Noticias raras y curiosas
. Cedric Diggory, encarnado por el joven actor Robert Pattinson y Daniani_Potter encarnando a la joven Ann Marie Pierson (Tú nombre es Ana Laura, no?!? Pues quise mantener parte de tu verdadero nombre en el personaje ^^)
Que lo disfrutes
Y lamento la espera.
Un Amor Fugaz y Eterno
-¡Excelente entrenamiento, chicos! Nos vemos el próximo martes.
Y todos los jugadores se retiran del campo con sus escobas al hombro sin mirar atrás. Saben de sobra que su Capitán, el nuevo Capitán del equipo de quidditch de los Tejones, se quedaría a entrenar un poco más. Su presión era el doble que los demás jugadores del equipo: aparte de tener que liderarlos, 150 puntos y el final del juego descansaban en sus manos.
Sólo una persona se atrevió a mirarlo antes de salir del estadio: Ann Marie Pierson, la guardiana del equipo. Un vistazo rápido que no le hiciera cometer una locura, pero suficiente para archivar la imagen de Cedric Diggory sobre su escoba mirando al horizonte en ese rinconcito de su mente dedicado a él. Y siguió su camino, esquivando los vestuarios mixtos y adentrándose al Castillo.
-Campo de flores--dijo frente a la cuarta puerta a la izquierda de la estatua de Boris el Desconcertado.
Estar allí y no pensar en era una misión imposible. Después de todo, fue su Capitán quien le permitió ducharse allí después de cada entrenamiento para que no se incomodara con el resto del equipo.
-Tengo que cuidarte--le había dicho dulcemente cuando la chica obtuvo su puesto como guardiana--Después de todo, de ahora en adelante eres la princesa del equipo.
Cada vez que recordaba esas palabras, algo se encendía en su pecho y no podía parar de sonreír. Y, en realidad, era una de esas cosas que recordaba casi a diario.
Tiró su bolso con su ropa de cambio sobre un sillón cercano, colocó su escoba prolijamente en un rincón y se quitó los zapatos y protectores, quedando con el uniforme y caminando sobre sus calcetines.
Conjuró una música relajante con su varita, gracias a un hechizo que encontró en uno de esos tomos de encantamientos olvidado en un rincón de la Biblioteca. Sí, algo suave le ayudaría a relajarse. Necesitaba relajarse.
Se quitó la camisa del equipo, quedando con una simple camiseta blanca. Empezó a abrir los grifos del baño en aquella combinación que tanto le encantaba, mientras rememoraba los detalles del entrenamiento. Había estado en total tensión durante todo ese tiempo, pues su Capitán la había llamado un par de veces, le había tocado el hombre y le lanzaba miradas de reojo como si quisiese decirle algo, pero simplemente no se atreviese.
-¡Deja de hacerte ilusiones, Annie!--murmuró en voz alta.
Cuando estaba sola, le gustaba hablar consigo misma. Preguntarse cosas, cuestionarse a sí misma y, sobre todo, responderse. En medio de la soledad, lograba hallar las respuestas que necesitaba.
-¿Ilusiones? ¿Con qué?
Era una voz grave, serena, masculina y, definitivamente, no era su voz. No. Ella sabía perfectamente a quién pertenecía, incluso antes de virarse. Por eso se sorprendió al escucharle agregar:
-¿O con quién?
-¿Cedric?preguntó sin poderse creer lo que vio al darse la vuelta. Allí, en el marco de la puerta, estaba Cedric Diggory. Sudado. Agitado. Como si hubiese recorrido todo el camino desde el campo de quidditch a toda velocidad y sin detenerse.
Esa visión le afectó tanto, porque en medio de esa última pregunta -¿o con quién?- había un gesto preocupado en el rostro del chico. No, más bien estaba angustiado. Fue tal visión lo que ocasionó que la chica trastabillara donde estaba y cayera dentro de la tina grande del baño.
-¿¡Annie!?--gritó entonces Cedric, más angustiado de lo que ya estaba minutos antes.
Ella se apresuró a nadar hacia la orilla en cuanto estuvo consciente de la situación. Sólo un par de brazadas y sacó su cabeza fuera del agua para que Cedric no se preocupara por ella. Se arrepintió de inmediato.
Allí, a pocos -poquísimos- palmos de distancia estaba el rostro de su capitán, con ese gesto de angustia instalado entre las cejas que le había hecho caer al agua en primer lugar. Ann sintió cómo toda la sangre se arremolinaba en su rostro, ardiendo, y deseó hundirse nuevamente en el agua. Para refrescarse u ocultarse, no importaba, la idea de sumergirse sonaba maravillosa cuando los ojos grises de Cedric la taladraban así.
