PELIRROJA NO ES LA ÚNICA MALDICIÓN DE LOS POTTER.
Pelirroja no es la única maldición de los Potter. Vaya queJames Sirius lo sabe. Aunque pensándolo mejor, quizá era más una maldición delos "James", porque su madre no llevaba el nombre de ninguna flor.
James piensa que su abuelo no se hubiera molestado tanto,pero él no estaba ahí y nadie podía consolarlo. Su madre está furiosa, su padredecepcionado y no puede mirar a nadie a la cara. Pero parece que ninguna de laspersonas que conforman su familia quiere entender que no fue su culpa, que estámaldito y que no eligió enamorarse de su prima.
Porque James Sirius Potter estaba perdidamente enamorado deRose Weasley.
Y vaya que ahora estaba todo arruinado.
Los habían descubierto besándose detrás del jardín, en laMadriguera. A James no le hubiese importado que hubiera sido ninguno de susprimos, al fin y al cabo hasta Lily, Albus y Hugo lo sabían. Pero habían sidosu tío Ron y su padre. El tío Ron se había puesto blanco, y su padre habíaabierto los ojos como si no creyera lo que estaba viendo. Un segundo después,Rose tenía lágrimas en los ojos y lo único que James sabía era que tío Ron lahabía jalado y que ella ya no estaba en sus brazos. Su padre no podíareaccionar. Entonces habían llegado los demás, atraídos por el grito-sollozo dedolor que había echado Rose. Él sabía que su tío Ron nunca sería capaz delastimarla, y que por lo tanto Rose lloraba de un dolor más distinto del físico.
La tía Hermione se había puesto a llorar y la madre deJames, en lugar de ponerse a gritarle, simplemente no había hablado. Y seguíasin hablarle, pero James podía ver el dolor y la decepción en sus ojos. Susojos tan idénticos a los de él.
La abuela Molly y el abuelo Arthur se habían puesto comolocos y James se había sentido como un animalito acorralado ante las miradas desu familia. La tía Hermione se había llevado a Rose, que todavía sollozaba elnombre de James entre hipidos desesperados. Y él se había quedado ahí, sólomirando sus hermosos ojos azules derramar tantas lágrimas que ya no podíacontarlas, y mirando su increíble melena rojiza y pensando en lo felices quehabían estado momentos antes, ella entre sus brazos y él sintiendo su cálidocuerpo contra el suyo. Y sus labios, los labios en los que James podía perdersepara siempre. Los labios que le habían hecho sentar cabeza y dejar de perseguircualquier cosa con piernas en Hogwarts.
Y en ese momento la única excusa que se le ocurrió a Jamesera que todo era culpa de James Potter, su abuelo. De él y de su maldiciónhereditaria, porque su abuela se había llamado Lily, como una flor, y habíasido pelirroja.
Porque él también tenía su flor roja. Su dulce Rose.
DÍA1
Rose está sentada en el alféizar de la ventana. Noquiere que nadie le dirija la palabra. De cualquier forma, nadie lo hace. A sumadre se le ponen llorosos los ojos cada vez que la ve y su padre está furioso.La jaló. No sabe qué es lo peor: que lo hayan descubierto o que incluso tengaprohibido asistir a la reunión que hacen todos los domingos en la Madriguera.No dirá nada, nunca lo hace. Sus padres solían estar orgullosos de ella poreso.
"Es tan buena chica", oía decir a su madre a su tíaGinny. Y ahora las dos la miran con repugnancia. Ella sabe que no es apropósito, pero duele de igual forma. No son muy buenas ocultándolo.
Por los días lee encerrada en su habitación, o en elsillón, frente a la chimenea. El fuego crepitante le palpita en los oídos ytiene la boca seca de tanto tiempo que ha pasado sin hablar. También estáconfusa. Una parte de Rose Weasley es como una niña que no sabe lo que estáocurriendo.
Y lo extraña.
No lo admite, pero lo más insoportable de todo es queextraña con una locura desoladora los besos de James, las caricias furtivas yla forma en que sus ojos avellana brillan cuando la observan. Sus dedosquemándole ahí donde la toca. Sus irresistibles labios susurrando poesía de esaque tanto le gusta a Rose en su oído.
El tío Harry está abajo, hablando con su padre y sumadre. Rose sabe que no están hablando de ella. Para eso siempre han sido muycuidadosos. Siempre encuentran un lugar donde no haya nadie ni nada para hablarde sus asuntos. Por eso se sorprende cuando escucha varios pasos en el corredory luego alguien intenta abrir su puerta. Rose la cierra con llave desde elincidente, así que el intruso decide tocar la puerta.
―Rose
Rosie, tu tío Harry quiere hablar contigo. Abrela puerta. ―Es la voz de su madre, fría y apagada. Es la mujer más lista ybrillante que conoce, pero hasta Rose se da cuenta de que no sabe cómo tratarla situación.
Ella duda. Luego camina atravesando la habitación.Está descalza, se detiene cada tanto. Quiere impacientarlos. Que sientan unpoco de lo que ella siente.
Al final abre la puerta y su tío está ahí, con suspadres detrás. Es el único que no la mira tan mal. El único que posiblementeentenderá.
―Hola, tío.
Hermione le lanza una mirada a Ron, evitando los ojosde Rose, que la buscan revoloteando entre las pestañas rojizas. Rose quiere quesu madre la mire y le diga que todo está bien, que puede amar a quien quieraamar. Pero no sucede. Ella toma la mano de su esposo y bajan a toda prisa. Porun sollozo ahogado que se escucha, Rose sabe que ha sucumbido otra vez a laslágrimas. Ha estado muy sensible desde que se enteró del embarazo. Rose no larecuerda así ni siquiera cuando iba a nacer Hugo.
Rose sigue sin decir nada. Se vuelve a sentar en elalféizar. Si su tío tiene algo que decir acerca de ella y James, mejor que lodiga ahora. Al menos así podrán evitarse situaciones incómodas.
―Rose
Ella hace un ruido para indicar que le prestaatención, pero que no le sacará ni una palabra si ella no quiere.
―Rose. Tengo que hablar contigo acerca de James. ―Calladurante un segundo―. Tengo
necesito preguntarte algo. ¿Amas a mi hijo?
Amar
su tío Harry no tiene idea de cuánto ama ella a James.Nadie lo sabe. No conocen acerca de las fiestas donde bailaban hasta el amanecerni de los besos robados en Hogwarts, ni de la vez que ellos se escondieron enla sala de menesteres toda la noche, cuando James no paró de decirle lo hermosaque era. No saben cómo duele el corazón de Rose cuando lo ve. Quien haya dichoque el amor es maravilloso estaba fumando opio. El amor es peor que el odio. Alamor hay que sufrirlo y dolerlo.
Los ojos de Rose se llenan de lágrimas, pero lasretiene. No rehúye la mirada de su tío. Al contrario. Lo mira penetrantementecon sus ojos azules, lo desafía a que le diga algo. A que le diga que está maly que no puede ver a James de nuevo.
―Rose. Está bien si lo amas. Una vez, un hombre muysabio me dijo: "El amor es una fuerza quees más hermosa y más terrible que la muerte". ¿Y sabes qué? Es cierto. Alfinal, todo lo que terminó logrando que yo sobreviviera fue el amor. El amorcon que la abuela de James murió por mí, el amor Narcissa Malfoy le tenía a suhijo, tan fuerte que mintió a Voldemort sobre mi muerte
el amor que le tengo atu tía Ginny y el amor que Molly me dio siempre. Lo que quiero decir es que séque no puedes elegir a quien amar. Está mal que ames a James de esa forma. Perolo entiendo. Y tus padres también, pero no quieren que sufras. Desean que teolvides de James y te enamores de otra persona, y yo también lo prefiero así.Será mejor que ames a alguien con quien puedas salir como cualquier personanormal. Será mejor que ames a alguien que no sea mi hijo.
