Erauna mañana clara de domingo, y el invierno lanzaba pequeñas tropas de brisasfrías que removían perezosamente las hojas de las lindes del Bosque Prohibido.
El cielo estaba azul, despejado,limpio, terso como la piel de un niño. El sol relucía en lo alto, lejano einalcanzable cual estrella dorada. Sin embargo, su calor no llegaba con lafuerza suficiente a los alumnos que se desparramaban sin ningún orden por losjardines del colegio, cobijándose bajo el abrigo de bufandas, guantes y gorrosde lana.
Y tras una de las ventanas de la torrede Gryffindor, un montón de entusiasmados gritos femeninos eran medianamenteamortiguados por el cristal.
En el interior de la habitación,Lavender Brown y Parvati Patil saltaban repetidamente la una frente a la otra,chillando extasiadas mientras agitaban las manos para mostrar aún más laagitación de la que eran víctimas. Pero por supuesto esto era perfectamentenormal. ¿Quién no se dejaría las cuerdas vocales en gritar alocadamente cuando unjugosísimo rumor, según el cual George Weasley y Angelina Johnson habíanretomado su antigua relación amorosa, se había extendido como la pólvora por elcastillo?
Y apenas un par de metros más allá,arrellanada en su cama, Hermione Granger trataba inútilmente de concentrarse enla lectura de su nueva adquisición literaria. El blanco que sus nudillos lucíandebido al fuerte agarre que la joven ejercía sobre las tapas del libro, asícomo su ceño fruncido y sus dientes apretados, daban a entender que Hermioneestaba experimentando ciertos instintos homicidas hacia sus exaltadas yruidosas compañeras.
¡Nome lo puedo creer! exclamó Parvati. Son la pareja ideal, ¿no te parece? antesde que Lavender pudiese responder, ella prosiguió. Por cierto
¿es verdad esoque he oído sobre lo mucho que ha
mejorado
tu "amistad" con cierto pelirrojo?
Parvati alzó las cejasinquisitivamente, y Lavender sonrió con picardía mientras se sonrojaba de formaalgo cínica.
Oh,bueno
Sí, podría decirse que Ro-Ro y yo hemos dado un paso en nuestra relacióny
¿Peroestáis saliendo o no? insistió Parvati, y Lavender rio.
¡Sí!respondió finalmente, y de nuevo las dos chicas retomaron sus gritos deemoción desbordada, sus ridículos saltitos y sus aspavientos agobiantes.
¡Yaestá bien! estalló finalmente Hermione, cerrando de golpe su libro y mirando asus compañeras con rabia. ¿No podéis cerrar la boca ni un miserable segundo?
Lavender y Parvati la observaron,sorprendidas, hasta que la primera puso los brazos en jarras y replicó:
¿Ytú no puedes dejar de perder el tiempo con esa tontería de libros? Ya podríasponerte un poco más al día con los cotilleos del colegio
Parvati asintió fervientemente, dándolela razón, y Hermione parpadeó, tratando de averiguar si las dos chicas estabanhablando en serio o no. Esa pausa dio tiempo suficiente a Lavender paracontinuar.
¡Note enteras de nada! Seguro que si te pregunto quién le gusta a Lee Jordan notienes ni idea, ¿verdad? ¡Y apuesto lo que sea a que no sabes con quién saleMichael Corner! ¿Y qué hay de Ernie Macmillan? ¡Ni siquiera sabes por quién
!
¡Nome importa! replicó Hermione, interrumpiendo a Lavender en su perorata. ¡Nome importa nada de eso! ¡Solo os interesa a vosotras, par de cotillas!
¿Disculpa?intervino Parvati, atónita. No somos cotillas, solo tratamos de estar lo másinformadas posible. ¿Dónde está el problema?
Enque esos asuntos no son de vuestra incumbencia respondió Hermione armándose depaciencia. Esa "información", como tú la llamas, pertenece a la vida privadade otros alumnos. ¡No podéis invadirla así!
Perose supone que eso es lo que hacen las chicas, Hermione: interesarse por la vidaprivada de los demás
dijo Lavender, y la estudiosa Gryffindor resopló.
Cotillearrepitió con seguridad y algo de desdén.
¿Sabes?En el fondo te compadezco canturreó Lavender. Nunca has intentado parecerte auna chica y, finalmente, te quedarás sola. ¡Y no me extraña! ¿Quién querríaacercarse con intenciones sentimentales a una escoba vestida de monja y sin unsolo toque de maquillaje en la cara?
