Totalmente Slytherin - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

¡Hola gente!

Lo siguiente son un montón de notillas bobas que bien se pueden saltar.

Hace tiempo que no creaba un One, ya los extrañaba. En realidad éste ya tiene tiempo que lo comencé, pero por una razón o por otra nunca lo terminaba. Lo inicie en Agosto, en una aburrida clase de Inglés, pero la clase se acabó demasiado pronto y no tenía demasiado escrito pero la idea general me gustó y ya ven, no lo abandoné. Esta pareja es una de mis favoritas, e intenté ponerle el humor negro que tienen los Slytherin, pero advierto que uso mucho a Pansy así que a los que no les caiga bien la chica no creo que esto les agrade. Intenté darle la personalidad que yo creo tiene, la moldee a mi gusto con el único placer de mostrarles lo que yo creo que es Pansy Parkinson, ojalá no los decepcione.

 

Dedicado a AndyP y a Ceci Black porque sé cuanto esperaron para leerlo y ya por fin aquí está. Andy: Toma este One como compensación por mi falta de inspiración hacía tu regalo de cumpleaños, espero que te guste aunque sea un poco. Ceci: Es para ti, linda, por no dejar que me rindiera, por preguntar por esto, gracias a eso es que decidí terminarlo, espero que el resultado te guste.

¡A leer!

Sus ojos se dispararon hacía arriba cuando los primeros rayos del sol la iluminaron. Tenía una expresión de paz y una sonrisa diminuta en su boca. Pensaba de nuevo en ese sueño, del que acababa de despertar.

Era la tercera vez en esa semana que se despertaba sintiendo una pequeña punzada de culpabilidad, opacada por un sentimiento extraño, algo que le quemaba la garganta y le ardía en el pecho, que le encogía el corazón y le bloqueaba cada pensamiento que no tuviera relación con esa conversación con Draco Malfoy.

Le hervía la sangre cada vez que recordaba la naturalidad con que Draco le había dicho que se casaría, como si nunca se hubieran amado con intensidad, como si ella sólo fuera una amiga más, sin tomar en cuenta que él le había robado su inocencia, por muy infantil y ridículo que sonara eso.

Y desde aquel fatídico día se había sorprendido así misma soñando con la boda de Draco y Astoria Greengrass, imaginando que se armaba de valor y se interponía entre ambos, reclamando lo que por derecho era suyo.

Siete años le había pertenecido, por siete largos años ella, sólo ella, había colgado de su musculoso brazo, sonriente, feliz de ocupar el lugar que le correspondía. Porque siempre le habían dicho que un rey necesita una reina, y eso era ella, la reina de Slytherin, gobernando a las serpientes en compañía de su rey, de su Draco.

Se negaba a aceptar que él se casaría con otra, que haría su vida y que no terminarían juntos, como estaba predestinado. Desde que ambos nacieron, los Malfoy y los Parkinson habían sellado ese trato, unirían a sus familias; pero Draco, de un tiempo a la fecha, estaba tan empecinado en llevarle la contraria a Lucius, que había roto ese acuerdo a la primera oportunidad.

Y ella sabía que sólo la dejo por ello, porque quería rebelarse, no porque no la quisiera. Pero siempre creyó que en cuanto la extrañara, volvería a su lado, que no pasaría demasiado tiempo, no se esperaba esto, nunca se lo hubiera imaginado
o quizá sí.

 

Lo besaba con una pasión casi animal, enterraba sus manos en sus cabellos platinados, despeinándolos. Enredaba su lengua con la suya mientras él exploraba cada centímetro de piel en sus hombros, con suavidad. Lo deseaba, no tenía duda, quería ser suya, en ese momento, en esa aula desierta, ya no podía esperar más, cuatro años habían sido suficientes.

Deslizó una de sus pálidas manos por la espalda de Draco, hasta rozar el borde de su camisa, entonces introdujo sus dedos fríos y rozó su torso, casi con dulzura, a lo que él respondió con un estremecimiento.

¿Qué haces, Pansy? Preguntó, separando sus bocas, pero sin alejarse demasiado.

Intento desabotonar tu camisa Respondió ella, quitándole importancia, como si él le hubiera preguntado por el clima.

Eso lo noto, pero ¿por qué? Insistió, sin atreverse a mover un musculo, pero sin aflojar la presión sobre la pequeña cintura de la joven.

Porque te qui
Se detuvo a media palabra, paralizada por lo que sus labios casi pronuncian, alzó sus brillantes ojos hasta posarlos sobre los de él, igual de quieto que ella, esperando deseo Intento corregirse, mordiendo fuertemente su lengua, como castigo.