―¡Los padres de tu padrino Sirius eran primos, Jamesme lo dijo! ―exclama la muchacha, en un arrebato de ira. Le escosen los ojos,pero no va a dejar ver su debilidad. Desea poder dormir hasta que todo pase―.¡Los magos lo hacen todo el tiempo! ¡Todo el tiempo, tío Harry!
Ella se echa a llorar finalmente sobre el hombro de sutío, incapaz de soportarlo un minuto más.
Ya lo ha soportado por tres semanas. Más de cien horassin ver a James y está viva de puro milagro.
Se siente terriblemente desconsolada, afligida yatormentada. El hombre la sujeta con fuerza, dado que ella está a punto decorrer hacia abajo y puede cometer alguna estupidez. Harry siente el corazón desu sobrina, ahijada, latir con fuerza descontrolada en su pecho. Ella estáahogando sus gritos desesperados mordiendo su muñeca.
Y es entonces cuando Harry se da cuenta de lo que estápasando. No es un sueño, ni una pesadilla. Rose ama a James. No está enamoradade él, no le quiere, ni siquiera le gusta. Lo ama. Y eso significa que daría suvida por él. Tal y como Lily Evans había amado alguna vez.
Y justo cuando todos se lamentaban que fuese unone-shot
¡KA-BUM! Heme aquí con éste precioso capítulo. Sólo quiero agradecer aRoseXDscorpiusjgp por animarme a continuarlo. He aquí una rosa dura perofrágil. Y le pido a RoseJeanWeasley_G que si está leyendo esto
PORFAVOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOR escriba un fanfic James/Sirius donde Rose seembarace pero que James y los demás se enteren que él es el padre (ni creas queme leí "Algo tuyo en mí", noooooooooo):'( es sólo que lo necesito tanto.
3
Jamesgolpea la pared con un puño. Probablemente tiene la mano rota. Hay trespuñetazos en la pared de la derecha. No quiere contar los que están detrás deél. Su madre se ha cansado de intentar repararlos.
A James nole importa el dolor lacerante que recorre todo su brazo, ni las manchas desangre sobre sus cobijas, lo volvería a hacer si así pudiera ver a Rose. Perono lo hace porque piense que su madre va a ceder, o su padre. Él la ha escuchadollorar todas las noches. La última vez que James vio llorar a su madre fue enel aniversario del fallecimiento de su tío Fred. Debe ser algo especialmentedoloroso para ella.
Y aun así,no siente culpa alguna por no sentir pena por ella. Lo único que puede sentiren estos momentos es un tipo de dolor bien diferente. Uno que desgarra losmúsculos y rompe las costillas. Le arden los labios ahí donde le han tocado losde Rose todas las veces que se han comido a besos y no puede evitar unretortijón en las entrañas que desearía guardar para siempre y alejar en esemismo momento, todo a la vez, porque sabe que así se siente el amor. Y nisiquiera pasando una vida entera con Rose sería capaz de dejar de tener esamaldita sensación. Así que lo ama y lo odia a la vez. Se siente increíblementeplacentero.
Igual queaquella vez en la sala de menesteres.
James lopuede recordar a la perfección porque ha sido el mejor día de su vida. Llevabados meses saliendo con Rose, viéndose en las aulas vacías y sonriendo cuandoella se ruborizaba. Rose siempre ha sido deliciosamente ingenua. Es fuerte,tiene un carácter de temer, pero también es muy mojigata y todo eso. Al menos,eso pensaba él hasta ese día.
―Estás tanpreciosa hoy, Rose ―había dicho James, mientras la besaba―. No puedoconcentrarme viendo algo tan jodidamente perfecto todo el rato.
Élesperaba que ella se riera tontamente con aquel piropo, como las otras chicascon las que había salido. Pero Rose no era una de ellas y, por supuesto, Rose nuncaactuaría así. Rose no se reiría como una idiota. Ella se había ruborizado y lehabía mirado a los ojos. A James le encantaba perderse en los ojos azules deRose, en su mirada intensa e inquisitiva y curiosa. Tenía los labios finos entreabiertos(Merlín, cómo le gustan a James los labios de Rose), y sus pecas parecíanbrillar a la luz de los candelabros en contraste con su rizado cabello delcolor del fuego. Sus mejillas pálidas y su rostro delgado ocupaban todo sucampo de visión. En verdad, pensó James, Rose era como una rosa encendida enllamas. Así de intensa.
¿Por qué nadiepuede verla como la ve él? ¿Por qué no pueden darse cuenta de que lo único queél quiere es sentir el cuerpo apretujado de su primita Rose contra el suyo? SiRose es intensa, James es el fuego mismo.
Y justo enese momento, Rose está tan alejada de él que a James le duele respirar.Odia con todo su corazón el olor del aire sin la fragancia de libros antiguosde ella, provoca que le ardan las fosas nasales, la garganta, y que unvacío atroz se incruste en su pecho. Peor que el frío que provoca undementor.
Alescuchar el último golpe en la pared, su madre entra sin hacer caso de la llaveen la puerta. Seguramente ha usado el Alohomora. James ama a su madre como noha amado a nadie más. No puede creer todas las historias que ha escuchado deella: de cómo se enamoró de su padre cuando era apenas una niña y cómo loesperó hasta que el cabezota se dio cuenta de que también la quería. De cuandolideró el Ejército de Dumbledore en Hogwarts en lugar de llorar por no saberdónde estaba Harry, y James no puede creer que sea la misma mujer pelirroja ysonriente que lo acunó en sus brazos hasta que fue capaz de caminar. Esterriblemente regañona, pero sigue siendo una de las personas más valientes queJames haya conocido jamás. Por eso está tan confundido: ¿cómo puede ella estar furiosa con él si lo único que ha hecho es amar?
A Ginny lecuesta encontrar las palabras. Se ha calmado desde que vio lo que sucedió en laMadriguera. Intenta pasar sus brazos alrededor de James, que le saca una cabezay apenas tiene dieciséis años, pero éste le aparta con lágrimas en los ojos. Nopuede hablar con ella, ni con Lily o Albus que al parecer se han puesto departe de sus padres.
―¡Es repugnante,James! ¡Se trata de Rose, Rosie,nuestra prima! ―se había excusado Albus, incapaz de mirarlo.
―¡Pero túlo sabías! ―gritó James―. ¡Lo sabías desde hace mucho! Lily, tú
Y suhermanita, la dulce y mimada Lily que lo quería tanto, rehuyó su mirada.
James nolo había soportado.
―James ―sumadre le saca de sus pensamientos. Tiene una mano en su espalda y James nopuede negar que le reconfortaría sentir el calor que emana su piel si no sesintiera tan traicionado. ―Vamos, James. No te pongas así. Las cosas tuvieronque ser de esta forma. Jimmy
Jimmy.
Jamescierra sus ojos. Una punzada de dolor lo atraviesa y su mente es invadida porlos recuerdos de Rose llamándolo Jimmy mientras jadea, con el sudor de sucuerpo mezclándose con el suyo propio y aquellos gemidos que a James se le figuranlos cantos de los ángeles; con esa voz tan suya que lo llama y le insta a irmás profundo, más
Y otra vezestá llorando sin poder contenerse. Su madre lo abraza y ésta vez no la aparta,deja que se quede y le susurre mentiras al oído ("todo estará bien, ya verás", "Rosey tú encontrarán a alguien con quien puedan salir
") y lo único que puede haceres pensar en la ridícula situación y en cómo desea poder no sentir porquesentir es la más atroz de las maldiciones.
