Perfecta - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

A esta mujer, quiero dedicarle un Fic completo como protagonista, estoy a favor de las locas desquiciadas, en este no lo será mucho, pero una vez loca, siempre loca.


Siempre lo fui.

Desde que le conocí. Era el perfecto prospecto para mi, era lo que siempre mis padres quisieron; también yo.

Saqué mis pantalones negros de mi armario, sabia que poco tiempo tenia, pero necesitaba estar sola, completamente. Me vestí en un eterno ritual; ponerse ropa interior, pantalones y un suéter a combinación.

Suéter verde, como no.

Salí de mi hogar, como en muchos otros días, sabia, que cuando regresara, su ropa no estaría, sus utensilios desaparecerían, que no estaría su presencia, pero para mi mala suerte, su olor se quedaría.

 

Caminé por horas, sin saber muy bien a donde ir, sin rumbo fijo, para ser especifica, no tenia donde llegar, no tenia un hogar, no tenia, quien me recibiera.

Mis pies, me llevaron sin querer, a la puerta donde todo comenzó, tal vez, mi subconsciente necesitaba una explicación, un motivo, una cruz.

No tenia idea de que hacer, escuchaba movimiento, dentro de esa casa, la luz tenue de la sala encendida, acogedora, un hogar, algo que yo, ya no tenía.

Fui a la puerta, toque suavemente, tal vez los antiguos magos, me dieran el privilegio de que ese día, dentro de esa casa fueran sordos. Hoy, no era mi día.

Sus pasos me avisaron su proximidad, las manos comenzaron a sudarme, ahora ya, no me parecía buena idea una explicación.

Sus ojos, los que él pronunciaba de noche, inconcientemente, me recibieron, abiertos, sorprendidos, tal vez temerosos.

Traté de sonreírle, para romper el hielo, tuvo el mismo efecto, que lo tiene cuando con acrofobia, te subes en la baranda de un veintiunavo piso.

Me hizo pasar, e ingrese sin saber aun qué hacer, improvisar, me parecía un excelente plan. Lo malo, es que no sabía como empezar.

Trajo café, en grano, del que tan familiarizada estaba, lo olí, recuerdos, a eso me pareció.

- ¿Qué te trae, por aquí? - me preguntó, revolviendo sus manos

- ¿Qué fue, exactamente lo que pasó? - quise saber

- No es algo, que yo deba contarte -

- ¿Qué fue, exactamente lo que pasó? - repetí

- Yo
solo, pasó - contestó, yo no quería eso, no era exacto

- No es exacto - dí un sorbo a mi café

- Es, lo que te puedo ofrecer - me sonrió - no es mi deber

- ¿De quién es entonces? -

- Tuyo - me dijo

- No entiendo -

- Lo sé, pero solo eso puedo aconsejarte, las explicaciones banales que pueda darte, no te servirán, no son lo que necesitas - dejó su taza en la mesa y se levantó - puedo decirte, que me enamoré sin remedio, pero eso para ti, no es útil

- Tu inteligencia Granger - dije levantándome - eso si es básico

- Tal vez. En estas cosas, no tengo experiencia - caminó hacia la puerta, la sostuvo abierta para mi - pero si sé, que no me arrepiento

- Se nota - bufé, sin explicaciones

- No eran nada - me susurró, comprensiva

- No necesito lastima, necesito respuestas - pasé la puerta, hacia la calle, dispuesta a irme

- Las tienes - comenzó a cerrar la puerta - y a la vez, no es deber darlas, pero sé que si lo piensas, encontrarás la razón Parkinson

Me quedé fuera de su puerta, por alrededor de unos cinco minutos. Pasado ese transcurso, me encaminé a cualquier lugar, lo que fuera, era mejor que quedarme quieta.

 

Londres Muggle, no era tan malo como lo pensé en un principio, creía que podía infectarme, pero pronto comprendí, al despreciar a gente por la calle, que mas de alguno de ellos, era mago.

Así conocí a Alesia, mi mejor amiga, que se reía de mí, al saber que mi antigua mejor amiga, se llamaba Millicent.

Era Muggle, tenia un bonito gato, no me gustaban hasta entonces, pero Artemis, era algo que debía verse, color negro azabache brillante, y sus ojos, tan azules e intimidantes como los míos.

Pansy Parkinson la perfecta, me decía Alesia, constantemente.

Tal vez ella tenía razón, desde mi pelo a mis pies, soy perfecta, desde pequeña lo soy, aún, cuando mis padres se avergüencen de que su hija, este conviviendo con inmundos, sigo siendo, perfecta.

Debía ser perfecta para él. Tenia que serlo.

Un lugar muy animado, llamó mi atención, era el mismo al que llevaba yendo por las tardes, cuando él no llegaba a casa por trabajo, la diferencia era pronunciada, recordaba, que por las tardes, amaba ir a leer a ese café, ahora convertido en un interesante antro.

Me acerqué cautelosa, entré mirando todo a mi alrededor, mesas en un sector, una pista de baile en el otro, se veía diferente, pero era el mismo lugar, en la barra, donde el señor de edad, con barriga pronunciada al que pagaba, me lo indicaba.

Tomé asiento en la barra, un poco pegajosa, y ahí venia el señor, a pedir mi orden

- ¿Qué tomarás? - me preguntó

- Un Whiskey doble, seco - le pedí, sin mirarlo

- A la orden -

Al tener ese liquido en mis manos, lo desaparecí de un golpe, ardió, pero necesitaba anestesia, y no quería quebrarme una pierna, para poder obtenerla en el hospital.

- Ey ¿Quieres problemas? - escuché a mi lado

Dos hombres corpulentos, con sus seños fruncidos, parecían discutir por algo.

- Volteaste mi vaso, imbécil - se enfureció el otro

- Déme otro Whiskey, simple - le pedí al señor, sin importarme en salir del lugar

- Aquí tiene - lo ofreció, en segundos, era eficiente, pero estaba preocupado, no quería peleas

- Tranquilo - le susurré al señor, me miró confundido - Señores

Me hice notar, levantándome entre los caballeros, y llamando su atención, lo logré.

- Señorita por favor - pidió el del vaso volteado - no se meta en estas cosas

- Señores, no ven que causan problemas, no solo a ustedes, sino que también, al amable señor - les informé señalándolo al viejo barman

- Vamos a afuera - rebatió uno, el otro, estaba dispuesto

- Tenga - le deje mi vaso en la barra - compensará el que este caballero botó

- No es nece
- comenzó

- Lo es, quiero paz, beber tranquila, solo por favor, dejen las chiquilladas para sus años pasados, son adultos, caballeros - volví a mi puesto, aun los dos me miraban - una disculpa, lo solucionaría todo

Luego, no supe que más había pasado, solo alcancé a notar, que mi vaso era vaciado por quién se lo ofrecí, y que ya no había más murmullos, que los de las conversaciones normales.

Bebí unos cuantos tragos más, era tarde, y realmente no me importaba llegar a una casa vacía, debía tener algo que hacer, algo en lo que ocuparme, vivir de la fortuna de mis padres, que por derecho era mío, ya no me estaba dejando tranquila, tal vez, necesitaba sustentación propia.

 

- Señorita - me habló un hombre, a mis espaldas

- ¿Si? - voltee y vi a un hombre ya de edad, que a pesar de eso, tenia presencia, me recordó a Lucius

- Mi barman, me informó de lo que sucedió hace unas horas - ¿Tanto había pasado? - él - lo señaló - está por retirarse de este oficio, dice que no está para trasnochar, me preguntaba, si le gustaría tomar el puesto

- ¿Yo? - Pregunté desorientada por el ofrecimiento, o tal vez por el Alcohol - No soy Barwoman, no sé que es eso exactamente

- Solo debes atender, de noche y día, turnos rotativos -

- ¿Por qué yo? - seguía escéptica, el mundo confabulaba en mi contra, no podía ser, que me ofrecían lo que mas necesitaba, distracción

- Sabe como manejar a los hombres, y estoy seguro, que con mujeres no tendrá problemas - me sonrió - ¿Le parece?

Mi cabeza daba vueltas, y el viejo barman me miraba esperanzado, tal vez necesitaba a alguien para retirarse, me daban en bandeja, lo que pedía a gritos mudos.

- Usted es perfecta, para el puesto - insistió

Y caí.

Repetí sus palabras en mi mente, pero solo lo de "Usted es perfecta", claro que lo era, y él, era muy inteligente si lo notaba tan rápido.

Era perfecta. Lo sería para ese puesto, demostraría lo que valgo y así de paso, dejaría de ser patética.

- De acuerdo - acepté, con una sonrisa

Si las personas involucradas con el hecho de que no quisiese volver a mi casa, no pretendían darme explicaciones, las buscaría yo, en el entretanto, me haría valer como la perfecta persona que soy.

Soy perfecta para él, se dará cuenta, y volverá.


Espero, le den una oportunidad a Pansy y a mí.

Besos

Aniia, la chica loca en busca de la verdad.

Otro capitulo de esta historia. Pansy, nuestra protagonista, causando estragos.

Gracias a las dos personas que han agregado a Favoritos, espero, que con el tiempo sean más. Y gracias también al único comentario, que a pesar de ser extraño, lo agradezco.

A leer.


- ¿Qué demonios? -

El grito de Alesia retumbó por su apartamento, por su enorme apartamento. Eran exactamente las cinco de la madrugada, y no me importó que estuviera con un chico en mitad de
de lo que estuvieren haciendo, necesitaba de un café, con mi mejor amiga.

El muchacho seguía en ropa interior, mirándome como si quisiera comerme, una sola mirada asesina al estilo Parkinson, le bastó para dejar de hacerlo.

Alesia estaba perpleja, si, tenía las llaves de su apartamento, por si algo se presentaba, algo como esto. Me miraba atónita, entre la confusión y el homicidio, yo me inclinaba más por la segunda. Nada mas que su sujetador y sus bragas la tapaban de un desnudo total, mal momento para llegar, por lo menos, para ella.

- Hola - saludé, sin interesarme demasiado en la escena

- ¿Qué demonios? - volvió a repetir Alesia, ya más calmada

- Te necesito - le murmuré, sin prestarle atención al chico

- ¿No puede ser en unas horas más, o en otro siglo? - siseó, si fuese Hechicera, sería perfecta en Slytherin

 

- No, por eso estoy aquí -

Me senté en el sillón desocupado, no quería estar en donde ellos empezaron a hacer eso, quería despejarme, no tener un derrame por imaginaciones perturbadoras. El muchacho, comenzó a vestirse tras una breve mirada con Alesia, ella, solo puso una camisa blanca en su parte superior, costumbre adquirida por mí.

- Te llamo Steven - le dijo Alesia en a puerta, luego él desapareció

- No le hagas ilusiones Esia - le sonreí, me gustaba llamarle así, a ella también - las dos sabemos, que nunca le llamarás

- No hay, que matarle las ilusiones Pans - sonrió, aun un poco molesta - ¿Tomas algo?

- Si, ya sabes - susurré - a no ser, que desees dormir

- Dormí ya bastante, él, me despertó a las tres y media, estaba aburrido - bufó

- Vaya - dije sorprendida - no es la primera vez

- Bueno, ya sabes - rió - es bueno

- No sabía que te repetías el plato -

- Ey, es mi cuerpo, no te metas con el -

Caminó hacía el mini bar que poseía, mientras yo iba a la cocina, saqué unos limones, los corté y los llevé junto con la sal, Alesia, pronto llegaba con el tequila.

- Bien - anunció - ¿Por qué nos embriagamos?

- Por que, Draco se fue del apartamento, por que, aun no sé la razón - suspiré - y por que conseguí un empleo

- ¿Qué? - chilló impresionada

- Si, un empleo - le sonreí

- No, no eso - se escandalizó - ¿Draco? ¿Se fue?

- De acuerdo, de acuerdo, deja de repetirlo - me molesté - si, se fue, y ya

- ¿Y ya? -

Esta mujer, si que era peor que cualquier otra.

Alesia, era una mujer amable, dulce en momentos, y una arpía en otros, como este, por ejemplo. Tenía su cabello completamente rojo, me recordaba a los Weasley, solo que ésta, no era natural completamente. Su cabello normal, era anaranjado, cosa que le molestaba, de ahí que comenzó a tinturarlo, un rojo a veces sangre, a veces más claro, a veces, un rojo indescriptible. Su manera de expresarse, era muy parecida a la mía, era acida, sarcástica, cosa bastante graciosa, la mayoría de las veces terminábamos peleadas, nos duraba bien poco, así era ella, así era yo.

- Él, solo se fue -

- ¿Con otra? - preguntó enervada

- Si, con ella - le contesté, no quería hablar de eso, pero ella me obligaría - su nombre, Hermione Granger

- Perra - gritó, sirviendo el trago en vasos de tequila

Reí. La complicidad de amigas me encantaba, ella ni siquiera la conocía, pero ya era una maldita a su parecer, la amiga perfecta.

- No, no lo es - se aterró al escucharme decir eso - solo
lo enamoró

- ¿Draco Malfoy, enamorado? - preguntó escéptica

- Tenia que tocarle -

- Vaya - tomamos el primer tequila, de un trago y sin pensarlo - esto está buenísimo

- Si - logré decirle

- ¿Empleo? -

- Si, seré barwoman de noche, y cafetera humana por la tarde -

- Es magnifico - espetó - la perfecta Pansy Parkinson, trabajando, es algo digno de ver

- Que graciosa Alesia - tomé otro tequila, me gustaba la sal al final - soy independiente, me valgo por las mías

- No lo dudo, pero, es raro -

- Lo sé -

A las siete de la mañana, después de dos botellas de tequila, varias cajetillas de cigarros, y risas a mas no poder, estaba más que confirmado, estábamos ebrias, pero con dignidad.

 

- Draco es un imbécil, si no te quiere a su lado Pans - me dijo, media tirada en el piso

- Lo sé, lo sé, pero es que
aun no entiendo que le vio a ella - bufé - tiene un arbusto por pelo, es una sabelotodo insufrible, es desesperadamente buena, es que, es

Me quedé callada de un sopetón. Alesia captó de inmediato lo que pretendía decir, puso cara de fastidio, sabia que le molestaba que pensara así, pero fue un impulso.

- Si, puede que ella sea inteligente, linda, amorosa, puede que sea perfecta - sonrió - pero no lo es para él, tú eres perfecta, naciste para compartir tu vida junto a Draco, ya lo entenderá, si no, podemos matarlo

- Claro, e ir a Azk
a prisión es una buena idea - Alesia, no sabía que era una bruja, en más de un sentido

- Sabes a lo que me refiero, eres perfecta Pansy, no dejes que esto te eche abajo -

- Siempre soñé con mi boda Esia, que sería perfecta, con el hombre perfecto, y ese puesto, era para Draco -

- No lo digas como si ya no fuera a pasar -

- Está con otra -

- ¿Y? ¿Te quedarás aquí, sin hacer nada? -

- Por supuesto - abrió mucho los ojos - que no

- Esa es mi perfecta Pansy - celebró con otro tequila

- Lápiz y papel - mandé, Alesia no captó la orden - anotaré, los pasos a seguir desde ahora

Sonrió y fue a buscar lo que pedía, desde la sala de estar la escuchaba hurgar por los lugares, mientras yo seguía bajando la tercera botella de ese maravilloso sedante, es que me gustaba ya de por si el Whiskey de Fuego, pero el tequila, era simplemente maravilloso.

- Aquí - me puso lo que pedí, en la mesa entre nosotras - ¿Escribes tú?

- Si -

Tomé los implementos, después de un trago más, me ardió, tal vez, debería ser el ultimo.

- Primero - comencé, Alesia, bebía atenta - me mudaré, si lo haré

- Genial -

- Segundo - sonreí - un cambio de Look

- Estupendo -

- No mucho, pero algo - pensé en algo más - tercero, seré perfecta en mi trabajo

- De acuerdo - aceptó

- Okay - terminé

- O no, no, no, no - repitió - falta la cuarta

- ¿Cuál? -

- Conocer chicos guapos -

- Alesia, quiero que Draco vuelva a mi, no que se espante - ironicé

- Pero así, le darás a entender que no es algo fundamental en tu vida - explicó

- El problema, es que lo es -

- Fingirás que no -

- Lo
tendré en mente ¿De acuerdo? -

- Está bien, y ¿Cuándo entras a trabajar? -

Esa, era una escalofriante pregunta. Eran las siete y media y yo debía, estar en el café-bar, a las ocho. Una semana de entrenamiento y estaría lista.

- OH mierda - exclamó Alesia - ¿tienes que estar a las ocho cierto?

Asentí, y ahí comenzó mi calvario, la ducha, vestirme, maquillarme, solo en casos extremos, Alesia me prestaba sus cosas, creo que esta noche, había abusado de ella, más que de lo común.

- Suerte - me deseó al salir de su apartamento

Corrí como pude, aun después de la ducha y el haberme despejado, seguía un poco ebria, pero sabia disimularlo, o por lo menos, debía hacerlo.

Estaba cerca el lugar, perfecto para ella, tal vez su nuevo hogar, debería quedar por allí.

Solo una cuadra y al piso.

Me estrellé con algo, algo tibio, calido, que estaba abajo mío. OH por merlín santo, estaba encima de una persona.

 


Se va desenrollando la madeja, espero, que no este muy aburrida.

Besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Otro capitulo más de esta historia, una vida de historia. Espero les este gustando.

Agradecimientos a: Fatyriddle y Jazz Potter. Respondidos los comentarios.

A leer.


- ¡Maldita sea! - mascullé mientras me levantaba

- ¿Estás bien? - me dijo él, sonaba joven

- ¿Qué si estoy bien? - Chillé, y por fin me quité el pelo de la cara - me estrellaste

- Tú te estrellaste conmigo - sus ojos, se me hacían familiares - mínimo una disculpa

- Ja - me burlé - una Parkinson no se disculpa

- Que ególatra mujer -

Solo le saqué la lengua, como una pequeña y él sonrío, dándole vida a su serio rostro. Nuevamente se me hizo familiar.

- ¿Nos conocemos? - pregunté tranquilamente

- No olvidaría a alguien con esa mirada - comentó y yo no entendí

- ¿Cómo? -

- ¿No ibas tarde? - me recordó

- OH cielos, es cierto - lo esquivé - adiós - y eché a correr de nuevo

Escuché una pequeña risita divertida antes de alejarme lo suficiente, no podía imaginar que gracia tenia el que yo llegara tarde a mi entrenamiento. No, no tenía gracia.

Llegué, un minuto tarde. Pagué por ello.

- Ni un minuto tarde llegarás, si deseas trabajar aquí - casi me gritó el dependiente y yo casi le miro feo

- Lo siento señor Prescott - me disculpé, no me gustaba hacerlo

- De acuerdo, ven a la bodega, ahí te enseñaré las diferentes cosas - instó dirigiéndome

Le seguí como un perrito, no, no, mejor aún, como una serpiente encantada. Llegamos a una gran estancia, me sorprendió el tamaño, que a pesar de las muchas cajas, era bastante extenso.

- Bien, esta de aquí - señaló una maquina de yo no sé qué - es una cafetera individual, prácticamente la usamos nosotros en nuestros tiempos libres, pero si por alguna razón, la Express grande que está a un lado de la barra se estropea, tú desconectas y la llevas al frente

- Entendido -

- Los repuestos a los ingredientes - apuntó las miles de cajas - todas etiquetadas, se acaba algo, lo repones

- Entendido - repetí

- Aquí - señalo una palanca - está el congelador

Presionó la palanca hacia abajo y el humo comenzó a salir cuando abrió la puerta, junto con ello, el frío. Entré después de él, estaba helando pero eso era obvio, explicó algunas cosas que se encontraban allí, como para e café helado, aun no sabia que era eso, dijo que era delicioso.

Al salir, mis labios estaban un poco morados, el señor Prescott se dio cuenta y me invitó un café, cortesía de la casa.

- Bien señorita Parkinson - dijo después de darle un sorbo a su té - me gustaría que por este día, solo mirara y si el señor Guzmán necesita algo, usted le ayudara

- Llámeme Pansy - le sonreí

- Como guste - devolvió la sonrisa - mañana no abriremos, es una política el cerrar para el cumpleaños de nuestros trabajadores - le dio una mirada al viejo barman - ¿Cuántos años son Guzmán?

- Treinta - bromeó y yo reí

- ¿No le molesta Pansy, que no se abra mañana? -

 

- No, de hecho, quiero mudarme, y será perfecto arreglar eso mañana - contesté

- Que bien, ¿te mudaras cerca? - se interesó el señor Prescott

- Ese es el plan - dije un tanto arrogante, tenía que trabajar en mi humor

- Ten - me tendió una tarjeta - mi sobrina tiene un apartamento bien bonito, es grande pero quiere rentarlo o en su favor venderlo, así que no será quisquillosa al momento de negociar

- OH gracias - miré la calle en la tarjeta, la sobrina era florista particular, no estaba lejos de aquí y bien cerca de Alesia - la calle es perfecta, pero, este es un buen barrio, ¿Por qué se va?

- Está comprometida -

- ¿Así que ira a vivir con él? -

- De hecho se cambia porque le atrae su vecino, solo dos apartamentos por piso -

- No entiendo -

- Su vecino, es recién llegado, y al no saber mucho el funcionamiento, siempre le pedía ayuda a Merle - rió - a ella le empezó a gustar, pero ama a su prometido

- No quería tentaciones - asumí

- Has dado en el clavo -

- Tengo una duda, en los tiempos que no estaré, ¿Quién se hará cargo? -

- Otra persona vendrá - se levantó - ahora debo irme, pasado mañana haremos los papeles correspondientes

Se fue dejándome helada, es que en el mundo mágico tenias un registro instantáneo, nada de cosas raras como licencias de conducir o identificación, solo eras mayor de edad y listo. Fácil, sencillo.

Llevaba casi dos años en este nuevo mundo, al salir de Hogwarts nunca me imaginé viviendo en el Londres Muggle, aunque tampoco trabajando en un Café-bar. Tenía 19 años, en unos meses sería mi cumpleaños y cumpliría uno de conocer a Alesia, justo para mi cumpleaños, cuando Draco se olvidó del mismo.

Me levanté y fui al baño, mandé desde ahí un patronus a mis padres, era una especie de pájaro por cierto aunque no sabía cuál, no se me daban las aves y nunca pregunté, para que arreglaran lo de los papeles, en cinco minutos, mi hermano pequeño, único hermano, me respondió.

Hermanita (estaba feliz de saber de mí), pensé que podrías necesitar algo así, hablé con el señor que se encarga de los asuntos de los magos situados en el mundo Muggle (él siempre olvidaba los nombres), ya sabes, hay que ser precavidos, tus papeles y documentes (eran documentos) están en la oficina central, esa que mamá no me deja visitar, están allí hace un año, no me dejaron retirarlos, solo hacer el papeleo. Espero te sirva, adiós.

Mi hermano, Tom, era una preciosura, muy parecido a mí, y a la vez, demasiado diferente. El andaba siempre con un libro entre manos, parecido a la perra de Granger, a veces dudaba que fuera de papá, pero mi madre lo amaba demasiado, lo más probable era que él la engañase.

A pesar de su afición a los libros, yo le entendía, y por el momento él era todo lo que mas amaba, ya que no podía contar con Draco. Mamá decía, que a la edad de él, con ocho años, a mi me gustaba saber de todo, la diferencia entre mi hermano y yo, era que él buscaba la información, en libros primeramente sino preguntaba, en cambio yo, la exigía.

Sonreí con ese último recuerdo, mi hermano era muy inteligente y amable, dudaba que cuando fuese a Hogwarts quedará en Slytherin, pero yo le apoyaría cuando a mis padres les diera un ataque. Si, nada de Voldemort´s, queriendo destruir la paz, pero las tradiciones, son reglas a cumplir. Ya lo veríamos.

 

Salí del baño y vi que en un momento, casi todo estaba lleno, había gente parada y esperando mesa, el señor Guzmán limpiaba como podía mientras se llenaban unos cafés en la automática.

- Me pongo a la orden - le dije al viejo

- Solo ten esto - me pasó una libreta y lápiz - hay clientes que nunca han venido, y debes informarles que en la caja se pide, y luego se sientan. Tomas su orden, pides el dinero amablemente, le llevas lo que necesiten y avisas que este local es una especie de autoservicio

- De acuerdo - había anotado eso en la primera hoja, no quería olvidarlo

- Si nadie más te necesita, solo agarras la bandeja - las apuntó - mesas vacías, recoges todo y puedes quedarte con la propina

- Muchas gracias - me dí vuelta y una mano levantada me atrajo, fui hasta allí

- Martina´s Sky ¿Qué puedo servirles? - el nombre era lindo, para un bar estaba bien también

- Quiero
un capuchino doble - el tipo miró a su acompañante

- Un té sin azúcar por favor - dijo ella

- En seguida - terminé de anotarlo y puse una descripción de la mesa, no quería confundir - Son

Me quedé en blanco, no sabía mucho de dinero Muggle, y aunque supiera, no sabía los precios. El señor Guzmán pasó rápido por detrás de mí, me susurró la cantidad y el joven me entregó el dinero, agradecí y me retiré.

- Capuchino doble, té sin azúcar - le informé - debí leerme la carta de precios

- Ya habrá tiempo - sonrió - no muchos son los que no entienden la temática de este café, aquí tienes

Me entregó lo que pedían y el vuelto de dinero también, me sorprendí de la elegancia, desde la taza, la vista, hasta las pequeñas cucharillas.

- Dijo sin azúcar - le expliqué de nuevo e iba a sacar esas bolsitas que decían "Sugar"

- Créeme linda - guiñó un ojo - las va a necesitar, el té aquí es natural

Volví a sorprenderme, creo que no pararé hasta que me fuera de este lugar. Antes, cuando comencé a vivir con Draco, yo insistí en que si no tendríamos elfos para sustentarnos que era mejor comprar esas chatarras que hacen todo por ti, la mejor idea que pude tener. Draco estaba feliz, gustaba del café en grano, tanto como yo, arruinamos harto de nuestro esmalte dental juntos, era un vicio. Y un día, Draco descubrió, que un compartimento detrás de nuestra cafetera, era para té natural. Compró té en un paquete, y según lo que la encargada del mercado le dijo, lo echó ahí dentro. Jamás volvería a probarlo, no cambio mi café.

- Recuerda decirles con amabilidad que es un autoservicio -

Este comentario me sacó de mis ensoñaciones, solo le sonreí y con la bandeja bien puesta, el ver a elfos llevarlas en sus cabezas hace que te hagas una idea de cómo sostenerlas, caminé con seguridad hasta la mesa. Fue fácil, pero una voz, una estúpida voz, en mi cabeza me dijo "Claro, solo llevas dos tacitas, que difícil tarea", la ignoré y seguí con arrogancia.

