¿Que tan difícil era esto?¿Por qué era que se sentía así?
Vestida de blanco, separada de el por una pared de madera, y por supuesto, sin quejarse por que esta había sido una condición esencial para permanecer con el. No iba a permitir que el la tocara hasta que se sintiera segura de lo que hacía...por que, estaba vendiendo su cuerpo a cambio de un beneficio para su gente.
No sabía que era lo que el destino tenía preparado para ella, para ambos, para el Príncipe Everheart y la Selkie de virtud cuestionable, Olinda.
Le habían mentido, y la habían engañado tantas veces que ahora se negaba a creer en los sentimientos del elfo...de aquel elfo de rostro aniñado que decía adorarla y quererla con pasión tal, que sería capaz de matar si ella se lo pidiera, capaz de irse y no volver solo para que ella encontrara su felicidad con otro. Pero ella bien sabía que las cosas no podrían ser así jamás. Viviría para siempre, y "para siempre" tendría que vivir al lado de aquel que ahora tenía que llamar esposo, al que temía y a la vez deseaba odiar con todo lo que había dentro de ella, pero que nunca lo conseguía.
Al asomarse por una de las tantas ventanas que había formadas en la corteza de aquel árbol, Olinda miró las estrellas, miró la luna y el resto de los árboles, donde familias felices y parejas enamoradas se preparaban para pasar la noche en paz, en compañía de la gente que más amaban, y ella, por el contrario, se encontraba más sola que nunca.
Hacía muy poco tiempo que ella y el Príncipe habían visitado las tierras de los humanos, y al parecer, la gran mayoría se preparaba para algo importante, un día especial para todos, y entre aquellos preparativos, se veían por las calles y los senderos a más parejas de la mano que personas solitarias. Las muchachas humanas iban con sonrisas destellantes en sus peculiares rostros, y los muchachos, a pesar de tener una expresión de franca preocupación, se les notaba que el día les hacía una especie de ilusión.
Según lo que Everheart le había contado, era un día en que las parejas enamoradas celebraban el estar juntos, y los amigos aprovechaban para recordarse los unos a los otros lo importantes que eran los unos para los otros. A Olinda le costó creer que los humanos, siendo criaturas que creaban para destruir, tuvieran semejante fecha entre sus tradiciones y su historia, plagada de dolor, destrucción, muerte y fugacidad y el no tuvo ni el más mínimo interés en explicarle, solo pudo ofrecerle una sonrisa cariñosa y un pequeño apretón, al que ella correspondió con un golpe en el pecho para alejarlo de ella.
Quizá...y solo quizá, podría intentar llamarlo para que respondiera las dudas que se le formaban en la cabeza debido a este día, pero no, no por que acababa de recordar que el no estaba, y que prácticamente después de la ceremonia de unión entre ambos, el había huido sin dejar rastro ni señas de cuando regresaría, y para vergüenza de ella, tenía que seguir vestida de blanco hasta que pudieran consumar su matrimonio.
Ahora iba ya una semana con vestidos y mantos blancos, lo que hacía que la gente ya no hablara de ella por sus orígenes o sus funciones en la Colonia de Selkies, si no por que no era capaz de cumplir con sus obligaciones, y siendo el caso, quizá estaban menos enterados de lo que pasaba de lo que ella pensaba.
Seguramente se había largado con alguna muchacha para pasar unos últimos días de libertad antes de tener que encadenarse por completo con ella, y el solo pensarlo hacía que ella enfureciera, por que no lo amaba, pero tampoco deseaba compartirlo con nadie, por que era su esposo, y una de sus obligaciones era serle fiel y honrarla...pero de nuevo, el era un espíritu libre, tanto como lo era ella.
Suspiró, mirando fijamente a la luna, misma que quería decirle algo, pero que Olinda no podía alcanzar a entender.
¿Por qué las cuestiones de amor eran siempre las más difíciles? Se tratara de quien se tratara la vida no era simple, y ahora, pensando que ni ella ni el podrían morir jamás...no estaba tan segura de poder aguantar tanto tiempo a su lado, tanto como lo odiaba, así le admiraba, y tanto como lo deseaba, en esa medida se maldecía a si misma por querer abandonarlo todo por el, por que tantas otras veces quiso hacerlo, y tantas otras veces le habían fallado solo para romperle el corazón.
Pero algo ocurría, ruido, ¿Música?, ¿Que era eso que venía del extremo de la Legión? Fuera lo que fuera, la hizo ponerse la túnica encima de los ropajes para bajar corriendo a ver de que se trataba. Lo que vio la dejó casi idiotizada.
