Reencuentro
Lyra estaba de pie en el pasillo desafiándola con su adolescente metro sesenta de estatura.
¿Por qué tengo que ir a casa de tía Janet?
Porque es lo que haces los sábados si tengo que ir a trabajar contestó Hermione mientras se ponía una falda morada y trataba de atarse los botones de la blusa con la otra mano, con un ojo puesto ansiosamente en su hija y el otro en el reloj de la mesilla. Y si estás en casa de Janet no tengo que preocuparme por ti.
Claro, entonces no es por mi bien sino por el tuyo replicó Lyra clavando unos ojos acusadores de color gris acero en su madre, que tan solo era más alta que ella por 10 centímetros.
Oye, ¿por qué no hablamos de esto esta noche? le rogó Hermione mientras rebuscaba dentro de su armario unos zapatos.
Tengo trece años y no soy tonta. No se me ocurriría beber ni drogarme
Espero que no murmuró Hermione estremeciéndose al pensarlo.
No soy como eras tú. Soy muy sensata y madura para mi edad
¿Por qué tengo a veces la impresión de que no piensas gran cosa de mí?
Mamá, estás destinada a preocuparte por todo. Caíste en manos de un desgraciado que te abandonó a los diecisiete años y has estado pagando por ese error desde entonces cargando conmigo le recordó Lyra. Pero no voy a cometer el mismo error. A no ser que un atractivo multimillonario llame a la puerta mientras estás fuera, no hay peligro. Sólo quiero ir de tiendas con Susie y comprarme algo de ropa. Las prendas más bonitas ya se habrán vendido si espero hasta esta tarde
¡Nunca has sido una carga para mí! protestó Hermione.
Mamá
no tenemos tiempo para hablar de eso. ¿Puedo salir? suplicó Lyra.
Hermione atravesó apresuradamente las puertas de cristal de Elite Estates exactamente cuarenta y cinco minutos más tarde, sin aliento y agobiada pero tratando de no parecerlo. Su jefe, Giles Carter, había telefoneado a primera hora para decirle que la epidemia que se estaba extendiendo en la agencia había dejado en cama al favorito del equipo de vendedores, Barry el Piraña, como lo llamaba Hermione en privado. Su presencia era necesaria para atender al último nuevo cliente de Barry en lo que podría haber sido su esperado día libre.
Hermione llevaba trabajando diez años en Elite Estates y no se hacía ilusiones respecto a su política machista. Había escalado puestos con gran dificultad y pese a la desventaja de su sexo, su corta estatura y su aspecto juvenil. Sólo las altas cifras de ventas habían hecho que
Giles la tomara en serio, pero seguía asegurándose de que negociara con las propiedades de poca monta.
Giles ha telefoneado dos veces preguntando por ti la advirtió Joyce en recepción. ¿Te has fijado en la limusina que hay aparcada a la salida?
Hermione había entrado demasiado deprisa como para fijarse en nada. Se volvió y vio el impresionante vehículo metalizado.
Su dueño te está esperando. El hombre más imponente que he visto en mi vida suspiró
Joyce lánguidamente. Por desgracia, una rubia imponente salió del coche detrás de él.
Una pareja
Ojala que los dos todavía se atrajesen y respetasen mutuamente. Hermione había tenido algunas experiencias terribles con parejas que no habían sido capaces de ponerse de acuerdo sobre el hogar de sus sueños y habían dado marcha atrás a la compra en el último momento.
Llamó a la puerta de la suntuosa oficina de Giles y entró directamente.
Fue a la mujer a quien vio primero. Estaba mirando la hora con una pequeña mueca de fastidio y una fabulosa melena castaño oscuro escondía parcialmente sus rasgos. Un hombre alto y de piel clara, casi pálida, estaba de pie de espaldas a la puerta. Se giró al oírla entrar pero Hermione no pudo ver su rostro porque la intensa luz del sol que entraba por las ventanas se lo impedía. Giles la miró con exasperación.
Confiaba en que llegarías pronto se quejó.
Lo siento dijo Hermione a todos los presentes. Espero que no lleven mucho tiempo esperando.
Señorita Granger
le presento al señor Malfoy y a la señorita Astoria Greengrass dijo
Giles con la voz zalamera que utilizaba únicamente con clientes acaudalados.
Hermione se quedó helada. Malfoy. Atónita, clavó la mirada en el hombre alto que se había interpuesto entre ella y la luz del sol. Todo lo que pudo ver fue una corbata azul pálida sobre una camisa blanca inmaculada, flanqueada por las solapas de una exquisita chaqueta de color gris carbón hecha a medida. Petrificada, Hermione levantó la cabeza de cabello castaño claro rizado y lo miró. ¡Era Draco! La conmoción fue tan fuerte que no pudo mover un músculo y perdió el color de su rostro con forma de corazón.
Su mirada se estrelló contra unos ojos profundos y grises que se clavaron en ella con una intensidad tan fuerte como la suya. Unas exuberantes pestañas claras cayeron lentamente.
Vio cómo contraía los músculos de su rostro dorado por el sol para mantener el control y apartó de él la mirada con un esfuerzo sobrehumano tratando de recuperar la compostura.
Señor Malfoy murmuró con voz temblorosa tendiéndole la mano como un autómata.
Draco ignoró aquel ademán y giró sobre sus talones para dirigirse a Giles.
¿Es esta mujer la única empleada de la que dispone?
Hubo un momento de tenso silencio.
La señorita Granger es una de nuestras vendedoras con más experiencia contestó Giles con voz desmayada. Tal vez lo engañe su aspecto juvenil, pero es mucho más madura de lo que parece.
La hermosa acompañante de Draco soltó una risita. Hermione se ruborizó hasta la raíz del cabello y se fijó en los zapatos de Draco
Mocasines italianos cosidos a mano. Lo recordó con los pies descalzos.
Era la imagen de un adolescente, no de un hombre hecho y derecho. Conocía al adulto sólo por las imágenes de los periódicos que tanto habían perturbado su paz días después de lo ocurrido. Pero resultaba mucho más chocante verlo cara a cara y sin previo aviso. Se sintió enferma y no habría sido capaz de abrir la boca ni aunque su vida dependiera de ello. Giles se aclaró la garganta.
Me temo que no tenemos a nadie más disponible esta mañana. Si no fuese por esto dijo frunciendo el ceño señalando la escayola que le envolvía el pie habría estado encantado de acompañarlos personalmente a la mansión Blairden. Pero dada
Draco
si no nos damos prisa llegaré tarde a mi cita protestó la mujer que lo acompañaba con petulancia levantándose de la silla para exhibir una altura apenas menor que el metro ochenta y siete de Draco. Hermione reconoció tardíamente que era una modelo muy conocida. Había visto aquella perfecta estructura ósea en incontables portadas de revistas. ¿Y cómo había dicho Giles que se llamaba? Como una sonámbula, Hermione dio un paso adelante y le tendió la mano.
Señorita Greengrass
Unas uñas de manicura rozaron las suyas de pasada. Aquellos ojos verdes la miraron con desaprobación. Luego, la castaña deslizó su mano en la de Draco como prueba de posesiva intimidad y se giró sobre él para susurrar algo a su oído. Hermione se puso rígida y los miró fijamente. Luego apartó la vista con brusquedad, pero todos los nervios de su cuerpo estallaron cuando lo hizo. Durante una fracción de segundo, cuando cerraba con fuerza su propia mano, había estado tentada a separarlos. Aquel impulso insano la hizo estremecerse.
Como tenemos prisa, los servicios de la señorita Granger bastarán declaró Draco.
Hermione no se volvió, pero pudo ver la incredulidad de Giles ante aquella afirmación poco civilizada. ¿Bastarán? Un feroz resentimiento seguido de una oleada de humillación que no quería reconocer la recorrieron de pies a cabeza. Trece años antes Draco se había deshecho de ella sin ceremonias y Hermione no había hecho nada para merecer aquella reacción tan despectiva delante de su jefe y de su novia. ¿Sería porque estaba avergonzado? Pero Hermione no se engañó, ni siquiera con diecinueve años Draco Malfoy tenía un ápice de sensibilidad en su cuerpo.
Con la espalda rígida, Hermione descendió por la escalera de caracol de hierro forjado que conducía a la planta baja y cruzó la oficina. Sentía que sus piernas podían ceder en cualquier momento. Cuando salió a la calle y tomó la dirección del coche de la agencia, oyó la voz de Draco a su espalda.
Iremos en la limusina.
Por supuesto acertó a decir Hermione.
Háblanos de la casa sugirió Astoria Greengrass débilmente mientras Hermione se sentaba en el asiento frente al suyo.
Hermione abrió la boca y la volvió a cerrar. Apenas tenía información sobre la mansión de la plaza Blairden, ni siquiera si había otras ofertas. Como Giles nunca le había permitido trabajar con lo que denominaba «residencias de lujo» en los libros de la agencia, no había tenido motivos para interesarse por ellas. Pero si hubiera tenido la cabeza sobre los hombros habría mirado los datos antes de salir de la oficina.
Un colorido folleto aterrizó en su regazo. Hermione se sobresaltó y sus atónitos ojos de color mieles se posaron en el hombre al que estaba tratando de no mirar.
Hora de estudiar dijo Draco irónicamente con una expresión tan dura como el acero.
No eres muy eficiente, ¿verdad? comentó su compañera. Hermione se había ruborizado pero levantó la barbilla.
Lo siento, pero no he trabajado antes con esta casa en particular
Es un chalé adosado de estilo georgiano expuso Draco suavemente. Pero no te preocupes, también nosotros podemos leer.
Hermione inclinó la cabeza sintiendo el ácido de su burla abrasarle la piel. ¿Por qué la trataba de aquella manera? Draco siempre había sido brusco, pero nunca descortés. Era imposible que siguiera culpándola a ella después de tantos años. Aquella relación había quedado olvidada en el confín de los tiempos
Pero su inteligencia intervino. ¿Cómo podía Hermione olvidarse de aquel verano cuando tenía a Lyra?
El timbre de un teléfono móvil rompió el tenso silencio. Hermione no levantó la cabeza.
Parecía que el mundo entero se había paralizado en el momento en que había alzado los ojos y visto a Draco en el despacho de Giles. Ya no era el joven alto y delgado que recordaba, pero estaba más atractivo que nunca
Tenía las cejas castañas claras, las mejillas afiladas, una nariz perfiladaa, brillantes ojos grises y cabello rubio platinado y lustroso que no recordaba tan corto. Sus rasgos marcados eran profundamente varoniles, sus labios finos y bien dibujados peligrosamente sensuales. Podía sonreír y robar el corazón con una mirada burlona
pero aquél había sido el adolescente, no el hombre.
No puedo quedarme dijo Astoria Greengrass con un gritito de disgusto arrojando el teléfono móvil al interior de su voluminoso bolso. Joss me necesita ahora. Me dan ganas de gritar, pero, ¿cómo voy a negarme? Me ha hecho demasiados favores. Lo mejor es que me baje aquí mismo. A pie llegaré antes al estudio tal y como está el tráfico. Intentaré reunirme contigo en la casa.
Tranquila
no es importante murmuró Drco para consolarla.
¡Estrangularía a Joss! exclamó la Astoria con resentimiento y, luego, sus ojos verdes se posaron en Hermione. Si hubieras sido puntual, esto no habría pasado.
Tiesa como una estatua, Hermione eludió tener que mirar a Astoria mientras la limusina se detenía. La mujer descendió no sin un adiós físico y profundo que hizo sonar el claxon de los otros coches en señal de protesta cuando el semáforo se puso en verde. Eran amantes, era evidente. Los finos rasgos de Hermione se contrajeron con furia. La intimidad que había entre ellos era palpable.
La puerta se cerró dejándola a solas con Draco contra su voluntad y Hermione dejo de respirar.
Ha sido un día de sorpresas desagradables comentó Draco gravemente. Por fin Hermione reunió el valor para mirarlo otra vez con sus cansados ojos mieles.
¿Por eso has tenido que pagarla conmigo?
No eres uno de mis más felices recuerdos. ¿Qué esperabas? inquirió observando su rostro pálido sin rastro de emoción.
No sé
No esperaba volverte a ver.
Míralo corno una coincidencia que sólo ocurre una vez en la vida replicó Draco con gélido desprecio. Por lo que respecta a zorras codiciosas, sigues estando a la cabeza de mi lista.
La mirada horrorizada de Hermione quedó atrapada en aquellos rasgos oscuros que reflejaban su fría hostilidad. Draco no hizo ningún esfuerzo por ocultar lo que sentía. ¡La despreciaba de verdad! Pero, ¿por qué? ¿No lo había dejado libre? ¿No le había devuelto lo que quería? ¿Acaso aquella acción desinteresada no había bastado para apaciguar su resentimiento?
Pero es un consuelo saber que eres lo bastante pobre como para verte obligada a trabajar admitió Draco.
No entiendo qué quieres decir
Siempre he trabajado para ganarme la vida. ¿Y cómo puedes llamarme zorra codiciosa? No me llevé nada de ti ni de tu familia contraatacó Hermione de repente. El shock parecía haber dejado paso a la furia.
¿Llamas nada a medio millón de libras?
Hermione frunció el ceño.
Pero rechacé el dinero. Tu padre intentó con todas sus fuerzas que lo aceptara, pero yo lo rechacé.
Eres una mentirosa replicó Draco con una mueca burlona. Fuiste tú quien lo pediste. Mi padre te pagó sólo porque estaba tratando tontamente de protegerme.
No pedí nada
¡Y tampoco acepté el dinero! protestó Hermione acaloradamente.
Draco la miró con una indiferencia tan absoluta que cortaba como un cuchillo.
Ni siquiera sé por qué lo he mencionado. Aquella suma fue el final desagradable pero piadoso de una sórdida aventura.
Hermione se mordió el labio inferior y probó el sabor acre de su propia sangre. Era evidente que el padre de Draco, Lucius, había mentido. Pero ¿por qué iba a sorprenderse? El clan de los Malfoy la había detestado desde el primer momento. Sus padres habían hecho grandes esfuerzos por disimularlo delante de Draco, pero su hermana melliza, Cassiopeia, le había mostrado su hostilidad abiertamente. Aquella oleada de recuerdos le hicieron revivir el aroma de la hierba bajo sus cuerpos entrelazados bajo el sol de la Toscana y el peso y la urgencia apasionada del delgado cuerpo de Draco sobre el suyo. Sueños rotos e inocencia perdida.
¿Por qué nadie la había advertido de cuánto podía doler y destruir el amor? ¿Una sórdida aventura? No, para ella había significado mucho más.
Aunque si Draco descubría la existencia de Lyra
Pero enseguida desterró aquel pensamiento. A los diecinueve años Draco había sido capaz de pensar en muchas cosas que deseaba, pero entre ellas no estaba incluida una hija. Y sabiéndolo, ¿por qué demonios lo había aceptado como marido? Sin embargo, la respuesta era bien simple. Había creído de verdad que la amaba
incluso después de que dejara de demostrárselo. Era increíble lo que una adolescente enamorada podía ser capaz de creer.
Llevas zapatos de distinto par comentó Draco en tono extrañamente normal. Aquello la devolvió al presente. Hermione se miró los pies. Vio un escarpín azul marino y otro negro. No se molestó. En pleno encuentro de pesadilla, aquello le parecía una trivialidad.
No debía estar trabajando hoy. Vine a toda prisa.
Te has cortado el pelo.
Hermione levantó una mano vacilante en dirección a su media melena de color castaño claro y se preguntó por qué el tiempo parecía haberse ralentizado y por qué estaban manteniendo aquella curiosa conversación cuando apenas hacía un minuto habían estado discutiendo.
Sí, resulta más cómodo.
Draco estaba recorriendo su menuda figura con aquellos ojos entornados y brillantes de una manera que la hacía sentirse acalorada y a disgusto.
No parece que tengas mucho que decirme
Hermione no estaba dispuesta a decirle que seguía siendo irresistible. Incluso de joven lo había sabido y se había servido desvergonzadamente de aquella combinación de atractivo y sexualidad ardientes para su beneficio. Hermione había sido rematadamente ingenua y se había enamorado locamente de él, indefensa ante su refinado numerito de seducción.
Sigues siendo un presuntuoso le dijo inútilmente, y los ojos grises de Dracobrillaron con desconcierto momentáneo. Hermione soltó una carcajada amarga. Pero, ¿por qué ibas a dejar de serlo?
¿Qué quieres decir?
Lo que quiero decir es que deberías dejar que saliera de este coche antes de que diga algo que los dos lamentemos admitió Hermione con voz tensa sintiendo que todas las emociones enterradas en su interior desde hacía mucho tiempo estaban saliendo a la luz sin previo aviso. Draco le arrojó una mirada propia de un hombre que conocía a las mujeres y se enorgullecía de ello.
Nunca se olvida el primer amor.
Ni lo canalla que fue
afirmó Hermione sin poder contenerse. Pero la reacción tensa de Draco le dio una satisfacción inusitada.
¿Cómo puedes decirme eso?
Porque ser tu mujer ha sido la experiencia más horrible de mi vida le informó Hermione levantando la cabeza.
¿Perdón?
Y créeme, no me hizo falta un soborno para salir corriendo por la puerta de atrás. Eras dominante, egoísta y del todo insensible a lo mal que lo estaba pasando lo condenó Hermione. Me dejaste a la merced de tu monstruosa familia y dejaste que me trataran como si fuera basura. Dejaste de hablarme, pero no dejaste de usar mi cuerpo cuando te apetecía.
Draco estaba transfigurado. La Hermione con la que se había casado nunca lo habría criticado. En aquella época, Hermione se había arrastrado de un lado a otro pidiendo disculpas mientras lo adoraba tristemente y en silencio. Draco había aceptado aquella adoración como su derecho. Hermione no había tenido agallas para enfrentarse a él entonces, no cuando se había culpado equivocadamente a sí misma por el hecho de que hubiese tenido que casarse con ella.
De hecho, agarraste un enfado que duró tres meses desde el mismo día de la boda. Y en cuanto tu odiosa familia vio cómo te estabas comportando, te siguieron la corriente y convirtieron mi vida en un infierno le espetó. ¡Y no me importa lo que sintierais! Sólo tenía diecisiete años, estaba embarazada y no merecía ese tipo de castigo.
Te desprecié por lo que hiciste reconoció Draco. Y me irrita oír cómo denigras a mi familia.
No creo que pierda el sueño por eso.
Hermione se quedó en silencio. Estaba destrozada por la amargura que había surgido en su interior y la había desbordado. Hasta aquel momento no había sido consciente de lo guardada que la tenía, pero tampoco había tenido la oportunidad de airear antes sus sentimientos. En menos de cuarenta y ocho horas después de su aborto involuntario, Lucius Malfoy le había presentado los papeles del divorcio. Y, herida en el corazón por todo lo que había sufrido y la cruel indiferencia de Draco, había firmado sin decir palabra. Trece años después, había dicho todo lo que tenía que decir.
Al descubrir que el aborto no había sido tal aborto, no soñó con molestar a Draco o a su familia con lo que habrían sido malas noticias para ellos. Y amando a Draco como todavía lo amaba, se había hecho cargo del problema. Había mantenido la boca cerrada sin interrumpir los trámites del divorcio y había dado a luz a su hija en soledad.
La limusina se había detenido, pero Hermione no se había percatado. Contempló la elegante plaza de estilo georgiano y supo que no podía soportar ni un solo minuto más en compañía de Draco. Estaba consumida por el dolor y la confusión.
Voy a volver en taxi a la agencia y decir que cancelaste la cita le dijo Hermione bruscamente. Si quieres, puedes volver el lunes y ver la casa con otra persona.
No creo que tu jefe se trague esa historia dijo Draco mirándola sagazmente con una mueca extraña.
¡No me importa! replicó Hermione retándolo con la mirada.
De modo que sigues tomando decisiones tontas sin pararte a pensar.
¡Cállate! exclamó Hermione y, adivinando a dónde quería ir a parar, se puso toda colorada.
Y todavía te pones roja como un tomate en mi presencia
a pesar de los años que tienes bromeó Draco disfrutando de su rubor. Y, a pesar de los años que tengo, todavía me pones a cien. ¿No es fascinante?
Hermione no podía creer lo que había dicho. Involuntariamente, quedó atrapada en aquellos ojos llameantes de un gris apasionado que la escrutaban hasta lo más hondo.
Si esto es tu idea de una broma
empezó a decir con voz indecisa.
Draco la observó intensamente y una sonrisa lenta y devastadora se dibujó en sus labios.
No seas beata. Estás sintiendo lo mismo que yo ahora mismo.
Hermione se quedó sin respiración, pero no pudo apartar sus incrédulos ojos de la atracción que la mirada de Draco ejercía sobre ella. Y la sensación que la invadía no era desconocida.
Pese al tiempo transcurrido, no había olvidado aquella increíble excitación. El ambiente se había cargado de electricidad. El corazón le palpitaba en los oídos y tenía los nervios de punta.
Para
murmuró Hermione.
No puedo. Me gusta vivir peligrosamente de vez en cuando le reveló Draco con voz ronca.
Yo no
se interrumpió Hermione. Su cuerpo no era tan escrupuloso. Se sintió destrozada al sentir cómo sus senos se henchían y se apretaban contra el sujetador de encaje, y sus pezones se excitaban desvergonzadamente.
¿Qué te parece si pasamos una tarde de redescubrimiento inmoral y erótico? murmuró Draco paseando su ardiente mirada por la piel de Hermione. Te llevaré a un hotel. Durante unas pocas horas robadas dejaremos atrás la ira y la amargura y reviviremos la pasión
Hermione se quedó atónita y, al mismo tiempo, rememoró aquella fiesta hacía muchos años cuando Draco se había dignado finalmente a hablarle. También entonces la había impresionado su descaro. Se saltó lo que Hermione siempre había considerado ingenuamente como un ritual normal de cortejo y le plantó una bebida en la mano pidiéndole que se acostara con él aquella misma noche. Hermione lo había abofeteado. Draco había sonreído.
¿Mañana por la noche? había preguntado con expresión divertida en sus hermosos ojos. Hermione debió saber entonces que hacía falta algo más que una bofetada para mellar aquel ego.
Hermione
murmuró Draco.
Regresó al presente con una sensación de intenso dolor y se sintió terriblemente fría y confusa.
No quiero revivir la pasión le dijo con voz tensa. Sí, fuiste increíble en la cama, pero no te dejaría que me utilizaras otra vez. Una vez fue bastante. Estás tratando de degradarme ahora también. Una ventaja de ser adulta es que puedo ver las cosas como son.
Hubo un silencio tenso.
No puedo creer que esté manteniendo esta conversación contigo masculló Draco con feroz brusquedad.
Supongo que es un consuelo saber que no has cambiado. Sigues siendo una rata infiel, lasciva e inmoral murmuró Hermione con voz ahogada luchando con todas sus fuerzas por no llorar.
No soy nada de eso contraatacó Draco.
Desgraciado le espetó Hermione haciendo ademán de salir del coche. ¿Crees que soy una zorra o algo así? ¿Te crees que no sé qué estás tratando de humillarme?
Súbitamente Draco la detuvo agarrándola de una mano.
Ha sido un impulso desafortunado. No sé qué me ha pasado. Llámalo demencia temporal si quieres dijo con ferocidad. ¡Lo siento!
Suéltame.
Lo hizo. Hermione abrió la puerta de golpe y estuvo a punto de caer a la acera. Estaba temblando como una hoja. Dio un paso vacilante para alejarse de la limusina como si acabara de escapar de un traumático forcejeo con la muerte.
Y es realmente patético que sigas utilizando las mismas técnicas a tu edad le espetópor añadidura.
¿Puedes hablar en voz baja? rugió Draco.
Hermione miró furtivamente a Draco y percibió la expresión de incertidumbre que nublaba su mirada normalmente aguda y la fortaleció ver que no estaba llevando aquel inesperado encuentro mejor que ella.
Bueno, ¿quieres ver la casa o no? preguntó rígidamente.
Si controlas tu lengua y dejas de insultarme no veo por qué no podemos tratar este asunto en términos comerciales dijo Draco lentamente con frío control de sí mismo.
Viste a mi padre
Mamá
Hora y media después, Hermione inspeccionaba el elegante vestíbulo de la casa georgiana por enésima vez preguntándose cuánto tiempo más tardarían los propietarios en enseñársela a Draco. Su presencia no había sido requerida para realizar el gran tour, no.
Los Raschid los habían estado esperando al enterarse de que Draco Malfoy iba a ver su hermoso hogar. El señor Raschid era un diplomático y había conocido a Draco en una cena en la embajada el año anterior. El matrimonio, ansioso por renovar su amistad con él, le dijo a Hermione, nada más llegar, que esperase en el vestíbulo, y le aseguraron a Draco que la visita a la casa sería más interesante si ellos se la enseñaban. Bueno, Hermione podría haberse sentido perdida entre tres personas que dialogaban en árabe.
Draco no la había vuelto a mirar. Repentinamente había adquirido la invisibilidad de una humilde doncella. Y así era como tenía que ser. Como los Raschid, Draco era un cliente, y los clientes, especialmente los ricos, a menudo daban a los empleados de la agencia un trato infrahumano. Pensándolo bien, su aventura hacía trece años había roto con todas las reglas sociales: Draco, el adorado hijo único de la dinastía de banqueros propietarios del Malfoy Black Bank y Hermione, la au pair que trabajaba en una casa en la misma carretera donde se alzaba su palaciega casa de verano.
No habían tenido nada en común. Draco se había criado como parte de una familia muy unida que lo apoyaba y Hermione había perdido a sus padres antes de los seis años. Sus abuelos la habían criado hasta que las enfermedades y la vejez finalmente se llevaron a todos sus seres queridos y la hermana de su madre se hizo cargo de ella a los dieciséis años. Profesora titulada próxima a los cuarenta años de edad, Janet había alentado a su sobrina a ser más independiente de lo que sus padres le habían permitido, pero se había mostrado dudosa cuando Hermione sugirió pasar el verano anterior a su último año de escuela trabajando como au pair.
