Sublime... - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

En untiempo antiguo de la humanidad en donde alguna vez el sol, la luna y lasestrellas brillaban juntas sucedió una triste historia de amor que marcó unanueva época para todos. Los hombres disfrutaban de una inmensa claridad, el díaera esplendoroso y eterno. Nadie se cansaba de la radiante luz que rebosabaen el firmamento y la oscuridad no tenía cabida para nadie.

Fue en esasépocas en que una estrella osó cometer una locura, la más grande para todo serviviente: amar. Hacía tiempo que lo veía, su cabello castaño y sus ojos cafés habíancaptado su atención. Siempre solitario junto al río, siempre sereno, siemprepensativo. Ese hombre se distinguía de los demás por ser callado. Sus manosdenotaban el trabajo que hacía diario, trabajar la tierra para que ésta dierafrutos; amaba sembrar y ver como al paso del tiempo, la amorosa Gea le devolvíael fruto desde sus entrañas. Estaba orgulloso de ello y amaba pasar tiempo fuerade la aldea para pensar en la magneficiencia de la natiraleza, en lo efímera que esla vida y en lo enigmático que era el amor.

 

Contemplabaa todos los astros reunidos en el cielo para alumbrar la vida y los admiraba.Por el Sol tenía respeto, por la luna admiración y por las estrellas teníaternura al verlas tan pequeñas y unidas entre sí para brillar. Ella lo veíadesde ahí y se enamoró de él al descubrir su sensibilidad, su amor por lo quehacía, su alma entregada a la tierra.

Locontemplaba diariamente, enajenada por esos ojos avellana y ese cabello revueltopor el viento. Su torso desnudo al entregarse al trabajo hacían encender eldeseo también en ella, el amor quemaba y el deseo consumía, sí, ella tenía quebesar esos labios y ser estrechada en esos brazos, no podía seguir llevando unaexistencia simple como astro. La vida le reclamaba la oportunidad, tenía quemostrarse a él y ser amada aunque sea una sola vez.

Él un díala descubrió en el cielo entre todas y se quedó observándola largo rato. Laestrella brilló con mas fuerza y entonces se prometió a sí misma que él llegaríaa sentir por ella lo mismo. Transcurrió el tiempo y al pasar de los días él se estremecíamás al verla, sentía su corazón palpitar al elevar los ojos y ver a esaestrella reluciente que tenía diferente el brillo a todas. No era una estrellacomún, sino una que brillaba solo para él.

La luzceleste no podía más con el amor que sentía y conjurando el prohibido hechizotomo forma humana; fue entonces cuando una bella mujer enigmática aparecíaentre los hombres, llamando la atención por sus ojos grises y su piel blanca,parecía una diosa bajada del cielo, con una belleza sublime y posó su mirada enél. Inmediatamente las almas se compenetraron y no hubo más que dejar hablar alamor.

No hubopalabras, ella apareció en todo su esplendor y él se quedó de piedra. Avanzólentamente hacia la presencia masculina y lo besó con ternura, un besoprohibido que desencadenó la pasión entre ambos y se dejaron arrastrar. No seresistió: Algo le decía a él que ella tenía lo que buscaba, conoció el amor enesos brazos de porcelana de la joven estrella y nada lo hacía más feliz queesos momentos robados a la vida, en donde parecía todo posible

-Ereshermosa y te mi corazón te necesita -decía la voz masculina al tiempo que acariciaba los rubios cabellos de la estrella convertida enmujer por una sola vez, solo para él.

 

-Ámame-susurró la estrella entregándose otra vez al amor en aras del castaño que nodudó en hacerla suya de nuevo. El amor se desbordaba y ambos lo acunaron entresí para ser felices.

Despuésvino el sueño adormecedor, ella aprovechó para darle un último beso en los labios yregresar a su lugar, de donde nunca debió haber descendido; todo acto tieneconsecuencias y en la corte celeste las cosas se sabrían tarde o temprano

-¡Impensable!-resonaba la voz de Zeus, el padre de los dioses al conocer el motivo de lareunión estelar: astros y dioses estaban deliberando el proceder de la diminutaestrella que estaba enamorada de un ser prohibido: un hombre.