- Aquí tienen - le pasé su café a él y el té a ella

- Tranquila - me susurró la muchacha - no tomo azúcar

- ¿Tal vez sacarina? - sugerí, ella podía estar a dieta, o por lo menos la necesitaba, la dieta digo

- No - me sonrió

- Te la dejo - deje el cambio en la mesa - si desean algo más, por favor ir a la caja - insinué sonriendo

 

- ¿Es que no eres tú la que sirve? - dijo la muchacha, despectivamente

-Trabajo aquí - corregí, a mi me sonó como "
tú la sirvienta" - pero este lugar - tomé aire, debía ser paciente - es una especie de autoservicio, y como veo que nunca antes han estado aquí pues, por lo mismo, por ser la primera vez, le hemos atendido a la mesa

- No lo sabia - dijo el muchacho mirándome, demasiado - gracias por hacer la excepción

- No agradezcas, cariño - silbó la mujer entre dientes - le pagan por esto

- Solo no lo olvide - le dije al hombre, ignoré a la mujer

- Cuando regrese prometo no olvidarlo -

Me coqueteaba. Esto era lo único que me faltaba y eso que usaba un horrible delantal. Bufé imperceptiblemente, mientras me giraba a recoger las cosas de una mesa desocupada. Le sentía mirarme, por Salazar bendito, estuve enlistada en las fuerzas de Voldemort, sé cuando alguien me persigue.

También tenía buen oído, y me encantó escuchar el quejido de él, cuando ella le jaló la oreja. Reí y miré a la barra, Guzmán trataba de no morir de un ataque de risa, también miraba la escena de celos.

Salí temprano del café, Guzmán dijo que mejor iba a ver lo del apartamento, además que ese día cerrarían a las dos de la madrugada, no a las cuatro como era común. Llegué al edificio en cuestión, y fue amor a primera vista.

El edificio estaba cinco calles por detrás del café-bar, y a otras cinco del edificio de Alesia en diagonal. Un triangulo, un perfecto triangulo.

Era bello, repito, amor a primera vista, sin mencionar al pequeño y muy verde parque al centro de todos los edificios. Grande, de un color arena, y una entrada llena de flores. Pero ya sabía yo que las fachadas eran engañosas, sino, miren a Draco, traidor, maldito sexy traidor.

En encargado presionó el ascensor para mí en cuanto le dije a quien necesitaba. Subí y suspiré, hasta el ascensor era bonito.

Me estaba ablandando, lo sabía. Me dio rabia. Suspiré nuevamente.

Merle, la sobrina del señor Prescott, resultó ser tan pretenciosa como yo, me mostró el apartamento, era divino. Solo seguía su cama allí, en cuanto la vi comprendí que eran de dinero, las sabanas parecían de seda. Luego, me decepcione, eran falsas o como se llame, no era seda, era otro material en cuanto las toqué.

La sentí ponerse nerviosa en cuanto un tintineo de llaves nos avisó que el vecino estaba en casa y aproveche su nerviosismo para regatear.

- Lo tengo - le comuniqué a Alesia por teléfono, horas más tarde

- ¿Qué cosa, qué cosa? - me chilló por el auricular

- Ahora recuerdo por que no me gustaban los celulares - bufé

- No dramatices, ¿Qué tienes? - volvió a preguntar

- El apartamento - le grité, no pude evitarlo

Del otro lado de la línea, Alesia, tan emocionada como yo, comenzó a gritar y a decir cosas sobre decorar y que sé yo, la paré en cuanto mencionó la palabra "antro".

- Ey, es un apartamento, me detuve, iba en camino al lugar que compartía, pasado, con Draco

- Si, pero hay que celebrar -

- Cuando tenga muebles y esas cosas - sugerí, sabia que no desistiría, por lo menos quería un lugar presentable, digno

- Esta bien - aceptó - ¿Estas caminando?

- ¿Cómo lo sabes? - me confundí, si lo hacia

- Escucho tus tacones - rió - ¿A dónde vas?

 

- Mañana no tengo que ir a trabajar - sonreí - así que empacaré esta noche

- Genial - chilló otra vez - me desocupo y voy para allá

- De acuerdo, adiós -

- Adiós -

Alesia era una chica con un trabajo divertido, era vendedora. Si, al principio yo también me pregunté que tenia de divertido, pero es que vende zapatos y no esos horribles y baratos, sino que al estilo de los "Manolos", la empresa era familiar y ella solo trabaja allí para tener dinero. Estudia ingles, pedagogía en ingles, quiere enseñar a los pequeños, creo que fue por una profesora de ingles que admira que ahora desea seguir ese rumbo.

Lleva unos meses en la empresa, ella tiene mi edad, pero los cumplió solo hace un mes, y es buena en lo que hace. No solo es una buena amiga, sino que sabe de moda tanto como yo, no solo vende zapatos, sino que aconseja cuales usar, estilo y diseño. Lo mejor de todo, es que trabaja cuando quiere, su salario es a comisión, y cada día que va a trabajar, gana más dinero del imaginado.

Aun había sol cuando llegué a mi antiguo hogar, es que el otro apartamento era mío. Legalmente mío.

Hugo, era mago pero por los desastres con Voldemort decidió insertarse en el mundo Muggle antes de que yo entrara a la escuela. Se hizo abogado, y es muy amable, creo que es porque tiene miedo de nosotros, algo debe haberle hecho mi padre. El arregló todos los papeles e incluso presionó a la chica a bajar el precio mas de lo bajo que yo había conseguido, en unas horas, y con sus influencias, todo me pertenecía. Si hasta mis documentos trajo del ministerio, ¿Cómo los consiguió?, no me interesa.

Introduje la llave y tomé aliento antes de entrar, sería duro volver ahora que sabía que se había ido.

Dejé las llaves en la mesita al lado de la puerta, caminé a la sala y me congelé del asombro.

Su silueta destacaba en el gran ventanal abierto, las cortinas meciéndose al son del viento, de espalda. Vestía esa camisa negra de seda que le había comprado yo, y se me hizo un nudo en la garganta, ¿No qué se había ido?

Se volteo lentamente, cuidando sus movimientos, yo puse mi mascara de frialdad antes de que me viera el rostro, las despedidas me sobraban, yo aun quería explicaciones.

- ¿Dónde demonios estabas? - vociferó caminando hacia mi

- Hola Draco, un gusto tenerte aquí - ironicé apartándome

- No estoy de humor para tus comentarios ácidos, Pansy - me sujeto del brazo, yo sin voltear

- Vete - sisee

- Estaba preocupado, Hermione me dijo que fuiste
-

- A verla, si, si - aparté su mano de mi - ¿Qué quieres?

- Quiero saber como estas -

- Viva - le sonreí - ¿no es eso lo que importa?

- Pansy por favor - se pasó la mano por el cabello, en un gesto de desesperación - no seas dura

- Me abandonaste - le grité a pulmón, dolió - yo vine aquí por ti

- Nunca lo pedí -

- Pero lo hice, y estabas conciente de ese hecho -

- Yo no lo planeé -

- ¿Crees que yo si? - Tiré mi bolso al sillón - ¿Crees que mi plan era venir aquí, dejándolo todo, para que te tiraras a Granger?

- No hables así de ella - me rugió, yo me envaré

- ¡Claro! ¡Santa Granger! - ironicé - ¿me negarás acaso, que el primer lugar que tuviste con ella, fue entre sus piernas?

No respondió y es que yo sabía que tenia razón, el idiota se había acostado con ella antes de enamorarse, trabajaban juntos, o por lo menos casi, sus departamentos del ministerio estaban enlazados y debían verse las caras continuamente.

 

- ¿Qué es lo que realmente quieres Draco? -

- No quiero perder a mi mejor amiga - eso, fue doloroso para mi

- Debiste pensarlo mejor - suspiré, quería recuperarlo, no alejarlo - antes de meterme en tu cama

- Creí eras perfecta para mi y fueron pocas veces -

- Así haya sido una Draco - mis ojos se llenaron de lagrimas - creí que era especial

- Lo eres Pans - me sonrió suplicante - también te amo

- No como yo quiero -

- Pero lo hago -

- Puedo enamorarte Draco, creí tenerte seguro, por eso que no me esforzaba - me acerqué a él, aferré su camisa - déjame amarte, yo puedo

- No Pansy por
-

Le besé, no quería escuchar una negativa, solo deseé hacerlo y lo hice, tan impulsiva como siempre. Y por alguna razón fue un buen acto, sentí el momento en que dejó de resistirse a mi beso y lo devolvió por unos segundos.

Me separó de él en cuanto se dio cuenta de lo que estábamos haciendo, me vio aterrado y caminó a la puerta sin hablar, volteó varias veces con ademán para hablar, no lo hizo, solo se fue, después de dejar su juego de llaves junto al mío.

"Me besó. No está todo perdido" pensé y me alegre por ello. Ahora tenía que esperar a Alesia para que me aconsejara como seguir.

Más animada, comencé a empacar.


Espero vayan entendiendo de qué va la cosa.

Besos.

Aniia, a chica loca, en busca de la verdad.

Otro capitulo mas, espero que vayan agarrando el hilo de la trama. Sé que los capítulos son algo cortos, pero con el otro Fic que tengo, prácticamente me vuelvo loca, y tengo dos más en el tintero, así que por favor, tenedme paciencia.

Agradecimientos a: Fatyriddle, Bam_potty y Mell Cullen. Gracias por ser fieles, y leerme.

Read.


- ¡No! - chilló

- ¡Si! -

- ¡No! - volvió a chillar

- ¡Que si! -

- ¡No! -

- ¡Alesia, por favor! - grité harta

Eran las siete de la tarde, y seguíamos en mi ex apartamento, ya teníamos la mayor parte de mis cosas guardadas, los muebles habían sido trasladados hacia ya mucho.

Cuando mi amiga llegó a este apartamento, a eso de las tres de la tarde, me instó, para no decir obligó, a ir a visitar el nuevo apartamento, lo hicimos en un tiempo record, aunque quedaba un poco lejos. Le hizo ojitos al viejo portero y le convenció para dejar que unos tipos, que en ese momento no sabia de qué se trataba, entraran como Pedro por su casa.

Más tarde me enteré, que Alesia y sus contactos, querían finiquitar la mudanza este mismo día. Cuando lo supe, casi me da un infarto, Alesia era extremadamente impulsiva, no tanto como yo, así que me sorprendió cuando me susurró "Mientras más rápido salgas de aquí, mas rápido lo conseguirás", quizás ella tenia razón.

Al regresar a mi antiguo hogar, odiaba que fuera en pasado, comenzó el calvario. Sacamos todo lo que me pertenecía, según mi amorosa amiga, la cama se quedaba ahí, ella también me sugirió quemarla, ya que algunas veces, Draco dormía conmigo, otras, teníamos sexo allí. Deseché la moción, no quería asustar a los vecinos.

 

Ahora ya no habían muebles, y las cajas con mi ropa, eran mínimas, las demás, estaban en mi nuevo "Antro del sexo", así le bautizo Alesia.

- Ya, ya - se enojó mi amiga - es que me impresione

- Si, si - bufé - pasó, te lo aseguro

- Es
Woo - susurró - ¡Te besó!

- Es lo que te dije hace diez minutos - rodé los ojos

- Compréndeme ¿quieres? - Me hizo un puchero - es una excelente noticia

- Yo también lo creo - sonreí - aún hay esperanzas

- Siempre las hay - me siseó - no desestimes tus encantos

- No lo hago, solo esto me da más seguridad -

- Así me gusta pelinegra peligrosa - rió, yo con ella

Algunas cosas quedaron en la casa, sobre todo lo de la cocina, ya que el otro apartamento las incluía. Hugo, el abogado, habló con el portero, y feliz para él, aceptaron que les pagara en efectivo, yo no tenia esas cosas a las que les decían cheques, menos tenia tarjetas de crédito, odiaba las deudas.

Con cuatro cajas medianas, abandonamos ese lugar, que tantos momentos bellos me había brindado. Alesia me permitió quedarme unos minutos sola, para después salir renovada de ahí.

Caminamos, un gran error, lo sé, hasta el otro apartamento. Fue un suplicio.

- Bien - respiró Alesia, una vez en el nuevo hogar - vámonos

- ¿Qué? - chillé, estaba cansada y somnolienta

- Si, vamos Pans, ya podrás dormir -

Agarró mi Louis Vuitton y me jaloneo afuera, en el camino, le guiño un ojo al portero, mientras yo rodaba los ojos. Después de quince minutos de caminata, de seis pedidas de teléfono (Dos para Esia, cuatro para mí), de piropos no groseros, por lo menos, llegamos a una tienda enorme. Ahí supe, lo que tramaba mi amiga.

- Compraremos - suspiré

- Si - celebró Alesia - pero rápido que son las siete y media, y cierran a las diez

- ¿Pero qué compraremos? -

- De todo - me arrastró a una sección - primero, pintura

- ¿Puedo ayudarlas? - preguntó un chico tras de nosotras

- Si - le habló mi amiga - queremos pintura para un salón, y una habitación

- ¿Les parece si comenzamos por el salón? -

Al asentir nos guió a la parte derecha de los estantes, pasó a través del mostrador y le sonrió a Alesia.

- ¿Para quién es la pintura? -

- Para mi - le dije, mientras codeaba a la coqueta de mi amiga

- ¿Cuál es la orientación del lugar? -

- Pensaba en un verde o tonos azules - informé - tiene orientación sur

- Perfecto - me felicitó, Alesia me dio un tirón de pelo - estos, serán ideales

Después de discutirlo un rato, me convencí por un verde un tanto claro, mis sillones eran predominantemente negros, excepto por uno pequeño color blanco, odiaba el coloreo, no quería que mi templo fuera un chiste.

- Ahora, la habitación -

Eso, fue una pelea constante.

Alesia quería que pusiera rojo en mi alcoba y yo, definitivamente no lo deseaba. El joven, Peter, nos miraba y sonreía cada poco, con paciencia, mucha paciencia. Decidí que después veríamos la pintura de mi habitación y quise comprar una gran alfombra, Esia, me miró extrañada.

- ¿Quieres un oso para tu piso? - ironizó

 

- Ja, graciosa - rodé los ojos - Draco no quería alfombrar todo y yo paso mas tiempo en el piso que en mis hermosos sillones, así que
¿por qué no darme el lujo?

- Bien - aceptó, asintiendo con la cabeza

- Gris - mencionó el muchacho

- ¿Tu que crees? - Le pregunté - mis sillones son negros, y mis muebles todos de madera caoba

- ¿Tienes un bar, algo así? -

- Se comprará uno - respondió Esia por mí

- Vaya - exclamé - ni idea tenia

- Bien, creo que el gris destacará cada mueble de su casa, será un color de desvíe la vista hacia arriba y no a la alfombra -

- Listo, será gris - salté emocionada

- ¿Y de qué color será finalmente su habitación? - consultó suavemente el chico

- No lo sé -

- Rojo, rojo, rojo - aclamaba Alesia - rojo, rojo, rojo

- ¡Celeste! - exclamé cuando vi una foto en la pared

- ¿No le llega mucho el sol? - cuestionó Peter

- No, está del otro lado, dando la vuelta - informé

- Me parece excelente - sonrió - quiere el mismo tono del de la foto

- Usted si me entiende - alabé - si no estuviera enamorada, le invitaría a salir

- Lastima - susurró y miró a Alesia

- Pero tú no estas enamorada Esia - le dije con malicia

- Pansy - me siseó - no seas desagradable

- ¿Quiere alfombra para su habitación? - interrumpió el chico sonrojado

- Negra -

- ¿Estas de luto amiga? -

- Deja que me de mis gustos -

- Está bien, está bien -

No fue difícil elegir los demás implementos, solo le dijimos a Peter que queríamos de todo para poder pintar y poner la alfombra.

El ritual para elegir el Mini-Bar, resultó ser de lo más estrafalario, Alesia corría por todos lados, y se ubicaba detrás de todos los bar, hasta que elegimos uno, el primero que vimos.

Era maravilloso, podíamos ponerlo en una esquina y la barra era de un color caoba brillante, para miles de copas, vasos y vasitos de tequila, tenía una gaveta exclusiva para aquello, tal vez por eso la escogimos.

La cama, se la deje escoger a mí querida y desesperada amiga, que quería poner un toque de ella en mi hogar, por lo menos, la que escogió era bastante bonita, y grande también.

Todo esto, en cuarenta minutos, me dolía un poco la espalda y me tenia mareada tanta cháchara, pero no pase por descontado, que Peter seguía ayudándonos, y sonrojado.

- Lo mandé a la dirección que nos ha dado - me informó otro dependiente, medio anciano - el conserje se encargará de dejarlo en su apartamento

- De acuerdo - acepté

- Bien - susurró Esia, ignorando al señor - ahora la ropa de cama

- ¿Aun más? - me lamenté

- Si -

Al la ropa de cama, le siguió, no solo cómodas, sino también mesa de centro, lámpara, televisión, equipo de música, estanterías, y un reproductor de películas. ¿Para qué quería yo tanta tontera? No lo sé, pero no quería defraudar a mi mejor amiga.

- Merlín Alesia - logré articular mientras pagaba todo lo invertido - si no le pides el número a Peter, no te dejaré entrar a mi casa

- ¿Qué dices? - se escandalizó

- Ya escuchaste, tú me metiste en esto, lo justo es justo - zanjé

- Pero
-

- ¡No me digas que te avergüenzas! - casi grité

- No - se ofendió - es solo que, creo que si le doy una oportunidad, quedará prendado

 

- ¿Y eso es malo? - inquirí

- No quiero ilusionarlo -

- ¿No será que, tú no quieres prendarte de él? -

- No seas boba -

- Entonces quiébrale el corazón, como siempre lo haces con los demás - dije fría, pero quería pensar, que ese chico podría cambiar a Esia - ¡Qué esperas! - urgí

- Ya, ya - siseó

Reí y confirme mis suposiciones, mi amiga se ponía nerviosa, cuando eso le pasaba, no era tan obvia como las demás, que se remueven el cabello o juegan con sus dedos, Alesia hacia círculos imperceptibles con su tacón derecho. Volvió con una tarjeta en la mano y me instó a salir.

Starbucks fue nuestra siguiente parada, necesitábamos café, o quizás solo yo lo necesitaba.

Caminamos a mi apartamento y casi me caigo de la impresión, claro, como no lo había pensado antes.

Todas las cosas estaban en el pasillo, casi tapando el elevador, casi ni siquiera nos dejaba salir del mismo. Bufé exasperada, debería de haberle pasado las llaves al conserje, fui tonta, pero ya qué.

- Empecemos - dije

- Lo siento Pans - me murmuró Esia, entrando en el ascensor - pero no podré ayudarte esta noche

- Pero, pero
-

- Te dije que solo te acompañaría -

- No puedo hacer esto sola -

- Tu solo habla con tu vecino, dile que mañana arreglaras todo - me sonrió con disculpa en su rostro - solo pinta por mientras, mañana hacemos el trabajo pesado

- De acuerdo - bufé - te perdono solo porque te daré lo más pesado mañana

- Está bien - dijo apretando el botón - adiós

- Adiós -

Suspiré y me cambié de ropa, las noches en esta época no eran frías, al contrario, eran tibias, me puse una polera blanca de tirantes y unos shorts, verdes.

Salí al pasillo, y separé las cosas para remodelar mi casa. Me apoyé en las puertas del ascensor y para mi mala suerte, estas justo se abrieron.

Caí hacia atrás, y empuje a una persona hacia el suelo. Lo más probable era que fuese mi vecino. Me senté en el suelo como pude y separé mi cabello.

- Lo siento - me disculpe mientras él me ayudaba a levantarme

- Tranquila - murmuró suavemente, aun sosteniéndome la mano

- ¡¿Tu otra vez?! - chillé

No podía creer mi mala suerte.


Espero, no se les haga tedioso lo lento.

Besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Lamento toda la tardanza, he estado con miles de cosas en la cabeza, un poco liada y esas cosas, una muy, pero muy mala dos semanas.

Este cap es especial, se sabrán algunas cosas interesantes, no saquen malas conjeturas, se podrían sorprender.

Agradecimientos a: Luu_vaale, Bam_potty, Mell Cullen, Fatyriddle y Remy-pher. Gracias por sus comentarios, siempre respondidos en seguida, es lo menos que puedo hacer.

A leer


Le miraba los ojos, tenía unos ojos azules muy parecidos a los míos, su pelo era corto y negro, era como yo en hombre, eso me dio escalofríos.

- ¡Tu! - dije acusadoramente mientras recuperaba mi mano, algo no me agradaba de ese tipo

- Hola - saludó poniendo una mano en la puerta para que el ascensor no fuese llamado

 

- Creo que tienes la manía de chocar con lindas chicas - sisee saliendo al ahora estrecho pasillo

- Que modestia la tuya, señorita Parkinson - sonrió, saliendo tras de mi, el ascensor cerró sus puertas

- ¿Cómo sabes mi apellido? - me asusté, podía ser un psicópata

- No sé si recuerdas - rió mirando el desorden que tenia - "Una Parkinson no se disculpa"

- Tienes buena memoria - bufé dándole la espalda - pero no me importa

- Ya veo - le escuché decir, no le presté atención - ¿Serás mi vecina?

- Por lo visto - farfullé

- Soy Jack - me informó

- Bien por ti -

Rió tras de mi, o de mi, no lo tenia claro. Traté de tomar todo lo que necesitaba para pintar mi hogar, pero yo era demasiado débil para llevarlo todo de una vez. Mientras pensaba en que hacer primero, escuché como mi nuevo vecino, Jack, abría su apartamento del otro lado, sentí cuando cerró la puerta.

Tomé unas cuantas latas de pintura y leí lo que decía afuera, llevaba leyéndolo un rato, no entendí nada, era un jeroglífico para mí. Me rasqué la cabeza confundida, es que en el peor momento se le ocurre a Alesia dejarme sola.

- Esta es color verde - me susurró una voz detrás

Solté la lata asustada y me volteé tan rápido que me mareé, casi caigo al piso pero una mano suave y tibia en mi cintura no lo permitió. Me aferre a una tela, que solo distinguí blanca, y cerré los ojos por unos momentos para poder deshacerme de la molestia sensación.

- ¿Estas bies? - me preguntaron

- Mejor - contesté vacilante, sin abrir los ojos

- Ábrelos, no te pasará nada - sugirió la voz

Abrí los ojos con parsimonia, no quería tener un nuevo mareo. Lo primero que vi fueron mis manos aferrados a una tela blanca y suave; una camiseta delgada. Subí mi mirada y me topé con sus ojos azules, eran dulces y por fin encontré la diferencia entre los dos, él, Jack, era una persona amable y amorosa. Yo, en cambio, era fría y sarcástica.

Sentía el contacto de su mano izquierda en mi cadera, me traspasaba su calor y recorría mi helado cuerpo, mi temperatura corporal no era normal, era menor que lo habitual, al igual que mi corazón, siempre bromeaba diciendo que era tres veces más pequeño que el de los demás.

Me sonreía aun sin soltarme, y yo como una quinceañera, no es que sea lo bastante madura, me sonrojé y me aparté de él sutilmente, bueno, no tanto.

- Gracias - murmuré y me di la vuelta

Intenté coger lo más que pude, de nuevo. Él se rió de mi, tomó algunas latas y dejó lo más liviano para mi. Suspiré derrotada, esta vez, quizás, necesitaba su ayuda.

Cuando tratábamos de entrar en mi apartamento, me di cuenta de que llevaba una bolsa transparente bajo su brazo derecho, parecían periódicos, tal vez revistas, no estaba segura.

Entramos a la estancia vacía y le escuché exclamar asombrado, yo iba tras él. Mi nuevo hogar era maravilloso, espacioso y muy confortable, y eso que ni siquiera estaba amueblado.

Sonreí pasándolo hacia el centro de mi futura sala, dejé las cosas en el suelo y él hizo lo mismo. Lo miré y el me miró.

- Gracias por ayudar - le dije a regañadientes, odiaba agradecer

- Ten - me ofreció la bolsa con
- son periódicos, para el piso, vi que pintarás así que las necesitarás

 

- Muy amable -

- Así soy - susurró - ¿quieres ayuda?

Lo miré extrañada, la verdad es que solo nos habíamos topado dos veces, ésta la segunda, y no sabia que intenciones tenia este hombre, era desconfiada por naturaleza, así es como sobrevivía.

- No
lo creo - le dije insegura

- ¿Desconfías de mi? - preguntó escéptico

- ¡No! - casi grité alarmada

- Entonces - sacó los periódicos y empezó a abrirlos - te ayudo

- Como quieras -

Eran más o menos las diez de la noche. Me dí cuenta que el llevaba ropa muy parecida a la mía, portaba una camiseta blanca y unos pantalones azules, parecían deportivos.

Le escuché hablar por teléfono mientras que poníamos los periódicos en el suelo para no manchar el mismo, no sé como hacia para estar tan calmado, frente o en este caso, en la misma habitación con una desconocida.

Terminamos de arreglar el piso y enseguida guarde lo que quedaba de diario, tenia una manía muy marcada, esa era que era muy impulsiva y ordenada, para algunas cosas.

- ¿Empezamos? - sugirió Jack con una sonrisa

- ¿Te quedarás? - inquirí nerviosa, no me fiaba, y no me juzguen, una no sabe con lo que se encuentra a veces

- Claro - titubeó - si lo deseas

Inspiré largamente, guardando el aire en mis helados pulmones, y lo solté lentamente, mientras pensaba en mis posibilidades, una, igual de mala que la otra.

La primera era aceptar que se quedará, cosa que no me llamaba mucho la atención, pero que me serviría para terminar rápido mi trabajo y así poder dormir, lo último me gustaba.

La segunda, la mas atractiva, era decirle que se fuera y que me dejará hacerlo sola, lo que lamentablemente implicaba que tardaría siglos en pintar todo y que podría dormir solo al día siguiente, eso significaría, dos noches sin dormir, y definitivamente, a mi cutis no le agradaría.

Cerré mis ojos, para que las palabras que pronunciaría, no se sintieran a verdad.

- Tu ayuda - bufé - me serviría de mucho

- Entonces, manos a la obra - sonrió - o a la pintura

Él tenía un excelente sentido del humor, que yo a duras penas podía controlar, me daba gracia algunas cosas que decía, pero no iba a dejar que él lo notara, que notara que me iba agradando, poco a poco, muy poco a poco.

Los minutos pasaron lentos, sin prisa y deleitándose con nuestro trabajo, ya teníamos dos paredes pintadas, solo faltaba una, bueno, realmente eran solo dos pedazos a los lados del gran ventanal, no mucho que quite tiempo.

Veinte minutos después, cuando ya me había rendido a sus bromas y me carcajeaba de sus comentarios divertidos, llamaron a la pared de la casa, tenia la puerta abierta, por el olor a pintura.

