Hacía ya más de medio año que la Guerra había acabado y todo parecíaempezar a volver a su cauce.
Familias enteras se reunían de nuevo tras estar completamente seguros deque el peligro había pasado.
Pero, para que cosas así pudiesen ocurrir, era necesario que un gran grupode magos y brujas estuviese investigando y viajando día y noche para poderatender a las necesidades de todo el mundo.
Hermione Granger era una de esas personas. Ella era la que se encargaba deuna de las partes más difíciles: la investigación. Para ella era muygratificante enterarse por otras personas de todas y cada una de las familiasque, gracias al trabajo que ella había hecho, se terminaban reencontrando.Pero, la verdad era que a Hermione le gustaría poder presenciar esos momentos.
Muchos se preguntarán: ¿por qué la heroína de la Gran Guerra Mágica seencargaba de eso cuando podía estar haciendo algo de provecho para labrarse unfuturo como el que ella se merecía?
Esa pregunta tenía una fácil respuesta para Hermione: ella sabía qué eraestar separada de sus seres queridos durante una guerra. Ella lo había vividoen sus propias carnes. Por eso, en el momento en que se reencontró con suspadres en Australia, se prometió a sí misma que no descansaría hasta que todoel mundo mágico se encontrase, finalmente, entre los suyos.
Este propósito que se hizo fue la razón principal por la que no estuvopresente en los juicios más importantes de la historia mágica; en los que secondenaron a muchos magos y brujas de gran renombre.
Pero hubo uno al que Hermione sintió la necesidad y, tal vez obligación, deir: el de Draco Malfoy.
Ella sabía que Lucius había sido condenado al beso del dementor, y sabíatambién que Narcisa estaba hospitalizada en San Mungo desde hacía meses.
Todo esto quería decir que Draco tendría que enfrentarse solo ante todo elConsejo del Wizengamot y al gran número de periodistas sin escrúpulos querondarían el Ministerio.
Hermione, en contra de lo que muchos podrían pensar, no le guardaba ningúntipo de rencor al joven Malfoy. Y eso no era porque sintiese indiferencia haciaél; sino porque no creía que él se hubiese mostrado como en realidad eradurante sus años escolares.
No hacía falta ser miembro de la Orden de Merlín para saber que DracoMalfoy no tenía una pizca de maldad en todo el cuerpo.
Ella estaba convencida de que él sentía miedo hacia Voldemort e, incluso,hacia su propio padre; y que fue por eso por lo que Draco se comportó siemprede esa forma: calculador, frío, distante, arisco
Pero lo que Hermione sabía era algo que todos desconocían; y estabadispuesta a apostarse todo el dinero de su cuenta bancaria muggle y los galeones de Gringotts para demostrarlo a quien no lacreyese.
Ese algo que ella sabía era que Draco, cuando pensaba que nadie le veía,cerraba los ojos y movía el cuello para deshacerse de la tensión que seacumulaba en sus hombros.
Sabía que Draco prestaba mucha atención en clase y que conocía lasrespuestas a todas las preguntas que los profesores hacían; porque, cuandopensaba que estaba solo en el rincón menos transitado de la biblioteca a altashoras de la noche, anotaba en un pergamino todo lo que había aprendido ese día.
Hermione también sabía que, al atardecer, Draco se sentaba a la sombra deun roble a leer un buen libro; razón por la cual muchas veces faltaba a lacena.
Y Hermione sabía que, cuando eso pasaba, Draco hacía una visita a lascocinas y entablaba una agradable conversación con Dobby mientras el elfo leservía la cena.
Hermione sabía todas estas cosas porque, para su suerte o su desgracia, eramuy observadora y era capaz de atar cabos con facilidad.
Por todas esas cosas que ella sabía sobre Draco aunque él jamás se lashubiese contado a nadie, fue por lo que Hermione decidió asistir al juicio que,tras muchos meses de vistas preliminares, dictaría su futuro.
Al tratarse de la heroína de la Guerra, Hermione pudo presenciarlo a pesarde que se tratase de un juicio a puertas cerradas.
Hermione se mantuvo en una esquina al fondo de la sala en silencio, nodejando que Draco la viera, pero prestando completa atención a todo lo que eradicho.
Sólo habló en el momento más oportuno. Dio unos pasos hacia delante, hastallegar al centro de la sala y situarse al lado de un sorprendido Draco y, hastaque todos los asistentes al juicio la miraron, no empezó a hablar.
Pero cuando lo hizo
cuando lo hizo todo, el mundo enmudeció.
Hermione habló con una calma y una entereza que hizo que todos los miembrosdel Wizengamot creyesen sus palabras prácticamente desde el minuto cero.
Draco no podía evitar mirarla entre sorprendido y avergonzado. Sorprendidoporque jamás pensó que Hermione Granger, de entre todas las personas que habíaconocido a lo largo de su vida, fuese la que testificase a su favor y asistieseal juicio para apoyarle. Y avergonzado porque si hubiese sabido que habíaalguien pendiente de él mientras hacía todas las cosas con las que de verdad sesentía como él mismo, jamás las hubiese hecho.
