solo le recordó el dolor que sintió mientras esperaba su regreso, apartó su rostro de la varonil mano que le acariciaba la cara, él bajó su mano avergonzado de como con familiaridad demasiada intensa se dejó llevar al acariciar así tan bellas facciones. Y entonces... ¡PLAF!
Era el inconfundible sonido de una cachetada. La mejilla izquiera de Harry tenía marcada la delgada mano de Hermione en un intenso color rojo. Él por un segundo pensó que se debía a haberla acariciado como si de su... como si de su amante se tratara, pero pronto toda duda fue despejada
- ¡El que seas el niño que vivió no te da derecho a dejarnos con esta angustia! y ahora volver tan... tan... - ella estaba roja como un tomate, era increíble ver que tan menuda y delicada mujer pudiera tener una ira tan grande. - Eres... eres - definitivamente él era muchas cosas pero no encontró las palabras necesarias, repentinamente se giró hacia Luna que miraba en dirección al techo moviendo de un lado a otro su cabeza como viendo algo que los demás no podían ver.
-Luna, lo siento, me despido, nos vemos en la semana - la castaña volteó hacia la cocina buscando a Draco quien apresuradamente, en un gesto de entendimiento, tomó sus abrigos y llegó hasta donde ella estaba. - Vámonos Draco - dijo imperiosamente sin notar que ambos caballeros se miraban retadoramente - ¡con permiso! - exclamó y dando unos pasos hacia la mesa dejó el tazón que había estado sosteniendo, tomó su abrigo del brazo de Draco para ponerselo y después tomando al rubio del brazo lo jaló a la salida.
Nadie más se dió cuenta de lo que había pasado al estar Hagrid armando un escandalo por lo bebido que estaba y por la abuela Longbotton que seguía gritando como si todos estuvieran sordos como ella.
- ¡En mis tiempos..!
Cuando el rubio y la castaña salieron y se cerró la puerta, Harry, que hasta ese momento solo veía fijamente la cocina habló sin necesidad de voltear a ver a la festejada - ¿Qué hacen ellos dos juntos? - de echo no parecía haberse dado cuenta de semejante golpe que recibió y solo Luna podía ver lo blanco de sus nudillos en su apretado puño derecho - creo que tienes mucho de que ponerme al tanto Luna Lovegood.
Pero ella sólo respondió - Te dije que dejaras los hiddetrumbblies en tu casa...
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Nadie dijo palabra hasta que llegaron a su casa. Hermione tenía los labios apretados y había tomado la decisión de no derramar una sola lágrima más, menos enfrente de Malfoy. El rubio en cambio sentía un nuevo temor que nunca antes siquiera hubiera imaginado que existía, no tenía palabra alguna que decir. Maccu los recibió con inclinaciones elegantes y tomó sus abrigos. Hermione murmuró "buenas noches" y se retiró a su habitación.
Draco Malfoy se acercó al pequeño bar que había en la estancia y sirvió en una copa de cristal un líquido rojo sangre. Dió un largo trago al vino elfo con un toque amargo de ajenjo hasta terminarlo y aún así el alcohol no fue lo suficientemente fuerte para alejar sus terribles pensamientos. El Elegido, de Hermione, había regresado.
Afuera las ramas de los árboles se agitaban violentamente por la tormenta que se avecinaba al fin de Otoño.
¡¡DEJA TU COMENTARIO ANTES DE IRTE!!
GRACIAS.
"Pensar demasiado en algo... es realmente pesado."
a thought of mine...
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Christmas Song"
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Sábado, 18 de Diciembre.
"We wish you a merry christmas, we wish you a merry christmas,
we wish you a merry christmas and..."
El tonito de esa canción navideña ya lo tenía completamente harto. Honestamente navidad no era una de sus festividades preferidas. Para empezar, en Inglaterra, y más acertadamente en la zona donde estaba su hogar, nevaba demasiado y él siempre tenía frío. Para continuar, odiaba tener la nariz roja por causa de lo mismo y para terminar, siempre cogía un resfriado. Esa ocasion no sería diferente.
Pero al parecer todo podía mejorar, si lo pensabas detenidamente. Este año la caída de la nieve fue de diez centímetros menos que de costumbre, Hermione le dijo que su nariz roja lo hacía lucir lindo (ella mencionó a un tal Rodolfo) y finalmente, su elfo doméstico se estaba encargando de su gripe con remedios mágicos y dulces. La casa lucía mejor que cuando llegaron alrededor de un mes atrás. Parecía mas como un hogar (o al menos eso pensaba él ya que siempre vivió en una casa, un sitio físico).
Le daba gusto regresar a su hogar y tener a una persona que le esperara todos los días. Sabía que un delicioso estofado y una sopa caliente estaría esperándolo y que esa noche Hermione le pediría ayuda para decorar el árbol navideño. Él, anticipado a los planes de la temporada, había pasado primero al callejón Diagon para tomar algo de su cámara de Gringotts ya que después no tendría tiempo para ir, navidad estaba a la vuelta de la esquina y sabiendo que era la fecha favorita de Hermione había tomado esa decisión tan importante.
Tal y como había previsto, al llegar a su mansión, la cena estaba lista, gran parte de la casa ya estaba decorada con ornamentos navideños y un enorme pino recién cortado ya estaba colocado en medio del (como a Hermione le gustaba llamarlo pomposamente) salón de baile. El clima en la mansión era tibia y agradable, las chimeneas estaban encendidas y al parecer había un encantamiento de reproducción musical que inundaba cada habitación con suaves villancicos navideños.
Hermione lucía realmente bien con un pants rosa, camiseta amarilla y pantuflas afelpadas. Como era hora de la cena, se sentaron en el comedor. Era una habitación alta con paredes de mármol, piso a juego y un bello comedor de fina madera para unas veinte personas, era demasido grande para solamente ellos dos, pero siendo las habitaciones de grandes dimensiones, decidieron dejarlo. Las elegantes lámparas que alumbraban la estancia temblaban imperceptibles ocasionalmente.
- Draco, no olvides que esta noche me ayudarás a decorar el árbol principal - hasta ese momento habían estado hablando de cosas como el clima, la nieve, sobre la ciudad de Sydney donde debía estar haciendo demasiado calor. Ya iban terminando el plato fuerte y Hermione impaciente esperaba a continuar con el postre y concluir con el café.
- No lo olvidé, no te preocupes, este año me puse la vacuna contra los parásitos anti-navideños - Draco bromeó, la buena cena y la compañía lo ponían de buen humor - Hermione, iba a comentarte algo - en ese momento aparecía en medio de ellos dos buenas rebanadas de pastel de frutos secos y lo necesario para la hora del café.
- ¿Sucede algo? - la castaña estiró sus brazos y tomó una taza de porcelana blanca y agregó algo de café listo para beber. Todo el día se había dedicado a la decoración de lugar. Le tendío la taza a Draco.
- Nada importante, solamente que estamos cerrando muy bien el año, buenas ganancias, buenos negocios - el rubio hizo una pausa y tomó la taza que Hermione le ofrecía - y me gustaría que organizaras una cena de nochebuena, ya sabes para los ejecutivos - el chico la miró con cautela esperando una reacción fuerte a sabiendas que estaban a una semana de la fecha propuesta - el venticuatro de Diciembre - cerró los ojos fuertemente y los abrió lentamente unos segundos después al no oír mas que una pesada respiración
- De acuerdo, está bien - dijo la castaña respirando pesada y pausadamente - está bien, sólo, sólo necesitaré - tomó aire para pensar - me parece bien, una buena idea, ¿quieres algo así como un baile? - empezó a servir café en otra taza y a beberlo lentamente
- Si, bueno, y creo que sería una gran idea si invitas a algunos amigos tuyos, para que no sea tan impersonal la noche, ya sabes, un baile de etiqueta, pero acogedor, se que puedo confiar en ti, y si crees que es demasiado, puedo enviarte a mis dos asistentes - añadio rápidamente al ver que ella se ponía ligeramente verde.
- No, no creo que sea necesario, tengo a Maccu y me agrada la idea de invitar algunos amigos - se veía que estaba pensando rápidamente y recuperaba el color en su rostro - creo que puedo pedir a Luna algo de ayuda, se que tiene vacaciones y a demás le encanta ser de utilidad, ¿Debe ser algo completamente no mágico? ya sabes, por eso de tus ejecutivos - de la nada, Hermione había aparecido un pergamino y una pluma y había empezado a hacer anotaciones
- Bueno, no creo que deba ser todo completamente muggle, quiero decir - agregó al ver la mirada que le dirigió la chica - no será necesario romper el reglamento mágico realizando magia frente a muggles, podemos solicitar un permiso especial, digamos que tengo algunos amigos en el ministerio de magia y pues todo arreglado.
- Estoy de acuerdo, solo se tratará de dar efecto a algunas luces, la música, que la comida aparezca, todo discretamente - su pluma se movía a gran velocidad sobre el pergamino haciendo anotaciones - todo estará listo para el viernes - Hermione ya estaba mas tranquila y hasta estaba pensando que era una magnífica idea.
- De acuerdo - el rubio empezó a probar el pastel que terminó por completo, todo iba de acuerdo a lo planeado.
- De acuerdo - finalizó Hermione añadiendo al final - pero tú enviarás las invitaciones.
Lunes, 20 de Diciembre.
Ese día no hacía tanto frío, pero ella prefería vestir su abrigo de pana favorito. El día anterior, Hermione había llamado a su casa para pedir ayuda porque organizaría un baile navideño en tiempo récord. Y como siempre, ella estaba encantada de ayudar. Adoraba ser de utilidad. Más desde que su padre había muerto un par de años atrás en una expedición para encontrar, al fin, los snorkack de cuerno arrugado. Ella estaba segura de que su padre había encontrado al jefe de la manada que tendía a mostrar comportamiento agresivo, por eso había fallecido. Mala suerte.
El callejón Diagon abría diariamente durante todo el mes de Diciembre. Ese día veinte, estaba a rebosar de gente, pero no era extraño que estuviera así en esta temporada. Despistadamente Luna veía el aparador de una extraña tienda de antiguedades, estaba esperando a Hermione, porque harían unas compras necesarias para el baile del viernes. Mientras veía una lámpara verde, recordó a Harry Potter.
Tenía un aprecio especial por él. Talvez se debía a que siempre fue cortés con ella en el colegio. Así que ella deseaba que él fuera feliz por siempre jamás, y si ella podía hacer algo para lograrlo, lo haría sin dudarlo, en ese momento, Hermione Granger tocó su hombro. Luna lo vió como una señal. Y si era una señal, ella no lo ignoraría, porque si esta señal era una confirmación a sus ideas sobre lo que podía hacer, ella sería una vez mas de utilidad.
- ¡Hola Hermione! Que bueno que llegaste, estaba mirando esa lámpara verde, ¿no es un color muy bonito? - dijo la rubia señalando la lámpara que momentos antes miraba.
- Ya lo creo que si Luna, ya lo creo que sí. Pero el salón va decorado de dorado y plateado, entonces debemos enfocarnos en ello ¿Vale? - durante el último mes Hermione sentía cierta aberración por el color verde, hasta había decidido remodelar el baño mas grande de la Mansion Malfoy, y Draco lo permitió pero se opuso a que ella pensara siquiera en cambiar las cortinas de su habitación (¡eran de la seda mas fina y le costaron un cabello de su cabeza!). Como fuera ella solo podía ver el verde en la ensalada de lechuga.
Entendiendo la indirecta, Luna asintió sencillamente. Empezaron a caminar y a entrar a algunas tiendas, un par de horas después ambas estaban algo cansadas. Decidieron comer un helado y después ir a la tienda de túnicas de Madame Malkin, que ya lucía en sus aparadores los diseños de la nueva temporada y que también había empezado a vender túnicas de gala que parecían mas bien vestidos de noche muggles, como la hija de Madame Malkin decía: "Porque a veces los muggles si que saben vestir bien".
Después de veinte minutos, fueron atendidas, pero como era para un evento especial debían escoger con cuidado, Hermione sabía que esto les llevaría una hora contando con un poco de buena suerte.
- No Hermione, he decidido que llevaré la túnica roja - dijo una hora despues Luna que era práctica y no le importaba lo que vestiría - además ya te dije que compré unos zapatos con tacón que creo harán juego muy bonito
- Pero Luna, el rosa se te ve precioso - Hermione estaba dando la espalda a la entrada, viendo a Luna que vestía una túnica rosa muy bonita.
- Precisamente por eso Hermione, si compro el rosa, me veré tan fenomenal, que todos recordarán mi túnica y no podré usarla de nuevo y si voy a pagar este precio, no se ofenda pero es realmente caro - se volteo rápidamente hacia madame malkin y despues hacia Hermione - quiero que sea algo que pueda usar de nuevo.
- Esta bien Luna, esta bien, eso tiene lógica - Hermione estaba aguantando unas enormes ganas de reír - ahora yo, no me decido entre la túnica negra y la violeta, creo que la violeta es bastante más alegre, pero la negra es mas formal
- Pues creo que lucirías mejor en un tono verde, a mí me a gustado como te ves en ese verde intenso - Luna daba su opinión que la verdad era muy acertada
- No se...- Hermione estaba dudando sobre si elegir ese color
- Yo estoy de acuerdo con Luna - una voz ronca habló detrás de Hermione, inmediatamente reconoció la voz, pero no percibió el tono con el que fue dicho.
- Lo bueno es que nadie te pidió tu opinión - Hermione le tendió las túnicas a madame malkin y despúes encaró al muchacho - ¿Que haces aquí Harry Potter? Creí que había dejado en claro lo que pienso de ti en la fiesta de Luna, que por cierto, disculpas de nuevo Luna - dijo sin voltear a ver a la chica Lovegood.
- No importa, fue interesante - respondío Luna pero nadie la estaba escuchando y la verdad no es que quisiera ser parte de la conversación, junto a madame Malkin había tomado asiento listas para escuchar en primera fila, era uno de esos momentos en que despues de tener abarrotada una tienda no hay nadie mas ahí.
- Bueno Hermione, lo que recuerdo es que solo balbuceaste y nada especial dijiste - el chico de ojos verdes sonrió descaradamente al verla ponerse de un tono rojo. - Escuche que hablaban sobre un baile de navidad, espero recibir mi invitación a tiempo
- Pues espera sentado, talvez te llegue el veinte de Diciembre - Hermione solo sentía sus orejas arder intensamente, tenía que mirar hacia arriba ya que el chico le sacaba cabeza y media - pero del próximo año - finalizó mordaz. El ver cuanto habia crecido y cuan guapo se habia puesto la irritaba aún más.
- No es posible que pienses así Hermione, mira que dejar que un viejo amigo pase solo la navidad bebiendo sopa de lata no habla de caridad
- ¡Vaya, el joven me-voy-no-importa-nada me está dando lecciones morales! - su risa irónica era algo que Harry no conocía muy bien, era algo así como una nueva faceta de Hermione y algo interno le hizo sentir que necesitaba con urgencia conocerla ampliamente.
- Entonces dámelas tú. Invitame al baile ese. - el chico se cruzó de brazos y la miró con profundidad esperando una respuesta, sentía una punsada triunfante.
- Lección uno: Ignorar - la castaña se dió la vuelta y dijo a Madame Malkin quien rápidamente se puso de pie - me llevo la túnica morada, envíemela a esta dirección - le tendió un pedazo de pergamino y sacaba de su bolsa bastantes galeones para pagar, despues de dicha transaccion continuo - Leccion dos: -puso frente al rostro del muchacho dos dedos- La salida triunfante del vencedor. Te marco mañana Luna. - dicho esto salió de la tienda y desapareció.
- Yo mas bien la llamaría: retirada. - se acercó al mostrador donde sonrió a Madame Malkin - Necesito un par de túnicas, negras, sencillas, son para el trabajo - Madame Malkin asintió y se dirigió a las bodegas traseras, entonces el chico tomó el pedazo de pergamino que Madame Malkin había dejado a la vista cerca de su cinta métrica, pero antes de poder leerlo escucho a Luna, quien había estado callada.
- Deja eso, no es tuyo, si Madame no lo encuentra se volvera loca - Harry ni siquiera pudo leer la dirección cuando Luna le arrebato el pergamino de las manos.
- Pero de verdad quiero ir Luna - dijo con un deje de decepción - debo recuperar a mi amiga Hermione.
- Irás - dijo la chica rubia resueltamente ignorando la palabra amiga, ella sabía que era cuestion de tiempo para que el chico se diera cuenta... no era tiempo de pensar en eso, se dijo a si misma, así que añadió - Irás, irás como mi invitado.
El chico sonrió con malicia. Y sin que la rubia lo notara, hizo un movimiento con su varita. Madame Malkin, por accidente, enviaría una túnica verde.
