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La casa de los Weasley siempre había sido uno de los sitios más animados cuando se acercaba cualquier tipo de celebración, y esas navidades no habían sido una excepción. Los señores Weasley, los gemelos, Ginny, Ron, Harry, Hermione, Bill y Fleur se encontraban reunidos en La Madriguera. Incluso los Lovegood habían decidido pasar y unirse a la celebración un rato, ya que según habían dicho un onipunk se había colado en su cocina y no podían entrar en ella, y Neville.
Charlie no había llegado aún, ya que había tenido que asistir al Ministerio de Magia en un pequeño asunto de orden público: alguien había soltado un dragón de mediana edad cerca de Manchester, y los Muggles estaban aterrados con el monstruo de la navidad.
También habían invitado a Tonks y a Remus, pero ya se habían comprometido a celebrar la fiesta con la familia de ella. Habían dicho que intentarían hacer una visita más tarde, pero siendo la una de la madrugada los presentes no contaban ya con la visita.
Neville, Harry, Ron y Luna estaban conversando en un rincón del comedor, mientras que Ginny y Hermione se encontraban sentadas en el otro lado.
― Me gusta la navidad ― le dijo Ginny de forma casual a Hermione. ― Me gusta que estemos todos reunidos, fuera de Hogwarts.
― Sí, la verdad es que es agradable ― la ratificó Hermione. ― Aunque tu hermano está más baboso que nunca... debe ser por eso del espíritu navideño.
― O porque tú sigues haciéndote la difícil con él, ¿quizás? ― se medio burló su amiga. ― ¿Hasta cuando seguirás así? Es obvio que está loco por ti, pero no esperará siempre a que te decidas a darle una oportunidad.
― Lo sé, lo sé. Pero se portó fatal conmigo este verano, y eso no se olvida.
― No, pero debes dejar estar esas cosas, Hermione ― dijo la pelirroja en tono comprensivo. ― No se olvidan, ¡pero es que tú vives aferrada a ellas! Mira, mi hermano a veces hace las cosas sin pensar, pero ¿qué le vas a hacer? Es corto de vista. Pero aún corto de vista y todo, te recuerdo que te has enamorado de él.
― Caray, Ginny, estás muy reflexiva últimamente... por cierto, hablando de amores; ¿qué tal llevas tu lo de Harry?
― ¿Sinceramente? Mal. Fatal.
Hermione sonrió tímidamente. La verdad, no esperaba esa respuesta y no sabía qué decir. Ginny había querido siempre a Harry, y cuando su relación se desarrolló el año pasado se había enamorado de él. Y aunque se hubieran tenido que separar, ese sentimiento no la había abandonado. Harry la quería, y ella lo sabía, y eso solo ayudaba a que le diera más y más vueltas al asunto. Quería ayudar a su amiga, para que no sufriera todo el día pensando en él cuando no podían estar juntos, pero no tenía modo de hacerlo.
― Vamos, queridas, que es tarde ― interrumpió Molly Weasley. ― Iros ya a dormir.
Hermione y Ginny subieron las escaleras sin hablar más, hasta llegar a su habitación. Entraron, y Ginny cerró la puerta y se dejó caer encima su cama.
― Te lo digo, Hermione. No hagas como yo; no dejes escapar a Ron.
Antes de que Hermione pudiera contestar, la puerta volvió a abrirse, aunque se detuvo los pocos centímetros.
― ¡Ron! ¿Quieres llamar primero?
La puerta se volvió a cerrar, y alguien llamó impacientemente.
― Adelante ― dijo Ginny entre risas mientras se incorporaba.
― Hola, chicas. ¿Estáis bien? Os fuisteis de la fiesta sin despediros.
Hermione y Ginny intercambiaron miradas.
― Creo que estábamos tan cansadas que no nos dimos ni cuenta.
― ¿Qué? ¿Que no os acordasteis de decirnos buenas noches a nosotros?
― ¡Tranquilo, hermano! Ya te lo hemos dicho, estábamos tan cansadas que no pensamos en ello.
― ¡Pero somos vuestros amigos! ¿Cómo no...?
― Ron, ¿puedo hablar contigo un momento? ― preguntó Hermione cansada de las celosías del chico. Él enrojeció hasta las orejas.