-¿Estás
?
-¡¡Estoy bien!!--se apresuró a responder, sonando demasiado ansiosa para alguien que está "bien".
La ayudó rápidamente a salir del agua, aunque para Ann los segundos de aquella acción parecían transcurrir demasiado lentos. El tacto de su mano sobre la suya, y luego -pensaba que iba a morir-, en su cintura. Para la chica era algo más allá de cualquier fantasía.
-G-gracias--dijo con timidez, incapaz de volver a verlo a los ojos. Ya había caído en la tina una primera vez por hacerlo, no quería terminar de hundirse en él por completo. Pero su voz, sus palabras, le obligaron a ir contra su propia voluntad.
-Tu camisa
Un rápido cruce de miradas y luego la chica siguió la mirada de su Capitán, notando con horror cómo la camiseta se pegaba a su cuerpo como si se tratase de una segunda piel. Y allí, claramente sobre sus pechos, se dibujaba a la perfección su corpiño azulado.
Avergonzada y de forma casi automática, se cubrió el pecho con los brazos como si se estuviese abrazando a sí misma.
-Lo siento
Yo
--le escuchó balbucear a sus espaldas, mientras ella intentaba por todos los medios no sonrojarse--¡Espera!
Escuchó unos ruidos secos provenientes de él, de su cuerpo, de su ropa; y tras un largo segundo le sintió más cerca de lo que jamás había estado, y al instante una tela extra cubría torso mojado.
-Disculpa que no sea tan creativo sin mi varita, pero la olvidé en los vestuarios--le escuchó decir, antes de que ella misma se virara sobre sus talones.
-¡G-gracias
de nuevo
!--se calló de inmediato, mirando a Cedric con una camiseta blanca parecida a la suya. Era su propia camisa de entrenamiento lo que había colocado a modo de manto para cubrirla.
-Debería disculparme contigo
Ha sido por mi imprudencia que has caído al agua--Ann estaba a punto de replicar, pero él no le permitió continuar--No he debido entrar así. No ha sido correcto, discúlpame. Sé que el daño ya está hecho, pero puedo retirarme si lo deseas.
Quédate, pensó la chica con urgencia.
-No es necesario que te vayas--dijo con firmeza y luego reparó en sus palabras. Cedric había ido hasta allí con urgencia, casi con desesperación -o así lo habían denotado sus ojos--. ¿Necesitaba el Baño de Prefectos por alguna extraña razón? ¿Era tal su urgencia que había olvidado que Ann se encontraba allí en esos momentos? ¿O pensaba encontrarse con e
?--¿Quieres que me vaya yo?
Se tomó su tiempo para responderle. Como si deliberadamente quisiera alargar ese tiempo de cómodo silencio junto a ella.
-No--dijo finalmente, escondiendo una nota de reproche en su voz aparentemente calmada--Y es eso justamente lo que he venido a decirte.
-¿Q
?--balbuceó Ann sin comprender.
Cedric dio un par de pasos en dirección a la chica, ejerciendo sobre ella un magnetismo similar a la fuerza de gravedad. Mágica. Potente. Inevitable. Evitando que la chica pudiese alejarse de él o de su mirada intensa.
-No quiero que te vayas--dijo con lentitud--Ni de este Baño
Ni del Colegio
Y mucho menos del país
No quiero
Con horror, Ann comprendió que Cedric estaba hablando de la repentina decisión de su padre de mudar a toda la familia a Estados Unidos y obligarla a ella y a sus hermanas a retomar sus estudios en el Instituto de Salem para Brujas.
¿Pero cómo se había enterado? Ella misma había recibido la noticia esa mañana de boca del profesor Dumbledore y la profesora Sprout, la jefa de su propia casa.
-¿Quién te lo ha dicho?--exigió saber.
Necesitaba conocer el nombre del apersona que había actuado contra sus deseos y su resolución de no comentar nada hasta que la despedida fuese inminente.
-Sprout. A la hora de la comida--el reproche fue cada vez más evidente en el tono del muchacho--Lo ha hecho por el bienestar del equipo
-¡No ha tenido ningún derecho!--chilló--¡NINGUNO!
-¿Cuándo pensabas decírmelo tú?
