"Lord Voldemort ha vuelto", "El Sr. Oscuro atacaMinisterio";los mismos títulos se mostraban imponentes desde haciasemanas en las primeras planas de "ElProfeta" . Recordó como los primeros había aparecido una fotode su mejor amigo y hermano, con cara de angustia y frustración, ¿Cómo nohacerlo, si ella misma estaba afligida?; la tristeza del Niño que Vivió no sedebía en si a que el asesino de sus padres había vuelto sino porque le habíanquitado a la única persona que consideraba su familia: Sirius. No lo habíaconocido lo suficiente pero el hecho de uqe sus padres se lo hubieran asignadocomo Padrino, le daba más que confianza, le daba seguridad. Juro que BellatrixLstrange pagaría por su cometido, ella no se opuso a ese jurar pues Sirius lahabía protegido innumerables veces aunque fuera de los más insignificantespeligros y se había preocupado por ella tal y como lo había hecho por suahijado.
Una lagrima corrió por su mejillaal recordar sus ojos grises, y no el gris platinado tan característico de DracoMalfoy, sino uno de tonalidad mas obscura. Esos hermosos ojos que durante añosla habían mirado con un amor indescriptible, esos mismos ojos que la miraroncon infinita ternura hasta el ultimo segundo de su vida.
"Sirius Black" su amigo, el segundo padre de su amigo y compañero detodos, pero mas que nada, él había sido
SU perro guardián. Inconscientementellevo sus manos a su cuello, del que colgaban dos cadenas igual de hermosas: lamás corta tenia a un pequeño gato sobre 3 enormes libros, su madre se lo habíaobsequiado poco antes de entrara a Hogwarts; la segunda cadena le llegaba alaaltura del corazón, colgando de ella un enorme perro negro que extrañamente habíaencontrado en el ultimo mes en su casa.
Sus ojos marrones recorrierontoda la habitación, los colores dorado y rojo llenaban la habitación; como erade esperarse, la castaña se encontraba al fin en su segundo hogar, la escuelade Magia y hechicería Hogwarts. No sabia como y cuando fue que sucedió, peroesa era solo una prueba mas de que el tiempo pasa rápido y sin condiciones quese le puedan poner para que logre detenerse unos momentos, Octubre estaba porcomenzar y aunque la tarea que Dombludore le acaba de asignar a su mejor amigoHarry lo mantenía ocupado, ella no olvidaba lo sucedido hacia semanas, cuandoel 5to curso estaba por acabar.
Su estomago rugió y la castaña sepuso de pie, bajaría a la cocina por algo de comer. Hermione Jane Granger romperíalas reglas, per ¿a quien le importaba? Todos la conocían como la ratona debiblioteca y la que nunca rompe las reglas, era por eso que desde hacia díasbajaba de su habitación hacia las cocinas y a mitad de las penumbras comíatranquilamente, los mismos días que tenia que casi no comía y no bajaba acenar. Algunos creían que su angustia se debía a que últimamente Ronald pasabamas tiempo con cualquier otra chica que no fuera ella y los de Slytherin creíanque se debía a que ya no había libro que no hubiera leído ya, pero lo cierto esque lo extrañaba, extrañaba a SU perro y no sabia por que. Comenzó a bajar lasescaleras y se detuvo un momento antes de salir por el Retrato de La damaGorda, los pasillos eran dominados por la oscuridad y tuvo que utilizar el yamuy acostumbrado "Lumus" para verentre las penumbras. Una rebanada de pastel y jugo de calabaza le fue entregadopor un pequeño elfo que por las noches la esperaba sonriente; el camino de regresófue complicado pues le parecía que alguien rondaba por los pasillo, anduvo concautela pues de ser descubierta llevaría -quizás- el pero castigo de su vida.Llego a la entrada del lugar y el retrato le reprimió el haberla despertadopero aun así la dejo pasar.
-¿Me hes posible saber a dondefue Srita. Granger?- pregunto una voz a sus espaldas; la castaña se girotemerosa al pensar que había sido descubierta, y en esos pococ segundos fuecapaz de pensar e imaginar mil maneras en que podría ser castigada.
-Harry,- suspiro aliviada; elazabache estaba sentado frente a uno de los sofás que estaban frente a lachiemenea de la sala común y ella se sentó a su lado.- Tenia hambre, lolamento.
-¿Por qué no bajaste a cenarHermione? Y no me refiero a solo hoy, sino a todas las noches,- la chica hizosu plato y su vaso a un lado y lo miro a los ojos.
-LO extraño Harry.- Dijo ellaacariciando con delicadeza la cadena con el perro; el chico lo noto y suspiropara luego abrazarla.
-Creí que era todo por Ron, pero
también lo extraño Herms. Aun no logro olvidarlo.
-Lo se, pero
¿Por qué él?¿Poruqe tuvo que marcharse y dejarte solo?
-Tal vez el destino insiste endejarme solo.
-No lo estaras nunca, yo no teabandonare jamás y se que Ronald tampoco.
-Gracias Herms, es un granconsuelo saber que tu sigues conmigo.
-Juntos en la tempestad, Harry.
Guardaron silencio por unosminutos mientras lagrimas silenciosas corrían por sus mejillas y Harry mirabaperdido las llamas rojas que ardían frente a ellos.
-Él siempre te quixo Hermione.
-¿Qué?
-Sirius, no se por que pero
desde la primera vez que te vio aquella noche que lo sacaste de Azcaban te mirono solo con cariño sino también con amor. Nunca le pregunte porque pero siemprelo supe.
-Tal vez sólo me veía como a ti:una hija.
-Creo que te veía como algo masque eso, algo como
su compañera.
Hermione sonrió en el pecho de suamigo y agradeció que él no lo notara. El silencio invadió la sala de nuevo yel mismo recuerdo los invadió a ambos:
Hermione permanecía en las escalerasllorando sin consuelo alguno y en silencio mientras Harry permanecía sentado enel sofá de la sala gritando el nombre de su padrino con suma desesperación. Rony Remus intentaban hacerlo calmar pero el esfuerzo fue en vano; Ginny lo veíacon los ojos húmedos por las lagrimas que amenzaban con salir y Tonks llorabaen silencio, al poco rato Molly Weasley las llevo a la cocina ¿y Hermione? Sequedo en las escaleras, parecía que todo mundo la consideraba de lo mas fuertepara esa clase de partidas además ¿Por qué tendría ella que sufrir si apenas habíapasado tiempo con Sirius?.
Hacia unas cuantasnoches de la muerte de Sirius y esa noche, precisamente esa noche, cuando elazabache aun no podía creer lo sucedido en el ministerio, la imprudente de RetaSkeeter había escrito en el profeta que al menos el ex reo Black ya habíamuerto y que al fin pagaba las consecuencias de sus actos, Harry habíaexplotado al leerlo.
-¡Voy a asesinarla! Se lo merece. Bellatrix pagara.- Dijo Harryponiéndose de pie con varita en mano; la ira la repulsión hacia Bellatrix lodominaban, ¿Quién lo culpaba? Le habíanarrebatado la única persona a la que consideraba su familia dejándolo a mercedde sus odiosos tíos.
Ron intento detenerlo pero fue lanzado con fuerza por Harry, Remusintento hacer lo mismo pero recibió un pacto contra la pared que estaba frentea ellos gracias a la varita del azabache.. La castaña reacciono en esemomento y se puso de pie inmediatamentepara luego ponerse frente a la puerta, deteniendo a Harry por los hombros.
-Harry no
por favor,- dijo en un susurro apenas audible- espeligroso.- El niño que vivio la miro a los ojos molesto y apretó aun mas suvarita, pero al verla de esa manera reacciono: la chica tenia los ojos rojos ehinchados de tanto llorar, sus manos temblaban al igual que su labio e inexplicablemente,el brillo en sus ojos se iba extinguiendo.
Harry soltó su varita dejándola caer al suelo, y abrazo a Hermione confuerza.
-Lo lamento Herms, lo lamento.- Repetía en el oído de la chicareprimiendo las ganas incontrolables de llorar, mientras su castaña amigalloraba en su pecho. -Ella tiene que pagar por lo que hizo.
-Creeme cuando te digo que yo misma la mataria por causarte este dolorpero
hoy no es el momento de que pienses en ello. Juro que Bellatrix Lestrangepagara por lo que te ha hecho.
-Por lo que NOS he hecho Hermione, NOS.
Hermione lo miro y suavemente retiro las lagrimas que por las mejillasde su amigo comenzaban a resbalar, Harry le sonrió y aun abrazados acompaño ala castaña hasta su habitación; el azabache permaneció a un lado de la cama dela chica solo esperando hasta que al fin su amiga durmiera, beso su coronillacuando sus parpados se cerraron y salióde la habitación sumida en las penumbras de la noche.
Harry permaneció en la que ahora era su casa unos días mas al lado delos Weasley, Remus y Hermione. La misma mañana en que la castaña había mandadouna carta a sus padres informándoles en que esa tarde llegaría a casa, losWeasley decidieron marchar a la madriguera. Ginny y Ron se despedían de Harrymientras sus padres se despedían de una angustiada Hermione.
-Hermione,- la castaña reacciono desde el pie de las escaleras e hizouna mueca parecida a una sonrisa que iba dirigida a su pelirrojo amigo.-Pareces perdida.
-Probablemente así sea,- el chico le sonrió y acaricio su mejilla luegode besarla en la misma.
-Adiós Hermione, nos vemos en Hogwarts.
-¿Olvidas a caso que al final de las vacaciones iré a la madriguera? ¿Oes que ya no quieres que vaya?
-Claro que quiero que vayas, solo lo olvide por un segundo.
La familia Weasley se marcho de ahí con la preocupación de que Harrycometiera una locura reflejada en el rostro. Hermione fue escoltada hasta sucasa por Remus y Harry, pero solamente el azabache la llevo hasta la puerta desu casa.
-Lamento lo que hice la otra noche Herms.
-Nadie te culpa Harry, al menos
yo no lo hago.
-Te escribiré lo mas que pueda.
-Esperare tus cartas,- abrió la puerta de su casa y dejo suequipaje a un lado de la entradamientras Harry comenzaba a caminar alejándose de ella.- ¡Harry!- el azabachevolvió sobre sus pasos.- Se que tal vez te cueste hacerlo pero al menos tratade sonreir.
-¿Lo harás tu también?
-En tanto tu lo necesites para sonreir igual.
-Tal vez aun después de eso, sigas sonriendo,- se acerco a ella y laabrazo.- Eres mi mejor amiga Hermione y aprecio todo lo que has hecho.
-¿Amiga? Creí ser más que eso.
Harry rio y detrás de ellos, Remus también lo hizo.
-Lo eres, mas que mi amiga
eres mi hermana.
-Y tu mi hermano Harry Potter.- Beso la mejilla de su amigo y luegoentro a su casa.
Solo desde ese día todos aquellos que eran allegados al fallecidoSirius Black trataron de sonreír por petición de la castaña, trataron lo masque pudieron pero solo pocos lograron hacerlo sin tristeza alguna. Remus llorola partida de su mejor amigo por días y noches; Harry le escribia a Hermioneuna vez por semana, evitando mencionarle lo triste y angustiado que se sentía peroincluso la castaña podía percibir detrás de cada letra escrita la angustia quea su amigo lo llenaba; y Hermione
bueno, era cierto que no fue muy apegada aSirius pero cada que pudo el oji-gris sehabía acercado a ella a platicar con ella, fueron esas cortas charlas las quela ayudaron a conocerlo un poco aun y cuando tuvo siempre la sensación deconocerlo incluso mejor que Harry. Su frágil corazón se había llenado de uncariño que siempre había mostrado y de un inexplicable indicio de amor haciaSirius que nunca admitiría.
-Mecrees, ¿no es así Hermione?- la voz de Harry la puso de vuelta en aquellacalida sala común de la casa Griffyndor.
-¿A qué te refieres Harry?
-A lo de Sirius.
-Harry ya te lo dije, soy tuamiga y por lógica tendría que mirarme con cariño.
-Tu no lo entiendes por que nuncate percataste de ello. A MI me miraba con cariño, el cariño de un padrino,amigo y padres mezclados a TI siempre te miro con amor.
-No es así Harry, además
eso esimposible, Sirius era 20 años mayor que yo.
"Era" una palabra que a los dosles dolio.
-¿Y eso que? Remus y Tonks tienescasi la misma diferencia.
-¡Estas loco! Ni siquiera se quehacemos hablando de algo que NUNCA pudo ser y no podrá ser jamás.
-Di lo que quieras, aun y cuandopuedas tener a alguien mas a tu lado, no me molestaría que además de mi mejoramiga y hermana fueras mi madrina.
Hermione negó con la cabezasonriendo mientras Harry se podía de pie y comenzaba a caminar en dirección alos dormitorios de los hombres, dejando a la castaña en el sofá frente a lachimenea que aun permanecía encendida.
-Hermione.
-¿Si Harry?
-Trata de sonreír.
-¿También tu lo harás?
-En tanto tu lo necesites parahacer lo mismo.
-Entonces si. Buenas noches
hermano.
-Buenas noches, mi castañahermana.
Harry se marcho para luego deunos minutos, Hermione hacer lo mismo. Subió con pesadez las escaleras hacia suhabitación, se dejo caer en la cama y aun con ambas cadenas colgando de sucuello miro la enorme luna que en su ventana se apreciaba como la 8va maravilladel mundo . Pudo escuchar el ladrido de un perro en la lejanía y sonrióampliamente.
-Buenas noches para ti también,Sirius.
Susurro débilmente cerrando losojos, esperando soñar con aquel perro negro que, a pesar de que lo negara, enel fondo lo amaba como a nadie más.
Harry y su padrino lanzaban hechizos a diestra y siniestra, amboslograron esquivar el hechizo de sus oponentes y los habían derribado; pero enese momento, a metros de distancia, Bellatrix saco su varita y solamenteHermione la vio. Salió de entre el enorme piso de roca y corrió lo mas rápido quepudo sin siquiera explicar porque, pero no logro llegar.
-¡AVADA KEDAVRA!-Bellatrix apunto al pecho de Sirius.
El hechizo dio de lleno en su pecho y Hermione se planto a solo unosmetros del enorme arco que en aquel lugar había, Sirius se giro casi automáticamentey con su ultimo aliento pronuncio el nombre de su amada castaña.
-¡SIRIUS!-grito ella.
-¡Hermione!- Ginny se aparto deinmediato y la miro horrorizada.
-¿Qué-que sucedió Ginny?
-Dímelo tu. Creo que de nuevosoñaste con Sirius.
-Tal vez; ¿Qué haces aquí?
-Venia a ver si ya estabas lista.
-¿LISTA, PARA QUE?- luego recordóque era sábado: la primera salida a Hogsmade y había prometido ir.- Lo lamento,lo olvide.
-Bueno ¡tienes 10 minutos!- lapelirroja salió por la puerta con destino a la sala común. La castaña se pusode pie y saco su ropa del baúl, luego entro al baño a ducharse. Dejo que elagua caliente recorriera su espalda relajando cada uno de sus músculos, lehubiera gustado permanecer ahí hasta que su piel se arrugara, pero recordó queafuera sus amigos ya la esperaban. Se puso un delgado sueter blanco, una blusade tirantes debajo y unos jeans; se colgó ambas cadenas al cuello y salió de lahabitación.
Su pelirroja amiga la esperaba enla sala común, luego de ver que Hermione bajaba salieron apresuradas por elcuadro de la dama gorda; afuera solamente había un carruaje, uno en el queHarry y Ron ya las estaban esperando.
-¿Por qué la tardanza?-PreguntoHarry.
-Hermione se quedo dormida.
-¡¿DORMIDA?! Vaya eso si que esalgo nuevo, aunque últimamente todo en ti es nuevo, pero debe ser porque ahorate escabulles de la sala común en las noches.- Ron rio.
-Tal vez esa sea yo en realidad¿no lo has pensado?, al menos yo no soy capaz de devorarme la cocina entera.
Ronald guardo silencio y los demásrieron.
No tardaron mucho en llegar aHogsmade pero Ginny se marcho Dean en cuanto sus pies tocaron el suelo, el tríode oro opto por marcharse a las tres escobas.
Aun no nevaba, pero el frio ya sehacia presente, y la castaña no podía esperar a que la nieve cubriera el sueloaun esperaba a poder jugar una guerra de nieve con sus amigos, eso quizá la alegraríaun poco mas.
-Bien, ya le pedí tres cervezasde mantequilla a Rosmerta, ¿otra cosaque quieran? Yo invito,- la castaña se sentó a un lado de Ron.
-Enserio ¿Quién eres y quehiciste con Hermione?
-¿Por qué?
-No bajas a cenar, te levantastarde INCLUSO EN HORARIO DE CLASES, ahora casi no participas en clase, sales detu habitación por la noche y ¿ahora nosinvitas cervezas de mantequilla? ¡ME ESTAS ASUSTANDO!
Harry y Hermione rieron.
-Digamos que
hoy me desperté debuen humor.
-Me alegra oír eso,- su amigoazabache la miro y luego de sonreírle la beso en la mejilla.
Ron desvió la mirada.
No esta de mas decir que luego demas de un mes de haber sucedido el accidente fatídico en el ministerio, el tríosonreía como cualquier otro día en el que los tres se despiertan de buen humor;Hermione reia y Ron y Harry lo hacían porque estaban felices de ver a lacastaña que ellos conocían. La castaña propuso ir por unos dulces que en esemomento se le habían antojado y sus amigos aceptaron gustosos.
-¿Invitas de nuevo Hermione?- Ronla miro mientras ella escogía unas gomitas y un par de chocolates.
-Esta vez no Ronald.
-Ya me parecía demasiadaamabilidad.- Susurro el pelirrojo a su azabache amigo.
El viento fresco soplaba delicadamente,parecía que en cualquier momento comenzarían a caer delgados y pequeños coposde nieve, pero aun era pronto: Octubre apenas se acercaba y aun el vientosusurraba que era muy pronto para que llegara a nevar. Los dulces de la castañapermanecieron guardados en el bolsillo de la castaña junto con su varita; Ron yHarry iban a ambos costados de la chica y ella sonriendo los abrazó.