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¡Hola! Muchas gracias por comentar y poner en favoritos y espero que éste capítulo les guste tanto como el otro :) ¡saludos!
Por fin había llegado el día. Por fin, después de tantotiempo, podría verlo. No había sido fácil convencer a su madre, pero habíacedido a la presión que ejercía Rose con sus constantes súplicas una tardedespués de que Rose le aplicara le ley del hielo durante más de dos días.
―De cualquier forma no irás ―había soltado Hermione. Roseestaba sentada frente a la chimenea, mirando "Hogwarts: una historia" pormilésima vez. Intentaba recordarle a su madre quién se suponía que era RoseWeasley, una chica inteligente, estudiosa, respetuosa de las reglas, su hija.
Al parecer no lo había intentado con mucho empeño. Rose nopodía creerse que fuese su madre la que le decía eso. No podía creerlo pero loentendía. Sabía por qué Hermione Weasley era la persona que menos aprobaba surelación con James. Y era por una razón tan absurda y estúpida que a Rose ledaban ganas de arrancarse los pelos cada vez que recordaba que ella eraexactamente igual. Se trataba de que, si había algo que su madre odiase, erahacer algo incorrecto. Está bien: había hecho un montón de cosas completamentecorruptoras de la ley en su adolescencia pero, como bien se encargó de decirlesa ella y a Hugo, los tiempos eran desesperados y había que tomar medidasdesesperadas. Rose pensó que en su caso, también aplicaba la regla. Sólo quelos desesperados no eran el tiempo ni las medidas, sino ella y James. Desesperanzadospodría definirlos mejor.
De cualquier forma, lo que a Rose más le dolía era queHermione no fuese capaz de entender. No importaba cuánto la viera llorar, noimportaba que a Rose le doliera hasta el alma levantarse de la cama cada díasin saber si volvería a hablar con él.
―Lo voy a ver en Hogwarts, de todos modos ―soltó Rose conenojo, sin pensar en lo que decía. A lo mejor y hasta le prohibían regresar alcastillo. A lo mejor y la recluían para siempre en su habitación. James nopodría volar en escoba hasta su ventana sin que Ron le lanzara un hechizo o losmuggles llamaran a la policía.
Pero aquella revelación idiota hizo a Hermione y a Ron, porfin, darse cuenta de que no podían alejar a Rose del mundo ni siquiera aunquelo quisieran. Así que accedieron a dejar que Rose fuese a la última reunión enla Madriguera el domingo antes de regresar a Hogwarts.
En la mañana, Rose despertó más temprano que los demás. Nopodía dejar de pensar en si él iría. Si su madre no había hablado con tía Ginnypara decirle que no dejara a James ir. Rose se duchó, sin demasiado ánimo, conel corazón comprimido y palpitando casi muerto, y se vistió. No tardaron en escucharselos pasos en el corredor y el grifo de la bañera otra vez, y otra, y unaúltima. Pero Rose todavía se encontraba, media temerosa, sentada en el filo desu cama, con el pelo naranja escurriéndole entre los omóplatos y el cuello; conla playera empapada de nostalgia.
Fue aproximadamente a las nueve de la mañana cuando alguientocó su puerta con timidez. Era Hugo. "En un momento", el grito le salió comoahogado. Cuando por fin se atrevió a salir, su padre y su madre estabandesapareciendo por la chimenea. Ella miró a Hugo. Directo a los ojos, unosazules casi idénticos a los de ella. Su hermano le ofreció los polvos flú.
Hugo era el único que apoyaba a Rose. No lo decíaabiertamente, pero a ella le bastaba ver sus ojos para ver cariño en él, unacalidez que últimamente habían perdido los ojos de su padre. No porque no laquisiera, sino porque no quería aceptar que Rose se había metamorfoseado en unaRose nueva las últimas semanas. Una Rose más fuerte, que no aceptaba que ledijesen qué sentir.
―Anda Rose, será mejor que te apures si no quieres que lostíos escondan a James antes de que llegues.
Rose sintió una sonrisa surcarle el rostro antes incluso dedarse cuenta de que era la primer sonrisa genuina que tenía en mucho tiempo.Resistió el impulso de abrazar a Hugo, sabía que si se ponía demasiado cariñosacon él, se hartaría. No era el momento, además. Tomó un puño de polvos y lostiró en la chimenea, frente a ella. Se metió y de inmediato estaba escuchandolas risas de los demás, la voz alegre de tía Angelina reprendiendo a Fred sindemasiada seriedad. Cuando la nube de humo se disipó, Rose se quedó de piedra.No le importó que probablemente Hugo acabaría tirándola si no se quitaba de ahírápido.
Porque James estaba sentado en el sillón justo frente aella. Y la estaba mirando. A los ojos. Rose creyó que podría correr y besarleahí mismo. El azul chocando con el castaño. Él no se movió y Rose recordó endónde estaba. No podía flaquear ahí. Se conformaba con verle, por lo menosestar cerca de él. Cualquier indicio de una conducta "extraña" con élprovocaría que la llevasen a casa de inmediato.
Rose salió del estupor. Caminó para salir de aquel hoyo, sinser realmente consciente de ello. Un pie delante del otro. Izquierdo, derecho.Saludar a las tías, a los tíos. No mirar a tía Ginny a los ojos. Saludar a losprimos. No sentir dolor al ver que Lily no se acerca. Sentarse. Guarda laslágrimas, Rose, guárdalas para cuando estés a solas.
Hugo llegó en algún punto, pero Rose no se dio cuenta. Nohasta que él se sentó a su lado y le dio un apretón en la mano. Quizá porqueRose había estado mirando hacia un solo punto toda la mañana. O porque no seestaba riendo de una broma de Albus.
―¿Emocionada por volver al colegio, Rggose? ―preguntó la tía Fleur.
Tardó alrededor de cinco minutos en darse cuenta de que lehablaban a ella. Otros habían escuchado la pregunta y ahora estaban pendientesa su respuesta.
Rose se tragó el nudo que se le había formado en lagarganta.
―¡Sí, claro! ―quizá había sido demasiado entusiasta. Pero esque no se sentía cómoda. Ni un ápice. ―Muy emocionada.
Aunque, ciertamente, sí que estaba emocionada. Por lo menosahí podría ver a James. A escondidas. Como siempre. Como si ningunas vacacionesy ningún torpe descuido se hubieran interpuesto entre ellos.
―Seguro eres la mejor de tu clase, como tu madre ―comentó latía Angelina.
Rose estaba fastidiada de que pensaran que era comoHermione. Sí, era la mejor de la clase. Brillante, decían algunos. Pero no erasu madre, no era su padre. Era Rose.
―Hay muchas cosas en las que no soy como mi madre ―dijo,antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Pero estaba harta. Ya nadievolvería a compararla nunca.
En un descuido, Rose y James se colaronescaleras arriba. Fueron los dos minutos más largos en la vida de James. Cuandola besó, después de tanto tiempo, fue como si James pudiera sentir su muerte.Se le fue el aire y la vista se le nubló, y sintió cómo se le derretía elcerebro. Amaba a Rose como nunca había amado a nadie. Como nunca, estabaseguro, amaría a nadie. No importaba lo que su madre dijera, si no estaba conRose, entonces no estaría con otra chica. Porque no sería feliz y entonces,¿cuál era el sentido? Sentir el delicado cuerpo de Rose entre sus brazos era undolor ociosamente perfecto. Un espantoso y a la vez increíble dolor en la bocadel estómago que no quería dejar de sentir.
