Este es el relato dealgo que vi con mis propios ojos. Nadie me lo susurró al oído, ningún cantinerochismoso regó el rumor entre la concurrencia. Ninguna mujer despechada inventóun cuento que dejara la reputación por el suelo del borracho más célebre,apuesto y codiciado de ese bar. No, no. Nadie me lo contó, fui testigo de unaparte de esta historia, el resto me la contaron sus
creo que podríadecirse
amigos.
Londres. Una noche pocoamigable, la llovizna pertinaz y fría hacía juego con el sombrío humor delhombre que entró a Solo Bar, en el número 20 de Inverness Street. Era el lugarelegido por Draco para derrumbarse en una borrachera monumental, costumbre quese repetía desde seis años a esta parte, cada 21 de octubre. Luego, entreJarvis, el cantinero, y yo lo subíamos a mi coche y en la brumosa madrugada,con un movimiento de mi varita me aparecía en un hotel y lo dejaba allí, asalvo de miradas indiscretas. Aunque no de la mía, por supuesto, porque mequedaba con él hasta momentos antes de que despertara. Nunca supe si era pormera curiosidad, por instinto de protección o porque me había enamorado de esehombre, dueño de los ojos grises más tristes y a la vez coléricos que vi en mivida. La cuestión es que así fue como llegué a juntar retazos de la historia deDraco Lucius Malfoy, eso decía una tarjeta que encontré en un bolsillo de suimpermeable. Y su varita, claro. Era un mago. Como yo, o bruja más bien, porquesoy mujer. Pero ni mi nombre ni mi historia cuentan, aunque fui una piezafundamental en los acontecimientos que se precipitaron a partir de ese 21 deoctubre de 2009.
Beber hasta lainconciencia era algo que se le daba muy bien a Draco Malfoy cualquier día delaño y ese en especial. Eso y enredarse entre los brazos de bellas mujerescomplacientes, que por una noche de sexo y joyas le daban al rubio lo quequería: evasión y nada de compromiso. Al fin y al cabo, estaba muerto, qué otracosa se podía esperar de alguien que para respirar debía recordar cómo hacerlo,cada maldito día de su jodida existencia desde seis condenados años atrás.Porque eso era lo que todo el mundo creía de Draco Malfoy, que estaba muerto,así de bien se lo había tragado la tierra desde ese funesto día. Pero, a ver,pongamos un poco de orden.
21 de octubre de 2009.Draco entra al Solo Bar para embriagarse y olvidarse hasta de su propio nombrey follarse a la primera chica bien dispuesta que quiera acompañarlo a la zonamás alejada y discreta del bar o aquella que se deje echar un buen polvo enalgún baño del subsuelo.
Decía que esa noche elclima era como su humor, así que entró rodeado de oscuridad, frío y mojado. Lasgotas de lluvia se escurrían por su barba de días y su pelo rubio, largo hastalos hombros, estaba pegado a su cara. Una morocha de curvas que quitaban elaliento se le acercó y le susurró algo al oído. El sonrió de medio lado, tomósu mano y la siguió hasta la barra. Allí no había whisky de fuego, pero elmuggle no tenía nada que envidiarle, Jarvis le sirvió la primera medida y ledejó la botella al lado y se fue. Ya no tenía nada más que hacer allí hasta queél se desplomara y me ayudara a
ya se los conté. Aunque esta vez, nada de esosucedió.
A la morocha se le sumóuna pelirroja. Draco tenía por costumbre pegarse como estampilla a morochas ypelirrojas, nunca castañas y, excepcionalmente, algunas rubias. Si eranmorochas las llamaba Pansy, si pelirrojas Ginny y las rubias eransimplemente blondas. Nada complicado. La misión de Draco era olvidar,borrar de la memoria, relegar al rincón más oscuro de su mente cualquier rastrode una vida que alguna vez fue feliz.
"Idiota de mí -leescuché farfullar tantas veces cuando guardaba su sueño lleno de pesadillas- cómopude creer que la vida tenía destinado para mí algo de felicidad, imbécil,maldito
" y así seguía la retahíla de insultos dirigidos a sí mismo, a supadre y a todo su árbol genealógico. A veces, se escuchaba un Potter, weasel,con cierto desdén o franca desesperación. Los noches en que esos nombresaparecían eran terribles, se revolvía en la cama, sudaba y se agitaba,sollozaba murmurando un nombre, "Hermione", entonces ese hombre grande,varonil y exquisitamente formado, se encogía en posición fetal sacudido porgemidos y arrasado por lágrimas. Esas noches la pena me abrumaba de tal manera,que dejaba de frecuentar el bar por algunos días para no volver a encontrarlo.