-Son mis mejores amigos ¿lo sabían?Es mas, mas que eso son mis hermanos.
-Tu lo eres igual Hermione,- RespondióHarry por ambos chicos.
-Los quiero par de tontos,- dijoella feliz y ambos chicos besaron sus mejillas.
En ese instante se escucho elaterrador grito de una joven pidiendo ayuda y al igual que siempre, el trio corrióa ver que sucedía: una joven permanecía contra la pared mientras una varita seráposada sobre su morena garganta, la castaña reconoció de inmediato la maraña depelo negra que amenazaba a la chica.
-Suéltala Bellatrix!- grito Harryocasionando que la bruja se girara y al verlos riera con sorna.
Vaya, vaya
miren a quien tenemosaquí: Harry Potter, el traidor de Weasley y la asquerosa Sangre sucia; ¿Cómoesta Sirius sangre sucia? Ah es cierto
yo lo mate.
Harry estallo en ese momento eintento atacar a Bellatrix pero el acompañante de la bruja fue mas rápido yataco primero a Harry, la castaña no lo pensó dos veces y sacando su varitapronuncio un protego que hizodesaparecer el hechizo.
-Veo que sigues siendo tan hábil comoen el pasado, sangre sucia.
-No tengo ni idea de que mehablas Bellatrix, pero te arrepentirás de haber venido.
La batalla comenzó entonces;Hermione luchaba por lastimar a Bellatrix y Harry y Ron por hacer lo mismo conel mortifago que los atacaba. Hermione se tambaleo a causa de un hechizo lanzadopor Bellatrix, y la bruja vio en aquel momento una oportunidad: lanzó unhechizo contra Harry pero de nuevo la castaña lo hizo desaparecer en el aire.
-¡Expeliarmus!- grito en contrade Bellatrix, ocasionando que su varita volara para luego girarse en dirección asus amigos que necesitaban un poco de ayuda.- ¡Protego!
De nuevo ambos quedaronprotegidos por el hechizo de la castaña pero eso solo le dio una ventaja enormea Hermione, al menos la suficiente como para lanzarla contra un muro.
-Mi primo no me hubiera perdonadoel estarte haciendo daño, pero bueno
el ya no esta aquí.
Los ojos miel de la castaña sellenaron de lagrimas y aun en el suelo grito furiosa:
-¡EXPULSO!
Bellatrix voló por los aires y sucuerpo golpeo el corazón del árbol mas cercano ocasionado un ruido sordo.
-¡Maldita sangre sucia! Lolamentaras y esta vez te hare pagar.
Despues de eso todo paso muy rápido:Harry y Ron derribaron a su oponente justo a tiempo para girarse a ver a suamiga; Bellatrix rio con sorna y a Hermione le pareció ver el rostro de Siriuspor detrás del hombro de la bruja.
-¡TEMPUS PRIUS!- Bellatrix lanzoel hechizo en su contra; de inmediato la castaña sintió como algo tiraba de sucintura con fuerza y bajo la mirada asustada de sus amigos solo atino a gritar:
-¡¡HARRY!!
Cientos de recuerdos searremolinaron en su mente: la muerte de Sirius, la navidad con Sirius, elTorneo de Los Tres Magos, la noche en que salvaron a Sirius, el momento en quequedo petrificada, el ataque del Trol, su maraña de pelo entre muchas massentadas en la mesa de Gryffindor. Peroluego se confundió aun mas, los recuerdos que ahora presenciaba no le pertenecían:la noticia de la muerte de James y Lily Potter, la boda de los mismos conSirius, Remus y a Pettigrew como padrinos de James, una foto de todos losmerodeadores en la que Hermione vio la imagen de una castaña muy parecida aella a un lado de Sirius, una foto de la graduación de los Merodeadores yfinalmente a Sirius y a James vagando cerca del Bosque Prohibido mientrasplaticaban animadamente
luego de eso
sintió como caía de golpe sobre tierra húmeda.
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-¿Escuchaste eso?- pregunto unazabache con anteojos poniéndose de pie.
-¿Qué cosa?- pregunto unojo-gris, mirando la entrada al Bosque Prohibido.
-Fue como si algo cayera, ven.
El oji-gris lo siguió; ambosempalidecieron al ver como de la penumbra del bosque una castaña salía con elrostro cansado y entristecido.
-Ayúdenme,- alcanzo a decir antesde caer.
El azabache corrió a su lado y lamiro asustado mientras el oji-gris legritaba al resto de sus amigos.
-¡Canuto, ven enseguida!- el ojo-grisobedeció y se hinco al lado de su azabache amigo.- Sostenla; Colagusano, Lunático,-dijo dirigiéndose a sus dos amigos tras de el.- Avisen a Dombludore la llegadade una desconocida y díganle que vamos a la enfermería.
Con un asentimiento se alejaronde ahí en dirección al castillo, el azabache miro a su amigo oji-gris.
-Llévala a la enfermería Canuto,yo iré a avisarle a la Sra. Rees que va en camino.
Canuto asintió y vio a su amigoalejarse; fijo su mirada en la castaña que ahora permanecía en sus brazos y se sorprendióa si mismo aceptando lo hermosa que era aun y cuando en ese momento se vieracansada.
La castaña giro su cabeza y abriólos ojos, vio como un chico de ojos grises le sonreía cálidamente, pero ella conocíade sobra esa sonrisa y aquel par de espejos grises en los que ahora sereflejaba; su corazón dio un vuelco al verlo de nuevo con vida y su mente le negóque fuera un sueño. Toco la mejilla del oji-gris y el sonrió aun mas.
-Sirius.- Susurro ella parasorpresa del chico antes de caer desmayada.
No recordaba mucho y la ultimaimagen que había llegado a su mente fue la de un par de ojos grises que lamiraban preocupados. La cabeza le daba vueltas y parecía que le explotaría encualquier momento; abrió los ojos lentamente intentando darse cuenta de dondese encontraba, no tuvo que ver mas que las camas con sabanas blancas alineadasen filas de dos: la enfermería de Hogwarts. Logro enfocar la vista y asombrada se dio cuenta de que los estantes enlos que la medicina se encontraba no se veían tan desgastados como ella creí,que los muros y en si el color de cadacama se veían aun mas vivos que la ultima vez que ella los había visto.
-Al fin despiertas pequeña,- girosu cabeza y descubrió a una señora ya mayor que la miraba feliz.
Quizá era una enfermera pero ellano recordaba haberla visto jamás.
-¿Dónde estoy?-pregunto en unhilillo de voz
-En la enfermería de Hogwarts,los Srs. Potter y Black la trajeron desmayada hace dos días; el profesorDombludore llegara en cualquier momento.
La castaña se incorporo concuidado de no marearse, pero el intento fue inútil; trato de buscar su varita,pero no la encontró, tanteo su cuello y ambas cadenas habían desaparecido.
-¿Dónde están mis cosas?
-Su varita la tiene el ProfesorDombludore, sus dulces desaparecieron y
esto es lo que queda.
Dejo caer de su mano la cadenaque traía el gato, pero a pesar de que su madre se la hubiera obsequiado
ellaquería más la del perro. Espero a que la enfermera le entregara una segundacadena pero al no entregarle nada más que eso, la castaña comprendió que quizáse hubiera perdido. Afuera se escucharon pasos apresurados, se giro y fijo sumirada en la puerta: la figura del anciano profesor de Hogwarts atravesó elumbral, su barba blanca seguía siendo la misma -tal vez con unos cuantos cmmenos-, los ojos del director no lucían tan ensombrecidos como ella lorecordaba sino que tenían un brillo que ella no había visto ni en su primer añoen Hogwarts; el director la miro y le sonrió.
-Buenos días señorita
-Granger, ¿Cómo es que norecuerda mi nombre? Estudio en Hogwarts, soy amiga de Ronald Weasley y HarryPotter.
-Lo lamento pero
debe estarconfundida.
-No; curso el sexto año y estoyen la casa Gryffindor.
-Lo lamento pero no es así;hablando de otra cosa, note que el ultimo hechizo que hiso fue un expulso ¿acaso estaba en combate?
-Si, estaba en Hogsmade con
-¿Hogsmade? Srta. Granger ustedapareció en el nacimiento del Bosque Prohibido.
Hermione reacciono en esemomento: recordó haber visto imágenes de recuerdos que ni siquiera lepertenecían, cuando -luego de unos minutos- escucho como alguien mencionaba losnombre de Canuto, Lunático y Colagusano
luego el par de ojos grises que lahabían mirado
"¡TEMPUS PRIUS!" lellego a la mente de repente, cerro los ojos con fuerza y luego pregunto aldirector.
-¿En que año estamos?
-1978,- un mareo la hizosujetarse con fuerza del descansa brazos.- ¿Podría decirme que es lo ultimo querecuerda?
-Como le dije, paseaba porHogsmade junto con mis dos amigos, cuando escuchamos un grito y nos acercamosal lugar donde se había escuchado
vimos que una estudiante estaba siendoatacada por un par de mortifagos
- su voz parecía desvanecerse cada vez mas,-intentamos ayudarla pero nos vimos envueltos en un combate; lo ultimo querecuerdo antes de llegar aquí
es un hechizo, ella dijo tempus prius.
El director se quedo estático.
-El hechizo tempus prius es un hechizo que solo pocos conocen: ocasiona que aaquel al que se ataca vuelva en el tiempo tanto como su oponente lo desee.
La castaña no dijo nada mas.
-Me parece que debemos discutirloen privado
en mi despacho.
La castaña asintió y con ayuda deDombludore se puso de pie y salió de la enfermería, por el momento los pasillosdel castillo estaban desiertos lo que les facilito la llegada a la enormeGárgola que custodiaba la entrada al despacho del director. El despacho seguíaigual que como ella lo recordaba: con decenas de cuadros colgando de las paredes,la enorme silla
TODO, a excepción de un par de cosas que se encontraban enorden.
-No podre hacer nada mas quedarle hospedaje, pero por seguridad tendremos que idear toda una historia.
Hermione frunció el ceño.
-Puede que antes haiga vivido enAmerica y me hayan transferido de mi antigua escuela por mal comportamiento.
-Cambiaremos su nombre entonces.
-¿Puedo conservar mi nombre depila?
-Por supuesto.
-Hermione
Price.
-Si no le molesta, ¿puede decirmesus notas anteriores? -Dijo tomando un pergamino y una pluma.
- Excelente en todas, a excepciónde adivinación y pociones,- el director le sonrió y luego bajo la pluma.
-me parece que con esas notas nosonara muy convincente la historia de su mal comportamiento.
-Puede que no me crea, peroHarry, Ron y yo pasamos más tiempo en su despacho o con McGonagall que encualquier otra parte del castillo.
El director sonrió de nuevo ycomenzó a tomar notas; entonces Hermione se dio cuenta de algo: ese tiempo fueen el que los padres de Harry se habían conocido, seria maravilloso tenerhistorias que contarle a su amigo acercade ellos
además estaba Sirius; pero ellos cursaban séptimo año y ella sextoaño.
-Disculpe pero
anteriormente ledije que yo cursaba sexto año, pero me parece mas adecuado estudiar el séptimocurso
así no levantaría sospechas en los alumnos que permanecerá aquí elpróximo año es solo en caso de que yo no vuelva el año entrante.
-Me parece razonable, solo nosqueda esperara al Banquete.
La castaña sonrió ampliamente.
Los alumnos comenzaban a sentarseen sus mesas correspondientes, el Gran Comedor se iba llenando con cada segundotranscurrido y ella se mordía el labio nerviosa. Empezaba de nuevo
como en suprimer año; Dombludore se puso de pie y comenzó a hablar de la rápida historia que habían maquinado él y lacastaña.
-
Me complace decir que este añorecibiremos a una nueva alumna transferida desde América: Hermione Price
Las mesas aplaudieron al escuchar"una nueva alumna", todos excepto uno. En la mesa Gryffindor, un oji-gris sepreguntaba como es que llegaría a saber quien era aquella castaña quemisteriosamente había aparecido a la entrada del Bosque Prohibido, porsupuesto
no esperaría mucho.
-Canuto,- Cornamenta hablo a sulado.- Mira quien es la nueva.
El oji-gris levanto la mirada ysonrió al ver a la castaña esperando a que el sombrero le asignara una casa.
-El ángel aparecido,- susurropara si, al tiempo que el Sombrero Seleccionador gritaba:
-¡¡GRYFFINDOR!!
La mesa de los leones estallo envítores. Hermione camino sonriente y se sorprendió al saber que uno de lospocos asientos disponibles, estaba a un lado de Sirius; aun así no dejo que susorpresa le arruinara esa oportunidad, sin dudarlo se sentó a un lado deloji-gris y comenzó a servirse algo para cenar.
-¡Vaya! Creo que es de malaeducación no darle las gracias a quien te salvo, ¿no crees?
-Puede ser, ¿tu que opinas?- lacastaña sonrió.
-Que tienes una hermosa sonrisa.
Remus alguna vez había hablado dela coquetería que por varios años había distinguido a Sirius, por lo que nisiquiera se inmuto ante aquello. Solamente sonrió mas.
-¡Aléjate Black! Esta chica esexcelente, todas sus notas son perfectas,- dijo una pelirroja interrumpiendo.
Lily Evans, la reconoció lacastaña.
-No todas, adivinación y pocionesno.
-Que coincidencia, yo soy todo unhaz en ambas materias,- dijo Sirius.
-¡LARGO! Soy Lily Evans,-lapelirroja se sentó a su lado.
-A nadie le importa Evans. Ahora
¿en que estábamos?- la castaña le puso atención al oji-gris.- ¿Cómo es quellegaste así? Evans asegura que no eres mala estudiante.
Hermione busco la respuesta correcta.
-Últimamente merodeaba mucho porlos pasillos de la escuela en las noches me habían advertido ya muchas veces demi suspensión si continuaba haciéndolo, y una noche decidí hacerle una broma auna compañera boba
creí que no me descubrirían pero cuando volví a mi habitación,la directora estaba ahí
y no con buenas noticias; le llamaron a mis padres ydecidieron que buscarían otra escuela
Hogwarts fue le mejor opción queencontraron.
"MENTIROSA" le dijo su mente.
-¿Con que merodeando eh?- lacastaña asintió.- Me complace decirte que tienes el honor de sentarte a un ladode Los Merodeadores
Lily bufo y Hermione rio.
-
El es Peter Pettigrew o puedesdecirle Colagusano
El corazón de la castaña dio unvuelco y su estomago quedo hecho un nudo.
-
Remus Lupin o Lunático,- elmerodeador de ojos dorados le sonrió a la castaña.- James Potter o Cornamenta
James levanto la mirada yHermione casi corre a sus brazos:la misma sonrisa de Harry y el mismo cabello,cada facción de su rostro era igual a la de su amigo
excepto los ojos, los deHarry eran como dos esmeraldas
los de James eran como dos canicas de café obscuro.
El azabache le sonrió asintiendo.
-
Y yo, soy Sirius Black
parati Canuto.
Sirius le sonrió aun mas y le tendióla mano, la castaña la estrecho encantada.
-Hermione Price.
-Ya que tu también merodeabas portu escuela, ¿Qué te parece la idea de unírtenos? Después de todo no es tan maloestar con nosotros.
-Te meterás en problemas,Hermione.- La pelirroja le advirtió sin siquiera mirarla.
-Tranquila Lily, he tratado conpeores personas que ellos. Además
quizá me sea mas fácil adaptarme a estanueva escuela, ¡acepto!
Lily negó con la cabeza y Sirius sonriócomplacido.
Septimo año en Hogwarts y lo pasaríaal lado de los Merodeadores y Lily, seguramente no seria un año aburrido, peroni siquiera con Ronald y Harry hubiera sido aburrido.
No sabia lo que le depararía enese Hogwarts anterior al suyo, pero se le había dado la oportunidad de pasar unaño al lado de los Merodeadores y la pelirroja madre de Harry
y no la desperdiciaría.
Hermione Price, la Merodeadora dela que nadie nunca hablo.
Los rayos del sol se filtraronpor los gruesos vidrios de la ventana y dio de lleno en su rostro, el calor ensu piel la hizo abrir los ojos, miro el reloj: 7:00; soñolienta se puso de pie,busco en su baúl el uniforme que le había sido entregado una semana atrás y seencamino al baño a ducharse.
Se tomo su tiempo para relajarsey luego se cambio; paso por su castaño cabello la poción alisadora que Lily lehabía obsequiado: no permitia que su cabello se esponjara y le ayudaba definirmejor sus ya poco caidos rizos castaños. Un poco de brillo labial y no hizonada mas.
Tomo su horario y bajo a la salacomún, encontrándose con una pelirroja sentada en el sofá de la sala.
-Bueno días Hermione,- dijo convoz aterciopelada.
-Buenos días Lily, creí queestarías desayunando.
-Eres nueva aquí y siempre lasayudo a que encajen
por lo que decidí esperarte. -Entonces comenzaremos por elGran Comedor, por que tengo mucha hambre.
La pelirroja rio y luego salieronpor el retrato de la Dama Gorda; a las puertas del Gran Comedor varios estudiantesse detenían buscando un asiento disponible en sus mesas, ella no tuvieron quebuscar mucho, el asiento de Los Merodeadores aun estaba desocupado pero, siendoque el espacio era suficiente para mas de cuatro vacantes, la castaña y lapelirroja decidieron ocuparlo.
El desayuno transcurrió mastranquilo de lo que ambas esperaban: Los Merodeadores no habían aparecido, lacastaña ni siquiera se inmuto ante aquello pero Lily no estaba del todotranquila, sabia lo que la ausencia de esos cuatro significaba: unatravesura.
Las risas que Lily había esperado dirante eldesayuno se hicieron presentes a la entrada del Gran Comedor, la pelirroja girola cabeza preocupada y Hermione hizo lo mismo: Remus venia al frente de loscuatro, Sirius y James detrás de el riendo y Peter detrás de ellos comiendo unpastelillo.