- ¿Casa de los señores Daniells? - preguntó un muchacho joven en el umbral

- ¿Señores Daniells? - pregunté extrañada

- Aquí - se hizo notar mi ayudante y de curiosa me acerqué junto a él

- Dos Pizzas medianas, dos litros de bebida y helado de lúcuma - informó el muchacho, parecía de unos diecisiete años

- Perfecto - exclamó Jack con una sonrisa en la cara

Rodé los ojos como una malcriada, y puse las manos en mis caderas, movimiento que no pasó desapercibido para el joven y Jack, el último ensanchó más su sonrisa.

- ¿Qué pasa? - quiso saber él con falsa inocencia - tengo hambre

 

- ¿No pensabas decir que, te quedarías de todos modos? - interrogué

- Bueno
sabia que me necesitabas - dijo jocoso

- Claro, señor Daniells - bufé exasperada

- Tranquila - me susurró con dulzura, este hombre me exasperaba

Lo vi dirigirse a su apartamento y entrar con premura, me quedé con el chico de diecisiete, mientras el mismo me miraba embobado, sabía el efecto que tenia en los hombres, pero me encantaría que fuesen más disimulados

Le dirigí una mirada insinuante, ya saben, para divertirme un rato, al pobre casi se le caen las cosas que llevaba en las manos, me causo mucha gracia, pobre de él.

Jack llegó unos minutos después, con el dinero de las cosas mas algo extras.

- Tiene mucha suerte de tener una esposa como ella señor Daniells - felicitó el niño cuando las puertas del ascensor se cerraron

- ¡¿Esposa?! - chillé una vez que nos quedamos solos

- Ey - se asustó - yo solo di mi nombre, el chico lo malinterpretó

- Si, seguro - siseé colerizada

- No seas tonta quieres, comamos -

- ¡¿Me llamas tonta?! - chillé

- Solo si no comes -

- Eres realmente un fastidio ¿sabias? -

- A veces -

Se sentó en el suelo junto a las dos cajas de Pizza mediana, el olor me volvía loca, tenia hambre, mucha hambre, no había comida nada en
¿Cuánto?, casi lo mismo que lo que no había dormido, así que me rendí, soy débil, lo sé.

Fui al pasillo, y escarbe en una caja de las que habían llevado de mi antiguo apartamento, encontré lo que buscaba y saqué dos de ellos, dos vasos.

- Necesitaremos esto - susurré sentándome y dejándolos en el piso

En ese mismo momento, mi Louis Vuitton comenzó a sonar, más exactamente mi celular, me estiré sin querer levantarme y lo cogí desde el mismo suelo, un poco más allá, comencé a escarbar entre mis cosas.

Pasó lo que a una chica bruja nunca debería pasarle.

Mientras escarbaba en mí sin fin de artículos inservibles dentro de mi costosa cartera, mi linda y poderosa varita cayó de la misma y rodó hasta dar con el pie de Jack, quería morir, ¿Qué iba a decirle ahora? ¿Qué era una mujer un tanto desquiciada llevando un palito por doquier? ¿Qué ese era un recuerdo de mi tía difunta, la cual no tenia por cierto? Me aterré, era buena mentirosa, pero no cuando hay que improvisar de la nada misma.

Jack la tomó y observó por un rato, rato en el que mi celular dejó de sonar y yo no movía ni un másculo.

- Buena varita - me comentó como si nada, devolviéndomela

Me quedé de piedra mientras la tomaba en mis manos, es que ¿Qué clase de día era hoy? ¿El día de los inocentes? ¿El día de fastidiar a Pansy? Por lo visto, si.

- ¿Cómo
cómo? - pregunté desorientada

Se encogió de hombros y sacó de su pantalón una varita, parecida a la mía, pero con dos círculos de madera en el mango, bastante bonita y estilizada. Creo que en ese momento, mi quijada estaba en el suelo.

- Eres mago - musité y me sentí estúpida al hacerlo

- Si - corroboró sin decir nada de la obviedad que exclamé antes

- Ni lo imagine - suspiré encantada, mi vecino, era mago

Era lo mejor que podía pasar, ahora, podría terminar de pintar por medio de la magia, dos varitas siempre son mejor que una. Fruncí el ceño, ¿Por qué no se me había ocurrido antes? Me respondí que sin dormir ni una buena comida, ni mi ex socio Voldy podría haber pensado algo coherente.

 

- Ojala pudiera decir lo mismo - exclamó él

Me extrañé de su comentario, no tenia idea de lo que hablaba, nunca nos habíamos conocido, recordaría alguien tan irritablemente bien parecido e inteligente.

- ¡¿Disculpa?! -

- Sé quien eres Pansy Parkinson - me miró a los ojos, sin diversión en ellos

- ¿Cómo? -

- Hogwarts - susurró y bajó la mirada

Bien, del colegio, pero demonios, eran miles de alumnos en un mismo lugar, como quieren que recuerde a cada uno de ellos, es prácticamente imposible, nadie podría. La imagen de Granger en mi cabeza, me hizo darme cuenta de que si había ese alguien, endemoniadamente es ella.

- De acuerdo - susurré en un estado casi de inconciencia

- Comamos - invitó

Yo solo comí por inercia la primera porción, luego fui conciente de que a mi estomago le agradaba esa sensación y que lo agradecía enormemente. El queso derretido de la pizza me hizo olvidar a Granger y sonreía cada poco con los comentarios de mi nuevo; Neighbor.

Era bien simpático, un tanto extraño pero agradable.

Aunque debería ser imposible, terminamos todo, absolutamente todo al entrar la mañana, fue increíble. Terminamos de pintar y él algo hizo a la pintura que nos permitió alfombrar y poner todos mis nuevos muebles de inmediato, sin manchas, ni olores molestos, sensacional.

Cuando ya eran casi las seis de la mañana, sabía que tenía mi misma edad, que cumpliría los veinte unos meses después que yo, que era de Ravenclaw, hijo único, sin novia, con un trabajo importante en una empresa Muggle, sus padres viajaban disfrutando de su vida, y que estudiaba algo, no sé qué cosa, no pregunté.

Me tendí exhausta en mi nuevo sillón de cuero negro, era hermoso, y él se desplomó a mi lado.

Creo que en algún momento nos quedamos dormidos, solo recuerdo que al abrir lentamente los ojos, Alesia, mi querida amiga, tenia una sonrisa picara en el rostro y levantaba las cejas sugestivamente.

- ¿Dormiste bien? - preguntó con dulzura

- Alesia - susurré - ¿Qué hora es?

- Las diez -

- Por Merlín, que tarde - exclamé llevándome una mano al cuello

Algo se removió a mi lado, me percaté de que estaba medio acostada y en la orilla del sillón. Técnicamente, debería haberme caído al suelo hace mucho, me di cuenta de por qué eso no había sucedido, cuando sentí un aliento calido y embriagante en mi cuello.

Caí al suelo esta vez, de la impresión que me causo cuando voltee la mirada hacia el origen del aliento, la cara de Jack estaba muy cerca de la mía, y casi rocé sus labios de lo rápido que gire, sus manos estaban en mis caderas sosteniéndome.

- ¡¿Qué rayos?! - pregunté una vez en el suelo

Con mi casi chillido, Jack despertó sobresaltado y miraba a Alesia y a mi intermitentemente, algo confundido.

- Buenos días - saludó Esia, con una sonrisa

- Buenos días - le respondió él, somnoliento

- Soy Alesia Mus Mayer - se presentó, ofreciéndole la mano

El muy idiota le besó la misma y le dio una sonrisa que de seguro derretiría a cualquiera.

- Jack Daniells, el vecino de la señorita Parkinson -

- Un gusto -

- El gusto es mío -

 

Yo aun seguía en el suelo, ignorada y algo mareada.

- Yo me voy - anunció Jack yendo hacia la salida - he pasado una esplendida noche, gracias

Alesia reprimió un grito, el cual dio cuando Jack hubo salido de mi apartamento. Se tiró encima de mí, con sus cincuenta kilos aplastándome las costillas, mientras reía y yo no sabia de qué.

- Dios santo Pan, que chico más guapo - exclamó emocionada en cuanto me dejó libre de su peso

- Si, si - susurré, masajeándome el cuello

- Dime todo sobre él -

- Alesia, no ahora -

- De acuerdo, hay cosas más importantes que hacer -

- ¿Qué cosa? - suspiré con cansancio

- ¡Cambio de Look! -

Jamás, y lo digo en serio, jamás, pensé que llegaría a sentir una molestia tan grande por mi amiga, pero si, sucedió, y lo peor de todo, es que sabia que no podría librarme de ella.


Espero que les este gustando como va la cosa, y para los que siguen Vidas Paralelas, tengo una mala noticia, no podré actualizar pronto, pero prometo hacerlo en cuanto disponga de tiempo, eso es lo que me falta.

Besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Lo lamento, otra vez, por la tardanza, no sé donde deje el cerebro, se fue de vacaciones y no ha regresado, en serio, si alguien lo ve, me avisa por favor. También mi ánimo desapareció, creo que pediré recompensa por ellos.

Este capitulo, en especial, veremos una faceta del amor de Pansy, lo que muchas mujeres hacen y no deberían.

Agradecimientos a: Faty Riddle,Remy-pher,Bam_potty, Mell Cullen, JustForYou y Luu_vaale. Gracias por comentar y como siempre, sus comentarios han sido contestados a tiempo.

A leer.


Después de dos tazas de un buen café, y mientras me duchaba, Alesia me obligó a contarle todo acerca de, según ella, el espécimen en peligro de extinción que era Jack.

Gritó muchas veces mientras yo estaba en la ducha, ella sentada en el retrete, suspiró mientras me vestía y seguía contándole las pocas cosas que sabía de ese chico. Para ella era un dios, no me sorprendería si ella querría acostarse con él.

Cuando se lo comenté, casi me chilló y golpeó, dijo algo así como "El es tuyo Pan, utilízalo", no deseaba saber en que consistía eso.

De camino a no sé dónde, para hacer no sé qué, me detuve en StarBucks, Alesia pensaba que tenía un extraño trastorno compulsivo, que el café me mataría a temprana edad y que no podría disfrutar del sexo como dios manda. Yo siempre creí que para los Muggles, dios era algo así como una guía espiritual, no sabía que había una regla de cómo y cuánto tener sexo. Interesante.

Caminamos mucho tiempo, ya debía ser mediodía, Alesia había pedido una hora en Beauty Essence, con Jay, solo ella sabía quién era él, a mi me asustaba lo que realmente podrían hacerme.

Llegamos a 7 Well Court y yo ya tenía un tanto de hambre, me quejé lo más que pude pero no hubo resultado, "Confórmate con tu Capuccino" me retó, quería ahorcarla, pero solo le saqué la lengua.

 

Entramos en el salón, bellísimo por cierto, y Jay nos recibió, ¿Cómo lo supe? Bien
no fue difícil.

- ¡Alesia! - gritó un hombre abrazándola efusivamente

Llevaba unos pantalones grises claros de tela delgada, con líneas verticales de un gris más oscuro. Su camisa era negra, de mangas cortas y sin corbata. Su pelo, era un rubio platinado corto, que dejaba caer el flequillo en su frente, se veía asombroso, definitivamente dejaría mi cabeza en sus manos.

- Hola Jay - saludó Esia con una sonrisa - ésta, es mi amiga Pansy

- Por el amor de dios - exclamó, su voz, era como la de un adolescente - eres hermosa

- Gracias - musité cuando me besó la mejilla

- Bien, la dejo en tus manos - sentenció Esia

- Ey, un momento, ¿Te vas? - le reproché, segunda vez, esta mujer no tenia remedio

- Si, estas exhausta y necesito comprarte ropa - me sonrió

- Alesia
- susurré con cansancio

- Prometo no hacerte ver como una golfa, ni mucho menos como una monja - rió caminando hacia la salida

- ¡Nada rojo! - le grité

- No, a menos que sea la lencería -

Y se fue, dejándome más que aturdida. Nunca es bueno que una amiga loca te compre ropa interior.

- Eso, será peligroso - acotó Jay, apoyándome en mi dolor

- Lo sé, lo sé - me lamenté

Jay me llevó a una de las sillas desocupadas, me fijé que muchas estaban vacías y había muchas chicas esperando ser atendidas. Muchas me miraron mal, otras con envidia.

- Tarda mucho tener una cita en éste salón, no les tomes atención, están celosas - susurró Jay

- Lastima - siseé

- Me agradas chica, esa es la actitud -

Me reí emocionada, se notaba a lo lejos que Jay era gay. En mis casi dos años en el mundo Muggle, y mientras Draco trabajaba en el ministerio, siempre daba vueltas por el Londres viejo y nuevo, me encantaba caminar con mis Manolos, en el ocaso y con un café en la mano, a veces, le pedía prestado esa cosa en la que puedes escuchar música a Alesia, obviamente, escuchaba Las brujas de Macbeth.

Y en muchos de esos paseos, me gustaba descubrir a los gays, como se movían, como actuaban. La verdad no era que se escondían mucho, pero en mi mundo esa era una especia de tabú, yo podría jurar que Dumbledore era gay, bueno, nunca lo sabré.

Cuando me senté, Jay comenzó de inmediato a peinar mi cabello, le miraba el rostro en el cabello y lo veía maravillado.

- Tienes un cabello envidiable - me susurró

- ¿Envidia? - me reí

- Pero de la sana - levantó las manos

- Eso no existe - le acusé, no creía en esas falsedades

- De acuerdo - aceptó con un puchero - pero no maltrataré tan magnifico cabello

- Más te vale - amenacé divertida

Pero de todos modos, agarré fuertemente la varita en mi blazer.

- ¿Cómo qué se te ocurre que le hagamos a tu cabello? - me preguntó y tomó mi Vuitton para ponerlo en el mesón frente a mi

- No lo sé - bufé - tú eres el experto

- Tienes razón - rió enloquecido, o enloquecida depende del punto de vista - ¿Quieres mi consejo?

- Por supuesto -

- ¿Dónde trabajas? -

- En el Martina´s Sky, un bar-café - respondí extrañada

- Bien, podemos darle a tu Look un toque informal, ya que tu trabajo lo permite - puso mi pelo delante de mis ojos - no tienes flequillo y eso te hace ver un tanto plana, con el pelo pesado y lo tienes bastante largo linda

 

- OH, no, no, no, no, no - respiré - no

- ¿Qué? -

- Nunca, pero nunca he tenido el cabello más corto que esto - a pesar de que me llegaba hasta abajo del trasero - eso
no puedo

- Linda, para eso se llama un "Cambio de Look" - ironizó - hagamos un trato, solo unos centímetros de acuerdo, hasta arriba de tu trasero

Me midió y luego mostró horizontalmente el largo, no lo encontré un corte radical, y la verdad es que nunca me miro el pelo horizontalmente, eso sería extraño.

- De acuerdo - cedí a regañadientes - el pelo crece

- Esa es la actitud linda - sonrió complacido - ¿Flequillo?

Suspiré, me preguntaba seriamente hace cuánto que Jay conocía a Alesia, esos ojitos de cachorrito abandonado con los que Jay me miraba a través del espejo se los había enseñado yo a ella, y lamentablemente surtían un efecto inmediato, para mi mala, pésima, horrorosa suerte.

- Está bien - siseé, Jay saltó de emoción - no puedo resistirte

- Eso me dicen siempre -

- Que modesta - me burlé

- Y usted, señorita arrogancia -

Me reí mucho, solo llevábamos minutos de conocernos, y me había escaneado completamente, o tal vez la traidora de Alesia le había contado como era yo.

- ¿Qué más me harás? - pregunté ya rendida

- Te tinturaré - me respondió seguro

- ¿Cómo dices que dijiste? -

- Solo un poco, un par de mechas por detrás, y bajo el flequillo -

- ¿Para qué si no se notará? -

- Esa es la idea linda - rodó los ojos, yo no entendía - cuando te muevas o a tu pelo le hagas un peinado, las líneas de otro color resaltarán con tu negro azabache, te harán ver, un tanto más adulta pero con un toque osado

- Bien, pero si no me gusta, te mataré Jay -

- Preciosa, cuando termine contigo, vas a amarme - sentenció orgulloso de si

Lo amé.

Por el amor a Draco, es que me veía tan joven y hermosa, más de lo que era. Tinturó mi pelo de color Fucsia, ¡Fucsia!, y yo casi me maté ahí mismo, pero resulto que con mi perfecto cabello, se veía realmente bien.

Mi flequillo quedó casi tapando mi ojo y de lado, líneas fucsias se veían alternadas con las negras, era como un abanico, me encantaba. Y con respecto a las de atrás, pues no era notorio, solo al menear el cabello.

El largo, ni lo note, solo sé que lo corto, pero que no fue nada fuera de lo extremo, me sentía yo misma, pero mil veces mejor.

Gracias al cielo que tenía efectivo conmigo, Alesia no volvió en un largo tiempo, me dio un ataque al llegar a mi apartamento y verla con muchas bolsas.

Nada de lo que había allí me molesto realmente, era mi estilo pero un poco más osado, una polera verde esmeralda con cuello ancho que dejaba un hombro al descubierto, fue lo que más me encantó.

Siendo sincera, Alesia trajo lencería roja, pero en fin, no era nada por lo cual escandalizarme, era un lindo conjunto, además que me repetía mil veces que si algún día me ponía un vestido rojo, iba a necesitarlas. Esperaba que ese día nunca llegara.

Dos de la tarde y mi linda amiga había decidido ir a trabajar, vaya vaga que era ella. Tenia mucha hambre así que decidí comer un poco de pizza que quedo de la noche con Jack, sonaba gracioso decir eso, "La noche con Jack", como si hubiésemos hecho algo.

 

Salí a eso de las cinco de la tarde, a pesar de que no había dormido mucho no tenia ganas de hacerlo, con toda la adrenalina en tan pocas horas, ya nadie podría hacerlo.

Lamentablemente pase por StarBucks, lamentable para mis dientes realmente. Pero pase de todas formas.

Mientras pagaba por mi delicioso Capuccino, me encontré con las llaves de mi antiguo apartamento, debía dárselas a Draco, para que él decidiera que hacer con eso, yo ya no quería tener que ver con algo así. Si debía enamorar a Draco, lo haría desde cero, y en eso, estaba decidida.

Intenté probar suerte yendo al lugar, no obtuve resultados inmediatos, estuve por lo menos media hora antes de que escuchara a alguien abrir la puerta, era Draco.

- Hola - musitó en cuanto me vio

- ¿Cómo vas? - pregunté de lo más normal, aunque mi corazón latía a mil por hora

- Bien ¿Tu
? - se me quedó mirando y ahí recién se percato de mi cambio

Alesia era una mujer insistente y ante de irse, me había dejado un conjunto media tarde sobre mi nuevo sofá favorito. Consistía solo en la polera verde esmeralda que tanto me había gustado, unos Jeans muy oscuros y como siempre mis Manolos calzándome.

- Bien - respondí mientras él aun me miraba

- Bonito pelo - halagó, yo solo me encogí de hombros

- Quisiera quedarme aquí un tiempo - murmuró acercándose

- Es tu apartamento - le sonreí, estaba muy nerviosa

- Pero también vives aquí - frunció el ceño

- Claro - fingí sorprenderme, luego hurgué en mi bolso - solo vine a dejar las llaves, compré un bello lugar cerca de mi trabajo, es más cómodo y practico, y mío

- No es necesa
-

- Lo sé Draco - tomé su mano y puse las llaves - pero es mi decisión y me conviene, es un lugar muy bonito

- Puedes quedarte - insistió un tanto desesperado

- ¿Pasa algo Draco? - indagué sin mucho interés, él nunca me contaba sus cosas

Se desplomó en el único sillón de la sala que había, el casi único que dejé, abatido y con la cara muy cansada, tal ve tenía problemas en el trabajo.

- Es Hermione - susurró y tapó su cara con las manos

Cuando dijo su nombre, algo en mi se quebró, pero no dolió tanto como antes, creo que es porque sé a lo que me atengo tratando de enamorar a Draco, sé que tengo competencia fuerte y sé que tipo de competencia es. Pero igual dolió.

- ¿Qué pasa con ella? - pregunté sentándome a su lado

- Lo siento Pan, no debería estar hablándote de ella a ti, soy un insensible - farfulló

- Es cierto - le dí la razón en lo ultimo - pero antes que todo, eres mi amigo, y siempre lo serás - se me hizo difícil decir eso - puedo escucharte, aunque no aconsejarte, para eso no sirvo

- Es solo que
- se paró enervado, ahora no pararía de hablar, me acomodé en el sillón - no quiero que trabaje, es peligroso y ella lo sabe, aun hay locos por ahí siguiendo la causa de quién tú sabes
no la quiero lejos

- ¿Qué más? - Pregunté y él me miró confundido - no me hagas reír Draco, que por más que eso sea algo que no te guste, estabas más que de sobre aviso cuando te encamaste con ella, así que algo más debe haber, ¿Qué es?

No me dijo nada y me levantó del sillón halándome del brazo, sus ojos ahora eran demasiado furiosos y me dieron miedo por unos segundos, solo segundos.

 

- Tanto me conoces - supuse que era una pregunta, pero sonó a afirmación

- Si - le susurré algo mareada, el olor a café de Draco más el mío me atontaba ¿O era su perfume?

- Le dije que te besé - susurró acariciándome la mejilla

- ¿Qué te dijo? - logré formular con el corazón en la boca

- Que volviera a casa cuando aclarara mis sentimientos, sino, que le avisara -

Esta era mi oportunidad, no sabia si Granger estaba enferma de estúpida, o enferma de enamorada, realmente ninguna me importaba.

Yo no tenía esa valentía y orgullo Gryffindor como la sabelotodo, yo era astuta y endemoniadamente hábil, y Draco sería mío, sea como sea.

- ¿Qué sientes ahora? - quise saber, al verlo entretenido con mi mejilla

- Que me cosquillea el cuerpo cuando te toco -

Cuando estaba en el balcón, con una sábana en mi cuerpo, ya al atardecer y fumando un cigarrillo, dos personas se me vinieron a la mente.

Una fue Alesia, ella de una u otra manera hubiese encontrado que lo que hice era lo correcto, no podía culparla, ella me quería al lado de Draco.

La otra persona, fue Theodore, y se me vino a lamente su voz como si me susurrara en el oído, me diría seguramente algo como "Quiérete a ti misma Pan, más que a los demás".

Pero es que yo me quería, mucho más de lo que lo hace cualquier persona normal, para mi misma era una persona perfecta, un ejemplo a seguir, era hermosa, rica y talentosa, por no mencionar que inteligente aunque no se notará.

Pero amaba a Draco, más de lo que los demás quisieran, más de lo que mi sangre Slytherin podía soportar.

Al encender mi segundo cigarrillo, miré por el ventanal a la pieza de Draco, estaba dormido con el torso desnudo, tal cual como lo había dejado después de escuchar sus palabras.

Me había acostado con él.

Lo peor es que sabía que lo mío era amor, lo suyo, simple despecho.

Aun así no me detuve
y no lo haría.


Espero que estén viendo el giro de la historia, no todo es color rosa, siempre me ha gustado lo gris.

Besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

¡Hola!

Si, deberían matarme, pero sé que no lo harán, si lo hacen, no podré actualizar, y sé que me quieren, bueno por lo menos algunos de ustedes.

No sé si les había comentado que éste Fic, será corto ¿No?, pues tadá!, será corto y rápido, un tanto vertiginoso y enredado, lleno de sentimientos y de cosas extrañas y sé que más de alguno se ha percatado de ello.

Agradecimientos a: Black_roses,Bam_potty, JustForYou, Remy-pher, Faty Riddle y Luu_vaale. Como siempre, sus comentarios han sido contestados con el correspondiente agradecimiento. En serio, muchas gracias.

PD: En mi portada, hay un Fic que podría interesarles, créanme, les gustará.

Ahora a leer.

Go.


En cuanto entré a mi apartamento y vi a Alesia instalada en mi sala, supe que no podría zafarme de ésta.

 

Me lamenté todas las dos horas en las que ella estuvo dando vueltas a mi alrededor, tratando de, según yo, lavarme el cerebro. Alesia aún no entendía el por qué de haber venido a dormir a mi casa.

- ¡Es mi casa! - casi le grité por enésima vez

- Pero Pan
¿No podías quedarte con él? - me hizo un puchero, al cuál no accedí

- ¿Por qué iba a hacerlo? - cuestioné

- Tuviste sexo con él Pan, lo lógico es quedarte para cuando despierte - rodó los ojos

- ¿Tú lo haces? - rebatí

- No es lo mismo - se defendió - yo no tengo sentimientos hacia ellos

- Yo si - bufé - pero haré las cosas bien Esia, no quiero que piense que dependo de él

- Pero eso es
-

- Verdad - la interrumpí - pero no quiero que vuelva a romperme el corazón

- Tan dramática Pan -

- No es dramatismo, es realismo - sonreí - soy una Parkinson por el amor a
alguien, no puedo rebajarme, lo sabes

- ¿Y qué fue precisamente lo que hiciste, después de que él te dijera que ya no está con Granger? -

Había tantas veces en los que a Millicent por entrometida la hechizaba, que me tentaba mucho la idea de caminar unos pasos, tomar mi bolso, sacar la varita y silenciar a mí querida amiga.

Le sonreí con toda la ironía que pude y la eché de mi casa, bueno, más bien ella misma se echó.

Me puse mi pijama, consistente en una camisa de verde esmeralda y ropa interior, la de abajo. Me acosté en mi bella cama y no me enteré de lo que pasó hasta que mi nuevo despertador, el cuál no sabía que existía, me avisó que era hora de ir a trabajar.

¡OH por Merlín santo, Trabajar!

Me vestí como pude, no salió tan bien como esperaba pero tenía quince minutos para llegar al café-bar. Al salir de mi apartamento, vi como Jack salía del propio, algo somnoliento.

- Buenos días - me saludó con un bostezo

- Buenas - le devolví el bostezo

- ¿Tarde para trabajar? - preguntó una vez en el ascensor

- Si - acepté - ¿Tú?

- No, yo estoy bien, solo que no dormí muy bien -

- ¿Por qué? - quise saber

- Pensando -

Llegamos hasta el primer piso y recién ahí, me percaté de que el iba al subterráneo. ¡Genial! Tenía auto, y yo, no sabía conducir, me daban miedo esas cosas.

- ¿En qué? - indagué saliendo del elevador

- En una chica cuyos ojos azules me enloquecen - sonrió y el ascensor cerró sus puertas

No sabía si se refería a mí, pero no quise averiguarlo, tuve que correr el resto del camino.

Ya llegando al café, me di cuenta de que el lugar era un tanto residencial, no muchas oficinas cercas, salvo por el edificio de enfrente, de arquitectos, abogados y corredores de bolsa, y aun lado de éste, uno repleto de dentistas.

¡Malditos dentistas! ¡Maldita Granger!

Y si, recordaba perfectamente cuando Draco llamó a la estúpida esa por primera vez con su nombre, en mi cara, dijo "¿Sabías que los padres de Hermione son dentistas?", lo odié por eso, pero fui lo suficientemente masoquista como para fingir olvidar que la llamó Hermione, no Granger.