Miércoles, 22 de Diciembre.
Todo iba viento en popa. Desde el domingo que empezó a organizar el baile navideño, las cosas trabajaron funcionalmente. Hasta Luna parecía mas cuerda que de costumbre y sus ideas resultaban acertadas. La lista de invitados estaba completa y las invitaciones entregadas. Solamente la señora Weasley disculpaba a la familia ya que habían planeado pasar las navidades con su hijo Charlie que nunca se había casado. Por lo demás irían alrededor de veinte ejecutivos con sus parejas haciendo cuarenta y algunos amigos de Hermione que sumaban, en conjunto, una asistencia de unas sesenta personas. Mas diez del ministerio de magia que Draco Malfoy se habia visto forzado a invitar en deuda a un par de favores.
Este día, Hermione y Luna irían a un restaurante hubicado en la zona mas chic de Londres. Lo que sabía Hermione es que tenía un mes de haber abierto y se había hecho rápidamente de buena fama. El restaurante contaba con entrega de pedidos y preparacion de banquetes hasta para 100 personas. Lo que había escuchado es que eran muy formales y todo trato era muy serio. De echo, tan solo al entrar al restaurante "El Castaño" se sintió muy afortunada de haber convencido a quien parecía estar a cargo, un hombre llamado Yiang Tze.
Le costó hablar durante media hora insistiendo que era algo de vida o muerte, el señor Yiang ya iba a colgar despues de dar una negativa alegando que estaban plenos de trabajo por la temporada, cuando Hermione alcanzó a oír que discutía en voz baja con alguien, alguien de voz bastante familiar, y para suma alegría de Hermione, escuchó como Yiang suspiraba y preguntaba a manera de confirmación "¿banquete para setenta personas?" y le daba una cita para el día miércoles para que Hermione eligiera el menú. Algo muy extraño al parecer de Luna.
Pero extraño o no, Luna y Hermione ya estaban ahí, un poco incómodas por que no se les ocurrió arreglarse para la ocasión y ahí estaba comiendo gente vestida en muy bellos y costosos trajes. Solo de echar un vistazo a la carta, Hermione supo que de no contar con el dinero de Draco, no serían para ella suficientes diez vidas para pagar un banquete en El Castaño.
Un hombre algo bajo de estatura y de ojos rasgados se acercó a ellas y habló en un casi natural inglés - Un placer señoritas, mi nombre es Yiang Tze, pasen por aquí, a nuestra sala de pruebas.
Al oír esto, Luna abrió grandes los ojos y vió a Hermione quien tuvo que pellizcarse para no reírse, ya que Yiang Tze podría ofenderse y cancelar el trato ya que no parecía que por perder un banquete podían irse a la quiebra, había rumores que para hacer una reservación y comer ahí ya había una larga lista de espera, los más drásticos decían que tenían que esperar casi ocho meses para comer ahí. Al recordarlo, Hermione se sintio un vez más muy afortunada.
La sala de pruebas, como la había llamado el señor Yiang (a Hermione le parecía rídiculo decirle señor, no podía ser mucho más grande que ella) era una amplia habitación que solamente era una extensión del área de comensales principal. Había mesas cuadradas enmanteladas y con la vajilla necesaria. Solo había una mesa vacía en un rincón del lugar que fue a donde las guió.
- Si hacen el favor de esperar aquí, mi socio las atenderá personalmente, con permiso - y sin esperar mas se retiró apresuradamente hacia una puerta que estaba en el otro extreño del lugar.
- ¿Y bien Hermione? - empezó a hablar la rubi al ver que el hombre se había ido - ¿hace falta algo más?
- No Luna, creo que el viernes acomodamos el salón en la mañana y tendremos la tarde libre para alistarnos. - respondió la castaña y suspiró - creí que nunca lo lograríamos
- Tú siempre logras lo que te propones Hermione
- ¡Ron! - gritó Hermione haciéndo que todos los presentes voltearan a verlos - no entiendo la manía de todos de hablarme repentinamente sin previo aviso - rápidamente se puso de pie y lo estrechó en sus brazos - ¡pero mírate que alto estás! ¡es una pena que yo siga siendo tan enana!
- Ronald - saludó Luna y se levantó acercándose a darle también un abrazo menos melodramático que Hermione - Tanto sin verte, me da mucho gusto, ¿Qué haces aquí? Creí que... ¡Ah! Ahora comprendo
- ¿Qué ocurre Luna? - preguntó Hermione al ver la mirada de entendimiento que ambos se dieron, le recordó mucho a ella y a Harry.
- Bueno Hermi - respondió Ronald Weasley - Este lugar, es mi restaurante y de Yiang por supuesto.
- ¿Cómo pero...? - dijo tan sorprendida que Ronald sintió una punzada de decepción que trató de ignorar - Quiero decir... Que bien Ron, ¡felicidades amigo!
Otra punzada en el pecho.
- Bueno, siéntense y las pondré al tanto, espero tengan la tarde libre - el chico pelirrojo tenía unas cuantas pecas en el rostro, su piel pálida y su larga naríz eran muy atractivas para las mujeres de lugar, aún para Luna Lovegood, sus grandes ojos azúles y su sonrísa traviesa contrastaban adecuados con los hombros anchos, su buena altura y sin el paso desgarbado que tenía de joven, se veía maduro, seguro y radiante. Hermione suspiró recordando tiempos de antaño.
Era grandioso ver a su amigo de nuevo, si no hubiera tenido la ligera sospecha de haber visto algo en su mirada que la hizo sentir incómoda. Luna lo invitó a la cena de nochebuena y Hermione sólo pudo sonreír asintiendo.
Jueves 23 de Diciembre, a un día de nochebuena.
Hermione estaba sentada en una mesa del caldero chorreante. Tenía a sus pies algunas bolsas de obsequios navideños que había comprado. Bebía una taza caliente de chocolate y daba pequeños mordiscos a un sandwich de jamón de pavo. Se sentía algo cansada, pero estaba satisfecha. Sabía que la velada del día siguiente sería exitosa. Ya tenía los regalos para sus amistades, sólo necesitaba comprar algo para Draco. Frunció el ceño cuando el atractivo chico de ojos verdes y cabello azabache se sentó enfrente de ella.
- Hermione, tenemos que hablar - su voz no daba lugar a duda de que no la iba a dejar ir hasta que conversaran.
- Te perdono - soltó sin voltear a verlo, dió un último sorbo a su chocolate y dejó cuatro galeones en la mesa
- Oh, bueno... gracias - dijo algo confundido el ojiverde, él se había preparado para un duelo a muerte, donde seguramente él saldría lastimado.
- Entonces, nos vemos - la castaña se inclinó recogiendo sus paquetes - tengo cosas que hacer.
Esto hizo reaccionar a Harry - espera - dijo tomándo su brazo - no te vayas - con voz ronca la miró suplicante - o al menos déjame acompañarte.
La chica tembló un instante - vamos.
Caminaron lentamente hacia el mundo muggle, Harry no preguntó, simplemente la siguió.
- Sujeta mi brazo - ordenó la castaña haciéndose obedecer y con una aparición conjunta llegaron a un centro comercial con lujosas tiendas departamentales, el chico la soltó.
- ¿En dónde estamos? - preguntó el muchacho
- En Westfield, vamos a buscar un obsequio - dijo la chica mientras se encaminaban a una tienda que decía en letras grandes, negras y sobrias Chanel. - ¿Dónde has estado estos años Harry Potter?
- Un tiempo estuve viviendo en Grecia, pero decidí moverme y busqué una vida tranquila en las costas mexicanas - el joven la miró intensamente y rebosante de alegría que trataba de ocultar o perdería el control.
- Que bien, yo me fuí a Australia - siguio la conversación Hermione mientras miraba algunas corbatas. Blog sobre ropa y moda Shein, Primark y Amazon
- ¿Ahí lo conociste verdad? - interrogó lleno de curiosidad.
- ¿A quién? - ella caminó seguida por él hacia el área de perfumería.
- A Malfoy, quiero decir, ahí empezó la relación ¿no? - dijo empezando a exasperarse al escuchar que ella le respondía con monosílabos y no volteaba a verlo
- ¡Harry, Hermione! - ahí estaba el pelirrojo Ronald Weasley, un tanto más alto que Harry y sujetando un par de bolsas que dejó caer. Se acercó y dió un largo abrazo a Hermione que no supo como reaccionar y provocando que Harry tomará instintivamente su varita, sin estar seguro de porque.
- Ron, ¡que sorpresa! ¿Qué haces aquí? - preguntó Hermione tratándo de soltarse discreta del abrazo.
- Vine a buscarte un obsequio Herm, no esperarás que llegue mañana con nada ¿no? - preguntó Ronald insistiendo en el contacto físico al poner un brazo sobre sus hombros.
- Osea que yo fuí el único no invitado, ¿no es así Hermione? - sin ver la cara roja de Hermione añadió - Ron me da gusto verte, Luna mencionó que estabas en Londres
- Si, algo me comentó sobre tí también. - Ambos hombres sentían que algo invisible entre ellos se interponía. Uno de ellos sabía que era, o mejor dicho, quien era. El otro simplemente lo debió al tiempo.
- Bueno, supongo que tienen mucho de que conversar - dijo la castaña sin notar que se había puesto de puntitas - entonces me voy que debo buscar un obsequio - y desapareció antes de que alguno pudiera hacer algo. Cobarde.
Viernes 24 de Diciembre, Noche Buena.
- Bienvenidos - la rubia Luna sonreía a todos los que llagaban a la Mansión Malfoy. Con su túnica roja se veía a distancia, pero más que túnica era un vestido de noche. Sus brillantes zapatos de tacón rojo, que Hermione pensaría dos veces antes de ponerse, eran opacados por el vestido.
El salón de baile lucía esplendoroso. Con el enorme pino en medio del lugar decorado con cintas doradas y plateadas y la brillante estrella en la punta que parecía iluminada con magia. Luna divertida y contraria a las órdenes de Hermione, había puesto algunos cuantos muérdagos esparcidos por el salón flotando tranquilamente y nuevamente para algunos cuantos, parecía cosa de mágia.
Las mesas con bebidas como ponche de huevo, vino y múltiples tragos, así como las mesas cargadas con el banquete que fue llevado por personal de El Castaño. El aroma a pierna al horno en salsa de avellanas, las nueces de macadamia cubiertas de chocolate, el pavo a las hiervas, el pato en salsa de naranja, el sufflé de chocolate, el tradicional rollo navideño, las papas caramelizadas combinadas con el suave aroma a pino y madera quemada de la chimenea era embriagante.
Hermione lucía bellísima apesar del contratiempo de último minuto cuando llegó a su domicilio un vestido color verde botella en lugar del morado de corte discreto que había encargado. Draco en un intento de calmarla le dijo que el verde iba muy bien con sus ojos y que él podría usar ese fino traje negro que había comprado en su último viaje a Italia. Al no calmarse tan pronto, Draco le dió un juego de collar y aretes con esmeraldas bañado en oro blanco, diciéndo que lo estaba reservando para año nuevo, pero que iría bien con el vestido que le había quitado el aliento.
La música melódica era interpretada por una banda en un entonado conjunto de cuerdas. Todos lucían a gusto. Hermione se paseaba entre los invitados al lado de Draco, él lucía increíblemente guapo con su traje y zapatos de piel del mismo tono, se había dejado crecer un poco su barba rubia, se veía maduro y con elegancia llevaba a Hermione del brazo presentándola con sus accionistas y ejecutivos. Hacían la pareja perfecta esa noche.
Cuando al fin Hermione pudo librarse de conocer un montón de gente que en su vida había visto, se dirigió a la mesa para tomar una taza de ponche, cuando sintió a una persona ponerse a su espalda, se tensó.
- ¿Bailarías esta pieza conmigo?
Una casi imperceptible nudo cayó en su estómago al voltear y saludar a Ronald Weasley.
- Si, ¿porque no? - él la tomó de la mano y la llevó a la pista de baile. - Toda la comida está deliciosa Ron
- ¿En serio te ha gustado? Porque he estado cerca de la mesa todo este tiempo y no te ví hasta ahora acercarte a ella. - exlamó inocente Ronald Weasley
- Bueno, tengo acceso privilegiado a la cocina - rió la castaña mientras daban vueltas al bailar, media hora antes de la hora citada, había dado una ronda a la cocina guiada por el aroma.
- Me encanta cuando sonríes Hermione - susurró el chico de ojos azules por arriba de la cabeza de la chica, que no supo que decir, por lo que el chico prosiguió - ¿Sabes porque me fuí cierto? Pero que tonto soy, siempre has sabido las cosas antes de que siquiera yo las piense.
- Ron, yo...
- Pero esta ocasión, yo también se porque te fuíste - la silenció Ronald hablando en voz baja y perdido en sus recuerdos - Fue por él, siempre fue por él y siempre será por él ¿cierto Herm?
- No se que quieres decir Ron.
- Y ahora estás con Malfoy. - la ignoró el pelirrojo. - Que humor extraño tiene la vida ¿no es así? Y yo que creí que mi suerte había cambiado. Viajé a la antigua China Hermione, buscando algo más, algo diferente que la vida pudiera ofrecerme. Debía encontrar mi camino, así que simplemente empaque mis pocas pertenencías y me lanzé a lo desconocido. Los dados en mi juego empezaron a jugar a ganar y mira ahora. Afortunado en el juego, desafortunado en el amor.
- Ronald, yo, lo siento - murmuró la castaña deseando poder amarlo como sabía que él lo hacía, pero había demasiadas cosas... Ambos eran de temperamentos explosivos, de duros argumentos.
- No digas más Hermione - la silenció de nueva cuenta el muchacho - Debo partir mañana a Nueva York, abrirémos otro restaurante ahí. Pero ahora - suspiró - Ahora... sólo, sólo déjame... déjame disfrutar este momento, como si no hubiera un jamás, como si no extistiera un mañana, como si... Fueramos solamente nosotros dos en este mundo infame que no se toca el corazón. - dicho esto, el joven la abrazó, como Hermione diría después, fue el abrazo más doloroso de mi vida. El saber sus sentimientos y el no poderle corresponder.
Bebiendo una copa de champagne, el adinerado Malfoy miraba la escena en silencio, detestándose por ser tan correcto, sonríendo a las personas que se acercaban a él, tanto temple en su persona que era incapaz de ir y golpear al hombre que abrazaba a Hermione, pero además de él, solo otra persona miraba tal escena. El muchacho de ojos verdes entendía más allá de lo que los demás imaginaban.
Sabía que su viejo amigo sentía algo más allá de amistad por Hermione. Sabía que Malfoy tenía algo más que amistad con Hermione, (curiosamente esto le hacía hervir la sangre). Sabía lo que había orillado a Hermione a irse tan lejos. El día anterior que ella había dejado a Ron y a él en la tienda esa, ambos decidieron saber lo que ocurría con el otro. Habían ido a tomar un trago en un Toohey´s bar.
Hablaron de algunas cosas que habían hecho, como hablaran dos personas que no se ven hace mucho tiempo. Después de un par de tragos más fuertes, Ronald soltó su ira hacía Harry, reclamando todo lo que Hermione no se atrevió a reclamar. Y fue cuando Harry supo sobre los sentimientos de la chica mas inteligente que había conocido. Ronald nunca fue precisamente discreto.
Pero lo que no sabía, era lo que sentía él. Y lo odiaba. Y ahora ahí, en la entrada de la Mansión Malfoy, veía a Ron despidiéndose de la chica más hermosa de la sala. ¿Qué sentía él? ¿Porqué él no podía ser tan claro de sentimientos como lo era el pelirrojo? Quería a la castaña de piel ligeramente bronceada. Pero no sabía si era cariño-hermano o cariño-relación. Aún así, él se aferraría a lo único bueno y delicioso de su pasado. A una amistad incondicional.
- Hola Harry - saludó Luna Lovegood
- ¿Que hay Luna? - sonriéndo la miró de arriba a abajo - ¡que impactante luces hoy amiga!
- Bueno, ¿Qué puedo decir? El hado me ha favorecido esta noche - dijo guiñándole un ojo - Y este vestido estaba en oferta ¿Puedes creerlo?
- No lo imagino
- Ven, Quiero bailar, pero el tonto de Neville no llega aún y todos estos invitados de Draco traen pareja, ¿Qué estirados verdad? - mientras hablaba, la rubia lo llevó a la pista de baile - Hermione me explicó que aunque es genial bailar sola, suele ser más divertido bailar con alguien.