Ni siquiera se habían dicho cuánto se habían echado de menoscuando alguien carraspeó. No podía estar pasándole eso. Seguramente era el tíoRon y en cuanto volteara le partiría la cara. Lo enviarían a Azkaban, haríanque los dementores le sacasen el alma. Si todavía le quedaba una. Si Rose no sela había robado ya.
Pero era el tío George, lo cual tampoco quería decir queestaban salvados. James se dejó caer sobre la pared en la que estaba casirecargado mientras Rose escondía su rostro entre los brazos de él. James podíajurar que estaba llorando. Y lo entendía. Les había costado tanto llegar a esepunto, a otro beso más. Y todo para que volviesen a descubrirlos.
―Rose, será mejor que bajes ahora si no quieres que alguienmás sospeche. ―Aquello quería decir que no iba a decirle a nadie, no todavía,por lo menos. Ella se echó a correr, (era bellísima incluso llorando ycorriendo) y se perdió entre las escaleras.
James miró al tío George. Éste estaba serio.
―No lo entiendo ―James no se dio cuenta de que estaballorando también hasta que se le quebró la voz―. ¿Cuál es el maldito problema?¿Por qué Rose y yo no podemos estar juntos?
Tío George le estaba dando una mirada llena de lástima.
―No lo saben, ¿verdad? Suponía que ella lo sabía, dado quelee tanto. Cuando dos personas con relación consanguínea tienen hijos, éstos aveces nacen
con discapacidades o deformaciones. Rose debe quererte mucho siestá dispuesta a pasar por algo así. Vámonos de aquí.
Pero antes de que James bajara detrás del tío George, pensóque era cierto. Que Rose debería amarlo en serio para sacrificar uno de sus deseosmás grandes en la vida: ser madre.
Holaaaaaaaaa. Antes que nada agradezco mucho a quienes hancomentado. Por favor, síganlo haciendo. También a las treinta y algo personasque han puesto esta historia en favoritos. Muchísimas gracias en serio. Y siganleyendo. ¿Qué creen que pasará después, cuando vuelvan a Hogwarts? Nos leemosel siguiente capítulo.
5
Han pasadoya varios días desde su encuentro en la Madriguera, cuando el tío George losdescubrió y dijo cosas bastante serias. Cosas que James no se atrevía acontarle a Rose. Aunque, siendo sinceros, está casi seguro de que ella lointuye. Ha estado actuando extraño e, incluso aunque están de regreso enHogwarts, no se han vuelto a ver demasiado. Ese es otro tema: Hogwarts. A Jamesle resulta extraño que el lugar más cotilla del mundo entero fuese precisamenteel único escondite que encuentran ambos. La vida se ha vuelto muy irónica.
Sobretodo, lo acepte o no, James tiene miedo. De muchas cosas. El futuro, porejemplo. James sabe, sin duda alguna, que lo que más desea en el mundo era estarcon ella, que no le importa otra cosa, que no le importa sacrificar una familiapor estar con Rose. Porque ella es la única familia que necesita. Es su hogar.Pero no se atreve a pedírselo. No podría hacerlo, aunque quiera, aunque sea losuficientemente egoísta. No puede pedirle a Rose que lo abandone todo: una bodaa lo grande, el nacimiento de su primer hijo y lo que venga, bailar en públicoen una fiesta como lo haría con cualquier otro hombre. Porque entonces no losverían mal. James no puede darle nada de eso: ni una boda gigantesca, ni hijos.Ni siquiera pueden tomarse de la mano en público.
Y,hablando con la verdad, prefiere ser dolorosamente feliz viéndola vivir unavida que realmente se merezca a verla vivir escondiéndose. Imagina a Rose,vestido blanco y pelo de fuego, sonriendo de la mano de un chico perfecto queno sea él, cualquiera que no es él, y riendo. Y esa imagen le atraviesa elcorazón como una lanza, y se lo abre hasta que le duele no sólo el corazón sinoel cuerpo y la mente, respirar, vivir. Pero está feliz. Está feliz porque ellaparece estarlo. Parece haberlo olvidado y parece poder conseguir lo que todossus tíos y sus padres desean para ella.
James estádeterminado. Tienen que terminar. Ella tiene que seguir adelante. Sin él. RoseWeasley, su prima pequeña, su flor roja, su mundo, tiene que morir de la manode alguien con quien no la juzguen.
Y Jamessabe que él probablemente no volverá a ser el mismo James Potter nunca. Porqueestá dolorosamente consciente de que, mientras estuvieron juntos, fueron másfelices de lo que serán todas sus vidas. Pero está dispuesto a abandonarlo. Porella.
Asíque la cita una tarde, casi anocheciendo, en el lago. Ella viene con un preciosovestido del color de los pétalos de rosa puesto. Está haciendo calor y es sábado.Su vestido es volátil, da la sensación de que se le puede escurrir por losdedos en cualquier momento.
―James―ella salta sobre sus pies ligeramente. Pone las manos encima de las mejillasde James, sonríe y parece el capullo de una flor floreciendo, un rocío lleno devida, y James se siente culpable por haberle dado ilusiones, por hacerle creerque todo estaría bien. Por creerlo él mismo. Ella lo besa, suavemente, como elroce de la primavera sobre su piel. Le brillan los ojos, pero él no puedemirarla. No debe, o flaqueará.
Jamestoma sus manos con una dureza inusual y una sola palabra sale de sus labios, yes suficiente para que Rose se venga abajo.
―Terminamos.
Estupefacta,Rose cuenta hasta diez. Parece que su corazón ha dejado de palpitar. Surespiración, entrecortada, se va apagando cada vez más. La palabra retumba ensu cerebro. Terminamos. Se acabó. No más.
―Nohablas en serio ―logra articular con la voz quebrada, después de lo que pareceuna eternidad intentando recordar quién es ella y por qué ese ser delante suyode pronto de hace daño. Todo en su cerebro asocia al muchacho con seguridad yamor profundo. Sus ojos están llenándose de lágrimas que, incluso tan mal comose siente, no deja salir.
Ellaintenta aferrarse nuevamente a las manos de James, en un intento desesperado deque sus dejos no resbalen. Pero él la aparta con rapidez. Ella le besa. Y suslabios se mueven como muertos, sin el usual calor y cosquilleo que producen losde James cuando la devoran. Rose se separa y le mira a los ojos, esta vez suprimo también la mira y a Rose le asusta, como nunca le ha asustado nada, lafrialdad en aquellos ojos, normalmente alegres y cálidos. ―¡James! ¿De qué vaesto? ¡Por favor, James! Jimmy
Estásollozando. En ese momento algo cambia en la mirada de James y puede ser doloro repulsión, Rose nunca estará segura.
Ellarecurre a su última opción. Rose está segura de que es por eso, así que dice:
―Espor la familia, ¿cierto? Es por lo que te ha dicho el tío George sobre losniños, ¿no? Lo escuché. ¡Lo he pensado, James! Estoy dispuesta a olvidarme delos bebés
Estoy dispuesta a no ser mamá nunca si eso significa que puedo estarcontigo para siempre. Utensilios de cocina
Élse pasa los dedos a través del cabello, suspira, y parece más enfadado quecontrariado.