¿Me quieres? Se sorprendió Draco, abriendo mucho los ojos y soltándola sin pensarlo.

Yo
Dudó. No se sentía capaz de decidir si lo quería o no, de hecho, no se sentía capaz de volver a hablar. Intentó abrir la boca, apoyándose del dulce brillo que emitían los ojos de su novio, pero cuando estaba a punto de afirmar, una sonrisa socarrona se extendió por el rostro de él, y ella entendió que debía dejar salir a flote su orgullo. Vamos Draco, sabemos que estamos juntos porque nos conviene a ambos, y porque feo no eres, pero el amor es algo demasiado bajo para un sangre pura.

El chico frunció el seño, juntando las cejas hasta que estas se volvieron sólo una delgada línea platinada, arrugó los labios y enfrió su mirada. Entonces Pansy supo que había hecho algo mal.

Que lastima que pienses así Le espetó, antes de darse media vuelta y dejarla sentada en el escritorio, con el tirante de la túnica de gala un poco abajo y el apretado peinado, totalmente desordenado, y antes de salir se volvió de nuevo con una triste sonrisa pero los ojos en llamas. Porque entonces, para ti, estoy por debajo del nivel de un sangre pura ¿no, Pansy?

Y salió, azotando la puerta y dejándola desconcertada y confundida.

De cualquier manera aquel era el gran día y debía demostrarle a Draco que no se dejaba amedrentar por nadie, ni siquiera por la estirada y altanera de Greengrass. Iría a su boda y pondría la mejor sonrisa falsa que tenía guardada, aquella que utilizaba para las reuniones familiares y que dejaba convencido a cualquiera. Además, debía de lucir despampanante, para que su Draco se diera cuenta de lo que había dejado ir.

 

Se levantó por fin, arrojando las sabanas de seda fina al suelo. Caminó con elegancia por la gran habitación, rumbo a la ducha. Pensaba en los momentos con Draco, en cómo ella misma había sentido un cambio en su novio de un tiempo a otro: como de la noche a la mañana; aunque en el fondo, ella sentía que había ocurrido en el momento en que dijo esas cosas acerca del amor, porque presentía que Draco había estado a nada de decirle que la quería, y con eso, hubiera sellado prácticamente su matrimonio futuro.

Pero en ese tiempo habían ocurrido muchas cosas, él se había alejado, y eso había hecho que ella lo persiguiera incansablemente, hasta el punto de sentirse humillada, despreciada por aquel que una vez había sentido verdadero amor por ella, por una Parkinson y no por una Greengrass.

Estaban en sexto año, en una habitación cerrada. Se desnudaban con pasión, casi cayendo en lo salvaje. Él apretaba tanto sus bocas que casi no podía respirar, y hundía tanto las uñas de su mano izquierda en la cintura de la chica que le estaba dejando marcas. Ella hacía continuas muecas de dolor, pero él no le daba tiempo para quejarse, con sus profundos besos. Hasta que el rubio comenzó el ascenso hacía sus pechos, y entonces ella lo alejo empujándolo con los pies.

¿Qué te pasa, Draco? Gimió ella, mientras intentaba recuperar el aliento.

Pero él no respondió, simplemente intento abalanzarse de nuevo sobre ella, para descargar toda su frustración. Pero ella lo rechazó de nuevo, empujando el abdomen del chico con sus pies.

No, hasta que me digas porque has actuado así últimamente Exigió, cruzando los brazos sobre la desabotonada blusa.

Él gruño.

Vamos, habla, yo se que tienes una adorable voz Insistió, con una sonrisa tranquila.

No juegues conmigo Ladró él. Ella convirtió su sonrisa en una mueca por el tono de despreció imprimido en las palabras de su novio.

No estoy jugando contigo de ninguna manera Replicó Pansy. Simplemente quiero saber dos cosas.

Draco alzó el rostro en su dirección, esperando. Ella lo interpreto como una señal de que tenía permitido continuar.

¿Por qué estás tan ojeroso, tan pálido, como si no vieras la luz en todo el día? ¿Por qué peleas con Snape si él era como un padre para ti? ¿Por qué ya nunca te veo más que cuando te dan estos ataques de desesperación? ¿Por qué no me dices más que una palabra desde que me tomas del brazo hasta que terminamos y te vas aún más furioso? Mientras hablaba, ella se había puesto en pie, y había caminado hasta estar frente a él, y aunque tenía que levantar la cabeza hasta casi romperse el cuello para mirarlo a los ojos, no perdía contacto visual. Estaba decidida a obtener todas esas respuestas. Y también quiero saber porque me tratas así.