La pulla golpeó la conciencia deHermione con fuerza, pero ella apartó las dudas con una sacudida de cabeza.
Noquiero ni necesito que se me acerque ningún chico sentenció. Sus doscompañeras, al oír esto, se giraron con sendas sonrisillas estúpidas yempezaron a murmurar como si Hermione no se encontrase allí.
Pobrecilla,oculta su dolor tras mentiras
Cierto,está más que claro
¿Quiénno necesita un chico?
Senota que miente, pero ¿qué le va a hacer?
Ya
Con su aspecto
Estan poco femenina
Seguroque a sus dieciséis años nunca ha besado a ningún chico
Segurísimo
¿Quiénha dicho que yo no he besado nunca a un chico? gritó Hermione, enfureciéndosepor momentos. Aquellas dos la estaban sacando de sus casillas.
Lavender y Parvati se giraron,mirándola con compasión.
Vamos,Hermione, no es necesario que finjas
No pasa nada, te guardaremos el secreto
Claro,porque vosotras sois expertas en guardar secretos, ¿verdad? bufó indignadaHermione.
Hermione,venga
Somos tus amigas
Puedes confiar en nosotras
dijo Lavender, sentándoseen la cama a su lado. Hermione la miró como se mira a un bicho especialmentemolesto que se ha posado en tu hombro. ¿Amigas? ¿Confiar? ¿Iba en serio?
Talvez no sea muy femenina, pero el físico no es lo que importa, y considero quecuando sea el momento podré enamorar al chico ideal con mi forma de ser, no conmi aspecto dijo con calma, como si le estuviese explicando a un tonto que dosmás dos nunca suman diez.
Ah,¿sí? sonrió Parvati. En ese caso te propongo un reto: ¿a que no eres capaz debesar a un chico?
¿Qué?soltó Hermione, estupefacta.
¡Sí!exclamó Lavender, dando una palmada. Nosotras te decimos un chico y, sitienes el valor de besarle y conseguir que te corresponda el beso, te dejaremosen paz. ¡Venga, será divertido, y prometemos decirte un chico guapo!
Nopienso participar en semejante estupidez dijo Hermione, pero Parvati lazarandeó del hombro con insistencia.
¡Vamos,Herms! ¡Te lo prometemos, de verdad! ¿O tienes miedo?
Esa última pregunta activó algo en elinterior de Hermione, una trampilla que liberó de golpe la temeridad y elorgullo que toda leona guarda en su interior. La joven se levantó de un saltode la cama, mirándolas con determinación.
Porsupuesto que no tengo miedo. ¿A quién decíais que tengo que besar?
La sonrisa cómplice que compartieronlas otras dos chicas lo dijo todo.
Nopuedo creerme que esté haciendo esto gimió Hermione por vigésima vez,apretándose con fuerza contra los muros de piedra del recoveco de las mazmorrasen el cual estaba escondida junto con sus compañeras de habitación, quevigilaban el pasillo desde detrás de una armadura. "¿En qué lío me he metido?", pensó. "¡Si yo solo quería que me dejasen leer tranquila!".
Creíque habías dicho que no tenías miedo le picó Lavender, sonriendomaliciosamente.
¡Yyo creí que habías dicho que me propondrías a un chico normal, no a
eso! protestóella, desesperada.
Shhh,callar, por ahí vienen les chistó Parvati, y las tres chicas escucharon lasvoces de un grupo de jóvenes que se acercaban al lugar donde ellas estabanocultas.
Bien,repasemos el plan susurró rápidamente Lavender, girándose hacia Hermione.Parvati y yo distraemos a sus amigos, los alejamos, y entonces sales tú y ¡bum!Le besas. Fácil, ¿no?
Hermione le miró con un profundo odio,pero antes de que pudiese cumplir con sus impulsos asesinos, Lavender y Parvatise deslizaron con sigilo fuera de su escondrijo. Hermione se asomóprudentemente por el borde del recoveco, y vio así como Theodore Nott, GregoryGoyle, Vincent Crabbe, Blaise Zabini y Draco Malfoy se detenían de golpe paramirar sorprendidos a las dos Gryffindores, que se arrimaron a ellos blandiendodeslumbrantes sonrisas.