―¿Yno se te ha ocurrido pensar, Rose, que ya no quiero nada contigo? Porque créeme,el tiempo de la idiotez ya pasó para mí
eres repulsiva. Me das asco. No sé cómopude andar contigo.
Ydicho eso, echa a andar dejándola sola.
James se esconde detrás de un seto,sintiéndose más muerto que vivo. Ha hecho algo que es totalmente irreparable.La ha destrozado y lo sabe. James la observa quedarse ahí, temblando. Ella selleva las manos a la boca sofocando un grito y se deja caer al suelo,derrotada. Los gritos que siguen no son silenciados ni siquiera por los latidosarrítmicos del corazón de James. No sabe cómo puede seguir vivo y no sabe porqué no puede moverse y correr en lugar de tener que verla ahí, con las lágrimascorriendo a través de su rostro y su pequeño y delicado cuerpo sacudiéndose porlos sollozos. El sedoso vestido no parece cobijarla lo suficiente. La voz deRosie, de su dulce Rosie, corta el aire. Un grito y luego un sollozointerminable que hacen un eco infinito en el corazón de James. Aquel sonido leretumbará en el alma por siempre. Y sabe que no puede perdonarse después deeso. Después de que ella le hubiese dicho eso: que podía olvidarse de tener unafamilia por estar con él. Porque él sería la única familia que necesitaría.
Es algo que no puede soportar.
Conel dolor más grande que ha sentido, uno que destroza los huesos y los órganos ytodo él, se aleja. Ella lo superará y encontrará alguien que pueda darle lo quese merece. Lo que James Sirius Potter no puede darle. Por lo menos tiene eseconsuelo.
Enel camino se encuentra con Albus y con Lily. James no puede evitarlo, cuando lodetienen le tira un golpe a Albus en el pecho. Lily grita y se interpone entrelos dos. James se da cuenta de que está llorando. Pero los golpes de Albus olos gritos y reclamos de Lily no le duelen, parece que ya no puede sentir nada.
―¡Eslo que querían! ―les grita, entre lágrimas―¡Espero que estén todos muy felicescon eso!
―¡James!¿Qué has hecho? ¿De qué hablas? ―pregunta Lily, aterrada.
Jamesse tambalea en otra dirección, la mira antes de derrumbarse.
―Acabode dejar a Rose tirada cerca del lago. Terminamos.
Desdehace semanas que los rumores de que alguien le rompió el corazón a Rose Weasleycorren por todo Hogwarts. James no está sorprendido, ha escuchado que Rosesuspendió la mayoría de sus asignaturas, por no decir todas. Es lo que más leduele: verla así, ver en lo que la convirtió. No puede creer que sea la mismachica que tenía el promedio más alto de su generación la que ahora camina porlos pasillos, temblorosa, evitando las miradas. "¿La ves? ¡es ella! Escuché quesalía con
" James tiene que soportar verla dar pasos temblorosos, dubitativos,hacia la biblioteca después de clases. Intenta actuar de lo más normal, hastase ríe cuando sus amigas hacen una broma y jura y perjura que el estrés de losTIMO's fue el causante de su descenso en la tabla de calificaciones. Sale atomar el sol, se remoja los pies en el lago. Incluso juega en el equipo dequidditch y sigue siendo increíble, pero James, que no es ingenuo ni estúpido yque ha aprendido a leerla entera, también sabe distinguir su risa falsa, sabeque reprobó porque no dormía por las noches, la mira a través de los árboles,con cuidado, y puede ver esa mirada perdida sobre sus pies sumergidos en agua.Y sabe que cuando juega quidditch piensa en todo menos en lo que está haciendo.Pero no puede hacer nada, tiene que actuar como un primo completamente normal,como si no sintiera las miradas de Lily y Albus cada vez que él y Rose están enuna misma habitación, como si no escuchara la respiración entrecortada de ella,evitando echarse a llorar. Con el tiempo parece más fácil, aunque nunca dejaráde doler del todo. El sábado por la mañana, por ejemplo, le pide prestado elperiódico que le enviaron a Hugo y que está en sus delicados dedos. Cuando ellase lo da, sin mirarlo, sus dedos se rozan accidentalmente y Rose aparta lamano, soltando un grito ahogado que sólo él escucha.
"Está bien, James, está bien. Todoestá bien, esto es lo mejor para ella". Pero no puede evitar pensar que quizáse ha precipitado, que el miedo ha podido con él y que cometió una estupidez.Mira la hoja frente a él.
FUGA MASIVA DE MORTÍFAGOS ENAZKABAN
AUTORIDADESDEL MINISTERIO
SENIEGAN A DAR DECLARACIONES.
"La noche del pasadoviernes, alrededor de las doce horas de la noche, se dio aviso
a las autoridades delMinisterio de Magia la fuga masiva de mortífagos en la prisión
de Azkaban. Lasautoridades se niegan a dar declaraciones, lo único que nuestro
corresponsal de "ElProfeta" logró saber fueron los curiosos datos que nos dio un
trabajador muy nerviosodel Departamento de Seguridad Mágica:
"Los auroresestán muy consternados. No creemos que los mortífagos causen
mucho revuelo,ahora que Voldemort ha desaparecido. Pero sabemos que
estaspersonas tienen una mente retorcida, quién sabe qué podrían hacer.
Tenemosnoticia de alrededor de quince o veinte personas que lograron burlar
la seguridadde la prisión mágica. Por el momento no puedo decir más. Sólo
pedir a lacomunidad mágica que esté alerta".
Esto fue lo que declaróel trabajador, preocupado, antes de abandonar las
Instalaciones delMinisterio. Como nos imaginamos todos, lo más probable es que
estoscriminales intenten tomar represalias contra quienes tuvieron una participación
activa en la guerracontra el Señor Oscuro".
Nohacía falta que lo dijera claramente, pero en ese momento James sabe que sus padres,Albus, Lily y él están corriendo el mayor peligro que han corrido en todas susvidas
Y también sus tíos, Hugo y Rose. No quiere que le suceda algo malo,quiere poder esconderla bajo las cobijas de su cama para siempre. Una imagen, repentinay arrolladora, le cruza por la mente. Es Rose, tendida en la cama de James,sólo con la ropa interior puesta, mirándole. Los rizos se le arremolinanalrededor del rostro, le sonríe con confianza y un poco de picardía, con ciertoaire de inocencia inconsciente que enloquece a James. Él está sobre ella,respirando con agitación, puede sentir sus piernas entrelazadas bajo las mantas,su cálido aliento diciéndole al oído cuánto lo quiere.
Así había sido su primera nochejuntos, en la casa de él. Cuando Rose se coló desde el cuarto de Lily hasta elsuyo porque tenía miedo de la lluvia.
"Eres demasiado grande para temerlea la lluvia", había dicho James. Y ella, terca, había negado enérgicamente,todavía con los brazos alrededor de su cuello.
"La lluvia destruye cosas
como loslibros, por ejemplo", y James sostuvo una carcajada al ver en su mirada unagenuina preocupación. No quería arruinar el momento burlándose de Rose.
No quería arruinar tantas cosas, ysin embargo lo ha hecho.
ARose no parece afectarle la noticia de la fuga de los mortífagos, a pesar deque los tíos les han enviado un montón de cartas a ella y Hugo pidiéndoles quese cuiden mucho, que tomen precauciones, que cualquier cosa extraña que veandeben avisar de inmediato. También Ginny le ha enviado sinfín de lechuzas aJames. Le pide que no haga nada estúpido, pero James tiene la sensación de queno habla sólo de los mortífagos. Ginny está preocupadísima.