-Buenos días Hermione,- Sirius yJames se sentaron a ambos lados de la castaña.
-Buenos días Canuto, Cornamenta,-no le agradaba mucho llamarlo por sus apodos pero ambos se lo habían reclamado.
Remus la saludo igual y Petersolo asintió con la cabeza, el ultimo era con el que Hermione evitaba hablar.
-¿Qué hicieron que venían riendo?
Sirius sonrió y le susurro aloído.
-Ya lo veras.
La castaña busco rostros de losque alguna vez le hubieran comentado que los Merodeadores habrían molestado, yahí, en medio de dos estudiantes de sexto, en la mesa de Slytherin, Diviso a suprofesor: Severus Snape; Hermione lo observo por varios minutos esperando quela broma de los Merodeadores se hiciera presente, pero nada sucedió. Desvió lamirada cansada de esperar pero luego las risas azotaron el lugar y sus ojoscolor miel se fijaron en el lugar de Severus:
La comida que en su platodescansaba hizo explosión y su rostro y uniforme quedaron manchados de algoverde y mocoso
con un horrible olor fétido que inundó el lugar.
Severus se marcho del GranComedor con los ojos puestos en los cuatro leones sentados a un lado de lacastaña. Pero el corazón de la castaña era bastante noble, mas incluso que elde la pelirroja frente a ella, e intentaría menguar un poco el odio ,que en elfuturo Severus tendría, hacia los Merodeadores que en su época tanto lofastidiaron, se levanto de la mesa de los leones y siguió a su futuro profesor.
-¡¡SEVERUS!! ¡¡Espera!!-Hermionetoco su hombro intentándolo hacer que se detuviera, él se giro sorprendido aldescubrir a la alumna "nueva"
rechazo el consuelo que ella pretendía darle,pues creía que solamente se burlaría de él.
-¡ALÉJATE!- grito con histeria,comenzando a caminar de nuevo.
Terquedad: otra cualidad de lacastaña.
Hermione lo siguió y esta vez lodetuvo poniéndose frente a él.
-Solo quiero ayudarte, yo
-¡¿Ayudarme?! ¿Cómo? Pidiéndole atus amigos Merodeadores que me hagan otra broma?.-Quiso caminar de nuevo peroHermione se lo impidió.- ¡¡DIJE QUE TE ALEJARAS!!- empujo a la castaña con fuerza,una fuerza que no creía tendría, la lanzo contra la pared mas cercana y luegocayo al suelo.- Tu no puedes ayudarme ¡¿EN QUE PODRIA AYUDARME UNA SANGRE SUCIACOMO TU?!
"SANGRE SUCIA
" las palabras que temióque le dijeran desde que cayo en esa época, pero Severus era experto enOclumancia y ella lo había olvidado por completo.
-¿Sorprendida? Yo creo que no.-Se inclino un poco apuntándole con su varita.
Hermione no hizo nada, quería quesu futuro profesor mejorara y no que empeorara, pero el dolor de cabeza y elaturdimiento juntos tampoco le hubieran permitido defenderse.
-¡Aléjate de ella!- se escuchouna voz, SU voz; Sirius se interpuso entre ambos, sacando igual su varita.-Note atrevas a tocarla.
-La pagaras caro Black.- Sonrió complacidoy se marcho dejando ese olor fétido tras de si.
Sirius bajo su varita y aunfurioso se giro hacia la castaña y la ayudo a ponerse de pie, la castaña semareo levemente y él la sostuvo con fuerza.
-¿Por qué lo hiciste?- Lereprocho luego. La castaña bajo la cabeza avergonzada.- Se ve mas débil y sincapacidad para defenderse, pero cuando esta observando parece convertirse enuna bestia. Pudo haberte hecho daño.
-No volverá a suceder.
Eso era mentira y ella lo sabía.
-Eso espero
Castaña.
La ultima palabra resonó en sumente como un recordatorio: la navidadque pasaron con Sirius ella subía las escaleras hacia la habitación que con Rony Harry compartía, pero en el camino se topo con el pecho de Sirius.
-Lo lamento castaña.- Le había dicho él.
Hermione no supo la razón por la que la había llamado así, pero elladisimulo no haberlo escuchado y cuando lo miro esperando una explicación
élsolo había sonreído.
"Castaña", el apodo siempreutilizado por Sirius
a partir de ese momento.
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Los parpados comenzaron apesarle, recargo su cabeza en la mesa y cerro los ojos, decenas de imágenes laasaltaron: la anterior salida a Hogsmade, las platicas con Harry sobre Sirius,tantas risas compartidas con sus dos amigos
Ya todos eran recuerdos en aquellugar en el que ahora se encontraba
-¡Hermione!-Lily pareció gritar asu oído.- ¿Tienes sueño? Puedes subir a dormir si quieres.
-Lo lamento, pero es que
no seque me pasa, no acostumbro dormirme mientras hago los deberes pero supongo quees porque antes las quejas de mis amigos me mantenían despierta.
Suspiro y se tallo los ojos.
-¿Los extrañas?
La castaña sonrió.
-Si, somos mejores amigos desdeprimer grado.
-Crees poder llegar a querer aotros amigos, como los quieres a ellos.- La pelirrojoa la miro esperanzada.
-Quiza un poco mas.
Lily sonrió.
-¿Sabes que podremos hacer?Dombludore te dio permiso para salir a Hogsmade y conseguir lo que te hagafalta, yo podría acompañarte y trataremos de divertirnos un poco, eso si no hashecho planes con tus amigos los Merodeadores.
-Ni siquiera lo recordaba.
-Iremos a Hogsmade entonces.-Dijo sonriéndole recordándole un poco a Ginny.
-¡¿A ver a que horasCornamenta?!- le grito el oji-gris pero su amigo solamente rio.
Bufo cansado de esperar ydecidido a irse solo al Gran Comedor para cenar, salió de la habitación de loshombres y bajo las escaleras que daban a la Sala Común. Bajo sin hacer ruido yaquella fue quizá la primera en que el sigilo le fascino: la castañaMerodeadora, estaba sentada en el sofá frente a la chimenea moviendo su varitaen el aire, pero extrañamente de la varita de la castaña listones de distintos coloreseran desprendidos mientras ella sonreía ampliamente.
-¿Cómo haces eso?- pregunto poniéndosefrente a ella.
-Son recuerdos, Canuto.
-¿Cómo dices?- dijo intentandoatraer la atención de la castaña.
-Es un hechizo,- respondió sinapartar la vista de la varita- memoriaeaera se necesita de mucha concentración;si lo haces correctamente, tus recuerdos mas preciados quedan al aire mostrandolas imágenes exactas de lo sucedido
pero solo tu las puedes ver. Cada colorrepresentan distintos sentimientos presentados en el recuerdo.
-¿A que color corresponde cadauno?
-El blanco es paz, en ocasionesel negro es de la angustia, amarillo o rosa son felicidad y alegría, el moradorepresenta un recuerdo que ,además de apreciado, guardaras para toda la vida,el azul es cariño y el verde es amistad pura; existe también el rojo pero yu nohe sido capaz de verlo en mis recuerdos.
-¿Qué sentimiento representa?
Fue entonces cuando ella lo miró.
-Amor
puro, sincero y eterno.
-¿Nunca te has enamorado
deverdad?
-No
hasta ahora.
Guardaron silencio unos segundo;el oji-gris metió las manos al bolsillo de su pantalón bajo el uniforme y sacouna pequeña bolsa que escondió tras su espalda.
-¿Sabes? Hace unos días apareció unahermosa castaña. En su bolsillo traia unos cuantos dulces, además de su varitaclaro, la enfermera me pidió que me deshiciera de ellos pero
- le entrego labolsita y Hermione sonrió: eran los dulces que había comprado antes de llegar aesa época.-
no pude tirarlos, los dulces son exquisitamente deliciosos.
-Gracias, creí que los había perdido.
-El nombre de la castaña nos eradesconocido,- continuo él- y decidimos nombrarla nuestro gusto, ¿sabes como lallamamos?
-¿Cómo?- pregunto sonriendo.
El oji-gris se acerco a su oído yson ambas manos a los costados de la chica, le susurro:
-Ángel aparecido, así lallamamos.
-¡¡CANUTO!!- la voz de James irrumpióen el lugar y Sirius de inmediato se alejo de la castaña.
-¿Qué?- pregunto molesto.
-Ya podemos irnos, buenas nochesHermione.- La saludo asintiendo.
-Cornamenta,- saludo ella igual.
-Vienes
castaña?- preguntoSirius alejándose un poco mas.
-No, espero a Lily y
-¡Vamos Hermione! Mi pelirrojapuede llegar al Gran Comedor sola,- dijo James.
-¿Desde cuando es SU pelirroja?-dijo Sirius por lo bajo, haciendo reír a Hermione.
-Creo que mejor la espero.
-No olvides que ahora eres una denosotros, debes estar con los tuyos,- le dijo Sirius mienras ambos le entendíanel brazo.
-¡BIEN! Pero si se molesta turespondes James.
-Estoy acostumbrado a sus enfurruñas.
La castaña salió de la Sala Comúndel brazo de ambos. Era cierto que extrañaba a sus amigos pero James era casila copia exacta de Harry y Sirius
bueno, no era igual a Ron pero hasta ciertopunto era mucho mejor, la hacia sentir bien con solo su presencia y a lacastaña le gustaba la idea de volver a verlo; era irónico pensar que ese chico llenaría un vacio en el corazón de lacastaña que el mismo había hecho aparecer, pero en un mundo donde la magianunca falta
no hay nada que tenga la palabra "imposible".
El cielo estaba nublado, la fría ventiscaque el aire soplaba hacia que los vellos de su piel se erizaran y su uniformeondeara al compas de ella.
El panorama estaba oscuro y frio
Una imagen que se acercaba a lo lúgubre.
Todos los estudiantes de su casa,que ahí estaban, no cesaban de charlar, -todos excepto su amigo Ron- mientrasel trataba de acallar los cuchicheos fastidiosos. La pelirroja situada tras de el, los hizocallar y las pruebas continuaron; subieron a sus escobas y comenzaron a tomaraltura, y por un momento, antes de comenzar a elevar su escoba el también, dirigiósus esmeralda mirada a las enormes gradas a metros de distancia y le pareció veruna delgada figura femenina que lo miraba con una sonrisa en el rostro mientrassu melena castaña ondeaba al compas del viento: "Hermione
" pensó, pero supelirrojo amigo lo miraba entristecido, sin ningún atisbo de felicidad en surostro.
-¿Por qué no estas feliz, Ron?-su voz sono ansiosa.
-¿Por qué debería estarlo?
-Porque Hermione nos apoya desdelas gradas.
Ron frunció el ceño y miro hacialas gradas, el azabache también lo hizo
pero la silueta de su amiga ya noestaba ahí.
El pelirrojo negó con la cabeza.
-Quiero pasar la prueba, Harry ytus locuras solo me hacen perder la concentración. -Luego se marcho en suescoba.
Angustiado elevo su escoba asuficiente altura como para poder ver a todos los Gryffindor que al equipo deQuidditch querían entrar. Pero por mas que se exigía en poner atención a laspruebas, su mente no lograba apartar aquella borrosa imagen de su castañaamiga; hacia ya varios días de que Hermione se había marchado, pero ¿A dónde?Le había explicado a Dombludore lo sucedido aquella tarde en Hogsmade y recordóel semblante preocupado que el anciano había puesto al mencionarle el conjurocon el que Bellatrix había atacado a la castaña:
-Es un conjuro para retroceder enel tiempo
-le había contestado;y cuando le preguntó que si Hermione tenia limite de tiempo para permanecer enotra época
había negado con la cabeza.- En el mundo mágico el tiempo mismo tiene husode razón y en situaciones como la de la señorita Granger
solo el tiempo decidirácuando hacerla regresar. Cuando sea correcto enviarla de vuelta, se le mostraraun conjuro para volver
mientras tanto, me temo que no queda nada más queesperar.
Pero cuantos mas días pasaban,mas tiempo le parecía que tardaría Hermione en volver.
-¡Harry!- giro su cabeza y vio aGinny frente a el- Ya podemos irnos, las pruebas terminaron.
Descendió lentamente y al tocarsus pies el pasto, miro de nuevo las enormes gradas.
-También la extraño
- Ginnyestaba detrás de el, mirándolo apesadumbrada. - Solo nos queda esperar a queencuentre la manera de volver.
Harry sonrió.
-La encontrara
es HermioneGranger de quien hablamos.
Se encamino a las duchas luego desonreírle a la pelirroja, se despojo de su uniforme y permitió que el aguacaliente se deshiciera de toda tensión que en el había. Las ultimas semanasdesde la repentina marcha de su amiga no habían sido sencillas: la tarea queDombludore le había encargado llevar a cabo con Slunghorn, el pensar en una soluciónpara que su amiga volviera lo mas pronto posible, el equipo de Quidditch, elmal humor de Ron
era todo un desastre; era cierto que tenia a Ron a su lado,pero el pelirrojo estaba igual de perdido que Harry sin su castaña.
Se vistió y salió al lado de suamigo, caminaban monótonamente por debajo de las gradas cuando la escucho:
-Harry
- se detuvo y de inmediato giro su cabeza intentandoencontrar a la dueña de esa tan ya conocida voz.
-¿Qué sucede Harry?- Ron sedetuvo poco mas adelante y lo miro extrañado.
-Es Hermione.
-¿Qué dices?
-Es la voz de Hermione, ¿no laescuchas?
-Harry, no hay tal voz quizá essolo un
-Ron
- el susurro se escucho a espaldas de ambos pero temieronvoltear.- Harry
El labio del azabache tembló ylos ojos azules de Ron luchaban por mantener en sus ojos las lágrimas queamenazaban con salir. De inmediato se giraron, el aire les falto y de prontoolvidaron parpadear: frente a ellos una cabellera castaña ondeaba delicadamentecon una sonrisa asomándose por entre su rostro.
-Hola,- la voz e Hermione inundó el lugar.
-Hermione, ¿Cómo es que
? ¿Pero que
?- Harry no pudo terminar niuna sola pregunta.
-Pero creí que
-¿Habia viajado en el tiempo?- Hermione rio- Es cierto, pero no es tanmalo; disfruto de mi estancia en el Hogwarts antiguo.
-Volveras pronto, ¿verdad? Te necesitamos Hermione
La castaña sonrió.
--No es cierto, no me necesitan
solamente me extrañan, o tal vez extrañanque les haga los deberes.- Miro a Ron y el pelirrojo sonrió.
-Es extraño no tenerte cerca.
-Para mi también es extraño.
-Pero
¿Qué haces aquí?
- Si gustan puedo irme,- comenzó a caminar alejándose de ellos.
-NO! ¡Espera!
-Es broma- la castaña rio.- Siendoles sincera: no se que hago aquí.Dombludore dijo que tal vez, mientras durmiera, volvería a Hogwarts, pero debocerrar los ojos pensando en ello y debo estar PROFUNDAMENTE dormida para poderaparecer aquí.
-¿Desde cuando duermeprofundamente?- el pelirrojo frunció el ceño.
-Desde hoy. Los estudios me agotan demasiado y es agotador mantenerleel paso a Lily mientras me reubico.
-No creí que el sexto grado fuera tan difícil.
-No lo es Ron, Dombludore me diola oportunidad de estudiar en 7mo grado
con Lily y los merodeadores.
Harry levanto la cabeza.
-¿Caíste en su época?
Y la peor de todas, debo decir: su ultimo año; Lily es una granestudiante y los Merodeadores
. Bueno, ¿Qué puedo decir?
- Entonces, ¿puedes salvarlos?
Hermione negó con la cabeza.
-No lo se, Harry: el tiempo se alteraría demasiado y no estoy segura desi seria bueno o malo. Lo lamento.
-Entiendo, no te preocupes.
La figura delgada de su amiga comenzóa difuminarse, pero no lo suficiente como para no dejarla la vista; Harry seapresuro a tomarle la muñeca como reteniéndola a su lado, pero fue mucho mas delos que esperaba: la mano del azabache sostuvo la de la castaña con fuerza. Comosi enverdad estuviera ahí, como si fuera mas que solo una figura a base deaire.
-¿Cómo es que..?
-Es como si estuviera aquí
bueno, en esta época. - De nuevo comenzó aborrarse, Hermione supuso que comenzaba a despertarse.- Tengo que irme.
-No nos dejes, Hermione.
-Nunca me fui,- se acerco y los abrazo al mismo tiempo- Juntos alamanecer
-Juntos al atardecer
- Susurro Harry en su oído.
-Juntos en toda tempestad.
Beso la mejilla de ambos chicos y comenzó a retroceder mirándolos aun.
-Hermione.
-¿Si, Harry?
-¿Cómo son ellos? Digo
mama ypapa.
Hermione sonrió.
-Son fastidiosamente encantadores, pero aun no se como es que terminanjuntos.
-¿Y Sirius?
-Es todo un Casanova; estoy con ustedes
eso nunca lo duden. -
-No lo haremos, Hermione.-Susurraron al ver como su amiga se desvanecía al contacto del sol.
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-¡¡HERMIONE!!- sus ojos castañosse abrieron de par en par topándose con un par de esmeraldas que la mirabanexasperada.
-¿Qué sucede Lily?
-Debemos ir a clases. Te quedastedormida esperándome.
-Lo lamento.
-¿Con quien soñabas que sonreíste?
-Solamente con mis dos mejores amigos, ¡no es cierto! Con mis doshermanos.
Una sonrisa cruzo su rostro yLily sonrió también
sin saber que la castaña sonreía al recordar al futurohijo de James Potter y la mismísima Lily Evans.
-
¡Hermione!- la voz llena dehisteria de su pelirroja amiga la saco de sus cavilaciones,
-¿Qué sucede Lils?
-Nada es solo que,
creí queseria conveniente que le pusieras un poco de atención a McGonagall, ¿no crees?
-Lo lamento.