 

Eso no son sólo dos cosas Contestó él, de mala gana.

Entonces escoge dos y respóndeme, pero hazlo y dime la verdad, por favor Suplicó Pansy, algo que no veías a diario. Y Draco lo notó, tal vez fue por ello que por una vez, fue sincero.

Nunca me ves porque tengo cosas importantes que debo realizar

¿Qué cosas? Preguntó, interrumpiéndolo.

Cosas que no te puedo contar, Pansy La paró él, y antes de que quisiera seguir preguntando, continuó hablando. Y si te trato así es porque tú lo quisiste Pansy se quedo estupefacta, lo miró y entreabrió los labios, dispuesta a replicar, pero él, de nuevo, la detuvo, no quiero hablar de eso ahora, ya será en otro momento.

Y sin más, se dio media vuelta, dispuesto a dejarla ahí plantada de nuevo, en la misma aula vacía en que la había dejado dos años atrás. Y una vez más, se giró antes de abrir la puerta, y habló.

Si te molesta que te utilice, descuida, hay muchas otras que quisieran hacerlo.

Envuelta ya en la túnica verde botella, que tenía un escote pronunciado y una abertura en "v" por la espalda, las altas zapatillas, y el cabello perfectamente ordenado, se dispuso a salir de su departamento de soltera, en el que vivía desde que sus padres se habían quedado prácticamente en la ruina. Sin el apoyo del ministerio, las cosas para las familias poderosas y aristócratas como los Parkinson, se comenzaron a complicar, al punto que los galeones comenzaron a escasear. Pero ella tenía suerte, eso lo sabía, porque mucho antes de que la guerra estallara, la hermana de su madre le había regalado aquel departamento, y ya que no estaba a nombre de los Parkinson, pudo conservarlo sin problemas. Letras en Graffiti Gratis | Descubre Todos los Estilos

Tomó la túnica de viaje y se miró en el espejo del recibidor. «Radiante» Alabó el espejo, acostumbrado a soltar aquella clase de cumplidos. Pansy sonrió satisfecha, admirándose, sin hacer ningún caso a las fotografías que reposaban debajo del espejo. Fotografías significativas, que la llenaban de recuerdos, y que pertenecían a una sola persona. Era por eso que no bajaba la mirada, eso y su tremenda vanidad, mirar aquellas fotos suponía un golpe bajo a su orgullo, y ella no era de las que se dejaba amedrentar.

Sin embargo, como cada día, antes de partir a su destino, antes de agitar su delgada varita en el aire, dispuesta a desaparecerse, lanzó una mirada furtiva que voló hasta posarse sobre una de ellas, y la retiró antes de que el recuerdo la empapara; dio media vuelta y se sumergió en una obscuridad aplastante, que por más que lo intento, no la libero de sus pensamientos.

Vamos, Pansy, es fácil La alentaba un niño de no más de nueve años, de brillante cabello platinado y sonrisa sincera. Le tendía la mano, esperándola, pero ella tenía miedo.

 

Me caeré Chillaba ella, una niña pequeña de la misma edad que él, pero con el cabello negro cortado hasta el hombro. Tenía sus bracitos pálidos cruzados sobre su pecho, y miraba con terror como el niño se balanceaba adelante y atrás en una escoba voladora.

Claro que no, yo te sujetaré Afirmaba él, con seguridad en si mismo. Infló el pequeño pecho para demostrarlo, en un gesto tierno. Ella suavizó la expresión, pero seguía recelosa. Pansy La llamó él, nunca permitiría que te pasara algo.

El redondo e infantil rostro de la pequeña se iluminó, y sonriendo, tendió su mano al niño, sin miedo ya. Este la jaló un poco, emocionado, y la ayudó a subir en la parte trasera de su escoba. Entonces emprendió el vuelo. Cuando los pies de Pansy dejaron de tocar el suelo, el pánico volvió a ella, y la obligó a abrazarlo por la cintura tan fuerte que sus manitas comenzaron a dolerle.

Draco Susurró en su oído, mientras apretaba firmemente los ojos.

Tranquila, abre los ojos Pidió, con la voz exultante de alegría por estar de nuevo en los aires.