No es tonta. De hecho, de tonta notiene ni un pelo. Sabía lo de James y Rose desde hacía mucho, muchísimo tiempo.Desde el mismísimo momento en que, con un día de nacida, Rose dio su primerrisa sólo para él, desde que vio los ojos de James, que todavía era muy pequeñopara comprender, agrandarse. Lo supo porque todas las navidades, cuando sesentaban cerca de la chimenea después de cenar, él la miraba sólo a ella. A suprima. Había sido así desde que ambos eran sólo unos niños y seguía siendo asícuando Rose reía con Lily al hablar de chicos, la navidad pasada, cuando Jamesse puso más pesado de lo normal porque no le gustaba ese tal Scorpius Malfoy,ni para su prima ni para su hermana. Pero Ginny no quería creerlo, no podía.Quería poder cerrar los ojos y desear que nada de eso estuviera pasando y queal abrirlos James estuviera de la mano de una bonita chica rubia, o castaña,hasta pelinegra (aunque le recordase terriblemente a Cho Chang), lo que fueramenos una pelirroja. Era demasiado pedir, considerando que, después de todo,era un Potter.
No era que a Ginny le importasedemasiado que fuese Rose Weasley la chica que le robaba el sueño a su hijo. Erasu sobrina favorita, la muchacha más lista que había conocido desde Hermione,responsable, educada y valiente. Lo único que no quería era ver a James sufrirpor ella. Porque sabía que, aunque en los magos no era tan extraño casarseentre familia, cada vez, mientras avanzaba el tiempo, era menos normal. Muchagente ya los miraría mal en esa época, mucha gente los condenaría. James no se merecíaeso. Su pequeño bebé no se merecía eso. Ella quería que fuera feliz, igual quesu sobrina. Rose tenía un gran futuro por delante. Era brillante, podía llegara ser cualquier cosa que quisiera, era encantadora y hermosa y tenía un montónde chicos babeando por ella.
Durante mucho tiempo quiso hacersela ciega, la que no veía nada, la que no se daba cuenta. Pero había sidoinevitable que todo su mundo se derrumbase cuando los descubrieron. Habíaentrado en pánico. Sólo quiere que James no tenga que pasar por todo esto.
Por eso la noticia le tiene tantensa. Después de que Lily le escribiera la semana pasada contándole que Rosehabía suspendido prácticamente todo y que James estaba destrozado porque habíanterminado oficialmente, sabe que James hará cualquier cosa para protegerla delos mortífagos. Y eso incluye dar su vida. ¿Qué esperaba? Debió haberlo sabido,no por nada James era un Potter.
esde quereprobó la mayoría de los exámenes, Rose sabe que tiene que hacer algo parasalir del hoyo en el que está metida. Desde el momento en que James pronuncióaquella palabra tan despreciable, el mundo de Rose pareció oscurecerse y depronto estaba hundida en un montón de oscuridad de la que no pudo regresar.Claro, parecía que todo seguía normal. Estudió (o intentó hacerlo) para laspruebas, se rio en el gran comedor con Lily y hasta fingió que no se le hacíaun agujero en el corazón cuando vio a James.
Todo eso,al parecer, no sirvió de mucho. Por las noches, Rose cierra las cortinas deldosel de su cama y, después de quitarse la ropa del colegio, abraza laalmohada. No llora, llorar significaría que todavía es capaz de sentir algo.Llorar significaría tener a sus amigas consolándola y saber, muy en el fondo desu alma, que lo superará; que en dos semanas estará mejor. Pero los recuerdosla golpean, como martillos detrás de su columna, una y otra vez. Y parece quesu corazón podría dejar de latir en cualquier momento.
Rosecierra el libro de un golpe, cansada de pasar horas mirándolo sin poderentender realmente una sola palabra. Suspirando, se recarga en sobre su mano,viendo hacia la izquierda. Ahí, haciendo el tonto, está James; tiene sobre suspiernas a una rubia de Hufflepuff, que ríe muy falsamente. Es la cuarta chicacon la que ha salido James en dos semanas, Rose tiene que mirar hacia otrolado. Las lágrimas se pierden en algún punto dentro de sí misma.
Selevanta, tiene que salir de ahí. La señora Price ha comenzado a ordenar loslibros a la derecha de Rose, ahora tiene que pasar forzosamente por donde estáJames. Su corazón late con fuerza, está tentada a subirse a los estantes ysaltar al otro pasillo. Si pudiera
Jamesobserva a Rose caer en el pasillo donde está él, y avienta con ciertabrusquedad a Lisa McGlaggen, que está en su regazo. Inmediatamente, piensa enlo estúpido que está siendo. No puede demostrar nada por ella, no puedesiquiera importarle el hecho de que al parecer se ha desmayado ahí, frente asus ojos. Él vuelve a sujetar a Lisa por las caderas mientras echa un vistazohacia enfrente, su corazón latiendo con fuerza.
La señoraPrice está junto a Rose, y otros dos estudiantes se acercan a ayudarla. Jamestiene que hacer todo lo posible por no salir corriendo y cargarla él mismo.¿Por qué se ha desmayado? ¿Está bien, o está enferma? Él quiere saberlo, quierebesar la raíz de su cabello y sus incontables pecas y quiere sentir la suavidadde sus manos, por lo menos una vez más.
―¿Estástemblando? ―pregunta Lisa, con una risita―. ¿Qué no es esa tu prima Rose?
Y esentonces cuando James no lo puede soportar más. Se abalanza hacia adelante,lleno de pánico, y se arrodilla en donde está ella. Es la primera vez desde suruptura que está cerca de ella. Huele, no a propósito, su perfume de floresmezclado con un olorcillo a hojas y pergamino, como a biblioteca.
―Hay quellevarla a la enfermería ―dice la señora Price, y James está a punto deofrecerse voluntario para llevarla cuando Jordan Fitzgerald, un Ravenclaw queestá un grado por encima de Rose, ya la tiene entre sus brazos. Él la mira yJames lo sabe. Le gusta Rose.
Losobserva, conteniéndose de golpear al chico, y tiene que dejarlos ir.
¿Cómo hapodido sobrevivir tanto tiempo sin ella?
Cuandodespierta, Rose desea no haberlo hecho. Ojalá se hubiese podido quedar ahí, enese mundo de estupor sordo en el que se puede olvidar de que los sentimientosexisten. Ella cierra los ojos, esperando volver a dormir, y se olvida de todo.
Estáde pie en un prado lleno de flores, ellas flotan, casi transparentes, como coposde nieve sobre su cabello. Rose alarga la mano: una flor, apenas diminutospétalos morados, cae sobre ella. Otra mano más grande, cálida, le cierra losdedos sobre la flor. Rose alza la mirada, con el corazón latiéndole tan rápidoque escucha su sangre fluir, y se encuentra con la mirada café de él
de James.
Élle sonríe, pero algo en el fondo de Rose hace que le duela amarlo. Hace que, enel fondo de su corazón, recuerde un sentimiento amargo, como si alguien tomarasu corazón para abrirlo, lentamente, con cadencia, y dejarlo expuesto.
Jamesacerca su cara a la de Rose, la toma por los brazos, sus manos se convierten enbrasas ardientes que la marcan, toda ella, para convertirla en una parte de símismo.
Suslabios chocan, finalmente, y es como si los labios de James fueran la luz paraun ciego que recupera la vista. Rose bebe de ellos, con sed. Así que cuando élse retira ella da un paso adelante, buscándolo. Pero los ojos de James están fríosy la aparta de un empujón.