El señor Guzmán me esperaba con una gran sonrisa y me informó del cambio de uniforme, me sentí realmente complacida cuando lo vi.

Neutro, así podría llamársele.

Ningún estúpido color que me hiciera perder el juicio, ni tampoco uno que me gustara, solo negro con los bordes blancos, parecía una pequeña falda, era bonita, no lo que yo usaría para trabajar, pero era mejor que el otro que me hacia ver como enfermera.

 

Me enteré de que justo ese día, mi querido amigo el señor Guzmán, se retiraría para siempre, casi me da un infarto, aun no sabia bien el manejo de dinero y los nombres, pero él me aseguró, que cosas complicadas nunca pedirían. Solo debía confiar en él.

La mañana pasó
estupendamente.

Esto de ser hermosa y perfecta me daba bastantes beneficios, monetariamente hablando claro. El señor Prescott sólo pasó una vez y me dio un juego del manojo de llaves para abrir y cerrar el local, se veían horribles en mi Vuitton, pero ya qué.

Se me hizo muy bien la tarde, y a pesar de que me encargaría de todo hasta las ocho, no me molestaba seguir trabajando. Había olvidado a todo lo que me hería, incluyendo a Draco, me sentía con la mente ocupada y sin tanta nebulosa tenebrosa en mis neuronas.

La gran sorpresa me la llevé, al recibir al otro trabajador del local.

Eran tan malditamente parecido a Draco, el mismo rubio, la misma altura, el color de piel, solo se diferenciaban en sus ojos, los de él, eran de un verde profundo, y su actitud, era muy amorosa.

Damon, ese era su nombre y el apellido, no lo recuerdo, era difícil.

Me quedé en el lugar hasta las diez, para ver el funcionamiento nocturno, Damon era un excelente Barman, y yo le miraba embobado cuando giraba las botellas en el aire.

A decir verdad, a esa hora no mucha gente acudía, pero él amablemente, se ofreció a enseñarme a hacer algunos trucos.

El mundo Muggle, se me estaba haciendo demasiado agradable.

- Adiós - me despedí con una sonrisa

- Hasta mañana - me guiñó un ojo

De acuerdo. Otro enamorado de mí, lo único que me faltaba.

Al llamar al ascensor en e Lobby del edificio, éste se abrió dejándome ver a Jack de nuevo. Me sonrió nerviosamente.

- ¿Cómo estuvo tu día? - preguntó gentilmente

- Agitado y excitante - sonreí - ¿el tuyo?

- Me encantaría decir lo mismo, pero solo me entretuve con papeles -

- Lastima -

El resto del viaje lo hicimos en completo silencio, me sentía algo incomoda al lado de él, pero por alguna razón desconocida, también me sentía protegida, era extraño.

Salimos al corredor, sin hablarnos aún, le sonreí y entré en mi apartamento, no escuché cuando el entró al suyo.

Me acerqué a mi propia puerta, para ver si estaba por ahí, cuando casi miraba por el ojo de la puerta, me sorprendí con mi propio timbre.

Abrí con parsimonia, cambiando mi asustadiza expresión por una de completa frialdad, esa que me acompañaba a donde fuera.

- Jack qué
- enmudecí en cuanto miré quién era

Al otro lado del corredor, con la puerta abierta y su cuerpo ladeado hacia mi apartamento, estaba Jack, con una cara que no podía descifrar, quizás un tanto decepcionado.

No entendía que pasaba con todo mi organismo y mente, pero eran una revolución total, en cuanto encontré mis ojos con los de Jack, mi estomago pateó con fuerza, mis manos comenzaron a temblar y se secó mi garganta, me convencí en ese momento que me sentía así por el hombre que tenia enfrente, esperando que le hiciera pasar.

- ¿Puedo entrar Pan? - preguntó Draco

 

- ¿Qué haces aquí? - pregunté extrañada

Le hice pasar dándole una última mirada a Jack, me miraba como rogando, no sabía exactamente qué, pero cerré la puerta sin averiguarlo.

Pasé casi toda la noche, escuchando cosas de "Hermione", Draco estaba más borracho que nunca.

Ya no le hablaba en el trabajo y cuando pasaba a su lado, lo hacia de manera altiva, a lo antigua Granger, y nuevamente era custodiada por Potter y Weasley.

Le agradecí a los dioses, cuando se quedó dormido, me dio tiempo para respirar y poder dormir un poco.

Me alisté para volver al trabajo, con bastante tiempo de sobra, estaba aun un poco dopada, por las puñaladas certeras que me clavó Draco por la noche, si que dolía todo su amor por la rata de biblioteca esa.

Telefoneé a Alesia antes de salir de mi hogar, reclamándole que no volviera a darle mi nueva dirección a alguien, aunque fuere mi padre, ya con Draco tenia bastante.

Salí dejando al bello durmiente en mi sillón, sin zapatos y oliendo a alcohol, sonreí imperceptiblemente, siempre era a mi a quien acudía, pero ahora, no sabía si eso era bueno, o malo.

Mi corazón me reclamaba, que no sería buena idea.

Jack llamaba al ascensor en cuanto cerré mi puerta, le sonreí pero no me devolvió ningún gesto cortes, el desviar la mirada era todo lo contrario.

- ¿Qué pasa? - pregunté y él entró en el elevador

- No lo sé - dijo ácidamente - pregúntale a Malfoy

Las puertas se cerraron en mi cara, en completa estupefacción.

Atendí el café-bar ese día, con los ojos un tanto rojos por querer llorar y no permitírselos. Atendí el café-bar, el último mes, divida en mi solitario apartamento y en el anterior.

Alesia estaba más que encantada con Draco, cenábamos algunas veces juntos, salíamos a lugares y cualquiera que nos viera en la calle, pensaría que los dos éramos la pareja más perfecta del mundo.

Salvo porque no éramos una pareja, a pesar de que algunas noches las pasábamos juntos, jamás en mi apartamento, y que los días libres íbamos de viaje a lugares hermosos, no lo éramos.

Trabajé todo ese mes, reí todo ese mes, conversé todo ese mes, tuve sexo con Draco todo ese mes, pero no lo sentía como mío.

Y todo ese mes, me sentí incomoda por una situación, que no lograba dilucidar, esa era que en ese mes
no volví a ver a Jack.


Espero que no les esté aburriendo, estoy liada, envíenme un poco de veneno, sería feliz.

Besos

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Aquí llego yo, con otra entrega especial vía lechuza de éste loco Fic. Este capítulo en especial, me encantó escribirlo, y cuando lean, verán por qué.

Empezaron los líos de Pansy, así que si no han comentado, no me enfado si lo hacen.

Agradecimientos a: JustForYou, Remy-pher,Faty Riddle, Bam_potty y Luu_vaale. Gracias por todos sus bellos comentarios, ya han sido respondidos, como siempre.

A leer.


Ya se acercaba mi cumpleaños, y mi seudo relación con Draco, estaba mejor que nunca. Alesia estaba más feliz que nunca. Yo, más ausente que nunca.

 

Damon me había invitado a salir unas cuantas veces, todas negadas de mi parte, Alesia me felicitaba por eso, yo me repetía mentalmente que debía de estarlo.

Pero luego recordé otra cosa, mi mejor amiga me había dicho en una ocasión, que debía conocer a más chicos, y si Damon, tan guapo y todo, me pedía una cita, no encontraba razón para seguir negándomele.

"Estás con Draco ahora, ¿Para qué buscar a otro?", la imperiosa voz de Alesia me retumbaba en los oídos, sabía que si le hablaba de aceptar la oferta de mi compañero de trabajo, ella diría eso. Pero sabía que lo diría solo porque veía nuestra relación desde el exterior, nunca le había comentado, que en algunas otras noches en las que cansada me quedaba a dormir en casa de Draco, éste, susurraba el nombre de la sabelotodo.

Damon era un tipo tan amable y atento, que me confundía mucho, en aspecto, era muy parecido a Draco, pero su gentileza, era demasiado Jack que a veces pensaba que Merlín lo envió para joderme la existencia.

Los días en los que él iba al trabajo en deshoras, la pasábamos platicando y conociéndonos mejor, y para mi sorpresa, resultó que el niño, era millonario.

- ¿Millonario? - exclamé en esa ocasión, sorprendida

- Si, ¿te sorprende? - dijo él con sorna

- Claro, no sabía que los niños ricos, trabajaran para mantenerse - me burlé

- Y yo no sabía que, las camareras, usaran Louise Vuitton - contraatacó, yo solo sonreí

A veces, cuando me tocaba a mí acompañarlo por las noches, seguía enseñándome trucos aéreos con las botellas, rompí unas cuantas, las que tuve que reponer de mi sueldo, nada estrafalario, pero aún así odiaba hacerlo. Damon se ofreció a pagarlas, yo me negué.

Draco seguía insistiendo en que me mudara con él, que ahora no había motivo para que estuviera lejos, ni para que viviéramos separados. Seguí negándome impetuosamente, a pesar de que eso creí era realmente lo que yo quería, no estaba segura de dejar lo que tan inesperadamente logré.

Mi rubio oxigenado se veía más animado y con su tono de piel natural, ya iban a cumplirse dos meses sin rastro de Jack y mi amiga Alesia me volvía loca con el tema de mi cumpleaños.

Yo era un total desastre interior, una bella chica en el exterior.

Estaba decidida a hacer algo más que trabajar, ya no me era suficiente, más de alguna vez me había equivocado en las cuentas o dí vuelto de más, cosa que me acarreaba uno que otro problemilla con Prescott, el señor no sabía que tan arrebatada era yo.

Un viernes por la tarde, justo al cambio de turno, mi jefe se apareció por el lugar, yo qué iba a saber, que a él le gustaba disfrazarse y hacerse pasar por un cliente para vigilar a sus empleados.

- ¿Qué harás hoy Pan? - me preguntó Damon, arremangándose la camisa

- Dormir - suspiré - eso espero

- Bien - dijo agachando la cabeza

- ¿Qué pasa? - indagué

- Nada - se encogió de hombros - creí que podríamos salir

- No de nuevo por favor - rogué - no quiero tener problemas con Draco

- Draco no te merece Pan - bufó, de nuevo en el tema

- Lo amo Dam - me mordí el labio inferior - y no cambiará

- Y cada vez que lo dices - se acercó mucho a mí, los de la barra nos miraban divertidos - te creo menos

 

Y ahí sucedió lo peor.

Solo vi la pálida mano de Draco quitarlo de encima de mí y lo demás fue un tanto engorroso. Damon fue jalado hacía el otro lado de la barra, quebrando vasos servidos y tirando al suelo a algunos de nuestros clientes, después escuchaba cosas estúpidas como, "No te le acerques" "Eres un idiota" "No la mereces" e infinidad de palabrotas juntas, como nunca presencié en mi vida.

Los ojos negros del señor Prescott llamaron mi atención inconfundiblemente, y ahí fue cuando reaccioné, tomé la cuba de hielo de la cual nos surtíamos para los tragos y la arrojé a ese embrollo de hombres en el suelo.

El golpe frío y duro de los pequeños cubitos les hizo separarse de inmediato, yo aún seguía en el otro lado de la barra y no pretendía traspasarlo, estaba muriendo de la vergüenza.

- ¿Qué
qué rayos haces? - logré decirle a Draco, apretando los puños

- Vine a buscarte, demorabas y mira como te encuentro - me alegó eufórico

- ¿Cómo me encuentras? - exigí y vi como Damon recogía unos hielos para ponérselos en el pómulo

- Coqueteando con éste
éste
sujeto - lo apuntó

- Este sujeto, tiene nombre - interrumpió Damon

Los dos se miraron de una forma asesina y yo debí contenerme para no reír. Los dos eran parecidos, si, lo sé, ya lo había dicho pero lo que no mencioné, es que sus ojos se difundían con las luces del bar, así que no se distinguían sus colores de ojos. Eran como gemelos. Aún así, mi ira no descendió, soy una Slytherin, puedo divertirme mientras estoy enfadada.

- Si - corroboré - es Damon

- Ja - se jactó Draco, con ira - tiene nombre

- Vete - dije de repente

- ¿Qué? - Draco me miró impresionado

- Que te vayas - subí los brazos y los dejé caer con molestia - es la primera vez que vienes, y mira los problemas que causas, él trabaja aquí, no puede marcharse, así que te agradecería que te retiraras

- Estás bromeando ¿cierto? -

- No Draco, yo no bromeo, no me caracterizo por ello -

- No puedes hacer esto Pansy - se paso la mano por el cabello hacía atrás, y sus mechones más largos volvieron a ocupar su frente inmediatamente - soy tu novio

Y esas palabras, fueron lo único que necesité.

Rodeé la barra y alcancé a Draco, miré a Damon y él inmediatamente ocupó su lugar para atender, yo jalé a mi "novio" hasta las afueras del local, aún con la mirada de todos en nuestra espalda, y una vez afuera, sin los oídos curiosos de la gente, estallé de una manera preocupante.

- ¿Novio? - Chillé a todo pulmón - no sé que tengas en la cabeza Draco Malfoy, pero lo último que sé es que tu y yo no somos novios, si, puede que tengamos sexo y que compartamos más allá de una amistad, pero tampoco es una relación amorosa

- Yo pensaba qué
- dijo lentamente, y confundido

- ¿Qué cosa? - urgí

- Que era obvio que teníamos algo - se encogió de hombros

- ¿Me lo pediste acaso? - Indagué - no, tal vez lo hiciste, pero como estoy tan estresada con el trabajo, contigo y con Hermione, que no sé que es real o no

- ¿Qué tiene que ver Granger con esto? - dijo comenzando a enfadarse

- Tiene que ver mucho, ¿Y desde cuándo qué es Granger? - piqué con malicia

 

- No es el punto -

- Claro, el punto es exactamente que de ella no deberíamos hablar - grité

Vislumbré a Alesia dando la vuelta en la esquina a espaldas de Draco, y tuve muchas ganas de correr hacía ella, y abrazarla fuertemente.

Caminó curiosa hasta estar a unos dos metros de nosotros, pero no intervino y yo lo agradecí mucho, no quería tener que discutir frente a ella, cosa que ya era un hecho, pero me pareció peor, discutir al lado de ella.

- ¿Entonces para que la incluyes? - siseó sin percatarse de Alesia

- Eso es lo que yo me pregunto - se me llenaron los ojos de lágrimas - para que la incluyes

- ¿De qué hablas, tú la nombraste? -

- ¡Y tú lo haces cada noche, que duermo en tu cama! - enloquecí y cerré los ojos impidiendo derramar el dolor de ellos

Oí la exclamación de sorpresa de Alesia al escuchar eso, y también pude imaginármela llevándose las manos a la boca, un gesto tan común en ella. Pude oler, el sudor de Draco frente a mi, asustado y apenado, yo sabía que soñaba con ella, debe de sorprenderle haber dicho su nombre entre sueños.

- Pansy yo
-

- ¿Tú qué? - Reclamé - ¿No quisiste, no fue tu intención, no fue tu culpa?

- Pan
-

- ¡No! - Gemí y abrí los ojos - lo aguanté Draco, lo hice, y juro que lo intenté, pero no puedo seguir escuchando sus nombre salir de tus labios y que luego me beses con ellos

- No volverá
-

- ¿A pasar? - Le interrumpí - pasará de nuevo, por que no me amas como yo Draco, entiéndelo

- No, tú entiéndelo - me tomó de los hombros - te amo

- Como una amiga - le sonreí, mientra dejaba ya a mis lágrimas libres - como a una hermana, o una mascota - él frunció el seño - no como mujer

- Te equivocas -

- No, no lo hago - me aferré a su camisa, desesperadamente - ¿Qué debo hacer para que te olvides de ella?

- Pansy - susurró desesperado

- ¿Debo ser más inteligente? Por que puedo estudiar - musité tratando de despejar mi mente - aprenderé a cocinar, conseguiré otro trabajo, mudémonos a otro país, sé hablar varios idiomas, vamos a París, vamos, dime qué debo hacer

- No debes cambiar - me abrazó fuertemente y susurró en mi oído - te amo tal cual, no debes parecerte a ella

- No es suficiente Draco - gimoteé - no puedo sacarla de tu mente, menos podré hacerlo de tu corazón

- No es necesario, ella no está - me miró a los ojos

- Si está, por la mierda Draco, deja de mentir, si está - rugí encolerizada, tratando de zafarme de sus brazos

- No, no, no - negaba ciego - no, detente, para

- No, suéltame - peleé por soltarme

Alesia se acercaba a nosotros, impresionada, pero por como tenía afirmado su Gucci, estaba decidida a darle con el en la cabeza. Yo rogaba por que lo hiciera pronto, el contacto de Draco me producía dolor, más por que sin querer y comprendiéndolo solo recién ahora, me había ilusionado estúpidamente con él y había dejado a mi corazón abierto para que entrará de nuevo.

Debí haberlo dejado para no sentir este infierno en mi pecho, debí dejarlo la primera vez que dijo su nombre mientras me abrazaba, debí dejarlo cuando jugaba con un mechón de mi cabello en las mañanas, sabía que esa manía la había adquirido con ella, lo conocía demasiado bien, y aún así me bloqueé y permití, que esta farsa continuara.

 

Es mi culpa, sufro por mi culpa, duele por mi culpa, y sabiéndolo, duele aún más.

Justo cuando Alesia iba a darle el golpe certero a Draco, unas palabras que salieron de su boca, nos congelaron a las dos;

- Deja de moverte, yo te amo Hermione, entiéndelo por favor -

Nunca, pero nunca, había sido humillada de esa manera. Me congelé en los brazos de Draco y le miré a los ojos, que lenta y paulatinamente, se abrían dándole paso a la estupefacción.

Yo adoraba a mi tía Narcissa, pero me entraban unas ganas enormes de dejarla sin nietos.

Mi mano se estampó en su mejilla con un golpe sonoro, volteé su cara por la fuerza y él se quedó en esa posición.

Mi pecho se convulsionaba peligrosamente, amenazando con dejarme sin aire, mi amiga fue la primera en reaccionar, me abrazó y retrocedió conmigo unos cuantos metros, hasta que dejó mi espalda apoyada en la pared del local continuo del bar.

Me miró preocupada y la escuché preguntarme si estaba bien, me sorprendí al escuchar su voz, estaba segura de que yo lloraba, pero no escuchaba tal sonido, solo sentía que me faltaba el aire.

- Pansy
- murmuró Draco y yo no desvié la mirada de los ojos de Alesia

- No, no, no - le gritó ella, furia - no más Malfoy, ni una palabra más

- Pero
-

- Déjala en paz, si hubiese sabido desde un principio la clase de persona que eres, no habría presionado a Pansy a estar a tu lado - decía mientras lloraba - me equivoqué, pero no más, ahora haré las cosas bien, así que aléjate

No volví a escuchar la voz de Draco, me enteré que Alesia me arrastró al local, y me dejó en un taburete mientras iba por mi bolso.

Mi mala suerte debía empeorar, ese era mi Karma.

- Señorita Parkinson - dijo el señor Prescott, quitándose la peluca rubia de la cabeza

- ¿Si? - mi voz sonaba extraña, muy lejana

- Está despedida - comunicó sin más

- De acuerdo - gemí, ahora perdía lo que me distraía de las estupideces

- Venga mañana por su dinero - me acarició el hombro - sé que teníamos un contrato por un año, y le pagaré todo el año aunque no debería, no quiero despedirla, pero el bar no es solo mío, y hoy se me ocurrió traer a mi socio a conocer su labor, mala idea

Le sonreí tímidamente, y aunque suene extraño, me alivió el hecho de que él no deseaba echarme, sino que debía hacerlo, estuve a punto de decirle que no hacía falta que me pagara todo el año, pero luego recordé que aunque no lo necesitará, él se saldría con la suya y no tenía ánimos para discutir.

- ¿Puede retirarlo Alesia? - pregunté cuando ella llegaba a mi lado

- Claro, claro - le dijo a ella, yo estaba un tanto dopada - pero solo Pansy podrá cambiar el cheque, cuando ella lo desee desde luego

- Muchas gracias - musitó ella, entregándole el manojo de llaves de mi bolso

- Espero verla de nuevo por aquí, no se olvidé de nosotros -

Asentí, solo eso obtendrían de mi desde ahora, nada más.

Damon me dio un beso en la frente que agradecí muchísimo, sus labios estaban tibios, y yo demasiado helada, no dijo nada más, no faltaba, sus ojos me decían cuanto lo lamentaba. A nadie le gusta, que tu seudo novio idiota, te haga una escena con un compañero y te echen, pero es la política Muggle.

Alesia me llevó a mi casa, en un estado soporífero tremendo, supe que pasó a comprar algunas cosas de camino, y el olor a Pizza me invadió todos los sentidos, unas botellas sonaban en su Gucci.

 

El recepcionista del edificio, corrió a llamar al asesor por nosotras y le dio una mirada significativa a Alesia, ella solo negó con la cabeza, y él me devolvió una dulce sonrisa, que lamentablemente no pude responder.

Subimos en silencio y cuando íbamos a salir, una hermosa mujer, de pelo rubio y cara infantil, casi tropieza con nosotras.

- Lo siento - pidió disculpas, dándonos espacio hacia el pasillo

- No hay problema - dijo Alesia

Pero yo me extrañé, solo habían dos apartamentos en ese piso, no era conocida mía, eso solo me dejaba una opción.

- ¿Quién eres? - pregunté dándomela vuelta, a mirarla

- Emily - dijo un tanto sorprendida por mi agresividad - la novia de tu vecino, Jack, así que nos veremos seguido - sonrió y las puertas se cerraron llevándosela de mi vista

Toda la noche, y hasta el amanecer, me dediqué a odiar los ascensores, y a maldecir a los hombres, mientras sentía que mi corazón, se secaba como una pasa.


Espero vayan captando la esencia, tengo dos finales posibles para este, ya decidiré cual será el mejor.

Besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Aquí antes de Navidad, les traigo un pequeño regalo, está bien, yo no celebro esto, pero en fin, muchas personas si.

Agradecimientos a: JustForYou, Bam_potty, Luu_vaale, Xiquita_potter, Isabella Evans, Mell Cullen, Remy-pher y Faty Riddle. Gracias por los comentarios. Siempre, respondidos.

A leer.

Go.


Me desperté con un dolor de cabeza horrible, sentía cada una de mis extremidades adoloridas. Las cortinas en mi habitación estaban cerradas, pero una pequeña abertura dejaba ver claramente que era de día.

Me levanté de la cama y me metí a la ducha en completo letargo, estuve por lo menos una media hora bajo el agua caliente, no la sentía, estaba adormecida.

Me vestí con lo primero que encontré y salí de mi apartamento hacía dónde no sé, pero algo en mi interior me decía que no podía permanecer en mi hogar.

Mi celular tenía llamadas de Alesia, llamadas contestadas que yo definitivamente no recordaba, y que me preocupaban por si algo urgente ella me había dicho, luego me calmé un poco, si era demasiado urgente, Alesia no hubiera llamado, hubiera venido directamente.

Bajé sin mirar nada realmente, solo lo necesario para que no pudiera estrellarme con algo, la puerta frontal, estaba abierta para mí, por el amable conserje, a quién no miré por que no sabía cómo reaccionar.

Caminé tranquilamente por las calles londinenses, estaban revestidas por una capa de hojas cerca de los parques, me extrañé de ese detalle y seguí mi trayecto sin pensar, sin observar.

Mientras más me acercaba al parque cerca de mi casa, más hojas se hacían un espacio en el plomo suelo, fruncí el ceño, extrañada y quise preguntar el porqué del poco aseo callejero.

- Disculpe - interrumpí a una señora de traje hablando por celular

 

- Estoy ocupada - me siseó sin parar y siguiendo sin mirarme

- ¡Vaya! - exclamé impactada

- Hoy en día - escuché una voz en mi espalda - la gente no goza de buena voluntad

Me di la vuelta, con mi cara hecha nada, sin expresión, sin un sentimiento pasando por ella, a pesar de que conocía a la perfección al dueño de esa voz.

- Hola - me saludó, destilando por sus ojos mucha ternura

- Hola - mi voz salió neutra, sin alma

- Ya estás mejor - sonrió

- ¿Debería? - indagué algo confundida

- Si
- frunció el ceño, confundido - ¿En que mundo andas Pan?

Me extrañé, siempre pensé, que cuando volviera a ver a Theo, lo abrazaría como loca y de pronto lo mataría en mi abrazo de oso, pero ahí estaba él, con sus característicos ojos chocolate, tan tiernos como siempre, y yo, sin siquiera inmutarme. Era extraño.

- ¿Planeta tierra? - aventuré y le saqué una adorable sonrisa

- Veo que estás en otra frecuencia, deja que te guíe al mundo real -

Theo caminó unos pasos mientras yo me quedaba en el lugar en que estaba, suspiré agobiada, y miré a los lados un tanto desorientada, no sabía para qué tanto misticismo y cosa extraña.

Luego algo me calló como un balde de agua fría una sensación, bueno, más bien ninguna sensación.

Él estaba vestido de manera casual, como de fin de semana se tratara, lo extraño, es que el día en que me pelee con Draco, era un martes, no entendía muy bien, se supone que él debía trabajar, o ¿acaso no lo hacía? También sentí lo raro de verlo frente a mi, no sentía absolutamente nada, y eso que Theo era mi mejor amigo, lo que más me había dolido de dejar el mundo mágico, era limitar mi amistad con él a solo cartas eventuales.

Vino a dónde mí, con un periódico en mano, y me lo entregó con una sonrisa nerviosa.

Lo miré y no encontré
un momento, no, no, no, esto no podía ser.

Era sábado, sábado 1, dos meses, dos meses después del accidente con Draco, OH por Merlín santo, no podía ser cierto.

- ¿Qué es esto? - exclamé tiritando

- Es agosto - río

Sentí la calidez de Theo rodeando mi cintura, mientras el piso se me venía encima.

Desperté en una hermosa cama matrimonial, de sedas blancas y doseles transparentes, el aire fresco que entraba por el gran ventanal, me sentaba maravillosamente delicioso, no sabía dónde me encontraba, pero era tan acogedor, que me hubiera quedado por siempre allí.

Las paredes, de un color celeste casi blanco, estaban revestidas por una franja a la mitad, dando la ilusión de una enredadera verde que daba la vuelta a la habitación.

Me levanté de la suave cama, y recorrí las estancia maravillada a cada paso, todo eran pequeños detalles que a simple vista, se veían hechos a mano, una mecedora, al lado del ventanal, terminó por enamorarme.

Salí del cuarto, con una pequeña sonrisa en la cara, el olor a café de tarro, me llamó inconfundiblemente, a pesar de que no era en grano, era café al fin.

Bajé las escaleras, estaba en un segundo piso, y una sala modesta apareció ante mí, hermosa y con muchos cojines, algunos en el suelo, totalmente diferente a mi sala.