-A mi no me importa que tedistraigas pero no creo que McGonagall opine lo mismo.
La anciana profesora se movía conbastante rapidez entre su escritorio y la pizarra a un lado del mismo mientrasles explicada como convertir algo que no tiene vida en algo de hasta con mayorcapacidad que los humanos. Junto con los leones estaba la casa Huflepuff;Hermione y Lily permanecían sentadas al frente de la clase: una costumbre delas dos.
Sus ojos marrones prestaronatención a cada movimiento de su maestra, inclino la cabeza para tomar unoscuantos apuntes cuando un trozo de papel cayó sobre su libro detransformaciones. Lo abrió con delicadeza, como temiendo que pudiera llegar aromperse, y sonrió al reconocer la pulcra caligrafía que comenzaba a aparecersobre el papel en tinta negra:
AburridaPrice?
Miro hacia atrás aun sonriendo yunos cuantos lugares detrás de ella, los ojos grises de Sirius la mirarondivertidos; "Price" en lo poco que tenia con ellos no la había llamado por suapellido, normalmente le decía "Castaña", solamente acostumbraba llamarla porsu apellido para molestarla.
Negó con la cabezadisimuladamente y luego volvió a mirara la pizarra.
-¿Qué es eso Hermione?- Lilyretiro el trozo de papel de la mano de la castaña y luego de leerla, se ladevolvió haciendo una mueca.
La oji-miel dobló el papel y lometió entre las paginas de su libro. Lily profirió un bufido.
-Largo, Black; sabes que nopuedes aparecerte de un lugar a otro mientras estas en clases.
La castaña levanto la cabeza y seencontró con Sirius, que miraba fastidiado a Lily.
-Vengo con Hermione, no contigoEvans.
-¿Pasa algo, Canuto?
-Por supuesto que si,- apunto ellibro de Hermione- no has respondido a mi pregunta.
-No lo estoy.
-¿En serio? Parecías estar encualquier otro lugar, menos aquí.
-Aburrida y distraída son doscosas completamente diferentes
yo estaba distraída.
-Bueno, no importa, si llegas aestar aburrida solo dime y yo te lo quitare
de inmediato.- Sirius se acercomas a Hermione y Lily bufo de nuevo.
El oji-gris le sonrió a lacastaña, la sonrisa que -siendo tan pulcramente hermosa- derretiría acualquiera
a cualquiera menos a Hermione.
-¿Y debo sentirme especial porque me quitaras lo "aburrida"? Dime canuto, ¿a cuantas les has quitado ya lo"aburridas"?
Lily sonrió satisfecha.
-¿En verdad quieres saber?¿Durante casi 7 años? No creo que te agrade Castaña.
La castaña bufo.
-Deberías escuchar cuantas me handicho ya que tu nunca les ofreciste ser una de los Merodeadores,- Hermionesonrió- Creo que si las cuento tu tendrías a la mitad de la escuela.
-¿Y la otra mitad?
-Cornamenta
-Potter
Hermione y Lily respondieron almismo tiempo.
-¿Celosa, Evans?
-Ni en los sueño mas locos de tufastidioso amigo.
Hermione, a su lado, rio por lobajo.
-Volviendo contigo, Hermione-miro de nuevo a la castaña- ¿Qué te parece si te quiot lo "aburrida" el sábadopor la tarde?
-Lo lamento, pero
no.
-¡Vamos Hermione! ¿Sabes cuantashubieran dicho que si, incluso desde que les hubiera enviado una nota?
Un mal comentario dedicado aalguien como Hermione.
-Yo no soy OTRA y mucho una deesas "cuantas" de las que tanto presumes.
-Lose, y es precisamente por esoque eres una Merodeadora, la única de hecho: porque cada uno de nosotros
esúnico.- Sirius la miro a los ojos y le sonrió de manera encantadora, tanto queHermione estuvo a punto de acceder, a no ser porque
-¡Gracias a Merlín todos sonúnicos! ¿Te imaginas a dos como cada uno ellos?- Lily negó con la cabeza yHermione rio.
-No te metas
Evans.
-¡No, tu no te metas! ¡¿Qué no loentiendes?! ¡¡NO QUIERE SALIR CONTIGO, BLACK!!- dijo con histeria- ahoramárchate.
Sirius abrió la boca para hablarpero McGonagall lo cayo.
-Srta. Evans no es prudentegritar en clase.
-lo lamento profesora.
-Sr. Black, deje de fastidiar ala Srta. Price y vuelva a su asiento con el Sr. Potter.
-Si
profesora.
Se puso de pie y renegando semarcho a su lugar para luego sentarse al lado de un James burlón, no sin antessusurrar al oído de la castaña:
-Tenemos una plática pendiente,Price.
Hermione sonrió y fijo de nuevosu mirada al frente de la clase, pero después fue Lily quien acabo con la pocaconcentración que aun tenia.
-Black es un idiota, no puedocreer que coquetearas con el.
-Yo no coqueteaba con el, Lily.
-¿A no? Entonces solo
charlaban,¿no es así?
-Lily,- la castaña dijo con vozsuave, intentando calmar a su amiga- soy un merodeador o merodeadora ¡no lo se!
-Lo olvidaba,- la pelirroja rio-es solo que, llevas aquí casi dos meses y Black te tiene en la mira desde elprincipio, no te conviene salir con el.
-Lily
- McGonagall dabaindicaciones de cual seria la tarea mientras el alumnado se ponía de pie- eldía que yo salga con Sirius será el día en que tu aceptes que sientes algo porJames.
La castaña se puso de pie y Lilyle siguió.
-Eso será
nunca.
-Entonces nunca saldré conSirius.
La ultima clase del día, Hermionese sentía agotada ni siquiera en su primer año en Hogwarts se había sentido tanagotada, pero para el primer año había llegado preparada para el séptimo añono
siendo que ella debería cursar el sexto año.
-Estoy cansada, Lils ¿Qué teparece si nos vamos a cenar?- La castaña caminaba de espaldas para poder ver asu amiga.
-Con mucho gusto comeré.
-Hermione, ¡ccuidado!- se giropara ver a que se debía la advertencia pero solo alcanzo a divisar un par deojos dorados que la miraron asustados.
La castaña choco con el pecho deRemus y al instante, los libros que ambos tenían en las manos, cayeron alsuelo.
-lo lamento, Hermione.
-No Remus, fue mi culpa
np mefije por donde caminaba.
Se inclinaron para recoger suslibros y Remus le sonrió a Lily.
-Hola, Lily.
-Hola, Remus.
-Ten mas cuidado la próxima vez,Hermione.
La castaña siguió su caminoal lado de Lily, quien rio por lo bajo.
-¿Y a ti que te sucede?
-Nada, solo que creo que a Blackno le pareció que le sonrieras a Remus. ¡No puedo esperar a verlo cuando losvea juntos en el baile de Halloween!
-Es solo un favor para Remus.
-Ah es cierto, es solo para darlecelos a la rubia de Alyssa.
La castaña asintió. A favor aRemus: acompañarlo al baile de Halloween; ¿el propósito? Darle celos a Alyssa:Una chica de Ravenclaw de la que Remus estaba enamorado.
Llegaron al retrato de la damagorda, Lily dijo la contraseña y de inmediato subieron a los dormitorios.Dejaron sus cosas y luego bajaron para dirigirse al Gran Comedor.
-¿Y bien? ¿Cuándo preguntarasacerca de tus Merodeadores amigos?.
-De hecho esperaba que mehablaras de todos, no solo de ellos.
-¡Por Merlin, gracias!- Lilygrito al salir por el retrato.
-Niña, ese grito fueinsoportablemente fastidioso.- La Dama Gorda bufo.
Lily no le presto atención ysiguieron su camino.
-Eres la primera que no mepregunta solo por ellos pero de igual forma, es mas fácil comenzar por ahí.Bueno
Pettigrew, como habras notado es el mas "inocente" de todos ellos perono es de fiar
cuando se le presenta una oportunidad llega atraicionar a cualquiera.
La castaña eso ya lo sabia: lamuerte de los señores Potter era un ejemplo.
Remus es el mas inteligente, perosobresale solo por poco de entre los otros 3 y quizá el que tiene mas corazón,pero, desgraciadamente, esta muy apegado a Black, incluso mas que a Pettigrew
Eso también ya lo sabia.
-El fastidioso de Potter es unengreído, presuntuoso, el peor..
-¡Lily! Saltate los insultos porfavor.
-Lo lamento; puede llegar a seruna buena persona
cuando se lo propone, y no me complace decir que defiende alos suyos, y Black
bueno, ¿recuerdas que te dije que Remus era el masinteligente pero solo por poco?
La castaña asintió.
-Black es su competencia, es unbuen amigo ¡lo acepto! Pero es igual de fastidioso que Potter. Seguro noolvidaras que el primer día te dijo que el era experto en Adivinación yPociones, no mentía pero igual no me agrada demasiado
es todo un casa novas,pero eso ya lo sabias.
-Lo supe desde el día en que caiaquí.
Hermione miro a su amiga y se diocuenta de que de pronto su mirada se había vuelto triste, miro en la direcciónen que la pelirroja hacia y se dio cuenta a que se debía: Severus Snape paso asu lado, sin siquiera mirarla.
-¿Qué me dices de Severus?
Lily suspiro.
-Severus fue mi amigo, muchoantes de entrar a Hogwarts, fue el quien me hablo de la magia y de esta granescuela y lo maravillosa que era, pero cuando quedamos en casas enemigas
seaparto un poco de mi y cuando Potter comenzó a fastidiarme Severus se alejo aunmas. No intentes hacerlo entrar en razón Mione, es peligroso,, incluso Pottersalió lastimado una vez por combatir en su contra, de no haber sido por Black
Potter hubiera pasado mas de dos días enla enfermería.
Hermione la miro angustiada perocomo si nada hubiera pasado, el rostro de Lily volvió a tener ese aspecto defelicidad que siempre la caracterizaba. Pero eso no duro demasiado,repentinamente su rostro formo una expresión de molestia al ser empujada por unestudiante de 4to año.
-¡¡OYE TU, TEN CUIDADO!!
-Lo siento,- grito él, pero despuésde ese estudiante
muchos mas parecieron corriendo por el pasillo.
La pelirroja miro a la castaña.
-Algo pasa, ¡vamos!
Hermione dejo escapar unresoplido.
-No se porque tengo elpresentimiento de que esto tiene algo que ver con los Merodeadores.
Corrieron en la misma direcciónque el resto de los estudiantes y afuera, en uno de los cuadrados jardines delcastillo, una multitud gritaba emocionada por una batalla que en el centro erallevada acabo. Hermione tiro de Lily y se apresuraron a empujar a losestudiantes hasta llegar al frente de la multitud, y claro, la castaña noesperaba menos del azabache merodeador.
--
vaya Potter parece que tunoviecita ya esta aquí.
-¡Evans no es mi novia, Zabinni!
Aaron Zabinni, el morenoestudiante y futuro padre de Blaise Zabinni, sostenía su varita en manoapuntando hacia James.
-no puedo entender como es quealguien podría salir con una Sangre sucia.
-¡No la llames así! ¡Expulso!
El moreno esquivo el hechizo.
-Everte statum.- James volo por los aires, su cabeza golpeo confuerza una roca que en suelo estaba incrustada.- Lo lamentaras, Potter ¡petrificustotalus!
-¡Protego!- Hermione se detuvo frente a James.
-No te metas, Price.
-Yo me meto en donde me venga engana, Zabinni ¡everte statum!
La rapidez de Hermione sorprendióal moreno y fue lanzado con fuerza por los aire, luego se giro y se hincofrente a James.
-Vamos James, debo llevarte a laenfermería.
-Estoy bien, Hermione,
A sus espaldas, Zabinni se pusode pie y de inmediato apunto a la castaña sin que ella se percatara de esto.
-¡Expulso!- grito el moreno.
-¡Protego!- Sirius apareció de la nada y miro furioso al moreno,mientras Hermione se ponía de pie.
La castaña lo miro sorprendida alnotar que de su labio brotaba un débil hilillo de sangre.
-Eres un cobarde Zabinni:apuñalando por la espalda.
-Una sangre sucia como ella nomerece siquiera que la mire; es incluso peor que Evans. Es asqueroso pensar enque el "puro" de Potter quiera a una sangre sucia.
-Solo igualmente del mismo modoen que tu deseas a Price.- alcanzo a decir James desde el suelo.
"Un comentario inapropiado" pensó Hermione.
Sirius apretó aun mas su varita.
A un lado de Zabinni, unadolorido Lucius Malfoy hacia acto de presencia, pero eso solo complació mas alpji-gris,
-Lamentaran haberlas llamadosangre sucia.
Malfoy apunto de inmediato a lacastaña, Hermione no lo pensó dos veces y lanzo el primer golpe.
-¡Expeliarmus!-la varita del rubio voló lejos de su mano.
-¡Opugno!- grito al mismo tiempo Sirius, lanzando una roca contraZabinni, desarmándolo igual.
-¡¡Incarcerus!!- gritaron al mismo tiempo, quedan así atados ambosoponentes de los leones.
Remus apareció entonces y miroasustado a James.
-Debemos llevarlo a laenfermería, antes de que McGonagall llegue.
Lily se acerco y ayudo a Remus aponer de pie a James, luego se alejaron.
El pecho de Sirius subía y bajabaagitado a causa de la adrenalina y la ira que lo consumían, Hermione puso sumano sobre el pecho del oji-gris intentando calmarlo al mismo tiempo que sonreía.
-¿A ti que rayos te paso, Canuto?
-Malfoy insulto a mi castañafavorita y luego ataco a James, tuve que luchar pero
me agradan mas losgolpes.
-Eres un tonto, Sirius Black.-Hermione sonrió mientras con su dedo índice hacia desaparecer el hilillo desangre que Salía del labio del chico.
-¡¿Qué sucede aquí?!- McGonagallhizo acto de presencia y los estudiantes de inmediato se marcharon.- ¡Sr.Black! Debi imaginarlo, pero usted
Sta. Price.
Apunto con su varita hacia lasdos serpientes que aun permanecían atadas y los libro del hechizo.
-Tomen sus varitas y acompáñenme aldespacho del director ¡ahora!
-Suena a problemas, Castaña.-Sirius miro a Hermione mientras caminaban.
-Estoy acostumbrada,- dijosuspirando.
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-
. Luego Black me ataco y Priceme ato.
-
Black me tiro un golpe y yohice igual.
Aaron y Lucius se quejaban conDombludore, mientras Hermione permanecía sentada no muy lejos de ellos, conSirius detrás de ella.
-Entiendo su punto de vista Srs.Malfoy y Zabinni, pero
- Dombludore hablo con voz queda- me parece que el Sr.Black también tiene su punto de vista.
Sirius levanto la cabeza y miroal director.
-No tengo nada que decir para defenderme.Yo golpee primero a Malfoy y ataque al cobarde de Zabinni, pero fue todo porque insultaron a Evans , y aun pero, insultaron a Hermione
y no me arrepientode lo que hice.
Hermione sonrió.
-por el problema causado, quizá deberíaexpulsarlos un par de días pero en lugar de eso, Srs. Malfoy y Zabinni,limpiaran las cocinas al lado de los elfos después de la cena de mañana Y Sr.Black usted limpiara los salones de adivinación y pociones, sin magia, juntocon la Srta. Price.
-¿Me mando llamar, profesor?-Lily abrió la puerta del despacho.
-La srta. Evans los supervisaradurante el castigo,- Lily asintió.- Pueden retirarse, excepto usted Srta.Price.
Sirius cerro la puerta tras de siy Hermione miro al profesor.
-Srta. Granger
- era extraño oirque la llamaran de esa forma- sus maestros me dicen que excepcional, peroprobablemente ahora comentaran que de mi despacho ya no saldrá
mas ahora quese le ha visto al lado de los tan aclamados Merodeadores.
-Lamento el altercado, profesor.
-En tanto no sea por algo masgrave, todo esta bien. Pero
¿es cierto lo de sus nuevos
amigos?
La castaña sonrió.
-Así es profesor.
-Bueno, no me queda nada mas quedesearle suerte. Puede retirarse.
Hermione le sonrió al director y saliódel despacho. Bajo las escaleras con sigilo y lentitud, para luego seguir sucamino.
-No olvides que aun estoy aquí,Hermione.- Sirius apareció a su lado.
-¿Cómo no percibir ese olor a hierbabuena mezclado con el de perro?- la castaña bufo.
Sirius se desconcertó y la miro asustado,pero de inmediato desecho la idea de que ella supiera que era un animago, despuésde todo
era nueva en el lugar.
-Tenemos una platica pendiente
¿loolvidas?
-No. Habla entonces
-En vista de que te defendí, ¡dosveces!, y prácticamente salve tu vida, creo que eso amerita una cita ¿no?
-¿Eso crees?
-Si; el baile de Halloween es enun par de días y esperaba que me acompañaras.
Hermione se detuvo frente aSirius y sonrió luego de hacer un puchero.
-Lo siento, Canuto. Remus lo dijoprimero; suerte para la próxima.-Lugo siguió caminado con petrificado Sirius asus espaldas.- AH y
¡GRACIAS POR DEFENDERME!-Grito caminando de espaldas.
-¡Me debes 2, Price!
-¡Cobra luego, Black!- la castañale sonrió antes de girarse de nuevo.
Sirius sonrió igual y murmuropara si:
-Como tu no hay otra, HermionePrice.
5:50 de la mañana, era lo quemarcaba el reloj en su mesita de noche; la falta de sueño le exigía bajara poralgo de beber. Unos cortos shorts y una blusa de tirantes eran su ropa dedormir y sabia que al salir de la habitación, la leve brisa fresca de la mañanala abrazaría de inmediato, cumpliendo el capricho que durante horas se habíanegado a subir, se puso una bata de dormir en cima y salió de la habitación. Sucabello castaño estaba hecho una maraña indomable, pero, de todas formas, ¿Quiénestaría despierto a esas horas?
Nadie
quiso pensar.