Lomira, buscando saber que está mal. Sus venas parecen hacerse más pesadas cuandolo nota distante.
―¿James?
―Note acerques, Rose, eres repugnante.
No.Esto no puede estar pasando. Él la ama. Es una verdad, y no puede haber otra.James ama a Rose
sí, ¡sí! Pero
Repugnante.
Sedespierta con un grito. Su garganta quema, como alguien que se ahoga. Laslágrimas le manchan las mejillas, por favor, que pare. Quiere que él, nadiemás, la envuelva en sus brazos y le diga que ha sido una pesadilla, que laamará por siempre.
Nadiellega.
Dossemanas después, cuando Rose despierta en su cómoda cama en la torre deGryffindor, y no en la enfermería, sabe que tiene que volver a ser ella misma.No puede dejar que James la consuma así, no puede dejar que todo el mundopiense en lo débil que es, sin poderse recuperar de un simple corazón roto.Porque, siendo sinceros, ¿acaso era más que eso? Sí, James la había amado, peroera obvio que ya no lo hacía más. Era hora de aceptarlo. Era hora de dejar quelos sueños y las lágrimas lloradas hacia adentro de sus ojos fueran en todo loque consistía su día.
Se ducha,se peina y sale de la sala común a las siete en punto. Su cabello, trenzado,vuelve a relucir. Durante los días anteriores se ha vuelto opaco y triste, comohilos de cobre corroído. Tiene que recuperar todo el tiempo perdido, todas lasmaterias reprobadas. Así que comienza haciendo los deberes de aritmancia de lasemana pasada. También ignora que el lugar donde está sentada es exactamente dondevio a James con Lisa antes de caer desmayada. Desnutrición, había dicho madamePomfrey, desaprobatoriamente. Una ligera anemia y tristeza. ¿Se puedediagnosticar a alguien con "síntomas de corazón roto"?
Eso,sumado a las preocupaciones que tienen sus padres por la fuga de mortífagos, daqué pensar a Rose. Se está comportando como una niña tonta, como una chicamimada y absurda. Debe centrarse en las cosas que sí importaban: cuidar a Hugo,ser responsable de sí misma. Si no puede ni siquiera alimentarse adecuadamente,¿cómo será capaz de verificar que su pequeño hermano lo haga?
Aritmancia,runas antiguas, defensa contra las artes oscuras
los libros desfilan ante susojos por tanto tiempo que casi siente regresar a la vieja Rose. Casi.
―¿Rose?
La jovendespega la mirada del papel y parpadea unpar de veces para volver a la realidad. Ante ella está un perplejo LouisWeasley. Rose compone una sonrisa dolorida para su primo (y ya de paso, elmejor amigo de James). El chico, alto y rubio, es otro de los rompecorazones deHogwarts. Con una madre medio veela, ¿qué más podía ser? La mira, con ojos másazules que los suyos, y suspira.
―Me alegraverte aquí. La biblioteca no se sentía lo mismo sin una sabelotodo entre suspasillos.
Se sientaa un lado de ella y Rose le da un puñetazo amistoso en el brazo. Louis se ríe yRose no puede evitar que una risa se le escape también. Se siente tremendamenteextraño volver a escuchar ese sonido, tan natural y sincero, otra vez.
―¿Y tú? ―pregunta―Creí que no ponías un pie dentro de este lugar si lo podías evitar.
Louisdesvía la mirada. No quiere decírselo; decirle que James lo envía todos losdías para ver cómo está ella, decirle que James está más que destruido, quetanto es así que la busca, a todas horas: durante las clases, la cena y hastaen la noche, bajo la capa de su padre, y que se sienta por horas fuera de lahabitación de las chicas, sólo para ver si ella está bien.
―Tengotarea de pociones ―miente―, es una lata.
Rose descomponesu sonrisa, sin llegar a poner una mueca triste de esas que ahora lacaracterizan.
―Lo sé. ¿Crees
crees que las cosas serían más fáciles si no fuéramos magos?
Louis lamira perplejo.
―No tengola menor idea. Lo único cierto que sé es que la vida es una perra. No importalo que hagas, lo que creas, siempre habrá algo ahí para hacerte caer. Tutrabajo es superar esos obstáculos.
―Pero,aunque lo hagas, ¿no está siempre la muerte esperándonos en el final? ―inquiereRose. ―Da igual cuánto te esfuerces, nunca ganarás.
Louissonríe, como si supiera algo que ella no. Rose puede ver por qué todas laschicas lo quieren. Hay algo en su sonrisa, en la manera que brillan sus ojos,que te hace querer sonreír también.
―Deja depensar cosas así, Rosie. La muerte llegará, pero antes hay que vivir la vida.
Durante lasemana, las notas de Rose mejoran considerablemente. Su madre le envía una cajade pasteles de caldero el viernes, como recompensa por las buenas noticias.También anexa una carta pidiéndole disculpas por todas las cosas que le ha dichodurante las vacaciones. Cuando la lee, Rose llora. Escribe inmediatamente unarespuesta, asegurándoles que estaban bien.
Lassemanas pasan, sus notas suben y se vuelve a posicionar como la alumna más brillantede su generación. Ganan los partidos de quidditch y la amenaza de losmortífagos parece opacarse, tanto que los magos llegan a pensar que ya no sonningún peligro. Llega febrero, los días corren con rapidez, al igual que losmeses. Parece que la vida tiene nuevamente un significado. Entonces, una nochede abril, Teddy (ahora profesor de DCAO) los despierta, a ella y a Hugo, y lossacar de sus habitaciones.
―¡Buenasnoticias, chicos! La tía Hermione va a dar a luz, está en San Mundo. El tío Ronme ha pedido que los lleve hasta allá.
El corazónde Rose salta como loco. Se mira con Hugo y sonríen. Un nuevo miembro de lafamilia, ni más ni menos. Cuando llegan al hospital encuentran a toda lafamilia ahí. Pasan horas hasta que una enfermera deja a su padre entrar con sumadre, y al menos otro par de horas hasta que se les permite entrar a Rose yHugo.
Cuandollegan, su madre y su padre sostienen al nuevo hermanito (al menos eso sí lohan podido saber con anterioridad) Weasley- Granger, y Rose se pregunta siestaban tan felices cuando ella nació. Se pregunta si alguna vez se veráreflejada en ellos.
―Hola,mamá ―dicen ambos, y Hermione sonríe.
―Saluda atus hermanos ―dice su padre al bebé.
Y a Rosela asalta otra duda, una que no tuvo con Hugo porque era demasiado pequeña comopara entender lo que pasaba. ¿Será buena hermana? ¿Acaso alguien se merece unahermana como ella, débil y trastornada? ¿Una hermana que se enamoró de suprimo?
Cuando locarga entre sus brazos las dudas desaparecen. Su madre está feliz, igual queHugo y su padre. Así que ella debe estar feliz, también. Y lo está. Es así comovuelve a la vida después de estar sumida en tanto dolor, en tanta tristeza. Sesiente maravillosamente cuando vuelve a sonreír.
¡Hola! Bueno, ha pasado MUUUUUUCHOtiempo desde que actualicé, pero aquí está. En el capítulo anterior tuve uncomentario que me descolocó un poco y lo cierto es que pensé en borrar lahistoria, pero alguien me ha hecho reflexionar. El estilo de mi escritura estan dramático que llega a ser ridículo, pero así escribo y me gusta. Lo ciertoes que mi aspiración es llegar a escribir libros, pasar de los fanfictions ytodo eso. Pero todavía soy muy joven y estoy en el proceso de encontrar mipropio estilo, una manera de no copiar a otros escritores y hacer algo que seaúnicamente mío. Por eso decidí dejar esto como está y continuarla. Quedan pocoscapítulos, pero éste se lo dedico a Luna Roja97. Con mucho cariño.
