Sobran las palabras - Potterfics, tu versión de la historia

 

 

 

Hay ocasiones en que esnecesario hablar y hablar de todo y de nada para llenar el silencio.

Yhay momentos en que, simplemente, sobran las palabras.

Tú lo sabías. Eras consciente de ello, tal vez más quenadie. Comprendías que quedarse callado podía decir tanto como mil frasesarrojadas al vacío en manos del azar.

No te he olvidado, ¿sabes? Sigues en mí con cada uno de tusgestos. Tu recuerdo perdurará en mi mente y en mi corazón mientras sigaaferrándome a esta vida.

Aún ayer evoqué tu mirada, una mirada de luna, de jazmín, deseda, ojos color estrella perlada. Sí, tus ojos, esos que a día de hoy siguenpersiguiéndome en sueños, esos que contaban maravillas lejanas y perfectas comoluceros, esos que parecían saberlo todo y que todo lo decían. Ninguna melodíade este mundo es comparable a la voz de tu mirada, que me hablaba de miltesoros etéreos, solo alcanzables en tu compañía.

 

¿Y tu boca? No creas que me he olvidado de ella, de tuslabios suaves y rojizos, tan versátiles, tan expresivos. Cualquier cosa podríasalir de aquella boca perfecta: una sonrisa de éxtasis eufórico, una mueca dedesolada tristeza, un puchero de infantil disgusto

Y tu nariz, esa pequeña y fina nariz que siempre se fruncíacuando sonreías, haciéndote ver más niña, más inocente, más sincera, más tú.

Y la forma en que sacudías tu larga melena de tirabuzonesoscuros, enviando ráfagas de ese particular olor a jazmín que siempre teacompañaba
y cuando estabas escribiendo y soplabas para apartarte el flequillode la cara, y cuando te concentrabas y te recogías tras la oreja un mechón decabello, y cuando te ponías nerviosa y enredabas los dedos entre tus propiosrizos

Podría seguir así durante días, no lo dudes. Pero meconoces, sabes que no soy muy dado a la verborrea infructuosa, que me cuesta encontrarlas palabras adecuadas

Sin embargo, no dejo de pensar que tal vez debí haber hechoun esfuerzo y buscado con más fervor las frases apropiadas para expresar lo quesentía por ti. Quizás no fuese necesario. Siempre tuve la sospecha de que tú losabías. Puede que esa intuición surgiese por la forma en que sonreías cuando meveías acercarme, como si estuvieses en poder de una información que yodesconocía. O a lo mejor se debía a esa sensación que me abordaba al comprobarque, si yo me sentaba a tu lado, me mirabas fijamente. Y te quedabas conmigo.

Echo de menos todo aquello. Añoro cada una de las tardes quecompartimos, durante las cuales yo callaba y te observaba, tan preciosa y tanviva que tu única carencia quedaba siempre en el olvido. La naturaleza no tedotó de palabras, pero en compensación te regaló el don de comunicarte con elcuerpo y el alma. Blog sopper tappers

Yen la burbuja de tu hechizo mudo mi propia voz perdía todo significado, sevolvía superflua e innecesaria. Así que aprendí a hablar tu idioma de sonrisasy miradas. Y nos lo decíamos todo.

Una vez oí que si puedes estar en silencio con una personasin sentirte incómodo, es que has encontrado a alguien especial. He ahí laprueba definitiva de lo que representabas para mí, tras eternidades enterassumidos en la máxima ausencia de ruido.

Pero hoy
hoy se cumplen sesenta años desde que supe de tipor última vez. Me ha costado encontrar el cementerio en el que descansas,¿sabes? Como si el mundo no quisiese que nos reuniésemos de nuevo
como si esofuera evitable.

Pese a todo, aquí estoy. Delante de una lápida de mármolblanco, insultantemente fría y muerta. Una tumba olvidada que nadie ha visitadonunca.

Suspiro. "Cobarde",pienso. Porque sí, tal vez debí habértelo contado todo
cada canción que mehacía recordarte, cada suspiro que exhalé por ti, cada mirada furtiva que tedirigí desde las esquinas
Y, en lugar de eso, callé durante años hasta que fuedemasiado tarde.

Me inclino y, suavemente, con la sutileza de una caricia, depositoa los pies de la lápida un pequeño ramo de flores. Jazmines. Porque hay cosasque nunca cambian.

Vuelvo a incorporarme, observando lo que queda de ti,pensando en el mundo de posibilidades que escondía ese quizá que nunca me atreví a explorar. Y no puedo evitar lamentarmepor todo aquello que pude haberte dicho y que me guardé para mí, por todas lascosas que debí contarte y que me callé, por todos los susurros que se quedaronprendidos de mis labios.

Laduda acabará conmigo. ¿Realmente sabías lo mucho que te quería? Incluso sinhabértelo dicho
¿lo sabías?

Una brisa remolona, de las últimas que esa mañana de febreronos depara, remueve perezosamente los pétalos de las flores, y su delicadomovimiento me recuerda al pausado caer de tus párpados, gesto que me dedicabascomo mudo asentimiento en respuesta a mis preguntas.

Y sonrío. Sí, claro que lo sabías. No has dejado de saberloni un solo día. Un simple murmullo del viento
y nada me robará ya la certezade que conocías mi amor por ti.

Pero, ¿de qué me sorprendo?

Entre nosotros siempre han sobrado las palabras.

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Yhay momentos en que, simplemente, sobran las palabras. Hay ocasiones en que esnecesario hablar y hablar de todo y de nada para llenar el silencio. Hay ocas

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2024-09-18

 

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