Everheart caminaba, cojeando, con el rostro raspado en las mejillas y la frente, sucio y evidentemente dolorido. Pero su sonrisa al verla la conmovió de toda manera que no pudo hayar una cosa mejor para hacer que caminar hacia el...para consolarlo al menos y ayudarlo a llegar a su correspondiente lecho. Las personas a su alrededor los observaban, pero eso era lo de menos, sobre todo por que ahora ella ya no tenía que pensar en futuras explicaciones.-¿Que hiciste, Everheart? - le preguntó frunciendo el ceño.-Te las traje. ¡Te las conseguí, Olinda! - dijo feliz, sonriendo con ganas y mostrando un enorme ramo de girasoles. Ella lo miró, confusa y a la vez comenzando a pensar que en serio había perdido la cabeza cuando salió huyendo de ella.-Everheart...¿Qué es esto?-Pues, son tus girasoles. Una vez me dijiste que no querías que volvieran a engañarte, que tenías miedo, me dijiste también que solo te enamorarías de mí y creerías en mis declaraciones el día que te consiguiera un ramo de girasoles. - explicó un tanto agitado, Olinda seguía estupefacta, ¿Cómo había conseguido tantas de esas flores en un país en el que los girasoles no crecían? -Yo sé que ya estamos casados, y que quizá ni con esto te des cuenta que jamás te mentiría, no voy a decirte donde las conseguí por que sé que odias que alardee...simplemente te las traje para demostrarte que te soy sincero, y creo que ha sido justo a tiempo. Olinda acarició su rostro y tomó los girasoles con uno de sus brazos, rodeándolo con el otro para ayudarle a subir al que, de ahora en adelante, figuraba para ser un hogar encantador.
Tras un par de horas, en que no hicieron nada aparte de mirarse el uno al otro, buscando descifrarse y entenderse, Olinda procedió a llenar la bañera de madera, especialmente hecha para ellos como un regalo de bodas y calentar el agua para él.-¿Te duele? - preguntó acercando sus manos a sus mejillas lastimadas y el se movió para evitar que lo tocara. -Si. -Estate quieto, entonces. - dijo mientras, para sorpresa de el elfo, comenzaba a sacarle los ropajes, el chaleco, la camisa...aunque a petición de el, dejó que el mismo se deshiciera del resto y por fin se metiera al agua. Y la tuvo a su lado, apoyada en la orilla de la madera, mirándolo con sus enormes y muy llamativos ojos azules. -¿Por que me miras así?-No era necesario que fueras por las flores, en esos momentos estaba resentida con todo y con todos. -Pero yo quise traértelas. Creo que es lo que más extrañas de tu libertad y poder ir a donde deseas...los girasoles.
Olinda le sonrió y enseguida desvió la mirada hacia sus ropas. -Debería llevarme esto. - dijo en voz baja, levantándose para recoger todo, pero el negó de inmediato. -No es necesario, déjalo, quiero...quisiera que te quedaras conmigo. - La selkie asintió y se sentó en la orilla de la bañera, sin dejar de mirarlo.Una expresión de asombro cruzó por su rostro cuando el la tomó de la muñeca y le rogó con la mirada, que había pasado de estar alegre, a tener una profunda melancolía.-Yo...-No tienes que quitarte el vestido si no quieres. -Es blanco...-Si, convenientemente para mi, lo es. - dijo sonriendo, pero a pesar del significado evidente de sus palabras, Olinda no tuvo valor como para reprochárselo. Se metió con cuidado al agua y e dentro, se acercó a el para abrazarlo y escuchar su corazón, con los ojos cerrados, mientras el acariciaba su hombro, su espalda y su cabello con sus manos largas y finas, manos que siempre conseguían calmarla, a pesar de todo lo que había llegado a sentir por el. cSiendo que ambos tenían que ver con el agua, el estar ahí, los dos juntos, era lo más parecido a tener verdadera intimidad, a poseerse el uno al otro, por que ambos podían fundirse en el agua, y ahora bien eran uno solo. -¿Sabes que llegué a tiempo? - Everheart rió y Olinda se sintió en casa.-No, ¿Sabes? Es lindo saber que no tenemos que hacer lo mismo que los estúpidos humanos.-¿Eso crees? -¿Por qué tendríamos que hacer las mismas cosas que ellos hacen? ¿Por qué hacer lo que ellos año con año sí...?-Por que podremos disfrutarlo mucho más tiempo que ellos. -¿Ah sí? -Si, yo puedo tenerte una y otra vez, hacerte feliz día con día, para siempre, entregarme sin miedo, dejarme caer, que te bese y tu me abraces, todo en un ciclo sin fin, e incluso, cuando las estrellas mueran y caigan, y cuando los girasoles decidan volver a crecer en la Legión, aún entonces estaremos juntos. Y disfrutaremos mil veces más que los humanos, disfrutaremos de todo lo que queramos, ¿Sabes por que estamos benditos?, ¿Sabes por que no debemos envidiar la fugacidad en la vida de los humanos? - Sus labios rodaron por el rostro de su esposa, finalizando con ternura en sus labios, feliz de no encontrar ninguna clase de resistencia por parte de ella. Apenas un gemido le confirmó que ella quería saber porque.-Ellos no amarán para siempre, ni cantaran ni bailaran por la eternidad, somos mejores que ellos por que podemos amar hasta el final de los tiempos...y solo porque no somos mortales.-¿Que día es hoy, Everheart? - Olinda le preguntó, interrumpiéndose a si misma entre beso y beso que le daba, recompensando así todas las veces que le había rechazado.-Olinda, hoy es San Valentin.
Se entregaron en el agua, y el agua, y ellos mismos se convirtieron en fuego...el fuego que no parecía acabarse...el fuego que solo dos inmortales como ellos podían avivar...
A lo mejor, aquella fecha humana tenía tantas ventajas como las que decía Everheart. Solo quizá...una eternidad a su lado ahora parecía nada.
Por que no somos mortales... - Fanfics de Harry Potter
¿Que tan difícil era esto?¿Por qué era que se sentía así?Vestida de blanco, separada de el por una pared de madera, y por supuesto, sin quejarse por que
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2023-02-27
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