La cosa es que esa vez,se había llevado a sus bonitas acompañantes a una mesa cerca del escenarioporque esa noche tocaba una de sus bandas de acid jazz preferidas y estaba losuficientemente borracho como darse cuenta de que necesitaba más alcoholcirculando por sus venas y lo necesitaba ya. Todavía conservaba ciertaelegancia en el andar y siguiendo el ritmo de la música se acercaba a suobjetivo. Pero de pronto se paró en seco.
Al otro lado de donde seencontraba Draco estaba la puerta del bar, alguien había entrado. Reconoció elolor. "Por Merlín, ese olor, lo reconocería donde fuera, gardenia ysándalo"-susurró. Inspiró profundamente llenando sus fosas nasales conel preciado aroma y recordó su asombro cuando lo sintió por primera vez. Suamortentia tenía ese perfume, Granger era la dueña de esa fragancia sutil,misteriosa y seductora. Creyó que se estaba volviendo loco, pero no, allíestaba ella, su aroma la anunciaba, iba hacia él, sonrosada y nerviosa,mordisqueándose el labio, mirando alternativamente su boca y sus ojos. Él laabrazó, confuso y maravillado, no podía pensar sólo sentir, hundió su nariz enla curva de su cuello y olió, beso, acarició con su boca la piel expuestamientras sus manos apretaban su cintura, fuerte como para no dejarla escapar
"Draco -susurróHermione- ya es tiempo. Busca a Harry
busca a Harry
".
Abrió los ojos yparpadeó varias veces. Los que estaban cerca suyo lo miraban como si estuvierademente. Todavía mantenía los brazos como rodeando el aire. Cuando se diocuenta empezó a gritar una y otra vez un nombre, su nombre, Hermione;Draco era la viva imagen del dolor desatado, de la furia apenas contenida, lasvenas del cuello marcadas por el esfuerzo, los puños apretados, cayó derodillas al suelo. Se estaba convirtiendo en un espectáculo de circo. La gentemurmuraba y se reía, algunos lo miraban con lástima. No faltó quien llamara ala policía para que vinieran a llevárselo. Busqué a Jarvis con la mirada yjuntos lo levantamos, lo cargamos en mi auto y lo llevé hacia el Valle deGodric, eran las únicas palabras que se le entendían y que no paraba derepetir.
Manejé horas sin parar,atenta al sopor que envolvía al enigmático sujeto que tenía a mi izquierda.Pronto llegaríamos al Valle de Godric y no sabía bien qué hacer. Yo soy bruja,sí, pero no inglesa, y lo poco que sabía de Malfoy lo había aprendido llevadapor la curiosidad. Recordaba vagamente una guerra en la que la familia Malfoyestuvo involucrada, un tal Harry Potter, vencedor de un Lord Oscuro pero nadamás. En el medio de estas disquisiciones internas arribamos al pueblo y depronto veo un monumento a los soldados caídos que se transforma en larepresentación de una familia mágica. Estaciono el auto, me bajo del coche y meacerco para leer la inscripción, allí estaba el nombre que Draco susurraba cadatanto. Entonces, entendí. Estábamos allí buscando a Harry Potter, el niño quevivió, tal como rezaba el cartel.
Cuando me subí al autoDraco ya estaba despierto y casi en su centro.
-¿Quién eres? -me preguntó con vozáspera y grave.
-Tu aliento apesta-le dije como toda respuesta- si quieres presentarte ante ese tal Potter almenos deberías lavarte los dientes. Y emprolijar un poco tu aspecto-agregué risueña.
-¿Quién demonioseres? -repitió con un dejo de impaciencia e ira- y cómo llegamos hastaaquí -espetó.
-Mi nombre no importay llegamos aquí en mi auto. Con Jarvis te sacamos del Solo Bar donde estabasmontando un espectáculo casi grotesco, te subimos al coche y como no parabas derepetir Valle de Godric, te traje. Fin de la historia.
Me miró durante un ratolargo y logró ponerme muy, muy nerviosa. Estaba decidiendo si podía confiar enmí o no.
-¿La viste? -me soltó de golpe.
-¿A quién? -le contesté. No merespondió. Giró la vista al frente y se perdió en sus pensamientos.
-Llévame a algúnlugar donde pueda ponerme un poco presentable -exigió más que pidió.
-Ok, amo. Escucho yobedezco. - La ironía a veces se me da bien. Y ese rubio me estaba poniendoa prueba. Sonreí. Hacía mucho tiempo que no corría una aventura.
Lo llevé a un pub.Mientras pedía dos tazones de café bien cargado y unos muffins, él se dirigióal baño. Volvió limpio y fresco, aunque todavía tenía en la cara restos delmalvivir que era su existencia desde que lo encontré en ese bar tanto tiempoatrás. Utensilios de cocina
Volvió a preguntarmequién era, en tanto rechazaba los muffins y tomaba a grandes sorbos el café. Ledije mi nombre y cómo lo conocí. Dedujo que era yo la que lo dejaba en un hotely me lo agradeció. Le dije que no quería sus gracias. Que un ángel guardiáncomo yo se merecía saber su historia. Que ese era mi pago por los serviciosprestados y que no aceptaba nada más a cambio.