La chica estaba fuera de sí, al igual que Cedric. Sólo que el chico lo disimulaba de mejor forma y era capaz de mantener más calmado que Ann, quien no comprendía los reclamos que le hacía su Capitán y enseguida se puso a la defensiva.
-¿Eso es lo que te molesta? ¿Qué no te lo haya dicho?--espetó con frialdad--¿Te preocupa tanto tu equipo que quieres buscarme un reemplazo lo antes posible para que no afecte el esfuerzo
?
¿
Que tanto has invertido en los entrenamientos?, quiso decir, pero unas manos sujetándola fuertemente de las mejillas y unos labios presionando los suyos con suavidad se lo impidieron.
Era él. Sus Manos. Eran sus labios. Sobre ella. Besándola. Tan irreal que creía haberse vuelto loca. Tan maravillosamente que juró enloquecer en cuanto el beso terminase. Porque en esos momentos lo único que le importaba era que Cedric Diggory estaba besándola. A ella. Todo lo demás perdió sentido para ella en ese instante.
-No vuelvas a repetir eso, ¿vale?--le susurró el chico cuando el beso finalizó, pero aún sujetando el rostro de Ann entre sus manos, con su frente apoyada sobre la de ella--¿Es que acaso no has escuchado ni una palabra de lo que te he dicho, Annie? ¡No quiero que te vayas!
-Encontrarás un mejor guardián--respondió la chica con los ojos cerrados, aparentemente incapaz de hilar un par de ideas coherentes.
Cedric, sin embargo, rió. Y entonces ella abrió los ojos al fin.
-¿Crees que seguiría a Malcolm Preece hasta el baño y le besaría si decide irse del Colegio?--ella rió débilmente, también--¿O que, en todo caso, lo haría simplemente por el quidditch?
La chica negó lentamente, sin apartar sus ojos del rostro afectado de Cedric. Estaba comprendiendo la verdad que se escondía tras aquella frase.
-He pasado todo el día rompiéndomela cabeza desde que me soltaron aquello--dijo sin más, dispuesto a soltar todo lo que había guardado hasta ese momento--Reprochándome todas las oportunidades que dejé pasar todos estos años para hacer esto y decir todo esto que te digo ahora. Pateándome por regresar siempre a mi habitación pensando en que siempre habría otra ocasión para hacerlo, para decirlo, para tenerte. Riñéndome por tan siquiera pensar en venir hasta acá y sacudir tu mundo de esta forma sin tener ningún derecho a hacerlo
Y al final, me he rendido.
-¿T-te has
?--la chica se aclaró la garganta--¿Te has r-rendido?--preguntó, sin entender del todo las palabras que escuchaba.
-No puedo contra ti, Ann. No puedo contra esto que siento. No había forma que dejara de hacer esto sin arrepentirme el resto de mi vida por ello. Así que, me rindo--dijo al final, con una sonrisa triste que pronto se desvaneció--Quédate, Ann. Olvídate de todo lo demás y quédate conmigo.
Ann Marie no pudo soportarlo más. Todo aquello que había dicho y hecho Cedric en menos de una hora acabó totalmente con su autocontrol. Ya todo le valía un cuerno. Sus sueños y fantasías de años se estaban haciendo realidad frente a sus ojos y no sería precisamente ella quien detuviera aquello. Aunque después sufriera más allá de lo que pudiese imaginar, tenía la certeza de que esto, de que él, le confortaría.
Cedric volvió a acostar la distancia que los separaba y unió sus labios con los de Ann Marie en un beso profundo y apasionado, pero corto.
-¡Quédate!--susurró y volvió a besarla--¡No te vayas!--no se separaba más de unos pocos centímetros para rogarle y volvía a besarle--¡Por favor!
--un nuevo beso--¡No me abandones!
Sus súplicas eran cada vez más desesperadas. Y sus besos, de igual forma, fueron recorriendo todo el rostro de Ann, saboreando incluso las lágrimas saladas de la chica antes de que abandonaran su rostro del todo.
-No llores, Annie--le susurró, volviendo a besar sus labios--No llores más, sólo quédate conmigo.
-Tú
--dijo ella al fin, pero se detuvo. No era sencillo pedirle a Cedric que también dejase de llorar, en especial cuando parecía que el chico no se había percatado de sus propias lágrimas. Así que incapaz de decir nada más, la muchacha tomó su rostro entre sus manos, llevándose de esta forma las lágrimas que lo empañaban.