-¡No serápermitido jamás! -secundó Ares, el dios de la Guerra al verse ofendido por talcomportamiento.

-Conocesbien las reglas, pequeña -comentó maternalmente Afrodita, aunque ser diosa delamor la llevaba a sentir compasión por la estrella.

-Todo esoque dicen lo sé.

-¿Y si losabías por qué te aventuraste? -acotó mordaz la Luna

-¡Porque elamor llega de repente y no se detiene ante nada! -sollozó ella con la vozentrecortada.

-Atente alas consecuencias - amenazó altiva la Luna.

-¡Nuestraley lo prohíbe, un mortal y un ser celeste jamás podrán estar juntos! -VociferóZeus haciendo callar a todos y solo se escuchó una tímida voz después.

-Sí, se quefalté a la ley y vengo a ser juzgada por ello.

-¿No teimporta morir entonces? -preguntó Saturno, el más sabio de los planetas al verla decisión de ella.

-No,prefiero ser yo a que algo le pase a él.

-Eso es unatontería irracional -opinó Atenea, la ama de la Justicia.

-No escorrecto, nunca podrá ser -apoyó Mercurio, el primer planeta.

-Estrellaeres y al cielo perteneces, no tienes nada que hacer en la tierra -confesó Hera,la madre de los dioses.

-Lo sé, nome opongo a lo que decidan.

-¿Él losabe? ¿Sabe que eres un astro celeste y no una mujer como le hiciste creer? -IncrepóUrano con ojos intranquilos.

-No.

-¡Convertirteen humana para atraerlo, para seducirlo, que bajo has caído! -arremetió la Lunaenfurecida

-¡Paraamarlo!, ¡no para seducirlo!

-Ingenuaestrella que creyó en el amor, te entregaste a él como una vulgar pasiónmortal.

-Luna,¿Eres tú quien usa esas palabras tan crueles? Recetas faciles y rápidas

-Tiene razón,tal afrenta debe ser castigada -sentenció Plutón.

-Ya dijeque acataré la ley, brillaré en otras latitudes, me alejaré de la tierra. Notemo eso, ¡pero a él no lo toquen, es inocente, no sabe nada!

-¿Losalvas?, ¿Prefieres su vida a la tuya? -se extrañó Ares, siempreincomprendiendo al amor.

-Para mí nohay esperanza, pero él puede reencontrar el amor.

-Y de nadasirve entonces tu sacrificio si sus besos llegarán a pertenecer a otra,mientras tú serás consumida -rió la Luna con sorna.

-Luna, sétu secreto, tu pasión escondida por él. Sé que deseas hechizarlo con tuinflujo, atraerlo para que se fije enti, que se inspire al verte y no lo vas a lograr.

La Luna alver descubierto su amor por el mortal, calló avergonzada y soportando las durasmiradas de toda la corte celestial que con reprobación le dirigían, no sólo porjuzgar así a la estrella, sino porque compartía el mismo interés.

-¿Es esocierto Luna? -cuestionó Hera frunciendo el ceño.

No contestóy desvió la mirada cargada de odio hacia la Estrella que la observabadesafiante y decidida a hacer algo que marcaría su existencia, aunque eso significarala muerte inmediata

 

-Lunacaprichosa que crees ser la dueña de todo lo que toques, no permitiré que teadueñes de él, soy capaz de

-¿Demaldecirme? Te recuerdo que eso lleva consigo tu muerte.

-Eres despreciable,te aprovechas de tu manto luminoso para deslumbrar al que te ve, pero él me amay no caerá ante tus falsos encantos.

-¿Tesientes superior a mí, vulgar estrella?

-Estrella,no puedes hacer eso, lo sabes, maldecir te quitará la vida

-No meimporta si con eso lo libro del influjo de ella.

-¡Estrella,no sabes lo que dices! -exclamó Neptuno con voz amenazante.