Pansy obedeció, y se encontró con que el jardín de la madre de Draco estaba debajo de ellos, y que, desde arriba, se veía diez veces más hermoso de lo que era desde abajo, considerando su pequeña estatura. Inspiró profundo y disfrutó el aire fresco que rozaba su rostro. Era vigorizante. Las nubes parecían estar al alcance de su mano, puestas como algodones de azúcar listos para ser saboreados. Volaban bastante alto, pero aferrada a la cintura de Draco, nada le podía hacer daño, nada le parecía peligroso.

Entonces empezaron a descender, primero rápido y después con suavidad. La bajada había provocado que las tripas de Pansy se le fueran hasta la garganta, pero supo disimular su miedo cuando su madre y la de Draco se acercaron, presurosas, por el inmenso jardín de la casa de los Malfoy.

¿Estás bien, Pansy? Preguntó su madre, con indiferencia, cuando ella colocó sus temblorosas piernitas en el pasto.


sí, madre
Respondió la niña, bajando la cabeza.

Sólo dieron una vuelta en la escoba, Anthea Exclamó Narcissa Malfoy, rodando los ojos y acercándose a su hijo, además Draco no la dejaría caer.

Nunca Afirmó el rubio, mientras asentía con fervor. Ambos nos cuidamos, porque algún día nos casaremos.

Y Pansy sonrió, encantada.

Había decidido llegar con un elegante retraso, como le decía su madre que hiciera siempre que la sociedad fuera a estar presente. Y bien valió la pena, porque cuando pisó la alfombra esmeralda de Malfoy Hall con sus altos tacones, todos giraron la cabeza esperando contemplar a la radiante novia, para encontrarse con la despampanante ex novia. Les sonrió complacida a todos y levantó una ceja con arrogancia.

 

Después, dirigió sus pasos hasta la parte frontal que pretendía ser un altar, donde Draco esperaba a que Astoria aceptara casarse con él. Se plantó frente al rubio, dibujó una media sonrisa en su boca y se acercó hasta su oído, inclinándose sobre las puntas de los pies.

Gracias por la invitación Susurró, provocando que se erizaran los vellos de la piel de él.

Intentó transmitirle en esas cuatro palabras todo lo que sentía, todo lo que quería. Significaban que estaba cometiendo un error, que sus hijos deberían de llevar su obscura cabellera y no la rubia de Greengrass. Significaban que lo quería, y que enfrentaría el ridículo público de escaparse con un hombre comprometido el día de su boda si él se lo pedía. Significaban orgullo, decían que era la última vez que lo insinuaba, que a partir de entonces podía olvidarse de ella. Significaban resignación, porque sabía que aquello que deseaba interiormente, no ocurriría. Y significaban agradecimiento, por todo lo vivido durante tanto tiempo juntos.

Draco Malfoy era un chico, ahora hombre, duro. Nunca dejaba a la luz sus sentimientos y le costaba reconocer los de los demás. Sobretodo si se trataba de Pansy, porque ella cambiaba de parecer como cambiaba de zapatos. Le era sumamente difícil averiguar sus verdaderas intenciones, sus verdaderos pensamientos, y sobretodo sus verdaderos sentimientos. Pero aquella vez, cuando la vio separarse de él con la misma sonrisa irónica con la que había llegado, mientras apretaba un poco los puños, lo supo sin más.

Sabes que no puedo Se disculpó, con ella y con él mismo, por traicionarse.

¿Casarte con Greengrass? Eso lo sé desde el día en que nos conocimos Bromeó ella, con el humor propio de un Slytherin, burlón. Se que lo harás, aunque te despiertes con mi imagen grabada aún en tu retina mientras ella ocupa mi lugar en tu cama.

Le guiñó un ojo, sonrió son suficiencia y agitó su larga melena al girarse, dándole la espalda, para sentarse en los bancos decorados, justo en la parte de atrás, justo cuando Astoria hacía su entrada triunfal.

Los cuarenta minutos con doce segundos que duró la ceremonia, Pansy estuvo muy entretenida admirando su perfecta manicura o criticando mentalmente el adorno del lugar, alegando qué hubiera puesto ella y qué, sin preámbulos, debía ser arrojado a la chimenea (de preferencia junto con la novia). No fue hasta que todos se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir, que dejó de analizar sus cabellos, uno por uno, para saber cuales requerían un corte.

Entonces agitó sus cabellos, echándolos atrás. Entonces se levantó con delicadeza y colocó una mano en su perfecta cintura, altanera. Entonces caminó con toda su elegancia y su porte hacía la salida antes de que la feliz pareja la arrollara al pasar. Entonces se detuvo, justo ahí, esperando, negándose a mirar al frente, negándose a escuchar aquel "los declaro marido y mujer".