Bajo las escaleras y camino pordetrás del sillón rojo frente a la chimenea, con intención de atravesar elretrato de la Dama Gorda, pero algo la retuvo ahí.
-¿A dónde vas, Hermione?
La castaña se giro alarmada, yahí, frente a la chimenea y sentado en el sillón, estaba James con la mismaexpresión seria que Harry ponía cuando pensaba en una situación de granimportancia.
-¿Qué haces despierto, James?
-Lo mismo digo,- suspiro cansado- tu amiga me tienedespierto, normalmente así es la mayoría de los días, pero anoche me fueimposible conciliar el sueño.
-Creí que todavía ayer estabas enla enfermería; no los vi ni a ti ni a canuto.
-Sali ayer por la tarde, canutoestuvo conmigo.
La castaña se sentó a su lado,con la pijama a la vista.
-Lily fue a verme ayer: me agradecióel haberla defendido y me pidió la dejara en paz de una vez por todas. Tal vezsea tiempo de rendirme.
-No lo entiendo James, hastratado de conseguir una cita con Lily durante años y ¿de repente decides dartepor vencido?
-Tu no lo entiendes.
-Si lo entiendo; ¿crees que yo nohe amado a alguien que, a pesar de tenerme enfrente, nunca me vio igual? Puessi lo he hecho.
-¡Cambie por ella Hermione! Aunasí lo único que hace es insultarme.
-No cambies, entonces- la castañasuspiro- no nos gusta que cambien por nosotras. Solo se tu mismo. Si Lily temolesta es porque es su pasatiempo.
El azabache agacho la cabeza.
-Yo te ayudare un poco, James.Lily solo necesita un empujon.
-¿En serio lo haras?- sus ojosobscuros parecieron brillar.
--Claro que si, eres uno de mismejores amigos.
-Muchas gracias, Hermione.- ELazabache la abrazo con fuerza y la castaña rio.
Detrás de James, alguien seaclaro la garganta.
-Buenos días, Canuto.- La castañale sonrió al oji-gris, pero el solo asintió.
-Canuto, Hermione e ayudara con apelirroja.
Sirius sonrió casi de inmediato yHermione rio por lo bajo. Se puso de pie, junto con James, y al momento Siriusle sonrió con picardia mientras la miraba: su ropa de dormir estaba aldescubierto.
-linda ropa, Castaña.
-Cierra la boca, Canuto.-Hermione comenzó a caminar apenada y Sirius rio aun mas.
-No te preocupes, he vistopeores. De todas formas
me gustas así o peor.- El oji-gris se recargó en elmuro a un lado de las escaleras que daban a los dormitorios de las mujeres.
-Otro cumplido que seguramente amuchas les has dicho ya.- La castaña se recargo de frente a él.
-Francamente
eres la primera yno será lo último que te diga.
Ambos sonrieron ante elcomentario, con un James que los miraba entretenido.
-Te lo dije el otro día,Hermione: eres diferente y es eso lo que mas me gusta.- Le sonrió de maneraencantadora y vio como las mejillas de la castaña se encendian.
-No coquetees conmigo, Black, nofuncionara. Después de todo
- la castaña se acerco considerablemente al rostrodel oji-gris y dijo casi sobre sus labios:-soy diferente a las demás, ¿no esasí?
Se alejo de ahí con airetriunfante. Sirius no hizo mas que sonreír.
-Realmente te gusta esa castaña,¿o no?
-Tal parece.
El azabache rio con burla, seacercó a su amigo y le dio una palmada en el hombro.
-Parece que ahora el "rogón· seráotro.
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-¡¡HERMIONE!!
Luego del grito de la pelirroja, loúnico que se escucho fue el golpe seco que Hermione provoco al caer de la cama.
-lily, no tienes que gritar,estoy a solo una puerta de distancia.- La castaña abrió la puerta del baño.
-Lo lamento, ¿puedes ayudarme conel cierre?
Lily había escogido un sencillodisfraz de diabla: un vestido y capa rojos, se había maquillado con un poco desombra roja y el labial igual de rojo que su cabello.
El de Hermione constaba solo deuna falda negra con dos holanes de color verde y un cinto negro, con una blusa straplede ambos colores, llevaba puestas unas botas negras y en su espalda se asomabanun par de alas negras con pequeños destellos verdes. Su cabello castañopermanecía recogido con un par de mechones cayendo sobre su rostro. Sus ojoscolor miel habían sido delineados y en los labios solo llevaba puesto un brillosin color alguno.
-Lista, Lils.
-Vámonos entonces, Daniel meespera.
Bajaron las escaleras y abajoRemus ya esperaba a la castaña, llevando puesto solo un traje negro; Remus lamiro y tomado su brazo, le sonrió con cortesía. Afuera de la sala común, Daniel-el novio de la pelirroja- ya esperaba aLily, vestido también de diablo. Remus y Hermione no hicieron más que reírse alverlos de esa forma.
Los pasillos de la escuela teníanpoca luz y con las telarañas, daban un aspecto lúgubre al lugar; losestudiantes se abarrotaban presurosos en la puerta del Gran Comedor y a amboscostados de la misma, los prefectos de Slytherin entregaban antifaces. No tenían hilo alguno con el que sostenerse,la castaña se lo puso y de inmediato sintió como un delgado hilo aparecía pordetrás de su nuca, tornándose de negro con detalles verdes: magia, era todo loque en Hogwarts había.
Las calabazas con velas dentroflotaban en el aire, la enorme mesa de bebidas permanecía a un lado de la pistade baile y toda mesa había desaparecido.
-¿Nunca hacían bailes en tuantigua escuela?- Remus pregunto.
-El último baile al que asistífue hace dos años, pero
no se compara.
-Espera a ver el de navidad.
Tan pronto como llegaron, Daniely Lily se marcharon, y la castaña y Remus optaron por ir por un par de bebidas.
-¿Ponche?
-Whisky de fuego.
-Buena elección,- Remus leentrego un vaso.
Hermione le sonrió y le dio unsorbo a su bebida. La garganta pareció quemarle, pero el ardor era agradable.
-Vamos Hermione, a bailar,- Remusle tendió la manos sonriente y Hermione la tomo gustosa.
No había a James o a Peter, nisiquiera a Sirius; se preguntaba con quien había ido al baile el oji-gris y siJames había ido. El ritmo no era lento pero tampoco era demasiado rápido, Remusbailaba muy bien y la castaña se burlaba de lo torpe que parecía a su lado,pues podría ser muy buena en clases, pero cuando de baile se trataba su nombreentonces era "pies izquierdos"
-¿Colagusano vino?
-Si, con una antes "amiga" deSirius.
La castaña abrió la boca paradecir algo pero nada salió de ella, Remus había cometido un error al hacer talcomentario y tratando de enmendarlo, tomo su muñeca y la llevo de nuevo a lamesa con las bebidas; de espaldas a ellos, bebiendo ponche, estaba una chicarubia, Remus sujeto con mayor fuerza la muñeca de la castaña
a causa de losnervios.
-Remus, duele
Entonces, la rubia se giro.
-¡Remus! Creí que
- su miradabajo hasta la mano del muchacho sujetando la muñeca de la castaña.
-Hermione Price,- la castaña le tendióla mano, luego de haberse soltado del agarre de su acompañante.
La rubia enseguida sonrió.
-Alyssa McElroy. Tu eres lanueva, tanto en la escuela como en los Merodeadores.
Hermione asintió.
-Había escuchado que eras bonita,pero
se quedaron cortos.
La castaña rio.
-Tranquila, puedes llevarte aRemus.
Alyssa y Remus rieron alinstante, para luego encaminarse hacia la pista de baile.
-lo que dijo la Ravenclaw escierto,- una voz grave sonó a sus espaldas, una voz que reconoció casi alinstante.
-¿Qué quieres, Zabinni?
-Tu amigo Potter tenía razón: megustas, Price,- el moreno se acerco a su oído y Hermione se aparto deinmediato.- Quiero que bailes conmigo,- se acerco a ella y tiro de su cintura.
-Ni en tus sueños, Zabinni y novuelvas a tocarme.- Se alejo de el de inmediato.
-No puedes rechazarme
sangresucia.
Hermione volvió sobre sus pasosmolesta.
-Largo, Zabinni,- James se detuvoen medio de ambos, el moreno sonrió y luego se marcho.- ¿Todo bien, Hermione?
La castaña asintió.
-¿Y Lily?
-Platicando con Daniel,- su dedoapunto a la entrada del lugar, pero parecía que peleaban.
-Me parece que no están platicando.
-
¿sabes que? Yo me voy.- Daniel salió del lugar.
-¡Bien! Haz lo que quieras.- Lily camino molesta en su dirección.
La castaña tomo un vaso conWhisky de fuego y se lo tendió a Lily, su amiga lo tomo sin chistar y lo bebió deinmediato.
-me parece que es tu oportunidadde llevarla a bailar, James.
-No, esta muy molesta.
-Solo llévala a bailar y no lepreguntes acerca del tema. ¡Ve ya!- Le dio un empujón y el siguió después sucamino.
Se inclino un poco para hablarcon Lily y le tendió la mano, la castaña sonrió al ver como su amiga aceptabasonriente.
-Quien te viera diría que eresuna Slytherin,- su voz favorita lleno sus oídos y el olor a hierba buena sefiltro por su nariz.- Por poco y no te reconozco, Castaña, de no haber sido portu melena.
-¿En serio?
-Parece que al fin la pelirrojale dio el "si" a Cornamenta.- Sirius se paro a su lado.
Ambos miraron al ver a sus amigosbailar juntos.
-Haces una bonita pareja, ¿no locrees, Canuto?
-¿Sabes quienes harían una mejorpareja?- el oji-gris se acerco a su oído.- Tu y yo.
Tomo la mano de la castaña y tirode ella con suavidad, Hermione lo siguió hasta el centro de la pista de baile.La balada de la noche sonó entonces, Sirius rodeo su cintura y la acerco unpoco a el y ella rodeo su cuello; Sirius la miro y le sonrió, Hermione solo negócon la cabeza divertida.
-¿Te has enamorado alguna vez?-la pregunta sorprendió al oji-gris.
-Si- contesto apenado- de Alyssa.
-¿Sabes cuantas estudiantes sellaman Alyssa?
-Solo una baila con Lunático- Hermione lo miroatónita.- El no lo supo nunca. La historia mas común: nos hicimos amigos almudarse a un lado de mi casa y me enamoré, pero luego me di cuenta de que yo lamiraba de la misma forma en que Alyssa veía a Lunático. Me hice a un lado y ledi el pase a Remus, se enamoro igual. Pero no importa, siempre llega alguienmejor- Sirius la miro.
Y Hermione se sonrojo.
-¿Y tu, castaña?
-Si, pero nunca lo supo.- La músicaparo- aunque
últimamente llega a mi mente la imagen de un enorme perro negro,de solo pensarlo
no puedo evitar de sonreír.
Él se quedo estático y ella sonriótriunfante; "lo sabe" le dijo su mentea Sirius, no sabia como pero lo sabía; levanto la mirada para preguntarle comoes que se había dado cuenta pero ella ya se había marchado. Corrió tras de ellay al instante de haber tomado su muñeca la voz que mas odiaba, llamo su atención.
-¡Mi querido primo! ¿Quién es tuamiga?
Bellatrix Lestrange los mirosonriente y detrás del antifaz, sus ojos parecieron brillar.
-No te incumbe, Bella.
-no seas maleducado, Sirius-Hermione dio un paso hacia adelantey Bellatrix la miro sonriente.- HermionePrice, la sangre sucia que tu acompañante desea y la misma que derribo a tu amigo Malfoy.
Bellatrix la miro molesta.
Y detrás de la castaña
Sirius sonrió.
-Vámonos, Bella, no tenemosporque estar aquí.- Narcissa tiro de su brazo.
-No, Cissy. No permitiré que estasangre sucia manche el apellido Black.
-Largo de aquí, Bellatrix- Siriusse paro delante de Hermione, sabia lo poco tolerante que la castaña era y noqeria que el Gran Comedor terminara hecho un desastre.
Detrás de ellos, Lily y James lamiraron serios, Remus y Alyssa se unieron también, llegando al final Peter.
-¿Pasa algo, canuto?- preguntoJames desde el otro costado de Hermione.
-No cornamenta, Bella ya se iba.
La bruja sonrió.
-Como quieras, yo solo venia adecirte que Cessie te espera en as mazmorras.Nos vemos luego...gatita-dijo a Hermione. Luego se marcho.
Hermione se mordió el labio en unintento por contenerse y James acaricio su hombro intentando calmarla.
-Creo que ya es tarde, Hermione
debemos irnos.- Lily se acerco a su amiga y le quito el antifaz; Hermione le sonrióa sus cuatro amigos y se marcho al lado de Alyssa, pero Lily se giro y miromolesta a Sirius:- Combina con el de tu noviecita, Black.
La pelirroja se marcho de ahí dandograndes zancadas, la castaña quizá no lo admitiría pero ella había visto comoel ultimo comentario de Bellatrix la había molestado y no permitiría que suamiga pasara vergüenzas por alguien que se cree superior, menos aun, una Black.
-Hermione lo sabe,- dijo Siriusmirando el antifaz.
-¿Cómo dices?- James frunció elceño.
-Sabe que soy un animago.
-Parece que sabe mas de locreemos.- Peter se cruzo de brazos.
-Hermione Price, ¿Quién eres
realmente?- Susurro Sirius levantando la mirada.
-Hermione, ¿conoces esteconjuro?- Harry le muestra el libro.- ¿Sectumsempra?
-No, no lo conozco y si tuvierasun poco de decencia devolverías ese libro,- contesto molesta la castaña.
La castaña había aparecido detrásde Ron, Harry y Ginny pero ellos solo se habían percatado de su presencia alllegar a la Sala Común.
Estaban solos
entonces podríancharlar.
-Solo un tonto lo devolvería, esel mejor en pociones incluso mejor de lo que tu eras, Hermione
- el pelirrojoguardo silencio al ver como su amiga lo miraba molesta.
-Me gustaría saber a quienpertenecía, déjame verlo.
-¡No!- el azabache se puso depie, seguido de su amiga.
-¡¿NO?!¿Porque no?
-El encuadernado es frágil.-Comenzó a caminar de espaldas a Ginny, con Hermione siguiéndolo.
-¿El encuadernado es frágil?- lacastaña bufo molesta.
La menor de los Weasley se pusode pie y le quito el libro a Harry:-¿Quién es el Príncipe Mestizo?- Hermione frunció el ceño dudosa ante laspalabras de la pelirroja-
eso dice: "este libro es propiedad del PríncipeMestizo"- Ginny miro a Harry y le lanzo de vuelta el libro.
El azabache se alejo en silencioa leer su libro de nuevo.
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-
. Ronald dice que llevas emanascon ese libro, ¡prácticamente duermes con él! ¿y no quieres sabes quien es el Príncipe Mestizo?- la voz de lacastaña sono histérica a oídos de Harry.
-No he dicho que no me despiertecuriosidad, además
¡yo no duermo con el libro!
La castaña elevo una ceja mirandoa Ron.
-Es cierto, siempre hablábamosantes de dormir y ahora solo lees ese libro
es como estar con Hermione- Ronaldagacho la cabeza y Hermione rodo los ojos.
-Pues yo si tenia curiosidad yfui a
-La biblioteca- completaron Harryy Ron al unísono, -¿y?
-¡Nada! No haya nada acerca deninguna príncipe mestizo.
-Tal vez los libros en labiblioteca de TU Hogwarts sean muy antiguos, deberías buscar en la bibliotecade NUESTRO Hogwarts,- corroboro Ronald.
-No lo creo Ron el ultimo librode Su biblioteca es de hace veinte años
La castaña y el pelirrojo discutíanacerca de la antigüedad de los libros, pero Harry ya no les prestaba atención;el profesor Slunghorn había hecho acto de presencia.
-¿Cervezas de mantequilla?-pregunto a sus amigos.
Yo
los esperare a la salida, ¿deacuerdo? -Como quieras,- susurro Ron, alejándose al lado de Harry.
Pero la castaña ni se inmuto,tenia ella ya sus propios planes.
-
solo digo que Draco tiene algo que ver con
- le comentaba el azabache a suamigo alejándose de Las Tres Escobas.
-¿Qué sucede con Malfoy?- lacastaña salió de la nada, ambos chicos saltaron y gritaron del susto ante su repentinaaparición, Hermione se limito a reír.- ¡debieron ver sus caras!-la castañaimito la expresión en el rostro de sus amigos mientras abrazaba sus costillas.
Harry, al verla reír de esaforma, no hizo mas que imitarla.
Un par de estudiantes de Hogwartspasaron a su lado y miraron extrañadas a Harry, pero a él no le importo pues reíacon su amiga
y nada mas importaba.
La castaña los abrazo a ambos porlos hombros y aun sonriendo, siguieron su camino.
Se le notaba feliz y de hecho loestaba, estar con los Merodeadores era toda una aventura, pero extrañaba estar con sus amigos y cada segundo de esoscortos momentos
valían la pena.
-¡¡¡¡AAAAHHH!!!!- el desgarradorgrito de Lehigh Ane los aterro- le dije que no lo tocara,- dijo mirándolos.
Katie fue estrujada en el friosuelo cubierto de nieve y luego elevada en el aire, pero luego de unossegundos, cayo al suelo como un objeto insignificante.
-¡No se acerquen! ¡Atrás!- elcorpulento cuerpo de Hagrid la atravesó como si no estuviera ahí, él no la veía,pero aun asi, ello ocasionaron nauseas en la castaña; Harry tomo su muñecaevitando que cayera en la nieve.
Harry se acerco al paquete que minutosantes Katie había abierto, pero Hagrid le impidió hacer algo mas.
-Toquen solo el envoltorio.
-¿Segura que Katie no llevaba elpaquete?- McGonagall pregunto de nuevo a Lehigh Ane.
-Como dije, fue al baño y alvolver traia el paquete; dijo que era importante que lo entregara.
-¿A quien?
-Al Prof. Dombludore.