- Y como siempre ella está en lo cierto ¿no? - dijo el chico mientras trataba de seguir el paso del baile a Luna, a quien parecía no importarle que fuera una canción lenta siguiéndo su propio ritmo. Era algo que siempre admiró de Luna Lovegood, vivir a su propio ritmo.
Mientras bailaban, llegaron unos cuantos más invitados y Luna se desplazó hasta la entrada un par de ocasiones dejando a Harry desorientado buscando a su pareja de baile sintiéndose algo ridículo y torpe, dió un suspiro de alivio cuando paró la música y él pudo acercarse a la mesa de los tragos.
Por su lado, después de una pieza musical, Draco Malfoy se acercó a Hermione que seguía con Ron y carraspeándo sonoramente, estos se separaron y Ronald con agilidad dió un leve beso de despedida a Hermione en los labios. Y se fue rápidamente a la entrada, echando una última mirada a el rubio y a la castaña. Este era un adiós, porque curiosamente, se había enterado de lo que Malfoy había sacado de su cámara de Gringotts unos días atrás.
Malfoy tardó en reaccionar, porque sin necesidad de, sabía y entendía a Ronald Weasley. Tomó a la castaña del brazo ya que ella seguía pasmada. - Olvidemos este incidente Hermione, ven, creo que es hora de dar unas palabras.
- Ve Draco, necesito tomar un poco de aire.
- ¿Estás bien? - inquirió al ver que la chica temblaba un poco.
- Si Draco, ve, esperan tu discurso. - La chica logró sonreír débilmente - además quiero algo de ponche dulce que no he tenido oportunidad de beber. Yo te aplaudo desde aquí - añadió dando un beso en la mejilla al rubio.
Mentras Draco se dirigía con elegancia y acompañado de ovaciones a la pequeña plataforma colocada a un costado de la chimenea, Hermione se dirigió a la mesa de los tragos donde se topó con quien menos esperaba esa noche.
- ¿Qué haces aquí? - Preguntó confundida Hermione
- Bueno, digamos que una buena amiga me invitó - sonrió Harry Potter para después añadir - ¿Lo has pasado bien con Ron?
La chica se puso de mil colores pero logró decir - Bastante bien - Empezó a servirse una taza de ponche rojo y dulce.
- Ven aquí, quiero darte personalmente mi regalo navideño - y sin hacer caso a la resistencia de la chica la empujó hasta la puerta de cristal que llevaba a los jardínes traseros.
- Pero Draco va a dar su discurso - Alegó ella.
- Como si no lo supieras ya de memoria - gruñó Harry entre dientes. - Aquí - dijo mientras cerraba la puerta a sus espaldas - Vaya que hace frio - tiritó un poco.
- Pues aprisa, que gracias a este vestido verde estoy descubierta - bufó la chica abrazándose tratándo de darse calor.
- Te ves increíble Hermione - la miró con intensidad abrumadora que no lo dejaba pensar claramante. Por milésima vez en esa noche, ella se había quedado sin palabras. - Yo... Quiero disculparme enserio por todo el dolor que te he causado. Nunca ha sido mi intensión herirte.
- Pero lo hiciste Harry - la chica habló con dolor - se que nunca has querido, pero lo hiciste. Sin embargo, estoy aquí, expuesta a este frío perdonándote. - Ella dudó un instante antes de añadir - Cuando debería estar adentro apoyando al hombre con el que estoy ahora.
- Entonces lo prefieres a mí.
- ¿Qué estás diciendo Harry? - la chica empezaba a perder la paciencia - Siempre estaré para ti ocupando el lugar... que me diste.
- ¿Qué te he dado? ¿Qué quieres decir? - preguntó el chico sorprendido por esa respuesta mientras miraba los brazos desnudos de Hermione y la forma de su cuerpo finamente delineado por el vestido de verde seda. Empezaba a pensar en cosas que anteriormente hubiera considerado pecaminoso y enfermizo, cuando la otra persona se trataba de... una casi hermana.
- No te hagas el tonto. Se que lo sabes - insistió la chica algo intimidada por la profunda mirada del ojiverde. - Ayer estuviste con Ron y él no es precisamente el mejor ocultando sus ideas acertadas.
- Hermione, sigo sin comprender - murmuró el muchacho acercandose a ella, empezando a sentir calor en su cuerpo y vueltas en su cabeza.
Pero no fue necesario para él decir más, la castaña explotó fastidiada- ¡Te amé Harry! Pero siempre fuí la amiga incondicional para tí. Renunciando a una vida propia pensando en tí, siempre deseando secretamente ser lo suficientemente adecuada para tí. Y cuando terminó todo lo que te marcó por años... - la chica mantenía los ojos fijos en el pecho de él, sin atreverse a alzar la mirada. - Y cuando todo terminó... desapareciste.
- Herm...
- Te fuíste... Te largaste sin decir adiós- reclamó con dolor en su voz - Si me lo hubieras pedido, si tan solo... yo hubiera ido contigo al fin del mundo ciegamente. Y por meses sólo desee haber muerto, no sentir...
- No digas eso... no... - la nota de desperación en su voz no le importó y dió un par de pasos al frente, tratando de detener esa onda de sentimientos que no sabía como interpretar - Yo... - Hermione sintió que era empujada de la nada hacia enfrente, teniendo que sujetarse a Harry, quién se aferró a ella como si su vida dependiera de ello.
Luna que se había acercado a la puerta de cristal vigilante y había escuchado todo había hecho un movimiento con su varita provocándo que Hermione terminara abrazando a Harry, otro movimiento de su varita y un muérdago encantado se puso arriba de ellos tintineando dulcemente.
Ambos vieron el muérdago parar sobre sus cabezas, Hermione abrió ligeramente sus labios que parecieron a Harry apetecibles y no pensando puso su mano sobre la nuca de la castaña, se inclinó un poco y la besó. Fue un beso tierno, delicado, como si temiera que ella fuera a hacerse mil pedazos con cualquier brusco movimiento.
Parecía haber una eternidad donde no había nada más. El aroma femenino y a vainilla que emanaba de Hermione era embriagante a los pensamientos de Harry. Sus figuras encajaban perfectamente, como si hubieran sido echos el uno para el otro. Como si existiera algo más grande que ellos no podían controlar o siquiera comprender.
Un fuerte y numeroso ruido de aplausos que provenía del interior los hizo separase abruptamente. Draco Malfoy había terminado de dar su discurso y de seguro buscaría a la castaña entre los invitados.
- Hermione, yo... lo siento, no estaba pensando - Se apresuró a decir el ojiverde dando un paso atrás.
- Tienes razón - soltó la chica sin voltear a verlo tratándo de reprimir las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos y evitando verlo a toda costa, no iba a darle el lujo de que la viera sufrir por él nuevamente, se lo había prometido a sí misma y lo iba a cumplir. - Debo... debo irme - dijo limpiando sus labios que aún sentían el sabor a vino rojo que los labios del chico le habían dejado.
Hermione rápidamente entró al salón chocando su hombro derecho con Luna. Sin disculparse, caminó hacia Draco que seguía de pie en al plataforma haciéndo bromas con sus invitados. Vió a Hermione y la llamó al frente. Ella intentó sonreír naturalmente, trataba de no ver hacía la puerta de cristal, pero por el rabillo del ojo miró como el muchacho de cabello azabache entraba a la habitación, decía unas palabras a Luna, le entregaba un paquetito y se dirigía hacia la entrada principal caminando lentamente, con la intención de abandonar el lugar. La voz de Draco la volvio a la realidad.
- ...Y estimados invitados, deseo que esta noche sea inolvidable para todos nosotros y pidiendo que ustedes sean testigos de mi felicidad - tomó un profundo respiro y abrió un estuche de terciopelo negro enfrente de todos mostrando su contenido - este brazalete plateado a estado en mi familia por siglos. Pasando de generación a generación. Siendo entregado a la siguiente mujer que será parte del linaje Malfoy... - y sin más, poniéndose de rodillas en dirección a Hermione agregó - ¿Te casarías conmigo?
Hermione Granger miró una vez más hacia el chico de ojos verdes que se detuvo pasmado en el umbral de la puerta. La castaña deseo con todo su ser que Harry gritara que la amaba y que la tomará en sus fuertes brazos y huyeran juntos...
Pero no ocurrió. Él simplemente metió las manos en los bolsillos de su pantalón y caminó hacia la salida sin voltear a mirar atrás hasta desaparecer en lo negro de la noche.
La canción navideña sonaba en toda la sala:
"We wish you a merry christmas and a happy new year"
¡¡DEJA TU COMENTARIO ANTES DE IRTE!!
GRACIAS.
Desde la pluma de: ¿Por qué no te casaste con tío Harry?
"No tenía pretextos, hasta que alguien me rompió el corazón"
a thought of mine (un pensamiento mío).
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"Cuando alguien te ama"
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La fecha de la boda se había fijado para Abril. Draco Malfoy había insistido, en su acalorado apasionamiento, que se llevara a cabo a mediados de Febrero, pero Luna y Hermione insistieron que organizar una boda no es tan sencillo como una cena navideña. El rubio accedió de mala gana al principio, pero posteriormente aceptó la idea. Él estaba decidido a gastar todos sus recursos para que fuera el día más inolvidable de Hermione. Ella había estado algo distante desde entonces, Draco no quisó insistir pensando en que era propio de una chica independiente actuar de esa manera al tener un compromiso formal.
Rápidamente se extendieron rumores sobre la boda cuando alguien filtró la información en el Profeta, que de inmediato publicó una nota donde felicitaba a la pareja. En un tiempo de paz y lleno de cotilleos, era una bomba la noticia. Hacía a muchas mujeres soñar y a los hombres hablar en voz altísima de Quidditch. Para cuando terminaba el mes de Febreo, las invitaciones habían sido enviadas y los medios publicitarios (incluyendo corazón de bruja) llevaban a cabo una encarnizada lucha intentando obtener, por todos los medios, los detalles de dicho evento. Era, definitivamente, el evento del año.
A Hermione le fastidiaba el echo de usar magia para auyentar a los paparazzis que les acosaban en todo momento. Como cuando había ido a Italia a escoger el vestido de novia, cuando habían ido a hacer el contrato con la agencia Wedding Wizard: organizadores de bodas, cuando fueron a ver el lugar donde iban a casarse, cuando encargaron la túnica de él. La última intromisión a su vida privada que rompió toda la paciencia de la castaña, fue cuando la fotografiaron en el supermercado sujetando su marca favorita de tapones, y aunque el mago seguía con una horrible y enorme verruga en su naríz (cortesía de Hermione), había obtenido su foto la cual salió en el Profeta, con el título:
La Magia de las Bodas: El sueño de toda bruja.
¿Recuerda alguien a la enamorada del famoso jugador de Quidditch, Vícktor Krum? ¿A la incondicional amiga del salvador del mundo mágico Harry Potter? ¿A la ahora prometida del millonario Draco Malfoy nombrado el mago más sexy del dos mil ocho? Adivinaron, se trata de Hermione Granger quien es ahora considerada la bruja más afortunada del año. ¿Y cómo no? A sus veintitantos años y con todas estas experiencias vividas, llenas de amor, dramatismo y comedia, no deja de ser la envidia de muchas de nosotras.
Y ahora, una vez más, roba protagonismo en nuestras cámaras para demostrarnos como se es una bruja hecha y derecha, con exquisito gusto y elegantes maneras. Para su boda que se llevará a cabo el próximo mes, ha acudido a las más importantes agencias para organizar el evento del año que hasta ahora lleva la desorbitante suma de ciento cincuenta y siete mil galeones. Y querido lector, si vas a casarte pronto y no cuentas con esta suma de dinero, aquí te damos unos fantásticos consejos para que tu boda no se quede atrás este año. (Continúa en página 15)
Pero a él poco le importaban unos inútiles consejos de como ahorrar en una boda. Con contrariedad y bufidos, hacía bolas el primer periódico del mes de Marzo arrojándolo a su cesto de basura y tomaba de nuevo el informe de Azkabán que le había llegado a su oficina ese día. Por más que tratara de leer, no podía pensar claramente. Decidió estirar sus piernas y examinar un mapa mundial que estaba clavado a la pared de su oficina con chinchetas muggles. Tenía una junta importante con la división de asuntos especiales para tratar sobre la venta de artículos ilegales de magia negra que había estado tomando auge hacía un mes atrás.
Ya había tres magos y dos brujas hospitalizadas en San Mungo, cuatro de ellos fuera de peligro. Todos estos accidentes ocurridos con artefactos oscuros provenientes de África del Norte según sus investigaciones. Esto empezaba a tornarse desagradable y a él había sido asignado el caso. Todo mundo debía pensar que él era un experto, pero era porque nadie sabía que los últimos años había estado disfrutando de una vida tranquila en las costas lejanas de México, en América. Y cuando regresó a Inglaterra, el primer ministro inmediatamente le hizo llegar una oferta de trabajo sin necesidad de que hiciera los debidos estudios en la Academia de Aurores.
Aunque también era cierto que se le daba bastante bien, ya tenían planes listos y él había aprendido rápidamente a ser eficiente. El siguiente paso era el más importante de su estrategia. Si fallaban dando el golpe en este punto, perderían toda oportunidad de atrapar al cabecilla de la mafia que se hacía llamar Los Condenados. Los ministerios de magia de Francia e Inglaterra estaban desesperados por parar este contrabando tan peligroso. Todos depositaron su confianza en Harry Potter y él, como siempre, no los desfraudaría. Después de todo, en su vida había defraudado a alguien. Aunque un instante después se le vino alguien en mente.
Pero por más que él se esforzase en poner su mente en semejante tarea, él no podía dejar de pensar en el día más glorioso y confuso de su vida. Glorioso, porque ese ardoroso beso aún quemaba en sus labios como llamas de fuego maldito y confuso porque él mismo se encontraba en ese estado. No saber que sentir, que pensar y para colmo, escuchar repetidas veces esa petición de matrimonio en su cabeza como si hubiera sido ayer (¡no podía creer que ella hubiera aceptado después de semejante beso!) todo esto, sumado a que cada día leía en el periódico alguna nota donde se mencionaba su peculiar nombre, teniéndole incómodo desde entonces.
Y ahora, para colmo, Hermione Granger trabajaba en el departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, aunque su oficina estaba dos pisos abajo de la suya, la había visto un par de veces, pero él, el valiente y temido Harry Potter ambas ocasiones había evitando un encuentro directo. A él le hubiera gustado hablar con Hermione, analizar a su lado todos los pros y contras de la situación como hacían cuando estaban en el colegio. Y encontrar razón a esa persistente sensacion en el estómago que no había dejado de fastidiarlo desde Diciembre. Pero no tenía tiempo de pensar, se repitió a sí mismo. Tenía un reunión que comenzar.
*****
El único respiro que podía tener desde que se había comprometido se encontraba, irónicamente, en el trabajo. Había solicitado una plaza en el departamento de Cooperación Mágica Internacional, pero sin contar con la experiencia necesaria para el puesto había terminado en Control de las Criaturas Mágicas. Y no era que le disgustase, pero no le había agradado el hecho de que sus funciones no le presentaran reto alguno. Y luego había tenido una discusión con Draco cuando le había informado sobre su decisión de trabajar y buscarse un piso para pasar sus últimos meses de soltera. Pero todo pasado y desde finales de Enero ya vivía en su casita rentada.
La primavera estaba próxima y eso le caía genial. Se sentía independiente y saboreaba cada instante de esa independencia. Draco ya estaba de mejor humor, estaba en un viaje de negocios en la India y los planes de la boda iban viento en popa. Su vestido de novia había costado más que un automóvil, ella le había dicho a Draco que prefería algo sencillo, algo discreto, pero él insistió en hacerlo grande por todo lo que ella representaba para él. Y ella por supuesto ya no quiso discutir más el asunto, menos cuando aún sentía en sus labios toda la culpabilidad y deseo impregnado desde aquel fatídico y doloroso día de noche buena que recordaba claramente.
El causante de todos sus remordimientos trabajaba dos niveles más arriba que ella en el ministerio de magia. Hermione lo había visto alrededor de cinco ocasiones, pero mas tardo en dar un paso que en lo que él ya no estaba. Sentada en una silla detrás de su escritorio, abrió su cajón y tomó un elegante sobre de fino pergamino con las impresas en letras doradas poniendo Para Harry Potter, en una perfectísima caligrafía. Era la invitación para su boda. Ella nunca lo había contemplado en la lista de sus invitados, pero Luna le preguntó inocente acerca de la invitación para Harry. Y como ahí estaba Draco, la castaña solo asintió y poco después las invitaciones llegaron a su casa.