― Sí, claro... ― Hermione salió de la habitación, y él se apresuró a seguirla echándole una mirada de nerviosismo a Harry antes de salir.
Cuando hubieron cerrado la puerta de nuevo, Harry y Ginny no pudieron evitar soltar una carcajada.
― ¿Hermione va a darle una oportunidad al fin? ― preguntó el moreno.
― Eso espero, porque no sé hasta cuando podré aguantar que mi hermano esté tan pesado.
― No sé de qué te quejas, ― dijo Harry sentándose en la cama de Hermione, ― la mayor parte del tiempo la pasa conmigo.
Ginny sonrió ante la certeza del comentario.
Luego, el silencio se apoderó de la habitación.
― Ha estado bien la fiesta, ¿no?
― Sí, mucho.
― Me ha agradado que vinieran Neville y Luna, ha sido como volver al año pasado; todos juntos.
― Sí, idéntico ― dijo Ginny, no queriendo pensar en si estaba o no estaba junto a Harry entonces.
Ese pensamiento debió de pasar por la cabeza de Harry, porque volvió a dejar que el silencio fuera el ocupante más activo.
Me he esforzado mucho en no pensar en ti,
y olvidar qué sentí con cada caricia.
En arrancar tus besos de mi memoria
y en hacer como que no te conocí.
Fingir que no dejaste huella profunda
en mi corazón latente, y doliente.
Que nunca fuiste confidente y amante,
que nunca fue mi felicidad absoluta
Quisiera hoy no poder sentir, no sufrir,
no tener un corazón, que no doliera,
que no aprisionara y dejara vivir.
Ser capaz de sonreír, sin miedo a nada.
No haber de convencerme para seguir
y de no haber de estar por ti preocupada.
Ginny sintió el impulso entonces de gritarle. De pedirle que se fuera y que la dejara sola. Decirle cuánto se había esforzado en no pensar en él a lo largo de los últimos meses, y que tenerlo allí en frente, sentado como si nada hubiera pasado, prestándole toda su atención, no le hacía bien alguno.
Pero se contuvo.
Él habló de Quidditch, y ella pensó en cuando estaban juntos en el equipo.
Luego recordó anéctotas de cursos pasados, y ella recordó cuantos años le había esperado en silencio.
Y para colmar el vaso, terminó bromeando que, si Ron y Hermione empezaban por fin una relación, se iba a quedar solo.
Sola es como estaba ella desde junio pasado.
― ¿Has estado bien? ― preguntó él como quien da las buenas tardes.
― No.
― Yo tampoco; esto es un asco.
Ella lo miró, en parte contenta por saber que él tampoco estaba conforme con la situación y en parte triste porque luego, sabiendo eso, le sería aún más difícil no pensar en él.
― Busca a un chico, Ginny. A uno que te merezca y te quiera, y quédate con él.
Harry se levanto, esforzándose en que su mirada no se cruzara con la de ella.
― Para ti es fácil decir eso. ¿Crees que podría estar con alguien y no pensar en ti?
― No, ― contestó él sinceramente, ― yo no podría.
La chica se puso en pie también, y con un hilo de voz dijo;
― Pues vuelve conmigo.
― No, Ginny. ¿No lo comprendes? Te quiero demasiado como para estar contigo; te pondría en peligro.
― ¿En más peligro que en el que ya estoy por ser amiga tuya y una Weasley?
― En más peligro que con cualquier otra cosa.
― ¿Y si no me importa? Harry, no estoy asustada, y si hay que luchar, lucharé. Pero prefiero hacerlo a tu lado.
Él suspiró, sin apartar la vista del suelo.
― A ti puede no importarte que te hagan daño, o que mueras, pero a mi sí me importa. Da igual cuantas ganas tengas de luchar; mira lo que pasó con Sirius. Murió porque Voldemort descubrió cuanto me importaba. Y Dumbledore, que luchaba a mi lado.
― No tiene porqué volver a...
― ¿Volver a ocurrir? ― preguntó él, en tono burlón. ― No, no tiene porqué. Pero pasó con mis padres, con Sirius y con Dumbledore, así que contigo no voy ni a correr el riesgo.
― ¿No te parece que esa es mi decisión?
― No, no lo es. Tú no te vas a sumar a la lista de los que murieron por mi culpa.
El reflejo plateado de una gota precipitándose contra el suelo captó la atención del muchacho. Levantó su mirada, y se encontró de frente con los ojos húmedos de la chica.
― ¿Sabes, Harry? Podría morir mañana de todos modos. No estar conmigo no es garantía de nada, así que no veo por qué reprimirnos.
― No, no es garantía ― volvió a apartar él la mirada. ― Pero si se enterara de lo tanto que me importas iría seguro a por ti.
Ella puso su mano en su mejilla, obligándole a mirarla.
― Que no se entere entonces ― dijo sonriente.
Él le devolvió la sonrisa e hizo desaparecer el espacio vacío que los separaba juntando sus labios a los de ella.
Te he besado, amado y dejado amarme.
Te he mirado a los ojos verdes
y te he visto, y he visto tus temores,
y aún así me mantengo aquí.
He visto la furia que puebla tu alma,
y la pesadez de tus pérdidas,
y la poca esperanza que hay en ti.
Y no he marchado de tu lado.
He visto tus fuerzas desvanecerse
y tu fe con ellas quebrar
He visto en lo que esto te ha convertido
y yo sigo aún contigo aquí.
Y me mantendré por siempre a tu lado;
por mil años y por mil guerras,
por un millón de batallas perdidas,
que puedan estar por venir.
Porque he mirado directo a tus ojos
y he visto en ellos el temor
de llegar a encontrarte solo un día.
Y por eso seguiré aquí.
~*~
Cuando Ginny despertó la mañana siguiente, no recordaba haberse quedado dormida. Estaba dentro de la cama, con la ropa de ayer, y Hermione dormida en la cama de al lado. Tampoco recordaba que Hermione hubiera vuelto.
Lo que sí recordaba es que Harry había estado allí con ella, antes de que se durmiera. ¡Oh, si lo recordaba! Un sentimiento de felicidad absoluta viajó de su estómago a su pecho, y se abrazó sonriendo. Quizás, después de todo, sí que podrían estar juntos.
Hermione se movió en la cama de al lado, y Ginny se tumbó para encararla.
― Buenos días ― le dijo cuando vio que empezaba a entreabrir los ojos.
― Muy buenos días, Ginny ― dijo sonriendo justo antes de bostezar.
― Vaya, te veo eufórica-dormida. Fue bien entonces ayer, con mi hermano, ¿verdad?
Hermione se sonrojó, y era todo lo que Ginny necesitaba para confirmar sus sospechas.
― Me alegro mucho por ti, Hermione ― dijo en un tono algo triste, mientras pensaba que no entendía por qué habían tardado tanto.
― ¿Tú hablaste con Harry?
Ginny la miró seriamente, y vio que en la expresión de su amiga no había sospecha, sólo curiosidad.
― Estuvo aquí, si eso es lo que preguntas.
― ¿Pero... de qué hablasteis?
― Bueno, ya sabes... de Quidditch, de cosas que nos han pasado en Hogwarts y líos en los que nos hemos metido, de la navidad, de que hace más frío que el año pasado, de que ha estado bien tener con nosotros a Neville y Luna este año, para variar... trivialidades de esas.
― ¿Hablasteis de vosotros?
― ¿Para qué? ― contestó cortante. ― ¿Hay algo que decir?
― Oh, Ginny, lo siento... de veras que lo siento.
La pelirroja sonrió.
― Tranquila, Hermione. Tampoco es culpa tuya. Esta guerra no es justa, pero ¿cuál lo ha sido?
Hermione le devolvió la sonrisa, se levantó y se dirigió al baño. Ginny se quedó tumbada boca arriba en la cama, con los brazos debajo la cabeza.
Una risita traviesa se escapó de sus labios. Fingir delante de sus amigos y familia que no estaba con Harry para poder estarlo le parecía un precio que estaba dispuesta a asumir. No era justo, no. Pero por lo menos era.
N/A: Los dos poemas, de cosecha propia y no muy buenos (no me ganaré la vida escribiendo, aunque me guste hacerlo ^^) se titulan Quisiera y Aquí respectivamente.
Riesgos que correr - Fanfics de Harry Potter
Riesgos que correrLa casa de los Weasley siempre había sido uno de los sitios más animados cuando se acercaba cualquier tipo de celebración, y esas navidade
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2024-10-04
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