¡Theo!¡Amigo mío! ¿Qué tal estás? comenzó Parvati, rodeando con un brazo los hombrosde un atónito Nott como si fuesen íntimos desde siempre. Recetas faciles y rápidas
¿Quéhacéis vosotras dos aquí? inquirió Blaise, mirando con desconfianza aLavender, que le regaló unos pucheritos seductores.
Hemosvenido a veros, Blaisy ronroneó, y Zabini dio un paso atrás, asombrado por lasconfianzas que se había tomado Lavender para llamarle así.
Malfoy contemplaba la escena desde unadistancia prudencial, debatiéndose entre la molestia y la diversión.
Por suparte, Crabbe y Goyle babeaban mirando alternativamente a las dos chicas, comosi fuera la primera vez que tenían féminas tan cerca
Y probablemente así fuese.
¿Qué queréis? inquirió Nott, tratando de zafarsedel agarre de Parvati, que pestañeaba coquetamente.
Invitaros a dar una vuelta con nosotras. Hay un parde cosas que queremos
enseñaros
Lavender dejó la frase en el aire, dando alos chicos todo un mundo de posibilidades con las que completar su significado.
Pues vamos declaró Zabini, sonriendo. Una chica erauna chica, vistiese los colores que vistiese.
Vamos, vamos repitieron Crabbe y Goyle, y Theo,incómodo, murmuró:
Bueno
pero solo un ratito
Ya se estaban yendo cuando Malfoyinterrumpió con tono arrogante.
¿Deverdad vais a iros con ellas? Qué bajo habéis caído
Túte lo pierdes, Malfoy respondió Lavender, enganchándose al cuello de Blaise,que se encontró con que aquella posición era idónea para observardetalladamente el escote de la chica.
Nosé si podré superarlo se burló el rubio, llevándose una mano al pecho condramatismo.
Hastaluego, Draco se despidió Blaise, guiñándole un ojo. Ya te contaré
Y el grupo se fue, precedido por lasdos Gryffindores y Zabini, y cerrado por Theo, que caminaba arrastrando lospies, y Goyle y Crabbe, que se bamboleaban hacia delante al ritmo de lostraseros de las chicas.
Pandade idiotas
masculló Malfoy por lo bajo, poniendo los ojos en blanco.
Hermione tragó saliva. Estaban solos.Era ahora o nunca.
Rogando a Merlín porque se apiadase deella y le permitiese salir ilesa de aquella ridícula aventura, salió de suescondite justo a tiempo de ver a Draco dar media vuelta y alejarse de nuevohacia el interior de las mazmorras.
¡Malfoy!le llamó, y el Slytherin se giró rápidamente, con los reflejos dignos de unbuscador. Sus ojos, del color del mercurio, se encendieron al ver a Hermione.
Vaya,vaya, mira a quién tenemos aquí
Nada menos que a mi sangre-sucia preferida
susurrócon tono mordaz. ¿Qué buscas aquí? Estás muy lejos de la sabana, ¿no, leoncita?
Hermione tragó saliva otra vez,contando hasta diez para no perder los nervios y matarle. Si tenía que besarle,al menos que estuviese vivo.
Tengo
tengo algo que decirte comenzó, mirando loslabios del chico y sintiendo arcadas por tener que tocar eso con su boca
"Hipócrita", se reprochó a sí misma.Tanto como arcadas, no. De hecho, aquellos labios finos y ágiles enmarcados porese rostro de piel clara y facciones esculpidas en alabastro tenían un ciertoatractivo
"¿Se puede saber en qué estáspensando? ¡Es Malfoy! Aunque, teniendo en cuenta que le tienes que besar, talvez no sea mala idea tratar de buscarle atractivo físico
que en realidad no lefalta". Y de nuevo quiso pegarse a sí misma por el rumbo que estabantomando sus pensamientos. Solo entonces reparó en que Malfoy le estaba diciendoalgo. ¿Eh?
Decía comenzó de nuevo el rubio, alzando una cejacon la burla pintada en su divertida expresión que qué era eso que queríasdecirme. Aunque si vas a regresar a ese extraño limbo del que acabas de volver,no te esfuerces en intentarlo. Y recuerda que no es culpa tuya que tu limitadocerebro se desconecte de vez en cuando
Hermioneapretó con fuerza los dientes y se mantuvo en silencio, fulminándole con lamirada.
¿Nada?insistió Malfoy, y después resopló. Estás mucho peor de lo que pensaba
Y dando media vuelta retomó su marcha.Hermione abrió mucho los ojos. No podía perder contra Lavender y Parvati.
Echó a correr detrás de Malfoy,llamándole. Draco volvió a girarse despacio con intención de soltarle algún queotro insulto para que le dejase en paz, pero ni una sola palabra llegó a salirde su boca, porque de pronto Hermione pegó sus labios a los de él.
El Slytherin se quedó rígido,petrificado por la sorpresa, mientras que ella, con lágrimas en los ojos, sepuso de puntillas para alcanzar mejor la cara de Malfoy y prosiguió besándole,tratando de sacar una mínima respuesta por su parte.
Justo cuando creía que se iba a morirde la vergüenza y la humillación, apenas un segundo antes de separarse de él,los brazos de Malfoy la agarraron por los hombros y tiraron de ella hacia elmismo recoveco en el que las Gryffindores se habían escondido. Y allí,respondió al beso de la castaña. Aunque en realidad, lo que hizo fue más bientomar el control absoluto de la situación.
Hermione ahogó un grito, atónita alsentir que Malfoy la apretaba contra la pared, profundizando el beso yexplorando su boca con intensidad, mientras sus manos la recorrían de arribaabajo, tocándola a través de la ropa.
Ella cerró los ojos, impactada yconfusa, sin saber qué hacer. Nunca antes se había encontrado en una situaciónasí, y había algo en la forma de actuar de Malfoy, una especie de fuerzasalvaje y desbocada, que la intimidaba y le hacía temblar.
Sin embargo, más por instinto que porotra cosa, alzó una mano hasta el pelo de Draco, enterrando los dedos en suscabellos finos y sedosos, maravillándose por su tacto. Colocó la otra mano sobreel pecho del chico, como si así pudiese ejercer un mínimo de control en ladistancia que les separaba, cuando esto no era así ni mucho menos.
Hermione estaba sobrepasada por loshechos. Poco a poco, fue perdiéndose en la intensidad del beso, atreviéndose atocar a Malfoy, avergonzada por la situación, por estar comportándose así, perosin poder evitar disfrutar de cada segundo y preguntarse qué mosca le habríapicado al Slytherin.
También hubo un instante en el quesintió miedo, aunque no habría sabido decir por qué. Tal vez del qué dirán,quizás de Malfoy, o puede que de sí misma. No obstante, este temoraparentemente irracional desapareció a medida que fue entregándose más y más alas frenéticas caricias del chico, al baile sin control de sus bocas.
Y, de pronto, de algún lugar del mundoexterior, fuera de la burbuja en la que ambos estaban flotando, las voces devarios alumnos llegaron hasta ellos.
Hermione empujó a Malfoy con fuerza,logrando a duras penas separarlo de ella. Se miraron, jadeantes y con loslabios rojos. Había una nota de desafío en su mirada, una corriente eléctricaque latía con fuerza, una chispa que siempre había estado ahí, esperando elmomento oportuno de convertirse en un imperioso incendio. Y el momento habíallegado.
Pero las voces se hicieron máscercanas, y Hermione rompió el contacto visual, sintiendo cómo el calor acudíaraudo a sus mejillas.
Escuchaba la respiración pesada deMalfoy, y su cercanía hacía que siguiese sintiendo sobre sus labios el toquedel chico. Armándose de valor, alzó la cabeza y le miró. Él se inclinódespacio, con la intención de volver a atrapar su boca, pero Hermioneretrocedió un paso. Miró fuera del pasillo, en cuyo fondo se proyectaban lassombras de varios estudiantes aproximándose.
Con un suspiro, se giró de nuevo haciaMalfoy, que la miraba intensamente. Sus inspiraciones aún eran irregulares, yella percibió con aún más vergüenza que tenía una pequeña herida en el labioinferior. "¿Eso se lo he hecho yo?",pensó, incómoda. La cordura había vuelto a ella, dando nitidez a los últimosacontecimientos, que tan borrosos se repetían en su mente, y cogiendo airedijo:
Nuncamás. Esto no volverá a repetirse nunca más.
Y dando media vuelta echó a correr,alejándose lo más rápido posible de las mazmorras.
Malfoy salió lentamente del recoveco,observándola irse mientras se recostaba contra la pared. Alzó los dedos y setocó suavemente los labios, rememorando el sabor de la boca de la Gryffindor.Y, con la sonrisa traviesa de quien se sabe vencedor, murmuró:
Esoya lo veremos.
Por una apuesta - Potterfics, tu versión de la historia
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2024-09-18
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