Envió todos los sobres, excepto este, que ahora sujetaba entre sus manos tamborileando sus dedos en el sobre. Dió un suspiro y lo volvió a colocar en su ordenado cajón. Nuevamente se enfrascó en su trabajo, debía terminar un reporte sobre el pedido de silverianestres importados de La Patagonia para ser objeto de estudio en la academia de San Mungo. Estos eran unas simpáticas y salvajes criaturitas escurridizas muy parecidas a los wombat, que arrojaban burbujas de colores por la boca, pero su pelaje era material clasificado clase C ya que no existía forma alguna de eliminar el salpullido que provocaba si los tocabas sin usar guantes de piel de dragón.
Terminó su informe para la hora del lunch. Normalmente ella preparaba algo en su departamento para comer ahí, pero el día anterior se sintió tan cansada que no preparó su almuerzo con tiempo y en consecuencia ahora debía ir a tomar algo fuera. Con algo de apuro abandonó su oficina tomando su pequeño bolso de piel de dragón violeta. Rápidamente se adelantó al ascensor que ya estaba cerrando sus puertas pero este fue frenado a la mitad y Hermione se apuró a entrar mientras urgaba en su bolso y encontrando su monedero, levantó la mirada para agradecer con una sonrisa al hombre bajito que había parado el ascensor. Y deseo no haberlo hecho.
¿Alguna vez has sentido que se termina el mundo?
Pues Hermione lo sintió en ese momento cuando vió que al lado del hombre bajito que detuvo el elevador estaba nada más y nada menos que Harry Potter. Alto y masculino. La sonrisa de la castaña se cayó de golpe. Deseaba salir de ahí rápidamente, pero optó por inclinar la cabeza en señal de agradecimiento al mago de baja estatura y voltearse mirando hacia la puerta. La nariz de la chica de ojos cafés olía una fuerte fragancia envolviendo el ambiente, tan fuerte y varonil que la mareaba. Trató de pensar en otra cosa pero lo que no pudo evitar fue escuchar a los dos magos que hablaban entre sí.
Al fin, el elevador se detuvo un piso antes del que Hermione necesitaba bajar, el hombre bajito salió rápidamente y las puertas volvieron a cerrarse. Ella cerró los ojos fuertemente tratando de ignorar al atractivo hombre que se había acercado demasiado por detrás y con firmeza la abrazaba por su cintura pegando su cuerpo al suyo. Harry Potter aspiró con fuerza con su naríz entremetida en los cabellos alborotados del sedoso cabello castaño de Hermione, el apuesto joven de cabello negro la sintió estremecerse y sonrió con complacencia. Pero con un sobresalto la chica lo apartó con fuerza al escuchar la campanilla del acensor, avisando que había llegado al siguiente nivel.
Reprochándose por su debilidad, la castaña salió con paso veloz y cara roja directo hacia la salida mas cercana.
"¿Qué diantre había pasado ahí dentro?". Se reclamó el chico de verdes ojos echando a correr tras la castaña. No era posible que hubiera tenido ese arrebato tan impropio de él. ¿No estaba hace un par de horas dudando sobre sus sentimientos sobre su amiga? y no cualquier amiga cielo santo. Trató de detenerla gritando su nombre, pero la chica hizo oídos sordos a su súplica, con velocidad la joven arrojó un puñado de polvos flu en una de las chimeneas. Justo a tiempo el joven la tomó con firmeza del brazo cuando ella gritaba - ¡Town Hall, ciento trece!.
Al jóven le llevó unos segundos comprender en donde estaban, era el provisional hogar de Hermione. La pequeña pero acojedora casucha estaba decorada en tonos lilas y sencillísimo mobiliario de segunda mano. Las cortinas eran de un suave color crema con pequeñas florecitas violetas. El muchacho sonrió al pensar en como el lugar era bastante parecido a la esencia de la castaña: sencillo, práctico, elegante y dulce. Con gusto se hubiera puesto cómodo en el sillón que tenía frente a su persona si cierta jóven con ceño fruncido no estuviera apuntándolo con una varita directamente en el pecho y a una muy prudente distancia alejada de él.
Harry Potter trató de distraerla hablando un poco, caminó con precaución rodeando el sillón mientras decía - No seas infantil Hermione, debemos hablar - dudó un poco cuando de la punta de la varita saltaron chispas rojas brillantes - mira, lamento lo que ocurrió en el ascensor ¿vale? - pero sus palabras sólo hicieron que crujiera el piso en donde estaban parados y él detuvo su andar completamente intuyendo el peligro. La cara de Hermione comenzaba a tornarse púrpura - Está bien, está bien - continuo luego de una pausa el chico de ojos verdes - me voy, me retiro, ¿ves? - lentamente se giró de vuelta a la chimenea derrotado, cuando ella habló:
- ¿Porqué lo hiciste Harry? ¿Porqué nos haces esto? - no había ni una sola nota de reproche en la voz de la castaña. El joven se giró con cautela y vió que la chica aún sostenía la varita y que aunque su voz era natural sus ojos denotaban algo parecido al dolor y por vez primera entendió el daño que había causado, aun más del que Malfoy había alguna vez hecho, ya que las palabras hirientes del heredero Malfoy fueron vacías en sus tiempos del colegio al no haber relación entre el rubio y la castaña... ¿pero él?.
- ¿Me creerás Hermione si te digo la verdad? ¿No me odiarás? No podrías, dime que no...- dijo Harry dispuesto a hablar honestamente y con claridad, a enfrentarla como un hombre, como el hombre que era y como el hombre por el que su madre había dado su vida. La jóven apenas negó con la cabeza y el joven prosiguió como hablando a sí mismo. - No se que sentir, esto me ha desequilibrado aún más de lo que Voldemort hizo tratando de matarme. - Suspiró y continuo sin intentar moverse de nuevo, había llegado el momento de enfrentar sus pensamientos, el momento de elegir, para ello comenzó a hablar desde el principio.
- En el colegio fuí pareja de dos jovenes muy hermosas, cada una fue especial para mí y cada una me dió experiencias que atesoro a hoy. Mi vida estuvo siempre en la línea sútil que separa la vida de la muerte, con decenas de personas buscando deseperadamente mi muerte, y también viviendo siempre con el sentir de culpa al morir personas por mi causa. - Continuó el joven con la mirada perdida en sus recuerdos del pasado - Era comprensible, al menos para mí, el irme a un lugar alejado de todo lo que tanto dolor me trajo. Lo único constante en mi vida, tan cierto como que Voldemort me quería muerto, fue la amistad que me unía a tí, Hermione - dijo mirando con orgullo y nostalgia a la castaña que le escuchaba en silencio.
- Siempre mi inteligente y bella amiga a mi lado, aconsejándome, preocupándose por mi, llendo hasta el mismo final junto a mí. Renunciando a su propia felicidad a lado de sus padres por buscar una felicidad y un futuro para mí. Una vez todo hubo terminado y Voldemort fue derrotado. Me fuí, ingratamente sin decir adiós siquiera, el plan había sido descanzar de todo durante un mes, pero posteriormente, la tranquilidad de mi nueva y recién comenzada vida pudo mas que yo y me dejó de importar lo demás. Pero había algo, algo que no me dejaba, una sombra aún en mis sueños más tranquilos. Sabía que no se debía a Riddle, tambien sabía que no se debía a mi relación con Ginny. - Siguió dando una rápida mirada a la castaña para ver su reacción, aunque ella sólo apretó los labios. - Ya que antes de irme decidí terminar con ella y creo que no le afectó demasiado. Ella también sufrió las secuelas de la guerra. ¿Entonces que era lo que me tuvo incómodo por años? Hace unos meses comprendí que esa incomodidad se debía a no haberme despedido de ti, Hermione, a la que tanto le debía, pero apagué de inmediato esos pensamientos defendiendo mi desición alegando que tampoco lo hice de Ron. Pero no pude batallar por mas tiempo con ello, sentí que era momento de regresar. Y entonces... te ví por primera vez después de muchos años - dijo a la castaña quien lo miraba sin expresión alguna.
- Precisamente en casa de Luna, esplendida a pesar de todo y creí que sería fácil ser tu amigo de nuevo. Después vino la cachetada y te fuíste en compañia de Malfoy. - El muchacho sintió una ira repentina que decidió ignorar - a esto, siguieron un par de veces donde me divertí haciéndote rabiar un poco, posteriormente, Luna me invitó a esa reunión de noche buena el pasado Diciembre donde... - se tocó los labios inconsciente, pero Hermione no lo miró - y después, en el elevador y... - prosiguió el muchacho - desde entonces he estado batallando porque creo que... simplemente... te tratas del capricho de alguien que se aferra al pasado.
Nunca jamás unas palabras dolieron tanto en su vida.
Porque cuando alguien te ama, te lo dice sin rodeos.
Porque cuando alguien te ama, es capaz de ir a dar la vuelta al mundo.
Porque cuando alguien te ama, no te lastima.
Porque cuando alguien te ama, te desea todo el bien apesar de no tenerte.
Porque cuando alguien te ama, vive para tí aunque sea en silencio.
Porque cuando alguien te ama, no te dice esas palabras.
Y porque cuando alguien te ama... simplemente lo hace.
- Vete Harry - dijo la castaña dejando caer la varita y señalando la puerta, sus ojos luchaban por no dejar salir las lágrimas que le escocían en los ojos. Evidentemente dolida por las palabras últimas del joven, ella, que había albergado secretamente una esperanza, ahora se sentía utilizada. Simplemente no quería saber más de él, había tenido demasiado.
- Pero Hermione - insistió el varonil joven que empezaba a sentirse como un adolescente.
- Por favor vete, no quiero, simplemente - dijo lanzando un suspiro - dejemos las cosas como estan, seamos amigos, los mejores - se despreciaba por ser tan débil, aceptó que sería peor alejarlo completamente de su vida - vete por favor. Esto nunca sucedió, adiós Harry. - Y el joven de cabellera azabache, derrotado salió por la puerta principal. No alcanzó a oír el llanto de Hermione.
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Atte. Orquidea Negra
**La licenciada que debió ser RocK StaR**
"Altivo te veo otra cara del sufrimiento"
a thought of mine...
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"De como se dio cuenta"
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Para fines del mes de marzo la primavera había llegado, los campos, parques y jardines florecían rápidamente y los pajarillos entonaban alegres cancioncillas y hacían sus gracias sobre personas que maldecían su suerte. El ambiente era bastante festivo y y el gobierno muggle ya había mandado a colocar anuncios sobre las diferentes actividades para la celebración de primavera. Todos parecían incluso aún más sonrientes, situación probablemnete debida a los agradables días soleados y a las escazas lluvias. Y Hermione sonreía más que nunca. Al fin Draco había regresado de su viaje de negocios y su vida parecía repentinamente más llena de vida. Desde aquel día que habló con Harry Potter hasta la fecha, no había sabido nada de él y ella estaba dispuesta a saber nada de él. Simplemente prefirio ignorar su existencia, pues pasó del dolor a la indignación y de la indignación a la indiferencia.
Lloró todo lo que pudo y sufrío hasta sentir que se secaba por dentro. Simplemente no había mas lágrimas, y ningún sentimiento que le afectara, si alguien mencionaba el nombre de Harry, ella simplemente se disculpaba y continuaba con su trabajo. Era por su bien, por eso le había caído de perlas que su prometido regresara para ajustar los últimos detalles de la tan comentada boda. Y eso ponía lejos sus pensamientos de aquel hombre por el que había decidido no pensar más. Esto estaba funcionando la mayor parte del tiempo, porque solo en las noches solía quedar despierta hasta las tres de la madrugada pensando en él. En un vacío sentimiento ¿no era tan malo o sí?.
Pero el trabajo y el resto del tiempo eran un gran descanzo para su afligidos pensamientos. Literalmente a cada paso que daba en el ministerio de magia, recibía una felicitación adelantada sobre su boda. Y no pasaba un día sin que llegara una tarjeta acompañada un regalo en felicitación para la feliz pareja. De echo, un día a la oficina llegó una fina alfombra voladora desde Persia, regalo de un fakir, socio de negocios de Draco Malfoy. Hermione no sabía como es que todo eso llegaba a su trabajo, si se suponía que debía llegar a la mansión Malfoy. Hasta dos días después de que llegara la alfombra (admirada por casi la mitad del ministerio) comentó a Luna el hecho y ella le informó que era porque era cultura para los brujos de oriente. Bueno, eso le resolvía de momento tal cuestión.
Mientras esta joven sonreía sin parar (exceptuando las noches, que era cuando el tormentoso recuerdo acudía a ella), un hombre llamado Harry Potter estaba de un humor de los mil infiernos. El proyecto Morocco había sido atrasado por él mismo, una razón que los demás miembros del equipo no entendían, pero nadie se atrevía a preguntar, pues el último valiente (o idiota como lo llamaron después), terminó con unos granos en el trasero que no lo dejaban sentar sin que sintiera dolor. Todos temían y respetaban al jefe y nadie sabía el porque de su estado de ánimo. Llegaba al trabajo y se encerraba en su despacho, saliendo hasta que el ministerio estuviera casi vacio, que era cerca de la media noche.
Ahí encerrado en su despacho se aislaba de todo, aunque no por eso dejaba de enterarse sobre los rumores y detalles de el estúpido evento, como él mismo lo llamaba. ¿Qué tenía de importante si Hermione había pedido su pastel de bodas en la pasteleria francesa mas fina de Londres? o también ¿qué era de importante saber los galeones que habían costado los anillos de boda? (¡que era lo equivalente a su salario de tres meses!) Y añadido a esto, se le pidío revisar los artículos enviados a la castaña, envueltos en paquetes de regalo. Bueno, nadie se lo había pedido, pero lo consideró su deber y emitió una estricta y secreta orden donde él debía revisar personalmente los paquetes, claro que solo él y dos confiables colegas lo sabían (un mago sordo y uno bastante viejo para recordarlo siquiera, pero así cumplia la reglas del ministerio). Sólo se torturaba así mismo.
Aún recordaba cuando leyó la nota que acompañaba una hermosa lámpara de oro antiguo con perlas incrustadas: "Para la señora de Malfoy deseándole que la mágia de Merlín inhunde su hogar". Señora de Malfoy. ¡¿Qué viejo perro era eso?! ¡Aún no estaban casados! Ese día el desdichado Richards había tenido la osadía de preguntar porque se atrasaba el proyecto de nueva cuenta y había pagado caro ese atrevimiento ¡Que le preguntaran a su trasero para que les respondiera! Pero considerando todo, lo peor fue cuando escuchó el rumor de que Malfoy y Hermione, ¡su Hermione cielo santo!, pronto serían padres de gemelitos rubios, esto fue la gota que colmó el vaso y lo que lo hizo hacer la cosa mas estúpida, pero mas estúpida de todas.
Dos semanas anteriores a la mencionada unión, justo cuando escuchó el infame rumor, decidió que el equipo al fin estaba listo para poner el plan Morocco en marcha. Así partió un grupo de aurores. Un par de días después de llegar a Marruecos, decidió ir a tomar un trago a un bar de mala muerte. Y ahí empezó el problema. Primero fue una cerveza, después whisky, vodka, bebió y bebió y entonces, cambió el plan. Envalentonado por el alcohol y armado de su varita, se sintió lleno de un poder y suerte impresionantes, ¡era Harry Potter!, ¡el niño que vivió, el salvador del mundo mágico! ¡Era invencible! Y con los sentidos embriagados se dirigió al cuartel principal del grupo conocido como Los condenados.
Con el valor inútil que da el alcohol, entró buscando al cabecilla de la banda. Ya nada podía ser peor para su vida, sólo, sin amigos, sin familia, ¿a quién le importaba? Una estúpida ilusión vino a su mente, donde se vio admirado por Hermione cuando lo entrevistara el profeta preguntándo como habia atrapado a Fashire, líder de Los condenados. No habría mas boda, evitaría de esta forma el mas grande error de su amiga Hermi, quien le estaría agradecida por siempre quedándose a su lado. Milagrosamente, pudo llegar lejos en el viejo edificio que parecía abandonado, se topó con los guaruras de Fashire, tres hombre morenos de músculos doblemente mas grandes que los de Harry y aunque fue duro atrapar a Harry, les ayudó el hecho de que se encontraba bebido, de otra manera hubiera resultado imposible tal hazaña. El ojiverde quedó inconsciente.
Un par de horas después despertó y se encontró amarrado. Le costó un poco comprender que hacía ahí con solo su camiseta blanca y jeans y dolor en su rostro. La habitación era pequeña, sucia y al parecer insonora. Una rata demasiado grande y negra se movia entre sus pies. Un dolor agudo lo hizo reparar en la hinchazón que sentía en su cara, al menos aun conservaba los anteojos. Uno, dos golpes en el rostro. Un guarura de Fashire lo golpeaba sin piedad. Harry estaba completamente sudoroso, cubierto de polvo y sangre. Un puñetazo más en el rostro. Pronto sintió el sabor a hierro de la sangre en su boca. No eran cruciatus, pero aun así era doloroso. A gritos le hacían preguntas en un idioma que él no entendía -¡uno de los fallos del plan!-, pero entendió que le exigían información, el que hacía ahí, quién lo había enviado y demás.