Pero entonces se dio cuenta de que, gracias a que Hermione hubiesepresenciado todos esos momentos, él ahora tenía el beneficio de la duda y lacondena no sería el único desenlace posible. Blog para amantes del chocolate
Draco no supo cuánto tiempo había estado perdido en sus cavilaciones; perosólo volvió en sí cuando sintió que los grilletes que se aferraban a susmuñecas iban aflojándose hasta que cayeron al suelo.
Alzó la mirada buscando a Hermione, pero ésta había desaparecido.
Miró a Kingsley, actual jefe del Wizengamot, y éste, sonriéndole levemente,asintió con la cabeza.
Draco se levantó de la silla como si tuviese un resorte en el culo y saliócorriendo de la sala, buscando a Hermione por los pasillos. Pero ella tampocoestaba allí.
Se metió en uno de los pasadizos menos transitados y apoyó su espalda en lapared, cerrando los ojos y dejando que su cuerpo fuese deslizándose hacia abajohasta sentarse en el suelo.
Casi sin ser consciente de lo que estaba haciendo, las lágrimas comenzarona formarse en los ojos de Draco y, poco a poco, empezaron a caer por sus pálidasmejillas.
Lloraba por todo lo que no había llorado desde que comenzó la Guerra.Lloraba de alivio y agradecimiento.
No sabía cómo, pero se prometió a sí mismo que compensaría a Hermione portodos los años de sufrimiento que él le había hecho pasar.
Hermione Granger había salvado su vida a pesar de no tener un solo motivopara haberlo hecho.
Draco estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se dio cuenta deque una persona se había sentado a su lado en el suelo hasta que ésta pasó lasyemas de sus dedos por las mejillas de él, evitando así que las lágrimassiguiesen deslizándose por su rostro.
Draco parpadeó un par de veces para enfocar la vista y miró a suacompañante.
Hermione le sonrió levemente y apretó su mano con cariño.
-Siento no haber podido conseguir mucho, Malfoy -dijo ella primero.
-¿Conseguir mucho? -preguntó él sin comprender.
Hermione frunció el ceño levemente y le miró con sorpresa.
-¿Has escuchado algo de lo que te han dicho ahí dentro? -preguntó asombraday, al ver el encogimiento de hombros de él, prosiguió-. No irás a Azkaban perovas a tener que pagar una indemnización que va a mermar bastante tu herencia, yvas a tener que hacer servicios sociales, y
-Granger -la cortó Draco-, has conseguido lo más importante de todo:asegurar que tenga una vida.
-Pero no una digna -puntualizó ella.
-Me daría igual vivir debajo de un puente si eso significase que no iría aAzkaban, Granger -al ver que ella seguía sin estar convencida, continuó-.Además, conseguiré vivir una vida digna. Tú dame tiempo, Granger. A partir deahora voy a hacer las cosas a mi manera.
Hermione le sonrió y, después de esto, ambos mantuvieron el silenciodurante unos instantes en los que se miraron a los ojos como dos iguales, sinsecretos y sabiendo con qué cartas jugaba cada uno de ellos.
-Granger, yo
-No hace falta que lo digas, Malfoy -le interrumpió Hermione-. No ha sidonada.
-Sí que ha sido, Granger -contestó Draco mirándola con intensidad-. Detodas formas, no es sólo por lo de hoy por lo que quiero darte las gracias.Quiero agradecerte que te tomases la molestia de averiguar quién soy realmente-Draco hizo una breve pausa, cerrando los ojos con fuerza en un vano intento deevitar que sus ojos se volviesen acuosos-. Puede ser que tú lo averiguasesantes que yo mismo.
Hermione sonrió y estrechó su mano para infundirle algo de ánimo yesperanza.
-Lo importante es que, ahora que lo sabes, seas tú quien tome las riendasde tu vida. No dejes que nadie te diga cómo vivir.
Draco la miró y sonrió levemente mientras asentía.
-Prometo que lo haré, Granger.
Ella rió ante la solemnidad de sus palabras.
-¿Qué mejor manera para empezar tu vida que presentar al mundo entero quiéneres realmente? -preguntó mirándole.
-Poco a poco, Granger -contestó él-. Lo importante ahora es que tú losabes.
-¿Por qué sería algo importante el hecho de que yo lo sepa?
-Porque si tú lo has visto, tarde o temprano todos los demás lo verántambién.
Hermione le miró a los ojos, sopesando las palabras que él acababa dedecir.
-Entonces empieza tu vida como Draco, y no como Malfoy.
Draco sostuvo la mirada de ella, y habría jurado que sintió cómo algorevoloteaba en su estómago cuando ella pronunció su nombre.
-Gracias, Granger.
-¿Por qué no intentas empezar llamando a la gente por su nombre? Tal vezeso haga que sientas un poco más de cercanía con ellos.
Draco la miró unos instantes antes de levantarse y tender su mano paraayudarla a ella a hacer lo mismo.
-Seguiré tu consejo, Hermione.
Cuando dijo su nombre, lo hizo con tal intensidad que Hermione se habríacaído al suelo por el temblor de sus rodillas de no ser por Draco, que aúnsostenía su mano.
Y fue ese momento en el que los ojos grises de él chocaron con los café deella, cuando se sintió orgullosa de haber podido presenciar uno de losreencuentros más preciosos de la historia: el de Draco consigo mismo.
Reencuentro - Fanfics de Harry Potter
Hacía ya más de medio año que la Guerra había acabado y todo parecíaempezar a volver a su cauce.
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2024-09-15
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