Las palabras se agolpaban en sus gargantas, bloqueadas por largos besos que les impedían salir. Pero impacientes y desesperadas como sus dueños, encontraron la salida a través de sus manos y dedos, en forma de caricias y abrazos. En forma de ropas que abandonaban sus cuerpos. En forma de una entrega total e inevitable.
-Quiero que sepas algo--dijo Cedric, volviendo a tomar su rostro, a pocas ropas de quedar ambos desnudos--Mejor dicho, quiero que tengas la certeza de algo, Ann.
Y luego la miró fijamente, con una intensidad desgarradora. Grandes sismos se han iniciado por una intensidad menor a la de la mirada de Cedric.
-¿Q
?--Annie carraspeó, intentando encontrar su voz--¿Qué cosa?
-Que te amo
Que te amo y que no hay nada que temer. Que todo estará bien mientras yo esté aquí contigo--le dijo dulcemente, acariciando sus mejillas--Y que
¿Confías en mí, Ann?
Por toda respuesta, la chica estampó un beso sobre los suaves labios de él.
-Sí--dijo una vez finalizado el beso, aún con la boca de Cedric sobre la suya.
Entonces el chico sonrió, feliz al fin, y tomando la mano de Ann Marie, la condujo de vuelta a la tina. Ésta vez con él para protegerla de cualquier caída y de cualquier otra cosa que pudiese dañarla.
Lo siguiente que pasó es algo que acompañará a ambos hasta el final de sus días. Un recuerdo eternizado, grabado a fuego en dos corazones jóvenes que rebosaban de amor el uno por el otro.
Cedric la besó como nunca había besado a nadie, como Ann nunca había sido besada en su vida. Con dulzura infinita y sin reprimir ninguna emoción. El chico estaba decidido a no cometer nuevamente el error de dejar de hacerle saber a Ann lo que sentía por ella. Sabía que era su última oportunidad y no iba a desaprovecharla.
De a poquito, las últimas prendas que cubrían sus cuerpos desaparecieron por completo, despojándolos también de cualquier rastro de duda o de miedo que haya permanecido en sus corazones y realizaron un acto de entrega total y desmedido.
-Tú sólo confía en mí, Annie
Te amo y haré todo lo que esté en mis manos para no lastimarte--dijo Cedric, consciente de que iba a ser el primer hombre en la vida de Ann y que ella sería también la primera para él. Pero estaba seguro de que, si el amor que sentía por ella era su guía, todo saldría bien.
Para Ann ése sería el mejor dolor de su vida, lo suficientemente agudo para que no se tornara insoportable, pero como dolor al fin le permitió disfrutar y apreciar con creces el éxtasis de yacer en los brazos de Cedric.
Una vez que sus cuerpos se recuperaron de ésa última tensión, para la muchacha la consciencia de estar completamente desnuda frente a Cedric la golpeó con una oleada de vergüenza. Así que se separó abruptamente de él y, ya estando en el otro extremo de la tina, le dio la espalda para esconder su cara sonrojada.
-¿Qué ocurre?--le preguntó, cambiando su actitud laxa por una de preocupación.
-C-Cedric
Es-to
Esto que a-acaba de ocurrir
--la muchacha no lograba articular la frase completa.
-¿Fue tan maravilloso para ti como lo fue para mí?--se aventuró a preguntar, consiguiendo que Ann se virara con rapidez. La sangre acumulada en su rostro fue un detalle que no le pasó desapercibido a Cedric--¿Por qué te has sonrojado?
Lo último que vio Cedric fueron los ojos desorbitados de la chica, antes de que ésta se virase de nuevo.
-¿Te avergüenzas de algo, de
?--el pensamiento que llegó a su mente le llenó de terror--¿Te avergüenzas de lo que pasó?
-No
--susurró ella con resolución, pero aún incapaz de encararlo.
-¿Entonces
?
Ella suspiró sonoramente. Pensó que no era justo mantener a Cedric en una situación así tan solo por su eterna timidez.
-Eres el primer chico que me ve des
Que me ve sin ropa--dijo de espaldas a él, sintiéndose aún más tonta al ser incapaz de pronunciar la palabra "desnuda"--Sé que es una tontería, pero
Se detuvo entonces tras escuchar cómo Cedric se reía suavemente, moviéndose en la tina tras ella. En un momento dado la risa del chico fue ahogada por el sonido varias llaves abriéndose, que llenaron la habitación de un aroma embriagador y dejó la tina llena de espuma, haciendo que su desnudez quedase oculta bajo ésta.