Él tuvo que escupir su propia sangre mezclada con polvo y saliva antes de poder hablar. Exclamó que no entendía nada, que solamente hablaba inglés, un golpe más en el rostro. Pero levantó la cara con toda la firmeza que pudo reunir, ya que lo único de lo que se sabía poseedor era de su dignidad, y no iba a perderla también como a... entonces volvió a recordar a Hermione. Un golpe más. Se vió en sus aventuras del tiempo de Hogwarts. Otro golpe en el estómago que lo hizo escupir más sangre. Se vió con ella huyendo de Voldemort y padeciendo los mismos dolores. Una patada en sus piernas. La vió probándose una túnica verde. Otro golpe. Vio el beso de nochebuena. Harry empezaba a marearse, de seguro por la pérdida de sangre. Otro golpe en la mejilla. La vió sonriéndole. Una herida la mejilla izquierda con un cuchillo. A su nariz llegó el aroma de ella.
Escuchó como Fashire daba algunas ordenes y los guardias dejaban de golpearlo dejándoles solos en la habitación. El prisionero se sorprendió un poco cuando el otro lo interrogaba en un buen inglés. Harry no enfocaba muy bien, su cabeza se movía pesadamente tratando de pensar con claridad. Pudo responder un ´antes muerto´. Entonces Fashire lo tomó con fuerza extraordinaria de los cabellos de su nuca y lo obligó a mirarlo. La mirada café de Fashire provocó algo que el mismo Fashire no esperaba hacer, le recordó el color de la mirada de Hermione. Y entonces Harry Potter comprendio. Comprendio porqué las sensaciones en su estómago, entendio porqué sentía su piel arder cuando la tenía cerca, entendio porque estaba furioso con el mundo entero y entendio porque la deseaba. Ahora todo era claro para él. La amaba.
La amaba y deseaba estar con ella para siempre. Y supo que debía sobrevivir para ella. Sonrió. Y por ese algo en su sonrisa, el líder de los condenados sintió miedo. Un miedo confirmado cuando las cosas comenzaron a levitar a su alrededor. No sabía como podía suceder si el tipo frente a él estaba desarmado. Y entonces reparó por primera vez en la cicatríz en forma de rayo del joven que tenía frente a él. ¡Estaba frente al mismísimo Harry Potter!. Una explosión afuera le informó que Potter no estaba sólo. ¡Se hallaban bajo una emboscada!. Trató de huir por la única puerta del lugar, pero Harry fue mas rápido que él. Se las había ingeniado para soltarse y se arrojó a la caza de Fashire.
Harry tropezó con un abultado cuerpo a la salida. Era el cuerpo del hombre que le había quitado su varita. Con presteza busco entre sus ropas y la vió. Su apreciada varita. La cogió y echó a correr tras Fashire. Lo persiguió através de la construcción hasta el patio trasero donde el equipo de aurores luchaba contra el resto de los condenados. Con un perfecto desmaius hizó derrumbarse a Fashire. Ya todo había terminado. Habían atrapado a veinticinco condenados y McCormack le informó que unos cuantos habían logrado escapar, pero que ya había enviado a un grupo a buscarlos. Harry miró alrededor, algunos aurores ataban a los condenados que habían sido atrapados, incluyendo a Fashire que seguía inconsciente, cuando un rayo morado salió de la nada dándole a Harry Potter en el hombro derecho. Lo último que recordó fue haber gritado el nombre de Hermione.
*****
El hospital de San Mungo estaba repleto de periodistas que exigían hablar con Harry Potter. Rápidamente se extendió la noticia de que había atrapado al hombre más buscado de París. Esta era otra gran hazaña del niño que vivió. Los sanadores de San Mungo no habían podido ahuyentar a tanta gente que deseaba ver a Harry Potter con sus propios ojos, optando por dejarlos ahí parados. En una limpia y bonita habitación estaba recostado un muy fastidiado Harry Potter. El pequeño cuarto estaba repleto de globos, tarjetas y flores de admiradores con buenos deseos para el joven de ojos verdes. Era abril, a una semana de la boda de Hermione. Y eso lo supo porque recibió el profeta diariamente, aunque ahora las noticias de primera plana estaban cubiertas por su rostro.
Y esto lo tenía de mal humor de nueva cuenta. Rebuscó entre todos los obsequios esperando encontrar algo enviado por Hermione, pero ni sus luces, esto lo ponía aún más malhumorado. Luna lo había visitado un par de meses, ella era la única que podía pasar a verlo a petición de Harry, Luna y Hermione, pero la castaña no había ido. Era un aburrimiento de muerte estar ahí sentado sin poder hacer nada. Hoy le tocaba revisión y si se encontraba bien, probablemente lo dejarían salir al día siguiente. Se le ocurrían muchas cosas que podría estar haciendo, como hablar con Hermione, decirle a Hermione que la amaba y... pero sintió un nudo en el estómago, al recordar la última conversación con la castaña. Suspiró.
En ese momento, una voz salía del techo avisando que tenía visita. El día anterior Luna le había dicho que iría a verlo hoy. Así que él ni se inmutó en enderezarse. Escuchó la puerta abrirse con un crujido y una voz saludarlo. Una voz demasiado agradable. Una voz dulce que resonó en sus oídos. Y un perfume conocido inhundó la habitación, era un aroma que apagaba el olor de las flores que había ahí dentro. Con demasiada rapidez trató de enderezarse, lastimándose un poco en el intento, de sus labios escapó un gemido.
- ¡No debes esforzarte Harry! - exclamó Hermione afligida y tomándolo del brazo suavemente- ¿Te duele? - preguntó soltándolo al ver que hacía un gesto de dolor.
- ¿Esto? - contestó Harry señalandose a sí mismo - comparado con el pasado esto es practicamente nada.
- Eres muy valiente Harry - suspiró la chica mirándolo preocupada. Harry sintió engrandecerse frente a ella y decidió explicar un poco más de las marcas que tenía.
- Esta me la hicieron con un cuchillo de carnicero de quince pulgadas - mintió un poco ya que había sido un cuchillito de no más de diez centímetros. Señaló la pequeña herida que ya estaba casi cerrada. - ¿Se ve bien, no? Creo que combinará con la cicatriz de mi frente
- ¡Eres muy idiota, Harry! - estalló la castaña soltando a llorar a sorpresa de Harry - ¿Qué diantre pensabas cuando te lanzaste solo a atrapar al tal Fashire? ¡Podrías estar muerto en estos momentos!
- ¿Te preocupo, Herm? - preguntó esperanzado Harry Potter, pero la chica no respondió, sin embargo recobro la postura y secó sus húmedos ojos y se sentó en el pequeño sillón que había al costado de la cama de Harry. - ¿Qué es eso que traes ahí Hermione? - interrogó el muchacho buscando algo que decir.
- ¡Oh! ¡Casi lo olvidaba! - dijo la muchacha tomando una pequeña y simpática canasta de mimbre con una tela a cuadros blancos y rojos cubriendo lo que traía dentro, pero ni bien pudo continuar cuando la puerta se abrió de golpe y una hermosa pelirroja entraba por la puerta.
- ¡Harry! ¡Creí que no te vería nunca! Yo misma solicite atenderte, de haberlo hecho ya estarías como nuevo - dijo la chica muy emocionada de verlo, tanto que ni notó a la visita. - Pero ahora tengo turno en esta sala. En cuanto salgas de aquí, debes ir a ver a mamá, ha estado con los nervios a flor de piel y a su edad no es bueno afligirse tanto. ¿Qué has estado haciendo aquí solito Harry? Haz de estar aburridísimo, siéntate y quitate la camisa - hablando rápidamente la pelirroja se hizo obedecer.
- Ginny, Ginny - insistió Harry aprovechando la pausa que hizo la medimaga al tomar aire - estoy bien, estaba platicando con Herm cuando entraste - apuntó Harry y entonces la chica Weasley reparó en Hermione.
- ¿Herm...? ¡Hermione! Que sorpresa tan agradable - comenzó a revisar a Harry - Y que dices Hermione, supongo que has de estar nerviosísima con tu boda, ¡aún no lo creo! mira que casarte con Malfoy, quien lo iba a pensar, si te casabas estaba segura de que era con mi hermano, mamá no deja de presumir a los vecinos la invitación al evento del año - y continuo sin dejar de hablar ni inmutarse - Harry debo revisarte más abajo para comprobar que no hay daños, quitate los pantalones, Hermione, ¿Te importaría esperar afuera? - una risita tonta salió de sus labios.
- No es necesario - señaló Harry aprisa - estoy de maravilla Ginny.
- Eso lo decido yo Harricito - dijo la pelirroja con cariño jalándo la naríz del moreno de ojos verdes.
- Si, bien, de igual forma debo irme, Draco me espera afuera - se levantó del sillón sujetando la canasta - esto es para tí - dijo algo airada dejando caer el canasto sobre el abdomen adolorido de Harry - Son galletas de avena. - Sin esperar respuesta salió de la habitación.
El ojiverde estaba enojadísimo con la pelirroja quien no se había percatado de nada diciéndo cuando escuchó el sonido de la puerta cerrando - Oh ¡Hermione se ha ido y olvidé darles las nuevas! ¡Neville y yo vamos a casarnos!
Harry estaba sin habla, pero contento por sus amigos. Ginny le explicaba que sería una boda sencillísima ya que estaban ahorrando para comprar una casa, y lo único que lamentaba era que Hermione se casara primero ya que opacaría su boda por mucho. Harry la felicitó por su inteligente decisión de casarse con Neville ya que era un gran muchacho. Pocos instantes después la puerta se abrió de nueva cuenta entrando Draco Malfoy implacable con un traje obscuro que resaltaba su piel.
- Hermione me pidió que te entregara esto - explicó acercándose y tendiéndole un sobre de pergamino a Harry, quien lo tomó con el ceño fruncido. El rubio salió de la instancia sin decir nada más.
- ¿Harry? - preguntó algo temerosa la pelirroja. Pero solo el joven miró con fijeza el sobre. Era la invitación para la boda de Hermione y Malfoy. Sintió que su mundo se derrumbaba.
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¡¡¡ESTAMOS EN LA RECTA FINAL!!!
"Si el amor pasó caminando frente a mí, nunca lo ví"
a thought of mine...
Sean todos bienvenidos al evento del año
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
"La Boda"
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Con algo de ira, un jóven de ojos verdes lanzaba la botella al otro lado de la mesa donde había estado bebiendo una cerveza. Ya llevaba casi una semana así, sin bañarse, sin ir a trabajar y haciendo absolutamente nada desde que salió de San Mungo. La pequeña estancia estaba descuidada y sucia. La sala estaba llena de notas del trabajo esperando ser contestadas. Y ahora el molesto golpeteo en la puerta provocaba pulsaciones en su cabeza. Arrojó una botella más de cerveza vacía al cesto de basura que ya estaba atascado y con paso desganado fue a abrir la puerta sin importarle que la última botella lanzada se hubiera hecho trizas.
- ¿Qué hay Luna? - saludó dejándo la puerta abierta como invitación a entrar. Beber nunca había sido el fuerte del chico Potter, realmente se veía deplorable.
- Harry, ¿Qué es todo este desorden? No es posible que alguien pueda vivir en estas condiciones - añadió la rubia mirando el desastre mientras se abría paso hacia los sillones de la sala entre cajas vacías de pizza, cereal y botellas de cerveza.
- Nada diferente para un hombre joven y soltero, ¿No es así Looney? - murmuró con algo de amargura el muchacho de cabello azabache caminando hacía la cocina con paso desganado y rascándose en trasero.
- ¿Qué pasa contigo Harry? - exclamó Luna ignorando que la llamara Looney y haciendo movimientos con la varita para poner algo de orden en la casa. - Espera, no me digas, creo saber cual es tu problema.
- ¿Problema? - interrumpió el chico con disgusto, mientras abría la puerta del refrigerador y se inclinaba sacando su última cerveza - Yo no tengo ningún problema Luna - cerró la puerta con un golpe y se encaminó a la sala, sentándose en el lado opuesto a donde la chica estaba. - ¿No ves mi cara de alegría? - añadió irónico señalando su rostro ojeroso y la barba crecida.
- Ay Harry - suspiró la muchacha bajando la varita y sentándose en el sofá. No era muy buena con los hechizos de quehaceres domésticos, pero la estancia al menos ya parecía bastante decente.
Él le tendió la cerveza que acababa de destapar ofreciéndosela y soltando un eructo. - Ten Luna, lo siento pero no tengo más que ofrecer y es mi última.- Pero la chica negó con la cabeza rechazándola, él encogió los hombros y dió un largo trago a la fría botella dejándola a la mitad, al tiempo que miraba con interés sus tennis blancos. Ninguno dijo nada. Ella por no saber que y él por no querer, pero los esfuerzos de Harry fueron en vano. El muchacho terminó preguntando - ¿Cómo está ella?
- Bastante tranquila y supongo que se verá hermosa en su vestido blanco - respondió la chica escudriñando a su amigo con la mirada, debía estar segura sobre lo que sentía su amigo. - ¿Recuerdas que se casa hoy cierto? Todo está listo y la ceremonia comienza en un par de horas- murmuró Luna Lovegood mirando su reloj de pulsera de un dorado brillante.
- Claro que se que se casa hoy Luna, ¡todo el mundo mágico lo sabe!. - respondió iracundo Harry Potter, pero Luna ni se inmutó. Estaba acostumbrada a tratar con... extrañas y simpáticas criaturitas.
- ¿Y qué piensas hacer? - indagó Luna con curiosidad. Su cabello rubio brillaba a la luz del foco encendido arriba de sus cabezas.
- ¿Cómo que que pienso hacer? - consternado pregutaba Harry - Le he arruinado su vida bastantes veces, no quiero hacerlo de nuevo.
- No seas idiota - exclamó Luna perdiendo las enormes cantidades de paciencia que tenía - ¿le dijiste que la amabas?
- ¿Cómo sabes eso? Quiero decir...- preguntó Harry muy sorprendido, o sea que la extraña Luna siempre iba un paso adelante. ¿Tan obvio había sido? Talvez tanto que ni él mismo se dió cuenta hasta hacía poco.
- Solo contesta, ¿le dijiste que la amabas? - preguntó de nueva cuenta la rubia con tono desesperanzado, pero al ver que el chico negaba con la cabeza la alegría inhundó de nuevo su cara. Algo muy contradictorio. - ¡Pues que mejor que hacerlo hoy Harry! Tienes invitación y puedo ayudarte para que la veas antes de... - Pero el muchacho siguió negando con la cabeza. - la ceremonia... ¿Porque no Harry? - el semblante de Luna se volvió a desinflar.
- ¡Entiende que no soy capaz! - exclamó molesto el moreno - Si es feliz con el desgraciado ese - hipó - que lo sea. He demostrado que no soy lo suficientemente bueno para ella. ¿No tienes que irte a arreglar? - preguntó Harry rudamente tratando de cerrar el tema.
- Pues entonces como quieras - dijo Luna desganada - me voy que debo ir a ponerme mi túnica amarilla, esa bonita, ¿la recuerdas? la que vestí en la boda de Bill y Fleur Weasley, es impresionante que aún me quedé, la llevé con una modista muggle porque es mas barato ya que sólo necesitaba ajustar un poco y una túnica nueva es muy costosa hoy en día, la modista pensó que era para una fiesta de disfraces ¿qué tonta no?- rió Luna levantándose del sillón y lista para salir, pero hizo una pausa antes de hacerlo mirando a Harry seriamente - talvez sea tarde Harry, pero es mejor que amargarse para siempre.
*****
En una hermosa colina alejada de la ciudad y rodeada de espesos bosques al sur de Inglaterra, un esplendoroso castillo antiguo se alzaba imponente frente a las decenas de personas que llegaban al lugar desde diversas partes de la Gran Bretaña y algunos cuantos desde lejanos países. Grandes personalidades llegaban al evento, desde ministros de gobierno, embajadores, cronistas, importantes hombres de negocios, fakiers, rajás, hasta jugadores profesionales de Quidditch, escritores y muchas otras personalidades conocidas (como los miembros de la conocida familia de pelirrojos, profesores de Hogwarts, viejos amigos, la inagotable abuela de Neville Longbottom del brazo de su nieto y del otro lado una pelirroja) y otras no tan conocidas llegaban a tan importante evento. Todos ellos en diversos medios de transporte. Desde las típicas limousinas muggles de color negro (algunas con albercas imposibles de tener adentro normalmente) hasta las incómodas escobas, alfombras voladoras, transportadores y apariciones en un claro del bosque. Incluso una excéntrica bruja llegó montada en un thestral, y alguien comentó que había tenido que dejar a su dragón una colina más allá por temor a causar pánico entre los presentes. Como fuera que llegaran, todos eran bien recibidos mostrando su invitación de antemano.