-No tengo energíapara contarte nada ahora. Acompáñame a ver a Harry y tal vez así te enteres -yesta vez sí era un pedido.
No tardamos en encontraruna casa, un verdadero cottage, encantador y pacífico. Bajamos del auto. Él sedetuvo, parecía asustado. Se paseó al frente de la casa sin decidirse a entrarcuando, de golpe, unos chiquillos salieron corriendo de la casa hacia elparque: tres niños claramente surgidos de la conjunción de un Potter y unaWeasley y una niña de rizos rubios casi blancos, seguidos por una esplendidamujer de cabellera pelirroja. Se quedó rígido. Su corazón comenzó a palpitarenloquecido.
-No, no, no, no esposible. Estoy perdiendo la razón
-¿Malfoy? - apenas pronuncióGinny, anonadada. -Harry -gritó- ven, es Draco. Los niñosllegaron primero. Lo observaron con detenimiento y sus voces se mezclaron algritar "papá, papá es el tío Draco" con un susurro apenas audible, "papá".Y esos ojos avellana se perdieron en los grises de Draco en un instante queduró una eternidad.
Lo que siguió fue muytumultuoso. Abrazos mezclados con golpes, risas, llanto. Balbuceos. Alguienenvió un patronus y pronto el cottage se fue llenando de gente, más y máspelirrojos, un anciano al que le decían profesor Dumbledore, otra a la quellamaban Minerva, una tal Tonks cuyo pelo rosa chicle me encantó, un grupovariopinto y bullicioso en el que hasta creí reconocer al mismísimo Ministro dela Magia. Unpoco apartada del resto había una mujer rubia de aristocráticos rasgos. Muyparecida a Draco, salvo por el color de sus ojos, los de ella eran azules. Meacerqué porque me di cuenta de la mezcla de dolor y anhelo que había en sumirada, clavada en ese hombre fatigado y radiante pero, también, azorado ytriste que era su hijo. Y ella comenzó a explicarme.
"El 3 de mayo de 1998murió Lord Voldemort, vencido por Harry Potter en la Batalla de Hogwarts. Enesa batalla lucharon a su lado Ron Weasley y Hermione Granger, conocidos comoel trío dorado, amigos inseparables desde que juntos vencieron a un troll, alos once años. Mi marido era mortífago y yo una aliada a la causa del Señor delas Tinieblas cada vez más arrepentida. Mi hijo renegó del destino que leimpusimos y se unió a la Ordendel Fénix, dos años antes de esa batalla. Lo hizo por amor.
En ese momento yo nopude comprender que fuera capaz de renunciar a sus privilegios de sangre, asiglos de creencias en la supremacía de los magos sobre los muggles, por amor.Y por amor a una impura, además. Lucius amenazó con matar a la chica, pero loúnico que consiguió fue convertirla en una intocable. Pronto la historia deDraco y Hermione corrió como reguero de pólvora y junto con la leyenda del niñoque vivió, se convirtió en un símbolo más de la lucha contra los mortífagos ysu amo. La gente estaba dispuesta a dar sus vidas por ellos dos, por Harry ypor Ron. Mi orgullo me impidió acercarme a mi hijo, así que nos separamos enmalos términos. Pese a ello, en el último minuto me rebelé y ayudé a Potter. Leoculté al Innombrable que el muchacho estaba vivo y de ese modo contribuí a sudestrucción. Lo hice por mi hijo, claro. Lucius, estaba arrepentido pero noalcanzó, el Wizengamot lo enjuició y lo encontró culpable. Murió en Azkabanhace años. Harry declaró a mi favor, por lo tanto mi condena fue más de ordenmoral. Mi castigo fue vivir sin magia durante cinco años. Aprendí muchas cosas,muchacha. Nunca había apreciado lo ingeniosos que son los muggles y en elproceso, aprendí a respetarlos.
Draco y Hermione seenlazaron y se fueron a vivir a un cottage precioso en Devonshire. Estuvieronjuntos tres años y medio, un poco más tal vez. Luego, algunos mortífagosescapados, creyeron que era conveniente vengarse de los traidores y mi hijotuvo que esconderse. Pero no quiso que Hermione corriera la misma suerte queél, así que se separaron, creyendo que era por un tiempo. Y así fue,efectivamente.