El movimiento y sonido en la cocina, me llevó a una puerta blanca sin pomo, de esas que abren para los dos lados, entré y me sorprendí de inmediato.

 

- Despertaste - me sonrió ella

- ¿Si? - Que estúpida, sonó como pregunta - ¿Tú
?

- Theodore está por llegar, fue a comprar cosas para el almuerzo, se me olvidó traer las especias - me dejó una taza de café, en la encimera

- ¿Theo? - cuestioné

- Si - se sentó frente a mí, con un vaso de leche - me dijo que te desmayaste, cuando te encontró cerca del parque

- ¿Esta es su casa? - indagué

- Nuestra - me corrigió

Abrí la boca, después de tragar un poco de café caliente, ni en mis más locos sueños, me hubiera imaginado tal cosa.

Creo, que quedé como en shock, por unos cinco minutos, cinco minutos en los que ella, solo me miraba esperando que digiriera, la reciente información, una sonrisa amable, adornaba en sus rosados labios.

Escuché la voz de Theo, entrando en la casa, y a ella, llamarle, avisándole que estábamos en la cocina.

- ¡Pansy Pan! - exclamó él, besándome en la sien

- ¿Cómo te fue? - preguntó ella

- Todo lo tengo aquí - levantó la bolsa, como un trofeo, haciéndola reír

Se acercó a ella y la besó con dulzura. Luna Lovegood, enrojeció de una manera muy inocente, y bajó la mirada cohibida, Theo sonrió ante su sonrojo y me miró sorprendido. Todo sobre Apple, Mac e Iphone

- ¿Por qué me miras así? - cuestionó

- ¿Tú? ¿Lovegood? - mi mirada se alternaba entre los dos

- Te lo dije hace casi dos meses Pan - rodó los ojos - cuando fui a verte a su apartamento, eso si me sorprendió, no me lo habías mencionado

- No me lo dijiste - chillé - no te ofendas Luna

- Tranquila - me dijo sonriendo, tomó la bolsa que trajo Theo y se puso a cocinar

- ¡Claro que si! - Espetó - cuando me llamó una amiga tuya, una tal Alesia

- ¿Alesia te llamó? -

- Es lo que acabo de decir - dijo serio - ¿En serio no recuerdas que estuve ahí?

- No - moví mi cabeza a los lados - ¿No?

- Pansy Pan ¿Estás bien? - Theo tomaba mi rostro entre sus manos, angustiado - ¿Pan? ¿Princesa?

- No - gemí

Me llevaron a la cómoda salita, y mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía ser, que con las ganas que tenía de ver a Theo, lo hubiera ignorado tan olímpicamente, que ni siquiera lo recordara.

Theo me tranquilizó, mientras mis ojos dejaban caer las lágrimas, me sentía abatida, abrumada por tanta información, y ahora que recordaba, habían pasado dos meses, ¿dos meses?, no recordaba nada.

- No recuerdo - musité contrariada - ¿Qué me pasó?

- Pan, sé que cuando iba a verte, estabas como ida, pero
¿En serio no lo recuerdas? - negué fervientemente

- Eso es comprensible - escuché decir a Luna

- ¡¿Dé qué hablas?! - le grité

- Lo lamento - bajó la cabeza, apenada

- ¡Pan! - me retó Theo

- Yo lo lamento Lovegood - me disculpé, a regañadientes

- Es solo
- comenzó, pero se mordió un labio

- ¿Qué? - urgimos Theo y yo

- ¿Me permites, darte mi punto? - pidió sentándose a mi lado

- Adelante - dije no muy convencida

- Creo, y es en serio, que la
lo
¿Cómo decirlo?...la información, que te reveló Malfoy, te dejó en un estado un tanto catatónico, y el shock que recibiste, fue demasiado fuerte. Tú cerebro y sentimientos, te protegieron y quedaste
ida

Theo y yo la miramos impresionados, es que yo siempre creí que a esta mujer, le faltaba un tornillo, o unos cien, pero el punto era que no la encontraba cuerda, y aun así, lo que ella decía, me sonaba completamente racional.

 

Las siguientes horas, las pasamos comiendo el sabroso almuerzo que Lovegood preparó, mientras Theo me informaba de mi periodo fantasmagórico.

-
es bien simpático - concluyó

- ¿Jack? - interrogué

- Si - me sonrió - estuvo cuidándote unos días, la que no me agrada, es su novia

- ¿Emily? -

- Si, no le agradaba la idea de que te haya ido a cuidar -

- Está celosa de ti - dijo ella

- ¿Tú crees? -

- Si, eres hermosa - se encogió de hombros - cualquiera se sentiría intimidada

- ¿Y tu? - bromeé

- No - sonrió - amo a Theo, y sé que el me ama a mí, ¿Cierto?

El comentario de ella, nos dio mucha risa, como respuesta, Theo solo la besó, dando paso a un nuevo sonrojo.

- Las cosas de la vida ¿no? - Dijo Theo divertido - Jack Daniells, viviendo en tu mismo edificio, y en tu mismo piso

- ¿Qué tiene de divertido? - inquirí

- Pan, tú le diste su primer beso - me miró con cara de "qué diablos pasa contigo"

- ¡¿Qué?! -

- Si, recuerda, en tercer año, él era un tipo de mini prefecto, bastante irritable con las reglas, y estábamos los dos en la sección prohibida, haciendo, no recuerdo qué cosa, y él nos descubrió, lo besaste para que no digiera nada - rió - era más que obvio que era su primer beso, quedo pasmado

- Debo irme - anuncié levantándome del sillón

- ¿A dónde? -

- Él me recordaba... - dije esperanzada

- Ve por él - sonrió Luna

Y luego salí del lugar.

Como no sabía donde estaba, me costó demasiado dilucidar a donde dirigirme, pero luego, un bombillo iluminó mi cabeza, con un taxi, todo se arreglaba.

Si, tal vez, era loco lo que iba a hacer, pero si Jack estaba interesado en mi, debía averiguarlo. Quería tener, paz por un tiempo razonable.

- ¡Jack! - Aporreé su puerta - ¡Jack!

- ¿Qué pasa? - abrió urgido

- Te besé - le acusé - y no me lo dijiste

- ¿Dé qué hablas Parkinson? -

- Te besé, en tercero - casi chillaba - y tú me recuerdas, y yo no

- Eso pasó hace mucho -

- Pero
-

- ¿Qué pasa? -

Emily, salió de dentro de la casa, solo con una camisa tapando su torso, otro balde de agua fría para mí.

- Nada - dije con voz rasposa - solo, sigan en lo suyo

- Pansy
- rogó Jack

- Y gracias - me volteé - por venir a verme, cuando mi alma estaba en otro mundo

Ahora, que las cosas estaban tan frescas, sentía como cada capa protectora de mi piel, caía mientras entraba en mi apartamento.

Por alguna razón, solo quería dormir.

- Pansy
-

Una voz susurró en mi espalda, me volteé asustada y mi otra pesadilla, se hizo presente ante mí.

- Draco
- gemí suplicante, era injusto, que lo malo, me pasara a mi


Espero, que pasen buenas fiestas, sobre todo, un excelente año nuevo.

Besos y mis mejores deseos, para todos. (Y salió lo sentimental de mí, creo que acaba de caérseme un pedazo de hielo, jeje)

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Aquí les traigo otro regalito, no iba a escribirlo, pero ya qué, me inspiré aunque tenia un dolor de cabeza horrible, pero en fin, espero lo disfruten. Me encantó escribirlo, ya desenredo toda la cosa rara que inventé.

 

Agradecimientos a: JustForYou, Luu_vaale, Faty Riddle, Bam_potty, Xiquita_potter, Mell Cullen e Isabella Evans. Gracias por sus comentarios, siempre son respondidos a tiempo, gracias del corazón.

Ahora a leer.

Go.


No podía creer lo que mis oídos escuchaban, no era real, pero ahí estaba Draco, moviendo sus labios mientras sus palabras me taladraban como nunca. Él podía hacerme daño, pero sus frases armadas al modular, me sacaban de a litro la sangre, me dejaban seca, sin posibilidad de reaccionar.

Lo vi desplomarse en el sillón, tomar su cara afligida entre sus manos, pasárselas por el cabello, como queriendo arrancárselos uno por uno, y si no fuera por que a mi también me dolía, hubiera disfrutado con eso.

Mi mano aun sostenía el pomo de la puerta, cerrada si, pero aun lo sostenía, lista para
¿Qué debía hacer?

No quise pensarlo, Draco me había dado toda la información que necesitaba, más no requería de él, fui a mi habitación, cambiándome en segundos, por algo más cómodo, estaba claro que no pasaría la noche en casa.

Una vez lista, volví a la sala, y Draco permanecía en el mismo lugar, misma posición, derrotado, igual que yo. Tomé mi bolso, y mi billetera, a veces olvidaba cargarla, y me planté delante de él, ahora furiosa, por como optó por hundirse.

- ¿Irás? - indagué

- No puedo - contestó y me miró con sus ojos llorosos

- ¿Quién eres? - le escupí hiriente - ¿Quién mierda eres?

- ¿Dé qué hablas? - preguntó confuso

- ¡Nunca, nunca antes habrías dejado las cosas así! - le grité eufórica - no sé qué puta cosa te pasó, pero este Draco, deja mucho que desear

- No entiendes - acusó dolido

- ¿Qué cosa? - exigí

- Ella, quiere que sea lo que soñó para mi - musitó - no lo soy, soy diferente

- Que poco la conoces - le reté, él me miró sorprendido - solo quiere que seas feliz, pero no un cobarde, no como lo estás siendo ahora, quedándote aquí plantado como un imbécil, un imbécil que no tiene las pelotas bien puestas como para ir a verla

- Pansy
-

- Me harté de ti Malfoy - finalicé - me harte de que por esa, paguemos todos, me harté, ahora bien y desapareces de mi apartamento, no quiero verte cuando regrese

Me desaparecí ante sus ojos bien abiertos y heridos, eso si lo disfruté, ahora era yo quien lo hería, pero solo para que entrara en razón.

Llegué al Lobby y me acerqué a la recepcionista, ella me indicó a donde ir y yo al decirle mi nombre, ordenó a unos de los internos, guiarme directamente.

A cada paso que daba, mi corazón se achicaba un poco más, el interno, me dijo que ella me esperaba, que ya todos los que estaban ahí, habían conversado con ella, y que me esperaba en especial.

Al girar una esquina, divisé a gran parte de mi familia, mi madre con Tom, un poco apartados de papá, tal vez ella por fin se dio cuenta de que perdía el tiempo con él, muy padre mío, pero no merecía a mi madre. El señor Severus Snape, descansaba aristocráticamente en una de las paredes, con su semblante duro como siempre, pero sus ojos más negros de lo normal.

 

Para completar el panorama, estaba la prima de Draco, Tonks, junto a su madre, y su marido, con una enorme barriga y una polera que decía; "Pronto naceré, Afírmense".

Una inclinación de cabeza, era todo lo que necesitaban como saludo, ellos respondieron igual. Papá, me miró ceñudo, evaluando mi cabello y antes de que abriera su boca y comenzara a gritarme, lo detuve.

- No ahora - le sisee, obligándome a decirlo con respeto

Mi hermanito, Tom, se acercó a mi tiernamente, buscando consuelo, y es que a pesar de ser pequeño, Tom tuvo el magnifico privilegio de conocerla y ella, lo trataba casi como un segundo hijo, decía que le recordaba al suyo cuando era un bebé.

- ¿Se pondrá bien no? - me preguntó dulcemente

- No lo sé mi amor - bajé a su altura

- Pero
pero - balbuceó

- Mi vida, estás cosas pasan, no debes tener miedo - informé, tratando de convencerme a mi misma - entraré, después hablamos

- Quiero ir contigo - me frenó

- Yo deseo
-

- No allí dentro, sino, a tu casa - miró a mamá y la vi asentir, dándole permiso, las cosas, debían estar peor de lo que pensé

- Por supuesto, por el tiempo que quieras, pero no hoy, en unos días más -

Ya más animado, mi hermano retomó su lugar al lado de mi madre y yo suspiré, lista para entrar.

El cuarto 505 del hospital San Mungo, era privado, no tan pequeño, pero con cierto grado de intimidad. En la cama blanca, esta ella, pálida, sin color es sus, alguna vez, bellos labios, con los ojos cerrados, y conectada a artificios Muggles que de un tiempo a esta parte, estaban implementando.

- Hola - susurré

Ella abrió los ojos, lentamente y en cuanto me divisó, no pudo evitar que una sonrisa se formara en su bello rostro, una que también se formó en la mía.

- Ho
la - me respondió

Me apresuré a acercar la silla a su cama, y cuando estuve sentada, sostuve fuertemente su mano, pero sin lastimarla.

- Me veo
fa
fatal ¿no? - dijo con una sonrisa

- Tía Cissa, usted siempre se verá hermosa - la acaricié - aunque no lo crea

- Siem
siempre tan dulce -

- Una vez, usted me dijo, que debíamos ser dulces, para que cuando nos sacaran el envoltorio, no se decepcionaran - reí

- Ci
cierto - rió conmigo - ¿Qué
qué
sabes de él?

- Draco está en mi casa Cissa - le comuniqué bajando la cabeza

- ¿Qué pa
pasa? -

- No desea venir -

- Ya
veo - dijo y miró al techo blanco, una lágrima caía por su mejilla

- No lo malinterpretes, él no desea decepcionarte, sabe que no es quien quisieras que sea -

- Yo, solo
solo quiero
verlo feliz - frunció el ceño

- Eso mismo le dije - suspiré - esperemos que recapacite

- Tú
siempre acon
aconsejándole - me sonrió

- De hecho tía, técnicamente le grité que era un cobarde -

- Jaja
ya veo - me acarició la mano - ¿Tú y él
?

- No - le dije, no necesité que completara la pregunta - cambio el gusto

 

- ¿La chica
esa tal
? -

- Granger, si -

- Dos bellas
e inteligentes muchachas
amando a mi estúpido hijo - sonrió - los genes

Sonreí ante su comentario.

Vi sufrir a mi tía Cissa, tanto, con la muerte de mi tío Lucius, no era que fuera santo de mi devoción, pero ella le amaba y él también, locamente, de una manera que muy pocos podrían entender.

Lucius fue uno de los primeros en caer tras la batalla de Hogwarts, Narcissa en casa, lo aguardaba cuando ya Draco regresó con la mala noticia. Nunca la vi en tal estado dolor. Aún rememoro sus gritos desgarradores. Desde ese entonces, que su enfermedad se hizo latente.

Pero la vida le hizo recuperarse, no olvidarlo, no, nunca, pero con la ayuda de Snape, se le veía más animada a pesar, de que cada año sus visitas a los sanadores, se hacían más comunes y seguidas.

- Te ves
muy mal - me comentó

- Si, mira quien lo dice - me burlé

- Ey
dijiste, que me veía
hermosa - me retó

- Es hermosa, hasta cuando se ve decaída - sonreí, yo nunca le mentía

- Cierto - no me sonrió, me miró seria - te duele

- Ya no como antes - acepté

- ¿Alguien más
por ahí? - cotilleó

- Por Salazar tía Cissa - rodé los ojos - que ni ahora me dejarás en paz ¿no?

- Eres como mi hija - siseó usando todo su aire, comenzando a toser

- No te alteres ¿quieres? - me enfade, le dí un poco de agua

- Gracias. Eres
mi pequeña Pan-Pan-Pansy, como te en
encantaba que te
-

- Lo sé, aun me gusta que lo hagas - suspiré - seguirás haciéndolo

- No -

- Si - se me quebró la voz

- No
querida
-

- Si Cissa, si, seguirás llamándome Pan-Pan-Pansy, por mucho tiempo, y yo seguiré molestándote con mis estupideces de niña y te contaré como me ha ido
- mis ojos ya derramaban lágrimas -
y te diré si he conocido a alguien, y lo conocí, se llama Jack, es bellísimo, pero tiene novia, vive al frente de mi apartamento, ¿Sabias?, si tengo un apartamento, bello, podrás conocerlo y tomaremos el té

- Cariño
-

-
y me dirás las cosas que hago mal, por que casi todo es así, me sale mal, ¿sabias que no recuerdo que hice en dos meses? Patético ¿no?, solo por que Draco me dijo "Te amo Hermione" por equivocación, y ¿sabias que Theo, vive con Luna Lovegood? Se ven bien juntos, pero es raro y

- ¡Ya! - me acarició la cara, mientras yo negaba enérgicamente y ella se ponía la mascarilla de oxigeno, que le dio facilidad para hablar - es hora mi vida, y no escuches a Draco - decía mientras ella me secaba las lágrimas - es un idiota, pero a la vez, hace lo correcto

- Cissa - gemí

- Amo a mi hijo, pero siempre vi como miraba a esa niña, como le atraía que a pesar de su sangre, fuera tan orgullosa y poco sumisa. Tú en cambio, fuiste creada para dominar a otra persona, y ahora lo veo tan claro. Siempre pensé que mi hijo te merecía, y es cierto, pero él no te merece.

- Te equivocas
-

- Hazle caso a ésta anciana - me tomó las manos - muy hijo mío será, pero tu también lo eres, quiero que sean felices. El te ama, pero aún no sabe de qué forma y siento, que tú ya sabes de qué forma lo amas a él. Basta con mirarte
ahí me doy cuenta, de que en tus ojos, no está escrito el nombre de él.

 

- No eres una anciana - sonreí - y tal vez

- ¿Tal vez? - me cuestionó

- De acuerdo, si, tienes razón - suspiré derrotada - siempre la tienes

Esa era una de las razones, por las cuales pasaba casi todas mis vacaciones con ella, era tan sabia y solo me llevaba por unos veintidós años con ella, nada notable.

Ella sabía todo lo que me afligía y me daba respuestas que a veces, yo no pedía. Me conocía mejor que mi madre y tanto que a veces era irritante, pero comprensible. Me amaba, como yo ella.

Me despedí de ella en un llanto silencioso, no quería verla morir y ella no quería que la vieran. La abracé todo el tiempo que me fue permitido y salí del cuarto sin mirar a nadie.

Me puse un lado más lejos de todos, y saqué mi celular, marqué a mi casa, nadie respondió a pesar de que estaba segura que Draco seguía allí.

Llamé a portería, y pedí que marcaran al apartamento de Jack, el portero lo hizo de buena gana. Pedí que le digieran que entrara en el apartamento, estaba sin llave, sería fácil y que trajera el trasero inútil de Draco hasta el hospital, aunque fuera a patadas.

Cinco minutos después, Draco venía siendo, literalmente, arrastrado del brazo por Jack, pero Draco no se resistía, él sabía más que nadie que debía de estar allí.

- Aquí está - dijo Jack

- Gracias - traté de sonreír, no surtió efecto - Entra - le ordené a Draco

- Pansy
-

- No me hagas patear tu albino trasero hasta el cuarto - siseé bajo - por que lo haré Malfoy y no te agradará

Draco me miró abatido y arrastró los pies hasta entrar en la habitación de Narcissa. Jack se quedó, hasta que vi llegar a Hermione. Se acercó a ella y con un movimiento de cabeza, le informó que él estaba dentro.

Hermione me miró e hizo un ademán de acercarse, la casi asesiné con la mirada y se quedó en su lugar, pero module un gracias, sabía que lo sentía y en silencio había aceptado mi derrota. Además, Jack, que ahora se había desplazado a mi lado, y me acariciaba el brazo tiernamente, le daba toda la razón a mi tía, amaba a Draco, lo amaría siempre, pero como un amigo, un hermano.

Con el paso de los minutos, Theo y Luna llegaron. Luna, se quedó a un lado de Hermione, mientras que Theo, me abrazó y se ponía al tanto con Jack, quien tampoco sabía mucho, pero mi familia no era muy discreta que digamos.

Un pitido se empezó a escuchar dentro de la habitación, abracé más a Theo y con una mano disponible apreté la de Jack, sabiendo lo que pasaría a continuación. Andrómeda y Snape, entraron a la sala, seguidos de unos cuantos sanadores, los demás, no deseábamos entrar. El corazón de mi tía estaba muy débil, ya no podía más.

Draco salió de la habitación, con los ojos llorosos, y tan pálido como yo, vi a mi madre ponerse a llorar, mientras Tom se aferraba a sus piernas. Los ojos de Draco, se conectaron con los de Granger, y se acercaron raudos a recibir al otro.

Frente a mi, comprendí a lo que se refería Narcissa, yo era perfecta en todos los ámbitos, pero ella lo era para él, encajaba a la par en sus brazos, y el beso que le siguió, fue tan bello que llegó a doler, pero de envidia.

- Me iré - comuniqué soltándome de Theo - avísame para los preparativos

 

- Si - me sonrió y me besó la frente - ¿Podrías llevarla?

- Claro - escuché decir a Jack

No me despedí de nadie, ni de mi hermanito, llegué a casa, y me desplomé en la cama, se sentía muy fría. Jack, me sacó los zapatos y sin pudor, también mis jeans.

- Te dejaré descansar -

- ¿Está Emily? - musité sin mirarlo

- ¿Por qué? -

- ¿Está? - volví a preguntar

- Está en su casa - respondió

- Quédate - pedí, sonó más a una orden

No escuché su respuesta, solo lo sentí sacarse sus zapatos y su chaqueta junto con sus pantalones. Luego, su calor me invadió, me abrazó y hundió su cabeza en mi cuello, exhalando, haciéndome suspirar por el cosquilleo placentero. Luego, nos dormimos los dos.


Espero que les haya gustado, un poco triste, pero revelador.

Pasen un lindo año nuevo. Muchas cosas buenas para ustedes.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

¡Hola!

Tardé un siglo en actualizar, lo sé, pero con Vidas Paralelas, me relajé y se me olvidó hasta mi nombre. Les pido mis mas sinceras disculpas, no tengo perdón de Voldemort
un momento, él es malo, así que el me aplaudiría, de acuerdo
fue un pésimo ejemplo.

Agradecimientos a: Faty Riddle, Luu_vaale, Remy-pher, JustForYou, Ara y Bam_potty. Les agradezco sus comentarios, siempre respondidos, como repetitivamente siempre digo. ¡Gracias!

Ahora a leer.

Go.


Desperté con el maravilloso olor a café, y mi estomago rugió de hambre.

Jack no estaba en la cama así que asumí se encontraba en la cocina, me levanté presurosa, la verdad, es que hacían días en los que no dormía tan bien, quería ver su rostro, y completar el agradable sentimiento.

No lo encontré, en cambio, la cafetera estaba puesta, dando los últimos milímetros del negro líquido. "Debe haberlo preparado antes de irse" pensé con desilusión.

Volví a mi oscura cueva, llámese habitación, ahora parecía más sombría, y a pesar, de que las cortinas estaban abiertas.

Me saqué la ropa y la arrojé a cualquier lado, yo siempre era ordenada, dentro de mi locura, pero este día no deseaba hacer nada, una puntada en la parte posterior me trajo el recuerdo de Narcissa y recordé el por qué.

Me sentía abrumada, la peor tarde que había pasado, siguió a mi mejor dormir, quién lo diría, se supone que tengo mala suerte ¿no? En mi mente, miles de razones, me decían que fuera a buscar a Jack, y que de a poco, fuera entrándome en su piel, que de a poco, lo contaminara con mi veneno, como una enfermedad mortal, o una simple gripe.

Sólo una razón tenía, para no hacerlo; ¡Emily!

OH querida Emily, no sabes las ganas, que me dan de borrarte del mapa.

Me reí de mi propio pensamiento, hace mucho que no sentía algo como eso, era extraño, mis instintos al mas puro estilo Lestrange, salían a flote.

Me quité el Brasier, hasta mi estilo de ropa interior estaba decaído; blanco. Entré al baño aún en mis pequeñas bragas, pero al entrar, choque con algo.

 

O mejor dicho, alguien.

Se me había vuelto una manía horrible, el hecho de chocar con él, o también existía la posibilidad, de que Jack lo hiciera adrede. Si no mal recordaba, ésta era la tercera vez, y por Morgana, apiádate de mi mente, ¡que manera de chocar!

Desnudo, estaba desnudo, con la toalla en el suelo, mirándome ruborizado y
Touché, me percaté de que él, no era el único sin nada encima.

Mi cabello, lo había recogido en una cola bastante deplorable, pero así me despejaba el rostro y si no tuviera mi ropa interior inferior, estaría como mi madre me trajo al mundo.

Jack me miraba con los ojos abiertos, pero sin esa expresión asustada que Draco tuvo la primera vez que me vio desnuda, era más bien, como un sentimiento de culpa o arrepentimiento.

Yo me lo comí con los ojos, lo miré sin pudor, no sabía cuando podría volver a tener una oportunidad como ésta, mucho menos estando la rubia tonta ésa, me mordí mi labio inferior, sin taparme en lo más mínimo, yo tenía siempre el lema de "Se mira y no se toca" pero hubiera dado todo por invertir eso.

Jack, luego de unos minutos, se tensó y bajó su mirada, hacia mis piernas, el lugar más santo en mi cuerpo que podría encontrar, cuando estuvieran cerradas por supuesto. Me agaché, descaradamente, frente a él, y recogí su toalla, ofreciéndosela.

La tomó, más no se cubrió con ella, sonreí, él aun seguía en el umbral de la puerta, y se me ocurrió una maldad.

Le guiñé un ojo, y de lado pase por el espacio que él dejaba disponible para ingresar al baño, mi plan, era rozar mi cuerpo con el suyo y ver qué efecto producía en él.

Ya dije, que tía Narcissa, tenía razón en todo, siempre me repitió, que tuviera cuidado con lo que hiciera, todo en la vida se devuelve, para bien o para mal y que si hacía algo, en modo de prueba, que estuviera segura, que el resultado, no lo diera yo.

Al rozar mis senos con parte de su torso, la descarga que nos invadió, no sólo lo dejo a él en evidencia, sino que también a mí.

Los gemidos que soltamos, por la sorpresa y la excitante sensación, llegaron al oído del otro, de una manera demasiado placentera.

Jack, me sostuvo de los hombros, tenía una mirada temerosa, pero ansiosa y sin pensarlo dos veces, pegué mi cuerpo al de él.

Era frustrante, no recordar nuestro "primer beso", pero me hice una increíble idea, de cómo pudo ser.

Antes de darme cuenta, mis labios estaban sobre los suyos, devorándonos, sus manos, afirmaron con fuerza mi trasero y con un pequeño salto, enredé mis piernas en su cadera.

Sentí la pared en mi espalda, fría y dura, pero contrastando con el cálido y suave contacto de Jack, sus manos acariciaban mis piernas, deliciosamente, y subían por mi estomago, hasta el limite en el que mis senos se unían a su pecho. Él no se atrevía a tocar, y yo moría por que lo hiciera.

Moví mis caderas, con descaro, contra su sexo, incitándolo, mordí sus labios hasta hacer un recorrido por su mandíbula, y llegar a su lóbulo, lamí sacándole suspiros, lo apreté con mis piernas más a mi, queriendo transmitirle el mensaje.