-Ja, ja,ja, Todo hombre se enamora de la luna y no de unaestrella insignificante como tú. Lo que sintió fue un encantamiento, peropronto me volteará a ver como todos, admirando mi belleza por sobretodas las mujeres del mundo, soy intocable para ellos y eso les hace amarme. Soy la musa de la poesía de la vida y tuhombre no será la excepción.

-Lunaenvidiosa que muerdes los corazones con tu egoísmo, no lo tendrás jamás.

-Lo tendréy tú no podrás hacer nada desde tu castigo.

-¡Jamás!

Al decir esto,empuñó un filo que la atravesó mortalmente al tiempo que la vista se lenublaba.

-¡Niña! -exclamóSaturno, su amigo eterno, mientras las demás estrellas apartaban la vista,llorosas de la cruel escena, la estrella sacrificada por maldecir eternamente ala Luna:

-Brillarásalejada de toda alegría Luna, serás lamento de criaturas repulsivas hijas de laoscuridad como tu mismo corazón, no verás de nuevo la compañía del Sol, serásautora de cosas terribles y perderás la devoción que se te tiene. Desterrada,exiliada del día. Permanecerás oculta y para mostrarte tendrás que esperar aque el Sol se vaya

-¡No! -exclamóla altiva silueta blanca que reconocía el destino que le esperaba al estarsola.

-Por díasno saldrás, te fragmentarás, serás un débil reflejo del esplendor que vivesahora

La estrelladejó de hablar porque la vida se le escapaba a cada hálito que daba. Sus ojosgrises se opacaron para dejarse caer al suelo, inerte.

-¡Zeus, porpiedad!

-Has sidomaldita por la muerte de una estrella, Luna y yo no puedo hacer nada alrespecto, lo sabes, ella sacrificó su vida por él y eso no tiene revocación.

-¡Algo puedehacerse!, ¡No puedo estar sola!

-Nosotrasla acompañaremos -dijo tímida una estrella que hablaba en representación detodas.

-¿Ustedes? -Preguntóel padre de los Dioses extrañado.

-Sí,queremos que ella esté segura que la Luna jamás intentará nada contra su amadoporque nosotras lo impediremos, no nos asusta la oscuridad porque haremos algobueno al estar ahí. Las almas humanas no merecen estar acosadas por laoscuridad y brindaremos consuelo a aquel que llore por haber perdido el Solcuando éste se vaya.

-Así seráentonces, la Luna y las Estrellas estarán juntas a partir de hoy.

-Gracias -musitóla Luna.

-No es por ti,es por ella, porque no querría que él estuviera solo contigo, nosotrosbrillaremos para él y jamás la olvidará.

Después deesto, todos callaron observando el cuerpo de la estrella que amó a un mortal. Lamayoría estaba consternado por los hechos, entonces fue cuando Afrodita seacercó a ella y amorosamente la abrazó.

-Lo sientomucho, pero te entiendo -susurró.

Le dirigió unamirada a Zeus y éste le hizo una señal afirmativa. De entre su túnica sacó unfrasco que brillaba por el cristal del que estaba hecho. Tomó con magiaantigua la esencia, el alma de la estrella que aún estaba dentro del cuerpo y laguardó ahí.

Días despuésen la aldea había un acontecimiento, encontraban cerca del río inconsciente auna joven con los ojos grises y piel blanca, con el cabello rubio como el sol. Losaldeanos estaban admirados de esa niña tan hermosa que llegaba hasta ellos. Eljoven de cabello castaño llegaba hasta ella intrigado por los rumores de talcriatura. La vio y sintió estremecerse al reconocerla. Se inclinó a besar esospálidos labios y a los pocos momentos ella reaccionó abriendo los ojos y sonriéndole.

El regalode la diosa se hacía patente, la traviesa Afrodita hizo algo que haría feliz amuchos: El alma inmortal de la estrella estaba ahora en un cuerpo humano, enuna mujer para siempre. No sería jamás una estrella, pero al menos estaría conel amor de su vida para toda su vida humana.

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2023-02-27

 

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