Apuesto a que acabas en manos de una familia espantosa que te tratará como a una criada y querrá que trabajes día y noche le había anticipado Janet con preocupación.
Pero de hecho, Hermione había tenido mucha suerte. La agencia le había asignado una amable pareja que tenía un pequeño chalé en la Toscana e iba allí todos los veranos con sus hijos. Los Morgan le habían dado mucho tiempo libre y Liz Morgan había hecho lo imposible para que Hermione conociera a otros jóvenes. La primera semana, Hermione había sido invitada a la fiesta en la que había conocido a Draco.
Había aparecido haciendo ruido en una motocicleta gigantesca, enfundado en unos vaqueros negros que tenían un agujero en la rodilla y una camiseta blanca. El viento había echado atrás su pelo revuelto y lacio de color rubio platino y toda una habitación de jóvenes adolescentes se habían quedado sin aliento. Más aún, los de su mismo sexo se habían apiñado alrededor de él con el mismo entusiasmo. Draco era enormemente popular.
Era joven, atractivo, brillante en los estudios y rico. Y el mayor atractivo de Hermione sólo podía haber sido que era diferente de las muchachas con las que solía salir. La cara nueva, la extranjera, que tenía que trabajar para tomar el sol, había sobresalido entre los rostros conocidos.
Pero Hermione no había sabido entonces quién era él. Su nombre no significaba nada para ella. E incluso después de haberlo abofeteado, Draco la había seguido en su moto hasta la casa de los Morgan después de que Hermione se marchara disgustada de la fiesta y emprendiera a pie el camino de vuelta. Cuanto más le había dicho que creciera y la dejase en paz, más había reído Draco. Hermione estaba convencida de que se había burlado de ella por haber reaccionado exageradamente a su proposición deshonesta.
Cualquiera te hablará bien de mí. Soy una persona maravillosa cuando se me conoce le dijo con una sonrisa burlona que hizo que su vulnerable corazón diera un vuelco. Y me encanta saber que no eres el tipo de chica que se entrega en la primera cita. Tampoco es que hubiese dicho que no, me entiendes
Pero una respuesta negativa ocasional es probablemente mejor para mi carácter.
Eres muy presuntuoso le había lanzado Hermione.
Al menos no me escondo detrás de los sillones por miedo a hablar a la gente ni reacciono como un conejo asustado cuando me dicen algo replicó, rápido como el rayo.
Y Hermione entró corriendo a resguardarse en su habitación y lloró hasta quedarse dormida.
Pero Draco apareció a la mañana siguiente. Liz lo llevó hasta la cocina, donde Hermione estaba recogiendo la mesa del desayuno. Durante el tiempo que estuvo allí, la mujer clavaba sus ojos en Draco como si no pudiera creer que era real.
Te recogeré a las siete
¿de acuerdo? le dijo con voz serena, sin preocuparse por la audiencia. Iremos a cenar a alguna parte.
De acuerdo.
Sonríe le dijo acariciando el cabello de una niña de dos años que se había agarrado a su pierna Ella me sonríe, ¿por qué tú no?
No te esperaba confesó Hermione en un impulso de franqueza.
No debes decir eso.
Liz la asedió en cuanto se fue.
Hermione, perdona que haya actuado de manera extraña, pero estaba atónita al ver a un Malfoy en mi humilde morada.
¿Por qué?
Llevamos diez años viniendo aquí y todavía no he conseguido más que una mirada en señal de saludo. Sus padres son multimillonarios y son muy selectos con sus amistades le explicó. Y Draco tiene una reputación con las chicas que pondría los pelos de punta a cualquier madre. Pero normalmente se limita a salir con los de su clase. Hermione, por favor, no lo tomes a mal, pero
¿de verdad crees que podrás controlar a un joven como él? Ha vivido mucho más que tú.
Pero Hermione no la escuchó. Draco no parecía ni remotamente un esnob. Y sus padres no la preocupaban lo más mínimo.
Apareció en un Ferrari de color escarlata para llevarla a cenar aquella noche a un lujoso restaurante de Florencia. Hermione estaba abrumada por el entorno hasta que Draco estiró la mano y entrecruzó sus dedos con los suyos sobre la mesa. Entonces pasó a sentirse felizmente abrumada por él.
En el trayecto de regreso detuvo el coche en un área de servicio de la carretera, la rodeó con sus brazos y la besó. Pasados diez segundos de aquella experiencia increíblemente excitante, empezó a enseñarle cómo besar, riéndose cuando ella se avergonzaba y trataba de disculparse por su técnica inexperta alegando diferencias culturales. Pero, sorprendentemente, no trató de hacer otra cosa más que besarla. Era tan diferente de sus amigos. Romántico, tierno, inesperadamente serio. Al término de aquella velada, se sentía profundamente enamorada
Hermione emergió de aquel perturbador recuerdo y se dio cuenta de que estaba todavía esperando en el vestíbulo de los Raschid. El sonido de voces la avisó de que estaba a punto de tener compañía otra vez. Se levantó justo cuando aparecieron en lo alto de la escalera y pudo percibir el ceño de sorpresa de Draco.
Pensé que habrías regresado a la agencia reconoció una vez en la calle.
A mi jefe no le habría gustado. ¿Tienes alguna pregunta? inquirió rígidamente sin prestar atención al chofer de la limusina, que había abierto la puerta a la espera de que entrase.
Sí
¿estuviste esperando en el vestíbulo durante todo el tiempo que duró la visita?
No, estuve balanceándome de la lámpara de araña para divertirme un poco. ¿Qué crees que iba a estar haciendo?
Si hubiera sabido que estabas esperando, no habría pasado tanto tiempo con los Raschid. ¿Llegaste a tomar al menos un café?
¿Tratas de decirme que te preocupas por mí? se mofó al borde de la desesperación. Primero me dices que soy una
¡Draco! exclamó con incredulidad cuando la agarró de la cintura y la depositó apresuradamente en el interior de la limusina. ¿Por qué diablos has hecho eso?
Si estamos a punto de tener otra discusión, prefiero que sea en privado le comunicó Draco irónicamente. Durante el tiempo que habían estado separados había recobrado aquel control de acero con el que se burlaba de su turbulenta confusión.
Mira, yo no quiero discutir. Sólo quiero irme a casa.
Te llevaré.
Hermione se quedó helada.
No, gracias.
Entonces te llevaré hasta la agencia. Voy en esa dirección.
Hubo un silencio incómodo. Hermione se sentó en el borde del asiento lo más lejos posible de Draco.
No mentía cuando dije que todavía me parecías atractiva susurró Draco con voz lastimera. Hermione se puso tensa, con la cabeza alta. Ni quise humillarte prosiguió lentamente Draco en un perceptible tono de desagrado. Pero es mejor contener ciertos impulsos lujuriosos.
¿Impulsos lujuriosos? Tal y como lo veía Hermione, se trataba de un lobo rondando a una oveja indefensa. Y, a pesar suyo, recordó su respuesta a la provocación sexual de Draco horas antes. Durante unos segundos Draco había conseguido que lo deseara otra vez. Y lo peor de todo era que él lo sabía. Pero sí, Draco tenía razón en una cosa: nunca se olvida el primer amor, especialmente cuando la relación había acabado en dolor y desilusión.
Creo que es aconsejable que no nos volvamos a ver le dijo Draco en voz baja. Tengo que reconocer que tenía curiosidad, pero ya la he satisfecho.
Una dolorosa oleada de calor subió por el esbelto cuello de Hermione. Cielos, le estaba advirtiendo que se alejara de él. Preocupado de que su confesión de deseo animal hubiese despertado expectativas en su codicioso corazoncito, estaba tratando de eliminar cualquier idea ambiciosa que Hermione pudiera haber alimentado. Tan fríamente, con tanta superioridad.
Rechinó los dientes. ¿Cómo podía Draco hablarle así? ¿Se creía irresistible? ¿Se imaginaba alegremente que iba a acosarlo?
Yo ni siquiera sentí curiosidad mintió Hermione.
Yo sí, naturalmente. La última vez que te vi estabas embarazada de cinco meses y seguías siendo mi esposa.
Tú no querías una esposa dijo Hermione tensando con fuerza los músculos de la cara.
No, lo confieso. Y dudo que encuentres muchos adolescentes que quieran casarse respondió Draco con gravedad. Estaba igual de preparado que tú para afrontar la situación
pero al menos lo intenté
Sí, te comportaste como un héroe, ¿verdad? Hiciste algo honorable. ¡Te casaste conmigo! Tu mamá lloró y a tu papá le embargó la pena por ti. Por supuesto, ninguna italiana decente se habría quedado embarazada.
Me estás poniendo furioso dijo Draco clavando unos ojos en llamas en Hermione, pero ella se encogió de hombros.
Así es como te recuerdo
furioso. No existe tal cosa como el perdón en un Malfoy.
Dadas las circunstancias, creo que me comporté razonablemente bien.
¿Haciendo el increíble sacrificio de casarte conmigo? replicó Hermione mirándolo con claro desprecio. No te engañes, Draco. Me habrías hecho un favor más grandedeshaciéndote de mí y echándote a correr en el momento en que te dije que podía estarembarazada.
¿Por qué demonios guardas tanta amargura? inquirió Draco desgranando las palabras y mirándola con ojos fieros. Fuiste tú la que me dejaste. Y cualquiera que te oyera pensaría que fue la semana pasada.
Hermione intentó tragar saliva pero no pudo. Por un instante, su confusión y desmayo se reflejaron abiertamente en sus rasgos delicados. Volvió la cabeza y vio la familiar fachada de la agencia inmobiliaria con alivio.
Comportarse civilizadamente no es fácil, ¿verdad? admitió con voz tensa.
Yo te amé murmuró Draco con aspereza.
Cuando se abrió su puerta, Hermione se volvió hacia él mirándolo con ojos mieles llenos de sarcasmo.
¿Crees que quiero o necesito tus mentiras ahora?
No dejes que te entretenga replicó Draco con profunda ironía lanzándole una mirada gélida de antipatía.
La agencia estaba cerrada. Por supuesto. Eran más de la una. Hermione siguió caminando, tensa y sintiéndose fatal por dentro. Aquél era el peor día de su vida. Volver a ver a Draco y rememorar todos aquellos recuerdos dolorosos era más de lo que podía soportar. Pasados unos minutos, no podía creer algunas de las cosas que le había dicho a Draco. No era de extrañar que le hubiera preguntado por qué mostraba tanta hostilidad. Habían pasado trece años y seguía vociferando como si el divorcio se hubiera consumado el día anterior.
Pero durante los tres meses y medio que duró su matrimonio Draco la había convertido en una patética y llorosa mujer, y destruido todo su orgullo y autoestima. Nunca había tenido gran seguridad en sí misma, pero cuando Draco terminó con ella no le quedó nada. Sin embargo, antes de casarse, antes de que las cosas se torcieran, Draco había hecho maravillas con su confianza. La había fortalecido, regañándola por infravalorarse y frunciendo el ceño cada vez que bromeaba sobre sí misma. Draco le había dicho lo hermosa y especial que era y lo feliz que lo hacía. ¿Era de extrañar que se hubiese enamorado profundamente de él? ¿O que cuando la cruel realidad había llamado a la puerta para condenarlos a un matrimonio forzoso, su relación se hubiese venido abajo?
Un novio fantástico, un marido terrible. Se había casado con ella solamente por el bien del hijo que llevaba. Pero en cuanto la boda hubo terminado, hablar del bebé se convirtió en un tema tabú. Y una noche, cuando la curva de su estómago era demasiado pronunciada como para pasarla por alto, se había alejado de ella y, durante las últimas y espantosas semanas, se había mudado a otra habitación. El rechazo definitivo
había roto incluso el débil lazo del sexo.
Pocos días después, su hermana Cassiopeia se había burlado de ella como una bruja malvada.
A Draco la gordura le quita las ganas. Sólo han pasado cuatro meses y ya pareces un pequeño barril con patas. Ni siquiera muerto aparecería contigo en público. Ahora tampoco quiere dormir contigo. ¿Puedes culparlo por eso?
Ningún golpe era demasiado bajo para Cassiopeia. Aquella lengua viperina no perdía ninguna oportunidad de humillarla. Hermano y hermana estaban muy unidos y se había imaginado a Draco describiéndola como un pequeño barril con patas. Hermione había llorado angustiadamente en la soledad de su cuarto. Qué raro que a ninguno de los dos se les hubiese ocurrido que aquel repentino aumento de su vientre se debía, no solamente a una alimentación abundante, sino a que llevaba dos bebés en vez de uno
La casa de Janet estaba a la vuelta de la esquina de su apartamento. Hermione se dirigió a ver a su tía rezando para que Lyra estuviera todavía en casa de su amiga y preguntándose si un sexto sentido la había impulsado aquella mañana a ceder a los ruegos de su hija de tener un poco más de libertad.
Janet estaba al teléfono cuando entró por la puerta de atrás.
Pon el agua a calentar le dijo haciendo un inciso en su conversación.
Hermione se quitó la chaqueta del traje, se miró en el pequeño espejo de la pared de la cocina y se quedó horrorizada. Se frotó las mejillas, se mordió los labios para recuperar el color, pero sólo pudo ver su mirada de aflicción. Esperaba que Draco no la hubiese notado, pero luego se preguntó por qué debía importarle. Era de suponer que por orgullo.
Estás callada. ¿Has tenido una mañana dura? le preguntó Janet mientras sacaba un par de tazas de un armario.
Me encontré con Draco
Una taza cayó al suelo y se rompió en mil pedazos.
A mí me afectó de la misma manera confesó Hermione con voz nerviosa.
Vamos al salón le sugirió su tía. Estaremos más cómodas allí.
Hermione no podía estarse quieta. Cruzó los brazos y paseó arriba y abajo de la pequeña estancia mientras resumía lo ocurrido.
Y espera a oír esto
¡Su horrible padre le dijo que yo acepté el dinero que me ofreció!
La cara angulosa de su tía se puso extrañamente tensa.
¿Mencionó Draco el dinero?
No me creía cuando le dije que lo había rechazado.
Porque yo lo acepté en tu nombre comentó con turbados ojos azules. Sus mejillas de color cetrino se ruborizaron. Hermione se paró en seco.
¿Que hiciste qué?
Janet se acercó a su mesa de trabajo y extrajo una delgada carpeta de un cajón. Se la tendió a Hermione.
Intenta comprenderlo. No estabas pensando en el futuro. Estaba terriblemente preocupada por cómo ibas a poder salir adelante con un bebé si a mí me ocurría algo.
Hermione contempló a su tía completamente aturdida.
Está todo en la carpeta. Un consultor financiero me ayudó a organizarlo. Ni siquiera un penique de ese dinero ha entrado nunca en este país. Está en una cuenta corriente en Suiza explicó Janet. Pero está allí para Lyra y para ti si alguna vez lo necesitáis.
¿Draco decía la verdad? balbuceó Hermione. Su tía suspiró.
Su padre vino a verme mientras estabas en el hospital. Prácticamente me suplicó que aceptara el dinero. Se sentía fatal por el giro que habían tomado las cosas
¡No lo creo! ¡Estaba deseando interferir en nuestra relación!
Me resultó muy difícil no decirle que todavía tenía otro nieto en camino confesó Janet forzadamente. Pero, al igual que él debía lealtad a su hijo, yo te la debía a ti. Respeté tus deseos.
Pero aceptar el dinero
dijo Hermione, completamente destrozada por la revelación.
Creo que tomé la decisión más sensata. Eras muy joven y muchas cosas podían haberte ido mal. ¿Y qué me dices de Lyra? ¿No crees que tiene derecho a tener algo de la familia de su padre?
¡Devolveré el dinero! juró Hermione, demasiado irritada para escuchar nada.
Espera a preguntarle a tu hija qué piensa de eso cuando tenga dieciocho años. Dudo mucho que Lyra piense lo mismo que tú. Después de todo, la sangre de los Malfoy corre por sus venas
¿Crees que no lo sé? preguntó Hermione poniéndose a la defensiva. Lyra sabe exactamente quién es
No, sabe quién quieres tú que sea. Tiene una curiosidad insaciable por su padre.
Hermione estaba recibiendo un ataque sorpresa de una mujer que respetaba y amaba, y le estaba resultando una experiencia muy perturbadora.
¿Desde cuándo?
Cada vez más a menudo. Me habla de él. A ti no te pregunta nada porque no quiere disgustarte.
Nunca me he escabullido de ninguna de sus preguntas. He sido totalmente sincera con ella.
Janet hizo una mueca.
Va a resultarte muy difícil, pero creo que es hora de que le digas a Draco que tiene una hija
¿Te has vuelto loca? jadeó Hermione conmocionada.
Un día Lyra va a entrar en su despacho en el centro de Londres y va a presentarse
y por su bien Draco debe estar prevenido.
No puedo creer lo que me estás diciendo.
¿Tienes intención de decirle a Lyra que has visto a Draco hoy?
Se oyó un pequeño ruido seco por detrás. Las dos mujeres se volvieron. Lyra estaba de pie en el vestíbulo, con los ojos abiertos y paralizada por lo que acababa de oír. Luego se lanzó hacia ellas con su bonito rostro lleno de alegría.
Viste a mi padre
Mamá, ¿hablaste con él? ¿De verdad hablaste con él? ¿Le hablaste de mí?
Hermione estaba perpleja al ver la alegría de Lyra y la mortificante mirada de esperanza e ilusión en sus ojos. Estaba enfrentándose a una hija distinta de la que creía conocer en profundidad. Unos dedos gélidos se clavaron en el corazón de Hermione. Janet tenía razón. Lyra estaba desesperada por conocer a Draco, pero había tenido el cuidado de ocultárselo a su madre. Incluso aquella mañana había llamado «desgraciado» a su padre.
No
me temo que no dijo Hermione con voz inexpresiva, traumatizada por lo que había visto reflejado en el rostro de su hija.
Tu madre no tuvo ocasión de hacerlo intervino Janet.
La cara de Lyra se contrajo como si comprendiera lo mucho que su madre la había traicionado y, luego, un crudo resentimiento afloró en sus ojos llenos de dolor.
¡El que a ti no te quisiera no significa que no quiera conocerme a mí! la condenó con un ahogado gemido.
Hermione se quedó blanca. Su hija se quedó mirándola horrorizada y se marchó por la puerta de la cocina cerrándola de golpe.
Señor, todo lo que he hecho ha sido tratar de protegerla y de que no la hirieran susurró Hermione desdichadamente.
¿Cómo te hirieron a ti? inquirió Janet estrujándole el hombro para reconfortarla. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar que Draco puede haber cambiado tanto como tú? ¿Que el adolescente que no podía afrontar la paternidad es ahora un hombre adulto de treinta y dos años? ¿Crees que Draco no podría soportar ver a Lyra una sola vez? Eso puede bastar para satisfacerla y, si su padre ni siquiera accede a ello
bueno, Lyra tendrá que aceptarlo. No puede protegerla eludiendo la cuestión.
Supongo que no
Y la voz trémula de Hermione se apagó por completo.
Dos noches sin dormir no habían mejorado nada el ánimo de Hermione. Todo lo que pudo pensar cuando entró en el Malfoy Black Bank fue que en solo una mañana, Draco había hecho trizas su mundo. Y seguían cayendo pedazos. Lyra seguía disgustada por la crítica que le había hecho a su madre llevada por la angustia. De genio vivo y pasional, Lyra también era fiel y protectora. Nada de lo que Hermione le había dicho hasta entonces había suavizado su congoja por haberla herido.
¿Existiría la remota posibilidad de que un hombre tan egoísta como Draco Malfoy pudiera responder de manera apropiada a una hija adolescente y vulnerable que no había deseado tener en su momento? Hermione reconoció que supo lo que hacía al no revelarle la existencia de Lyra. El riesgo de exponer a su hija al mismo rechazo que había experimentado ella misma había sido demasiado grande.
Hermione salió del ascensor en el último piso. Si había pensado que el despacho de Giles era el último grito en lujo, empezaba a darse cuenta de su error. El lustroso edificio de cristales ahumados del Malfoy Black Bank era asombrosamente elegante con su decoración contemporánea. Había dos mujeres en recepción. La mayor se acercó hasta ella.
¿La señorita Granger? Soy la secretaria del señor Malfoy. Si es tan amable deseguirme
Hermione enrojeció. La secretaria de Draco parecía un poco tensa, seguramente como resultado de la férrea determinación de Hermione de que no le negasen una cita. Draco estaría indudablemente furioso. Después de todo, le había dicho muy claramente que no deseaba volverla a ver. Sin embargo, Hermione no sabía dónde vivía, de modo que no había tenido más alternativa que dirigirse al banco.
Con el corazón latiéndole con fuerza en la garganta, Hermione entró vacilante en el despacho de Draco, una estancia enorme con una gran mesa de cristal y
Draco allí de pie, emanando furia contenida y rigidez por cada línea de su cuerpo alto y musculoso.
¿Qué demonios haces aquí? preguntó con gélida precisión.
La cabeza le dio vueltas y sus piernas tambalearon. Abrió la boca y la volvió a cerrar. Le sobrevino el mareo, sintió que se hacía la oscuridad y sus piernas cedieron bajo el peso de su cuerpo.
Quiero conocer a mi hija
Hermione volvió en sí muy lentamente. Las facciones pálidas de Draco aparecieron poco a poco nítidamente ante sus ojos y sonrió vagamente. La sostenía entre sus brazos, su cuerpo todavía débil, y tenía la cabeza apoyada sobre su hombro. Era maravilloso. Con soñolientos ojos mieles alzó la vista
Tienes unos ojos preciosos susurró Draco acercándose cada vez más.
Se ahogaron en los suyos. Lagos de un gris apasionado bordeados de voluptuosas pestañas claras más largas que las suyas. Hermione suspiró levemente sintiendo el calor de su cuerpo delgado y musculoso sobre sus miembros relajados. Instintivamente se ciñó más a él.
Draco levantó una mano y sus dedos largos y pálidos se deslizaron por su melena acariciándole la oreja. El corazón de Hermione se desbocó en aquel silencio reverberante.
Draco
musitó.
Piccola mia
dijo Draco suspirando dolorosamente aquel nombre afectuoso.
Bajó la cabeza y atrapó sus labios húmedos en un beso apasionado que los entreabrió.
Desde aquel primer momento de contacto, Hermione quedó electrificada. La chispa erótica de su lengua al explorar el suave interior de su boca le hizo dar una sacudida y jadear. Levantó las manos y las hundió en su pelo rubio y se agarró a sus hombros anchos y fuertes. Draco la apretó contra él y Hermione se rindió con entusiasmo sintiendo la fiebre del deseo apoderarse de su cuerpo vibrante con un ímpetu voraz.
Draco gimió y separó sus labios de los suyos. La miró fijamente con intensidad y asombro. Bruscamente, se puso en pie y levantó su esbelto cuerpo con él. Su rostro se endureció mientras observaba los ojos de Hermione, brillantes de pasión. Giró sobre sus talones y abrió los brazos para dejarla caer sobre el sofá del que antes se había levantado.
Primero dame las malas noticias dijo abarcándola con la mirada.
Hermione había aterrizado confusa sobre el sofá. No sabía qué la había conmocionado y por un momento no supo dónde estaba, sólo que Draco se alzaba frente a ella como un juez amenazador.
¿Las malas noticias
?
Por un momento no quiso pensar
ni en el tormento de placer de estar en los brazos de Draco ni en lo horrible que era volver a estar a distancia de él.
Sólo te desmayas cuando estás aterrorizada. ¿Crees que no me acuerdo? le lanzó Draco gravemente. Te desmayas, abres esos enormes ojos mieles y los fijas en mí, y yo siento un ímpetu incontrolable de ceder a mis instintos más básicos. Así es como anunciaste tu embarazo.
¿Mi embarazo? inquirió Hermione con desesperación. No llegué a ese estado yo sola.
No hubo nada accidental en ello la condenó Draco duramente.
Hermione se quedó helada, destrozada por aquella acusación. Ni siquiera trece años antes se le había ocurrido pensar que Draco pudiera creer que su embarazo no hubiera sido accidental. Que su familia sospechara que había sido una manipulación no la sorprendía, pero había dado por hecho inocentemente que al menos Draco no compartía aquella sospecha.
¿En serio me acusas de haberme quedado embarazada delibera
?
No vamos a hablar de esto la interrumpió Draco poniéndose en pie bruscamente. Deja las malas noticias del pasado donde están. No vamos a volver a las andadas y peleamos por viejas historias como un par de niños estúpidos.
Viejas historias
¿Cómo reaccionaría Draco cuando lo informara de que las malas noticias del pasado eran más actuales de lo que podía suponer? A Hermione se le quitaron las ganas de discutir.
¿Quieres saber por qué le dije a tu secretaria que tenía que verte por un asunto urgente y confidencial
?
Creo que ya me lo imagino
le dijo Draco con innato cinismo haciendo una mueca. Estás arruinada, ¿verdad? Tienes deudas.
No sé de dónde te sacas eso dijo Hermione, pero se ruborizó con culpabilidad al recordar la cuenta corriente de Suiza rebosante del dinero de los Malfoy después de todos aquellos años de intereses.
Draco se acomodó en el sofá de cuero que es taba frente al suyo. Tenía un aspecto formidable ante sus ojos huidizos. Llevaba un traje de sastre de color azul marino a rayas y una corbata roja de seda. Enseguida apartó sus ojos de él, pero su imagen persistió en su mente. Tan dolorosamente atractivo que su garganta se cerró y se quedó en blanco. ¿Por qué no podía haber empezado a perder algo de pelo o a tener algo de barriga?
Hermione, mi tiempo es oro y he tenido que suspender una cita importante para hacer hueco para ti
¿Para hacer un hueco en el sofá? dijo rechinando los dientes.
En este momento creo que cuanto menos hablemos de lo ocurrido, mejor.
Un amargo resentimiento hizo que Hermione se pusiera tensa. Draco
todo pasión en un momento y hielo polar un momento después. Hermione nunca había entendido cómo podía hacerle el amor loca y apasionadamente por la noche y luego alejarse de ella cuando trataba de hablarle. Ella siempre reflejaba sus emociones, pero Draco las guardaba bajo llave.