El inmenso lugar era toda elegancia y sobriedad. Desde los jardínes perfectamente bien podados, hasta la carpa donde se llevaría a cabo la unión matrimonial. Debajo de esta, había filas y filas de cómodas sillas de color blanco, todas a los lados de un largo tapete de piel de tigre blanco por donde caminaría la novia. Al frente de este había una pequeña capilla abierta montada con un púlpito dentro del mismo tono blanco. Al lado derecho de la capilla, estaba el área destinada para el conjunto de cuerdas que tocaría durante la velada y del lado izquierdo estaban colocándose los diversos medios de comunicación invitados al evento pues siendo la boda del acaudalado Draco Malfoy y de Hermione Granger -la amiga del salvador del mundo mágico- era más que obvio que la WMT (Wizard Magic Television) estuviera transimitiendo en vivo y a cadena nacional.
Tal como la ocasión lo requería, todos los invitados estaban engalanados vistiendo túnicas de diversos colores. Los más ricos y poderosos ostentaban lujosas túnicas de brillantes colores y finas telas decoradas llegando a ser algunas hasta extravagantes. Los magos y brujas comunes (si se les puede llamar comunes) optaron por sus mejores túnicas de gala y capas y sombreros más finos. Y Luna Lovegood... pues ella vestía su usual túnica de bodas de un intenso color amarillo brillante. Despistada caminaba hacia la habitación de la torre donde estaba segura esperaba Hermione y seguida de un muchacho alto. Después de saludar a un par de conocidos en el trayecto al fin llegó hasta la puerta tocando suavemente. Una mujer con brocha y labial les abrió la puerta, era la maquillista. Luna vió que su amiga estaba sentada mirando hacia la ventana.
- Esperame aquí ya te abro yo después, debo hablar con ella primero - dijo Luna al joven que la había seguido desde el jardín asintiendo este brevemente - Gracias, soy amiga de la novia - dijo la chica rubia a la mujer que les había abierto e ignorando el rostro asombrado de la mujer al ver su brillante túnica - ¿es bonito verdad? ¿podría dejarnos solas unos momentos? - preguntó Luna entrando sola a la habitación. La mujer en cambio solo esperó la respuesta de Hermione.
- Esta bien Violeta mi amiga Luna se encargará de ayudarme a ponerme el vestido - la mujer obediente salió en silencio - ¿Qué te trae por aquí Luna? - dijo Hermione con una voz demasiado tranquila y sin girarse a ver a su amiga.
- Solo quería verte Hermione - la chica Lovegood se acercó despacio a la castaña y con un movimiento de su varita apareció una silla al lado izquierdo de donde estaba sentada la novia. - Y quería tener contigo unas palabras antes de casarte - Luna se sentó.
- De acuerdo. - Aceptó Hermione suavemente mirando a los invitados llegar y llegar. - Mientras podrás ayudarme a colocarme el vestido. - agregó la castaña poniéndose de pie y viendo por primera vez a su amiga.
- Esta bien - dijo Luna levantándose y dirigiéndose a sujetar el vestido que estaba en el maniquí - Es un vestido precioso Hermione, sería una pena que se arrugara talvez si te apareces adentro - pero la castaña negó con la cabeza explicando que había hechizos aplicados contra apariciones, entonces Luna la ayudó a ponerse el vestido cuidadosamente - ¡Te ves preciosa!
- Gracias - la chica se miró en el espejo y sintió como se ruborizaba. Su hermoso vestido de fina tela era de un blanco adecuado. Sin mangas ni nada que lo sujetase de arriba y con una amplia caida de la cintura al piso salpicada con pequeños diamantes y perlas sin exceso. Común, pero lucía mágico. Luna le ajustaba los pequeños detalles con su varita.
- ¿Sabes Hermione? Eres una de mis mejores amigas, sino es que la única y por lo tanto deseo tu felicidad - empezó a decir Luna mientras ayudaba a Hermione a colocarse la tiara - ¿Estás segura de lo que vas a hacer? - interrogó Luna como era su costumbre soltando verdades incómodas viendo como Hermione se colocaba unos discretos aretes de diamantes.
- No, no lo estoy Luna - soltó la castaña ahora tomando un elegante collar a juego del tocador. - ¿Pero que novia lo está el día de su boda? Draco es un hombre maravilloso y me ama.
- ¿Pero lo amas tú? - dijo Luna haciéndo su último esfuerzo. La castaña no contestó, pero había determinación en su cara y una voluntad inquebrantable. Fue cuando Luna entendió que las palabras no valdrían con su amiga, así que cambió de tema - alguien allá afuera quiere verte. ¿Lo hago pasar?
- ¿Quién es? - preguntó la castaña sobresaltada, pero Luna tampoco le contestó y abrió la puerta con un movimiento de su varita dejando entrar a un joven bastante alto y que sonreía tímidamente a la castaña.
- Te ves preciosa Hermione - suspiró Ronald Weasley acercandose a la chica para tomar sus manos, mientras Luna fingia mirar interesada hacia la ventana - como siempre y esta ves sin el tono de sorpresa te lo digo. - Su comentario relajó a la joven haciendola reír nerviosa.
- Gracias Ron, viniendo de ti es un gran cumplido - un incómodo silencio envolvio la habitación mientras ambos se miraban con gran cariño. El joven pelirrojo soltó sus manos de las de ella y vió el collar en manos de la joven.
- ¿Quieres que te lo abroche? - dijo señalando el collar. - Vengo desarmado no pienso secuestrarte... Aunque no es porque no quiera - rió temblando ligeramente y tomando el collar de las manos de la novia - sino porque a mí no me corresponde.
- Ron yo...
- No Hermione, no vengo a tratar de convencerte - habló el jóven de asombrosos ojos azules adivinando lo que su amiga iba a decir y terminó de abrochar el collar que se acomodó en el nacimiento del busto de la jóven. - Se desde hace tiempo que tu corazón no me pertenece, pero también se que estoy adentro de él de una manera diferente al que el mío quisiera. Vine porque este es un momento muy importante para ti y esta ocasión pienso estar aquí para compartirlo a tu lado, no para amargartelo.
- Ronald - dijo la chica abrazando a su alto amigo - ¡oh, Ron, como quisiera que tú fueras tan feliz como yo!
- Ya lo soy Herm, ya lo soy. - dijo el joven suspirando - Bueno solo dime que huirás conmigo y mi felicidad será completa. - Bromeo divertido.
- ¡Ron! - reprochó la chica soltando el abrazo y dando un golpecito al pelirrojo. - Pero en serio, si hubiera algo que pudiera hacer por ti.
- Si, hay algo que me gustaría mucho - dijo sonriente el hombre alto, de azules ojos y simpáticas pecas.
*****
La hora había llegado. Una suave melodía llamó al orden y todos los asistentes se dirigieron a los lugares que se habían apartado. Pasaban de las cinco de la tarde y el sol comenzaba a ocultarse y cientos de minúsculas luces comenzaban a alumbrar el jardín. Cuando todos estuvieron sentados en sus lugares, la orquesta mágica habia empezado a tocar una suave marcha mientras pasaban caminando por la alfombra Luna Lovegood tomando el brazo de Draco Malfoy. Cuando hubieron llegado al frente, empezó a sonar la marcha nupcial y todos los invitados giraron la cabeza hacia atrás por donde caminaba lentamente la novia. El rubio novio se quedó sin aliento como todos en el lugar. Con el cabello sencillamente recogido, algunos cabellos caían libres enmarcando su rostro, el vestido lucía su esbelta figura y el afortunado en llevarla del brazo era Ronald Weasley. La señora Molly Weasley dió un gritito de sorpresa al ver a su hijo menor ahí presente.
Draco Malfoy vió como Ronald decía algo a su prometida haciendola reír y una vez mas se sintió muy afortunado de ser él quien se casara con ella. Aprovechó a dar una rápida mirada a los invitados, pero no vió al joven que le daba una ligera preocupación. Sonrió abiertamente mientras tomaba la mano de su prometida y Ronald le amenazaba con la mirada retándole; Hazla feliz o te las verás conmigo. Malfoy asintió con la cabeza y la ceremonia dió comienzo. Muchas mujeres suspiraban al ver tan perfecta pareja y los hombres se removían algo incómodos en sus sillas escuchando a sus parejas suspirar. La ceremonia pareció alargarse un poco, pero en un momento dado, el pequeño hombrecillo que estaba a cargo de la unión matrimonial hizo un pausa y mirando a la concurrida asistencia preguntó solemnemente.
- ¿Alguien se opone a la unión de Hermione Granger y Draco Malfoy? Si así es hable ahora o calle para siempre. - Nadie habló, por lo que se escuchó claramente como se aparecían varias personas de imprevisto.
Algo muy extraño y repentino ocurrió en cuestion de segundos, Hermione no tuvo tiempo de reaccionar. Se sintió tomada del brazo izquierdo que la conducía con prisa huyendo del caos que se había desatado. Pues un grupo de hombres vestidos con túnicas arabigas aparecieron interrumpiendo la boda y gritando ¡por Fashire! y lanzando hechizos siniestros sobre la multitud despavorida que huía buscando una salida. Hermione se palpó su vestido con la mano suelta tratando de encontrar su varita ¡Estúpida! se maldijo mentalmente. No la había cargado. Volteó a ver hacia los invitados y miró la cabellera pelirroja de Ronald defendiendo a los invitados de las maldiciones del grupo de magos que había interrumpido el lugar.
- ¡Draco tenemos que volver! - gritó Hermione tratando de frenar sobre sus pies la carrera que su novio mantenía velozmente - ¡Tenemos que volver no podemos dejarlos ahí!
- ¡No Hermione! - el rostro pálido del joven la miró con dureza - ¡Vienen por ti Hermione y no dejaré que te pase nada! - La chica lo miró confusa unos segundos, sin darse cuenta habían detenido la marcha hacia los amplios jardines que parecían levantarse como un laberinto.
- ¿Qué quieres decir? - exigió saber la chica.
- Vienen por ti... - susurró el rubio echando a andar de nuevo sin soltar el brazo de Hermione - Buscan venganza... Lo saben, saben que Potter te... ¡Abajo! - gritó Malfoy obligando a la chica a agacharse para evitar un rayo de luz roja. - Andando Hermione no hay tiempo, debemos llegar al área de desapariciones permitida ¡Rictusemptra! - gritó apuntando a un hombre que casi los alcanzaba, era una mala señal, de seguro ya los habían divisado. La castaña se dejó guiar nuevamente sin asimilar lo que Draco había dicho ¿Qué sabían de Harry? Un terrible miedo paralizó su corazón. Volvió a mirar atrás y esquivando un rayo violeta que casi la alcanza, creyó ver un instante una cabellera negra muy familiar, pero no podía ser, no lo había visto cuando caminaba hasta el altar. Sacudió sus cabeza ante tales pensamientos y se apuro tras su prometido.
Draco Malfoy se sintió algo perdido entre los enormes setos que hacían del jardín un laberinto. A cada par de minutos que corría, trataba de desaparecer, pero no podía hacerlo, empezaba a temer que el grupo de Los Condenados hubieran lanzado hechizos para evitar desapariciones más allá de los límites de la propiedad una vez que estuvieron dentro. ¡Potter! pensó con rabia atribuyéndole la culpa de lo que estaba pasando. Siempre Potter había arruinado sus mejores momentos. Siempre metido en todos lados. A unos minutos de casarse. A unos minutos de estar junto y de por vida a su querida castaña. Pero no pudo pensar más, se dió cuenta que cinco hombres ya les estaban alcanzando el paso, trató de lanzar maldiciones, pero lo más que podía hacer era un hechizo protego para que no dieran a Hermione. Y corriendo de nueva cuenta, se sumergieron en la oscuridad de la noche
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"El dolor que desgarra el alma sólo se equipara a la incertidumbre de no saber que pasa"
a thought of mine...
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PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
Penúltimo capítulo.
Disfrutenlo.
Harry se hallaba echado en el sillón desde que había recibido la visita de Luna Lovegood. Estaba dormitando hasta que sintió los efectos de la resaca punzandole la cabeza agudamente. Con un gemido se despertó completamente y le llevo un rato comprender porque había bebido tanto. No recordaba nunca haberse sentido así con la cabeza dandole vueltas persistentemente. Con esfuerzos considerables se puso de pie y se encaminó a las estrechas escaleras que lo llevaban a la parte de arriba de la casa. Tenía planeado darse un baño muy caliente para recuperarse un poco. Murmurando maldiciones cada vez que tropezaba con algo, se las ingenió para llegar a la habitación de baño. Y fue una suerte ya que el corto viaje desde la sala le provocó nauseas y justo a tiempo se inclinó sobre el retrete para vomitar.
Con desgana presionó un boton plateado frente a él y escuchó como caía un fuerte chorro de agua llevándose su vómito por la cañería. Fue más difícil ponerse de pie. Dió unos cuantos pasos al lavabo y se enjuagó la boca para quitarse el sabor amargo. Abrió de un jalón el cajón que estaba en el pequeño mueble de baño y revolvió un poco las cosas que había dentro hasta encontrar un pequeño frasco transparente que contenía un líquido naranja de fuerte olor. Hizo un gesto pero se lo bebió de un sorbo. Rápidamente sintió el efecto que le causaba. Se recuperaba de la jaqueca y veía todo mas claramente al tiempo que la cabeza dejaba de darle vueltas y percibía el desagradable olor que emanaba de su propio cuerpo.
Con torpeza, se despojó de la camiseta vieja, los desgastados jeans y calzoncillos que no se había cambiado desde hacía una semana o quizá mas tiempo, no lo recordaba. Se acercó a la regadera y girando el grifo derecho, esta arrojó agua muy caliente. Pronto el baño estuvo lleno de vapor que salía de la ducha que estaba tomando el joven de ojos verdes. Sentía como el agua caía sobre él ininterrumpidamente mojando cada partícula de su cuerpo. Era un sensación muy recomfortante restregar cada miembro de su ser con una esponja impregnada de jabón. Ayudándose con sus manos tomó el shampú para hombres que había a sus pies y aplicó una buena cantidad sobre su cabello masajeándolo con fuerza. Se enjuagó completamente unos minutos después y estiró su mano cerrando la llave de baño parando completamente la caída de agua. Abrió la puerta de cristal y tomó una toalla que había sobre un repisa para ponerla alrededor de su cintura.
Se acercó de nuevo al lavabo para rasurar su barba de días. Alzó la vista con la navaja en su mano derecha. El reflejo en el espejo frente a él le devolvió su penetrante mirada verde y fue cuando volvió completamente a la realidad. Estaba solo. Hermione debía estar en esos momentos caminando hacía el altar tomada del brazo de... Un rato mas y ya no habría vuelta atrás. Se convertiría en Hermione Malfoy y él, Harry, se quedaría para vestir santos. Se sentía desdichado y ahora estaba completamente consciente de porque. Sacudió su cabeza para apartar las ideas que lo estaba atormentando salpicándo agua por todos lados. Y contrario a todo lo que se hubiera esperado, su reflejo del espejo gritó repentinamente con fiereza ¿Qué haces ahí idiota? ¡Ve por ella!.
Harry se sobresaltó de primera instancia. No recordaba haber comprado un espejo mágico. Aunque no estaba del todo seguro, pudo haberlo hecho cuando había estado bebiéndo cerveza como si fuera un barril sin fondo. Pero no se detuvó a pensar más en ello. Fue como si un relámpago de entendimiento hubiera caído sobre él, se apuró a rasurarse y con un golpe de su varita quedó vestido con su mejor túnica de gala. Sonrió a su reflejó que lanzaba vitores, aplausos y silbidos. El ojiverde salió a paso veloz del baño con una sonrisa en su rostro. Harry Potter nunca, NUNCA, se dejaba derrotar sin dar guerra antes.