Para mi suerte, lo captó.

No me gustaban esas bragas blancas, así que no lamenté cuando las escuché ser rasgadas por él, sólo sentí una presión fuerte en mis caderas, por la fuerza, presión que se convirtió en contacto piel a piel. Divino.

 

Con rapidez, me trasladó hacía mi cama, arrojándose conmigo, besó mi cuello, hasta llegar a mis senos, los saboreó con dulzura y pasando el tiempo, con algo de brusquedad, lo sentía excitado entre mis piernas, y sin dudas él sentía mi humedad, alejó su rostro de mis pechos y me miró pidiendo permiso.

¡Tan tierno!

Aún pedía permiso, todo un caballero.

Le bastó la mirada y mi movimiento de caderas para darle a entender, que ahora no podía hablar, pero que le daba un pase directo, sin fecha de caducidad.

Gemí cuando se posesionó en mi entrada, nuestros cuerpos estaban perlados por el sudor y las respiraciones se mezclaban creando un nuevo y delicioso sabor.

Un portazo, nos indicó que alguien entraba a mi apartamento. Nos alarmamos, pero por alguna razón, ninguno de los dos se movió.

- ¿Pansy? - escuché la voz de Draco, y un liquido correr, me avisó que hablaba de la cocina

- ¿Qué necesitas? - grité furiosa, Jack sin soltarme, hundió su rostro frustrado en mi pecho, cubriendo uno con su mano

- Tengo que hablar contigo - informó y le escuché acercarse

- ¡Quédate ahí, ya voy! - me alarmé

- ¿Qué pasa? -

- Estoy
estoy
- miré a Jack, buscando ayuda, se encogió de hombros y me mordisqueó un pezón, sacándome un gemido - Ah

- ¿Estás bien? -

- Si, sólo me estoy vistiendo - me quité a Jack de encima, quedó boca arriba en mi cama y me miró con burla mientras ponía sus manos tras su cabeza - dame unos segundos

- De acuerdo -

Me puse un vestido azul oscuro, y besé por última vez a Jack, que seguía en esa insinuante posición.

- Dime - le dije bruscamente a Draco, mientras me servia café

- Es sobre mi madre - susurró

- Soy toda oídos -

- Haremos los arreglos hoy, Severus se encargó de todo en la noche, será en la tarde el funeral -

- De acuerdo -

Nos sumió el incomodo silencio de siempre, su timidez, más mi hostilidad, daban un tenso resultado que no me interesaba volver a sumar, me gustaba la situación, además, estaba sexualmente frustrada.

- ¿Algo más? - pregunté un tanto agresiva

- Me iré de nuevo con Hermione - dijo con la cabeza gacha

- ¿Y? ¿Requieres de mi permiso? - ironicé

- Sólo quería que te enteraras por mí -

- Draco, mira - suspiré - está bien, ya
pasó todo éste embrollo, seguiré amándote, y lo sabes, pero dame tiempo, es
frustrante que me hayas cambiado por una ratona come libros

Draco iba a responderme, pero una risa ahogada desde mi habitación, lo detuvo. Me miró interrogante, yo sólo llevé la taza a mis labios, rogando que no preguntara y se fuera luego. Se levantó como si hubiera tenido un resorte en el trasero, y lo seguí dispuesta a tumbarlo si fuera necesario, fue más rápido que yo.

Jack estaba con sus vaqueros y nada más, la toalla que habíamos dejado abandonada, estaba en su cabeza, secándole su negro cabello. Nos miró, y sonrió a Draco, con hostilidad.

- Jack Daniells - siseó Draco - ¿Qué haces aquí?

- ¿No es obvio? - dijo él, arrojando la toalla a la cama

Nos miramos, bueno, ellos se miraron mutuamente, yo los miré intermitentemente durante unos agonizantes dos minutos, larguísimos como nunca.

 

- ¿A qué hora exacta será el funeral? - intervine

- ¿Te acuestas con
él? - casi chilló Draco

- No - era cierto - ¿a qué hora?

- ¡Si, claro! - Escupió - y yo soy Gryffindor

- Pues no me extrañaría - atajé - y si quieres saberlo, no, no nos acostamos, ¿Por qué? Porque llegaste en el peor momento - grité - ahora, hazme el favor, y vete

- Será a las cuatro - informó

- Gracias -

Jack le sonrió, con seudo amabilidad y yo rodé los ojos, aquí ninguno estaba en posición de reclamar o decir algo, uno, traidor por enredarse en las piernas de una leona, el otro, maldito idiota que me
insita y tiene novia.

- No la lastimes - advirtió Draco

- No estás en posición para decir eso - contraatacó Jack

- Es mi amiga -

- Y la heriste, pero te informo algo rubito - rugió Jack, sorprendiéndome - eso no volverá a pasar, desde ahora en adelante, lo primero que Pansy verá al despertar, será mi rostro

- Hola - trate de hacerme notar

- Es mi mejor amiga, la familia que me queda -

- Yo nunca la vi como amiga, de hecho, la detestaba, hasta ese primer beso que me enloqueció - sonrió - y si de familia hablamos, me encantaría formar una con ella

- ¿Crees que ella querrá? - Espetó - tienes novia, imbécil

- ¡Hola! - Chillé y por fin los dos me miraron - bien, ahora que tengo su atención, Draco, por ahora, no puedes llenarte la boca con eso de es mi mejor amiga, por favor, no me hagas reír, que lo haré. Jack, está Emily - ese nombre me salió de los labios como basura - y la quiero fuera del juego

- No debes pedirlo - me susurró con una sonrisa

Le miré con cara de boba, y sonreí tanto que me sorprendió no empezar a babear, un carraspeó proveniente de Draco, me devolvió a la realidad.

Los dos salieron al mismo tiempo de mi apartamento, Draco, asesinando a Jack hasta que su ascensor cerró, me reí, a pesar de todo lo que había pasado con él, me protegía mucho, como Theo, nunca ningún hombre era lo suficientemente bueno para mi, y lo agradecía, pero lo que menos necesitaba ahora, eran problemas.

Jack, se acercó a mí, luego de que Draco desapareciera de la vista, me abrazó con dulzura y me susurró tiernamente al oído.

- ¿Cuáles son los siguientes pasos a seguir, princesa? -

- Terminarás con ella - ordené

- No lo creo posible - me dijo y me asusté

- ¿Por qué? -

- Porque ella me terminó, cuando me pasaron tu mensaje ayer - miró al techo - creo que la herí

- OH - exclamé aturdida, algo en mi pecho molestaba

- ¿Qué pasa? -

- Creo
creo que
¡Rayos! Siento lastima por ella - musité

- Tranquila, ella entendió, pero de todas formas, no quiere verme - se encogió de hombros - me hizo darme cuenta de muchas cosas, y sé que estuve con ella poco tiempo, pero es una persona encantadora

- ¿De qué cosas? - indagué

- De que
me gustas mucho - se sonrojó - y que estuve con ella, para tratar de herirte

- ¿Así? -

- A veces, los hombres, actuamos como ustedes, las chicas - se burló - tan impetuosas y arrebatadas

No pude enojarme por ese comentario, lo intenté, en serio, pero no pude, sólo me uní a su risa y le rocé los labios con ternura.

- Despacio - le susurré

 

- ¿Qué?

- Quiero que vayamos despacio - tragué saliva - allá adentro, dijiste, que no te molestaría tener familia conmigo

- Lo dije en serio -

- Perfecto - le dediqué una sonrisa nerviosa - sólo que, yo me espanto un poco con eso, y deseo estudiar, y soy joven

- Entiendo -

Me mordí el labio, y sabía que me arrepentiría de todas esa palabras melosas después, pero cuando estaba así en mis brazos, tan sólo mirándome dulcemente, me sentía demasiado vulnerable, él sacaba toda el azúcar de mis venas, y me obligaba sin nada de resistencia, a hacer bobadas, como estarlo mirando ahora mismo creyendo que era el último rayo de sol. Soy débil. ¡Maldita sea!

- Hol
-

El saludo que escuché venir del ascensor, se frenó en seco, desconecté mis ojos de Jack un momento, para ver quien interrumpía ésta vez. Mi sonrisa abarcó todo mi rostro, cuando mi pequeño hermano, adentro de un pulcro traje negro, miraba amenazante, a mi no.

- Tom - exclamé emocionada, lo más probable, era que mi madre lo haya dejado en el Lobby, y que a mi me estuvieran llamando para avisarme de su llegada, pero en el pasillo, poco que cundía el asunto

- ¡Quítale tus manos de encima! - gritó mi hermano

Y se lanzó sobre Jack.


Raro capítulo ¿No?, pues que Pansy necesita paz, ¡Paz Mundial!, así que, ahí le di su paz.

Besitos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Perdón por tanta tardanza, estoy muy estresada pero más tranquila, raro ¿no?, pero en fin, qué le vamos a hacer.

Quiero decirles, que sólo quedan tres capítulos, será corto como dije en una ocasión, y si no ven tanta acción es por que las cosas se complicarán después, aunque nada fuera de lo común, dije que sería un Fic de Pansy, algo humano que leer de ella.

Agradecimientos a: Ara, Xiquita_potter, JustForYou, Snow princess, Luu_vaale, Remy-pher y Bam_potty. Gracias comentar, los quiero mucho.

Ahora a leer.

Go.


- ¡Ya te lo dije Alesia, no insistas! - grité por el teléfono

No había visto a mi amiga, en muchos días, pero la entendía perfectamente. Mi cumpleaños era
hoy, pero mi vida no estaba en su cause natural, como para ser capaz de salir a divertirme y "ligar" con chicos.

Los días anteriores fueron una tortura para Alesia, tan sólo no podía distraerse de lo que ella llamaba "Maldita y puta monotonía" sino que no podía acompañarme en mi dolor. El funeral de Narcissa, fue el más bello que he visto jamás, de acuerdo, no es que haya ido a muchos, pero si el segundo, y aunque no recordaba el primero, estaba segura que nunca hubo uno igual.

Pareció una fiesta de gala, a la altura de la imponente Narcissa, y a pesar de que ella no se creía una mujer de la alta sociedad, no por lo menos en el último tiempo, siempre gustó de la buena ropa y los excelentes modales.

Alesia no pudo ir, no teniendo a todo el mundo Mágico atento y con sus varitas afuera, brindándole honores a mi tía. Se sintió desplazada, y en mi mente me repetía que no podía sucumbir a su chantaje poco sutil, pero de a poco, éste tenía su efecto.

 

- No, no, no, no - me chilló por el auricular

- Escucha
-

- No, no, no, no - siguió

- Alesia -

- No, no, no, no -

- ¡Alesia! - Grité y por fin se calló - no puedo, está mi hermano en casa

Miré hacía el living de mi sala y ahí, Jack estaba junto a mi hermano, viendo un partido de Fútbol, es que después de que Tom le diera justo en las canillas, unas palabras mágicas de parte de Jack y Plop, ahora Tom insistía en que se quedara en casa y sólo lo dejaba irse cuando él debía trabajar, hasta le controlaba el horario de llegada.

- No es escusa nena, no-lo-es - instó

- Pero
pero -

- Pásame a Jack - ordenó

- Ni lo sue
-

- ¡PASAMELO! -

Le entregué el teléfono a Jack, que lo recibió interrogante pero sin decir nada, al ubicarlo en su oído, sólo exclamó monosílabos como "Ajá" "Está bien" "Entendido", por descontado puedo decir que no pude entender absolutamente nada. Me lo devolvió y dijo con malicia en los ojos y la voz; - Espero no demores más de veinte minutos en arreglarte, eso es lo que demorará Alesia en llegar -

- ¿Qué? - chillé

- ¿Saldrás Ansy? - preguntó mi hermano, prestando atención

- No - alegué

- Lo harás - refutó Jack, volviendo la vista al partido - me quedaré con Tom ¿Qué dices tu campeón?

- ¡Si! - Gritó emocionado - ¿Cuándo te vas?

Lo miré de mala manera y tras susurrar un "Traidor" me metí a la ducha, más que nada para relajarme.

Me vestí con unos jeans azul bien oscuro, casi negro, calcé mis Manolos negros, de punta fina pero baja, estaba decidiendo qué ponerme para arriba, estando sin sujetador, cuando Jack irrumpió en el cuarto.

- ¿Estás lis
? - quedó a media frase

- Si, ¿Qué tal? - le dije y di una vuelta para él

- ¿No saldrás así verdad? - inquirió

- ¡Claro que si! - Me hice la ofendida - tu me orillaste a esto, sufre

Me tomó del brazo, cuando quise salir del cuarto, me besó y cubrió un seno con su mano, sacándome suspiros.

- Ponte algo, no saldrás desnuda hacía arriba - exigió con voz suave para luego darme un beso en el cuello y retirarse

Me quedé así por al menos un minuto, luego salí de mi estupor. Así quedaba luego de que él me besaba, cada vez, no había cambio alguno con el tiempo, y aunque no teníamos
relaciones, sentía que no necesitaba más, estábamos acostumbrados, cada vez que nos besábamos con pasión o queríamos ducharnos juntos, mi hermoso hermano hacia acto de aparición, ahora empezaba a creer que Slytherin era buena opción para él.

Sólo me puse una polera blanca y me despedí de mis hombres cuando Alesia llegó emocionada al apartamento, supongo que por verme después de tanto tiempo.

- Hola Jack - saludó con una sonrisa

- Un gusto, de nuevo - respondió él gentil

- ¿Quién es él? - indagó Alesia, besándole la mejilla a mi hermano que estaba comenzando a ponerse rojo

- Es Tom, mi hermano - sonreí

- ¿Y por qué no me lo habías dicho? - chilló, sin pudor al publico

Mi sonrisa desfiguró a una mueca, a una de las tantas que poseía, mi mirada cambió de una manera amenazante, y mi lengua se afiló más de lo que ya estaba, odiaba cuando Alesia hacía eso.

 

- ¡Te lo dije! - acusé airosa

- ¡No! - se defendió

- Alesia, te conozco de años, te hablé hasta de la rata miserable esa, como crees que no te hablaría de alguien tan adorable - las dos nos volteamos a él y le sonreímos dulcemente, para luego retomar nuestras duras miradas

- Si, es adorable, pero no, no dijiste algo de él - comenzó a mover sus manos - dios mío Pan, ¿qué te han hecho? - Teatralizó - unos días sin mí y me sacas de tu vida

- Siempre te cuento en todo lo relacionado con mi vida - rodé los ojos, Jack sólo sonreía mientras Tom trataba de fundirse con los cojines

- ¡Si, claro! - espetó furiosa - como cuando me dijiste que tenias un vecino tan sexy

- Alesia, lo conocí el mismo día, y no hables de él como si no estuviera aquí -

- Lo siento - le dijo a Jack - pero te aseguro Pan, que recordaría algo como ese precioso niño

- ¿Recuerdas a alguien de nombre Tom? - pregunté ya más calmada

- Por supuesto, es ese tipo que siempre andaba con un libro bajo el brazo y que se parece a ti, pero es adorable - dijo haciéndose la inteligente y con los brazos cruzados

Me acerqué a mi hermano, y de un golpe lo levanté del sillón, jalándolo por el brazo, quizá demasiado fuerte, lo puse frente a Alesia, que me miraba con cara de "¿Qué hace ésta loca?".

- Te presento a TOM - hice énfasis en su nombre - tiene ocho años, casi nueve - me corregí al ver la cara de mi hermano - y si, siempre anda con un libro bajo el brazo

Alesia se llevó las manos a la boca, tapando su grito de asombro, lego bajo a la altura de él y abrazo su cabeza, enterrándola entre sus senos, mi hermano estaba rojo de vergüenza, pero por alguna razón, no decía nada.

- Lo siento - me susurró - pensé que era mayor, ya sabes, por lo que me decías de él, se nota muy maduro

- Lo es, lamentablemente - escupí

- ¿Estás enojada? - preguntó dudosa

- Molesta - corregí

- ¿Cuál es la diferencia? - rodó los ojos

- Si me permite señorita, el enojo es un grado peor de la incomodidad por un acto en contra de uno que la molestia, es mas fácil que la molestia se pase a que el enojo, así que usted posee suerte en que la serpiente de mi hermana sólo esté molesta - interrumpió Tom - son cosas relacionadas entre sí, pero muy diferentes

Alesia se le quedó mirando, sorprendida, y luego, luego de sacudir su cabeza y agradecerle a mi hermano la explicación, se ubicó a mi lado, esperando que él fuera a sentarse.

- ¿Es real? - bromeó

- Si - reí - yo también creía que era una especie de súper-niño

- Es que
wow - exclamó - ¿hay algo de lo que no sepa?

- Me gustaría decir que de sexo - fruncí el ceño - pero cada vez que
ya sabes, con Jack, llega y lo arruina todo

- OH - se lamentó Alesia, pero una sonrisa extraña se asomo en su rostro

- Tom - dijo llamando su atención - dime, ¿quieres venir conmigo?

- ¿A dónde? - preguntó receloso

- Mis primos están en la Mansión - dijo mansión con algo de desinterés que captó la atención de mi hermano - y tenemos canchas techadas, veo que te gusta el futbol, ellos lo juegan

- Pero
¿no ibas a salir con Pansy? - sonrió

 

- No, cuando Pansy está molesta es muy aburrida - se le acercó - ¿O no?

- Si que lo es - respondió Tom

- ¡Ey! - Alegué - sigo aquí

- Si, si, como sea - me ignoró - ¿te animas?

- Claro que si - se ilusionó - ¿Puedo hermana, puedo?

- Que bien, ahora si soy tu hermana - me hice de rogar

- Di que si - puso cara de cachorrito

- De acuerdo - me rendí, la verdad no sé qué planeaba Alesia

- ¿Puedes ir Jack? - preguntó Tom

- Tengo que hacer mañana -

- Pero no es día de trabajo -

- Tengo familia, pequeño monstruo - rió

- Está bien - quedó conforme

Cinco minutos después, yo seguía preguntándole a Alesia, que demonios era lo que planeaba, estaba en otro mundo, con los pies en el aire, no captaba las indirectas. Por fin Tom salió con uno de mis Prada más grande, llevaba ropa dentro, yo no poseía de esas cosas que llamaban maleta.

- Pórtate bien - le dije en el dintel de la puerta

- Si - me gritó al entrar en el ascensor, deteniéndolo para esperar a mi amiga

- Cuídalo ¿quieres? - le rogué a ella y rodó los ojos

- Sé cuidar niños, aunque no lo creas -

- Me dirás ahora de qué va todo esto - interrogué

- Digamos que ya no debo comprarte un caro regalo de cumpleaños - sonrió - Pórtate mal Pansy Pan

Entró al ascensor y antes de que se cerrara, gritó un "Disfruta el regalo, feliz cumpleaños".

Cerré la puerta y cuando las manos de Jack, a los costados de mis muslos me enviaron una deliciosa descarga por mi cuerpo, capté el mensaje subliminal.

- Me agrada tu amiga - me sonrió en el oído

- Si - sonreí - tiene cada ocurrencia

- Ven - tomó mi mano - vamos

Me llevó al cuarto y mientras me adentraba en la ducha a punta de besos y se deshacía de mi ropa, en mi agradecida mente, sólo se repetía lo mismo ¡Claro que disfrutaré Alesia, claro que sí!

Qué iba a saber yo, que ese regalo de Alesia, sería tan importante, de muchas maneras.


Espero que les guste, a mi este me parece tan aburrido, pero necesitaba que Alesia apareciera de nuevo, veremos qué sigue pasando.

Besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

Volví, jajaja, que rápida ¿No?, pero me inspiré y traje algo para que leyeran, empiezo a formar el jaleo, ¡no te lo pierdas!

Agradecimientos a: JustForYou, Xiquita_potter y Remy-pher. Gracias por sus maravillosos comentarios, las quiero.

Besitos enormes.

Ahora, a leer.

Go.


Fue sensacional, mi cumpleaños fue todo lo que pedí y mucho más. No olvidaría esa noche, por nada del mundo lo haría, no estaba en mis planes, y aunque lo estuviera, era una imagen difícil de ignorar.

Aún ahora, sentada en la terraza de mi apartamento, sólo llevando mis bragas y la camisa de Jack, la que no cedí cuando él tuvo que ir a ver a su familia, con una taza de café en mis manos, sentía mi piel sensible por la noche anterior, o madrugada, mejor dicho.

Suspiré como boba una vez más, y estirando la mano, alcancé mi bolso que llevé conmigo antes de salir, rebusqué por este, encontrando mi cajetilla de cigarros.

 

Hice lo que nunca debes hacer, si no sabes fumar, hacerlo sin nada en el estomago, completamente vacío. Prendí el primer cigarro en días, mejor dicho, en meses.

Seguía tratando de recordar algo de esos dos meses de zombie, a los que obligada fui sometida, pero nada, la gente, y los doctores obviamente, tienen razón en decir que el cuerpo es capaz hasta protegernos de uno mismo, pero lo mío era demasiado, además, no tenia problemas con que Draco se enredara con Granger, ¿Verdad?

Calé mi cigarro con profundidad, a la vez que movía la cabeza sintiéndome estúpida. Narcissa me había dicho que siempre lo amaría, pero de una forma diferente, no había nada de que preocuparse.

Me levanté de mi asiento, en cuanto el timbre sonó, era algo ilógico que se me necesitara a estás horas de la mañana
de acuerdo, eran más de las nueve, pero ya no trabajaba así que no necesitaba madrugar, menos un día sábado.

Fui en busca de la persona más insistente del planeta, aquella que tocaba el timbre por primera vez, como si no supiera que con unas dos veces, está más que bien.

Abrí de una manera brusca, sin chequear antes de quien se trataba y las obscenidades que comenzaba a acumular en mi afilada lengua, se atoraron en mi garganta.

- Hola - saludó tímido - ¿Molesto?

- No, no, como lo imaginas - me recompuse - pasa, pasa

- Gracias -

Cuando ingresó a mi apartamento, chequeo alrededor y una sonrisa se apoderó de su pálido rostro, me lo quedé viendo, sin saber exactamente porqué reía.

- Está mas
diferente - espetó después de unos minutos de silencio, para nada incómodos

- ¿Cómo? - Me extrañé - es la primera vez que vienes - reí, mi instinto primario me tentaba a burlarme de él

- Bueno - se volteó a verme - estuve aquí cuando estuviste comatosa

- ¡Yo no estuve comatosa! - alegué y caí en cuenta - ¿estuviste aquí?

- Si, te llamé al celular, para saber como habías llegado - frunció el ceño - y me dieron la mala noticia

- ¿Quién? - interrogué

- Alesia - sonrió y me extrañé de esa reacción

- ¿Por qué pones ésa cara de bobo al decir su nombre? - escupí más brusca de lo que quería

Rodó los ojos exasperado, lo mismo hacía cuando estábamos en el Café-Bar y yo no comprendía algo. Damon invadió mi cocina, aún sin contestarme y puso a andar la cafetera, se acercó a mi, y me sacó la taza que aun llevaba de la mano, mejor así, hacía olvidado que la traía.

- ¿Por qué no contestas? - exigí confundida

- ¿Café? - ofreció con una sonrisa

- Si, por favor - bajé la guardia, un café es un café

- Ve a la terraza, espérame, llevaré los Cafés, además que se cayó tu cigarro en la mesa - se burló

Volteé la cabeza de una forma dolorosa, por lo rápido, y vi, como él había mencionado ácidamente, a mi cigarro quemando la mesita de la terraza. Corrí a la cocina y tomé un paño húmedo, al llegar a la terraza, apagué lo que quedaba de mi cigarro, la nada misma y puse el paño, para bajar la temperatura.

Maldije unas mil veces en voz decentemente baja para mi, no para los demás, seguro que Damon me había escuchado, para lo que me importaba. Más me preocupaba, el oscuro y horrible circulo que quedó por la culpa de mi descuido, no era que me lamentara el hecho, sólo que sabía cuanto le gustaba a Alesia esa mesa.

 

Alesia.

Claro, nada de distracciones, ahora averiguaría eso de sonreír al nombrar a mi amiga. Tomé asiento en la terraza, sin ir a dejar el paño, nunca se sabe cuando un accidente puede ocurrir
de nuevo.

Damon llegó con dos tazas humeantes de negro y caliente liquido negro, la brisa matutina en estos días, estaba descendiendo peligrosamente, y la mayoría de la gente, estaría más abrigada que un oso polar, yo me sentía en mi hábitat natural, la verdad, detestaba el sol, mejor dicho el calo, que el sol quedara donde quisiera, mientras no me convirtiera en carbón.

Bebí un trago y prendí otro cigarro, ante la mirada reprobatoria de Damon, le saqué la lengua, no me importaba mucho que detestara que fumaran cerca de él tan temprano.

- Bien, ¿Qué te trae por aquí? ¿Y tan temprano? - Me escandalicé - ¿Por qué nadie me dijo que viniste a verme? ¿Qué te dijo Alesia? ¿Qué te traes con Alesia? ¿Qué es esa sonrisita al oír su nombre? Si, ésa misma - bombardeé sin piedad

- Déjame ordenar tan inquietante cuestionario - se sobó el mentón, fingiendo pensar y yo me exasperé - ¡tranquila! ¿Siempre estás de tan mal humor?

- De hecho, estoy de excelente humor, tuve una increíble noche - sonreí exageradamente - sólo que no me gusta, no saber que pasa en mi casa - hice un insolente énfasis en el "mi"

- Perdón, princesa - se levantó e hizo una leve reverencia para luego sentarse y beber de su café

No quería reírme de su actuar, pero con él era un poco difícil, siempre encontraba la forma de sacarme una sonrisa, ya sea con comentarios o poniéndose palitos en las orejas, era todo un Show. Además, lo echaba de menos.

- Ya - me relajé - ¿Qué te trae por acá?

- Sólo deseo que escuches - se puso serio - responderé las preguntas que ya me hiciste y las que tengas por hacer

- ¿Qué rayos
? -

- Eh, eh, eh - me detuvo al yo tratar de seguir, hice un mohín infantil pero guardé silencio - Primero, dos cosas me traen por aquí - sacó un paquete de su chaqueta y me lo pasó - la primera ¡Felices Veinte!

Le sonreí y tomé el paquete, cuando lo despojé de su papel, una caja roja me hizo gritar de emoción. En el tiempo que estuve en Martina´s Sky, Damon me obsequiaba cada poco, unas galletas chinas, "Pocky", galletas en forma de varilla, y el 90 por ciento de las mismas, estaban cubiertas de chocolate, blanco, negro, de vainilla, frutilla y demás. ¡Deliciosas!