Todos ahí contuvieron la respiración.
-Muy bien Leigh Ane, puede irse.-McGonagall la vio salir del aula y luego miro a ambos jóvenes molesta- ¿Por quésiempre que algo pasa, ustedes están presentes?
-Créame profesora, yo me he hechoesa pregunta durante 6 años.- Dijo Ron suspirando; Hermione rio.
Severus Snape entro por el umbral,con ese are de intimidación al que todos temían, todos excepto Hermione.
-¿Qué opinas, Severus?
El collar permanecía suspendidoen el aire girando lentamente.
-Opino que la Srta. Bell tienesuerte de estar viva.
-Estaba hechizada, Harry.-Susurro la castaña en el oído de su azabache amigo.
El confio en ella.
-Estaba hechizada, ¿no es asi?Conozco a Katie, no lastimaría ni a una mosca,- dijo el azabache.
-asi es Potter, estaba hechizada.
Hermione susurro de nuevo:
-Fue Malfoy, Harry; yo lo vientrar con el paquete.
-Fue Malfoy,- Harry sonodecidido.
-Es una acusación muy grave.
-Sin dudas, ¿tienes pruebas?- laspalabras de Severus salieron de su boca como el sisear de una serpiente.
-Solo lo se.
-¿Solo lo
sabes? Una vez mas mesorprendes Potter, pero
imagino que ha de ser una gran carga ser
el elegido.
Nadie mas hablo.
-Es mejor que vayan a sus dormitorios,-la voz de McGonagall temblo.
El trio salió de ahí dandozancadas, Harry frente a Hermione y Ron.
-Harry
- lo llamo la castaña.
-¡¿Por qué lo mencionaste,Hermione?!- se detuvo en seco y la miro.
-Lo lamento, yo solo
-¡¿Solo que?! ¡¿Querias ser lasabelotodo
de nuevo?!
Los ojos castaños de Hermione setornaron vidriosos:- Creo que
debo irme.
-Hermione
no.- Ron intentofrenarla pero ella ya había desaparecido ante los ojos angustiados delpelirrojo y los molestos del azabache.
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-Ja, ja, ¡basta!- Lily rio yJames sonrió.
-Creo que no fue mala idea que convencieras a McGonagall de emparejarlos
gatita,- lo ultimo lo dijo Remusimitando a Bellatrix.
La castaña lo miro y sonrió.
-¿Llevas mucho observándolos?
-No, solo espero a Lily, ¿y tu?
-Llevo dos horas esperando aCornamenta.
Hermione hizo una mueca mientrasRemus elevaba los hombros bufando.
-¡Lista, Mione!- Lily se puso depie tomando sus cosas- Mañana a las 3, solo quedan unos cuantos detalles.
James asintió.
Hermione sonrió y se alejo allado de Lily; el azabache y su amiga parecían llevarse mejor, eso después delbaile, y ella no podía estar mas feliz.
Iba demasiado concentrada entratar de olvidar la manera en que Harry le había gritado, que ni siquiera sedio cuentas de por donde camina, eso hasta que una voz la devolvió a larealidad:
-¡Evans!- Sirius apareció corriendoy Lily hizo una mueca- Castaña.
Hermione le sonrió.
-¿Qué quieres, Black?
-¿Dónde esta Cornamenta?
-En la biblioteca, con Pettigrewy Remus.
El oji-gris miro a la castaña.
-Hermione
-¡Largo, Black!- le reprocho lapelirroja, llevándose a la fuerza a si amiga por el largo pasillo,- no tepreocupes, Mione, no volverá a molestarte.
-No me molesta Canuto.
Lily seguía molesta por lo sucedidoen el baile de Halloween, pero en esos momentos, lo único que la castañaatinaba a pensar era: "¿Qué había sucedidoen el baile de Halloween?".
-Debería, es un cretino. Luego delo del baile no se como puedes
-¡Basta, Lily!- la castaña se soltódel agarre de su amiga.- Bellatrix puede decir lo que se le venga en gana,porque Canuto y yo no tenemos nada que ver.
Al en esa oración la hizotemblar.
Lily se acerco a ella.
-Se que lo quieres, ¿Por qué nolo admites?
-Admitir eso seria como que tuadmitieras que entre tu y Cornamenta hay algo,- intento ofenderla y en suspalabras refugiarse pero fue todo lo contrario, pues entre James y Lily si habíaalgo pero
¿entre ella y Sirius?
La castaña no dijo y nada mas y comenzó a caminar pero losiguiente que vio, fue una pila de libros cayendo al suelo, lejos de las manosde Severus.
-Mira por donde vas, Price.
Hermione se puso en cuclillas enintento tomar un par de libros, pero Severus la detuvo.
-No toques nada o quedaranmachados por tus sucias manos.
Hermione agacho la cabeza fijandosu mirada en la pasta de uno libro que abierto permanecía, su corazón dio unvuelco al ver lo que en la esquina izquierda rezaba:
Estelibro es propiedad del Príncipe Mestizo
-¿Dónde esta tu guardaespaldasBlack? ¿Paseando con Cessie?- Severus sonrió con malicia poniéndose de pie.
La castaña se puso de pie tambiénmientras sacaba su varita.
-Yo soy su reemplazo,- Remus tomola mano de Hermione, evitando que lanzara un conjuro en contra de Severus.
-No es tu asunto, Lupin.
-Si lo es, Snape.
-Severus, por favor
- Lily lomiro angustiada y negó con la cabeza.
Severus estaba decidió acontinuar en la pelea, pero cuando escuchó a Lily la miro a los ojos y recordó eldía en que fueron seleccionados para casas distintas: la misma mirada que habíavisto aquel dia.
Tomo sus libros y se marcho de ahí.
-Gracias, Lunatico- Hermione le sonrióy él asintió.
-Cuando quieras, Hermione.- Luegose marcho.
La cabeza le daba vueltas:
-Severus, es el Príncipe Mestizo,-susurro para si.
La pregunta había sido respondiday no sabia cuando podría decírselo a Harry, pero aquella tarde le había gritadode tal manera en que Hermione dudaba en si debía volver o no, le había gritadomolesto por algo que ella le había dicho era cierto
algo que él no había visto.¿Qué si sucedía lo mismo con aquella situación? No estaba dispuesta a salirherida, no de nuevo
y mucho menos por su hermano.
La pregunta era:
¿Le diría a Harry la verdadacerca de quien era Severus Snape?
La respuesta a esa pregunta fue
No, por supuesto que no lo haría.
-¡Hermione basta, debemos ir!
-¡No quiero, y no me obligaras!
La castaña se sostenía con fuerzadel marco de la puerta mientras Lily tiraba de su cintura en un intento dehacerla bajar.
-No puedes seguir faltando aadivinación el resto del año, ¡ni siquiera puedes hacerlo el resto del mes! Asíque ¡SUELTATE!- tiro de ella una vez y Hermione casi entierra sus uñas en unpequeño hueco entre la madera y el muro de la entrada.
-¡No iré, Lilian Evans!
Lily sonrió.
-Por supuesto que si.
La pelirroja tiro de ella denuevo logrando que las manos de Hermione soltaran la madera, Lily la soltó deinmediato pero la castaña iba ya cayendo por las escaleras mientras ella lamiraba alarmada; parecía no ser nada mas que una gran pelota castaña cayendo deescalón en escalón
pero solo era Hermione, hecha un ovillo.
Sus ojos amielados se vieron tancerca del suelo al llegar al final de las escaleras que la castaña solo atino acerrar los ojos. Increíblemente su rostro quedo a solo centímetros de distanciadel suelo, suspiro aliviada: alguien había sostenido su cintura y la habíadetenido.
-Deberías tener mas cuidado,Castaña.
¿"Castaña"? levanto la mirada ysus ojos color miel se mezclaron con el gris de Sirius.
-Gracias, Canuto- se puso de pieuna vez y le sonrió al oji-gris.
-¡¿Hermione?!- Lily bajo por lasescaleras con paso presuroso, la vio y suspiró y cuando creyeron que sedisculpara
no hizo mas que reírse sonoramente.
-¿De que se ríe la pelirroja?-James llego a su lado.
-Se burla de mí, por habermecaído- se cruzo de brazos resignada y Sirius abrazo mas su cintura y sonrió.
-¿Cómo fue que te caíste?-eloji-gris soltó a la castaña bajo la mirada picara de su azabache amigo.
-Bueno
yo no quería ir a clasede adivinación y Lily trataba de hacer que me soltara del marco de la puerta, ylo logro, entonces fue cuando yo me cai, y todo porque TU no quisistesostenerme.- Dijo apuntando a Lily.
-¿Y que querías? ¿Qué me cayeracontigo? No gracias.
Hermione apretó los labios yelevo la ceja izquierda.
-Debemos irnos
¡accio libros!- los libros de ambasllegaron a sus manos.- Vamos, entre mas pronto lleguemos
mas pronto seterminara la tortura.
"Adivinación" la clase mas odiadapor la castaña.
Los pesados y bruscos pasos de laprofesora se hicieron presentes en el aula, haciendo que tanto la casa deSlytherin como la de Griffyndor guardara silencio.
-Hermione Price, ¿Dónde esta?- lomismo que preguntaba en cada clase.
La castaña se puso de pie.
-Al fin se digna a entrara a miclase,- la profesora frunció el ceño- soy la Prof. Dementia, espero que laclase le parezca
satisfactoria.
-lo dudo,- susurro Hermione.
La profesora ignoro sucomentario: no era la primera en hacerlo.
-Hoy aprenderemos el arte de¡leer la mano!- dijo a mitad del aula- ¡en equipos que YO formare! Evans, Potter y Bellatrix Black;Malfoy, Zabini y Pettigrew: Narcissa Black, Lupin y Snape
La castaña cruzo sus dedos enespera de algo de suerte
-
Black, Price y Walsh
"Cessie Walsh, ¡perfecto!"Hermione hizo una mueca.
La rubia se vio a obligada a moversede lugar
hacia la mesa de los leones.
-Gatita
- dijo soltando unarisita al mirar a Hermione.
-Serpiente
-Una serpiente que sabe a quienelegir, ¿no es así
Sirius?- se acerco a él y beso su mejilla, mas él no dijonada. Se sentó al lado del oji-gris y tomo su mano intentando "leerla":- pareceque vivirás durante mucho tiempo
"Respuesta incorrecta
" pensó lacastaña.
-
pero creo que no sabes elegirbien a tus amigos
¡Acertada! Quizá por Peter.
-
parece que serás muy feliz enlo que al amor se refiere, ¡seremos muy felices!
-¿En serio?- Hermione tomo lamano de Sirius- yo no veo ninguna zorra-serpiente en el camino de Canuto.
-Si te crees mejor que yo, ¡demuéstralo!-Cessie le tendió la mano.
-¡Bien! Parece que vivirasdurante muuuuuucho tiempo, ¡pero claro! Los cobardes como tu siempre lo hacen;-la Prof. Dementia llego a su mesa, mas ella no se contuvo:- Veo que estascomprometida, parece que serás la futura Sra. Parkinson, ¿no es así' Tendrásuna hija igual de estúpida que tu, pero ¡no puede ser!- la castaña negó con lacabeza,- acostarte con el hermano de tu prometido no es la solución, pero unazorra solo eso sabe hacer: ¡andar de ofrecida!
-¡Basta ya, Srta. Price! Salga demi clase y no vuelva hasta disculparse con su compañera,- Dementia señalo lapuerta del aula.
Hermione se puso de pie tomandosus libros.
-En ese caso
no volveré,- lacastaña se acerco considerablemente al rostro de la rubia, sosteniendo confuerza la muñeca de esta:- yo NUNCA me disculpo por decir la verdad.
Dejo caer la delgada mano deCessie con brusquedad sobre la mesa y se retiro de la clase.
Leones y serpientes la miraroncon asombro: la castaña no se comportaba de esa manera, pues incluso en esa épocaseguía siendo de las mas inteligentes de su casa, ¡pero claro! Era ahora una delos Merodeadores y un merodeador
NUNCA se porta bien.
El Sauce Boxeador se movíaimpaciente sacudiendo sus hojas, debajo de él, la roca que guardaba en largo túnel,esperaba a ser descubierta aunque
a estas alturas, Sirius ya la debía de haberencontrado.
El único lugar en el que se habíasentido en calma, los latidos de su corazón aun eran rápidos a causa de laadrenalina que en la clase de adivinación la había llenado.
-¡Hermione!- la pelirroja toco suhombro.
-¿Qué sucede, Lils?
-Dementia quiere que vayas a sudespacho.
La castaña bufo y se puso de pie retirándoseel cabello del rostro, para luego comenzar a caminar al lado de su amiga. Lily se marcho al llegar a la entrada delaula, con los libros de Hermione en sus manos. Los nervios la llenaron depronto, atravesó el aula con pasos lentos y dudosos, su mente se debatía en sientrar o simplemente marcharse pero la decisión la tomo a solo un paso de lapuerta: debía enfrentarla.
La puerta rechino de manerahorrorosa al ser abierta y sus nervios aumentaron al ver que el primer par deojo que sobre ella se posaron fueron los azul celeste del Prof. Dombludore:-Srta. Price,- el anciano Prof. Le señalo una silla.
Hermione tomo asiento.
-Es una alumna excepcional Srta.,al menos
es lo que el resto de los profesores dicen- la voz de la prof. Se leantojo melosa y con aire de superioridad que nunca antes había escuchado:- perola falta de respeto hacia mi, la clase y su compañera son ¡inaceptables!
-Pero
- la castaña intentoreplicar.
-¿Qué sugiere hacer, Folle?-intervino Dombludore con la intención de ahorrarse mas problemas.
-Las estanterías del aula, llevanmucho tiempo sin ser aseadas, sin mencionar también los libros y bolas de adivinación;sugiero, entonces profesor, los limpie ¡SIN! Magia alguna.
"¡Pan comido!" pensó con astuciala castaña.
-¿Cuándo?- dijo sonriente.
-Dentro de dos días, después declases.- elevo una ceja y sus ojos negros miraron a la castaña con desprecio:una mirada a la que ya estaba acostumbrada.
Dombludore se puso de pie y asintiócon la cabeza; la castaña se puso de pie y salió con aire triunfal: no seria tandifícil, después de todo, ella era una muggle.
-Parece que te gustan los castigos,Castaña.- Sirius permanecia a la salida con los brazos cruzados, le sonrió ampliamentey Hermione apenas si pudo ver como sus grises ojos brillaban detrás de toda esamaraña de pelo que le cubria el rostro.
-No son de mi agrado,- continuocaminando y Sirius la siguió:- solia estar en el despacho del director museguido, mas no de castigo en castigo. Era mas
una ratona de biblioteca.
-Prefiero a la nueva Hermione,-el oji-gris le sonrió aun mas y se detuvo frente a ella- dame tu mano, no pudeleerla.
Ella sonrió con ironía y le tendióla mano.
-Tendrás una vida lar y plena,afrontaras mucho peligros y veo una gran batalla en tu futuro mas es maspeligroso lo que hay dentro tuyo
-¿Qué hay del amor?- estaba "ansiosa"por saber.
-Parece que hay un perro muyespecial en tu camino
- Sonrió por un momento y luego frunció el ceño:- hay tambiénuna comadreja.
Hermione retiro su mano y por unmomento, solo por un momento, sus ojos de humedecieron. Miro al suelo, evitandoque él la mirara, pero Sirius la tomo de la barbilla con delicadeza y la obligoa mirarlo:
-A pesar de todo, estoy seguroque. Al final, te quedaras con el perro.
Ella rio, dejando caer una finalagrima por su mejilla.
Sirius la miro durante un par desegundos, recorrió su mano hasta la sonrosada mejilla de la castaña y comenzó aacortar la distancia entre ambos. Hermione no se movio, estaba dispuesta aaceptarlo, pero, por alguna razón, el destino decidió que ese aun no era elmomento.
-¡Buena predicción, Black!-Dementia apareció de detrás de la castaña y Sirius se aparto de ella:- estoyimpresionada, quizá le seas de gran ayuda a tu "amiguita".
-No hay problema, Profesora,-Sirius agacho la cabeza y se hizo a un lado, cediéndole el paso.
Los miro por última vez y luegose marcho.
Hermione comenzó a reír al instantey Sirius opto por hacer lo mismo; vergüenza: solo en eso eran capaces depensar.
-Evans debe estar preocupada, hayque irnos.
Hermione asintió, dando una bocanadade aire intentando respirar de nuevo.
-¡cierto!
El oji-gris se poso a su lado yle extendió el brazo.
-¿Me permitiría escoltarla a lasala común, Srta. Price?
-Seria todo un honor, Sr. Black,-enredo su brazo con el de él y sonrientes, comenzaron a caminar hombro conhombro.
Les agradaba el estar en compañíadel otro y no permitirías que un diminuto momento de vergüenza los privara deello. Seguirían, simplemente, comportándose como día con día lo hacían.
Hermione y Sirius
La castaña y Canuto
Los mejores desvergonzados quealguna el suelo de Hogwarts, hayan pisado.
-¿Feles?
-Remus asintió sonriendo.: -Es tunombre de merodeador
es gato en nose que lengua muggle
-Latín, Remus, Feles es gato en latín- Lily se detuvo a un lado de su amiga.-Yo lo mencioneya que Cessie así te llamo, y a Remus le gusto la idea.
-No es mala idea, ¿que opinas,Cornamenta?
-La idea de cómo sacaron elnombre es
rara, pero Feles es mejorque gato, así que
- el azabache callode repente.
-Lily, ¿lista?- Daniel beso lamejilla de la pelirroja.
James dio un paso hacia delante yHermione se vio obligada a detenerlo negando con la cabeza.
Si; me tengo que ir, nos vemosHermione
- la castaña sonrió- Potter,- El azabache solo asintió.
-No es la manera de demostrar tuscelos, Cornamenta- el muchacho le sonrió- ¡Asi esta mejor! Me tengo que ir sino quiero que Dementia se moleste, hoy comienza mi castigo.
-Gracias
Feles.