Cuando Ann reparó en ello, pensó en virarse y agradecerle por tercera vez en el día a Cedric, pero estaba ya se encontraba detrás de ella, sorprendiéndola una vez más.
-¿¡Estás frotándome la espalda!? O.O
-Sí--respondió él entre risas por la reacción exagerada de ella.
-N-nunca nadie
Yo
-Sí, lo imaginaba--contestó ya sin reírse, a pesar de que una sonrisa seguía adornando sus labios--Creo que me gusta demasiado la idea de ser el primero en hacer muchas cosas contigo.
Ann se sonrojó abruptamente tras escuchar aquello. Y fue tan repentina su reacción que no le dio tiempo para virarse o esconder su rostro esta vez. La timidez fue vencida por una emoción mayor, haciéndole sentir repentinamente injustamente feliz. Hasta que Cedric dijo algo que la hizo regresar a la realidad.
-Aún no quiero que te vayas, Ann--dijo seriamente, aún acariciando la espalda de la chica--No puedo aceptarlo.
-No hay nada que pueda hacer, Cedric--le respondió, sintiendo cómo las lágrimas empañaban sus ojos--A mi papá lo han transferido a Estados Unidos y ya dejó claro que no hay forma de que me quede acá sola
No quiere separarse de nosotras y
Ya no pudo continuar hablando, a pesar de que deseaba explicarle que no podía oponerse a sus deseos. ¿Qué iba a decirles a sus padres, que ella sí quería apartarse de ellos?
-Entonces sólo confía en mí--le respondió-Confía en mí y confiemos en que todo saldrá bien.
-¿Qué quiere decir eso, Cedric?
-Que siempre voy a estar aquí contigo, Ann, aunque eso signifique esperar por años a que regreses--le dijo muy cerca de su oreja, pegándose mucho al cuerpo de la chica.
Y entonces fue cuando las lágrimas terminaron de caer por el rostro de la chica, ya siendo incapaz de pretender que aquello iba a repetirse alguna otra vez.
-No quiero que me esperes, Cedric--dijo encarándolo, tuteándolo por primera vez en su vida--No quiero que pases el tiempo esperándome y dejando pasar otras oportunidades que puedan hacerte feliz
-Tú me haces feliz--le interrumpió él.
-Cho también podría hacerte feliz.
-¿Cho?--preguntó él, sin comprender de quién estaba hablando Ann o porqué le mencionaba aquello.
-Cho Chang, de Ravenclaw--la chica tomó aire, preparándose para un adiós definitivo entre ella y Cedric--Me estuvo buscando la semana pasada para preguntarme por ti. Tal parece que se ha enamorado
-¡No!--volvió a interrumpirle, esta vez sonando un poco molesto--No voy a permitir que hagas de casamentera entre yo y una chica que apenas conozco
-Yo sería feliz
--dijo entre sollozos--Y me podría ir tranquila sabiendo que le darías una oportunidad a
¡No quiero que estés tan solo como yo, Cedric! Y sé que ella podrá hacerte feliz
-Ann, por favor
No hables de eso
-¡Promételo! Prométeme que vas a intentarlo con Cho, Cedric, y no volveré a mencionar el tema. Prométeme que
-Annie, deberías saber que lo único que deseo es tu felicidad, más que nada en el mundo--dijo tomándola entre sus brazos con dulzura--Prometo intentarlo con ella
-¡Gracias!--suspiró la chica, llorando aún. Se sentía un poco aliviada sabiendo que Cho podría ocupar el lugar que ella siempre quiso en la vida de Cedric.
-Pero también te prometo que Cho nunca significará en mi vida lo que tú
--le juró, aspirando el olor de su cabello y rozando su rostro con sus labios--Y que sin importar lo que ocurra, siempre te voy a estar esperando
Y hasta el día que muera estarás en mis pensamientos
Y sin saber cómo o porqué, aquellas palabras solemnes escaparon de los labios de Cedric, sellando entre ellos un vínculo de amor más allá de ellos mismos. Porque en un futuro no muy lejano, aún con la partida del único hijo de Amos Diggory, el fruto del amor entre Ann y Cedric permitiría que una estirpe continuase con vida en el mundo mágico y que un amor de jóvenes que sólo tuvo cabida en un día de despedida pudiese traspasar cualquier barrera.
Regalo Para Daniani_Potter - Fanfics de Harry Potter
Nota de autor: esta historia tiene a unos protagonistas de carne y hueso, quienes han cambiado sus nombres para representar a personajes mágicos. Cedric Diggo
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2024-10-20
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