Para serte sincero, no me sorprende que tengas problemas económicos declaró Draco fríamente. Imagino que el dinero del divorcio se terminó hace tiempo
¿Y por qué lo imaginas?
A tu edad, no creo que tuvieras ni idea de cómo administrar aquella suma. Pero me alegro de que por fin reconozcas que recibiste aquel pago. Era muy ingenuo por tu parte pensar que no iba a haberlo sabido y que podías permitirte el lujo de mentir.
No estaba mintiendo. Y no estoy aquí para pedirte un préstamo. Moriría de inanición antes que pedirte ayuda.
Entonces, ¿qué haces aquí exactamente? inquirió Draco.
Hermione inspiró profundamente y hundió la mano en su bolso para extraer una copia del certificado de nacimiento de Lyra y una fotografía de carné. Sus delgadas manos temblaban y tenía el estómago hecho un nudo.
Esto va a ser una gran conmoción para ti, Draco
pero me temo que no hay una manera más fácil de hacer esto
¿De hacer qué? la interrumpió con impaciencia.
Hermione se puso en pie con el corazón desbocado y las piernas temblando como si la hubieran amarrado a unos raíles y el tren estuviera a punto de arrollarla.
Creo que me limitaré a dejarte esto aquí y luego tal vez pueda llamarte mañana y ver qué te parece.
Pero antes de que pudiera hacer nada, Draco ya había saltado hacia adelante con las facciones contraídas.
¿De qué demonios estás hablando?
Después de separarnos, descubrí que esperaba mellizos
y a pesar de que había perdido uno balbuceó Hermione sintiendo un hilo de sudor nervioso deslizarse entre sus senos, no perdí el otro. Tengo una hija de trece años
tu hija concluyó dando un paso hacia atrás.
Draco se quedó mirándola fijamente con fieros ojos entornados y un ceño de perplejidad.
Eso es imposible dijo con voz levemente trémula. Tuviste un aborto involuntario.
Nació tres meses después de que yo abandonara Italia, dos semanas antes de la fecha prevista murmuró Hermione torpemente. El doctor de Roma se equivocó en la fecha porque yo estaba más gorda de lo esperado, debido a que llevaba gemelos.
Tuviste un aborto involuntario repitió Draco con obstinación. Y si más tarde diste a luz a una hija prematura es imposible que sea mía
Lyra nació en abril dijo Hermione apretando los labios trémulamente. Perdí a su mellizo, pero no a ella susurró con mirada agonizante. Si Draco hubiera sido capaz de razonar habría deducido que en el intervalo de tiempo transcurrido era imposible que la niña no fuese suya. Pero cuando me fui de Roma no lo sabía. Lo que sabía era que no me querías ni a mí ni al bebé y que, cuando aborté, no había razón para seguir casados. No podías esperar a librarte de mí. Ni siquiera pudiste venir a compadecerte de mí en el hospital porque no podías evitar sentirte aliviado de que todo hubiera terminado
Madre dijo
susurró Draco con voz temblorosa y sus manos delgadas se cerraron en dos fuertes puños.
Y no te culpo por ello, de verdad reconoció Hermione con sinceridad. Pero había tenido bastante y lo último que hubiera podido afrontar era irrumpir de nuevo en vuestras vidas y deciros «¿A que no lo adivináis? Todavía estoy embarazada». Era más fácil hacerte pensar que todo había terminado, como todos queríais. Así que no habría venido aquí esta mañana a aguarte la fiesta
¿A aguarme la fiesta? repitió Draco con visible dificultad.
Hermione se inclinó torpemente y dejó el certificado y la foto de carné en la mesita de cristal que los se paraba.
Nunca te lo habría dicho si dependiera sólo de mí reveló mientras empezaba a retroceder hacia la puerta. Sé que estás perplejo y enfadado y sin duda maldecirás el día en que me conociste, pero, por favor, piensa en todo esto desde el punto de vista de Lyra. Le gustaría conocerte. No quiere ser un estorbo ni nada parecido, pero tiene curiosidad
¿Dónde demonios crees que vas? inquirió Draco haciendo un súbito movimiento hacia adelante que le arrancó de su inmovilidad.
He dicho todo lo que tengo que decir por el momento confesó Hermione, y aceleró el paso en dirección a la puerta abriéndola de golpe sin molestarse en mirar atrás y echando a andar a toda prisa por el pasillo. Apretó el botón del ascensor y se volvió.
Hermione, vuelve aquí ahora mismo le lanzó Draco con rabia desde una distancia de seis metros.
El corazón se le subió a la garganta. Tuvo una borrosa imagen de la incredulidad de la recepcionista y luego se volvió y corrió hacia las escaleras. No tenía sentido ayudar a Draco a hacer una vergonzosa escena en público. Era evidente que estaba en estado de shock o no le hubiera gritado de aquella forma. Bajó ruidosamente el último tramo de las escaleras de incendio y siguió a toda velocidad por otras escaleras más anchas.
Te subiré a rastras si no vuelves ahora mismo rugió Draco desde un tramo superior. ¡Zorra!
¡No te atrevas a llamarme así! gritó Hermione haciendo una pausa. Y por cierto, fue tu método anticonceptivo el que falló, no el que yo no tuviese ninguno. Las fechas lo demuestran sin lugar a dudas.
Draco espetó algo en italiano que sonaba bastante agresivo. Hermione pestañeó. No lo había conocido con aquella furia incontrolada. Nunca se le habría ocurrido pensar que un hombre que a los diecinueve años se enorgullecía de su autocontrol la estuviera persiguiendo por el Malfoy Black Bank.
Pero Lyrra había sido concebida en agosto, no en julio, lo que significaba que Draco era el único responsable. Por supuesto, había tratado de hacerla a ella responsable mencionando laprimera vez que habían hecho el amor. En aquella ocasión, tuvieron un pequeño malentendidoy Draco había supuesto erróneamente que Hermione tenía protección. Incluso con Draco en los talones, Hermione sintió la infantil alegría de haber sido capaz decírselo.
Vas a romperte el cuello gritó Draco a corta distancia.
En sus intentos por correr más deprisa, Hermione perdió pie y cayó hacia delante. Jadeó cuando una férrea mano la sujetó por el cuello de la chaqueta impidiendo la caída. Luego la sacudió haciéndole girar y la aprisionó entre su fornido cuerpo y la pared del rellano sin percatarse de que sus pies no tocaban el suelo.
Dime
¿Cómo te atreves a acusarme de sentirme aliviado cuando perdiste a nuestro hijo? rugió Draco con brillantes ojos grises chispeantes de furia. Agarré tal borrachera que casi me mato. No tuve valor para ir a verte al hospital, estaba demasiado avergonzado como para mirarte a la cara. No supe qué decir cuando ya era demasiado tarde para decir que lo sentía. ¡Nuestro hijo ya estaba muerto!
La liberó lentamente y Hermione se deslizó hacia abajo por la pared perdiendo uno de sus zapatos. Lo miró con enormes ojos mieles que dejaban ver su incredulidad ante lo que le decía.
Fui a verte tres días después y ya te habías ido añadió Draco con voz vacilante, y Hermione pudo ver el dolor y la culpa en lo profundo de sus ojos sombríos. Mi padre me dijo que si ponía un pie en un avión a Londres me mataría. Dijo que ya había hecho bastante daño. Pero no lo escuché hasta que Cassiopeia me dijo lo del dinero y me convenció de que eso era todo lo que habías querido desde el principio
Dudo que necesitaras mucha persuasión.
Te habías ido repitió Draco. Aceptaste el divorcio sin ni siquiera hablarlo conmigo.
Pero eso era lo que tú querías apuntó Hermione temblando de arriba abajo. Pero aunque su boca hablaba, sólo podía pensar en el intenso dolor y remordimiento que Draco le había confesado. Nunca había imaginado que podría haberse sentido así después de su separación.
Tenso y agresivo, Draco dio un paso hacia atrás. Desde arriba llegó a sus oídos el ruido de una puerta girando sobre sus goznes, seguido por el eco de voces femeninas que parloteaban.
Vuelve conmigo a mi despacho le pidió Draco con aspereza.
Hermione hundió el pie en el zapato que había perdido y se apartó de él, horrorizada porque iba a echarse a llorar delante de él. En aquel momento, no podía más. Le había dicho lo de Lyra y Draco necesitaba tiempo para reflexionar sobre ello.
Te llamaré por teléfono
mañana balbuceó Hermione, sujetándose a la barandilla con una mano sudorosa mientras empezaba a bajar de nuevo por las escaleras. Draco masculló algo con frustración en su idioma al tiempo que se oían unos pasos cada vez más cerca. Hermione aprovechó la compañía que se aproximaba para salir corriendo y no volvió la cabeza aquella vez.
Las lágrimas la cegaban cuando alcanzó el último tramo de las escaleras y atravesó el vestíbulo. Tomó un taxi para regresar a la agencia. Cruzó el aparcamiento y entró por la puerta de atrás hasta la pequeña habitación que el equipo de ventas utilizaba para tomar café.
Una vez allí, se derrumbó en un sillón.
Hermione se preguntó por qué se había sentido tan destrozada al oír que Draco reconocía haberse sentido avergonzado y hundido por un sentimiento de culpabilidad que le había llevado a emborracharse y que reflejaba su incapacidad para sobrellevar ni sus propias emociones ni las de Hermione. Darse cuenta de que la imagen que tenía de Draco se había desvirtuado con el tiempo la había desgarrado.
A los diecisiete años había dependido de él y lo había visto como un adulto experto y fuerte en comparación con ella. No se le había ocurrido pensar entonces que también podía tener sus puntos flacos. Sólo trece años más tarde comprendía que, debajo de su aspecto frío y viril, no había sido nada más que un niño. Pero Hermione lo había convertido en un héroe porque sólo un héroe la habría hecho sentirse segura en el mundo amenazador en el que su familia y él vivían.
Pero todo aquello pertenecía al pasado, así que inspiró hondo y se dispuso a borrar las huellas de que había estado llorando.
El teléfono estaba sonando cuando se acercó a su mesa. Asió el auricular una fracción de segundo antes de que Barry el Piraña lo hiciera. Barry retrocedió hasta su mesa con sus curiosos ojos castaños fijos en ella y una leve mueca en sus atractivos labios.
Pareces un poco alterada
¿algo va mal?
Hermione lo negó con la cabeza ignorando su calurosa mirada de apreciación. Pese a que se comportaba como una estatua de hielo con él, Barry era perseverante. Una leve broma y volvería a avergonzarla diciéndole lo bien que se lo pasaría una mujer madura con un chico joven. Se acercó el auricular a la oreja.
El corazón de Hermione golpeó contra sus costillas. Era Draco.
¿Qué quieres? susurró.
A ti
ahora barbotó Draco de manera sucinta. Estoy en el bar de la esquina. Te doy cinco minutos para que vengas.
La línea se cortó. Hermione se irguió, increíblemente pálida, y luego volvió a asir el bolso.
Draco estaba en la esquina más oscura del bar. Mientras caminaba hacia él, la observó con brillantes ojos duros y su cuerpo fornido rígido por la tensión.
Te prometí que te llamaría mañana le recordó Hermione poniéndose a la defensiva.
Quiero conocer a mi hija y no estoy dispuesto a esperar a que a ti te convenga masculló Draco con fiereza.
Está en el colegio.
¿Dónde?
No puedes ir allí
empezó a decir Hermione mientras se sentaba horrorizada al ver lo que pretendía hacer.
¿A qué hora sale?
No estás pensando con claridad protestó Hermione, alterada por la inmediatez de su pregunta. Lyra ni siquiera sabía que había ido a verte hoy.
¡Deberías estar encerrada! Entras en el banco después de trece años de silencio y me dices que tengo una hija. Luego te vas otra vez y me dices que no estoy pensando con claridad. ¿Qué clase de mujer eres? ¿Cómo has podido estar tan resentida como para ocultarme el nacimiento de mi hija
?
Por aquel entonces no estaba resentida. Pensé que te estaba haciendo un favor.
¿Un favor? inquirió Draco con galopante in credulidad.
Creí que serías más feliz si no lo sabías reconoció Hermione finalmente.
¿Más feliz
?
Evidentemente estaba equivocada reconoció Hermione en seguida. Me gustaría que dejases de mirarme como si fuera una lunática o algo así
Nunca tuve la menor idea de lo que sentías al respecto.
Draco controló su furia y clavó sus gélidos ojos grises en Hermione.
Fue una acción despreciable. Aun habiendo cometido errores, no merecía que me ocultaras la existencia de mi hija. Todavía estábamos casados cuando nació. No intentes excusar tu silencio
Tal vez aceptaría mejor lo que me dices si alguna vez hubieras demostrado el menor interés o preocupación por tu hija antes de que naciera lo retó Hermione con voz vacilante.
Demostré mi preocupación casándome contigo. Ni una sola vez sugerí otra manera de salir del apuro. Ni tampoco mi familia le recordó Draco fríamente.
Pero seguías sin querer el bebé discutió Hermione, desesperada por oírle reconocer aquel hecho. Pero Draco la miró con ojos burlones.
¿Por qué si no iba a casarme contigo sino por el bien de nuestro hijo?
Hermione jadeó, conmocionada por el golpe de efecto de aquella pregunta tan simple.
Creo que necesito un poco de tiempo para asimilar esto antes de ver a mi hija masculló Draco, y apartó la copa con un brusco ademán. Que Lyra esté en casa elmiércoles. Me presentaré a eso de las diez y la llevaré por ahí. Por el momento aseguró conconvicción gélida, no tengo nada más que decirte.
Necesitarás las señas.
Durante el palpitante silencio que siguió, Hermione, utilizando la pluma de oro de Draco, escribió su dirección en la parte posterior de la tarjeta que él le tendió. Draco se puso en pie.
Aunque sea lo último que haga en la vida, te castigaré por lo que has hecho juró a media voz.
Hermione se quedó a solas con una botella de vino sin descorchar y dos vasos intactos. Le temblaban las rodillas y durante un momento de debilidad, estuvo seriamente tentada a ahogar sus penas en el alcohol. La culpa y la perplejidad la desgarraban. Draco estaba indignado y horrorizado por lo que ella había hecho e iba a tomarse dos días de tiempo para hacerse cargo de la situación. ¿Por qué la asustaba eso todavía más?
Volveremos a Casarnos
Se oyeron dos timbrazos breves e impacientes. Sólo eran las nueve y veinte.
¿Crees que será él? gritó con pánico Lyra desde su habitación. Todavía tengo el cabello mojado.
Hermione se frotó las manos húmedas en sus esbeltos muslos, inspiró profundamente y abrió la puerta. Era Draco, muy elegante con un traje gris perla y una camisa y corbata de seda de color azul pálido.
Pensé que estarías trabajando.
Me tomé la mañana libre le dijo Hermione, mirando su corbata.
¿Significa eso que piensas acompañarnos? inquirió con un tono gélido que indicaba lo mal recibida que era aquella idea.
No
pero Lyra no está lista todavía. ¿Quieres pasar? dijo Hermione clavándose las uñas en las palmas de las manos. Su fría hostilidad la hirió en lo más hondo.
Esperaré en el coche.
Draco
por favor, no hagas esto más difícil de lo que ya es.
Hubo un pequeño y tenso silencio.
Draco suspiró y cerró la puerta tras de sí. La tensión en los delicados hombros de Hermione cedió levemente. Caminó al salón.
¿Te apetece un café?
Draco musitó una fría negativa.
Tardará un poco. Ni siquiera está vestida, aunque se levantó a las siete y sacó toda su ropa. Luego pensó que tenía que lavarse el cabello
dijo Hermione consciente de que estaba balbuciendo. Ya no tenía excusa para no mirarlo a los ojos.
Los rasgos increíblemente atractivos de Draco se tensaron ferozmente y contrajo la mandíbula. La miró con centelleantes ojos grises que la helaron hasta la médula.
¿Qué mal te hice para que tuvieras que robarme a mi hija? Nunca fui deliberadamente cruel contigo declaró Draco.
Hermione resistió la urgencia de mencionar la noche en la que Draco se había ido de su cuarto. Al recordar aquel devastador rechazo, revivió la angustia de una adolescente muy insegura que había estado dispuesta a contentarse con el sexo si era lo único que podía recibir del chico al que amaba. Cuando Draco decidió que ya no necesitaba sexo, se sintió completamente inútil e infravalorada, en vez de alegrarse de que aquella práctica degradante hubiese terminado.
Y, aunque creí que habías querido quedarte embarazada, nunca te eché en cara esa idea prosiguió Draco. Parecía esperar que lo aplaudiesen por aquella discreción de santo.
¿Por qué no? preguntó sin poder evitarlo.
Supuse que lo habrías hecho para no tener que abandonarme al final del verano.
Hermione enrojeció hasta la raíz del cabello. Pensaba que lo había hecho porque estaba enamorada de él
¡Draco sólo podía encontrar una excusa que lo halagara! Pero no era de extrañar que se hubiese sentido atrapado ni que hubiese estado tan furioso durante su corto matrimonio.
Además, ¿habría cambiado algo? Después de todo, ya había destrozado nuestras vidas con espectacular eficiencia se mofó Draco frunciendo sus labios sensuales. Había echado a perder mis propias expectativas, había decepcionado amargamente a mis padres y había dejado embarazada a una adolescente. Ya era bastante sobrellevar eso, ¿no crees?
Hermione disimuló su mirada de dolor. Cada una de sus palabras la desgarraba e incrementaba su confusión. El tardío reconocimiento de su egoísmo de adolescente al no pensar en el efecto que su matrimonio había tenido en la relación de Draco con sus padres la desalentaba.
Y ahora vengo a ver a una hija que es una extraña para mí susurró Draco gravemente. ¿Tienes idea de cómo me puedo sentir? Una hija a la que habría amado y por la que me habría preocupado ha estado viviendo todo este tiempo a unos kilómetros de distancia del banco Malfoy
y aquí está, en un sucio apartamentucho en el que no cabe ni un alfiler.
De repente, Hermione quiso taparse los oídos.
Nunca pensé que la querías
¿Es eso lo que le has dicho? ¿La has envenenado con ideas contra mí? inquirió condenándola con la mirada.
Las rodillas de Hermione no la sostenían más. Se dejó caer en el borde del sillón.
Lo siento balbuceó con voz ronca.
Draco se había acercado a la ventana. Se giró para escrutarla con ojos sombríos e inexpresivos.
Puedo pasar sin las lágrimas. Si mi hija las ve, no tengo ningún deseo de que me tome por un bruto desagradable que hace llorar a su madre.
Hermione tragó saliva y rebuscó a toda prisa un pañuelo de papel. No podía hablar. Recordaba el patético cuaderno de ejercicios que Lyra había sacado de lo alto del armario, donde lo tenía escondido. Había pegado algunas fotos de Draco cuidadosamente recortadas de los periódicos. Llevada por los nervios y la excitación de la víspera, Lyra se había sincerado con ella por completo. Y Hermione había dado vueltas en la cama hasta el amanecer admitiendo el vergonzoso hecho de que nunca le había mostrado a su hija una fotografía de su padre. Y sin embargo, todavía guardaba una de Draco de hacía trece años en su bolso. Por primera vez pensó que aquello era un tanto peculiar y difícil de explicar racionalmente.
Perdona dijo Hermione, y salió por la puerta. Cuando consiguió recuperar la compostura, asomó la cabeza en la habitación de Lyra. ¿Ya estás lista?
Lyra estaba sentada al borde de la cama extrañamente quieta. Brillantes mechones de pelo
Rubio platinado se agitaron cuando volvió la cabeza y la miró con unos ojos de ansiedad tan parecidos a los de su padre que Hermione sintió un latido de dolor en su corazón.
Estoy aterrorizada susurró. He pensado en este momento tanto tiempo y ahora está pasando de verdad, ya ha llegado
¿y si no le gusto?
Hermione pensó en lo tenso e intranquilo que se había mostrado Draco.
Está igual de asustado que tú pensando que a ti no te va a gustar tu padre.
¿De verdad? se agitó Lyra. ¿Lo ha dicho?
No, pero lo lleva escrito en la frente acertó a decir Hermione con una vacilante sonrisa.
Supongo que también es difícil para él. Igual cree que estoy esperando a un Superpadre o algo así dijo Lyra conmovida. Quiero decir, que no sabrá qué hacer o decir. En realidad es más fácil para mí
siempre he sabido que existía.
Sí declaró Hermione con los ojos dolorosamente fijos en la alfombra.
Y debe de tener muchas ganas de verme habiendo llegado tan pronto. Estoy siendo muy cruel haciéndole esperar concluyó Lyra frunciendo leve mente el ceño. Se cuadró dehombros y pasó al lado de su madre. No hace falta que vengas. Creo que prefiero verlo yosola primero.
Hermione se pegó a la pared y se rodeó la cintura con los brazos. Draco tampoco querría público. Entonces, ¿por qué se sentía excluida? Su hija ya no era una niña.
Los dos hablaron al mismo tiempo en el salón.
Eres igual que mi hermana
oyó susurrar entrecortadamente a Draco.
¿Aún conservas tu moto? preguntó Lyra apresuradamente.
Hermione se cubrió los labios con los dedos y salió corriendo en dirección a la cocina. ¿De dónde salía todo aquel sentimiento de culpabilidad? ¿Tenía que reconocer que había estado completamente equivocada manteniendo separados a padre e hija?
Pero qué fácil le resultaba a Draco echarle toda la culpa a ella. Trece años antes, no había hecho el mínimo esfuerzo por expresarle sus sentimientos y, como era lógico, Hermione había sacado sus propias conclusiones. Hablando del pasado Draco podía decir que habría amado y cuidado de su hija, pero, ¿cómo iba Hermione a decir lo contrario si nunca lo había puesto a prueba?
¿Y qué iba a pasar con su hija si Lyra empezaba a pensar de la misma manera? ¿Y si Draco resultaba ser un padre magnífico? Sólo para despreciarla, para demostrar que él tenía razón
y Lyra acabaría amargamente resentida por haber estado sin padre todos aquellos años.
Mamá
¡nos vamos! gritó Lyra desde el vestíbulo.
Antes de que Hermione pudiera responder, la puerta de la entrada se cerró de golpe. Por la ventana del salón pudo ver a Lyra rodear con admiración el Maserati negro en el que Draco se había presentado. Charlaba y reía sin parar. Draco estaba extasiado por aquella viva locuacidad. Estaba completamente absorto en su hija.
¿Y por qué no? Lyra tenía el aspecto y la personalidad de los Malfoy. Tozuda, perseverante, abierta y apasionada, era como Draco sin el frío autocontrol, Cassiopeia sin su veneno ni su arrogancia de niña rica. Hermione tenía que estar ciega para no darse cuenta.
Y qué fácil le resultaría a Draco congeniar con aquella chica habladora y sonriente que tan poco se parecía a su madre. Sintió pánico y apartó la vista de ellos. Inspirando profundamente, se alejó de la ventana.
Lyra no había regresado todavía cuando Hermione regresó de la oficina. Eran más de las diez cuando sonó el timbre de la puerta. Hermione fue a abrir esperando que fuese Lyra, pero preguntándose por qué no había usado su llave. Treinta segundos después supo por qué. Su hija atravesó la puerta disimulando un bostezo y Draco entró a unos centímetros de distancia. Hermione se quedó aterrorizada. Permaneció allí de pie, descalza, con un par de vaqueros viejos y una camiseta encogida mientras que Draco tenía el mismo aspecto inmaculado y atractivo que doce horas antes.
He pasado un día estupendo comentó Lyra dando a su madre un fugaz abrazo sin percatarse de su tensión. Pero estoy realmente cansada. Buenas noches, papá.
¿Papá? Lo dijo con tanta naturalidad que Hermione se quedó conmocionada. Mientras Lyra desaparecía detrás de la puerta de su habitación, Hermione se encontró con la mirada penetrante de Draco y enmascaró sus sentimientos a toda prisa.
Ahora sí tomaré esa taza de café dijo lenta y suavemente
Hermione se ruborizó. Por un momento, tuvo una desconsoladora imagen de sí misma como una niña que esperaba obedientemente las instrucciones de Draco mientras él se hacía cargo de la situación tranquilamente.
Café dijo con voz tensa, y se dirigió a la cocina dejándolo entrar por sí mismo en el salón.
De modo que Lyra y su padre se habían llevado estupendamente. Se alegraba por los dos, aunque tal vez estaba un poco celosa, un poco asustada
posiblemente muy asustada
de pensar que Lyra pudiera empezar a preferir a Draco. Pero eso era infantil, el amor no era exclusivo. Lyra era perfectamente capaz de amarlos a los dos. Y trece años habrían servido de algo. Se tragó sus inseguridades y entró en el salón, decidida a comportarse de forma madura y razonable fuese cual fuese el comportamiento de Draco.
Le sorprendió encontrar a Lyra de rodillas delante de la librería sacando el último montón de álbumes fotográficos que ya había apilado convenientemente a los pies de Draco. Miró a su madre con ansiedad.
¿Te importa si papá se queda con ellas un tiempo? Le dije que podía.
Trece años de la vida de Hermione estaban recogidos en aquellos álbumes. Hermione sintió que invadían cruelmente su intimidad y tuvo que contener palabras de negativa. También eran las fotos de Lyra. ¿Qué podía ser más natural que una hija quisiera compartir su pasado con su padre?
Cuidaré de ellas dijo Draco con una débil son risa irónica y Hermione comprendió que sabía exactamente cómo se sentía.
Podemos verlas juntos cuando vuelva del viaje del colegio dijo Lyra con entusiasmo mientras se ponía en pie. Buenas noches, mamá
papá añadió. Luego se detuvo en la entrada y sacudió la cabeza con perplejidad. Suena tan raro decir eso y que estéis los dos aquí
como una familia de verdad.
Hermione se hundió más aún en el sillón mientras la puerta se cerraba. ¿Por qué Lyra tenía que hacer lo posible para parecer una niña desgraciada delante de Draco?