Lo que no sabían era queHermione estaba embarazada y no pudo comunicárselo a Draco porque no sabíadónde estaba. Parte de las defensas programadas consistían en evitar todorastro de magia y al modo muggle era imposible porque cambiaba permanentementede lugar. Mi nuera dio a luz a esa bella niña que allí ves, le puso de nombreAltais. Mi hijo no me había perdonado pero mi querida muchacha tenía un corazónmás grande que ella y me dejó conocer a mi nieta. Ya nunca nos separamos.
El día que losmortífagos dejaron de ser una amenaza Draco pudo salir de su escondite. ¡Ah, laalegría! Fue tanta que se aflojó la vigilancia al punto de hacerla inexistente.Draco se apareció en los jardines de su casa. Estábamos todos allí,esperándolo. Él también. Zabini. El muy escurridizo había logrado llegar hastaallí. Todo el mundo se había olvidado de él y nadie lo consideraba una amenazaseria. Hermione estaba tan feliz, muchacha, tan feliz, que corrió a su encuentroy se abrazaron con tanto amor y ansias reprimidas que los veíamos brillar.Luego, todo sucedió muy rápido. Harry vio a Zabini casi al mismo tiempo queHermione. Comenzó a correr hacia ellos, varita en mano, pero Zabini estaba máscerca, Draco no se dio cuenta de nada hasta que fue muy tarde. Hermione secolocó entre él y la maldición asesina que la alcanzó de lleno. Murió sindecirle que tenían una hija.
Zabini desapareció,Draco se agachó y abrazó a su mujer, el grito desgarrador que surcó elaire
todavía lo escucho. La besó, la apoyó con suavidad en la hierba ydesapareció. Tres meses después los aurores encontraron el cadáver de Zabini,horriblemente mutilado. Nunca más volvimos a saber nada de Draco hasta hoy".
No me había dado cuenta,absorta como estaba en el relato de Narcisa, que Ron, Harry y Ginny estaban anuestro lado. La pelirroja ayudó a Cissa a levantarse y la condujo hacia Draco.
Ellos terminaron decontarme lo que no sabía: cómo buscaron a Draco hasta el cansancio, la furiaque sentían hacia él porque al principio creían que Hermione había alcanzado adecirle que tenían una hija y no podían comprender que la hubiera abandonado;cómo desconfiaban de la opinión de Narcisa, ya que estaba segura de que Dracono sabía nada, que ella no había alcanzado a decirle, porque sino su hijo jamásse hubiera ido dejando a la pequeña sin padre; cómo decidieron que Harry yGinny criarían a Altais, puesto que por más Ron fuera el padrino, todavía nohabía sentado cabeza y cómo decidieron que lo mejor sería que Narcisa vivieracerca de ellos para que estuviera presente en la vida de la niña. Y por finhabía comprendido la significación de la fecha, era el día en que su mujer fueasesinada.
Ginny y luego Mollyabundaron en detalles acerca de la historia de esos dos amantes. Y cuando entréa la casa me enseñaron las fotografías que tenían de ellos. Era bella. Demirada decidida, valiente y tierna a la vez. Y él la miraba como si fuera laúnica mujer en la tierra. El dormitorio de Altais estaba llena de fotos de suspadres. Allí comprendí la exclamación de los pequeños. Cómo no iban a reconocera Draco si había fotos de él por todas partes.
Yo, por mi parte, lesdetallé cómo llegamos hasta allí. Me ahorré algunos pormenores que no venían alcaso (por ejemplo que a las pelirrojas que se montaba les decía Ginny), pero nodejé ninguna duda respecto al sufrimiento que ese hombre singular había vividohasta ese día. Cuando llegué a la parte en que Draco abrazaba el aire y hablabade un perfume a gardenia y sándalo, se miraron asombrados. Hacía días que eseperfume se olía en la casa, en el jardín, en el cuarto de Altais. Luna, laesposa de Ron, había tenido razón todo este tiempo. Hermione estaba allí y algoiba a suceder. De hecho, ya había ocurrido.
Giré el rostro y los vi,recortados en la luz crepuscular. Una niña y un hombre sentados en la hierba,tomados de la mano, mirándose fijamente, envueltos en suave resplandor que sedesvanecía poco a poco.
Altais es una estrella de laconstelación de Draco.
Y la gardenia y elsándalo son dos de los componenetes de uno de mis perfumes favoritos.
Resplandor - Potterfics, tu versión de la historia
Este es el relato dealgo que vi con mis propios ojos. Nadie me lo susurró al oído, ningún cantinerochismoso regó el rumor entre la concurrencia. Ninguna mu
potterfics
es
https://potterfics.es/static/images/potterfics-resplandor-potterfics-5092-0.jpg
2023-02-27

El contenido original se encuentra en https://potterfics.com/historias/71550
Todos los derechos reservados para el autor del contenido original (en el enlace de la linea superior)
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente