Rosas Negras - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Rosas negras


Ella, aun estaba tumbada en la cama con dorsel, jugeteaba con la sabanas brillantes de seda roja entre sus dedos. Los rayos de la luna y la tenue luz de las brasas de la chimenea iluminaban con claridad la figura desnuda de ella, Berenice Lestrange, hija de la mujer que mató a Sirius.
Su piel blanca y tersa contrastaba enormemente con su larga cabellera ondulada negra como la noche, sus ojos del mismo color me miraban intensamente, esa misma mirada fue la que hace exactamente tres meses me robó el sueño.
Me sonreía de una manera traviesa y malevola, pidiendome que me acercara y probara una vez mas de sus aridentes labios rojos sangre. Yo le contemplaba pensativo en ropa interior sentado al reves, en una silla de despacho, al fin me levanté y me tumbé junto a ella pero me quedé mirando al techo.

-Sabes que hoy es la última noche no?-Pregunte mirando el techo, que gracias a un encantamiento reflejaba el cielo plagado de estrellas que estaba fuera.

-Si, lo sé. Mañana es la gran batalla. Uno de nosotros dos morirá.

-Sabes que te haré daño y no me arrepentiré de ello.

-Lo sé, y no me importa.-Dijo estirando los brazos y las piernas.-Pero, porfavor, Potter, esta ultima noche no pienses en ello, lo que tenga que pasar pasará.-Soltó una pequeña risa malefica y se lanzó a mis brazos por ultima vez.

Me levanté muy pronto, eran las seis de la mañana, al ser invierno aun no había amanecido. Silenciosamente, y casi sin dolor, me vestí y me marché de allí para no volver jamás. Iba caminando solo, las calles estaban completamente nevadas, los muggles más madrugadores ya estaban quitando la nieve de sus automoviles, para mas tarde ir a sus trabajos.
Como envidiaba a los muggles!! No se enteran de nada, no me conocen, a mi el famosísimo Potter!! No conocen lo que la sociedad magica llegó a sufrir ni lo que esa misma tarde pasó.

Llegué al Ministerio y me dirigí a la reunión de la Liga de Defensa, todos sabíamos que esa misma noche, a las 10 y media, todos los Mortífagos darían un gran golpe en el Ministerio. Estarian todos los mortífagos desde los más humildes hasta los mas destacados. Incluso estaria el Lord Oscuro, y entre los mas destacados, Berenice.
Y sin darme cuenta, llegaron las 10 y media.

Cunado me dí cuenta, estaba rodeado de desesperación, hechizos y más y más malidiciones iban de un lugar al otro del Hall del Ministerio.
Un rayo de luz azulada me rozó el hombro derecho, haciendolo sangrar ligeramente, de inmediato me giré y la ví.
Había llegado la hora de enfrentarme a mi destino, de saber qual de los dos viviría y cual descansaría en paz para siempre.

Ella estaba igual que el día que la conocí en la mansión Malfoy. Con una mirada con un brillo malefico en sus ojos noche, una sonrisa decidida en su boca y toda su cara, sus manos y su cuerpo entero manchado de sangre de sus victimas. Los dos estabamos ansiando librar la batalla y acabar con el otro a pesar de todas las noches de pasión que habíamos pasado juntos.
Quizas lo deseabamos porque sabíamos que si uno de los dos no moría, enloqueceríamos ante ese amor tan imposible.

Se puso frente a mi, la tunica se le ondulaba al ritmo de un viento inexistente, quizas producto de sus majestuosos poderes, estiró el brazo y me apunto con la varita en el pecho con la más firme intencion de darme muerte, pero no lo consiguió.

De nuestras bocas tan solo salían las maldiciones que el contrario esquivaba con una agilidad impresionante.
Cada vez la lucha nos parecía más y más apetecible, y hasta tal punto que lo empezamos a tomarnoslo como un placer que tan solo degustariamos una vez.

Estabamos los dos sudorosos y con una sonrisa de placer en nuestras bocas, nos habíamos aislado de la otra gente tan solo estabamos pendiente de matar al adversario, si ganaba o no el Lord Oscuro era un detalle que no me importaba en esos instantes, había perdido el mundo de vista. Sabíamos que Muy pronto uno de los caería, quizás no tardaría mas de 5 min, pues los dos estabamos hechos polvo después de dos horas y media de frenetico duelo a muerte.

La barrera que Bernice havía creado hasta ese momento se desvaneció como aire. Alzé la varita a la altura de su pecho, justo donde estaba su agitado corazon, y con una sonrisa dulce e ironica pronuncie la maldición que le dio la muerte. Ella instantes antes de recibir la maldicion respiraba ajetreadamente, tenia los brazos bajados, con la varita en su mano izquierda, y en su cara una sonrisa ironica y de resignación, justo antes de recibir el maleficio, soltó un suspiro, que en el dejó ir una especie de niebla blanca con sustancia, su alma, que se disolvió entre la atmosfera del Hall del Ministerio de Magia de Londres.

Mientras lenta y gracilmente caía, sus ojos quedaron mates, sin brillo alguno, vacios.
Finalmente cayó al suelo, inerte y sin vida. Me sentí vacio, pero no sentí dolor, tan solo como quando has logrado tu objetivo en la vida y ya no te queda nada.

Su cuerpo inmediatamente fue recogido por su amante Mortífago, y llevado a seguro, jurandome venganza. Pero no le hice caso alguno y me giré a seguir luchando contra quien se me pusiera por delante.

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Una semana depués...

Hace ya una semana que el Lord Oscuro ha desaparecido para siempre. Las sonrisas son presentes en todas las caras de los magos, hasta los muggles parecen estar más felices!

Las puertas de hierro negro oxidado se abren chirriando dejandome pasar a este cementerio de Mortífagos.
Un ligero viento agita las ramas de los castaños y los robles que hay, empieza a nevar. Las tumbas se llenaran de la fria y blanca nieve de diciembre.
Camino buscando tu tumba, ya la veo, aquí esta tu cama eterna.

A mi mente vienen un par versos del poema que escrivió Hermione cuando hace cinco dias enterraron a nuestro querido Ron.

El frio hiela el aliento,
Tal y como la muerte
Hiela el corazón de nuestro seres queridos.

Hoy extrañamente las palomas de la iglesia,
Vuelan raso,
Y se posan en el campanario.
Los cuervos del cementerio,
Grallan estrepitosamente,
Anunciando así la llegada de un nuevo cuerpo
A la ultima casa del hombre.


En frente de tu lujosa lápida de mármol, te dejo un ramo de 25 rosas negras. Rosa es uno de los años que yo te quité y te devuelvo simbolicamente con estas rosas. Negras, porque es tu color, el de tu mirada, el de tu pelo, tus ojos, tenías hasta una tenue aura negra.
A pesar de lo que te llegué a a querer los primeros tres meses, ahora no siento dolor alguno, supongo que lograr tu muerte era uno de los objetivos de mi vida.

Me giro sobre mis puntas y te digo adios ya para siempre, nunca más nos volveremos a ver NUNCA, aunque en mi corazón siembre quedaran estas 25 rosas negras, siempre quedara tu aura, tu mirada, tus ojos y siempre me quedara tu sonrisa.

Berenice Lestrange, para mi siempre serás el viento y la nieve de diciembre.

 

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2024-09-07

 

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