Samanta Malfoy
Lo observaba. Siempre lo había observado. Le encantaba ese cabello rojo, casi naranja, esos ojos tan azules como el mar profundo. Sabía que estaba mal, sin embargo al amor nadie se resiste. El ser una Malfoy no le impedía observarlo tan detenidamente como lo hacía. El ser él un Weasley si era un problema, pero no para ella, si no para su padre. Lo sabía perfectamente, siempre se lo habían remarcado, "La pureza de la sangre es importante", sin embargo él era de sangre pura, aunque fuera un traidor a la sangre. ¿Por qué su padre tenía tantos perjuicios contra los Weasley? Sí viera cuan diferentes eran a como él los pintaba. Aunque ser como su tío le había dado provechos, al ser la oveja negra de la familia tenía más libertad que su hermano gemelo. Él, al seguir todas las reglas que le había impuesto su padre, ya no podía zafarse de cumplir con la ley de la pureza. Ella, sin embargo, era todo diferente, al haberse rebelado contra su padre y huido de casa, le habían dado privilegios, como poder escoger con quien juntarse, enamorarse, hablar y ese tipo de cosas. Su gemelo, a pesar de tener solo quince años, ya tenía prometida, ¿su nombre? Astoria Greengrass, una chica superficial y algo hueca.
- Amiga, deja de verlo, lo desgastas -dijo una chica castaña, tenía el cabello rizado hasta la cintura y unos hermosos ojos color chocolate.
- Lo lamento, ¿era muy obvio? -pregunto la chica Malfoy, ella tenía el cabello rubio completamente lacio hasta la mitad de la espalda, y unos ojos del color del mercurio; enrojeciendo.
- No tanto, al menos no se te cayó la baba -dijo la chica castaña, la cual respondía al nombre de Margareth Tyler, la rubia rió con sarcasmo.
- Que divertida eres Maggie, sabes que al amor
nadie se resiste -dijo Samanta soltando un sonoro suspiro.
- Sí, Sami, lo sé -dijo la castaña mirando al gemelo del pelirrojo. Justo en ese momento, ambos pelirrojos voltearon la vista hacia el lugar en donde estaban las chicas, ambos sonrieron complacientes mientras que las chicas enrojecían al ver la mirada de ambos oji-azules posadas en ellas. Relatos Cortos
- ¿Por qué nos miran? -pregunto Samanta en un susurro a su castaña amiga, le incomodaba un poco la intensa mirada que el pelirrojo posaba en ella.
- Tal vez se dieron cuenta de que eres muy guapa -dijo la castaña desviando la mirada del pelirrojo a su mejor amiga oji-gris.
- No bromees Maggie, de seguro te están viendo a ti y a tus hermosos rizos castaños -dijo la rubia.
- No mientas, son desastrosos, preferiría tener tu hermoso y lacio cabello rubio -dijo la castaña- además, tus ojos son más lindos que los míos -dijo ella mirando los bellos ojos de la rubia.
- Vamos a clase, Maggie -dijo la rubia, ya súper incómoda con la mirada del pelirrojo posada en ella.
Ninguna de las dos chicas se topo de nuevo con los pelirrojos en todo el día entero. Mientras Samanta pensaba en esos ojos azules que la tenían hipnotizada, no se fijo por donde caminaba por los pasillos. Por otro lado, un pelirrojo iba camino a su habitación junto con su gemelo, ambos iban riendo y empujándose juguetonamente, hasta que Samanta chocó con uno de ellos.
- Lo lamento -dijo el pelirrojo antes de ver a la causante del choque, al verla su sonrisa se ensancho aun más, la oji-gris estaba petrificada mirando esos ojos azules que tanto la atontaban.
- Descuida, fue mi culpa, no miraba por donde iba -dijo la rubia alejándose del pelirrojo.
- Entonces es culpa de ambos, yo tampoco me fijaba por donde iba -dijo él mirando los ojos de color mercurio de la chica.
La rubia no contesto y se limitó a sonreírle, Samanta se marchó hacia su cuarto después de despedirse de los gemelos pelirrojos pensando en que era un amor. Un amor prohibido.
Samanta Malfoy - Fanfics de Harry Potter
Lo observaba. Siempre lo había observado. Le encantaba ese cabello rojo, casi naranja, esos ojos tan azules como el mar profundo. Sabía que estaba mal, sin e
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2024-12-19
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