Draco tomó a su esposa de la mano y la invitó a bajar del altar para dirigirse a la fiesta que celebraría su unión. Si bien no se encontraba radiante al menos reconocía que Astoria era una gran mujer, una mujer digna de llevar el apellido que lo representaba, por algo había sido ella la elegida de entre tantas otras.

 

Astoria era comprensiva y delicada, pero sabía callar cuando era necesario y siempre tomaba las decisiones correctas. Draco sabía que sería una buena madre para su hijo, y eso era lo que necesitaba. Lo que necesitaba, más no lo que su alma deseaba. A estas alturas del partido él tenía claro que no estaba en posición de elegir, debía aceptar lo que le correspondía siempre con la cabeza en alto, sin mostrar lo que quería; debía ser fuerte y pagar su penitencia.

Poco antes de la boda, nunca supo si fueron sólo un par de meses o tal vez algunos minutos, creía que no existía nada que lo obligara a bajar la cabeza y con ella su orgullo. Mientras intentaba cumplir su parte del trato, llevando a Astoria por el pasillo, con la cabeza en alto, volvió a cuestionarse aquello, porque esos ojos negros, profundos como el mismo abismo, lo enfrentaban, disimulando a la perfección todo lo que decían bajo la mascara de una sonrisilla burlona.

Vaya Greengrass, al fin se ha cumplido tu sueño, parece que las infantes andan de suerte hoy El tono que Pansy utilizaba distaba de ser ofensivo, sonaba alegre, alegremente sarcástico, primero Weasley captura a Potty y ahora tú te has casado con un Malfoy, bien hecho.

Astoria siempre había sido diferente al resto de las serpientes, sí, era igual de egocéntrica y ambiciosa, pero el humor negro nunca había sido lo que más le iba, por tanto se sentía débil ante serpientes en bruto, gente totalmente Slytherin, como Parkinson. Apenas atinó a sonreír de lado y desviar la mirada hacía los amplios jardines de la casa de su marido.

Ya entiendo por qué la has elegido, Draco, cariño Continuó la morena, enmarcando las cejas para que combinaran con su mueca burlona, sin dejar de mirar las mejillas rojas de Greengrass, prácticamente no habla, es todo lo que siempre buscaste en una mujer.

Sólo sabe cuando callar, cosa que aprecio Contestó él, restándole importancia, como si no le afectaran los comentarios, fingiendo lo aburrido que consideraba hablar con Pansy, siempre fingiendo, siempre con la cabeza en alto Espero que eso te ayude a comprender por qué no vas de blanco hoy.

Pansy sabía que Astoria había detectado todas aquellas indirectas arrojadas en sus mordaces palabras, y que las palabras del chico sólo habían confirmado sus sospechas; estaba tan segura de ello como lo estaba de que la chica le tenía miedo. Por eso siguió sonriendo, tranquila, segura de tener todas aquellas virtudes de las que Astoria carecía, virtudes que Draco amaba pero que se empeñaba en ocultar, como todo buen Slytherin.

Puede ser Concedió al fin, después de algunos segundos de silencio, disminuyendo su sonrisa a una más discreta, pero como Parkinson, sangre limpia, y sobretodo como Slytherin, es mí deber tener la última palabra.

El darse la vuelta y caminar pisando fuerte hacía los jardines sólo sirvió para acentuar su discurso, demostrando así que tenía la razón, pero después de un par de pasos aquellos pensamientos ocurridos en su cabeza durante esa semana, volvieron, y hubo un cambio de planes.

Casi lo olvido Dijo, volviendo la cabeza en un gesto idéntico al que había realizado Draco tantas veces, tantos años atrás, cuando estés en tu noche de bodas, recuerda que se llama Astoria.

Y Draco no pudo más que sonreír apenas perceptiblemente cuando Pansy rió con soltura y se alejó por los jardines, desapareciendo un poco más allá de las begonias, restregándole en la cara la fascinante criatura que se había perdido por un capricho, pero sobretodo, demostrándole a él y al mundo, que nadie detiene a Pansy Parkinson, porque es una Slytherin, la perfecta serpiente.


Recuerden que los Slytherin son ambiciosos, así que Pansy quiere muchos comentarios, en sus manos está hacerla feliz.

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Hace tiempo que no creaba un One, ya los extrañaba. En realidad éste ya tiene tiempo que lo comencé, pero por una razón o por otra nunca lo terminaba. Lo i

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2023-02-27

 

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