La castaña sonrió emocionada.
-Quizatengas razón, Canuto- la voz de James llego a sus oídos.
-¿Sobre que?- ese era Sirius.
-Que Hermione es mas difícil quemi pelirroja
-No te ofendas pero la Castaña esdiferente a todas las que he conocido
incluida Evans.
Las mejillas de la castaña seencendieron.
-De igual manera
ella ya estabaenamorada para cuando llego a Hogwarts.
-¿Qué tal una apuesta para
motivarte?-Jameshizo una pausa-: Si conquisto primero a Lily me devolverás el mapa delMerodeador
si tu sales primero con Feles no tendrás que preocuparte poraprobar Defensa.
Hermione se imagino a Siriusfrunciendo el ceño mientras lo pensaba.
-¡Hecho!
-De acuerdo
Era ese el momento de salir.
-No creo que a Lily le agradesaber que la incluyes en una apuesta como un premio a ganar a ganar, James- suvoz ni siquiera llego a sonar molesta.
-Para mi es el mayor premio,.-James le sonrió y Hermione hizo una mueca.
-Muy lindo de tu parte pero no esconveniente que lo digas. Mantengas sus conversaciones a SOLAS y no en la Sala común.
James asintió, Sirius bajo lamirada y Hermione sonrió satisfecha.
"Debes limpiar cada estantería,mañana las espero encontrar sin rastro alguno de polvo
" horas habían pasado ya desde que la profesoraDementia se lo había dicho, supo que habían sido horas y no minutos por laobscuridad que en el exterior reinaba.
Había limpiado cada estanteríadel aula, solo faltaba que las esferas de adivinación quedaran "relucientes"como le habían exigido y retirar el polvo de un par de libros. Se puso de piepara devolver una de las esferas a su lugar cuando la esencia de hierbabuenainundo la estancia. Sonrió maliciosamente y dejo la esfera sin nada en quesostenerse. Se hinco de nuevo esperan escuchar el sonido del pesado cristalromperse.
Pero el estruendoso ruido nuncallego a sus oídos.
-Buenos reflejos, Canuto.
-¿Cómo supiste que estaba aquí?-Sirius se dejo ver- traia puesta
-L a Capa de invisibilidad,-completo ella.
-¿Cómo lo sabias?
Hermione hizo un gesto deindiferencia elevando los hombros:- Lo supuse.
-¿Cómo supiste entonces que yoestaba aquí?
-Tu olor, te acercaste demasiado.
El oji-gris no dijo nada.
-Evans quería venir
- dijocambiando el tema de la conversación- pero Dementia no se lo permito y se quedovigilándola; quería ayudarte.
-Bueno, entonces tu me ayudaras.
-Pero yo
-Tu quítale el polvo a los librosy yo limpiare las esferas.- Sirius bufo y tomo un par de libros.
-Eres mala, Price.
-Cuando quieras, Black.
Continuo su tarea pasando eltrapo con suma delicadeza con cada esfera que tomaba, pero Sirius hacia levitarlos libros mientras les quitaba el polvo con magia. La castaña se puso de pie, moviósu varita haciendo que los libros cayeran al suelo y se acerco al oji-gris paraentregarle un trapo.
-Se limpian sin magia, Canuto.
-Nadie se dara cuenta.
-Yo ya lo hice- le sonrió demanera maliciosa y volvió a su lugar.
El único sonido que se podía escucharen la estancia era el de un trapo raspando la cubierta de los libros, el deotro trapo limpiando con sumo cuidado el cristal de las esferas y un par depasos atravesando el aula para dejar las cosas en su lugar: ni siquieraHermione pudo soportar tanto silencio.
-¿Que quiso decir James con lo de"no tendrás que preocuparte por aprobar defensa? Creí que esa era tuespecialidad.
Hermione lo vio sonreír mientrasdejaba el ultimo libro en su lugar.
-Lo es, pero hace tiempo hicimosuna apuesta: James aposto que yo no podría decirle a Alyssa que saliéramos,estaba seguro de que ganaría él pero mi orgullo me cegó y acepto; si yo perdiale dejaría ganar cada combate en contra mía.
Hermione lo miro incrédula, peroél solo se acerco a ella para luego hincarse también y ayudarle a limpiar lasesferas.
-¿No pudiste invitarla a salir?-él negó con la cabeza-: ¡Vaya! Entonces Alyssa si que era importante para ti.
Sirius elevo los hombros.
-Quizá, pero resulta que ahorahay alguien MUCHO mejor que ella y la considero mas importante de lo que ellafue.
Hermione se puso de pie en elmomento en que sus mejillas amenazaban con encenderse y dejo la ultima esferade adivinación en su lugar. Camino en silencio hasta donde se encontraba su suétery cuando se giro, quedo de frente a Sirius.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-sus ojos brillaron bajo su melena oscura.
Ella asintió comenzando a caminarde espaldas.
-¿Por qué no te molesto lo de laapuesta?
-Porque se que perderás, notienes oportunidad de ganar.
-¿Segura?- El oji-gris se acercoa ella, pero Hermione no se movio.
-Pos supuesto.
Su espalda topo con el frio muro;Sirius a tenia acorralada y ella no podía salir.
-Me parece que el otro día dejamosalgo pendiente, Castaña.
-¿Qué?
-Algo como
esto.
Comenzo a acercarse a la castaña,acortando la distancia entre ambos, los parpados del muchacho se cerraronesperando el momento en que sus labios tocaras los rosados de Hermione. Peroella no se lo permitiría.
Hermione sonrió y luego loempujo.
-A mi me parece que no, Canuto.
-¿No diras nada mas? ¿Ni siquieraun gracias?- se recargo en el muro y la miro sonriente.
Hermione sonrió igual volviendosobre sus pasos, no lo dejaría ganar; lo miro con picardía y se acerco a su oído:
-Enamórame Black, enamórame
sipuedes.- Susurro de manera seductora y luego se alejo de ahí.
Sirius rio ante la actitudatrevida de su Castaña.
-Te voy a enamorar, Hermione, tevoy a enamorar de la misma manera en que lo has hecho tu
- susurro para siviendo como se alejaba aquella melena castaña que tan cautivado lo tenia.
Su melena castaña se movía alcompas del viento, en el agua los pequeños indicios de colores pasteles sereflejaron sin así quererlo, con ella como testigo.
-No creí que te gustara el Lago.
La castaña sonrió.
-Yo no creía que te gustaraespiar a las personas.- Su espalda permanecía recargada contra el tronco delárbol, Sirius se sentó a su lado.
-No estaba espiando, te estababuscando.
-¿Buscándome? ¿Lily te envió?
-¡Claro que no! Pero
Lunáticoesta con Alyssa, Colagusano con Kate y Cornamenta
. Bueno, esta un pocomolesto. Tu pelirroja amiga desapareció con su "querido" novio.
-Quizá estén en la Sala deMenesteres,- Sirius la miro confundido y Hermione rio-: no creerás que llegueaquí sin saber absolutamente nada de la escuela, ¿o si? Pero bueno, ¿James comolo supo?
Saco un pedazo de pergamino,doblado estratégicamente, un pergamino que ella reconoció al instante: el Mapadel Merodeador.
-Es un mapa, pero no cualquiermapa, es nuestro mapa: el Mapa del Merodeador, te muestra cada rincón delcastillo, excepto, claro, los nunca encontrados.- El oji-gris se lo entrego.
-¿Y lo saco solo para buscar aLily?
-No, el mapa tiene las firmas detodos los Merodeadores
excepto la tuya. Lo sacamos para buscarte y pensó que,donde estuviera Evans estarías tu y la encontró al lado de Daniel; sabes quepiensa que él no es bueno. Comenzó a golpear a todo a su paso, poco le faltopara golpearme a mí.
-¡¿Y lo dejaste solo?!
-Créeme, fue lo mejor.- Miro elmapa en manos de la castaña, y lo señalo- ¿quieres saber como funciona?
Hermione asintió.
-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
- las palabrassalieron de su boca como si de un poema se tratara; la castaña no pudo evitarsufrir un escalofrió, a causa de la emoción.
"El Mapa del Merodeador" rezaba en el papel, apareció almismo tiempo en el que, ante sus ojos, quedaron las firmas de Cornamenta,Canuto, Lunático y Colagusano.
-¿Lo ves? Todas menos la tuya,-le tendió una pluma y le indico un pequeño espacio entre su firma y la dejames.
La castaña tomo la pluma: F- llego asu mente el momento en que aHarry le había sido entregado el mapa, e-temió que la próxima vez que lo abriera, descubriera su nombre enél l-pero ella ya tenia su nombre asíque, ¿Por qué temer? e- quizásolo se preguntarían a quien pertenecía el nombre, s pero nunca sabrían que la melena castaña de suamiga estaba detrás del misterio... Feles, se leyóal apartar la pluma.
-Bonita firma, Castaña,- Hermionele sonrió- cuando hayas terminado solo tienes que decir
-Travesura terminada,- pronunciaron al mismo y cuando no quedo enmanos de la castaña nada mas que un pergamino en blanco, Sirius sonrió.
Guardaron silencio después; ella volvió sumirada a las aguas del Lago Negro, en el que ahora se reflejaban los colorespasteles del crepúsculo. El viento soplo y un par de mechones rozaron contraellos, la mejilla de Sirius, el oji-gris cerro los ojos y se removió un poco alsentir el escalofrío que había tenido inicio en su nuca y había seguido por suespina dorsal.
-Nunca me dijiste porque llegasteaquí de esa manera.
Hermione bufo.
-Bueno, es algo
difícil deexplicar- ¿difícil de explicar? No,¿algo difícil de inventar? Por supuesto que si- se suponía que tenía queaparecer en la oficina de Dombludore. A mis padres no les gustan las despedidas,y tampoco involucrarse mucho en el mundo de la magia, a si que mis amigos meacompañaron a donde estaba el traslador, pero resulto que la maldita maseta erauna trampa y
nos atacaron
- "sigue así Hermione"le felicito su cabeza-: derribe al fastidio de bruja con el que combatía y megire para verlos, ¡la perdí de vista solo un momento!
Negó con la cabeza, mientrascerraba los ojos, inventando seguir con la porquería de relato que se estabainventando.
-Dijo que iría a un lugar en elque me darían mi merecido, y cuando me ataco, solo atine a pensar en la palabraHogwarts, luego aparecí en el Bosque Prohibido- "pamplinas; mentiras y más malas mentiras".- Supongo que el propósitode esas palabras, era el de hacerme pensar en un lugar horroroso pero
-Tú fuiste as lista,- sentencioél.
-Parece que si. ¿Qué hay de ti?
Sirius suspiro, para luegocomenzar a enredar sus dedos en el verde pasto.
-Este ha sido el lugar al que mifamilia ha venido durante generaciones, por eso es que fui enviado a Hogwarts,pero no les gusto la idea de que estuviera yo en la casa de lo Leones,- la viofruncir el ceño, tirando del pasto para sacarlo de la tierra- después conocí aCornamenta y solo fue cuestión de tiempo para que Lunático y Colagusano llegaran.Desde entonces somos compañeros de travesuras, algunas veces incluso de estudio
somos, hermanos.
Hermione lo vio sonreír.
-¿Qué me dices de tus años comorompecorazones?
Entonces logro sacar la hierba.
-Uumm, solamente unas cuantascitas, ya sabes ¿no?- elevo los hombros a modo de indiferencia y la mirosonriente- pero solo he llegado a enamorarme una vez.
-Alyssa,- susurro la castaña.
Y él agacho la cabeza, mirando denuevo el pasto, tomo un puñado de tierra y lo lanzo al agua.
-Es difícil reconocerlo, ¿sabes?Es otra típica historia: me convertí en su mejor amigo, intenté que ella sediera cuenta de lo que sentía pero
- otra poca hierba forzada a salir de entrela tierra húmeda- Lunático en cambio
- las palabras ya no supieron salir deentre sus labio.- Pero no importa, después de todo, ¿Qué es una melena dorada
-levanto la mirada y la miro fascinado, mientras ella veía hacia el lago-
comparada con una castaña? `
Hermione se mordió el labio y rionerviosa.
Sirius aparto la mirada:- ¿Qué medices tú? Vi algo en tus ojos ese día, algo que veía en mi mismo al conocer aAlyssa.
-No tengo mucha mas historia quela tuya; he estado enamorada de uno de mis mejores amigos desde 2do grado, 4togrado: mi primer beso con un jugador de Quidditch
- Sirius abrió los ojos desmesuradamentey ella asintió- pero él nunca se dio cuenta de lo que sentía y yo no tuve elvalor de decírselo, no creo poder decírselo
no desde aquí, no así.
Sirius se mordió el labio y dijo, en un susurro apenas audible: -¿Qué prefieres:una comadreja
- la castaña odio esa palabra- o un perro?
-No lo se.
Respuesta incorrecta, eso fue alparecer del oji-gris; sabia que no seria fácil arrancarle al "otro" del corazóna la castaña, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr
por tenerla aella.
-Bueno, pero yo tengo unaventaja: yo estoy aquí
contigo- se acerco a su oído y ella cerró los ojos- yel esta allá, a miles de kilómetros de distancia.- Se alejo y la mirodetenidamente, sonrió y se acerco a su rostro, con un solo propósito
-No lo hagas, Canuto
- susurroella, aun con los ojos cerrados y un nudo en la garganta.
-¿Hacer que?- pero él no dejabade acercarse.
-Esto
y todo por una apuesta.
Entonces se alejo y ella abrió losojos, bajo la mirada molesta de esos ojos plateados.
-¿Crees que lo hago por unaapuesta? Hermione
¿enserio aun no lo ves?- la castaña lo miro, sin comprenderlo que decía; sus ojos castaños no pudieron hacer mas que sumergirse en aquelmar gris. Sirius negó con la cabeza y bajo la mirada, el cabello le cubrió elrostro y ella intento buscar de nuevo sus ojos,- no se si no lo ves o noquieres verlo; de todas formas
tu sigues amándolo a él.
-¡Canuto!- el llamado de James llego hasta sus oídos.
Se acerco a su oído de nuevo yella tembló:- No importa lo que pase o digas
no me apartare de tu lado,Castaña.
Se aparto un poco, para depositarun casto beso en la mejilla sonrosada de ella, se puso de pie luego y se alejocorriendo.
Ella lo observo hasta que susilueta se perdió a la entrada del castillo y luego volvió la mirada, de nuevohacia el lago.
-No, no, no, no
- negaba con lacabeza frenéticamente, luchando contra el impulso de soltarse a llorar-: Nopuedo enamorarme de ti, Sirius Black, simplemente
no puedo.
¿Orgullosa? Por supuesto que eraorgullosa, no lo negaba, pero el orgullo nada que ver tenia en aquella situación
trataba solo de evitar el dolor y la angustia, que sabía la invadirían -alvolver a su tiempo- si le entregaba su corazón al oji-gris.
Solo simple egoísmo, el egoísmo yla insistencia con los que intentaba no enamorarse de él.
Buscaría la forma de marcharse antes de tiempo,leería libro tras libro si con eso descubriría la manera de volver a donde pertenecía
aunque le doliera en lo mas profundo de su ser.
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solo me aparezco para preguntarles mis lectores ¿sabe alguien cuando es el cumpleaños de Sirius?
Graciias x sus comentarios !!!
Ale_Malfoy Granger
-¡Lily, espera!- la voz del fastidioso novio de la pelirroja, seescucho a sus espaldas.
Hermione resoplo y Lily rio.
-¿Qué sucede, Daniel?- se giro.
-Solo venia a decirte que
teveré en la salida- miro a la castaña-: ¿y tus amigos? Normalmente estáncontigo.
Ella sonrió.
-No te preocupes, Cornamenta noesta cerca, no tienes porque estar celoso;- Daniel la miro molesto y Lily lepropino un codazo.
Daniel hizo una mueca, beso lamejilla de Lily y se marcho.
La castaña puso los brazos enjarras y miro a su amiga:- ¡¿Iras con él a Hogsmeade?!
-Ya te lo había dicho, además, éles MI NOVIO.
Bufo.
-¿Qué hay de ti? ¿Con quien iras?
-Bueno, ¿recuerdas a Alyssa?- lavio asentir- voy a ir con su hermano, Oliver.
-¡¿Enserio?!- comenzó a darpequeños saltitos de felicidad; la castaña rió- ¿Con Oliver?
-¿Qué sucede con él?- Remusapareció detrás de ellas, junto con el resto de los merodeadores.
Hermione giro, Sirius miraba.
Hacia dos días de su últimaconversación y desde entonces, no pasaban de un "hola" y un "adiós" rápidos.
-¿Y bien? ¿Qué sucede conOliver?- pregunto de nuevo.
-Mione saldrá con él.
Remus sonrió.
A Peter no le importo.
Lily cruzo los brazos nerviosa.
James miro a Sirius
Y Sirius apretó los puños
susojos castaños miraron al suelo.
-¿A dónde irán?
-Quizá ir a Las Tres Escobas.
-Pueden acompañarnos
-¡No!- la castaña lointerrumpió-: es decir
no queremos estorbar.
La miro y luego rió.
-Entiendo. Entonces
nos vemosluego- le sonrió una última vez y se marcho con Peter.
James miro a la castaña y seacerco a ella.
-Ten cuidado, Feles- le dijo.
Hermione elevo una ceja yasintió:- Claro
papá.
El azabache rió.
-Hablo enserio, no lo conoces enrealidad.
Sirius, detrás suyo, bufó. Elazabache lo miro de manera reprobatoria y sin decir mas, se marcharon de ahí.
La castaña se giro hacia Lily.
-Gracias, por todo Lily,- lapelirroja elevo los hombros; sus ojos castaños miraron al par de cabelleras quecomenzaban a ser indivisibles, en especial la cabella oscura que ni siquiera sehabía atrevido a mirarla.- ¿Por qué habrá dicho eso?
-No suelen hablar mucho de susproblemas conmigo, ¿sabes? Pero
- la pelirroja la miro- hace un año, Oliver YBlack tuvieron un "problemita". Conociéndolo, no fue nada insignificante.