La sonrisa le duro el tiempo que tardó en aparecerse desde su casa hasta la ceremonia sujetando su invitación en la mano. Volaban hechizos por todas partes y los invitados gritaron llenos de miedo y sorpresa. Harry Potter corrió entre la multitud tratándo de llegar a Hermione. Con un pulso palpitante en su cien, lanzaba hechizos calculadamente derribando a algunos de los hombres que habían interrumpido en plena ceremonia aterrorizando a todos los que estaban ahí. Aunque Harry ya había mandado a traer refuerzos por medio de un patronus, sabía que tardarían unos minutos más en llegar porque al parecer después de su aparación, el lugar había sido bloqueado nuevamente prohibiendo apariciones dentro de la zona marcada. Fue más dificil llegar a Hermione de lo que había pensado, tal vez se debía a que no llevaba su capa de invisibilidad y a que el grupo lo quería muerto.
¿Cómo pudo haber sido tan tonto? Debió prevenir que esto pasaría, empezaba a entrar en pánico, pues sabía que habían ido por Hermione. Pero no lo pensó cuando un par de semanas atrás en medio de su ira se puso a beber en un bar y envalentonado por el alcohol, arriesgó su pellejo para atrapar a Fashire, poniendo en riesgo la estrategia de meses de planeación y a sugrupo que líderaba. Aunque todo había salido exitosamente al último momento, él, demasiado idiota, había gritado ¡Hermione!, cuando herido por un hechizo salido de quien sabe donde lo había alcanzado ocasionándole un desangre.
Lo que más le alteraba en ese instante era que ¡ni siquiera tuvo el tiempo de interrumpir la ceremonia él mismo!. Justo cuando el hombrecillo de túnica solemne había preguntado si alguien se oponía a tal unión. Harry había entrado al lugar exactamente al mismo tiempo que los vándalos. ¡Qué suerte la suya! Y ahora debía pagar su error. Temía por Hermione, pues no estaba seguro que ella cargara su varita siendo el día de su boda. Pensando en esto al fin la vió. Estaba corriendo detrás de Malfoy tomada de su mano rumbo a los jardínes, huyendo de cinco hombres llenos de tatuajes en sus brazos y rostros. Esto lo hizo acelerar el paso, aunque Malfoy trajera su varita, no creía que fuera suficiente para protegerlos a ambos.
Los jardínes eran como laberintos, esto era tanto bueno como malo. Si Hermione y Malfoy perdían a sus perseguidores por tiempo suficiente para salir de ahí estarían a salvo, pero si los hombres los alcanzaban no quería ni pensar lo que harían con ella. Sabía de lo que estos hombres eran capaces, Harry Potter nunca subestimaba a sus enemigos. Corrío con toda la velocidad que sus piernas le permitían, no preocupándose por el resto al ver varios rostros conocidos que luchaban contra los agresores. Corrió como nunca antes. Esquivó a un par de sillas y hombres tirados en el pasto con ágiles saltos. Se adentró por el lugar donde había visto a Hermione escabullirse con los cinco hombre pisándole los talones. Pero pronto llegó a una intersección que se abría a dos caminos diferentes. Con furia dió un golpe a los matorrales que se alzaban frente a él.
Se decidió por el camino de la izquierda, lo que fue una suerte ya que escuchó el grito de una mujer seguido por el estruendo de un objeto explotando. Unos cuatro metros adelante se abría camino una pared de rosales hacia la derecha con cautela se acercó y pudó ver una fuente de piedra grisácea destrozada y con el agua desbordandose por todos lados. Con la fuente como protección estaba la persona que estaba buscando. Ahí de pie y detrás de Draco Malfoy estaba Hermione con su vestido blanco lleno de desgarrones, a pesar del momento Harry no pudo evitar sonreír al verla tan bonita, dió un paso mas y pudo vislumbrar a cinco hombres que los tenían acorralados. Debía tener un plan, y pronto.
Hermione siempre había sido una mujer valiente. Cuando estaba en la primaria, era muy difícil para los niños tímidos hacer amigos, aún más para los que son inteligentísimos y no se dejan manejar tan fácilmente porque todo lo comprenden. Y ella estaba en este grupo. Además, fue cuando sus poderes mágicos salieron a flote, algo no bueno si de por si no eres agraciada como la niña rubia de coletas y no eres popular debido a tu gran inteligencia. Desde esta etapa, las niñas empiezan a fijarse en los niños y Hermione se fijó en el niño mas popular de la escuela.
Él era el más sonriente y más divertido. Al que todos los profesores adoran y todos los niños quieren ser sus amigos. Y ella, la sabelotodo Granger, armándose de valor le dió una tarjeta el día de San Valentín en su cuarto año del colegio... Y entonces empezó a llamar la atención. No porque el niño agradeciera de todo corazón la carta, sino porque la hizo pública y ella se convirtió en el centro de bullas para todo el colegio. Y otra cosa sucedió: Fue cuando ella aprendió a ser mandona. Porque de los mandones nadie se burla.
Sus pequeños actos de valentía y orgullo la guiaron a Gryffindor. Ir a Hogwarts era como un nuevo comienzo, un lugar donde nadie sabría su pasado y nunca más sería lastimada. Por primera vez en su vida ¡Qué equivocada estuvo!. La historia se repitio: ser de nuevo la sabelotodo (¡No era culpa suya ser amante del aprendizaje!) y enámorarse del chico más popular del colegio (Pero esta ocasión no fue Harvey, fue Harry, que humor tiene la vida ¿no?). Pero esta vez no le fue tan mal, tuvo amigos y pasó gran parte de su adolescencia felizmente.
Después de que Harry Potter por fin venciera al que-no-debe-ser-nombrado la vida pintaba para mejor (aunque de primera entrada ella no estuviera en los planes amorosos del joven Potter) ya que sus mejores amigos estaban vivos y nada los separaría (nunca fue creyente de la adivinación, pero al final de la guerra pensó que talvez el destino ya estaba escrito). Otra vez se equivocó. Harry Potter se alejó de su vida y su relación con Ronald no pudo ir más allá (Como en el libro muggle de Mujercitas, donde Jo rechaza a Laurie por ambos ser de temperamentos explosivos -¡Aún al borde de la muerte se le ocurría pensar en libros!)
Entonces ella también decidió seguir su camino terminando en Australia. ¡Estando ahí a una revista de modas fue a parar! (Insisto que si la vida no tiene humor). ¿Porqué llegó ahí? ¡Tenía un mundo de posibilidades en Londres! Alumna destacada, inteligente, audaz, valiente, hermosa y amiga de Harry Potter. Definitivamente el centro de sus decisiones era el anteriormente mencionado: Harry Potter. ¡Ya no quería amarlo! ¡Cielos! nunca se fijó en ella, pocas veces la consoló (aunque tal vez fuera porque los problemas y preocupaciones de él eran más grandes) y para colmo, ¡todas las puertas estaban abiertas delante de ella gracias a él y su re-nombre! No pudo soportarlo.
La magia era parte de él y ella tenía magia. Donde quiera que hubiera magia, ahí estaría él y eso fue demasiado para ella que no quería mantener sus sentimientos amorosos por el joven. Por primera vez en su vida (¡otra primera vez!) huyó cobardemente como Harry hizo (¿Ven? ¡Otra vez él!) ¿Dónde al fin se vería libre de el joven de cabello azabache? ¿Cuál era una de las cosas que él más odiaba y nunca se vería involucrado con? La respuesta la iluminó una calurosa tarde caminando por Hyde Park: ¡Chismes, reporteros y moda! Y allí se dirigió ella. Lo que ocurrió después empezó en esta historia. Ahora Hermione estaba detras de Draco (su prometido casi esposo) y rodeados por cinco de los más enormes hombres que nunca antes había visto y dudaba volver a ver. Todo su pasado se veía lleno de su valentía y temple para todo tipo de situaciones, por eso ella no entendía porque le temblaban las piernas en ese momento. Y menos aún que toda su vida pasara frente a sus ojos.
Harry esperaba sigiloso el momento oportuno para atacar, no quería lastimar a Hermione. Muy despacio se adentró al cuadro de jardín donde estaba su amiga y el hurón rodeados. Los hombres morenos y de anchos brazos empezaban a impacientarse. Hasta el momento habían tratado de lanzar un par de maldiciones pero Draco Malfoy las había parado exitosamente. La castaña miraba nerviosa buscando una salida, pensando alguna forma de salir de ese embrollo. Entonces lo miró. Su corazón y estómago saltaron por la sorpresa, que supo disimular muy bien al ver al chico de ojos verdes llevarse un dedo a los labios. Ella entendió que todo estaría bajo control. Despacio pero con firmeza apretó el brazo de Draco y se acercó a su oído.
- Allá, en la orilla izquierda está Potter - el rubio inclinó la cabeza ligeramente y se echó para atrás cuando una maldición salió disparada hacia él.
- ¡Protego! - gritó esquivando de nuevo el rayo de luz violeta - ¿Entonces? ¿No piensan dejarnos en paz? Si lo que buscan es oro puedo darles lo que pidan ¡Tengo demasiado!.
- ¿No entiendes que lo que queremos es a ella? Venimos a vengarnos y eso es lo que... - pero el hombre se interrumpió cuando un rayo de luz roja le dió en la espalda y cayó desmayado.
- ¡Potter! - gritó un hombre con el rostro tatuado y túnica bermeja.
Lo que pasó despues fue que volaron hechizos por todas partes. Rayos de luz roja, verde, violeta, amarilla y naranja golpeaban los muros de hiedra dejando algunos agujeros. Hermione había sido arrojada al suelo por el fuerte empujón que le metió Draco Malfoy al invocar un protego en todo su esplendor. Ella deseaba saber que ocurría y no notó un pequeño hoyo detras suyo cerca del piso que se hacía mas amplio cada vez. Escuchaba los gritos confundidos llenando el aire. Aunque Harry Potter y Draco Malfoy eran notoriamente mejores, los otros cuatro juntos estaban bien entrenados. El rubio varias veces se vió obligado a inclinarse un poco para evitar que alguna maldicion le diera de lleno. Y el moreno se salvó por centímetros de una maldición asesina.
El hoyo que estaba a espaldas de Hermione se hizo mas y mas grande, de la nada, un brazo la tomó por la cintura y empezó a jalarla para hacerla pasar. Ella trató de gritar pero el hombre detras le cubrió la boca. Empezaron a forcejear y Draco se percató de la lucha que estaba librando la castaña. En ese momento un rayo negro cruzó el rostro del rubio pagando caro el descuido. Hermione fue pasada através del seto y el rostro de Draco empezó a sangrar descontroladamente pero no le importó.
- ¡Se la llevan, Potter! - rugió con ira el rubio echando a correr tras el hombre que se había echado al hombro a la chica. El moreno dio con acertada puntería a otro hombre y siguió el camino por donde había pasado el rubio. Pero aún así los tres hombres restantes no dieron tregua. Todo el trayecto en la persecución los hechizos continuaron volando en todas direcciones. Una pegó a Harry en el costado pero no fue de gran daño.
En otra situación todo hubiera resultado muy cómico. Hermione echada en el hombro del desconocido dandole puñetazos en la espalda refunfuñando. Cuando divisaban al fin la salida del laberinto, un desmaius pegó en la espalda del secuestrador cayendo de golpe. Fue una suerte que Hermione solo se torciera el tobillo. Pronto Draco la alcanzó jadeando.
- ¡Hermione! ¿Estás bien? - exclamó preocupado por la chica más que por él mismo.
- Si... ¡Estás sangrando! Debemos ir pronto a San Mungo - urgió la chica - ¿Y Harry? ¡¿Dónde está Harry?! - su desesperada voz era más un chillido.
- Aún tenemos encima el hechizo contra apariciones, supongo que debemos pasar la fila de árboles que están allá - ignoró el joven señalando unos enormes pinos como a cien metros de distancia a campo abierto. - Vamos - con esfuerzo se puso de pie mientras se limpiaba la sangre que escurría por sus ojos. Pero no pudieron avanzar ni diez metros cuando llegó el ojiverde gritando ¡Impedimenta!. Y oyeron un golpe seco caer sobre el pasto.
- ¡Vamos, tenemos que salir de aquí! - les urgió el joven - no se cuanto tiempo tarden en sacarse la barrera de metal que invoqué. - se inclinó para tratar de arreglar el tobillo de Hermione al verlo hinchado.
- ¿Sabes hacer una metaric wallaier? - exclamó maravillada Hermione olvidando el dolor en su pie. - He leído que es sumamente...
- ¿Podemos dejar de hablar del magnífico Potter de una buena vez? - exclamó impaciente Draco provocando un sonrojo intenso en Hermione que el moreno no miró al estarle entablillando el tobillo a la chica mientras deseaba internamente acariciar no solamente el tobillo, sino el resto del paquete.
- Malfoy tiene razón, Hermione. - Dijo el moreno con firme voz y levantándose.
- ¡Ahí están! - otra potente voz los hizo reaccionar. Eran de nuevo los cinco hombres que se acercaban a ellos a toda velocidad acribillando maldiciones de nuevo.
- ¡Protego! - gritó Harry y Draco al mismo tiempo alzando una pared transparente. Pero esta no duro mucho, tembló débilmente antes de desaparecer por la fuerza de los conjuros.
- ¡Vete, Hermione! ¡Vete! - gritó el moreno mientras intentaba repeler los hechizos lanzados contra ellos. - ¡Malfoy llévatela! - un segundo Draco lo miró indeciso.
- Vamos, Hermione - resolvió mirando a Potter y después a la castaña. Ella miró duramente a Draco y después a Harry pero obedeció sin rechistar. Lentamente avanzaron, Draco iba a lanzar una maldición pero Hermione se lo impidio.
- No, podrías lastimarlo a él. - Siguieron avanzando lentamente. Escucharon mas gritos.
- Hermione, escucha - dijo Draco hablando a ella tomando su rostro entre sus increíblemente frías y blancas manos.- Debo ir a ayudar al cara-rajada - continuo ignorando el gesto de reproche de ella - llega allá y escóndete ¡Escúchame! No hay tiempo, de alguna utilidad puedo ser, ya no soy un cobarde, si le ayudo pronto acabará todo esto. - La besó con toda la pasión e intensidad que le quemaba dentro sintiendo como ardían sus labios y haciéndolo como si la vida se le fuera en ello. - ¡Anda ve! - terminó echando a correr al lado del ojiverde que ya casi no podía oponer resistencia. Ambos luchaban con agilidad hasta reducir de nuevo a los condenados que estaban frente a ellos.
Hermione se obligó a no mirar atrás. Alcanzó algunos árboles imponentes que se alzaban ante ella, su tobillo ardía muchísimo. Pero desde ahí pudo mirar la pelea que se desarrollaba frente a sus ojos. Se sentía intranquila, como si algo malo fuera pronto a suceder. Una maldición dio de lleno a Harry en la pierna y Hermione lo vió caer sobre sus rodillas, fue suficiente para ella, contrario a todo lo que Draco le pidió, corrió ignorando el dolor insoportable de su pie y cayendo algunas veces. Draco Malfoy ya no se veía por el polvo que se había levantado, pero en la mente de la joven solo había una persona en mente.
Se escuchó un silencio sobre el lugar indicando que habían logrado vencer a los agresores. La castaña pudo ver que Harry yacía tirado en el piso. Con las últimas fuerzas conjuró una maldición a un hombre que cayó semi-inconsciente al suelo. Desde el piso Harry se quedó luchando por mantener la consciencia y mirando a Hermione correr hacía él gritando su nombre desesperadamente ¡Harry, no me dejes! llenó sus oídos y no se fijó que el último hombre que había caido al final lanzaba una maldición oscura directo a la chica. Lo último que sus brillantes ojos verdes vieron fue a un alto hombre rubio interponerse entre la castaña y la maldición de color oscuro. Un fuerte grito y después nada.
Se despertó tendido en una mullida cama de limpias sabanas. Reconocio el lugar al instante. Había estado allí no hacía mucho. El escudo colgado en la pared frente a él con un hueso y una varita cruzados confirmó que se hallaba en San Mungo. Un hombre pelirrojo de larga nariz y ojos azules se acercó a él.
- ¿Harry? ¿Estás bien? - era su amigo de la infancia Ronald Weasley. Se veía pálido y algo asustado.
- ¿Y Hermione? - fue lo primero que salió de sus labios - ¿Qué ha pasado?
- Bueno, logramos poner a muchos maniáticos en Azkaban, tardamos un tiempo en dar con ustedes porque nos sobrepasaban en número, menos mal que llegaron loa aurores sino, no la hubieramos contado. - Explicó el pelirrojo con aún un vestigio de adrenalina, ¡hacía tanto que no tenía tanta acción!
- ¿Y Hermione? - volvió a preguntar Harry testarudamente.
- Estaba como loca - el pecoso sonrió ligeramente - estaba sobre Malfoy gritando tu nombre, al parecer no sabía que hacer. - Suspiró derrotado - está ahora en la habitación de Malfoy ¿Quieres que la traiga? - añadió con la picardía de antaño que Harry casi creyó estar nuevamente en Hogwarts a cuidado de la señora Pomfrey.