Familia
un concepto desconocido para ti murmuró Draco. Así que, en un gesto único por su egoísmo, le negaste su propia familia.
Hermione pensó en la familia que la había hecho sentir como una pequeña zorra aprovechada en su propia boda. Cassiopeia se había asegurado de que todo el mundo supiera que estaba embarazada y la madre de Draco había llorado tanto que los invitados dejaron de darle la enhorabuena y dieron muestras de condolencia.
No fue así.
Sabes tan bien como yo que no habría habido divorcio, si mi padre hubiera sabido que todavía esperabas una hija.
¿Tenemos que seguir hablando del pasado?
Ese pasado ha formado el presente y sin duda alguna alterará el futuro. ¿De verdad creíste que podría conocer a mi hija e irme de su lado otra vez? Es una chica formidable dijo con un impulso de afectuosa apreciación que desconcertó a Hermione. Medio niña, medio mujer, y pasa de un estado a otro de una frase a la siguiente.
Sí reconoció Hermione.
Es divertida y brillante y muy abierta. ¿Pero sabes qué me costó más aceptar? inquirió poniéndose de pie y paseando incansablemente de un extremo a otro del salón. Que estuviera tan aterrorizada de no causarme buena impresión. Pero creo que la he liberado de sus miedos. Le dije que habría estado a su lado desde el principio de su vida si me hubieran dado la oportunidad.
Ya veo que voy a ser muy popular murmuró Hermione con desesperación, pero no era nada que no hubiese esperado. Nada se interpondría entre Draco y su deseo de ganarse el afecto de su hija. Emergería de los escombros de su matrimonio roto sin mancha alguna.
Después de todo, ella no le había dado la oportunidad de ser un padre.
Por el contrario, serás muy popular, Hermione replicó Draco. Estás a punto de jugar un papel decisivo en colmar el evidente deseo de nuestra hija de tener una familia de verdad.
Estoy más que dispuesta a ceder por el bien de Lyra. Podrás verla cuando quieras.
Espero mucho más de ti.
Hermione palideció ante aquella afirmación y entre lazó los dedos en el regazo.
Sé que querrás llevarla a Italia para que conozca al resto de
¿De los protagonistas de la película de terror de la que hablaste?
Hermione enrojeció sintiendo que aquella alusión era inadecuada cuando estaba haciendo lo imposible por ser razonable.
Tendrás que tener en cuenta que nunca supe que ibas a comportarte así con Lyra
Y tú tendrás que aceptar que ahora que la he encontrado no la voy a dejar ir otra vez.
Lo acepto.
Y que o accedes a mis condiciones o te arriesgas a quedarte atrás añadió Draco con sarcasmo.
¿Cuáles son tus condiciones? inquirió Hermione preguntándose qué era lo que quería que no se lo hubiera ofrecido ya.
Otro hogar, dos padres y total seguridad para mi hija.
Por un momento Hermione lo miró con la mente en blanco. ¿Dos padres? Se le encogió el estómago. Sólo podía estar pensando en casarse con Astoria Greengrass.
¡Estás pensando en casarte con Astoria Greengrass y quitarme la custodia de mi hija!
Dame una buena razón por la que quisiera separar a una adolescente insegura de la madre a la que adora y darle una madrastra a la que detestará sin ninguna duda sugirió Draco con clara impaciencia.
¡Dijiste que aunque fuera lo último que hicieras, me castigarías!
No, si es a costa de la felicidad de mi hija declaró Draco. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste toda una noche?
No me acuerdo.
Se nota. Es como si estuviera dándome cabezazos contra la pared.
Estábamos hablando de Lyra dijo Hermione. Draco había mencionado otro hogar y dos padres. Entonces, ¿qué quería decir? No podía ser lo que acababa de cruzar por su mente. Aquello era algo demencial. Tendió la mano para asir la taza de café con lo que esperaba pareciese un aire sosegado.
Ya he tomado la decisión que mejor se ajusta a nuestras necesidades dijo Draco estudiándola con ojos pensativos y frunciendo sus labios sensuales con firmeza. Volveremos a casarnos.
Hermione soltó involuntariamente la taza y emitió un grito de sorpresa y dolor cuando el líquido caliente cayó sobre sus vaqueros. Se puso en pie y se cubrió los muslos quemados con las palmas de las manos. Draco la miró con incredulidad durante una fracción de segundo y luego avanzó hacia ella. La levantó en sus brazos sin ceremonias, la tumbó en el sofá y procedió a bajar la cremallera de sus pantalones y a quitárselos a toda velocidad.
¿Qué haces? chilló Hermione horrorizada tratando sin éxito de detenerlo.
Oí un grito intervino Lyra. ¿Mamá
?
A tu madre le ha caído café hirviendo. ¿Dónde está el baño?
Treinta segundos después, Hermione estaba de pie en la bañera y Lyra apuntaba con el mango de la ducha a sus muslos desnudos para refrescar su piel enrojecida con agua fría. Draco, con una mueca de desaprobación, rebuscaba en el botiquín de primeros auxilios lleno de cosméticos.
Tienes mucha sangre fría en un momento de crisis le decía con aprobación Lyra a su padre. Al apartar la atención de su madre, el agua se desvió hacia arriba y empapó la camiseta de Hermione.
Ya estoy bien murmuró Hermione con desesperación, encogiéndose de vergüenza.
Necesitas agua fría al menos durante diez minutos ordenó Draco.
Al menos diez minutos. Tiene razón, mamá añadió Lyra como un pequeño eco.
Creía que estabas cansada insinuó Hermione mientras trataba desesperadamente de cubrir con su escueta camiseta las minúsculas braguitas blancas que se habían vuelto transparentes con el agua.
Sí, deberías volver a la cama corroboró Draco con un leve temblor en la voz. Yo me hago cargo.
Hermione se preguntó si sus piernas se estaban amoratando. No las sentía. Pero aun así no podía olvidarse de la afirmación de Draco unos minutos antes: «Volveremos a casarnos». La última vez que le había propuesto el matrimonio se había sentido débil de alivio y, poco después, increíblemente feliz de que fuese a quedarse en Italia como su esposa y poder compartir todos los amaneceres con él. Por desgracia, Draco la había mirado por primera vez como si pudiera estrangularla y su buen humor desapareció desde que le puso aquel fatal anillo el día de su boda. ¿Habría sembrado en aquel momento la primera semilla de su sospecha de que había estado planeando todo el tiempo conseguir su parte de la riqueza de los Malfoy?
Hermione emergió de su ensoñación y vio que Draco la despojaba de su camiseta. Emitió un gemido tenso de protesta justo cuando la liberaba del sujetador, igualmente empapado.
Draco envolvió su pecho desnudo con una toalla y se cruzó con su mirada de indignación.
Estás helada y empapada. No podía desnudarte delante de Lyra, podría haberla avergonzado.
La sacó de la bañera y le secó las piernas cuidadosamente como si fuera un bebé. Debajo de la toalla, tiró de sus braguitas para despojarla de ellas. Hermione no se dio cuenta porque el cabello rubio de Draco tenía un brillo iridiscente de pura seda y quedó atrapada en aquella contemplación. Quería acariciar aquellos mechones tan desesperadamente que tuvo que cruzarse de brazos por temor a ceder a la tentación. Se despreció por su debilidad física junto a Draco. Lo que era comprensible en una adolescente sexualmente ingenua no era excusable en una mujer madura de treinta. ¿Y por qué no había dicho todavía una palabra acerca de aquella proposición demencial que había hecho? ¿Volver a casarse con Draco? Siempre sincera consigo misma, Hermione podía pensar en varias cosas que Draco pudiera haberla persuadido a hacer en un momento de debilidad, pero un segundo viaje al infierno no era una de ellas.
Deberías estar en la cama dijo Draco en voz baja. Estás agotada.
Dime que no estuviste lo bastante loco como para decirme que debíamos casarnos otra vez le rogó envolviéndose con la toalla como si fuese una armadura.
Hablaremos de eso mañana.
No hay nada de qué hablar replicó Hermione llanamente.
No seas tonta.
¡No lo hay! exclamó saliendo majestuosamente del cuarto de baño y dirigiéndose al salón, donde se dejó caer en el sillón. ¿Por qué se le ocurría pensar que por primera vez Draco la había desnudado y no había flaqueado ni por un instante? ¿Se estaba obsesionando con el sexo? Se había comportado de manera muy impersonal, pero había sido endemoniadamente considerado. Había evitado prestar atención a su cuerpo desnudo. ¿Por qué eso le causaba enojo?
Hermione
susurró Draco con voz tensa.
Si crees que tienes algo que decirme, dímelo ahora y acaba. No tengo intención de estar disponible mañana.
Se te está cayendo la toalla
Con las mejillas ardiendo, Hermione se cubrió los senos vergonzosamente henchidos con la tela y le clavó sus acusadores ojos mieles.
Quiero que sepas que hasta esta noche pensaba sinceramente que no había sacrificio que no haría por el bien de mi hija. Pero hay uno. Daría hasta la última gota de mi sangre por ella, pero me arrojaría delante de un autobús antes de volver a casarme con su padre.
Ni siquiera te has tomado el tiempo de pensarlo replicó Draco con ironía.
¿Crees que necesito tiempo? ¿Estás loco? jadeó Hermione con abierta incredulidad. Siempre has tenido la sensibilidad de una roca lo condenó con voz vacilante. Sería una mujer muy malvada para merecer tanta desgracia dos veces en la vida. La mayoría de la gente que peca tiene que morir para ir al infierno, pero yo tuve mi castigo mientras todavía respiraba.
Eso no tiene gracia, Hermione.
No era mi intención que la tuviese replicó. Draco estaba inmóvil y le clavaba sus fríos ojos aristocráticos con fría intensidad. La temperatura había descendido a bajo cero. No trataba de ser grosera, sólo sincera protestó, más intimidada de lo que quería reconocer por el gélido ambiente, pero decidida a hacerle comprender que había sugerido una locura y que era una pérdida de tiempo volver a hablar de ello. Supongo que crees que, si tú estás dispuesto a hacer un tremendo sacrificio por Lyra, yo también debería hacerlo
y que la mayoría de las mujeres sólo tendrían que echarte una ojeada a ti y al saldo de tu banco para arrollarte en las prisas por llegar al altar, pero
Tú no intervino Draco rechinando los dientes.
Bueno, he estado allí, sé lo que es
y agradezco haber salido con vida dijo Hermione con desolación.
Mientras aquel pesado silencio caía de forma insoportable, Hermione se levantó agitadamente del sillón y caminó a zancadas hacia la entrada.
La próxima vez que vengas a buscar a Lyra, bastará con que toques el claxon
y te agradecería que te limitaras a hablar conmigo por teléfono si piensas que debemos hablar de algo
Cuando te niegas a aceptar la realidad, piccola mia, te echas a correr. Y lo haces desnuda, con una desvergüenza tan absoluta que me dejas sin aliento dijo Draco lentamente con un énfasis letal. Con el rostro ardiendo como el fuego, Hermione abrió de golpe la puerta de la entrada.
Adiós, Draco.
Hola a todas, siento no haber actualizado antes, pero es que empezaron mis clases en la universidad y no tuve tiempo. Disfruten el nuevo capítulo =)
Ah, muchas gracias por sus comentarios. No se olviden de dejar sus comentarios por favorHas vencido
Me casaré contigo
Hermione dio un portazo, hizo estremecer toda la casa y se apoyó en ella hasta que oyó ruido en la habitación de Lyra. Se arrastró hasta la suya, se quitó la toalla, se enfundó el camisón y se metió a velocidad supersónica en la cama. La puerta crujió al abrirse.
Hermione cerró los ojos con fuerza y se hizo la dormida.
Sólo será un momento
prometió Lyra. No puedo dormir.
Hermione se rindió.
Bueno, ¿qué te ha parecido
Draco?
Es increíble. Habló prácticamente de todo exclamó Lyra cayendo sobre el borde de la cama y metiendo los pies por debajo del edredón. ¡Hasta le pregunté sobre su novia por ti!
¿Qué hiciste qué? gimió Hermione horrorizada.
Sabía que te morías de ganas por saber si su relación iba en serio. Tranquila. No tenemos de qué preocuparnos. Papá ha terminado con ella.
¿De verdad? No es asunto mío dijo Hermione, pero no lo bastante rápido.
Bueno, pensé que sí que era asunto nuestro replicó Lyra con una mirada cargada de significado. Deberías ver cómo lo miran las mujeres de arriba abajo
¡te llevarías un susto de muerte! No va a seguir solo durante mucho tiempo, así que no es el momento de hacerte la dura si lo quieres recuperar.
Lyra
dijo Hermione espantada.
Mamá, sé que todavía lo quieres locamente. Por eso llevas esa foto suya en tu bolso y lees el Financial Times y pones mirada trágica cuando hablo de él le soltó Lyra con los ojos desbordados por la pena. Pero no te preocupes
No le he dicho nada, aunque sí que le pregunté lo que pensaba de ti.
Hermione se volvió y mordió la almohada.
Bueno, creo que si papá no te deseara ni siquiera un poquito, debemos saberlo ya. Mamá, todavía está soltero, como tú. ¿No crees que eso puede significar que el destino crea que sea nuestro? presionó Lyra.
No, no lo creo balbuceó Hermione, pero sentía una urgencia irreprimible de reír.
Papá dijo que nunca se habría divorciado si hubiera sabido que yo existía. Dijo que te quería de verdad, pero que no había sido buen marido de adolescente. Parecía sentirse terriblemente culpable le reveló Lyra con una satisfacción que no podía ocultar. Creo que debiste hablarle de mí cuando nací. En tu lugar, no le hubiera dejado marchar. Era su deber quedarse con nosotras y al final, se habría acostumbrado al matrimonio.
Decididamente se trataba del típico sermón egocéntrico de los Malfoy. A Hermione se le estaba helando la sangre. Lyra había decidido que no quería a Draco como un padre a tiempo parcial y era demasiado posesiva como para querer compartirlo con ninguna otra mujer aparte de su madre. ¿Le habría dejado ver a Draco lo que quería de él? ¿Era por eso por lo que había dicho que debían volver a casarse? Si Draco era tan impresionable, su hija conseguiría de él lo que quisiera.
Lyra bajó de la cama y miró a Hermione con picardía.
Sé que te mueres por saber lo que dijo. Papá piensa que sigues estando increíble
y creo que le vendría muy bien tener una segunda oportunidad contigo
Eso no va a pasar, Lyra dijo Hermione con tanta suavidad y firmeza como pudo.
No veo por qué no dijo su hija mirándola con aprobación. A muchos hombres les gustas, ¿por qué no ibas a gustarle a él?
Aquella conversación explosiva y reveladora persiguió a Hermione hasta la mañana siguiente. No podía concentrarse en el trabajo y se sorprendió imaginando cómo habría sido su vida si no se hubiera divorciado de Draco. ¿Habría cambiado después de dar a luz a Lyra? ¿La habría vuelto a desear? Hermione miró por la ventana esperando cínicamente ver vacas voladoras.
Sabes, te noto algo distinta esta semana comentó Barry observando cómo dibujaba triángulos en su cuaderno. Estás mucho más accesible.
Barry
Cena conmigo esta noche la urgió poniéndose ágilmente de cuclillas delante de su silla para poder mirarla a los ojos. No te pondré un dedo encima, te lo prometo.
Déjalo, Barry gimió Hermione.
Está bien, solía fanfarronear un poco cuando empecé a trabajar aquí, pero eso fue hace tres años enfatizó Barry con una sonrisa de ganador al tiempo que estrechaba sus manos. Ya he crecido. Ya no presumo de mis aventuras de una noche. Sé que no te impresiona lo rápidamente que conduzco el Porsche. Creo que incluso podría ser fiel por ti.
Hermione lo escrutó y experimentó una débil punzada de remordimiento. En el fondo de su alma siempre había sabido por qué había detestado a Barry. En aspecto y descaro, le recordaba un poco a Draco de joven. Pobre Barry. La había estado cortejando durante tanto tiempo que su acoso ya era una broma corriente en la oficina.
Siento
empezó a decir.
Hermione
Barry la soltó y se puso en pie de un brinco. Hermione se habría desnucado de no ser porque Draco había girado su silla con tanta rapidez que había visto luces girando.
El almuerzo masculló Draco con clara agresividad.
No tengo hambre murmuró Hermione por la comisura de sus labios mientras volvía a girar la silla hacia su mesa. Lárgate
¿Señor Malfoy? inquirió Barry aclarándose la garganta. Hablamos por teléfono la semana pasada
Puede informar a su superior que la señorita Granger no volverá a trabajar aquí interpuso Draco, suave como la seda. Estará demasiado ocupada ardiendo en las llamas del fuego eterno como mi esposa.
Su
¿su esposa? tartamudeó Barry con incredulidad. Draco lo ignoró y asió el pequeño bolso de Hermione de su mesa observándolo con escepticismo.
¿Dónde están los demás trastos?
¿Trastos? dijo Hermione levantándose torpemente, incapaz de creer que hubiera hecho aquel anuncio delante de toda la oficina.
Hermione, no podrías sobrevivir ni un día con un bolso tan minúsculo. En algún otro sitio debes de tener un tanque con las mil y una cosas que necesitas tener a mano. Ah
dijo con satisfacción metiendo la mano por debajo de la mesa y sacando un viejo y abultado bolso de cuero que había atisbado. ¿Cada cuánto tiempo llenas el bolso? ¿Cada hora?
Volveré después de comer, Barry dijo Hermione frígidamente tratando de recuperar el control de la situación, pero bastante hundida por la manera en que Draco se estaba comportando.
No lo harás dijo Draco. ¿Has traído abrigo? ¿Uno? ¿Dos?
Yo me ocupo de eso dijo Joyce con una risita dirigiéndose al armario del otro extremo del despacho. Regresó con dos paraguas, un abrigo, una chaqueta y un par de botas con tacones de aguja que habían suscitado tanta lujuria en Barry, que Hermione había dejado de ponérselos.
Volveré dijo Hermione desafiantemente.
No eres Terminator repuso Draco con suave ironía agarrándola del brazo y saliendo con ella al aire fresco de la calle. Joyce les seguía los pasos. ¿Es que el chico nunca supo cómo abordarte? Si te asaltan por sorpresa, te quedas tan indefensa como una tortuga boca arriba, cara.
¿Fue amor a primera vista? intervino Joyce con ojos soñadores mientras entregaba las pertenencias de Hermione al chofer.
¿Eso es como sentir que te ha arrollado un tanque? Más bien fue como si me cayera encima una roca enorme desde gran altura. Puede que la tierra se hubiese movido pero no fui lo bastante rápido como para apartarme.
Hermione lo miró con incredulidad.
Supongo que los hombres sienten que tienen que luchar por conseguir a una mujer suspiró Joyce con filosofía. Pero no creo que tuviera que luchar mucho, ¿verdad?
No creo que quiera la respuesta a esa pregunta murmuró Draco mientras empujaba a Hermione al interior de la limusina y le pasaba el bolso acto seguido.
¿Cómo has podido avergonzarme de esa manera? inquirió Hermione mientras el coche se apartaba de la acera. ¿Cómo voy a explicar todas las tonterías que has dicho?
No tendrás que hacerlo. Cuando dije que no ibas a volver a poner un pie ahí dentro, no estaba bromeando. Ya he conseguido una licencia especial. Podemos casamos el sábado por la mañana antes de que Lyra se vaya de viaje a Francia con el colegio explicó Draco con una calma pasmosa. Las pestañas de Hermione se agitaron con incredulidad.
¿Una licencia especial? ¿Estás loco? Estamos divorciados y seguiremos así.
¿Estás preparada para perder a Lyra? inquirió Draco posando sus astutos ojos leonados en ella.
¿Me estás amenazando? inquirió Hermione poniéndose rígida.
Es un aviso. Te estoy diciendo lo que puede pasar si no nos casamos y presentamos un frente unido. Escogiste criar a Lyra al margen de la sociedad a la que pertenece y ahora su vida va a cambiar por completo. No está preparada en ningún sentido para esa transformación y mi familia intentará mimarla tanto como a mí explicó Draco fríamente. Todo lo que Lyra quiera, lo tendrá. No podrías competir ni por asomo. Es una Malfoy y un día será una joven muy rica.
Draco estaba diciendo verdades sobre el futuro de Lyra que Hermione no quería oír. No había duda de que a su hija el estilo de vida de los Malfoy le resultaría sorprendentemente seductor. Sus abuelos la esperarían con los brazos abiertos. Lyra era, después de todo, uno de ellos. Todo aquel dinero y atención podía subírsele a la cabeza al adulto más equilibrado, así que, ¿qué efecto podría tener en una adolescente tan impresionable? Recordó el Ferrari que habían regalado a Draco al cumplir los dieciocho años y se le encogió el estómago.
Hablas como si Lyra fuese a pasar mucho tiempo en Italia.
No tendrás mucha elección en ese sentido, Hermione. Mi padre se va a jubilar y, aunque mantendrá un cargo consultivo en el banco, yo me ocuparé de la sede central de Roma el próximo mes declaró Draco. Sólo volveré a Londres en viajes de negocios.
Pero estabas buscando una casa aquí dijo Hermione involuntariamente, tratando de ocultar el creciente desconsuelo que sentía al oír sus palabras.
Buscaba una casa para mis padres. Quieren tener una base en Londres.
Una base, reflexionó Hermione vagamente. Sólo un Malfoy podría referirse a una casa tan cara como a una base. Observó a Draco con ojos nublados para no enfrentarse a los hechos amenazadores que le estaba exponiendo. Estaba magnífico, era innegable. No había ojeras y ni rastro de la tensión del día anterior. Su traje de color gris carbón resaltaba de manera espectacular su físico delgado y varonil, pero Hermione sintió un fuerte anhelo por volverlo a ver con un par de vaqueros ajustados y descoloridos
De modo que, como verás, si voy a mantener una relación más o menos estrecha con mi hija, viajará a Roma con regularidad.
Mmm
suspiró Hermione preguntándose si todavía recordaría la vez que trató de quitarle los vaqueros con los dientes
Esperaba sinceramente que no.
Quiero darle a Lyra lo que quiere y tendría que ser rematadamente estúpido para no saber qué es después de ayer.
Con enorme esfuerzo, Hermione trató de recuperar la concentración y lo miró con ojos exasperados.
¿De eso se trata, no? Dejas que Lyra consiga de ti lo que quiere.
En absoluto dijo Draco lanzándole una centelleante mirada de sorpresa. Cuando me preguntó en voz alta en medio de un restaurante lleno de gente si todavía deseaba a su madre, me encantó.
La barbilla desafiante de Hermione se estremeció al tiempo que se ruborizaba y el miedo se apoderaba de ella.
Sólo eran las doce y media, pero ya esperaba la pregunta. Lyra no es nada sutil. No puede esperar. Treinta y dos años junto a Cassiopeia resultaron de gran utilidad.
Así que adivinaste sus intenciones dijo Hermione con mortificación.
Digamos que al final del día capté perfectamente la idea. Lyra adora el suelo que pisas. También has alcanzado la condición de mártir en vida murmuró con mirada sarcástica. El divorcio fue en un cincuenta por ciento culpa mía y en un cincuenta por ciento culpa de tu diabólica familia política. Mis malvados y maquinadores padres, que por lo que decía parecían unos Borgia del siglo XX, no lograron llevarte al suicidio pero eso sólo fue debido a la fortaleza de tu carácter.
Los adolescentes pueden resultar muy melodramáticos dijo Hermione tragando saliva.
Pero lo que hay debajo de eso es que Lyra está consumida por el deseo de vernos reconciliados.
Es comprensible que tenga ese sueño reconoció Hermione a regañadientes.
Pero yo quiero darle a mi hija ese sueño replicó Draco con peligrosa suavidad. La limusina se detuvo y el chofer abrió la puerta de Hermione para que saliera.
¿Se puede saber a dónde vamos?
A mi apartamento.
Dentro del ascensor, inspiró profundamente.
Draco
Quiero mucho a Lyra y comprendo que, tal como te sientes ahora, quieras darle la luna si es que te lo pide, pero no quiero
Lo que tú quieres no importa le espetó Draco, y Hermione se quedó boquiabierta ¿No has hecho lo que has querido durante bastante tiempo? Cuando las cosas se pusieron mal, acabaste con nuestro matrimonio sin dudarlo le dijo con agresividad. No tuve elección en aquel entonces y, en cuanto a ser padre, menos todavía. No renunciaste a tus deseos hasta que Lyra no te hizo sentir culpable. Y si no hubiera mostrado interés por su padre ausente, yo no habría sabido nunca que tenía una hija. Creo que me he ganado el derecho de exigir algo yo también.
Hermione se quedó hundida ante aquella condena. Era evidente que Draco la veía como una egoísta redomada que había causado un daño ilimitado. Pero estaba siendo injustamente juzgada. Al casarse con ella a los diecinueve años, Draco había admitido que las necesidades de su hijo eran lo primero. Había sido un ideal noble, pero no lo había conciliado con la realidad de que su matrimonio tendría que funcionar para hacerlo posible. Blog quiniela
El ático de Draco dejaba sin aliento. Dirigió una mirada curiosa a través de las puertas abiertas y pudo ver suelos encerados de madera, magníficas alfombras y relumbrantes antigüedades. Dentro de un elegante comedor, el primer plato de su almuerzo les estaba esperando sobre la mesa. Un criado silencioso le ofreció una silla, desplegó la servilleta de Hermione y sirvió el vino antes de dejarlos a solas. Hermione vació su copa rápidamente. El silencio latía anunciando la tormenta.
Draco espiró con impaciencia.
Cuando nos encontramos, reconozco que fui muy hostil. Pero fue por autodefensa. Se agolparon todos los recuerdos en mi cabeza y sólo reconocí dos reacciones: lujuria y enojo. Pero también hubo mucho dolor y amargura.
Hermione sintió la suficiente curiosidad como para levantar la vista del plato y prestar más atención. Draco tenía los ojos tan entornados que sólo se veía una línea gris.