- ¡Gracias! - exclamé contenta, era la primera vez que tendría una caja entera

- Siempre te gustaron y yo era bien tacaño al ofrecerte - se encogió de hombros - así que pensé, serían un regalo adecuado

- Claro que lo es -

- Ahora, la segunda razón, es
Alesia - sonrió nervioso - lo que me lleva a tu segunda y tercera pregunta, de un modo raro. No es temprano, no para la gente normal - me sacó la lengua, le devolví el gesto - digamos, que en el tiempo en que estuviste
ida, Alesia y yo nos hicimos amigos, ella venía constantemente a visitarte y cuidar de ti, turnándose con ese amigo tuyo, Theo, Jack también, sobre todo el último

Me enrojecí ante tal aseveración, yo le gustaba a Damon y que le haya dado una oportunidad a Jack en vez de a él, sería una noticia terrible, o eso era lo que pensaba.

 

- Jack y yo
- comencé

- Guarda silencio - ordenó y por alguna razón, me recordó demasiado a Draco, al antiguo Draco, claro, sin mencionar su obvio parecido físico - lo siento - se relajó - sólo quiero que escuches

Asentí cohibida, y me acomodé en mi asiento, mientras lo veía remover sus manos e inspirar con dificultad.

- Sé de tu relación con Jack, sé por labios de Alesia que éste tipo te estuvo frecuentando, aún cuando querías a Malfoy, lo que me
extraña, es que no me lo hayas comentado - sonrió - aunque no soy nadie para exigirte cosas ¿No, Pan?

- Puedes
Ups, lo siento -

- Quedé algo descolocado, pero no dejé de venir a verte en cuanto podía, cuando no, me comunicaba con Alesia, para ver tu evolución, lo cuál responde muchas de las anteriores preguntas - inspiró - cuando llevábamos un mes, sin ver reacción de tu parte, y Alesia estaba muy deprimida, le pedí a tus amigos un Break para ella, y la llevé a mi casa en Argentina

Abrí los ojos, como dos esferas azules apunto de salirse de su ubicación, estaba captando para donde iba la conversación. Y no me gustaba para nada, pero por una buena razón.

- Bebimos, nos besamos, tuvimos sexo - sacó uno de mis cigarros y lo prendió, no sabía que fumara, aproveché el viaje, para encender uno para mi - sólo una vez

No quise decir nada, después de mi "despertar", había visto a Alesia una vez, la noche anterior, pero habíamos hablado mucho por teléfono, claro que la notaba diferente, pero supuse que era por mis ausentes dos meses.

- Y digo sólo una vez, por que en las demás y si, sonará cursi, te aseguro que le hice el amor - su mirada era muy dulce - eso es lo que me traigo con Alesia, de hecho, queremos vivir juntos y por eso sonrío al escuchar su nombre

El veneno se acumulaba en mi boca, lo pasaba cada poco con un sorbo de café, resistiendo las ganas de hablar.

- O te lo estás tomando demasiado bien, o no quieres tener un cadáver en tu balcón - tanteó el terreno

- Claro que no - sonreí peligrosamente - eso se vería antiestético

- ¿Estás enojada? ¿Es porque me enamoré de ella? -

Al escuchar su última pregunta, mi molestia descendió, fue anestésico escuchar aquello, pero no hizo mella en mi furor, no estaba incomoda con su relación, el que Alesia se mudara a vivir con alguien, hablaba de lo serio del asunto, era otra cosa, la que me molestaba.

Sólo nos observamos, intensamente, él más cohibido cada vez, yo más amenazante, pero no deseaba abrir la boca para comunicarle que el drama no era con él, no, que sufriera.

Escuchamos unas voces afuera del apartamento y los dos volteamos las miradas en ésa dirección, una llave era introducida en mi puerta, presta a abrirla, y con eso, Alesia, Jack y mi hermano, entraron a la habitación.

- Si, sería genial hacerlo de nuevo - escuché decir a Tom

- Cuando quieras pequeñín - aceptó Alesia

- ¿Cariño? - espetó Jack, al verme avanzar sin siquiera mirarlos

- ¿Qué pasa Pansy? - Rió Alesia - te despertaste de mal humor, está bien, a todos nos

Damon se acercó a los demás, por lo que supuse por eso, Alesia había cerrado la boca. Lavé agresivamente mi taza y la que me pasó Damon, sobre todo aquella, estaba canalizando mal mi molestia, pero nunca había sido buena para cosas como ésas.

 

Jack se acercó por detrás de mí, me abrazó y susurró tranquilizadoramente en mi oído, recordándome lo más importante del asunto.

- Es tu mejor amiga, casi hermana - suspiró y luego me besó en el cuello - vamos a mi apartamento campeón

- Si - dijo mi hermano, captando lo tenso del ambiente

- ¿Vienes Damon? - preguntó Jack

Los tres salieron del apartamento y los escuché cerrar la puerta del de Jack, una música levemente más alta, le siguió, dándonos algo de intimidad.

- Pansy - susurró ella, al estar solas - yo quise decírtelo

- No parece - espeté con agresividad

- Estuviste en un estado catatónico, quería que te acostumbraras - rogó

- ¿Acostumbrarme a qué, Alesia? - Grité - ¿A que despierto y ya no está más mi amiga?

- Estoy aquí Pansy - dijo dolida - siempre estoy aquí

- No te reconozco Alesia - solté

- No digas eso - pidió con lágrimas en los ojos

- ¿Qué quieres que diga? - Ironicé - ¿Felicidades, por burlarte en mi cara? ¿Gracias por reírte de mí? ¿Me enorgullece lo cobarde que resultaste ser?

- ¡No! -

- ¡¿No qué?! - grité enfurecida, exigiendo una explicación

- No es así, no entiendes - musitó entre sollozos - lo amo, me enamoré de él, y tu, tu estás con Jack, Pansy, eres feliz y no pensé, no pensé que te dolería tanto

- Eres tu la que no entiende Alesia -

Me acerqué a ella, con lágrimas peligrando por salir, el amor si que hacia daño, pero no sabía que lo hiciera en las neuronas, lo más probable era que las adormeciera.

- No me molesta que estés con Damon, me alegra - sonreí desesperada - me molesta, que con los años que nos conocemos, me haya tenido que enterar de sus labios y no de los tuyos

- ¿Cómo? - dijo entendiendo mi malestar

- Damon es un hombre increíble Alesia, y nadie mejor que tú para hacerle feliz, pero ¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste tú?

- Yo
no tuve tiempo - se excusó secando sus lágrimas

- No digas boberías, pudiste decírmelo por teléfono -

- No es algo que puede decirse por teléfono - rebatió

- Puede que tengas razón - concedí - pero no es excusa, pudiste decírmelo ayer

- Te habría arruinado el cumpleaños -

- ¡Deja esas estupideces, Alesia! - grité más furiosa - nada, y óyeme bien, nada de lo que tenga que ver contigo y mucho menos algo que veo que te hace feliz podría arruinarme un día, ni hablar de mi cumpleaños, es un festejo absurdo comparado con tu felicidad

- Pansy yo
- comenzó a llorar otra vez - lo lamento tanto, debí hacer un esfuerzo por hacerte enterar, pero tenia miedo, además, él se fijó en ti primero, eres más bella, más inteligente, más

-
Desquiciada - completé y reí - ¿Es que no te ves? No puedo creerme tu inseguridad amiga, pero me veo en ti, y te aseguro que si sigues con esos pensamientos, estos te hundirán, soy una prueba viviente de ello. No te desmerezcas, que por lo bobo que se ve, es obvio que te ama con locura

- ¿Tu crees? - preguntó dudosa

- ¿Tu crees? - me burlé de ella con una mueca - obvio que si, boba

Los chicos volvieron quince minutos después, mientras con Alesia, tan amigas como siempre, al ellos abrir la puerta, les sugerimos Pizza de almuerzo.

 


Primera parte de Las malas reacciones, ya verán lo que se viene.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

¡Hola!

He vuelto impresionantemente rápido, increíble ¿no?, pero me inspiré, después de leer el capítulo final, sin contar el epílogo claro, de Chocolate con Cereza, me llegó un palo de inspiración, aun me duele la cabeza, por el palo.

El capítulo al principio, será algo lento, pero quiero dejar en claro, a lo que se dedicará Pansy de ahora en adelante. Luego, ser volverá muy rápido y vertiginoso, como les advertí en una ocasión. Sólo queda un capítulo, el final y véanlo como un epílogo también, por que no haré otro, sólo ese y nada más.

Agradecimientos a: Bam_potty, Luu_vaale, JustForYou, Xiquita_potter, Ara y Remy-pher. Gracias por sus maravillosos comentarios y por leer mis locuras.

Ahora, a leer.

Go.


Cuatro meses después.

Caminaba por la calle, con la frente en alto, sin mirar a nadie más, sin despegar la mirada de mi objetivo.

El gran edificio se imponía ante mí, y me percaté de que su presencia, alejaba a muchos, tal vez por que su imagen, no iba con la del maravilloso edificio.

Llevaba mi cámara lista, y mi portafolios en la otra mano, estaba ansiosa, la verdad nunca creí, que el mundo Muggle me resultara tan emocionante. Miles de cosas por hacer, y en mi mundo, casi todo giraba en torno al ministerio.

Entré con garbo, con una elegancia impregnada en mi, me acerqué a la bien vestida recepcionista, que me miró como si hubiera salido de un catalogo, su boca se abrió unos centímetros para luego fruncir el ceño negativamente, tendría problemas con las chicas entonces.

- Hola ¿en qué puedo ayudarte? - dijo con amabilidad fingida

- Tengo una cita con Adolfo Schummer - informé y saqué pronto mi celular, marqué su número

- Lo siento querida, nadie puede verlo a ésta hora de la mañana - sonrió triunfante

- Hazme el favor de decirle que la señorita Parkinson está esperándole - escupí sin mediar mi mal humor

- Ya le dije que no se puede, ahora usted hágame el favor de retirarse -

La vi llamar a unos guardias y rodé los ojos por ello, mi celular seguía marcando y una voz al otro lado, me contestó con entusiasmo.

- ¡Querida! ¿Ya llegaste? - me gritó por el auricular

- Si, espérame unos segundos - informé y bajé el celular - no te atrevas a tocarme - le siseé al guardia - que no podrás sentarte en una semana

- Señorita
- se molestó el hombre

Hice caso omiso a su intento de apresar mi antebrazo, me apegué al mesón de recibimiento, donde estaba la chica antipática, con brusquedad, puse mi Prada en la mesa, haciéndola enfadar aún más.

- Señor Park, llévesela - exigió la mujer

- ¡Hola Adolfo! - exclamé de nuevo en el celular y escupiéndole en la cara a esa tonta - Estoy abajo, tratando de que tu secretaria

- Recepcionista - alegó ella

-
Si, si, como sea - hice un gesto con la mano - me deje pasar, pero veo que está empeñada en que el "señor" Park me saque de las instalaciones

 

Mi teléfono comenzó a sonar, un "Tu" "Tu" "Tu" intermitente me indicó que Adolfo me había cortado la llamada. Lo guardé de regreso en mi cartera y me paré aristocráticamente frente a ellos, sin dejarme amedrentar.

- ¿Y supones que creeré que hablabas con el señor Schummer? - Rió divertida - no seas patética linda, si, estás vestida como para trabajar en ésta compañía, pero jamás lo conseguirás

- ¿Tu crees? - fingí sorpresa

- Por supuesto - sonó el ascensor al abrirse - Adolfo sólo contrata a personas con cerebro

- Exacto - escuché decir a Adolfo mientras se acercaba - y no recuerdo pedir, que me llamaran por el nombre de pila

- Lo siento mucho, señor - se avergonzó la chica

- Ella es Amanda - la presentó - el es Eduardo, los únicos que trabajan en este piso - rió - verás aquí abajo sólo se celebran las fiestas, si ves las puertas a los costados - apuntó - te encontrarás con dos salones que ocupan la base del edificio

- Interesante - susurré y fulminé con la mirada a la chica

- Este lugar es de paso, de ella depende que no entren maniacos - rió Adolfo

- ¿Parezco una de ellas? - inquirí de broma

- Querida por favor, sólo mírate - se alarmó - date una vuelta

Giré despacio y de una forma delicada, traía un vestido verde esmeralda, ceñido al busto y con caída libre desde mi cintura, formando varias ondas, sin breteles, me llegaba un poco más arriba de las rodillas. Mis Manolos me acompañaban como siempre, la altura exacta del taco, de por si ya era alta, no quería verme demasiado, de color gris opaco, con sólo una cinta que iba desde la parte posterior de mi pie, hasta adelante, una especie de cinturón.

Mi cabello, ya desprovisto de su Fucsia color, caía como cortina detrás de mi espalda y a los lados de mi rostro, sin taparlo ni quitándole protagonismo. Una chaqueta Chanel, blanca, yacía sobre mi cartera.

- Y sin maquillaje - dijo Adolfo, regocijándose

- Al natural - sonreí - no muchas pueden darse ese lujo

Miré a Amanda, y su sonrojo se hizo evidente a pesar de la fina base que cubría su rostro, yo no tenía la necesidad de usar eso, un poco de brillo labial y me veía estupenda.

- Vamos a mi oficina - apremió él

- De acuerdo -

- Por cierto Amanda - anunció - la próxima vez que necesite bajar para recibir a la señorita Parkinson, serás despedida

- Lo
si
siento - balbuceó

- Ella es una de las mejores en su área, y si te dice que tiene cita conmigo, es que la tiene -

- Déjala Adolfo - intervine, sólo para quedar bien

- Tú siempre tan amable Pansy - me halagó - vamos

Subimos al penúltimo piso, donde estaban los ejecutivos, dejando muy agobiada a la dulce Amanda. Al pasar, la gente me miraba y exclamaban entusiasmados, mi vestido ondeaba de la forma perfecta rozando mi piel con delicadeza.

- Por cierto Pansy ¿Diseñador? - preguntó

- Dolce & Gabbana - sonreí - no usaría nada menor

- ¡Divino! -

Ofreció una silla frente a su escritorio, que tomé con una radiante sonrisa.

Alfonso era dueño de la mitad de Poise Magazine, un hombre en sus cuarenta y tres con un gusto exquisito al vestir. Su "esposa", la misma que tenía un Affaire con el editor de Vogue, era la dueña un treinta, a pesar de que fue ella quien comenzó con la revista.

 

Adolfo, al verse traicionado, movió los hilos de la empresa y su mujer, pensando que sólo quería lo mejor para el negocio, le otorgó los poderes necesarios, así fue como del cuarenta que poseía quedó con treinta y como Adolfo de su cuarenta, quedó con cincuenta.

Los demás socios, consistían en iconos de la moda, pequeñas acciones de la gran compañía, pero las decisiones ahora pasaban estrictamente por Adolfo.

El odiaba la moda, siempre fue un millonario hombre, y niño, su primer carro fue un convertible azul a los catorce, siempre iba por la vida repitiéndolo, ya que dos días después, lo chocó. Pero todo cambió al descubrir a Martha con el editor, comprendió que las Relaciones Publicas no era lo suyo e investigó lo que era la moda.

Quedó fascinado, su olfato para captar publico, para relacionarse, hicieron de Poise una de las revistas más populares y costosas del país. Ahora vestía, Armani, Dolce, y sobre todo los trajes de un japonés del cual recuerdo el nombre, pero no puedo pronunciarlo, es comprensible, tardo más de ocho segundos es recitarlo.

La revista comenzó como una distracción para su señora, su hijo al ir a una escuela privada, no era mucho lo que molestaba, por lo que ella alegaba aburrimiento. Adolfo al verla sólo leer revistas de Fashion, decidió darle el capital y ella gustosa aceptó.

Adolfo era magnánimo, un hombre completamente de negocios que sabe cuándo y cómo divertirse, es lo suficientemente inteligente como para saber cuando su mujer mete mucho la nariz o cuando la misma trata de pasar las ideas de Poise para venderlas, toda una zorra.

- Bien Pansy, déjame decirte que luces fantástica - comentó - pero no es el atuendo adecuado para

- Adolfo - atajé antes de que terminara - déjame hacer mi trabajo, yo no te digo como hacer el tuyo

- Te adoro - sonrió - no sé como fotografiarás con ese vestido, pero ni modo

- Una mujer, tiene sus trucos - me crucé de piernas, lo vi tratar de ver más allá - siempre sabemos como guardar lo necesario

- Como digas -

Luego del incidente con Alesia, y de ver por milésima vez la semana de la moda en París, había decidido que necesitaba incorporarme a la moda, la obsesión de mi amiga, me había sobrepasado increíblemente.

Compré mí amada cámara al día siguiente y tomé un curso más que intensivo para convertirme en fotógrafa, no soy paciente, así que hice trampa, un movimiento de varita y ya estaba en el mercado. Las fotos en mi portafolio eran mi carta de presentación, como una modelo, eran fotos mayoritariamente de Luna, la novia de Theo, era muy fotogénica y salía de lo más natural, creo que el ultimo mes, me obsesioné un como con ella, será por eso que Theo me echó poco sutilmente de su casa.

La fotografía al estilo Poise me la sabía al derecho, pero algo era lo que le faltaba a la imagen y fue ahí que me encontré con Adolfo.

- Deberás entrevistar a tu asistente - me informó llamando a su secretaria - tráigame sus fichas

- ¿Yo? -

- Si, tu asistente deberá leerte la mente, así que debes elegirla, es tan personal como la ropa interior - sonrió

Una tarde de sol, fotografiaba a Alesia, con la el atardecer como fondo, Alesia había teñido sus cabellos en un rojo sangre que brillaban increíbles con la luz. Adolfo pasaba por ahí, con su hijo, y me vio dirigir a mi amiga. Luego de unos minutos, me pidió la cámara para ver la película y lo fascinó "El toque que le falta a Poise" dijo, y yo quise morir.

 

Después de dos semanas de conversaciones, y de insistirle a Alesia para que modelara, él logró convérseme de que era mi trabajo ideal, yo deseaba fotografiar al Jet Set, Poise tenía un concepto más a "La mujer moderna, la mujer de hoy", pero no era malo después de todo.

Alesia no quiso posar más, decía que no sería bueno estar en las revistas, creo que esa decisión fue más para Damon que por ella misma, pero así es el amor.

- Clara, muéstrale a la señorita Pansy, su oficina y dale su itinerario - ordenó con amabilidad

- Por supuesto señor, señorita acompáñeme -

La seguí luego de despedirme de Alfonso, me mostró mi maravillosa oficina, transparente como todas las demás y con una vista privilegiada. Posó en mi escritorio mi itinerario, tenía una sesión al mediodía, y en el transcurso de la mañana, debía encontrar a mi asistente.

Quince candidatas al puesto y tres hombres, dieciocho posibles asistentes, pasaron por mi escrutinio, pero sólo una de ellas me dejó impactada. No tenía nada del otro mundo, intentaba vestirse lo más profesional posible pero se veía a leguas que su presupuesto no era el indicado para lograrlo.

Me recordó a mí, cuando no sabía qué ponerme, en el colegio, ya que no podía ir de alta costura por los pasillos. Tenía el cabello rubio y unos ojos cafés muy tiernos, pero lo que más me gustó, fue su sinceridad. No tenía experiencia, pero anhelaba entrar al mundo de la moda y me dije a mi misma "¿Por qué no?"

Salí a la recepción, donde esperaban todos los demás, Amanda me miraba con un poco de vergüenza pero a la vez con agresividad, luego de enterarse de mi jerarquía en la empresa.

- Laura - llamé frente a todos ellos

- Si - se levantó, tímida

- Debes llegar cinco minutos antes que yo, y me gusta el café Capuccino de Starbucks, caliente - le sonreí y pasé su ficha a Amanda - llévala a recursos humanos y que empiece mañana mismo - le ordené para fastidiarla

- Si, señora - me siseó

- Señorita - la corregí frente a todos y subí al ascensor

Antes de que éste cerrara, escuché el grito emocionado de Laura.

Dos meses después me encontraba en mi día de descanso, domingo, y eso que los odiaba, pero a esta altura del partido, se me antojaba como un día de paraíso.

Esperaba a Jack, quien había ido a hablar con su familia, la semana siguiente iría a conocerla, y "formalizaríamos" la relación. Alesia me ponía nerviosa con todo tipo de comentarios, ella ya había ido a Argentina a conocer a la familia, y gracias a dios que fue bien vestida. Ya le había advertido yo de la chequera de Damon.

Me sentía aburrida y sola desde que Tom había conocido a unos niños del edificio, que venían a visitar al señor Abdul del piso inferior, según me contaron, era un gran poeta, así que pasaba la mayor parte del sábado y domingo con ellos.

Sin nada que hacer, cogí la correspondencia y un sobre plateado llamó mi atención, lo abrí sin mucho interés y leí su contenido, en completo estupor.

Un pequeño papel anexaba a mi nombre, con la letra de Draco.

 

"Sé que es mucho pedir, pero dijiste que me amarías para siempre.

Por favor, asiste"

Una invitación al matrimonio del Señor Malfoy y Señorita Granger, con fecha próxima de tres meses más, me dejó muy impactada, al estar tanto tiempo del otro lado del mundo mágico, ni el Profeta me había dedicado a leer, y eso que cada mañana me llegaba.

Rebusqué en los antiguos ejemplares, y la noticia me dio de golpe en primera plana, el compromiso de esos dos y una foto donde se veían radiante, una edición de hace ya dos meses.

Una opresión de apodero de mi pecho, pero no era desagradable. Sonreí como tonta y estuve a punto de enviarle un mensaje diciéndole que era un idiota al pensar que no querría ir, no era que deseaba con fervor su matrimonio con la come libros, pero si deseaba su felicidad.

Lo único que me lo prohibió, fue el teléfono de casa sonar.

- Aló - contesté

- Pansy - escuché a Alesia, nerviosa - escucha, debo hablar contigo

- ¿Qué pasa? - dije poniendo el sobre abierto en la mesa del living

- No quiero que te enfades ¿si? - Comenzó a llorar - es algo de ultimo momento

- ¿Qué es Alesia? - Formulé angustiada - no juegues ¿quieres?, ¿Qué pasa?

- Prométeme que no te enfadaras - rogó casi indescifrable

- Alesia estás asustándome, ¿Qué pasa? - insistí

- Me voy - gimió - me voy Pan

- ¿Cómo que te vas? ¿De qué hablas? - grité por el auricular

En ese momento, ingresó Tom y Jack, a los que no escuché por mi acalorada discusión telefónica, y por que estaba de espaldas, los dos se miraron, y mi hermano sin entender qué pasaba, tomó la invitación a la boda de Draco, de la que él seguro ya sabía, y se la pasó a Jack, con un poco de temor.

Jack quedó mudo, los dos quedaron mudos y escucharon toda mi discusión, sin anunciar que estaban allí.

- Me voy a Argentina Pansy -

- No, ¿Qué? No, es que no, no puedes hacer eso - gemí aturdida

- Lo siento tanto, amiga - murmuró - fue algo de último momento

- ¿Cómo puede ser de ultimo momento? - Siseé - ¿acaso tengo que siempre enterarme de último?

- Lo fue Pansy - gritó - lo fue, créeme, pero la familia de Damon lo quiere de vuelta y él anhela estar con ellos, me lo pidió ésta mañana, me iré con el en tres días

- ¡Es una locura! - Chillé - ¿Es que no pensaste en mí? ¿En lo que siento?

- Es mi felicidad de lo que hablamos - gritó enfurecida - no seas egoísta

- Siempre estuve allí para ti, aun cuando no tenías a quien recurrir - lloré - te recibí en mi casa

- Lo sé y no sabes cuanto me duele, pero iré a donde él quiera Pansy, ahora te entiendo cuando no podías librarte del recuerdo de Draco - inspiró con dificultad - estoy enamorada Pansy, entiende

- No puedes hacerme esto, por favor - rogué, Alesia era mi cable a tierra, la necesitaba - por favor, no me hagas esto

- El miércoles, a las diez debo embarcar, por la puerta 23, piénsalo, te estaré esperando para despedirnos - informó más calmada, calma que yo no sabía como conseguía - te quiero

 

- No, no me cuelgues, no te atrevas - colgó - ¡No puedes hacerme esto! -grité eufórica

Me quité el teléfono de la oreja, lágrimas salían de mis ojos, como cascadas, y no querían detenerse, quise golpearme mentalmente, tenían que colgarme el teléfono para entender las cosas.

Me volteé al escuchar una rápida respiración y me topé con mi hermano y Jack, el último un tanto alterado y con la invitación a la boda de Draco.

Quise tirarme a sus brazos, pero su mirada me detuvo en seco. Algo pasaba y yo me estaba volviendo demasiado despistaba para darme cuenta.

- Siempre será él - escupió con dolor

- ¿Qué? - pregunté confusa

- Dime, ¿me amaste alguna vez? - Dijo bruscamente - ¿o sólo fui un juego?

- ¿De qué hablas? - interrogué

- No te hagas la santa Parkinson - eso me dolió - no sé cómo caí en esto

Arrojó la invitación a la mesa y volteó saliendo de mi apartamento. Comprendí de qué era que hablaba y salí en su búsqueda, lo intercepté antes de que cerrara la puerta.

- Escucha Jack, no es lo que parece - sonreí nerviosa

- Escuché lo necesario - espetó mirándome con odio - no necesito más

- No, no entiendes - supliqué

- Entiendo - asintió con la cabeza - entiendo tarde que eres como todas las demás, que tu sangre Slytherin es más poderosa de lo que quisiera, que eres una niñita mimada jugando a ser adulta, que nunca me quisiste, que jamás podrás sacarte a Malfoy de la cabeza - rió - suerte con tu plan de conseguirlo de nuevo, pero te advierto Parkinson, no dañes a Hermione, es una buena chica, que se enredó con una vil serpiente

Cerró la puerta en mi cara, en mi llorosa cara y la música que él solía escuchar inundó el pasillo, me quedé unos minutos así, mientras las lágrimas me invadían. El timbre del ascensor me sacó de mi estupor y vi a Tom, con una de mis carteras subir a el.

- ¿A dónde vas? - gemí

- Llamé a mamá, me vendrá a buscar en diez minutos, la esperaré en el Lobby - informó sin verme

- No te vayas, no es necesario - pedí acercándome

- No gracias - escupió - no quiero estar contigo

Retrocedí unos pasos, impactada por lo igual que sonó a mi cuando quería ser amenazante.

- ¿Por qué? -

- No puedo creer que mi hermana le haya hecho eso a Jack - siseó indignado - ¿acaso debes destruir todo lo que tocas?

Las puertas se cerraron con esa última pregunta, y caí al suelo dramáticamente, deshaciéndome en un llanto silencioso. La música taladraba mis oídos, y no me dejaba procesar las cosas.

Por lo que me parecieron horas, pero fueron sólo quince minutos, permanecí en esa posición, y cuando la risa acudió a mi, me decidí a llamar a Laura.

Ella llegó veinte minutos después, encontrándome recargada en el marco de la puerta abierta de mi apartamento, con las lágrimas fluyendo como la ducha y con mi risa tétrica opacada por la música. No podía detener mi llanto, pero tampoco mi risa.