El tiempopasa, las celebraciones de la familia Weasley y los abuelos Granger parecen queno van a cesar nunca. Rose observa la felicidad de su madre y de su padre, y sealegra de saber que quizá sí haya esperanza para ella. Su madre canta cuandococina, su padre sonríe casi a todas horas. Y, por mucho, la última discusiónque tuvieron realmente seria fue sobre quién debería ser el padrino y lamadrina. Al menos eso es lo que su padre cuenta en sus cartas. Rose las recibecasi a diario. Este día ella se dirige a la lechucería, los exámenes finalesacabaron y ella está de nuevo posicionada como la chica más brillante de sugeneración. Y, con todo eso, aún ha tenido tiempo para pensar en James, de vezen cuando.
Sí, debeadmitirlo. James quizá sería el amor más grande de toda su vida. Y sobre cadaminuto que habían pasado juntos, no se arrepiente de ninguno. Los añora,desesperadamente, los añora con cada centímetro de corazón, de hueso y depulmones que hay en su cuerpo. Es como si todo el día, durante toda su vida, supiel fuese arder como arden los fósforos al rozar la cinta para encender. Enese caso, James sería la cinta para siempre. Ella arderá, quiera o no, durante cadavez que, en una reunión familiar, en alguna ocasión casual, inclusive en susbodas, lo tenga que tocar para saludar.
Extrañamente,Rose se siente bien con eso. Se siente bien sabiendo que aquello proviene de sucapacidad de amar, que el amor, al fin y al cabo, no lo conoces en los libros,ni en las películas, que lo que nos muestran y la idea que nos hacen tener delamor es lo más equivocado que hay. El amor, ha llegado a la conclusión, es lasuperficie rasposa de una montaña, es un túnel oscuro, profundo, misterioso. Elamor es una sensación opresora que te da en el pecho, un suspiro. Y si ellarecordaba cómo había sido su amor con James, está segura de algo: no se tratabade aquellas grandes proezas que él hacía para impresionarla. Su amor con Jamesera hacer el amor con las manos, sólo acariciándose los dedos, mirándosefijamente. Era la sensación de meterse bajo su piel y quedarse ahí, acurrucada,bien segura, por unos segundos.
Observa ala lechuza llevándose su carta. Al fin y al cabo, parece que se lleva tambiénsu dolor.
Jamescamina por delante de la puerta principal como un león enjaulado. Su madre loobserva fijamente, recargada en el marco de la puerta. La madriguera sigueigual que siempre, y la tradición entre los Weasley ha sido siempre celebrarlas bodas ahí.
―James,cariño
PeroJames, pese a tener sus buenos veinticuatro años, la mira con los ojos de unniño asustado. Ginny Potter se pone de pronto muy recta, es la primera vez queha visto esa mirada, pero está segura de qué significa. Es la mirada de unhombre que está a punto de perder al amor de su vida para siempre.
¿Tantosaños después? ¿Aún la ama?
―¿James? ―dice―,¿es en serio?
Y sesorprende cuando su hijo mayor la abraza con fuerza, enterrando su cabeza entresu cuello como hacía cuando era un niño, pese a que ahora ella es más pequeñaque él.
―No la heolvidado ni siquiera por un segundo, nunca.
Entoncesmuchas cosas comienzan a encajar: por qué parece que James ha heredado latozudez de Sirius, por qué jamás ha sentado cabeza, por qué de entre todas lasmujeres que ha tenido parece no ser capaz de amar a una lo suficiente como paracasarse.
Por lasbarbas de Merlín. Qué equivocados estuvieron siempre, durante tanto tiempo. Sesiente avergonzada con James, porque, después de todos sus intentos por que suhijo fuese feliz, arruinó lo que verdaderamente él quería.
Lo únicoque Ginny sabe es que tiene que impedir esa boda.
―Habla conella ―le dice―, está en la que solía ser mi habitación. Ve con ella. Yo meencargaré de tu padre y tus tíos.
James nisiquiera es capaz de asentir. De pronto lo único que sabe es que estáprácticamente volando escaleras arriba, que no importa si le ha tirado el cojíncon los anillos a Victoire por accidente, cada segundo que pasa Rose se alejapara siempre de él. Y eso es algo que no puede permitir.
Abre lapuerta sin llamar antes.
―¡James,por Merlín, no seas bruto! ―grita Lily, dulce como siempre.
Rose está paradafrente a un espejo, con un demasiado sencillo vestido color blanco, y elsalvaje cabello rojo recogido en un moño por debajo de la nuca. Roxanne, Lily yDominique parlotean a su alrededor, pero ella parece un poco ausente. Levantala vista cuando escucha a su prima menor chillar.
Lily intentacerrar la puerta de nuevo, y se sorprende cuando James la atranca con su pie.
―¿James?
―QuítateLily. Tengo que hablar con Rose.
Lily estáperpleja, al igual que Roxanne y Dominique. Por sus miradas sabe que no hanolvidado aquel episodio hace tantos años, cuando los encontraron a él y a Rosebesándose detrás del jardín.
―¿Podrían darnosun segundo, por favor? ―vuelve a decir.
Las chicasechan una mirada a Rose, como preguntándole si está bien, y ella asiente. AJames se le hace eterno cuando salen, una por una, de la habitación. Y en elmomento en que la puerta se cierra detrás de ellas, no es Rose la que se llevauna sorpresa sino él.
―Ya sé aqué has venido.
Él caminohacia ella, nervioso. Hace tanto que no la toca, cada milímetro de su cuerpoparece un imán, tiene tanta necesidad de tocarla, que si no lo hace se morirá.
―¿Aún meamas? ―le pregunta ella.
―Nunca hedejado de hacerlo, Rose. Ni siquiera un segundo. Todo lo que hice y dije,aquella vez
sólo quería que no volvieras a sentirte como ambos nos sentimosesa vez, tan rechazados por nuestras familias, tan solos, tan perdidos.
De prontoella está entre sus brazos otra vez, es como si todo el fuego del mundoparticipara de un incendio colectivo para hacer carbón sus corazones. Dueletanto. James la besa, no cálidamente, no con ternura. La besa con necesidad,con rudeza y fuerza. La escucha gemir, la siente pegar su cuerpo al de él.
―James, Jimmy
Al finalde todo, el tiempo, la muerte y el amor parece ser lo que hace que el mundofuncione. El tiempo con su cuerpecillo de hombre reloj, observándolo todo,midiéndolo todo. El tiempo como la promesa de que nada es infinito, nada dura.La muerte y el amor pueden ser a veces la misma cosa. En este momento pareceque el cosmos redefine todo su concepto, parece que todo el mundo se pone patasarriba; que, por primera vez, las cosas encajan en su lugar.
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Está bien, está bien, acepto los tomates y las piedras. Hace literalmente un año con dos días empecé esta historia y sé que me tardé mucho, muchísimo, en acabarla. Pero, finalmente, creo que las cosas quedaron bien. Quiero agradecer mucho a quienes estuvieron leyendo, este capítulo va para todos ustedes.
Pelirroja no es la única maldición de los Potter - Potterfics, tu versión de la historia
Pelirroja no es la única maldición de los Potter. Vaya queJames Sirius lo sabe. Aunque pensándolo mejor, quizá era más una maldición delos 'James', porqu
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2024-09-22
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