Me sorprendió que todavía pudiera recordar esos sentimientos. Pero mi ego era muy frágil cuando te conocí y tú tienes el título de ser la única mujer que me ha sacado un buen fajo de billetes.
Hermione se quedó sin aliento al recordar tardíamente que todavía no le había explicado lo del dinero.
Yo
Draco levantó una mano delgada y aristocrática para silenciarla.
Pero aquella sórdida realidad no me libera de lo que es claramente mi deber de cuidar a mi hija y responsabilizarme de ella. Y tampoco tus sentimientos personales te liberan de la misma obligación.
¿Sórdida realidad? Esa había sido la historia de su primer matrimonio y no estaba lo bastante loca como para tropezar en la misma piedra dos veces. Lyra no les agradecería a ninguno de los dos la desgracia de vivir con un matrimonio infeliz. Si Draco quería sacrificarse, no iba a conseguir que Hermione lo hiciese. Hermione sabía que no era buena como mártir.
Hermione
dijo Draco con tono grave. ¿Me estás escuchando?
Como un ratoncito que levanta la cabeza lentamente para enfrentarse a la mirada hipnótica y mortal de una serpiente, Hermione alzó la vista.
¿Cómo? dijo con voz tensa.
Sin duda te sorprenderá dijo Draco con furia en los ojos. Pero estoy acostumbrado a que me presten atención cuando hablo. Claro que también estoy acostumbrado a tratar con personas que tienen una pequeña capacidad de concentración añadió con suavidad.
Ha sido una semana traumática para mí murmuró Hermione.
¿Cómo ha podido ser traumática si estás en otro planeta? tronó Draco con frustración echando hacia atrás la silla y poniéndose en pie. Puede que estés aquí en cuerpo, pero no en mente.
Sólo he perdido el hilo de la conversación durante unos
¿Qué conversación? se burló Draco. Si apenas has abierto la boca desde que salimos del ascensor. ¡Dios, es como volver al pasado! Eludes las cosas que no te gustan.
Draco empezó a andar en dirección a la puerta, pero se paró en seco, con la espalda rígida. El ambiente estaba cargado de electricidad.
¿Es que esperabas que estuviera pendiente de cada una de tus palabras, cómo solía hacer? replicó Hermione con abierto rencor.
Incluso entonces tu mente viajaba por lugares a los que yo no llegaba reconoció Draco con brusquedad. Somos personas muy diferentes.
Sí
reconoció Hermione con voz temblorosa. Tú eres organizado, práctico y sensato. No pierdes las cosas, ni te olvidas de ellas, ni te tropiezas o te caes
añadió haciendo un esfuerzo por juntar los labios. A los diecisiete años había sido lo bastante tonta como para pensar que aquellas diferencias significaban que se complementaban.
Eficiente hasta la exasperación pero con poca imaginación, ¿verdad? inquirió Draco con voz suave como la seda. Es posible que esté a punto de sorprenderte.
¿De sorprenderme?
Abrió una puerta del comedor y la sostuvo para que Hermione pasara delante. Sus finas cejas se fruncieron mientras entraba en una habitación que estaba claramente habilitada comodespacho. Se aclaró la voz.
¿Por qué me traes aquí?
No tenía intención de presionarte de forma ilegal, Hermione. He empleado todos los medios de persuasión racional que tenía en mi poder.
A Hermione se le puso la piel de gallina y calculó a qué distancia estaba de la puerta. Su fértil imaginación ya se había disparado. Draco tomó un grueso documento de encima de la mesa y se lo tendió.
¿Qué es eso? inquirió Hermione, todavía más tensa.
Una escritura de compra de Elite Estates. He comprado la agencia.
El tenso silencio que prosiguió martilleó los oí dos de Hermione.
No es posible. El viejo señor Dickson nunca vendería. Fue su primer negocio y aunque no reciba un beneficio directo estos días
La agencia no es muy rentable dado el estado actual del mercado inmobiliario replicó Draco. Lewis Dickson aceptó mi oferta rápidamente.
¿Draco había comprado la agencia? Hermione estudió el documento y complicados términos legales aparecieron difusamente ante su vista hasta que finalmente encontró frases que hablaban de aquella espeluznante realidad.
Pero no entiendo por qué
murmuró confundida.
Podría obtener una gran ganancia con este negocio. La agencia está ubicada en una zona excepcional y tiene mucho espacio desperdiciado en el aparcamiento. Está lista para una reestructuración.
¿Una reestructuración? repitió Hermione sintiéndose enferma. ¿Estás hablando de cerrar la agencia?
Eso depende de ti dijo Draco clavando sus centelleantes ojos en ella.
¿De mí? jadeó Hermione. ¿Qué tiene que ver esto conmigo?
El destino de tus antiguos compañeros está en tus manos. Si te casas conmigo, la agencia continuará como está. Si no, me consolaré con un amplio beneficio pero la agencia tendrá que cerrar.
¡No lo dices en serio! exclamó Hermione soltando una carcajada de incredulidad.
Nunca he puesto tanto empeño en un pequeño negocio como éste.
Pero
pero no harías una cosa así. Convertir este asunto en algo personal
Eso no sería ético.
La mirada de Draco colisionó con sus ojos expectantes.
El chantaje no es ético declaró Draco contemplando su rostro pálido y el horror reflejado en sus expresivos ojos de color miel.
No me conoces dijo Hermione. Si eres el nuevo propietario de Elite Estates, a mí me da igual exclamó dejando a un lado el documento y volviéndose de espaldas a él.
Hermione, no podrías pegar ojo sabiendo que has sido la responsable de que una sola persona haya perdido su trabajo.
Hermione perdió la confianza que había puesto en su afirmación mientras contaba las diez personas que, además de ella, constituían la plantilla de la agencia. En aquella época, muchas inmobiliarias habían reducido personal y a algunos de sus colegas les resultaría muy difícil, si no imposible, encontrar un trabajo en otro sitio. Cuatro de los hombres tenían familias a las que mantener. Una mujer era una madre soltera como ella, otra tenía un marido que acababa de quedarse sin empleo. Una pérdida repentina de su salario y de su seguridad sembraría el caos en sus vidas.
Hermione
das de comer a animales vagabundos. Lloras con las películas sensibles. Te preocupas de si las plantas sienten dolor enumeró Draco con suavidad. Tal vez yo no entrara en tu ámbito de sangrante sensibilidad hace trece años, pero no eres una de las mujeres más crueles del mundo.
Te odio musitó Hermione con los hombros contraídos por la tensión.
Odias a las arañas
¿pero has pisado alguna, alguna vez?
No seas rastrero.
Estaba siendo realista por ti.
Soy una persona muy realista, pero nunca, nunca pensé que harías algo así confesó Hermione con ahogo. Siempre pensé que aparte de todos los defectos que no podías evitar o con los que habías nacido
bueno, pensé que al menos intentabas ser básicamente una persona decente
y si no lo conseguías al menos lo intentabas, y que eso era lo importante. Descubrir que ya no lo intentas
Bueno, no tengo palabras para expresar lo que siento
Draco pareció no tenerlas tampoco porque el silencio se prolongó y latió durante interminables segundos. Luego respiró con dificultad y le sobrevino la tos.
Espero que te atragantes dijo Hermione mientras consideraba la idea de contarle a Lyra su amenaza. Su hija se quedaría horrorizada. ¿No se daba Draco cuenta de ello? Si Hermione hablaba, la confianza que Lyra tenía en su padre se destruiría. Pero una acción así haría daño sobre todo a su hija. Lyra tenía tantas ilusiones puestas en su padre. Reconociendo la derrota, Hermione se hundió como una muñeca de trapo maltratada y resentida en un sillón.
Has vencido
Me casaré contigo susurró entrecortadamente. Pero quiero que sepas que estás cometiendo un grave error.
Draco permanecía inmóvil. No se movía ni un músculo de su hermoso rostro pálido.
No lo creo.
Juntos seremos totalmente desgraciados predijo Hermione.
Estoy dispuesto a correr el riesgo.
Lyra también será muy desgraciada señaló Hermione.
No si está en mi mano el poder evitarlo.
Los suaves labios de Hermione se cerraron y alzó la barbilla.
Será un matrimonio de conveniencia, ¿de acuerdo? le espetó.
De mutua conveniencia corroboró Draco con voz de seda. ¿Qué si no?
Signora Malfoy
Janet y Lyra charlaron animadamente durante todo el camino hasta el registro civil.
Tanto mejor. Hermione no tenía ganas de hablar. Era el día de su boda. De su segunda boda. Trató de concentrarse en pensamientos positivos. No estaba enamorada de Draco ni se hacía ilusiones sobre aquel matrimonio. Draco no había tratado de fingir que sería algo más que un matrimonio de conveniencia por el bien de Lyra.
Y Lyra estaba en éxtasis. Había afirmado que su padre era un romántico rematado y un impetuoso y que su madre era una mujer increíblemente afortunada. Pero luego había estado tan absorbida con el fin de curso, haciendo las maletas para su viaje a Francia y pensando en la vida que la esperaba a su regreso en Italia, que estaba sufriendo de un caso grave de sobreexcitación.
Janet había comentado que Hermione nunca se había destacado por su cautela con Draco. Como pensamiento del día, no había resultado muy inspirador. Pero cuando su tía tuvo la poca delicadeza de señalar que, después de todo, no tenía sentido interferir cuando los dos siempre habían actuado alocadamente el uno con el otro, Hermione casi se atragantó al oír aquella injusticia. En aquella ocasión se había resistido a Draco con la heroica abstinencia de un adicto al chocolate siguiendo una dieta estricta. Cuando le había pedido que se casase con él, se había sentido enferma. Aquella idea no la había tentado. Draco la había derrotado sólo gracias a sus amenazas.
Estás muy callada, mamá observó Lyra finalmente cuando Hermione salía con piernas vacilantes de la limusina que Draco les había mandado para que las recogiesen.
Los nervios del día de la boda comentó Janet alegremente.
Ojala no te hubieras puesto ese traje negro dijo Lyra frunciendo el ceño.
Es elegante murmuró Hermione.
Pero pareces que vas a un funeral.
Hermione apenas había comido ni dormido en una semana y empezaba a notarse. Draco caminó hacia ellas y los ojos de Hermione lo miraron de arriba abajo con incredulidad. Estaba rebosante de energía y una brillante sonrisa curvaba su expresión relajada. Llevaba un traje de color plomo exquisitamente cortado que acentuaba su piel pálida y su pelo rubio platinado y parecía salido de Hollywood. Hermione eludió su mirada sintiéndose amenazada por la fuerza y la resistencia del enemigo.
Cómo puedes ver, mamá se siente abrumada barbotó Lyra. Son los nervios
no es mieditis ni nada parecido.
¿O sea que no trataste de huir en el último minuto por la ventana del baño? murmuró Draco suavemente a oídos de Hermione.
Hermione tropezó al oír sus palabras. La verdad era que había habido un momento de arrebato cuando Lyra estaba aporreando la puerta diciéndole que había llegado la limusina en el que había considerado la idea de huir por la salida de incendios. Draco pasó un brazo de acero alrededor de su delgada espalda. Hermione se puso rígida. El olor a él la invadió. Limpio, cálido y muy masculino, pero lo peor de todo, terriblemente familiar. Hermione podía reconocer a Draco en una habitación en penumbra llena de hombres, y aquello a aterrorizaba.
La ceremonia fue breve. Sintió una oleada de mareo cuando un delgado anillo de platino se deslizó en su dedo.
Signora Malfoy
dijo Draco llevando la mano de Hermione, fría como el hielo, a sus labios para besarlos.
Otra vez aquel nombre. A Hermione se le encogió el estómago. Soltó la mano de Draco y se frotó los temblorosos dedos contra la falda. Su sonrisa en honor de Lyra se disipó al instante.
Draco las llevó a almorzar al Ritz. Comió copiosamente mientras que su esposa no pudo probar bocado. Hizo bromas con Janet y le tomó el pelo a Lyra. Cuando Draco triunfaba, nunca estaba tentado a mostrarse humilde en atención a los demás. Irradiaba satisfacción y exhibía una sonrisa cruel. Cuando un Malfoy estaba en la cima, todo era gozo en su mundo.
Asqueada por aquella falta de remordimientos, Hermione huyó al vestidor y se sentó en una cómoda silla con la pose de una víctima de un terremoto que esperara la llegada del siguiente temblor. Cuando volvió a aparecer, se sorprendió al ver que Draco la estaba esperando fuera.
Pensé que habías salido corriendo confesó con total serenidad. Has tenido suerte de no hacerlo. Habría llamado a la policía
¿A la policía? repitió Hermione horrorizada.
Cuando te supera tu sentido de la tragedia, es muy probable que te arrolle un autobús bromeó con voz ronca. He conocido a gente que se ha enfrentado a la muerte con más entereza que tú a nuestra boda, pero ha sido una experiencia memorable y te lo agradezco desde lo más profundo de mi corazón. He estado extasiado desde que entraste tambaleándote en el registro civil vestida completamente de negro. Cada uno de tus suspiros lacrimosos y de tus estremecimientos me ha tenido hechizado.
¿Cómo dices? inquirió Hermione ruborizándose y cuadrándose de hombros.
Oh, no dejes de ir cabizbaja suplicó Draco observándola con animados ojos grises. Me hace sentirme tan increíblemente macho y medieval.
¡No voy cabizbaja! exclamó Hermione con indignación.
Y pareces tan increíblemente femenina y frágil cuando lo haces que siento un verdadero impulso erótico añadió mirándola con repentina apreciación sexual.
Conmocionada por lo inesperado de aquella afirmación, Hermione se agitó como si le hubiera alcanzado un rayo. Sintió el calor encenderse en su cuerpo y sus delgados muslos se contrajeron. De repente, era terriblemente difícil respirar y su corazón latía como loco.
Ese comentario estaba fuera de lugar acertó a decir en un tono que esperaba resultase de desaprobación. Esto es un matrimonio de conveniencia.
¿Y cómo defines la palabra conveniencia? ¿O no has llegado a tanto todavía? inquirió Draco tomando su mano suavemente para conducirla a donde estaban Lyra y Janet.
Habitaciones separadas clarificó Hermione sin respirar. Creo que es obvio.
Barry fue tan cariñoso ayer decía Lyra en voz alta cuando llegaron hasta ellas. Lo sentí mucho por él. Hasta le llevó flores a mamá.
¿Barry?inquirió Draco paralizado.
Vino a verme para desearme buena suerte dijo Hermione poniéndose rígida.
Barry había felicitado a Hermione por la buena boda que iba a hacer y había insinuado que le debía un favor por su buena fortuna ya que Draco, después de todo, había sido su cliente.
Tal vez quisieras casarte tú con él en mi lugar le había dicho Hermione.
Barry había prorrumpido en carcajadas y pronto había revelado el verdadero motivo de su visita. Aquella misma mañana, Giles le había dicho que Draco era el nuevo dueño de Elite Estates. Barry, con su disfraz de piraña, había ido a verla para recordarle que siempre había pensado que Giles era un cerdo sexista y que sería mucho más fructífero para la agencia inyectar sangre joven y agresiva en la dirección.
Dejaron a Lyra con su equipaje en la escuela. Fue corriendo hacia el autobús, donde la esperaban sus amigas y saludó frenéticamente por la ventana de atrás.
Tiene miedo de que algún niño en el autobús no haya visto la limusina gimió Hermione avergonzada.
Es feliz replicó Draco, y eso es todo lo que importa.
Unos minutos después, la limusina se detuvo delante de la casa de Janet. Su tía les brindó una amplia sonrisa con un brillo de humor irónico en la mirada y una indiferencia profunda hacia la tensión que se respiraba.
¡Que paséis una luna de miel maravillosa! les despidió con alegría.
¿Qué luna de miel? gimió Hermione cuando la puerta se cerró.
Vamos a tomar un vuelo directo a Italia le in formó Draco. Janet te ha metido unas cuantas cosas en la maleta.
¡Si no necesitamos luna de miel!
Creo que necesitamos una desesperadamente.
Creía que iba a mudarme a tu apartamento hasta que Lyra regresase
Tampoco habías hecho las maletas para esa eventualidad, ¿verdad? murmuró Draco con ironía.
Un incómodo silencio se prolongó hasta su llegada al aeropuerto y al subir al jet privado de los Malfoy. Después del despegue, la azafata les sirvió champagne y les dio la enhorabuena en nombre de la tripulación.
¿Se lo has contado ya a tu familia? preguntó Hermione de repente.
Por supuesto.
Supongo que fue un golpe más duro que una crisis en Wall Street.
Les habría gustado asistir a la boda.
Hermione se puso pálida como un cadáver y se sirvió más champagne con una mano temblorosa.
Y yo que pensaba que el día no podría haber sido peor
No iremos a vivir con ellos, ¿verdad? inquirió repentinamente cuando la asaltó aquel horrible pensamiento.
¡Por supuesto que no! Pero para ellos fue un shock enterarse de que soy el padre de una adolescente admitió Draco con voz tensa. Se sienten muy culpables.
Hermione había dejado de escuchar.
Esta ha sido la peor semana de mi vida protestó recordando vagamente las noches sin dormir, las comidas sin probar y los dolores de cabeza que había tenido.
El sábado pasado te volví a ver. Arruinaste mi fin de semana señaló Draco con voz tan suave como el terciopelo. El lunes me dijiste que era padre. Pasé la noche dando vueltas por la habitación. El martes me dominó un abrumador deseo de buscarte y estrangularte. Me consolé comprando la agencia. El miércoles, conocí a mi hija. Me tranquilicé y empecé a reír otra vez. El jueves tuve que jugar al ratón y el gato. El viernes recé para que Lyra impidiese que comprases un billete de ida al triángulo de las Bermudas. Pero hoy nos hemos casado y se han acabado los juegos. Por fin puedo descansar.
Indignada por aquella evaluación de los hechos, Hermione contempló su atractivo rostro pálido y su cuerpo innegablemente relajado.
¡Cómo puedes llamar juego a lo que me has hecho! ¡Me has chantajeado!
Draco la observó. Sus ojos eran una línea gris centelleante bordeada de exuberantes pestañas de claras.
El estrés no es lo tuyo, piccola mia. A mí me da fuerzas, pero a ti no. Si no hubiera conseguido la licencia y te hubiera chantajeado, te habrías muerto progresivamente de hambre antes de que hubiese podido llevarte al altar. Ya has perdido mucho peso.
El agotamiento contra el que había estado luchando Hermione toda aquella semana la estaba superando. Estaba empezando a resultar difícil pensar con claridad. Dio un enorme bostezo mientras se preguntaba por qué hablaba de su peso.
Y déjame que te diga que no vas a seguir haciéndolo bajo un techo de mi propiedad. El próximo plato que te coloquen delante, te lo comerás dijo Draco incorporándose ágilmente hacia delante. Ahora creo que deberías descansar añadió inclinándose para tomarla en sus brazos.
¿Qué crees que haces?
Lo que debía haber hecho hace una hora. Estás sufriendo de falta de sueño dijo depositándola en la cama de la cabina. Intentar hablar contigo ahora es como hablar con un borracho. Y es culpa mía. He utilizado todos los medios posibles para atraparte, lo reconozco. ¿Te sientes mejor ahora?
Hermione permaneció sin habla mirándolo fijamente. Draco se sentó en el borde del colchón y le quitó lentamente los zapatos.
Una mala semana y estamos casados. ¿Qué es una mala semana?
Fueron catorce la última vez
el infierno en vida
No fue el infierno en vida. ¡Dios, dame fuerzas! gruñó Draco atravesándola con ojos de exasperación. Está bien, tuvimos algunos problemas, pero no todo fue culpa mía. Tú cambiaste. De repente te convertiste en una huerfanita que no paraba de gimotear y con aspecto patético y lastimero.
Dejaste de hablarme.
No hablaba con nadie.
Podrías haberme hablado a mí.
Ignorabas alegremente el hecho de que la vida tal y como la había conocido hasta entonces había desaparecido dijo con una irónica sonrisa. Las cosas superficiales que no deberían haberme importado entonces, me importaron. Mis amigos pensaron que era hilarante que acabases quedándote embarazada. De hecho, pensaron que era lo más divertido que habían oído nunca. Por fin habían atrapado a Draco.
Hermione pestañeó y palideció.
No lo sabía.
Y todo menos el matrimonio habría sido aceptado en mi círculo de amistades. No se me daba muy bien reírme de mí mismo a los diecinueve años. Un día era el rey y al siguiente un ermitaño
y, por si fuera poco, Lucius intentaba hacérselas de padre duro por primera vez en el momento equivocado
tú gimiendo, mi madre gimiendo, Cassiopeia gimiendo y todo por mi culpa. Tienes razón suspiró Draco repentinamente. Fue un infierno en vida.
Hermione se dio media vuelta y miró la pared. Por fin admitía que su primer matrimonio había sido una pesadilla, pero no se sintió agradecida porque lo hubiera hecho. A los diecisiete años debía de haber sido espantosamente egocéntrica para no darse cuenta de que Draco estaba sufriendo tanto como ella, si no más
¿Draco
? susurró Hermione con voz ronca y, frunciendo el ceño, volvió la cabeza.
Pero Draco ya se había ido y la había dejado sola. Y a Hermione lo que la desgarraba en aquellos instantes era el presente más que el pasado. Draco podía admitir libremente que la había forzado a casarse otra vez con él y su conciencia permanecía limpia. En su opinión, Hermione había cometido un delito mayor al no comunicarle la existencia de su hija. Y como madre de Lyra, sólo era un instrumento para el deseo de Draco de tener la plena custodia de su hija. Como mujer, como esposa, no contaba. Con aquel pensamiento deprimente, Hermione se quedó dormida.
Una mano cayó sobre su hombro y la agitó hasta despertarla. Hermione fijó como pudo la vista en la foto del álbum que mantenían a pocos centímetros de su rostro.
¿Quién es éste? inquirió Draco señalando con el dedo a un hombre que estaba de pie entre ella y una Lyra de tres años. Hermione hizo esfuerzos por con centrarse.
Ese era Harry
¿Y este tipo? dijo Draco pasando la página. Hermione posó la mirada vacilante en otro rostro masculino.
Ronald
creo.
Volvió otra página. Hermione dio un enorme bostezo mientras echaba una ojeada al atractivo hombre castaño que Draco estaba señalando. Se quedó en blanco.
No me acuerdo de él
¿Qué no te acuerdas? ¡No me sorprende! la censuró Draco haciéndole dar un brinco. Lyra me dio seis álbumes y todos están llenos de desconocidos. Podrías montar una agencia de contactos internacional con el contingente masculino de tus fotografías.
Hermione lo miró con enormes ojos soñolientos llenos de incomprensión.
Lyra me dijo que no salías con hombres, que apenas salías de casa
prosiguió Draco. Hermione abrió más los ojos. Se sorprendió de que su hija hubiera dicho aquella patraña. Siempre había disfrutado de una buena vida social. Sospeché que exageraba un poco, pero no tenía ni idea de lo que estaba encubriendo. Dios
¡Has estado acostándote con hombres desde que te divorciaste de mí!
La puerta se cerró de golpe y Draco desapareció tras ella dejando a Hermione boquiabierta. ¿Acostándose con hombres? ¿Estaba loco? El sexo había estado a punto de echar a perder su vida a los diecisiete años y había aprendido bien la lección. La intimidad ocasional no era para ella. No le había faltado la compañía masculina durante aquellos años, pero nunca se había vuelto a enamorar. Ni lo había querido. Janet decía que tenía un pánico a comprometerse que rozaba casi en paranoia, pero ningún hombre la había lastimado en trece años y Hermione estaba orgullosa de ese récord.
Hermione cambió de postura relajadamente. La cama era muy confortable. Separó sus suaves pestañas y se quedó helada. Desapareció toda su languidez y se incorporó como un resorte contemplando horrorizada aquel entorno tan espeluznantemente familiar que era aquella espaciosa habitación. Saltó de la cama y abrió las cortinas con manos impacientes para quedarse absorta viendo los jardines que se extendían ante ella. Parterres de forma cuadrada y adornados con tallas y fuentes y enormes vasijas de piedra con flores se perdían hasta los límites de un magnífico bosque de encinas. Más allá del bosque, se extendía el verdor ondulante de las colinas de la Toscana.
La primera vez que Hermione había contemplado aquella magnífica vista había tenido la ingenua impresión de que estaba siguiendo una visita guiada por la casa de campo palaciega de los Malfoy. Los padres de Draco sólo se alojaban en ella los fines de semana. Hermione se había sentido enormemente intimidada por aquellos lujosos alrededores y Draco había vencido fácilmente sus protestas tímidas y poco firmes con apasionada persuasión llevándola a la cama para privarla de su virginidad
Pero no sin asegurarle repetidas veces que no haría nada que ella no quisiese y que sólo tendría que decir que no y se detendría. Hermione no había sido capaz de vocalizar una sola palabra en la oleada de pasión que prosiguió. Naturalmente, Draco ya había contado con ese hecho. Incluso de joven había conocido a fondo todas sus debilidades.
Finalmente, Hermione se apartó de la ventana y volvió al presente temblando de indignación e incomodidad. ¿Cómo se atrevía Draco a llevarla a la residencia de la familia en la Toscana? ¿Cómo podía ser tan insensible como para no darse cuenta de que aquél era el último lugar que querría volver a visitar?
Estaba bajo la ducha del cuarto de baño de la habitación cuando se dio cuenta de que hacía trece años, aquella había sido la habitación de Draco. Claro que no seguiría siendo la suya. Pero en vez de verse invadida por el pánico, la invadió la excitación. No, nunca sucumbiría al potente atractivo de la sexualidad de Draco. Una distancia saludable y el desapego serían la única base segura y sensata para un matrimonio de conveniencia.
Hermione cerró el grifo de la ducha y se secó con una toalla. Luego, dejando la toalla a un lado, volvió a entrar en el dormitorio. Iba de camino al vestidor, donde esperaba encontrar algo de ropa, cuando un suave golpe en la puerta la frenó en seco. ¡Estaba completamente desnuda! Cuando el manillar de la puerta empezó a girar, con un gemido ahogado se escondió debajo de la cama. El ruido de vajilla rompió el silencio y Hermione esperó ver un par de pies de alguna doncella, pero en su lugar vio los pies masculinos e inconfundibles de Draco. Desnudos, pálidos y bien formados.
¿Hermione?
Contuvo la respiración y se puso colorada de mortificación. A otras personas no les ocurrían aquellas cosas, ¿por qué siempre le pasaban a ella? Draco miró en el cuarto de baño, en el vestidor y murmuró algo en italiano. Pero Hermione no pudo aguantar la tensión por más tiempo y se aclaró la garganta.
Estoy debajo de la cama. Por lo que más quieras, vete silbó Hermione con furia.
De modo que
te has escondido debajo de la cama dijo Draco lentamente después de una pausa.
Pensé que eras la doncella.
Ya sé que solías sentirte incómoda cuando el personal estaba presente, piccola mia
¿pero no crees que esto es excesivo?
Para tu conocimiento, no llevo nada puesto le espetó Hermione.
Lo sé perfectamente le aseguró Draco con brusquedad. Estaba entre los árboles hace un rato cuando abriste las cortinas y permaneciste delante de la ventana en tu gloriosa desnudez durante diez minutos exactos.
¿Me has cronometrado? inquirió Hermione escandalizada.
Puede que no me entusiasmen las puestas de sol y que no pronuncie discursos románticos bajo los balcones, pero aprecié profundamente esa vista en particular. También me felicité por haber dado instrucciones de que el personal sólo viniese a ciertas horas del día. No soy de miras estrechas, pero sí bastante egoísta. Si inconscientemente hubieras expuesto tus atractivos a algún otro, te habría retorcido el cuello.
Vete de aquí, Draco explotó Hermione. No voy a salir hasta que no te vayas.
Draco puso una bandeja encima de la alfombra.
Mira dijo en tono seductor. Tu chocolate caliente favorito adornado con nata montada. Muy dulce y cremoso. Tiene que estar haciéndosete la boca agua
¡No lo quiero! aulló Hermione salvajemente. Luego vio una prenda de algodón en el suelo al otro lado de la cama y rodó hasta poder alargar el brazo para alcanzarla.
Incluso cuando te concentras lo bastante como para saber lo que pasa a tu alrededor
que, a decir verdad, no es muy a menudo
sigues fascinándome bromeó Draco dejándose caer en un sillón y estirando unas piernas largas enfundadas en unos vaqueros. Cualquier otra mujer se habría metido dentro de la cama, pero tú te metiste debajo.
Hermione estaba concentrada febrilmente en atarse los botones de la camisa, pero sus dedos se ralentizaron al fijarse en aquellas piernas. Salió de debajo de la cama con el cabello castaño claro salvajemente despeinado y los ojos mieles tan brillantes como joyas en su rostro. Obsequiándola con una sonrisa de brillo cegador, Draco se puso ágilmente de pie y la perturbó vestido como estaba con vaqueros ajustados y desgastados y un polo de color blanco. Se quedó transfigurada ante aquella visión y se le secaron los labios. La tela vaquera revelaba fielmente cada una de las líneas viriles de sus caderas y de sus largos y fuertes muslos. Su atención se desvió hacia la protuberancia claramente masculina de su entre pierna y sintió una punzada de dolor en la parte baja de su vientre.
Todavía te derrites al ver unos vaqueros, aunque tú no lleves ningunos.
¡Mentira!exclamó Hermione con el convencimiento de que hasta los dedos de sus pies se habían puesto colorados. No podía creer que lo hubiera mirado de aquella manera.
Y estás andando sobre una cuerda floja con esa camisa. Lyra no está en la habitación de al lado, así que no tienes red de seguridad. Cuanto te caigas
te atraparé.
Hermione frunció el ceño mientras luchaba por apartar la mirada de aquellos ojos entornados de un gris puro y finalmente se percató de que llevaba puesta una de sus camisas.
¿Dónde dormiste anoche?
En el vestidor
como un caballero.
¿Es que sólo estaba preparada una habitación? inquirió Hermione sopesando aquella afirmación.
No te has abrochado bien mi camisa murmuró Draco como si no la hubiera oído, y aquella observación ronca hizo que le flaquearan las rodillas. Pero no te preocupes. Estoy dispuesto a quitártela otra vez.
¡No vamos a hacer ese tipo de cosas! Sólo te has casado conmigo para conseguir la custodia de Lyra protestó Hermione mirándolo con ojos atónitos.
Tienes unas ideas muy originales sobre el matrimonio, piccola mia.
¡Olvídalo! dijo Hermione con furia, irguiéndose.
No he hecho votos de celibato afirmó Draco lanzándole una poderosa sonrisa de desafío. Y estoy chapado a la antigua. Mi esposa comparte mi cama. No es un tema de negociación, ni hoy ni mañana, ni ningún otro día. No podrás optar a dormir en otro dormitorio que no sea el mío aunque haya cincuenta habitaciones para invitados bajo el techo conyugal.
Muchas gracias por sus comentarios ;)
¡Creí que ya no me deseabas!
Hermione se quedó estupefacta al oír aquellaosadía pronunciada con tanta serenidad.
Sabes que no accederé a eso declaró con voztensa.
¿No? inquirió Draco arqueando una ceja.
No. Compartir una habitación o una cama esimposible. Y me gustaría que te fueras para poder vestirme lo informóHermione.
Hermione
Ahí está la puerta. Úsala le aconsejólevantando la barbilla. Lo nuestro no es un matrimonio convencional. Meforzaste a casarme contra mi voluntad.
Lo mires como lo mires, estamos casados. Y sinla pasión este matrimonio no tiene la mínima esperanza. De hecho, ahora mismoes lo único que tenemos a nuestro favor replicó Draco irónicamente. ¿Por quétratas de negarnos ese único elemento positivo?
Hermione no estaba preparada para esa crudasinceridad y perdió hasta el último ápice de viveza y color. Al pedir su propiahabitación sólo trataba de protegerse. La aterrorizaba exponerse a que Draco lahiriese otra vez.
No permitiré que sabotees este matrimonio sinantes darle una oportunidad declaró Draco con rígida impaciencia. Por una vezen tu vida vas a aceptar tu situación y hacer un verdadero esfuerzo.
No tienes ningún derecho a hablarme asíreplicó Hermione con voz temblorosa.
Ha sido un aviso contestó Draco clavándole unamirada de hielo. Por muy mal que se pongan las cosas, esta vez te quedarás.Ahora tenemos que pensar en Lyra
Sí, pero
Trece años has tardado en reunir el valor dedecirme por qué te marchaste la otra vez y me lo echaste en cara como si yosupiera de qué estabas hablando.
Yo
dijo Hermione poniéndose rígida.
Pero no me dijiste ni una palabra en su momentoexclamó Draco mirándola de arribaabajocon llameantes ojos grises. Y, lo creas o no, el divorcio fue un duro golpepara mí.No estaba preparado y desdeluego no lo vi venir. Te amaba y creía sinceramente que tú meamabas a mí también
y luego me di cuenta de que no era así, ¿no,Hermione?
Hermione se quedó helada y sintió una granconfusión emocional. No había considerado nunca la posibilidad de que Draco nohubiera deseado el divorcio.
Sólo lo dices ahora para hacerme sentir mal locensuró. Estás mintiendo.
Dios
dijo Draco dando un paso hacia delante.
Estás tratando de retorcer las cosas y actuarcomo si yo te hubiera abandonado sin razón, cuando sabes perfectamente que notenía motivos para quedarme. Tú ya te habías ido a otra habitación.
Draco la asió por los antebrazos paraaprisionarla. Tenía la expresión rígida y un aire de perplejidad en la mirada.Luego soltó lentamente sus delgados brazos y frunció el ceño al tiempo queentornaba los ojos.
Sólo porque no podía dormir en la misma camaque tú sin ponerte las manos encima
Eso no tiene sentido.
¿Qué no? Nunca pasé tanta vergüenza en mi vidacomo el día en que mi padre me dijo que esperaba que no siguiera pidiendo sexoa mi esposa por que las mujeres embarazadas no se sentían cómodas haciendo elamor después de los dos primeros meses. Quise preguntarte si te había estadohaciendo daño, pero no pude reunir el valor de hacerlo. Mis exigencias en eseámbito habían sido, después de todo, bastante voraces
¡Creí que ya no me deseabas! lo interrumpióHermione boquiabierta. Nunca me hiciste daño.
¿No?
Hermione lo negó con la cabeza rápidamente y suscabellos de color castaño claro ondearon junto a sus mejillas encendidas. Susojos mieles estaban clavados en los suyos.
Por eso me sentí tan culpable cuando abortasteconfesó Draco bruscamente. Pensé que todos aquellos encuentros apasionadospodían haber contribuido a que
¡No! protestó Hermione en un susurro de dolor,y acarició su brazo con los dedos para consolarlo. Simplemente ocurrió. Eldoctor me había asegurado que no había razón para que no siguiéramos haciendoel amor
Siempre me gustó hacerte perder el control. Era casi tan excitantecomo perderlo yo confesó Hermione todavía conmocionada. Por increíble quepareciese, Draco la había deseado a pesar de su voluminosa figura y la idea lahabía dejado desarmada.
Por favor
no digas eso gimió Draco, y conmanos delgadas y fuertes la levantó y la presionó contra su cuerpo, tenso ymusculoso. Hermione averiguó por sí misma por qué estaba temblando al entrar encontacto con la dureza de su encendida masculinidad.
Draco tomó sus labios con voracidad salvaje yardiente. La excitación la asaltó y provocó una violenta oleada de respuesta.En un instante, lo rodeó con los brazos y le acarició el pelo murmurando ungemido que lo incitó a seguir. Con aquel único beso, la pasión que Hermionehabía contenido durante tanto tiempo explotó en una lluvia de fuegos multicoloresy le hizo perder la cabeza. Con un ahogado gruñido de satisfacción, Dracoexploró vorazmente su boca con traviesa precisión semejante a una posesiónprimitiva.
La bajó al suelo y la hizo girar, buscando conlos labios la suave piel de su nuca y descubriendo puntos de placer queHermione pensó que no poseía. Hermione estiró el cuello dejándose llevar poraquel éxtasis y deslizó sus caderas hacia atrás, contra su virilidad encendida,sintiendo que se estremecía como reacción a su provocación.
Sus manos ascendieron lentamente sobre sus senoshenchidos que presionaban la camisa de algodón. Cuando acarició las puntas desus pezones con los pulgares, Hermione se quedó sin respiración y sintió unhúmedo calor en la entrepierna. Draco la giró de nuevo y la levantó parallevarla con él hasta la cama sellando sus labios con los suyos.
Decías que era increíble en la cama susurróDraco entrecortadamente, clavándole sus ardientes ojos grises mientras se hincóy se despojaba de su camisa. No era cierto. Éramos increíbles juntos
Un tórax musculoso y pálido apareció ante suvista, y Hermione empezó a derretirse y a sentirdebilidad en todos sus miembros. Draco se inclinó sobre ella ydesató los botones de sucamisa.Luego la abrió y contempló sus senos henchidos y pálidos con clara apreciación.
Cuando sus miradas se volvieron a cruzar,Hermione se estremeció de sensualidad y Draco bajó su rubia cabeza para atraparun suave pezón rosado y hacer que Hermione se agitara y gimiera con aquelplacer torturador.
En algún lugar próximo se oyó el estridentesonido del teléfono y Hermione frunció el ceño. Draco maldijo con el pocoaliento que le quedaba. Con la brusquedad de una frustración violenta, seapartó de Hermione y buscó con la mano el teléfono móvil. Luego, inesperadamente,Draco se quedó helado mientras Hermione lo contemplaba con crecientefascinación.
Hola murmuró con sorprendente afecto. Si
Si
maravilloso
estupendo
¿Te gustaría hablar con tu madre?
¿Lyra?dijo Hermione instintivamenteavergonzada, como si su hija acabase de entrar en la habitación y los hubierasorprendido en la cama. Draco le pasó el teléfono sin decir palabra.
¿Cómo os va? preguntó Lyra. Sabía queestaríais súper preocupados por mí porque es la primera vez que estoy fuera decasa.
Sí
¿No es muy romántico que papá te haya llevadoal lugar donde os conocisteis? Apuesto a que te quedaste de piedra.
Sí
Bueno, estoy bien y me lo estoy pasando demiedo, así que espero que no os importe que no os vuelva a llamar
dijo Lyrabajando la voz antes de continuar. Lo siento, pero parece muy ñoño tener quellamar a casa.
Segundos después, Hermione devolvió el teléfonoa Draco y él lo dejó a un lado. Se hizo el silencio y Hermione frunció el ceñocuando Draco no hizo ademán de volverla a abrazar. Se puso en tensión y seruborizó al reconocer su intensa excitación.
Pensé que mi fantasía de adolescente habíacoloreado los recuerdos, pero no ha sido así dijo con voz profunda einexpresiva mirándola fríamente. Se levantó de un respingo de la cama y tomó sucamisa. Realmente eres dinamita en la cama, pero creo que voy a tomar el aire.
La cara de Hermione se encendió por el shock yla humillación. Aquel rechazo cayó como un viento invernal sobre su carnedesnuda. Se cubrió con la sábana y cerró los puños por debajo.
¿Qué te pasa? se oyó preguntar conperplejidad.
Draco se volvió hacia ella y torció susgenerosos y sensuales labios.
Todavía estoy muy enfadado contigo. Cada vezque recuerdo que apartaste a mi hija de mi lado tengo ganas de aplastar algo.Pero lo superaré. Es irracional esperar de ti más de lo que eres capaz de dar,y es imposible dar marcha atrás al reloj.
No eres justo dijo Hermione con desmayo. Habíaocultado aquella ira tan bien, que la había engañado.
Al contrario, estoy siendo muy justo. Eres unamadre considerablemente buena. Eres hermosa y sexy, y estupenda en la cama ledijo haciéndole inclinar la cabeza y ruborizarse. Que seas tan codiciosa y tansuperficial emocionalmente no es gran cosa añadió Draco gravemente. Hermione alzóla cabeza en seguida.
No soy codiciosa
y tampoco superficial.
Hermione, tienes la constancia de una mariposa.
¡Eso no es cierto!
No importa dijo Draco encogiéndose dehombros. Si no fuera por Lyra, no estaríamos aquí.
No hace falta que me lo digas replicóHermione. Sólo estaba confirmando lo que ya sabía, lo que inexplicablementehabía olvidado en la última media hora. Pero se sintió increíblemente vacía ydegradada. La intimidad que, como una tonta, había creído recuperar con Draco,sólo había sido una ilusión nacida de su estúpido sentimentalismo y de suvoracidad sexual. Se odiaba por su debilidad. Quería morir, pero no delante deél.
Sin avisar, Draco se dirigió hasta la puerta yla abrió de golpe con gesto impaciente.
Creo que tenemos visita.
Una voz femenina ascendía hacia el piso dearriba y se oía el distante taconeo de unos zapatos de tacón de aguja en laescalera de mármol.
Cassiopeia susurró Draco saliendo al pasillopara interceptar a su hermana.
¿Y cómo demonios ha entrado? jadeó Hermionepalideciendo. ¿Volando sobre una escoba por la ventana?
Draco se paró en seco y volvió la cabeza dejandover su perfil endurecido por la ira y la incredulidad. Hermione se puso como untomate al darse cuenta de lo que acababa de decir.
Madura, Hermione la aconsejó Draco conmordacidad. Tal vez te hayas quedado atrapada en el tiempo, pero los demáshemos crecido. Si no puedes comportarte como una adulta y ser civilizada,sugiero que te quedes aquí arriba.
Yo
Pero la puerta ya se había cerrado. Gimiendo defrustración, Hermione se volvió a arrojar sobre la almohada. Draco no tenía niidea de lo mucho que su hermana la había hecho sufrir. Pero la verdad,Cassiopeia no era su peor problema en aquellos problemas. De modo que apartó lasábana y se levantó sintiendo miedo hacia lo que la deparaba el futuro. Habíacaído en brazos de Draco, se había quedado sin defensas y una voracidad físicaque la aterrorizaba la había traicionado con humillante facilidad.
Diez minutos después, Hermione descendió laescalera. Había recuperado la seguridad en sí misma gracias al elegante vestidode color azul pálido que llevaba puesto. Por dentro tenía un torbellino deemociones y de conflictos, pero no estaba dispuesta a recibir a Cassiopeia concara compungida.
Las puertas del vestíbulo que daban al exteriorestaban abiertas de par en par. Al llegar al último peldaño, Hermione se quedóhelada. Draco estaba fuera rodeado por los brazos de una mujer con cabelleracastaña oscura. Hermione pestañeó y volvió a mirar, incapaz de dar crédito asus ojos. Unos brazos delgados y blancos rodeaban el cuello de Draco, y lamujer sonreía mostrando la perfección de su perfil y una melena castaño oscuroque ondeaba al viento. Hermione la reconoció al instante
Su corazón dio un vuelco de dolor y se quedó enestado de shock. Astoria Greengrass. ¿Qué hacía allí? ¿Y por qué Draco le habíahecho pensar que se trataba de su hermana? Un gemido de angustia se quedóatrapado en su garganta y huyó al salón antes de que la vieran.
Lamento mucho la demora, pero ahora vengo dispuesta a terminar con esta adaptación.
Me chantajeaste para que me casara contigo
No pareces tan pagada de ti misma como yo esperabacomentó burlonamente una lánguida voz femenina.
Sorprendida, Hermione giró sobre sus talones. Depie junto a la ventana estaba Cassiopeia, la hermana de Draco, una rubiadelgada como una escoba con un envidiable traje recto de color blanco que parecíapregonar que era de diseño.
¿Cassiopeia?murmuró confusamente. Su cerebrose resistía a funcionar.
La única imagen que estaba grabada en su cabezaera la de Astoria abrazando a Draco, riendo y son riendo con clara intimidad.Desde luego, no había reaccionado como cualquier mujer lo habría hecho si suamante hubiera puesto fin a su relación y, casi inmediatamente, se hubieracasado con otra mujer. Aquella imagen perturbadora todavía se clavaba en suinterior como un diabólico cuchillo.
Cassiopeia caminó hacia ella con una sonrisaburlona.
Sí, tengo que reconocer que, por mucho que tedesprecie, Hermione, admiro tu sangre fría. Tienes a un verdadero Leopardiviviente en tu poder como un rehén para conseguir una fortuna.
No sé de qué me estás hablando dijo Hermione retirándosehúmedos mechones de cabellos castaño claro de su frente con un gesto vacilante.
Lyra
tu milagroso billete de vuelta al círculofamiliar dijo Cassiopeia soltando una carcajada de desprecio. Pero no estaríamuy tranquila en tu lugar. Puede que Draco se haya casado contigo paraconseguir la custodia de su hija, pero no creo que planee quedarse con las dos
¿Qué me intentas decir? la interrumpió Hermionecon voz tensa.
Ya veo que sigues necesitando que te digan lascosas palabra por palabra le espetó Cassiopeia con una mirada desuperioridad. Draco se quedará con Lyra y se deshará de ti. Y, ¿por qué no?¡Tú hiciste lo mismo con él!
¿Por qué me sigues odiando tanto? susurró Hermionehorrorizada ante la persistente malicia de aquella mujer. ¿Y qué haces aquí?
Arruinaste la vida de mi hermano una vez yahora lo estás intentando de nuevo. Los mellizos permanecen unidos le dijo Cassiopeiasucintamente. Y en cuanto a lo que hago aquí, se trata de negocios nada más,aunque creo que debo disculparme por haber reunido a Draco con Astoriainadvertidamente. Eres una estúpida celosa. ¿Y qué esperanza tienes contra unajoven de esa edad?
Hermione se quedó blanca como la nieve.
Perra murmuró conmocionada.
Madre di Dio, ¿qué demonios está pasando aquí?intervino Draco bruscamente cortando la conversación como un aire gélido en undía caluroso de verano.
Hermione se dio la vuelta desconcertada, chocócontra una mesa y lanzó un lujoso jarrón de flores contra la chimenea. Elcristal estalló en todas direcciones.
¡Maldita sea! jadeó y, automáticamente, seagachó para recoger los pedazos de cristal.
Me temo que tu mujer no está preparada paraolvidar el pasado, Draco. Lo intenté
ahora no puedes decir que no lo heintentado
, pero oíste lo que me llamó, ¿verdad?
Hermione, deja en paz los cristales ordenó Dracocon los ojos echando chispas y una expresión implacable. Se acercó hasta dondeestaba y la levantó. Ahora mismo podemos pasar sin una esposa salpicada desangre en el papel de la protagonista.
Debe de ser horriblemente vergonzoso ser tantorpe comentó Cassiopeia con ironía.
Hermione se mordió el labio inferior lastimandola suave carne y probó el sabor acre de su sangre.
Siento que Hermione haya sido tan grosera dijoDraco lentamente aprisionando a su mujer con una mano anclada sobre su hombro.Pero estoy convencido de que quiere disculparse por perder la cabeza.
Hermione se puso rígida y permaneció muda,indignada de que la trataran como una niña que se hubiese portado mal. Lafrustración y la furia la recorrieron al darse cuenta de que cualquier cosa quedijera en su defensa en aquellos momentos no sería convincente.
No te preocupes suspiró Cassiopeia,dirigiéndole una sonrisa. Hermione miró a la rubia con un odio apenasdisimulado.
Dadas las circunstancias
vaciló Draco, yluego se encogió de hombros abandonándose al destino. Puedes usar la fincapara tu sesión de fotos. Me hago cargo de que sería difícil encontrar otro escenarioen tan poco tiempo
¡Sabía que Astoria te haría cambiar de opinión!entonó Cassiopeia en un nauseabundo tono de alivio infantil. Hermione rechinólos dientes. Sé que es un momento muy inoportuno, pero nunca imaginé que Hermioney tú vinierais a esta vieja casa a pasar vuestra luna de miel.
Con un repentino e inesperado movimiento, Hermionese liberó de la mano que la apresaba y salió a zancadas de la estancia.
Dio
gimió Cassiopeia a sus espaldas. Sihubiera sabido que te iba a causar tantos problemas, no te lo hubiera pedido.
Hermione subió las escaleras precipitadamente.No pasaría ni un solo instante más en aquella casa
ni por Lyra ni por nadie.¡Iba a salir enseguida! Con la respiración entrecortada por el sollozo, buscósu maleta, que todavía no había deshecho, y trató de cerrarla metiendo como podíalas mangas y los dobladillos de las prendas que sobresalían al haberlasdesordenado antes con las prisas por vestirse.
¿A qué demonios crees que estás jugando ahora?inquirió Draco desde la puerta.
Hermione se dio la vuelta arrodillada comoestaba y con las mejillas ardiendo de furia.
¡Apártate de mi camino, cerdo! No, no eres uncerdo, eres menos que eso. Eres una serpiente
una serpiente escurridiza, astuta,traidora y estúpida
porque si piensas que voy a quedarme aquí y aguantarte ati, a tu novia y a la arpía de tu hermana, estás soñando.
No vas a ir a ninguna parte, piccola mia leespetó crudamente cruzándose de brazos. Cuando la felicidad de mi hija está enjuego, sería capaz de hacer cualquier cosa.
¿Qué quieres decir con eso?
Quiero decir que el día que me abandonesempezaré a reclamar la custodia de mi hija. No me excluirás de su vida otra vezaseguró Draco con brusco énfasis.
Hermione se quedó blanca de la conmoción,electrificada por aquella amenaza. De repente, la exposición viperina de Cassiopeiano parecía tan fantasiosa. ¿Sería posible que Draco planeara utilizarlamientras la necesitara
y luego prescindiese de sus servicios como esposa ymadre al mismo tiempo?
Me estás asustando murmuró Hermione en impulsoinvoluntario de franqueza.
Y tú a mí cuando te veo arrastrar una maletaapenas veinticuatro horas después de decir «Sí quiero» por segunda vez en tuvida exclamó Draco, con rostro pálido, pero con una fiera determinaciónreflejada en su esculpida estructura ósea. No espero que mi hermana y tú oshagáis íntimas amigas, pero sí espero que aceptes como una mujer madura que mi familiaes también la familia de Lyra y que cuando llegue aquí a finales de semana, notiene por qué verse envuelta en una guerra de mezquindades que empezó inclusoantes de que ella naciera.
Yo no fui quien volvió a empezar la guerra.
Draco extendió sus manos fuertes en un arco deimpaciencia por lo que consideraba un tema sin importancia.
No consentiré que Lyra venga a casa por primeravez y encuentre una atmósfera hostil
¿Y qué piensas hacer para mejorar esaatmósfera? inquirió Hermione soltando una carcajada sin rastro de humor alrecordar la humillación a la que la había sometido minutos antes. Te odio, Draco.De verdad que te odio por lo que me has hecho hoy.
Tal vez me odies por lo que no te he hechoreplicó lanzando una mirada explícita a la cama revuelta. Apenas puedo creerque me resistiera a la tentación.
Más afectada de lo que podía soportar por aquelcambio de humor y de tema, Hermione respiró aceleradamente mientras su pechosubía y bajaba al compás de su respiración.
Te abofetearé si lo vuelves a intentar.
¿Cuándo me he sentido inhibido por esaexpectativa? le lanzó Draco en tono complacido. Ya deberías saber que meencantan los retos prosiguió con una sonrisa cruel. Pero puedes estartranquila de momento, gracias a nuestros inesperados visitantes.
¿Inesperados? inquirió Hermione con incertidumbre.
Dio
¿no imaginarás que deseaba que levantaraneste circo en nuestra casa? preguntó con una mueca de clara incredulidad.Pero no tardarán en irse.
¿Por qué necesitaba Cassiopeia tu permiso parausar la casa? inquirió Hermione. Su indignación empezaba a ceder al ver que Dracoestaba tan contrariado por la invasión como ella.
La finca es ahora de mi propiedad. CuandoVittorio decidió venderla, yo la compré.
¿Y qué tiene que ver tu hermana con una sesiónde fotografía?
Hace tres meses compró un estudio fotográfico.Está haciendo lo posible para destacar en el mundo de la moda. Astoria es unatop model explicó Draco. Cassiopeia la necesita para vender este reportaje y,como Astoria es una amiga de la familia, accedió a ayudarla.
Hermione reconsideró la imagen de Astoria y Dracojuntos y admitió que lo que había visto no podía describirse como algo más queun saludo afectuoso.
¿Astoria es
una amiga de la familia?
Nuestros padres se mueven en los mismoscírculos sociales.
Te vi con ella antes se oyó Hermione confesarcon sorprendente brusquedad. Estaba como una lapa pegada a ti.
Astoria es muy expresiva dijo Dracoencogiéndose de hombros bajo el penetrante escrutinio de Hermione. Y para sersincero, cara, está siendo muy generosa. Salí con ella hasta hace muy poco lerecordó en tono de reprobación. Pero, vamos, el almuerzo está servido.
La idea de tener a la hermosa y generosa Astoriarondando por la casa la hacía sentirse profundamente insegura. Aquella mismamañana se había dicho que sería capaz de llevar un matrimonio de conveniencia,pero horas después estaba ahogándose en un pantano de dolor y confusión. ¿Porqué ningún otro hombre había tenido el poder de desgarrar su corazón con unasola sonrisa y paralizarlo apareciendo con unos vaqueros?
Sabes
Necesito aire fresco más de lo quenecesito comer.
Pero Draco la interceptó antes de que alcanzarala puerta y la presionó contra su cuerpo contemplándola con evidentefrustración.
No me excluyas de tu vida
y no huyas de milado.
La dura protuberancia masculina de su virilidadpresionó su estómago y la hizo vibrar como un fórmula uno a punto de emprenderla carrera. Pero Hermione combatió su fragilidad con frenética determinación.
Estamos haciendo un hogar para Lyra, eso estodo le dijo con voz trémula. Ahora
por favor, suéltame.
Su mirada ardiente le dijo que no estabadispuesto a escucharla, pero se oyó el batir de una puerta y el ruido de vocesirrumpiendo en el vestíbulo. Draco la liberó maldiciendo y Hermione huyócorriendo escaleras abajo y salió al exterior. Pero sintió como si la mitad desu alma se hubiera quedado en el círculo roto de su abrazo. Ahogó un sollozo ensu garganta e inspiró el aire caliente y pesado con lágrimas en los ojos.
Sólo el amor la había herido tanto. Dracoinfluía en todas sus emociones. Y era tan doloroso y tan terriblemente familiarpara Hermione
Podría haberlo soportado mejor si sólo hubiera sido sexo. Laidea de que siguiera amando a Draco la petrificaba. Amarlo significaba que loúltimo que podía soportar era vivir un humillante matrimonio de convenienciabasado en el bien de su hija.
Aturdida por aquella oleada de emociones, Hermionevio a Draco bajar las escaleras de entrada de la casa. Era un hombreirresistible y cada uno de sus ágiles movimientos la hacían ser consciente nosólo de él sino de su extrema vulnerabilidad. Enseguida, desvió la mirada y sóloentonces prestó atención a la escena que estaba teniendo lugar ante sus ojos.Astoria estaba posando delante de un seto de tejo artísticamente podado con unprecioso vestido de fiesta de color rosa pálido que dejaba ver sus hombrosdesnudos. Lyra había tenido una Barbie que se le parecía mucho. Tan perfectaque parecía imposible, vestida como una princesa de cuento de hadas, completacon aquella nube de cabellos castaños oscuros.
Imponente, ¿verdad? dijo Cassiopeiaapareciendo a su lado.
No creo que sea una coincidencia que Astoria ytú hayáis llegado hoy dijo observando cómo Astoria lanzaba un beso seductor a Dracoentre pose y pose.
Pero Draco sí. Es evidente que yo sabía queibais a venir aquí confirmó Cassiopeia con ironía.
Desdeñando con irritación las atenciones de lamaquilladora, Astoria se acercó a Draco con la eficiencia de un misilprogramado para dar en el blanco.
Llegas tarde le dijo Hermione a Cassiopeia confirmeza. Deberías haber montado esta farsa una semana antes de la boda.
Sólo estoy haciéndote ver una relaciónininterrumpida dijo Cassiopeia dulcemente. ¿Te parece que Astoria actúe comouna mujer que ha perdido a su amante por otra mujer? Sabe por qué Draco se hacasado contigo y sabe que no durará mucho. Puede permitirse ser comprensiva.
Astoria había enredado a Draco en una animadaconversación. Hermione levantó la barbilla y se acercó. Astoria la ignoró, peroDraco posó con naturalidad la mano en la parte inferior de su espalda. Hermionese apoyó en él haciendo un minúsculo, pero agresivo movimiento e introdujo la manoen el bolsillo trasero de su pantalón vaquero. Se sintió envuelta en su aroma ycalor.
Como una seductora camino de convertirse en lavíctima de su propia estrategia, Hermione inspiró con desesperación sintiendoque Draco se ponía tenso y cambiaba de postura, y se cuestionó confusamente la inconsistenciade su comporta miento provocativo.
Vamos a dar un paseo murmuró Draco consignificativa brusquedad. Astoria abrió los ojos.
No puedo, tengo que ponerme el próximo vestidoen cinco minutos dijo frunciéndole el ceño a Hermione, demasiado egocéntricacomo para darse cuenta de que la invitación no había ido dirigida a ella. Ah,sí, casi lo olvido. Barry me dio un mensaje para ti.
¿Barry? inquirió Hermione, que se quedó fuera dejuego momentáneamente por la referencia.
Fui a ver con él aquella casa dijo Astoria condespreocupación. Y lo sentí mucho por él. Está destrozado por haberte perdido.
Antes de que Hermione pudiera separar los labiospara desafiar aquella sorprendente declaración, Draco intervino de maneracortante.
¿Y el mensaje?
Dijo que le recordara a Hermione la proposiciónque le hizo la noche antes de vuestra boda.
Barry quiere que le des la oportunidad dedirigir la agencia dijo Hermione bajo la mirada impertérrita de Draco mientrasAstoria volvía a las cámaras con un sonrisa felina de satisfacción. Es muyambicioso. ¿Por qué me miras así?
Draco se apartó de su lado y Hermione pestañeó.
Oh, no. Sigues siendo un celoso empedernido.
Tienes que haber perdido la razón para decireso dijo con gélida precisión haciendo una mueca sarcástica.
Sí, posiblemente era así
¿no estabaatribuyéndole emociones que no poseía? Tenía que haber cierto grado depreocupación para que existieran los celos. Y Draco no se preocupaba. La únicapreocupación de Draco era Lyra. Con un rubor de mortificación, Hermione girósobre sus talones y fue a refugiarse en el bosque sintiendo que se había puestoen ridículo. Era mejor dejar que Cassiopeia y Astoria interpretaran su estúpidafarsa. Pronto se habrían ido.
¿Sabes qué hora es?
Hermione se detuvo a mitad de la escalera yconsultó detenidamente su reloj.
Las nueve y media.
¿Dónde demonios has estado todo este tiempo?masculló cruzando el vestíbulo como un depredador hambriento y abriendo lasmanos con expresividad.
Fui a dar un paseo. Pensé que era mejor quedejase a nuestros visitantes hacer su trabajo dijo Hermione con voz tensa.Siento haberme perdido la cena, pero me hice un sándwich en la cocina. Ahora mevoy a la cama. Buenas noches.
¿Buenas noches? rugió Draco dejando entre verla furiosa exasperación que trataba de controlar.
Hermione se apresuró a entrar en el vestidor desu habitación. Para contrariedad suya, habían deshecho su maleta. Localizó uncamisón y salió corriendo. Escogió una pequeña habitación del segundo piso. Sólocuando ya estaba metida en la cama y había apagado la luz, empezó a relajarseun poco. Draco acabaría captando el mensaje. Podrían perfectamente ser
compañeros.Cualquier cosa con un matiz más íntimo era imposible y, siempre que no sospecharasus sentimientos hacia él, no podría volverla a herir.
Pasado algún tiempo, el batir de unas puertas enla distancia rompieron el silencio de la casa. Hermione frunció el ceño cuandoen menos de un minuto se oyó otro batir similar
y luego otro. Perdió la cuenta,pero comprendió horrorizada que Draco estaba recorriendo la casa buscando a sumujer perdida. Hermione se quedó inmóvil hasta que finalmente, su puerta seabrió de golpe.
¡Tendré que encadenarte en la bodega! exclamó Dracocaminando hacia la cama y fulminándola con la mirada. Al menos, así sabrédónde encontrarte. Te pasas la mitad del día escondiéndote en el bosque y luegosubes al ático para pasar la noche. ¿Qué clase de matrimonio te crees que eséste?
No es un matrimonio normal
¡Pero va a serlo! juró Draco con convicciónapartando la ropa de su cama y levantándola en sus brazos antes de que pudieraimpedirlo. Debes estar en mi habitación, y ahí es donde estarás. Y si noquieres dormir en la cama conmigo puedes dormir en el suelo
pero en la mismahabitación. ¿Por qué? Porque eres mi esposa.
Me chantajeaste para que me casara contigo.
Déjalo ya replicó Draco con desprecio bajandolas escaleras de dos en dos y dando zancadas por el pasillo. Para ti elchantaje fue maná caído del cielo.
¿Qué dices?
Me deseas tanto como yo te deseo a ti
y sólode esta manera me has podido tener sin reconocer ese hecho. ¡Maná caído delcielo! repitió Draco con mordaz provocación al tiempo que la dejaba caer sobrela cama.
Esa acusación es completamente ridícula dijo Hermionetratando de parecer convincente, pero roja como un tomate.
Y como no me vas a convencer de que no medeseas, puesto que la mutua atracción es evidente, no entiendo por qué sigueshuyendo en dirección opuesta declaró Draco con salvaje franqueza. ¿Qué másquieres de mí? ¿He de decirte que tengo toda una hilera de tarjetas de créditoy unos ingresos mensuales que ambicionaría hasta un rey del petróleo?
Hermione palideció y tragó saliva al oír aquelladegradante acusación. Tal vez era el momento de contarle a Draco la verdadsobre el acuerdo financiero de su separación.
Hermione agarró dos almohadas y las puso delantede sí como barrera defensiva.
Y tu silencio no va a llevamos a ningún sitiole espetó Draco golpeando las almohadas y maldiciendo en italiano. A veceseres tan endemoniadamente infantil
No es infantil creer que nuestra relaciónfuncionará mejor si dormimos en camas separadas protestó Hermione con voztrémula. Y, por cierto, no soy codiciosa y nunca lo he sido.
Se hizo un silencio expectante.
¿Es eso el final de una increíble oleada deseguridad en ti misma? sondeó Draco irónicamente. Hermione inspiróprofundamente y se dijo que saldría ganando si lo avergonzaba con la verdad.Levantó la cabeza.
Tu padre persuadió a Janet para que aceptara eldinero en mi nombre. Janet lo metió en una cuenta de un banco suizo y no medijo que existía hasta la semana pasada.
Madre di Dio
murmuró Draco con voz quebrada,conmocionado ante aquella revelación.
Hermione saltó de la cama y adoptó una posturadefensiva.
De modo que puedes dejar de llamarme codiciosay no necesito ni tus tarjetas de crédito ni tus copiosos ingresos, porque conese dinero Lyra y yo viviremos cómodamente durante el resto de nuestros días.
No mentías al decir que no te habías llevado niun penique cuando te divorciaste de mí
reflexionó Draco mirándola con ojos grisesllenos de interés. La velocidad a la que asimilaba la nueva información laaterrorizó. Hermione la mártir
eso parece mucho más real. Entonces, pensabasde verdad que me hacías un favor divorciándote de mí y manteniendo en silenciola existencia de Lyra. Dejaste que mi padre te convenciera, ¿verdad?
Se pasó una mano no muy firme por su rubiocabello y miró hacia el cielo apretando la mandíbula. El silencio creció ypersistió hasta que Hermione sintió ganas de chillar de la tensión.
Hermione
¿seguías queriéndome cuando tedivorciaste de mí?
Hermione se quedó aterrorizada. Una pequeña cosaque había confesado y en menos de un minuto ya iba a cruzar la línea de meta.
Dios mío, estoy tan cansada musitó fingiendoun bostezo y tratando de ocultar el desconcierto de su cara con las manos.
Vuelve a la cama la invitó Draco con vozronca. Te despertaré enseguida.
Hermione se agitó sin querer como una presafácil ante su irresistible atractivo. Imaginó sus manos sobre su cuerpo y larecorrió un estremecimiento de excitación. Una necesidad desesperada que nopodía controlar se apoderó de ella. ¿Por qué no darle la oportunidad de probarque su idea de matrimonio podía funcionar?
No nos arriesgaremos a otro embarazo comentó Dracocon medido énfasis. ¿Es eso lo que te preocupa? No quiero otro hijo.
E instantáneamente Hermione contestó su propiapregunta. Se sintió atravesada por el dolor.
Seguramente tener más hijos habría sido unaposibilidad en el matrimonio normal que Draco había dicho que deseaba. Sinembargo, había desechado fríamente la idea de aumentar la familia antes de quepudiera plantearse aquella posibilidad.
Con un brusco movimiento, Hermione asió una ligeramanta que estaba a los pies de la cama. Ante la mirada de total incredulidad deDraco, se envolvió en ella y se acurrucó en un confortable sillón.
Muchas gracias por dejarme sus comentarios, y darle la oportunidad a mi adaptación.
Espero que este nuevo capítulo sea de su agrado
¡Desde hace trece años!
En el sueño de Hermione, el bebé más perfecto delmundo yacía ante su vista sin que nadie lo reclamara. En el momento en quetendió los brazos ansiosamente para tomar posesión de él, un par de manoscrueles llegaron primero.
Dije que no intervino la voz de Draco en tonode gélida desaprobación, y la seductora imagen de aquel encantador bebé dedulce aroma se desvaneció.
Hermione se despertó con sollozos ahogados. Unadoncella estaba corriendo las cortinas. Estaba en la cama, pero estaba sola.Tenía un confuso recuerdo de gozo al sentir unos brazos masculinos que lalevantaban y otro de aflicción cuando aquellos brazos la depositaron enseguidaen el frío abrazo de la sábana. Sus mejillas enrojecieron. ¿Cuánto tiempopasaría hasta que Draco se diera cuenta de que huía en dirección contrariaporque no podía controlarse si se acercaba demasiado? ¿O ya se daba cuenta?
Cuando los pasos de Hermione resonaron en lasescaleras veinte minutos más tarde, Draco salió del salón. Un haz de luz brillóen su exuberante cabello rubio, hizo centellear sus ojos y marcó sus rasgos deescultura clásica. Hermione se quedó helada al sentir una intensa excitación sensualal verlo. No podía apartar los ojos de él y las cuchillas de su deseoinsaciable la atravesaron cruelmente. Draco echó la cabeza hacia atrás y lacontempló con ojos entornados y pícaros.
Sabía que dormirías hasta tarde. Has pasado lanoche muy inquieta le dijo Draco, y Hermione se sonrojó. Vamos a almorzarfuera de casa.
Había un Ferrari aparcado a la entrada de lacasa. Le resultaba algo familiar, pero Hermione no fue capaz de ver laconexión. Subió al interior con las piernas temblorosas, apenas consciente delo que hacía. Una voracidad ilimitada se había apoderado de ella. Levantó unamano para echarse atrás el cabello y fue plenamente consciente de sus senoshenchidos y de la dolorosa rigidez de sus pezones.
Poco después, en el tenso silencio, Draco detuvolentamente el coche en un área de descanso que quedaba oculta de la carreterapor una tupida línea de árboles. Había algo increíblemente familiar en aquellavista, pero Hermione no se percató de qué era, sólo se quedó más confundida.Con un ademán aparentemente natural, Draco soltó el cinturón de seguridad de Hermione.
Mereces estar agonizando murmuró con suavidad.Eres una pequeña bruja testaruda. Podrías probar a confiar en mí
¿Confiar en ti? repitió Hermione sin poderrazonar.
Si yo puedo perdonarte por lo de Lyra, túpuedes perdonarme por ser tan orgulloso como para no ir a Londres en tu busca.
Hermione se quedó sin respiración. Con unaspocas palabras, Draco había derribado los muros que había entre ellos como sihubiera adivinado que su desconfianza nacía del tremendo dolor que habíasufrido tras su separación. Draco se inclinó sobre ella con ojos ardientes quela cautivaron.
Y aquí, ahora
es donde volvemos a empezar. Tú,yo, nada más.
Como una muñeca programada, Hermione levantó unamano torpemente y deslizó un dedo por la curva sensual de sus labios.
Te amé tanto susurró con voz quebradarecordando su aflicción.
Eso lo cambia todo, piccola mia le dijo conuna vibrante sonrisa. Draco separó los labios para atrapar aquel dedo intruso ylo lamió con la lengua.
Hermione emitió un ronco gemido y sintió unintenso dolor en la entrepierna. Sus párpados cubrieron sus ojos empañados porla pasión y arqueó la espalda escurriéndose lánguidamente en el asiento.Aquella respuesta sumisa despertó un ahogado gemido en Draco, que deslizó unamano por debajo del vestido y exploró la piel suave de la parte interna de sumuslo. Las piernas de Hermione se abrieron suavemente. El mero roce de un dedoen el calor ardiente y la humedad que sentía por debajo de sus braguitas de sedala redujeron a un trémulo sometimiento.
Se suponía que éste era mi castigo, no el tuyoconfesó Draco con voz ronca. Luego hundió una mano ávida en su melena y abriósus labios con un rudo beso de frustración sexual. Se apartó de ella, volvió aajustar su cinturón y, maldiciendo en voz baja, volvió a poner en marcha elmotor.
Vamos a almorzar con mis padres anunció Dracocomo concisa explicación.
Ah
dijo Hermione, demasiado absorta en otrassensaciones como para reaccionar. Por fin comprendió por qué todo le resultabatan extrañamente familiar. Este es el mismo coche que usabas para salirconmigo y aquí es donde parábamos antes de que me dejaras en casa de losMorgan.
Dio, Hermione
¿y ahora te has dado cuenta?
El mismo coche. Había conservado el Ferraridurante todos aquellos años. Draco no era sentimental y, sin embargo, la habíallevado a la misma casa que entonces
Su hija misma lo había llamado románticoe impetuoso. ¿Cómo podía estar tan ciega una mujer? ¿Sería posible que Dracoestuviese tan obsesionado como ella en recuperar lo que había perdido?
Hermione se adentró en la imponente mansión deRoma que había sido el telón de fondo de las semanas más tristes y tensas de suvida y se encontró, no con los Borgia del siglo XX, sino con dos ancianosclaramente angustiados, pero tan ansiosos de enmendar el pasado como ella.
No te acogimos en la familia como hubiera sidonuestro deber la primera vez que te casaste reconoció Lucius encontrando lamirada de Hermione. Buscábamos a alguien a quien echarle la culpa. Ydesgraciadamente, veros a los dos juntos era como ver un coche sin frenos a puntode despeñarse por un precipicio. Draco pareció sufrir un cambio de personalidadde la mañana a la noche. Y tú tampoco eras feliz. Dispuse el divorcio con el sinceroconvencimiento de que hacía lo que debía.
Percibiendo su sinceridad, Hermione tragó salivay asintió.
Pero no me dijiste la verdad sobre el acuerdole recordó Draco a su padre con voz grave.
En aquellos momentos parecía mejor mantenerloen secreto suspiró Lucius Malfoy haciendo una mueca.
Supongo que querréis tener más hijos lo antes posible
dijo la madre de Draco con evidente ansiedad.
Hermione se puso rígida y dirigió la mirada a Draco.
No lo creo dijo frenando a su madre con lamirada.
Hermione inclinó la cabeza. Era estúpidosentirse rechazada. Incluso más estúpido sospechar de sus razones. ¿Cómo podíaculparlo de pensar así? Draco sólo podía tener los recuerdos más terribles desu embarazo.
Draco la asió de la mano cuando volvieron asalir a la luz del sol.
¿Ves? Los monstruos estaban en tu imaginación.Mis padres son conscientes de lo mal que se portaron en el pasado.
Su comprensión la conmovió en el fondo de suser. Se cruzó con aquella mirada dorada y su corazón se aceleró. Le resultóimposible concentrarse. No hablaron gran cosa durante el trayecto de regreso ala casa de campo. Habiendo escapado de milagro de una multa por exceso develocidad, Draco atravesó las puertas de la finca con un suspiro de alivio.
¿Recuerdas lo que hicimos para recuperamos laprimera vez que conociste a mi familia? murmuró con voz ronca.
Hermione se puso acalorada y se ruborizó. Habíanhecho falta muchas copas de vino para sobrevivir a aquella comida tantos añosatrás y Draco la había subido escaleras arriba asegurando entre risas que nopodía llevarla a casa hasta que no se le pasara la borrachera y
Hermione habíaintentado quitarle los vaqueros con los dientes.
Todavía estoy esperando a que lo vuelvas ahacer.
Estaban atravesando con paso firme el vestíbuloen dirección a las escaleras, cuando apareció una doncella.
Un tal Signor Barry Stevens está al teléfono,signora recitó sin aliento.
¿B
Barry? tartamudeó Hermione por lasorpresa.
¿Cómo demonios tiene este teléfono? la acusó Draco.
¡No lo sé!
Es evidente que has estado en contacto con éldesde que llegamos declaró clavándole repentina mente una gélida mirada.
Hermione contestó desde la biblioteca.
¿Quién te ha dado este número? silbó sin máspreámbulo.
Estaba en mi mesa cuando regresé ayer a laagencia. Creía que eras tú la que quería que llamase
No gruñó Hermione. Alguien debe de habertegastado una broma. Barry, por favor, no vuelvas a llamar suspiró con vozcansina.
Draco seguía de pie en el vestíbulo con elrostro moreno impasible y duro como el granito.
Draco dijo Hermione inspirando profundamente Cassiopeiao Astoria deben de haberle dado a Barry este número, porque yo no he estado encontacto con él
¿Por qué demonios iba a querer ninguna de ellashacer una cosa así?
Las dos parecen igualmente empeñadas en crearproblemas en nuestro matrimonio declaró Hermione tenazmente levantando labarbilla en respuesta a su incredulidad.
No estoy para locuras sobre conspiraciones, Hermione.Si tu amiguito te echa de menos, échale la culpa a otro. Pero no insultes miinteligencia tratando de meter a mi hermana o a Astoria en el lío que hasdejado a tus espaldas.
Hermione sintió el escozor acre de las lágrimasen sus ojos cansados.
Dijiste
dijiste que podía probar a confiar enti
¿cuándo vas tú a probar a confiar en mí?
Draco la miró con frío desprecio y salió de lacasa.
Tratando desesperadamente de dar la impresión deque no había notado su ausencia, Hermione estaba flotando en una colchoneta enla piscina cuando Draco reapareció. Como le había costado tanto subirse a ella,no movió un músculo y mantuvo su pose de estar tomando el sol relajadamente.
Si te has metido en el agua sin saber nadar, temataré le espetó Draco en señal de bienvenida.
Sé nadar
dijo denotando satisfacción.Incluso puedo hacer de socorrista.
¿Desde cuándo?
Desde que encontré un instructor que no pensabaque dejándome caer en el extremo más hondo de la piscina diciéndome queflotaría funcionaría milagrosamente.
Sal le ordenó Draco.
¿Por qué? replicó Hermione incorporándoserepentinamente sin el debido cuidado.
La colchoneta se tambaleó y, pese a su esfuerzopor recuperar el equilibrio, acabó cayendo ruidosamente al agua.
Suelta balbuceó cuando Draco la remolcó hastael borde, sin creer que se hubiese tirado al agua para un rescate tan absurdocon la ropa puesta. Ya te he dicho que sé nadar.
Draco la arrastró escalerillas arriba a pesar detodo.
Preferiría ver alguna prueba de tu dominioantes de arriesgarme a permanecer de brazos cruzados mientras tú te ahogas.
No pienses que voy a interpretar el papel de Ofelia.
Sería muy difícil dijo Draco levantando laceja con sarcasmo. Ofelia no tenía un pasado que abarcase a la mitad de loshombres del Reino Unido.
¿Cómo te atreves? jadeó Hermione indignada.
En medio de un palpitante silencio, Draco sedespojó de los vaqueros y de la camisa, que estaban empapados, y se tiró decabeza al agua para luego recorrer la piscina con brazadas rápidas y agresivas.Hermione se acercó al borde y esperó a que llegara poniéndose de cuclillas.
Crees que he hecho el amor con todos ellos,¿verdad?
Unos turbados ojos grises se clavaron en lossuyos como el rayo.
¿Tú qué crees? replicó Draco con soma antes dehacer otro largo en la piscina.
¿Draco? inquirió Hermione la siguiente vez quese acercó.
No quiero saberlo masculló y, apoyándose enlos azulejos del borde, salió de la piscina y pasó delante de ellacompletamente desnudo. Luego asió una toalla y permaneció de pie secándose elpelo. Me vas a desgastar con la mirada, Hermione. Sé una dama y mira en la otradirección le aconsejó con la espalda hacia ella.
Yo
empezó a decir Hermione, colorada como untomate.
Y no tengo ningún deseo de hablar de turegistro fotográfico de trofeos masculinos.
¡No he tenido ni una sola relación seria desdeque nos divorciamos! reconoció Hermione a regañadientes.
No me digas replicó Draco en tono sarcástico.
Claro, se me olvidaba dijo Hermionepalideciendo. Soy tan superficial, ¿verdad? Estoy gastando saliva para nada.
Al pasar de su lado para irse, Draco la asió delbrazo con fuerza y le hizo retroceder.
Nada de volver a salir corriendo.
¡Suéltame!
En vez de soltarla, apresó su boca con un besode castigo. Las piernas de Hermione vacilaron cuando su lengua atravesó suslabios poniendo en evidencia su voracidad. Trató de resistirse y luego serindió sintiendo que se encendía un río de fuego en su vientre. Con un gemidonacido de su ardiente deseo, Hermione le rodeó el cuello con los brazos.