No tuve que explicarle mucho, como me dijo Adolfo hace un tiempo, mi asistente debía leer mis pensamientos, y ella con unas pocas palabras entendió todo.

Cogió unas ropas de mi apartamento, y las echó en varias de mis carteras, guardó lo más esencial, yo aun seguía en el frío suelo. Tomó mis llaves y cerró el apartamento.

 

Bajó al estacionamiento conmigo y me subió a su coche. Ese día, me quedé en su casa, prácticamente era un mueble más, así que no fui de mucha molestia.

El día lunes, día de trabajo, estuve realmente irritante, pero Laura se encargó de devolverme los pies a la cerámica, me gritó en dos ocasiones frente a la gente, y antes de que los superiores quisieran amonestarla, yo le agradecí dejándolos perplejos.

Mi desempeñó de ese día, fue el doble de eficiente, cuando trabajaba todo en mi vida podía irse a la mierda, sólo estaba yo, mi cámara y lo que debía fotografiar.

Laura no se despegó de mí en ningún momento y yo lo agradecí. Sólo cuando el Clic de la cámara sonaba, era cuando ella trabajaba en lo suyo, pero no pasaba mucho hasta tenerla dos pasos atrás mío.

No volví a mi apartamento, y no respondí tampoco las llamadas de Alesia, Laura se encargó de los recados. Me reí con algunos, lo que me sorprendió gustosamente, pero es que Alesia tenía cada palabra en su vocabulario y Laura transcribía los recados al pie de la letra. El más notorio era, "Atiende perra mal parida, no querrás que vaya a enterrarte una estaca en tu pálido culo".

No atendí.

Dormí las dos siguientes noches en la oficina, a pesar de los ruegos de Laura para que fuera a su casa, que yo no molesta, que sería un placer para ella, pero no pude, no quería, deseaba estar sola. No volví a pensar en mi hermano, menos en Jack, me sentía adormecida pero no mal, no, me sentía adormecida del corazón, no de la mente.

El miércoles en la mañana, Laura condujo hacia el aeropuerto, mientras yo bebía mi sagrado café. Divisé a Alesia, abrazada a Damon afuera de la puerta de embarque 23, y sonreí por inercia.

Me abrazó en cuanto me vio, Laura se quedó unos metros atrás, sonriendo también. Me disculpé con Alesia, le dije que sentía que una parte de mi se iba, que había actuado como una pendeja y que le deseaba el mayor éxito en su vida. Ella se disculpó también, por anteponer a Damon en vez de a mí, y que aunque yo pensara que era lógico, de hecho lo pensaba, que así no funcionaban las amistades, que a veces una debía sacrificarse por una amiga.

Lloramos hasta que tuvo que abordar, esa media hora la pasé abrazada a Damon mientras Alesia ponía al tanto de mis locuras a Laura, quien sólo reía genuinamente.

Se fue con la promesa de volvernos a ver, me vi tentada a decirle que si poseía una chimenea, podríamos vernos cuando quisiéramos, sólo bastaba con mover contactos en el ministerio, pero mejor no, la magia era lo único que ahora poseía sólo para mi, e iba ser egoísta con respecto a eso.

Al llegar al trabajo, lo hice con los ojos enrojecidos, Laura me ayudó con el maquillaje y pasé casi desapercibida. Hasta que Adolfo me llamó a su oficina.

- ¿Qué tienes? - exigió preocupado como siempre

- Cosas de chicas Adolfo, no seas curioso - sonreí como pude

- Dejémoslo en que te creo - me guiñó un ojo - te llamé por que te necesito para una campaña ecológica, como fotógrafa y planificadora

- Ese es mi trabajo, no es necesario que me llames a tu oficina - me extrañé

- En Milán -

Lo miré confusa, había escuchado del proyecto ecológico en el que se estaba interesando, y en que quería utilizar un papel especial para la imprenta de la revista. Era un proyecto de miles de millones.

 

- ¿Me quieres a mi? - titubeé

- El avión sale el sábado en la mañana, para que reconozcas las instalaciones - dijo serio - ¿cuento contigo?

- Sólo si Laura viene conmigo - reí

Me dio dos boletos en primera clase, y sonrió confiado, sabiendo que aceptaría de una u otra forma.

- Espero ella desee ir contigo -

- Milán es la capital de la moda, estaría loca si no fuera -

Lo más seguro, es que Adolfo, mi bello jefe, escuchó el grito emocionado de Laura al enterarse, tal como cuando consiguió el trabajo.

Se preguntarán si vi de nuevo a Jack, y si, lo vi, cuando estuve obligada a ir a mi apartamento por algo de ropa, de seguro que en Milán querría comprar algo, me conozco.

No me habló, sólo me miró impresionado cuando salí del ascensor, debió impresionarle mi inesperada palidez, y mi notoria delgadez, pero no me importo, aunque mi corazón no dijo lo mismo. Sólo ese simple roce de miradas me bastó para re comprender que estaba más que loca por él, loquísima. Que lo amaba, pero que también me amaba a mí.

Cuando estaba en mi asiento, rumbo a Milán, borré de la memoria de mi celular, su número.


¡Que cruel que soy! Maravilloso ¿no?, no quiero decirles nada de lo que vendrá, recuerden que les dije que tenía dos posibles finales, así que aun decido cuál poner. Los dos son tentativos.

Los quiero, besos.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

¡Hola!

Si, ya volví, le dije a Mai que lo haría un poco antes, pero se me fue el publicarlo, estaba viendo que onda pasaba con La Pequeña Gigante acá en Chile.

Pero volví con el final, Mai, te dije que a lo mejor no querrías epílogo, creo que lo querrás, pero yo no doy mi brazo a torcer, jojo, lo siento nena.

Quiero agradecerles, el que le hayan dado una oportunidad a Pansy, ella es una chica complicada y difícil de entender, al igual que lo será este capítulo, quiero que quede a sus criterios, y que me digan qué conclusiones sacaron de esto, recuerden que la escritura llega de muchas formas, dependiendo de la persona.

Lo traigo con banda sonora, cuando salga éste signo Play ¿?, dale a la música.

Play 1: Yael Naim - New Soul (https://www.youtube.com/watch?v=92dXMQ3MyJU)

Play 2: Regina Spektor - The Call (https://www.youtube.com/watch?v=qgUL3ut4gyQ)

Agradecimientos a: JustForYou, Remy-pher, Helen_2110, Xiquita_potter y Bam_potty. Gracias por sus comentarios, los adoro.

Ahora, a leer.

Go.


Sentada en el asiento piloto de mi nuevo Novitec Ferrari F430, amarillo, conducía a gran velocidad, sin preocuparme por nada, sería un año y medio que llevaba en Milán y todo surgía como una maldita planta, sólo regaba y ésta crecía, crecía mucho.

Mi vida no podía ser más
complicada, tenía muchos problemas, y no había tomado vacaciones en todo ese tiempo, ahora iba de camino al Lago Como, para conseguir un poco de paz, si es que podía.

 

Mi celular sonó, con esa musiquita horrible que turbaba mi ansiada paz, vi el nombre de quién llamaba y sonreí con gusto, puse el manos libres y contesté.

- Aló - casi grité al otro lado

- ¡¿Cómo es que aún no estás aquí?! - chilló Alesia

- A mi también me da gusto hablarte - ironicé

- No te hagas, debías estar aquí... -

- Pasado mañana Alesia - rodé los ojos

- Si, lo sé, pero pensé, ¿Por qué iba a venirse un lunes, si tiene el fin de semana? -

- ¿Tal vez porque quiere unos días para ella? - sugerí

- Ash, tú y tus días para ti - se quejó

- Ey, no he tomado vacaciones en años ¿recuerdas? -

- No seas exagerada - rió - sólo uno

- De acuerdo, pero prometo estar el lunes por la noche -

- Está bien - se rindió - espera, alguien desea hablar contigo

- ¿Quién? - pregunté

- Hola hermanita - saludó Tom

- Lindura - me emocioné - ¿Cómo estás?

- Nervioso, pero bien - rió - ¿tú cómo vas?

- Conduciendo, a mis días de paz -

- ¿A dónde vas? - inquirió curioso

- Recorreré Como, y veré si voy en barco a alguno de los pueblos cercanos - relaté - voy a la suerte de las ruedas

- ¡Que bien! ¿Me llevarás alguna vez? -

- Claro cariño, en vacaciones de Hogwarts ¿te parece? Podemos turnarnos con mamá - tanteé - o invitarla

- Le haría bien salir de casa -

Guardamos silencio por unos momentos. Hacían ya cuatro meses que papá se había marchado con otra mujer, más joven y para más humillación de mi madre, Muggle. Papá decía y le echaba toda la culpa a ella de lo que me había convertido, una más del montón decía él, pero resultó ser quien se acostaba con una cualquiera.

Sonreí al escuchar de labios de mi hermano, como mi bella madre, había sacado de la Mansión a papá, a punta de Depulso, fue una grata conversación ese día, y fue la segunda vez en ese tiempo, que usé Red Flú.

- Pues la convenceremos de ir - sonreí - ya verás, tal vez conozca a un guapo Italiano

- Guacala - exclamó Tom - no quiero imágenes perturbadoras en mi mente inocente, hermana

- Pues de hecho, no deberías saber a que me refiero - se quedó callado y reí en mi fuero interno - de todas formas, estás grande para comprender que cuando mamá esté lista, podrá buscarse una pareja

- Lo mismo le digo yo - rió - no me incomoda, a no ser que sea joven

- Mamá es guapa, puede conquistar a cualquiera - me ofendí

- Si, pero ¿no sería raro que estuviera con alguien casi de tu edad? -

- Entiendo el punto enano - asentí con la cabeza - bien, ¿te parece que hablemos después?

- De acuerdo - aceptó - pero me mandas una foto del lugar en cuanto llegues ahí

- Está bien -

Nos despedimos con la promesa de avisarle en dónde, qué y cómo hacía las cosas, siempre tan controlador.

Se me vinieron a la mente varios recuerdos de mi hermano, más específicamente, el de la boda de Draco.

 

Play 1

"- Pansy, ¿Cómo rayos piensas hacerlo? - cuestionó Laura

- Laura, confía en mi ¿quieres? -

Alzó los brazos, como rindiéndose o diciendo "es tu problema, nena, tu problema" y terminó de hacer mi peinado, mi cabello estaba pegado a mi casco, en los dos lados y arriba, un tanto más elevado, todo se unía en una coleta baja, hecha con mi propio cabello. Me había crecido el cabello muy rápido, y también tenía que darle crédito a mi estilista personal, Laura, que usaba unos productos naturales que dejaban el pelo como de catalogo. Esa niña era multifacética y se preguntaba como iría en una hora a Londres.

Tomé la Red Flú, y llegué a Londres, específicamente a las afueras de la misma, en una bella iglesia, entré siendo la comidilla de todos, pero no me importó.

Me ubiqué cerca de la puerta lateral, de esa en la que Draco nervioso alegaba y se alteraba, levantaba los brazos, amenazaba a quien se le cruzara y despotricaba como condenado a muerte.

Me acerqué sigilosa, a escuchar la conversación. ¡Rayos! ¿Qué es lo peor que puede pasar en una boda? Que la novia no llegue, claro. Era justo lo que pasaba.

Salí fuera de la iglesia, a recorrer el lugar, cerca en un parque, la vi, su enorme vestido la delataba, sin mencionar el radiante y brillante blanco color.

Me acerqué y sin mediar palabra, la levanté de un brazo, con brusquedad. La miré con odio y me percaté de su sonrisa y de que derramada lágrimas.

- ¿Qué crees que haces aquí? - le chillé

- Nada - secó sus lágrimas - pensé que no vendrías

- Claro que si -

- Gracias -

- El asunto es que vengo a una boda y si no estás ahí, no la habrá -

- Lo sé, es que
-

- ¿Qué? - espeté sin miramientos

Me pasó lo que parecía un palo blanco, con dos líneas en un pequeño cuadrado, no supe de inmediato que significaba eso, pero ya al saberlo, una sonrisa adorno mi pálido rostro.

- ¿Estás, embarazada? - inquirí

- Por lo visto, si - sonrió - estás pruebas no son cien por ciento seguras, pero hay una probabilidad del 97% de que si lo esté

- ¿Por eso estás aquí? - pregunté con suavidad

- Si, no sé qué hacer, si decirle antes, o después -

- Bueno, para cualquiera de esas cosas, debes ir a la iglesia ¿no? -

- Tienes razón - sonrió - gracias Parkinson

 

- No lo hagas, sigues sin caerme bien -

La llevé a la iglesia, dónde tuve que entrar, y con disimulo le conté la noticia a Draco, me elevó por los aires, como si fuera yo la embarazada, y tras mirar a la entrada de la iglesia y asentir, comenzó la ceremonia.

Mi boda sería mejor, pero debo admitir que eso de estar entre familia, no era nada malo, pensé en mi tía Narcissa, y en lo orgullosa que debía de estar de su hijo, por que yo también lo estaba.

En la fiesta, mi hermano se acercó a mi, con la cabeza gacha y las mejillas sonrosadas, reí, los Parkinson no éramos buenos con las disculpas, me vi tentada a hacerle la noche un poco difícil, pero era mi hermanito, y entendía su situación.

Lo arrastré hasta mis brazos, donde él mojó por completo mi vestido azul, mi hermoso vestido azul, sin espalda y aferrado con dos tiras tras el cuello. No necesité que dijera nada, pero él insistió.

- Alesia me lo contó, cuando llamó para ver como estaba, me dijo que era ella al teléfono, realmente lo siento -

- Cualquiera puede equivocarse mi amor, cualquiera - le sonreí - hasta yo

- Te ves hermosa -

- Error - reí - soy hermosa

- Creí que habías madurado - rodó los ojos

- Lo hice, pero eso no me quita que sea un poco más, ¿Cómo decirlo?...divertida -

Me abrazó una vez más y comenzamos a bailar, me pisó cada poco pero no me importó, divisé a Draco, bailando con Granger, y me guiñó un ojo, como en los viejos tiempos. Luna estaba ahí, entre los brazos de Theo, y por como apuntaba a las luces de la fiesta, diría que alguna criatura nueva encontró.

- ¿Me permites bailar con tu hermana? - escuché a mis espaldas, pero no voltee."

Sobé mis brazos, agobiada por el calor, y sin saber qué hacer realmente, paré en una tienda de servicio, para poder ir al baño a refrescarme, cargar gasolina y tal vez algo para comer.

Terminé comprando todo para comer, echando sólo unos litros de gasolina y sin ir al baño. Típico de mí.

Como, estaba cerca y ya podría descansar, antes de subir a mi coche, vislumbre a una ancianita fuera de la tienda que miraba a todos lados un tanto confundida.

Me acerqué a ella, sin temer que fuera una treta, si lo era, tenia mi varita en un lugar escondido y accesible, mi bolsillo lateral, de esos vaqueros negros.

Le pregunté qué pasaba y dijo que esperaba el bus de turista que la había dejado allí. Vivía cerca del lago Como, en un pueblo llamado Tremezzo, era temprano aún, yo me preguntaba que por que viviendo en ese lugar, contrataba un servicio de turismo.

No podía manejar fue su respuesta, y no deseaba molestar a sus hijos para salir a dar un paseo, averigüé a qué hora llegaba el bus que debía recogerla y me sorprendí al saber, que vendría a las tres de la tarde.

Me ofrecí a llevarla sin saber, que tendría lugar dónde dormir.

 

- ¿De dónde eres? - preguntó con dulzura y afirmándose al asiento, disminuí la velocidad y vi como se relajó

- Vivo en Milán, desde hace año y medio, pero soy de Londres -

- Londres, una ciudad problemática - reprendió - mejor es el sur, más verde, más tranquilidad

- Por eso heme aquí, de vacaciones -

- ¿Dónde te quedarás, mi niña? -

- Aún no lo sé, la verdad, es que quería ver que me deparaban las ruedas al llegar a Como -

- Si no te parece muy desubicado, tengo cabañas de las que vivo, el alquiler es algo alto, pero puedo rebajártelo - acarició mi mano, la que estaba en los cambios - por ser tan amable

Sonreí complacida y acepté, la señora era amable y como iban las cosas, podría tenerla de guía turística, mientras ella podría salir a pasear sin temor a perderse.

Seguimos hablando de a qué me dedicaba, le dije que había abierto una empresa, una nueva revista junto con mi socia Laura, "Amortentia", pensé que sería un buen nombre, y acerté con el. A pesar de que éramos las dueñas, seguíamos teniendo cargos "menores", yo seguía sacando las fotos para la editorial, Laura tenía un excelente ojo para las personas así que se adueñó del departamento de Recursos Humanos.

La conversación iba de lo más amena, horas de viaje pero divertidas, rodeábamos el Lago Di Como, para llegar Tremezzo, faltaba lo que creía una media hora, hasta que una de sus preguntas me dejó desarmada.

- ¿Tienes novio, querida? - Sonrió - con lo bella que eres, no me extrañaría

"- Claro - contestó mi hermano y se fue

No me moví, tampoco me volteé, seguí allí, sin inmutarme, sin darle en el gusto de mirarlo.

- ¿No me saludarás? - preguntó

Lo miré a los ojos, cuando se puso frente a mí al rodearme, sonreí con sinceridad e hice una reverencia, cruzando mis talones, como toda una dama.

- ¿Me permites, ésta pieza? -

- Si te digo que no
-

- Insistiré -

- Si te digo que si
me dejarás en paz -

- Probablemente, si así lo deseas después de bailar conmigo -

Me ofreció su mano, que acepté sin ánimos, pero sin querer decirle que no. Su mano desocupada, abrigo mi desnuda espalda, mandándome miles de ínfimas descargar y a él también, a pesar del tiempo transcurrido.

- Te ves
-

- Radiante - rodé los ojos - lo sé, te viene bien el azul

- A ti igual - me apegó a su cuerpo - sabías que el azul, es mi color favorito

- Si lo supe, no me acuerdo - espeté con agresividad

Me dio unas vueltas, alejándose de las luces, y volviendo nuestro baile, algo más intimo.

- Te debo una disculpa - dijo pegando su frente a la mía

 

- No, no me la debes - me alejé y di una vuelta - en ese tiempo, era todo lo que dijiste

- Pero no tenía derecho - se puso serio - cuando Alesia nos lo dijo, quise golpearme, te he llamado a tu celular y al de Laura, tu asistente, pero nada

- Tenías el derecho Jack, entiende eso, eras mi pareja en ese entonces - di media vuelta y me abrazó por la espalda, mientras nos mecíamos - cambié el número, Laura también lo hizo, bajo mis ordenes

- Perdóname - susurró en mi oído - no puedo estar sin ti

- Te perdono - cerré los ojos - el problema, es que yo si puedo estar sin ti

- Déjame intentarlo - rogó - déjame enamorarte otra vez

- Puedes hacer lo que desees, mientras no interfieras en mi diario vivir - me deshice de su abrazo y rocé mis labios con los suyos - aun te amo, pero tengo una vida, que amo más

Me fui, dejándolo en el mismo sitio, y luego de despedirme de los nuevos, señor y señora Malfoy, volví a Milán."

- No, no lo tengo - dije mirando la carretera

La señora Buffay, comprendió mi malestar y no dijo nada más.

Play 2

Sus cabañas resultaron ser las mejores de la zona, grandes, como en una villa aparte, con distancias considerables entre casa y casa. La dejé en la cabaña principal, la de ella, y me pasó las llaves de la mía, una hermosa cabaña. Le envié de inmediato la foto a Tom, diciéndole dónde exactamente estaba.

Volví a su casa, al atardecer, vestida con unos pantalones negros y una polera verde, quería conocer la vida nocturna, pero antes deseaba tomar un café con ella. Me instruyó a qué lugares ir, cuando ya se hizo de noche. Me despedí de ella con una sonrisa, y monté mi carro, dispuesta a divertirme.

Conduje hasta llegar a la parte concurrida, tal y como me lo había dicho, dejé el carro en el estacionamiento de uno de los más grandes, e ingresé, mientras todos me halagaban e invitaban un trago.

El barman, muy parecido al señor Guzmán, me dio la primera de mis muchos tequilas, sentada en la barra veía a la gente divertirse, los más desinhibidos, tenían sus camisas amarradas a la cintura.

Me mandaban tragos, que gentilmente rechazaba y uno que otro me invitaba a bailar, gentilmente rechazados.

Jack invadió mi mente, por la culpa de la señora Buffay, era cierto que podía vivir sin él, y que lo venía haciendo de lo mejor hasta ahora, pero él había cumplido su promesa.

Rosas llegaban a mi oficina en Milán, bombones y demás exquisiteces, no supe cómo averiguó mi dirección, hasta que una caja enorme de Pocky llegó a mi escritorio, Alesia o Damon, realmente eran lo mismo.

Luego sus llamadas al celular, para saber cómo estaba, qué hacía, pero nunca de una forma autoritaria, sino más bien como cuando le preguntas a un buen amigo. Sonreía mucho después de sus llamadas y a pesar de que le eché la culpa a Alesia de darle mi número, luego supe que fue Laura.

Su defensa siempre era la misma "Sólo mírate cuando de él se trata, sonríes como nunca y trabajas mejor, acéptalo" insistía, y lo había echo, acepté que cuando el tenia detalles para conmigo, era muy feliz y que esa felicidad me acompañaba hasta su próxima llamada, pero él estaba en Londres, yo en Milán.

 

El lunes debía viajar, para planear la boda de Damon y Alesia, ella no quería saber nada de eso, quería que su dama de honor, o sea yo, la sorprendiera con el festejo, y Damon, pues él no entendía nada.

Mi celular sonó, y la foto de una bella niña apareció en la pantalla, la foto de Narcissa.

- Hola - casi chillé

- Hola - respondió Granger - perdona, sé que pensaste que sería mi hija, pero debía hablarte

- No hay problemas, dime ¿Qué pasa? - inquirí

- Narcissa pregunta, que ¿Cuándo vendrás? - suspiró

- Dile a ese demonio por hija que tienes - reí - que estaré allí el martes, la pasaré a ver

- ¿Escuchaste linda? - le oí decir a Granger - gracias Parkinson, lamento si incomodé

- Tranquila, buenas noches -

- ¡Guenas oches! - gritó la pequeña con todas sus fuerzas

Reí aun cuando la llamada se cortó, y quedé admirando su foto en mi celular, era hermosa, quien diría que la unión de Draco y Granger podría dar paso, a éste mundo a una criatura tan maravillosa.

- Tiene tu genio, a pesar de que no es tu hija - me susurraron en el oído

- Jack - me asusté - ¿Qué
qué
?

- No aguante las ganas - se encogió de hombros - me declaro culpable

- ¿Qué haces aquí? -

- No puedo estar sin ti - me acarició - ¿recuerdas?

Mi espalda cayó en el suave colchón de la cabaña, mientras Jack me quitaba con desesperación la ropa, entre medio de mis tequila, logré aferrarme de un haz de lucidez.

- No, no esto no está bien - me quejé

- Aja -

Me quitó los tacones, para deslizar mis pantalones y arrojarlos a algún lado de la habitación, besaba mi cuello mientras suspiros traicioneros escapaban de mi garganta, escandalizándome.

- No puedo -

- Puedes - susurró en mi estomago, lamiéndolo

- No resultará -

- Lo hará -

- Vives en Londres -

- Me mudaré -

- ¿Tu trabajo? -

- Conseguiré otro -

- ¿En qué? -

- Tienes una empresa exitosa - sacó mis bragas y me despojó de mi brasier

- ¿Vivirás a costa mía? - inquirí extasiada

- Viviré a tus pies, siempre y cuando estés arriba mío -

Y para mi suerte, éxito, fortuna, o infortunio, como quieran llamarlo, las excusas, se me acabaron.

Desperté entre sábanas blancas, desnuda y con un dolor de piernas horrible, tanteé la cama y no lo encontré, sonreí inconcientemente, y al levantar la cabeza, lo ubiqué en la silla cerca de la ventana, con un libro entre sus manos.

- Buenos días - me saludó - quise hacer el desayuno, pero no hay nada en ésta casa

- La arrendé recién ayer - me levanté, dejando que la sábana resbalara de mi cuerpo - no alegues

- Créeme, no alego - cerró su libro y se levantó para abrazarme

- ¿Qué viene ahora? - Indagué - ¿sólo te vas, y olvidamos esto?

- De hecho, pensaba en que podríamos comprar un bello Loft en Milán - lo miré sorprendida - eres demasiado escurridiza, no volverá a pasar

- ¿Estás seguro? - me besó despacio, como si ese año y medio, resultaran sólo minutos

- ¿Dónde podemos ir a desayunar? Muero de hambre, ya saber, el acto sexual abre el apetito -

- Te diré donde, si me dices cómo llegaste -

- Digamos que tu hermano, tiene sus trucos -

Sonreí con obviedad, era más que claro, para eso quería la foto y el lugar exacto, una nunca desconfía de la familia, pero es que cuando te dan gratas sorpresas como estás, no hay para qué desconfiar.

Lo llevé a tomar desayuno, a donde la señora Buffay y mientras ellos conversaban animados, comprendí que mis complicaciones, estaban sólo en mi cabeza. Como ese contrato en Japón, una buena propuesta para la revista y aceptarían, nada del otro mundo.

Sonreí de nuevo, al verlos hablar tan animadamente, Jack le contaba cosas sobre mí, y hasta entonces no supe cuanto él me conocía.

- Es la mujer perfecta - acotó en medio de la conversación, tomándome la mano

Soy Pansy Parkinson, y me enteré de la forma más brutal, de que no era perfecta, no la mujer más perfecta del mundo, perdí a Draco en el trayecto, lo gané como amigo.

No existe la persona perfecta, pero esa palabra, existe por una razón
no somos perfectos para el mundo, pero si para una persona, la que al fin de cuentas, se convierte en tu mundo.

No soy perfecta para el mundo mágico, para el Muggle, en lo laboral, en lo familiar, pero
si soy perfecta para él, y él lo es para mí.

Fin


Espero que les guste, lo hice con mucho cariño, el otro final que tenía pensado, era un poco más trágico, pero se quedaban juntos igual, no quise hacerlo, por que casi siempre me guío de las canciones que creo que pueden quedarle, y ese final no iba con The Call.

Besos y ya saben, lo que sea, comenten, responderé todo.

Aniia, la chica loca, en busca de la verdad.

PD: The Call, da un mensaje muy lindo, de amor, y lo que leyeron, es un tanto diferente, pero únanlo, y saldrá algo hermoso, lo aseguro.

PD2: El auto de Pansy, una lindura con ruedas, es que dios, se me cae la baba XD -> https://www.tuerca.net/wp-content/uploads/2008/06/novitec_rosso_ferrari_f430_scuderia-01.jpg

Perfecta - Fanfics de Harry Potter

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A esta mujer, quiero dedicarle un Fic completo como protagonista, estoy a favor de las locas desquiciadas, en este no lo será mucho, pero una vez loca, siempr

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2024-10-26

 

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