- No. Es mejor así, ¿tienes pergamino y pluma? - El moreno había tomado una decisión, era por el bien y la felicidad de todos. De casi todos.
- Aquí - dijo Ron apareciéndolos de la nada. - Debo irme, mamá ha de seguir aún alterada. Nos vemos, Harry - dijo con un movimiento de la mano y saliendo de la habitación.
Hermione se había quedado dormida en el sillóncito frente a la cama del rubio que la miraba fijamente, tenía su mente nublada de pensamientos. Él nunca había renunciado a nada. Siempre obtuvo lo que quería. Pero esta vez amaba lo que sabía no podía tener porque nunca le había pertenecido y nunca lo haría. Alguno de estos pensamientos pareció llegar hasta la chica que dormitaba en la misma habitación, ya que se despertó sobresaltada, pero al mirar donde se encontraban sonrió dulcemente.
- Draco, que bueno que despertaste, un medimago me dijo que si no lo hacías esta noche habría mucho de que preocuparse. - Explicó llena de alivio la castaña llevando un rizo tras su oreja.
- Hermione, tenemos que hablar... - el semblante serio de él la hizo presentir lo que venía a continuación.
Media hora después la chica salió dejando al rubio en la habitación, derramaba lágrimas silenciosas. Definitivamente, él era un hombre excepcional. Caminando rumbo a la habitación donde estaba Harry recordó las palabras del rubio: -"Te amo Hermione, por eso tu felicidad es más importante que la mía... Y se por eso que aquí no es donde debes estar. Ve con él. Pero advierto que si te hace algo no responderé de mis actos"-. Rió meneando la cabeza... Almenos había obtenido un buen amigo. ¡Cómo desearía que él fuera tan feliz como ella! Y recordó más: -"Me has mostrado que puedo amar nuevamente, me has salvado Hermione, y por eso te estoy eternamente agradecido... -Con la varita en sus manos tomó un mechón de cabello cobrizo de ella y limpiamente lo cortó y lo besó con fuerza...- ¿Aún sigues aquí? !Ve con él antes de que me arrepienta!"-. Ella le dió un abrazo muy fuerte y salió sonriente y con lágrimas en los ojos. ¡Hombres!
Con cuidado abrió la puerta de la habitación trecientos cuarenta y dos, no quería despetar a Harry, apesar de desearlo con todas sus fuerzas él debía descanzar. Para su consternación encontró la habitación vacía. Solamente un pergamino estaba puesto sobre la almohada que estaba sobre la cama. Lo tomó con las manos temblorosas y leyó:
Hermione
Te dejo esta carta que debí escribir hace mucho tiempo, más del que yo mismo siquiera pueda imaginar. No tengo palabras para describir este firme sentimiento que tengo dentro de mi. Aunque es lo más real que he tenido en un muy largo tiempo. Esta ocasión vuelvo a irme, pero ya no lo hago ni remotamente cobarde como lo hice algunos años atrás, me voy con la frente más en alto de la que cualquiera lo haría y llevando conmigo la tranquilidad de saber que te dejo en buenas manos. Escribo para despedirme y hacerte saber que siempre te llevaré en mi corazón y que lamento haber arruinado tu boda, como diría el hurón, me voy dejando la marca registrada Potter. Pero lamento mucho más no haberme dado cuenta antes de lo evidente.
Eres la mujer más increíble que haya conocido nunca.
Con Cariño,
Harry J. Potter.
Pd. No olvides que siempre te he amado.
Su mano cayó casi inerte liberando el pedazo de papel.
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"Encadenados pensamientos tratan de escapar através de tus ojos"
...a thought of mine.
PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO
By Orquídea Negra
Capítulo Final
Estaba lloviendo a cántaros en la conocida capital de Inglaterra. Literalmente miles de traúsentes corrían por la calle buscando un refugio de la lluvia que amenazaba con desbordar el río Támesis y dejar a Londres hundida bajo las aguas. Las avenidas tenían el normal congestionamiento al que las lluvias contribuyen creando un caos. Colegiales reían en las esquinas empujándose unos a otros para empapar a sus compañeros evitando ser el primero, hombres de negocios maldecían el mal tiempo mientras hablaban por teléfono y trataban de cubrirse (con el periódico matutino) de la lluvia que ferozmente aporreaba los titulares del día y las aceras sin piedad.
Entre la multitud y con paso apresurado, una mujer de rizos castaños más alborotados y esponjados que nunca a causa de la precipitación fluvial, se habría paso empujando a algunos despistados peatones a quienes la lluvia había tomado por sorpresa y aún no alcanzaban a llegar a un improvisado refugio. Las zapatillas rojas de la chica no le ayudaban mucho, y empezaba a sentir que la humedad penetraba a su cuerpo apesar de la gruesa gabardina beige que se había puesto ese día.
La joven corrió tan apresuradamente como sus piernas se lo permitían hasta la estación de St. Pancras donde salen los trenes que conectan con el resto de Europa, más precisamente Bélgica. Al pasar frente a la Biblioteca Británica lanzó una mirada de cariño al interior, pero sin detenerse más que una milésima de segundo, por ahora tenía algo más importante, urgente y necesario que hacer. Completamente empapada alcanzó la estación de trenes. Atravesó las puertas de cristal y levantó su bello rostro hacia el gigantesco reloj sobre su cabeza que justo a la entrada apuntaba las doce menos cuarto.
*****
La estación de trenes estaba a reventar para ser un miércoles cualquiera. Los grupos de jóvenes amigos reían desinteresadamente ante la perspectiva del pronto viaje y divagaban en los placeres que este incluiría. Más allá un par de chicas parloteaban alegremente en francés. Un niñito rubio de no más de tres años de edad lloraba gritando a su mamá que quería un globo, cerca de los sanitarios había una gran máquina de dulces y recargado al lado de esta, un hombre vestido de negro con el rostro detrás de el London Time leyendo sin inmutarse del escandaloso ajetreo a su alrededor. Cerca de este hombre, había un muchacho despidiéndose de sus padres prometiendo llamarles en cuanto llegara a su destino.
Infinidad de gente sin rostros pasaba apresurada tratando de evitar colapsar con el alto hombre de cabello oscuro indomable, gafas redondas y ojos de un verde intenso con una cicatriz en forma de rayo sobre la frente. Ocasionalmente era mirado por alguna mujer, pero él sentía que debía parecer un idiota, ahí de pie en medio de la multitud que empujaba sus carritos bien cargados de equipaje, mientras él simplemente portaba (y bien escondida) una varita de acebo y pluma de fénix de veintiocho centímetros. El atractivo hombre mantenía las manos en los bolsillos de sus jeans y miraba a ninguna parte perdido en sus pensamientos.
Recordaba aquella lejana ocasión cuando tenía once años y esperaba su turno durante la elección de las casas en su antiguo colegio Hogwarts. En aquella larga fila de niños y niñas, esperando por su turno en medio del gran comedor y entre las miradas de todo el colegio.
Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez.
¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero! susurró Ron a Harry. Voy a matar a Fred.
Harry sonrió débilmente. Sí, probarse el sombrero era mucho mejor que tener que hacer un encantamiento, pero habría deseado no tener que hacerlo en presencia de todos. El sombrero parecía exigir mucho, y Harry no se sentía valiente ni ingenioso ni nada de eso, por el momento. Si el sombrero hubiera mencionado una casa para la gente que se sentía un poco indispuesta, ésa habría sido la suya.
Harry Potter sonrió al evocar aquellos lejanos pensamientos. Eran de cuando aún conservaba su inocencia y no tenía más preocupaciones que el escabullirse de los golpes de su primo Dudley y ocultarse de la vista de los Dursley. De cuando apesar que él había sido lastimado...
El tiempo parecía transcurrir inusualmente lento hasta que la profesora McGonagall llamó a otra alumna Granger, Hermione.
...aún no había amado... deseado...
Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.
¡GRYFFINDOR! gritó el sombrero. Ron gruñó.
...no había herido... o siquiera asesinado...
Un horrible pensamiento atacó a Harry, uno de aquellos horribles pensamientos que aparecen cuando uno está muy intranquilo. ¿Y si a él no lo elegían para ninguna casa? ¿Y si se quedaba sentado con el sombrero sobre los ojos, durante horas, hasta que la profesora McGonagall se lo quitara de la cabeza para decirle que era evidente que se habían equivocado y que era mejor que volviera en el tren?
El temor que lo embargo ese día, fue el primero de muchos que le seguirían en su vida, siendo el recibimiento que le daba el mundo mágico. Fue el primer paso para convertirse en todo un Gryffindor, porque un Gryffindor sacrifica todo... Porque es valiente.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Entregado.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Y busca la felicidad de otros.
Para Gryffindor
el valor era lo mejor.
Apesar de poner la suya en riesgo.
Amar, odiar, reír, llorar, vivir, matar.
Son decisiones que forjan el carácter de los hombres, lo que muestra que son simples mortales nacidos con la vulnerabilidad de ser lastimados.
Y él, Harry Potter, lo había experimentado de primera mano. Unos pocos días atrás tomó la decisión que más le costara nunca. Inclusive más difícil que cuando eligió horrocruxes y no relíquias. Todas las decisiones tomadas a lo largo de los años, le habían llevado a donde ahora se encontraba.
La estación de trenes.
Ahora que era libre de cualquier carga con la que había sido marcado desde su nacimiento, ¿no había posibilidad alguna de que alcanzara la felicidad? Nunca buscó la eternidad ni la gloria. Nunca se creyó merecedor de nada, y al parecer fue a lo único que la vida le prestó atención cuando hablaba.
Pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos con los empujones de un grupo de turistas japoneses que maravillados señalaban a todas partes y tomaban fotografías de cada insignificante detalle. Las doce menos cinco. La impecable voz de la estación retumbó en todo el andén.
Pasajeros con destino a Francia, Bélgica, Alemania, el tren está por partir en apróximadamente cinco minutos. y de nueva cuenta Pasajeros con destino a Francia, Bélgica, Alemania, el tren está por partir en aproximadamente cinco minutos.
El jóven dió un suspiro al sacudir la cabeza ligeramente, miró hacia los sanitarios. Tengo tiempo se dijo a sí mismo y caminó a los retretes para caballeros. Pasó cerca del hombre del periódico (el recargado en la máquina de dulces) y no se dió cuenta que este cambiaba la hoja del pronóstico del tiempo, que había predecido un día radiante y lleno de sol sin nubes a la deriva. "Muggles". Una lucecita pareció destellar detrás del periódico cuando el jóven de ojos verdes entró al sanitario.
*****
El brillante tren plateado tenía su maquinaria trabajando a toda marcha. La voz de la mujer grabada acababa de avisar por los altavoces que el tren partiría en cinco minutos. Desesperada se apresuró a comprar un boleto en la taquilla, adelantándose en la fila a queja de los demás, de hecho, empujó sin mala intención a una viejecita rechoncha que contaba meticulosamente su vuelto. La joven enfundada en sus nuevas, y ahora llenas de lodo, zapatillas rojas, no esperó a recibir su cambio. Con boleto en mano e ignorando los comentarios sobre la gente mal educada que se mete en las filas corrió a la plataforma y con ahiníco trató de identificar un rostro familiar. Vió al niñito rubio sujetando con felicidad un globo azul, a las parlanchinas francesas, e incluso al hombre recargado en la máquina de dulces con el rostro oculto leyendo el periódico, pero ni rastro de él.
*****
Se enjuaga las manos en los lavabos y refresca su cara buscando valor y coherencia a lo que está haciendo ahí. Se siente ligeramente aturdido, como confundido. Toma una toallita de papel y seca su rostro. Sale del sanitario y ve el tren, debe abordar ese tren. Tropieza cerca de la máquina de dulces.
*****
¿Dónde estás? pregunta a la nada caminando de un carro a otro del tren y mostrando a los guardias el ticket en su mano, pues desesperada al no verlo en la plataforma se apresura a buscar carro por carro. Al llegar al último y no hallarlo, sale temblando de impotencia. Un silbato ensordecedor y ella está volteando para ver de nueva cuenta el tren, justo a tiempo para observar estática como se cierran las puertas y a un hombre de cabello negro que se escabulle entre las puertas metálicas del tren en el último segundo dos carros más allá.
¡Harry! se escucha gritar llena de impotencia. Solamente el lento movimiento del tren la hace reaccionar se precipita a correr por la plataforma ¡Harry! tratando de alcanzar el tren ¡Harry! ¡No!en donde van todos sus sueños ¡Harry! ¡Espera! y su motivo de seguir viviendo. Con lágrimas de rabia y contra todo pronóstico cae de rodillas, olvidando que es una bruja y se puede aparecer.
¿Pues qué puede hacer un palito de madera cuando del amor de su vida se trata?
Las lágrimas siguen derramándose por su rostro, violentos sollozos sacuden su cuerpo. El andén empieza a quedar completamente vacío. El siguiente tren sale en una semana, demasiado tarde porque de seguro le pierde la pista.
Un guardia grande, rubio y barrigón se empieza a acercar a la mujer de cabellos castaños que sigue sobre sus rodillas en el suelo. No soporta a los borrachos. Pero un hombre que a penas acaba de asimilar la escena se le adelanta diciéndo al enorme vigilante sin voltear a verlo a la caraya me encargo yo, Dudley.
El guardia de chaleco naranja se sorprende "¿Cómo sabe mi nombre?" pero encogiéndose de hombros regresa a la cabina de seguridad donde su almuerzo aguarda.
Señorita... susúrra el alto hombre al llegar caminando hasta ella¿se encuentra bien?
¿Y a usted que le importa? ella misma se sorprende de su lado agresivo, pero ya nada le interesa. Ya no.
Más de lo que piensa arguye el hombre ignorando la ruda respuesta los idiotas como por el que llora una hermosa mujer como usted debieran ser colgados sin pensarlo, pues bien se que no valen la pena. Con suavidad el hombre se pone en cunclillas acariciando con su mano la esponjada cabellera castaña de la mujer.
Él si. La convicción con que lo dice hace que la mano de él se detenga cerca de la nuca de la mujer Y no por sus arrojados actos de valentía continúa ella sintiéndo como su cuerpo reacciona tensándose al toque de la mano de aquel hombre a sus espaldas del cual aún no ha visto su rostro. Y se ha ido sin saber que... se interrumpe cuando un rayo de entendimiento cruza su mente.
Esa voz, esas manos, ese escalofrío cuando está cerca de él, ¿cómo no lo percibió antes?
¿Qué no sabe? el hombre siente como se le seca la boca y la mujer deja de llorar secando sus ojos con la manga de su gabardina, no puede creer su buena suerte.
Que lo amo. El susurro tan sensual salido de la boca de ella debiera ser censurado. Pero de seguro ya lo sabes... Harry. El hombre esboza una sonrisa y ambos se levantan. El jóven de ojos verdes la gira lentamente hasta quedar sus rostros recargados frente a frente. Sus labios se encuentran desesperados por llevar años -que parecen siglos que parecen nada- alejados de su media naranja. Pero sabiéndose suyos desde el inicio de la aventura que unió sus destinos.
Porque ni una escritora famosa podría separarlos.
¿Te quedarás conmigo, Harry? pregunta la castaña cuando sus bocas se separan. Él sonríe.
El hombre recargado en la máquina de dulces al fin guarda el periódico que apenas y ha leído. Una sonrisa triste se dibuja en su rostro, pero satisfecho y discreto guarda una varita en el interior de su abrigo negro. Hasta en eso tuvo que ayudar a ese par de idiotas. Pero se lo debía a ella. Observa de lejos a la pareja que sale de la estación tomada de la mano caminando rumbo a donde se oculta el sol. Después de todo el forecast* de los muggles acierta. Afuera ha dejado de llover y el sol brilla en todo su esplendor. Con elegancia acomoda sus cabellos rubios hacia atrás dejando ver sus ya no tan fríos ojos grises. Se coloca su gorra inglesa y manos en los bolsillos, camina en dirección opuesta sobre la acera.
Solo un último beso lanzado al aire es su despedida, mientras unas palabras continúan haciendo eco en el aire:
Para siempre Hermione, para siempre.
*Forecast= Pronóstico del tiempo
06 de Junio del 2009.
Sydney, Australia.
PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO.
Atte.
Orquídea Negra.
**La licenciada que debió ser RocK StaR**
PD. NO OLVIDES QUE SIEMPRE TE HE AMADO - Fanfics de Harry Potter
Disclaimer. Todos los personajes (excepto los no conocidos) pertenecen a JK Rowling. De no ser así, no tendría que pensar en buscar trabajo para ayudarme a c
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2023-02-27
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