Soy un posesivo y un celoso empedernido. Losdos lo sabemos, ¿qué queda por decir? inquirió Draco con voz roncadespojándola de la parte superior de su bikini para luego rodear sus senosdesnudos con las manos con un gemido de apreciación. Dio
Ardería mil años enel purgatorio sólo por esto.
La levantó y la llevó en brazos hasta la casa.
¿Y el personal? inquirió Hermione.
Les dije que se fueran.
Aterrizaron en la cama en un nudo salvaje demiembros húmedos. Draco la colocó encima de él y contempló con ardientes ojos grisessus pálidos senos henchidos adornados con suculentos pezones rosados. Luego losacarició provocando estremecimientos de placer en el cuerpo de Hermione.
Eres la única mujer a la que he amado dijoDraco con voz áspera. Y tengo tantas ganas de estar dentro de ti, que memuero.
Hermione recorrió su amplio tórax adorando laflexibilidad de sus músculos y los recios rizos de pelo rubio que encontraban asu paso las yemas de sus dedos. Draco enredó sus dedos en el cabello de Hermioney atrajo sus labios a los suyos para besarla y envolverla con su aroma cálido ysu tacto inolvidable. La apretó contra su cuerpo. Hermione sintió su tensavirilidad contra su vientre y emitió un sollozo de urgente y jadeantenecesidad. No podía acercarse lo bastante a él como para satisfacerse.
Rodaron juntos y Draco quedó sobre ella. Con unamano impaciente la despojó de las braguitas de su bikini. Hermione sintió quesu corazón palpitaba con fuerza cuando Draco descubrió los rizos pálidos yhúmedos de su entrepierna y la carne caliente y sedosa que Hermione abrió paraél. Así, de repente, el poco aire que entraba en sus pulmones le quemaba la gargantaa medida que el placer se apoderaba de ella con una intensidad agridulce queera más de lo que podía aguantar.
Mientras Draco exploraba aquel mojado vacío enlo más íntimo de su ser, Hermione emitió un sollozo largo de tormento. Nunca ensu vida había anhelado nada tanto como la dura y ardiente invasión del cuerpode Draco dentro del suyo. Clavó en él manos impacientes y suplicantes y, fuerade control, echó repetidamente las rodillas hacia atrás a modo de febril invitación.
Draco, con los ojos ardientes de deseo, lapenetró con un único y poderoso movimiento. Hermione profirió un sorprendentegrito de dolor cuando sus músculos más íntimos se contrajeron de formainstintiva. Draco se quedó inmóvil, conmocionado, y recorrió su rostroencendido con atónitos ojos grises.
Dio
te siento igual de tensa que la primeravez que hicimos el amor exclamó. Hermione lo miró a los ojos. Te he hechodaño, como a una virgen susurró con voz ronca.
Pero el dolor ya había cesado y su sensible pielera consciente de aquella intrusión de manera completamente distinta. Cerró losojos en señal de voluptuosa aceptación y profirió una risita sensual sintiendocómo la excitación se apoderaba nuevamente de ella.
¿Desde cuándo no has hecho el amor? inquirió Dracocon voz irregular.
Por favor
gimió Hermione enloqueciendo por suinmovilidad.
¿Desde cuándo? masculló Draco con lapersistencia de un torturador nato.
¡Desde hace trece años! le lanzó Hermione,impulsada por su angustiada frustración.
Madre di Dio, piccola mia
gruñó Draco conincredulidad.
La contempló con atónita intensidad y luego, conun gemido, se hundió en ella profundizando su penetración con fiera posesividady prosiguió rápidamente y con fuerza. Hermione experimentó un tumulto deexcitación frenética y febril. Después, inesperadamente, el dolor insoportableque sentía en su interior se hizo más agudo y jadeó su nombre durante aqueltormento. Una fracción de segundo más tarde, aquel desenfreno se expandió enuna explosión de sensaciones desencadenando una oleada de placer dulce yardiente por todos los rincones de su cuerpo.
Draco se estremeció en el tenaz círculo de losbrazos de Hermione y con un grito de ronca y agonizante satisfacción, halló supropia liberación y cayó sobre ella pesadamente, húmedo de sudor. A Hermione lainvadió una oleada de ternura, pero Draco le había sonsacado finalmente laverdad, una verdad que nunca había imaginado admitir, y en aquellos momentos,se sentía desnuda y terriblemente expuesta.
Ha merecido la pena esperarte susurró Hermionedolorosamente.
Draco levantó su cabeza rubia de cabellos despeinadosy con una mano levemente temblorosa le acarició el pelo con un gesto de extrañaternura. Sólo entonces sus hermosos ojos mieles se apartaron de los suyos,ansiosos, y sus pestañas cayeron y ocultaron sus pupilas.
Me siento terriblemente culpable confesóliberándola inmediatamente de su peso. Hermione no sabía qué había esperado deél, pero no había sido aquella afirmación. ¿Por qué no ha habido nadie más entodo este tiempo?
Aquella pregunta era predecible, pero Hermioneno estaba preparada para contestarla con sinceridad. Giró la cabeza con dolorpor el amor que sentía por él y contuvo la urgencia de acortar la distanciafísica que había puesto entre ellos.
Cuando tienes que mirar a un hombre y pensar cómote sentirías si te quedaras embarazada de él, se te hiela la sangre.
En vez de reír, como Hermione había esperado, Dracose incorporó bruscamente maldiciendo en italiano.
Porca miseria gimió finalmente. No he usadonada exclamó horrorizado dejando a Hermione estupefacta. ¿No lo entiendes?¡No he tomado ninguna precaución!
Tranquilo dijo enseguida Hermione con vozahogada. No creo que sea tan fértil como lo era a los diecisiete años.
Me siento terriblemente culpable repitió.
Hermione se cubrió con la sábana. Al presenciarla reacción de horror de Draco ante el riesgo de ser padre por segunda vezexperimentó la dosis de realidad más dolorosa y humillante de su vida.
Vete murmuró Hermione con voz ronca, sinpreocuparse de por qué se sentía culpable. Draco posó una mano vacilante sobresu hombro y Hermione se liberó de ella desplazándose al otro extremo de lacama. Déjame sola.
Duérmete la urgió Draco. Tengo que salir.
Y no vuelvas le espetó Hermione rompiendo ensollozos en cuanto salió de la habitación.
Era evidente que Draco sólo se sentía intensamenteatraído por ella, pero nada más. Sólo había sido un instrumento para colmar sudeseo de representar una farsa de armonía conyugal para Lyra.
Muchas gracias por sus comentarios, en verdad los aprecio
Te amo
Hermione seguía en la cama cuando sonó elteléfono. Al principio lo ignoró, pero la insistencia del que llamaba ganófinalmente y asió el auricular en un arranque de irritación. Hermione reconocióal instante la voz femenina que habló en italiano en tono de reprobación.
¿Cassiopeia?la interrumpió Hermionedirectamente. Soy Hermione, no alguien del personal. Draco ha salido. ¿Quieresque le diga que te llame?
En realidad es contigo con quien quería hablarla informó Cassiopeia reemplazando su irritación con una falsa dulzura. Séperfectamente que Draco no está en casa. ¿Te digo por qué lo sé? Porque estácon Astoria
¿No te rindes, Cassiopeia? le espetó Hermioneponiéndose rígida. Ya han pasado trece años y sigues jugando al mismo juegoviejo y estúpido.
Compruébalo por ti misma si no me crees. Astoriase aloja en un complejo veraniego que sólo está a unos minutos en coche de lacasa dijo Cassiopeia leyéndole la dirección con abierta satisfacción. ElFerrari de Draco está aparcado en la puerta
Pierdes el tiempo replicó Hermione con furia.Ya no soy una crédula adolescente y confío en Draco
¿me oyes? ¡Confío en tuhermano!
Pero lo has puesto en una situación imposible. Dracoquería a su hija. ¡Ha tenido que casarse contigo! La intrusa eres tú, no Astoria.Es Astoria con la que quiere estar y con la que está en estos momentos.
Sin vacilación, Hermione colgó con fuerza elteléfono. Estaba temblando. Con un brusco movimiento, saltó de la cama, se pusode rodillas, siguió el hilo del teléfono hasta el enganche con la pared y lodesconectó a toda prisa. Pero no pudo desconectar sus pensamientos inquietantesde la misma manera.
¿Por qué Draco se había comportado como si notuviera la conciencia tranquila? ¿Por qué había dicho dos veces lo culpable quese sentía? Hermione dio vueltas por la habitación. Draco
horrorizado por elreducido riesgo de haber dejado embarazada a su esposa. ¿Por qué? ¿Por qué eraeso un desastre? Estaban casados y ya eran adultos. Adoraba a Lyra y había reconocidolo mucho que le hubiera gustado compartir los primeros años de vida de su hija
Y era ridículo pensar que pudiera estar con Astoria. No habían dado ningunaprueba de su intimidad. ¿Pero por qué iban a hacerlo si pensaban continuar surelación en secreto?
Hermione se puso una falda negra de algodón yuna camiseta rosa de seda. Pero estaba decidida a no salir. Se quedaría abajo,esperando a Draco. ¡Por todos los santos! Sólo llevaban casados dos días. Aunque,por otro lado, si encontraba a Draco en aquella dirección, tendría la prueba deque su hermana la había llamado para decirle dónde estaba
Dándose cuenta deque tenía la excusa perfecta para comprobar si Cassiopeia decía la verdad,Hermione no vaciló. Había un Mercedes en el garaje. Llovía a cántaros, pero nose molestó en volver a entrar para ponerse una gabardina.
El Ferrari estaba aparcado en una zona delaparcamiento bien iluminada. Hermione se detuvo al otro lado de la carretera.Tan pronto como viese aparecer a Draco, saldría del coche.
No tuvo que esperar mucho. Se abrió la puerta deuno de los apartamentos y un rectángulo de luz perfiló la silueta del cuerpodelgado y atlético de Draco. Llevaba abierta la chaqueta de su traje gris perlay le faltaba la corbata. Hermione salió del Mercedes.
Sólo entonces se dio cuenta de que no estabasolo. La puerta del apartamento se cerró de golpe y Astoria corrió por elsendero detrás de él llamándolo a voz en grito. Los dos caminaron conversandoagitadamente hasta donde estaba el Ferrari. Hermione permaneció de pie viendo cómosubían al coche y se alejaban. Se quedó inmóvil. La lluvia empapó sus cabellos,se deslizó por su cara y caló su camiseta hasta que se quedó pegada a su cuerpocomo una segunda piel. No era de extrañar que no tuviera la concienciatranquila
A la incredulidad siguió una oleada de dolor quepersistió durante el trayecto de regreso a la casa de campo. Debía de estarenamorado de Astoria. No podía creer que Draco pudiera traicionarla por nadamenos que por amor. Estaba todo tan claro. Tenía intención de romper con ellauna vez que Lyra se hubiera asentado en Italia y se desharía de ella en cuantosu presencia fuese superflua.
El día que fue a su oficina, Draco había juradoque la castigaría aunque fuera lo último que hiciera en la vida. ¿Cómo podíahaber olvidado una cosa así? Entró tambaleándose en la casa inundada enlágrimas, aunque tratando de recuperar el control de sus emociones.
¿Hermione? murmuró una voz odiosamentefamiliar.
Aquello fue como una sacudida y Hermione girósobre sus talones. Cassiopeia, comportándose con el aplomo de ser la señora dela casa, salió del salón y la contempló con una sonrisa de abierta satisfacción.
Pareces un pato mojado comentó con soma.Supongo que, después de enterarte de la noticia, no querrás estar aquí cuando Dracoregrese.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Hermione secuadró de hombros y pasó al lado de la despreciativa rubia en dirección alsalón. Pero le costó más no ponerle las manos encima a Cassiopeia y echarlafísicamente de la casa.
Quiero que te vayas dijo Hermione sin nisiquiera mirarla.
No seas niña la urgió Cassiopeia conimpaciencia siguiéndola al interior de la estancia.
Y antes de irte quiero que devuelvas las llavesde esta casa. Ahora que tu hermano está casado no creo que sea adecuado queentres sin avisar siempre que te plazca.
Cassiopeia se quedó mirando fijamente a Hermionefrunciendo el ceño con leve desconcierto.
Me ofrezco a llevarte al aeropuerto anuncióignorando su invitación de salir de allí. No estás en estado de ir tú sola.
Sería tan fácil aprovechar aquella invitaciónpara salir corriendo. Una rápida retirada de aquella dolorosa crisisobedeciendo a la fuerza de la costumbre. Sin embargo, por extraño que pareciese,necesitaba enfrentarse a Draco en aquella ocasión.
No necesito que me lleves al aeropuerto, Cassiopeia.
Sólo hay otro vuelo a Londres esta noche leadvirtió la rubia ásperamente. No dispones de mucho tiempo.
Tengo todo el tiempo del mundo replicó Hermionecon voz tensa, porque no me voy a ir a ninguna parte.
¡No hablas en serio! exclamó Cassiopeia mirándolacon desdeñosa incredulidad. No puedes querer estar aquí cuando Draco regrese.Si yo sorprendiese a mi marido en una cita amorosa con otra mujer, no mequedaría humillantemente sentada esperando a que volviese
Tu lengua viperina me pone enferma lainterrumpió Hermione con fiereza.
Lo que te pasa es que no tienes valor paraenfrentarte a la verdad. Draco no te quiere, nunca te ha querido declaró Cassiopeiacon irritada frustración. Sólo ha querido tener a su hija. ¿Cómo puedes seguiraferrándote a él después de haberte probado que sigue manteniendo una relacióncon Astoria?
Sin previo aviso, la puerta se cerróruidosamente a sus espaldas. Tanto Cassiopeia como Hermione se sobresaltaron yvolvieron las cabezas al unísono. Draco estaba de pie a la entrada del salóncon una mirada tan dura como el diamante.
Astoria está esperándote en su apartamento, Cassiopeiasusurró Draco con furia. Se siente muy desgraciada por el papel dramático quele has asignado. No le gusta sentirse utilizada como un arma
¡No sé de qué estás hablando! lo interrumpió Cassiopeiaruborizándose.
Está avergonzada de las mentiras que le hashecho decir y piensa que tus maliciosos juegos están empezando a ser muypeligrosos
y créeme, no es la única que lo piensa.
Cassiopeia se quedó pálida como un cadáver. Sequedó mirando a su hermano entre atónita y avergonzada.
Draco, no lo entiendes. Sólo estaba pensando entu felicidad.
Draco cruzó la estancia, asió a su hermana confuerza del codo y prácticamente la arrastró fuera de la habitación con él.
Hermione ya no podía sostenerse de pie. Se dejócaer como una muñeca rota en el asiento más próximo. Desde el vestíbulo llegabala voz furiosa de Draco hablando en italiano a su hermana que se defendía convoz suplicante y finalmente llorosa. Hermione no podía pensar con claridad,pero oyó perfectamente el portazo con el que Draco despidió a su hermana.
Estás empapada, piccola mia
musitó poniéndosede cuclillas junto a ella y mirándola con curiosa ternura pese a que en surostro todavía había huellas de su enfado. Tienes que quitarte la ropa antesde agarrar una neumonía.
La levantó en sus brazos y Hermione se pusorígida como un soldado de juguete.
Astoria quiere disculparse, pero le dije que noera el momento apropiado.
¿Disculparse? dijo Hermione agitándose sinpoderlo creer. ¡Draco, bájame!
En vez de hacerlo, la sujetó con más fuerzamientras subía las escaleras en dirección a su habitación.
Hermione, mi relación con Astoria sólo ha sidoalgo casual. Un hombre prudente se lo piensa dos veces antes de intimar con lahija de unos amigos de la familia.
No sé qué historia te has inventado, pero no henacido ayer. Te he visto con ella esta noche replicó Hermione apartándose deél en cuanto la dejó caer de pie en el cuarto de baño.
¿Me seguiste? Por eso estás empapada dijoentendiéndolo todo. Hermione, fui al apartamento de Astoria a ver a Cassiopeia.Llamé antes de salir pero, cuando llegué, Cassiopeia se había ido explicó Dracoobservando la expresión de furia acalorada de su esposa. Cuando encontré a Astoria,estaba muy disgustada.
¿Por eso te la llevaste contigo en el Ferrari?interrumpió Hermione en un tono de fiera acusación. Draco maldijo en voz baja.
Estaba decidido a encontrar a Cassiopeia y Astoriapensó que sabía dónde estaba. Pero fue en balde y luego la llevé de regreso asu apartamento. Si nos viste juntos, ¿no te fijaste que estaba llorando?
Lo siento, no llevaba los prismáticos replicó Hermione.
Porca miseria
¡cuánto daño ha causado Cassiopeia!Nunca pensé que pudiera ser así.
Contigo no se comporta así suspiró Hermione.
Ella llamó a Barry Stevens
dijo Draco contrayendolos músculos de la cara. Siento que hayas tenido que soportar sus ataquesmaliciosos y siento aún más no haberte escuchado cuando trataste de explicarmelo que pasaba añadió Draco, todavía horrorizado y mortificado por elcomportamiento de su hermana.
No es culpa tuya. Y además, ya está todoaclarado. Olvídalo lo urgió Hermione.
Eres muy comprensiva murmuró Draco con voztensa.
Se hizo un palpitante silencio.
Ahora vete. Quiero darme un baño declaró Hermione.
Tiritando de frío, se desnudó e introdujo el pieen un baño de agua templada. De modo que por fin Draco era consciente de lomucho que su hermana la odiaba. Hermione se sintió aliviada, aunque por pocotiempo. Nada había cambiado realmente entre Draco y ella. Tal vez Draco noestuviera enamorado de Astoria, pero tampoco lo estaba de ella. Y habíareaccionado a la posibilidad de otro bebé igual que a una amenaza de muerte.
La puerta del baño se abrió. Hermione se pusotensa, sintiéndose acorralada.
¿Qué?
Tienes tres segundos para salir de la bañeramurmuró Draco con peligrosa suavidad. Uno
¡No voy a moverme!
Dos
Te estás volviendo un tirano chilló Hermione,y estuvo a punto de caerse con las prisas por taparse con una toalla.
Cuando salió del cuarto de baño Draco estabasentado en el borde de la cama. Posó sus ojos brillantes como diamantes en elrostro acalorado de Hermione.
He estado comportándome como un celosoirracional desde que vi aquellas fotos en tus álbumes reconoció Draco. Cuandodescubrí hoy que
bueno, que nunca había habido nadie más, me avergoncé muchode mi comportamiento. No tenía ningún derecho a cuestionar tu pasado.
Hermione frotó la alfombra distraídamente conlos dedos de los pies.
Yo también he sido muy posesiva contigomurmuró.
Nunca habría actuado así si no hubiera tenidotanto miedo a perderte otra vez repuso Draco echando hacia atrás su hermosacabeza.
Pensé que de lo que tenías miedo era de perdera Lyra susurró Hermione con suavidad.
Pese a lo mucho que amo a mi hija, piccola mia,tengo que confesar que la utilicé como una excusa para volverme a casarcontigo. La semana pasada, yo era un hombre con una misión masculló Draco convoz irregular. Y mi misión era ganar, con cualquier medio que tuviera en mipoder, una segunda oportunidad con la joven que amé y perdí en la adolescencia.Si sólo hubiese querido a Lyra, no te habría obligado a casarte conmigo.
Los ojos mieles de Hermione se abrieron de paren par y se quedó sin saber qué decir. Draco salvó la distancia entre ellos condecisión y la asió mirándola con ardientes ojos grises.
Este matrimonio puede funcionar. Te amo lobastante por los dos.
Hermione le rodeó los hombros con manos trémulasy lo estrechó.
Draco dijo con voz ronca. Yo también te amo.Nunca he dejado de amarte, pero pensé que sólo querías a Lyra y tenía miedo deque me volvieses a herir.
Draco se quedó mirándola fijamente y la apretócontra su cuerpo. Luego la levantó del suelo para besarla con desesperadaavidez al tiempo que la depositaba sobre la cama. Una intensa excitación y felicidadinvadieron a Hermione dejándola sin aliento. Draco se inclinó sobre ella yacarició suavemente sus cabellos mientras la contemplaba con adoración. Luego, derepente, su rostro se ensombreció.
Dio
me volví loco por la necesidad de hacerteel amor, pero no tengo excusa por mi falta de precaución. Si te he vuelto adejar embarazada, me vas a odiar.
¿Odiarte? inquirió Hermione mirándoloperpleja.
Eras tan desgraciada cuando estabas esperando aLyra
Sé que es imposible que tengamos otro hijo y nunca te pediría quevolvieras a pasar por eso sólo por mí, pero
Por aquel entonces, nuestra relación estabanaufragando lo interrumpió Hermione con una sonrisa lenta, pero radiante. Ahoraque todo está arreglado
la verdad es que
me gustaría tener otro bebé.
Draco pareció atónito. Permaneció diez segundossin hacer otra cosa que mirarla. Hermione sonrió, regocijándose en la idea deque por una vez, se había adelantado a él.
Quiero decir que esta vez podría disfrutar deverdad con la experiencia señaló animadamente
Envuelta en un diáfano salto de cama, Hermionedejó el balcón y entró en el dormitorio, donde observó cómo Draco se ponía unosvaqueros. Era uno de sus pasatiempos favoritos, aparte del de verlo cómo se losquitaba. Cada uno de los movimientos de aquellos miembros largos, pálidos ysurcados de vello la extasiaban. ¿Realmente había pasado un año desde que se habíancasado?
Contempló el elegante dormitorio de su casa deRoma. Después del almuerzo irían en coche a la casa de campo para pasar el finde semana. La noche anterior habían asistido a una fiesta sorpresa organizadapor los padres de Draco para celebrar su primer aniversario de boda. Los Malfoyhabían invitado a Janet a ir en avión desde Londres e iba a pasar con ellos unosdías. Incluso Cassiopeia había hecho una pequeña aparición y Hermione habíaacabado compadeciéndose de su cuñada.
Estás preciosa, piccola mia
Sacada de su ensueño por aquella voz sexy pornaturaleza, Hermione se encontró con la mirada de profunda apreciación de Dracoy se ruborizó como una adolescente. Habían hecho el amor hasta el amanecer,pero todavía tenía las sensaciones a flor de piel.
Es una mañana tan hermosa.
Había salido al balcón a revivir los momentosmágicos de la noche anterior cuando Draco se había presentado con una alianzade diamantes afirmando que aquél había sido el año más feliz de toda su vida.
Draco la rodeó con brazos posesivos y besósuavemente la piel de su nuca.
Todavía es pronto. ¿Te apetecería desayunar enla cama? murmuró con voz traviesa.
Sintiendo una deliciosa tensión, Hermione serecostó sobre su férreo cuerpo y luego se oyeron tres golpes en la puertacapaces de resucitar a un muerto. Lyra asomó la cabeza con un cuidadoexagerado.
De verdad, lo vuestro es demasiado
¡Son sólo lasdiez de la mañana! exclamó adentrándose en la habitación y llevando de la manoa una niña extrañamente vestida. La niñera está haciendo las maletas, así queyo he vestido a Jen.
Dejándose caer sobre la cama con una sonrisa, Hermioneabrió los brazos para acoger a su hija de dos meses, Jenny. Unos expresivosojos de color gris oscuro miraron a su madre por debajo de una gorra de béisbolde color verde lima virulento.
¿Qué lleva puesto? inquirió Draco,aparentemente transfigurado al ver el color lima chillón y el diminuto mono decolor púrpura y naranja.
Papá, créeme, así es como visten los niños queestán a la última esta temporada
no con esos horribles vestidos de encaje yesos extraños calcetines de volantes que le encantan a mamá. Sentí pena de Jencuando salí de compras ayer con mis amigos.
Es muy considerado por tu parte dijo Hermionetratando de no reír. Draco se había sentado a su lado sobre la cama y le habíarobado hábilmente a la niña para levantarle suavemente la gorra de béisbol conla esperanza de encontrar el rostro diminuto de su hija.
Está bien dijo Lyra con firmeza inclinándosepara levantar en brazos a su hermanita. Jen necesita dormir un poco. Noqueremos que se ponga irritable durante el viaje, ¿verdad? No hace falta que osdeis prisa para bajar
¿No? inquirió Hermione con sorpresa.
Claro que no. Falta mucho para el almuerzo, eincluso Janet está acostada todavía dijo Lyra despreocupadamente mientras sedirigía hacia la puerta. Sabéis, tres es un número perfecto
¿Cómo dices?
Lyra volvió a asomar la cabeza por la puerta conuna sonrisa de diablilla.
Quiero decir que podéis retomar lo que estabaishaciendo cuando entré. Solicito un hermano pequeño. Jen es un encanto, peronecesita compañía de su misma edad.
¡Jenny sólo tiene diez semanas! jadeó Hermionecuando la puerta se cerró.
Con una sonrisa vibrante en sus labiossensuales, Draco inclinó la cabeza sobre la suya con expresión divertida. Rodeóa Hermione por los hombros para que volviera a tenderse sobre la colcha.
Como excusa para pasar mucho tiempo en la cama,parece una idea muy seductora confesó con ronca satisfacción.
Lo pensaré
dentro de unos seis meses murmurósin aliento, ahogándose en su mirada de un color gris.
Dio, piccola mia, te amo tanto. ¿Cómo pudesobrevivir trece años sin ti?
Hermione deslizó una mano insinuante a lo largode su muslo enfundado en tela vaquera.
Yo también te amo suspiró. Te pusiste losvaqueros sólo para que pudiera volvértelos a quitar, ¿verdad?
FinHola =)Muchas gracias por sus comentarios, en verdad me motivaron a subir los siguientes últimos capítulos. Espero que el fin sea de su agrado.Nos vemos, hasta la próxima historiaBesos
Reencontrándome con un viejo amor (Draco y Hermione) - Potterfics, tu versión de la historia
Lyra estaba de pie en el pasillo desafiándola con su adolescente metro sesenta de estatura. Reencuentro Reencuentro
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2024-09-19
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