-¿Qué problema?
Elevo los hombros:- Ni si quieraAlyssa lo sabe, pero ¡¿de que te preocupas?! Los conoces, son muy rencorosos,en especial Black
lo lleva en la sangre.
Ella no dijo nada, se mantuvo ensilencio. Lily tenia razón en aquello de que eran muy rencorosos, pero siemprele guardaban rencor a aquellos que se lo merecían.
Le tendió su mano y ella la tomo.
-Gracias.
El rubio le sonrió.
La bajo del carruaje con sumadelicadeza y comenzaron a alejarse de los carruajes. Divisaron a Remus y aAlyssa, la castaña les sonrió saludándolos.
No conversaron en el camino haciaLas Tres Escobas, y al llegar Oliver camino hasta la barra y Hermione busco unlugar para ambos. La castaña se sentó y espero.
El rubio apareció al instante,con un par de vasos con Cerveza de mantequilla.
-Gracias.
Le sonrió de nuevo y se sentófrente a ella.
-En verdad no creí que fueras aSalir conmigo.
-¿Por qué no?
-Bueno
eras una de losMerodeadores y ellos, pues son un poco reservados en cuanto a amistades serefiere.
La castaña rió.
-No soy como ellos, y tendrán queacostumbrarse
les guste o no.
Oliver asintió, dio un sorbo a subebida Y ella lo hizo también.
No hablaban, solo escuchaban ymiraban a su alrededor, no sabían que mas hacer, no sabían que mas decir; lasperlas azules del rubio miraron a la castaña con atención: sus delgados yrosados labios, del mismo tono en que sus mejillas se habían ruborizado y elcabello peinado con delicados rizos castaños.
Lo miro y sonrió.
-¿Cómo es que pudieron expulsartede una escuela?- pregunto delicadamente.
Pero Hermione no lo tomo a mal.
-No lo hicieron, me metía enmuchos problemas y estuvieron a punto de hacerlo. Mis padres prefirieronsolicitar una transferencia. Pero en realidad no solía ser tan
bueno, no salíacon frecuencia.
-¿Cómo eras, entonces?
Suspiró.
-¿Come libros?-la vio reírmientras asentía- ¿Cómo prefieres ser?
-Ambas: la miga de los problemáticosde la escuela y ser una come libros.
Y en cierta manera
asi era ella.
Seria la ratona de biblioteca yla merodeadora problemática, que además coquetea con el oji-gris.
Guardaron silencio.
Oliver se disculpo y se retiro ala barra de nuevo. La castaña lo miro fijamente: alto y un poco fornido, decabello rubio y ojos azules, además de amable; el hombre perfecto, le hubieradicho Ginny, pero, aunque reconocía que era sumamente apuesto, la castaña yatenia a alguien mas en mente: su querido pelirrojo, y de vez en cuando aloji-gris
que ahora entraba por la puerta.
Hermione los miro, pero soloSirius giro la cabeza para verla. Sus ojos grises la miraron con reproche, un escalofrio recorriósu espina dorsal, mas no se dejo intimidar, le dedico una mirada igual de molestay negó con la cabeza.
-Parece que te vigilan.
Aparto la mirada y sonrió.
-Es su lugar favorito, ¿Dónde creesque buscan problemas?
Oliver giro la cabeza, miro aloji-gris y cerro su mano con fuerza, sosteniendo aun el vaso con la cerveza enél.
-¿Qué te parece si me llevas aotro lugar?- el rubio la miro-se me antoja un pastel, ¿y a ti?
El rubio asintió y sonrió:-conozco el lugar perfecto
uno lejos de ellos.
Tomo su saco y el de la castaña,se lo puso a ella como todo un caballero y se dispusieron a salir del lugar. Se movieron con lentitud entre las mesas y lacastaña sintió la mano del rubio en su espalda; pasaron frente en donde Siriusy James reian, cuando el rubio abrazo a la castaña.
Sintió el peso de sus miradas ensu espalda, vio a Oliver girar la cabeza para mirarlos y luego sonreír. Se laestaba pasando bien y Oliver le agradaba, pero no se convertiría en otra razón porla que sus amigos lo odiaran, no ese día
ni ningún otro. Aparto el brazo delrubio con delicadeza y , sin mirar atrás, sonrió
de tan solo pensar en lo furiosoque Sirius estaría.
Tanto como ella lo estaba cadavez que él estaba con Cessie, la futura Sra. Zabinni.
Sujetaba su mano con fuerza,escucharon el carruaje marchar y la lluvia los empapo al bajar. Se resbalabacon torpeza y el sujetaba, mientras ambos reían, entraron al castillo tan rápidocomo pudieron, pero no dejaron de correr; habían sido los ultimo y la castañaiba apresurada porque Lily la esperaba, aunque
Resbalo y el rubio la tomo con aunmás fuerza.
Lily podría esperar.
-Con cuidado,- susurro cerca desu oído. Se detuvieron y le sonrió-: parece que es aquí donde me dijiste teacompañara- la castaña asintió.
-Gracias por todo, Oliver.
-No hay porque, Hermione- seacerco a ella y depositó un largo y cálido beso en su mejilla.
La castaña se sonrojo y entro ala Sala Común. Sus ojos castaños miraron al oji-gris que estaba sentado frenteal fuego, mirando las llamas, lanzando pequeños trozos de pergamino; la escuchoentrar y se detuvo.
La castaña dejo caer su saco enel sofá y se sentó a su lado; lo miro y le sonrió:- Estoy bien, ¿lo ves?-susurrocon dulzura.
-No te burles de mi, Hermione. Secon toda claridad que piensas que exageré.
-Lo hiciste, canuto. No es comosi fuera a hacerme daño, el que hayas tenido problemas con él no implica quelos vaya a tener conmigo también.-Replico furiosa.
-¡Tu no lo conoces!- lanzo elultimo pergamino, intentando ahuyentar la ira que lo consumía; escucho elacelerado latir del corazón de la castaña y suspiro.
Hermione lo miro, con cuidadopuso su mano sobre el pecho del oji-gris y lo hizo levantar la mirada:- ¿Qué fuelo que te hizo?
-No fue a mí, fue a Lunático
-suspiro, tomo la mano de la castaña y dejo caer su mano y la de la castaña.- haceun año, cuando la luna llena llego, Lunático estaba peor que nunca y lollevamos a la casa de los gritos; Oliver tenia sus sospechas y nos siguió
Cerró los ojos, incapaz de ver ala castaña.
-
al llegar él, Lunático ya se habíatransformado; luchaba por deshacerse de las cadenas, era ya de por sí unatortura tener que hacerlo nosotros mismos y escucharlo gritar de esa manerasolo lo empeoraba.
El recuerdo de los ojos dorados de su amigo, mirándolos suplicantes,llego a su mente, haciéndolo estremecerse.
-Cornamenta y Peter intentarondetenerlo, le dijeron que no se acercara, que estaba todo bien y lo teníamos bajocontrol
pero siempre fue muy terco: movió su varita sin siquiera fijarse a que o quien apuntaba, hirió a Colagusano, aCornamenta lo dejo inconsciente
y a Lunático lo liberó.
El enorme lobo los miraba furiosos y sin señal alguna de reconocerlos,miro al rubio con cierto indicio de agradecimiento y al oji-gris con desprecio.Pero igual les haría daño a ambos
y Sirius no lo permitiría.
-Es el hermano de Alyssa y no dejaríaque le hiciera daño, pero tampoco quería lastimarlo a él, asi que solo loretuve un poco mas
Sogas invisibles lo aprisionaron una vez, tiro de Oliver, rogándole sefuera de ahí pero él no obedeció.
-Me ataco, me lanzo contra Lunático y él me apretó con fuerza entresus manos. Yo gritaba y Oliver sonreía; mire a Lunático y le rogué me dejara
ypareció reconocerme.
El lobo lo dejo caer. Pero Sirius ya no pudo ponerse en pie.
-Algo paso, algo cambio, que Lunatico volvió a su forma humana. Memiro arrepentido y cuando intento ayudarme a ponerme de pie
Oliver lo apunto con su varita.
-lo ataco, lo lanzo contra unaventana y los pedazos de vidrio, lo cortaron. Pero no distinguí ni una pizca dearrepentimiento en Oliver, cuando Lunático ya no pudo levantarse.
-Monstruos como él, no merecen seguir con vida- se acerco a él y loapunto de nuevo con la varita; no vacilaría
se desharía de él simplemente.
-Yo no quería hacerlo, pero tuveque detenerlo
Hizo que un pequeño vidrio llegara a él, sin que se diera cuenta, ydejo que se detuviera en su antebrazo
-Lo corto, la herida fue profunda y dejo cicatriz. Pero entendió queno volviera a acercársenos. No olvido los meses de tortura que Lunático paso anuestro lado, se culpaba por el daño que Oliver había hecho a Colagusano y aCornamenta, y a mi siempre me miro con arrepentimiento.- Abrió los ojos y miroa la castaña, que no pudo proferir palabra alguna- no aprueba la relación deAlyssa con Lunático y solo esta esperando el momento para decirle lo que es. ¿Quési es agradable? Por supuesto que lo es, pero oculta un monstruo en su interiory no quiero que te haga daño
porque si lo hace, no habrá quien me detenga. Lunáticolo perdono
pero nosotros no.
La castaña lo miro y sonrió,asintiendo.
-Tendré mas cuidado
- aun quedabaalgo por aclarar- no te prometo que dejare de hablarle.
-Ya lo se, tu no eres así. Tu corazónes mas noble
y no sabes guardar rencor.
La castaña sonrió.
-Así somos las castañas.
-No
- beso su mejilla y se acercoa su oído- asi eres tu.
-¡Vamos, Hermione! Dime más,-susurro, tomando su vaso con un poco de jugo.
-Ya te dije todo lo que he vistohasta ahora, Harry- rio frente a el.
Llevaba ya un par de horashablándole acerca de sus padres, de lo mucho que Lily "odiaba" al azabache, delo mucho que él le insistía Lily salieran y como ella lo rechazaba y la maneraen que Sirius se reía de su amigo. Pero el tiempo había transcurrido y lashistorias se habían acabado, mas Harry pedía por mas.
Giro su cabeza y vio la cabellerapelirroja que esperaba tener cerca de ella desde hacia ya muchos días. Lo viocaminar lo mas rápido que pudo, hacia ella y hacia Harry; lo miro a los ojos yle pareció que, cuando él la diviso en la mesa de los leones, le había sonreídocon dulzura.
-McGllagen puede quedarse con mipuesto, yo me retiro después del partido.
Harry asintió y la castaña lo tomo del mentón, haciendoparecer al resto de los demás que Ron solamente miraba hacia el asiento vacio aun lado suyo.
-Lo harás bien, Ron.- Elpelirrojo le sonrió y ella también lo hizo.
James llamaba a Lily SUpelirroja, Remus solía hacer lo mismo con Alyssa y, aunque ella no lo supiera,Sirius la llamaba "su castaña"; pero, mirando a los ojos azules del pelirrojoque ella aseguraba estaba enamorada, se pregunto porque ella nunca lo habíallamado "su pelirrojo". ¿Eso significaba acaso que no lo quería lo suficiente?Por supuesto que no.
El pelirrojo miro de vuelta a suamigo, le había tendido un vaso con jugo.
La castaña a regañadientes dejode mirara al pelirrojo.
Luna llego y se sentó a un ladosuyo:- Tienes mala cara Ron, ¿Es por eso que le pusiste algo a su bebida,Harry?
Sus ojos castaños miraron alazabache; los rayos de luz que iluminaban el comedor, se reflejaron en el cristalque Harry oculto con suéter. Miro a Ron y negó con la cabeza, pero el ya se habíallevado el vaso a los labios.
-Te podrían expulsar,- elazabache elevo los hombros.
-No se de que estas hablando- respondióél.
Dejo el vaso de nuevo en la mesade manera ruidosa y sonrió:- Vamos a ganar este partido.
-¡Ron!-la castaña lo hizodetenerse.
Se giro, miro a todos lados, esperandoque nadie lo viera, y se acerco a ella; la tomo del mentón y la miro a losojos:
-Deja pasar esta, Hermione. No sucederánada malo, lo prometo.
Hermione asintió, mirándolo a losojos.
Y Harry, a espaldas de su amigo, sonriócomplacido.
Gryffindor anoto de nuevo y en lasgradas, se escucho a los espectadores gritar el nombre de Ron.
La castaña rió y miro a su amigo.
-Eres un presumido, Ronald.
Se giro y negó con la cabeza, despuésseñalo a las gradas.
-Son ellos los que están gritandomi nombre, además
yo no soy el que esta sentado sobre los aros, ¿o si?
La castaña sonrió y miro haciaabajo. Estaba a kilómetros del suelo, lejos de poder tocar tierra, pero cercadel pelirrojo; después de todo, si caía solo despertaría
nada malo le pasaría. Harry persiguió la Snitch dorada duranteminutos, hasta que pudo tomarla; el partido había acabado y los leones seretiraban triunfantes, a la celebración que seguramente habría en la sala común.Ron se acerco y le tendió la mano.
-Sube, tenemos que bajar.
Vacilo. Tomo la mano delpelirrojo y subió a la escoba con sumo cuidado de no caer, el resto fue solotrabajo de Ron. Sus pies tocaron el suelo y casi de inmediato se alejo de él;desde afuera se podían escuchar los gritos de aclamación hacia Gryffindor en laSala común, atravesó el cuadro sin tener que decir contraseña alguna y busco aHarry. Se movió entre la gente de manera lenta, como si de pronto el tiempo sehubiera detenido y ella siguiera avanzando, pero no era así: ella solo estaba apunto de despertar.
Harry tiro de ella, haciéndola volver,y la llevo hasta el frente de todos. Lo miraban extrañado, pues tenía la manoextendida y parecía sostener algo o a alguien pero nadie mas la veía.
-No debiste hacerlo,- miro alpelirrojo en el centro de la habitación y luego a Harry.
-Tienes razón, hubiera sido mejorun
¿confundus?- Hermione lo mironerviosa; Harry rió. Metió la mano al bolsillo de su pantalón y saco el pequeñofresco que aun contenía la suerte liquida.
-no se lo diste,- él negó con lacabeza- él solo creyó que si.- Lo vio asentir.
Y miro al pelirrojo.
Ron se giro por un par desegundos, la miro con detenimiento y le guiño un ojo; las mejillas de lacastaña se encendieron al instante y Ron sonrió aun más.
De pronto todo se volvió borroso,los vítores no se escucharon mas y sus ojos solo miraron a Lavander: se había acercadoa Ron con tanta rapidez, que nadie siquiera lo noto, tiro de su muñeca de lamisma manera y lo beso en los labios.
Harry rió
y ella se derrumbo.
Dio media vuelta y opto por huir.Corrió sin detenerse, esperando despertar en cualquier momento, pero ya no lefue posible, esta atrapada
en el lugar al que tanto había ansiado volver y delque ahora esperaba marcharse.
Se detuvo.
Se dejo caer en el suelo y dejoque las lagrimas corrieran por sus mejillas, nadie podía verla, esa era lamejor parte, ella podría llorar y nadie se burlaría o preguntaría que le sucedía.Sollozo mirando hacia arriba, mirando a las pequeñas aves que volaban sobre sucabeza y escucho a alguien acercarse.
-¿Hermione?- Harry se sentó a sulado y miro a las aves.
-Encantamientos, estoypracticando- no logro reconocer su voz, mientras se limpiaba las lagrimas.- ¿Quése siente, Harry
ver a Dean con Ginny?- los ojos verdes de él miraron alsuelo- lo se, he visto como la miras.
Pasos acercándose
un par derisas cerca de ellos.
La castaña se hizo pequeña a unlado de Harry: Lavander y Ron se detuvieron a solo pasos de ellos. Ron miropreocupado a la castaña que estaba hecha un ovillo a un lado de Harry, Lavander solo miro aHarry pero igual se alejo, Y Harry miro a Ron
rogándole se marchara. Pero sequedo, parado, sin decir o hacer nada
solamente mirándolos; las mejillas de lacastaña se encendieron y se puso de pie furiosa.
-Opugno,- las aves giraron unaultima vez sobre su cabeza y volaron en contra de Ron, dispuestas a hacerledaño; el pelirrojo las esquivo y miro asu amiga: había entendido el mensaje.
Volvio a sentarse y Harry laabrazo, estrechándola contra su pecho intentando darle consuelo.
-Asi se siente- susurroentristecido.
-¿Se llegara a dar cuenta?
Lo mas probable era que no, o quese diera cuenta de lo que ella sentía por él demasiado tarde, pero no quería darlefalsas esperanzas a su amiga.
-Tal vez, después de todo, solo estánhechos para hacer amigos; quizá tu estas destinada a alguien mas.
Ella asintió, no dijo nada mas
solo espero. La fría brisa hizo ondear su cabello una ves mas, de la mismamanera como cuando había caído dormida bajo la sombra de un árbol, los parpadosle pesaron y todo se volvió borroso perdió la noción del tiempo y perdía lacalidez que Harry le daba
cerro los ojos.
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Escucho una rama crujir, cercasuyo, y abrió los ojos.
Sintió las mejillas empapadas enlagrimas y los ojos hinchados; miro a su alrededor sin temor a nada y el sacudirde un arbusto llamo su atención. El cuerpo oscuro que un enorme perro se asomo,los enorme ojos grises del animal la miraron preocupados.
-Canuto,- susurro
intentando sonreír.
El perro elevo la cabeza y sindudarlo se acerco a ella, se recostó a un lado de la castaña y ella se abrazo aél. Las lagrimas bañaron el grisáceo cabello del enorme animal y escucho ellatir de su corazón cerca de su oreja; a calidez la abrazo de nuevo y el frio pareciómarcharse. El par de ojos grises que mas admiraba la miraron una vez mas,preguntando, sin tener que decir nada, que le sucedía
el porque de su llanto. -Sonsolo tonterías, no importa ya.
El perro se irguió de nuevo y corrió,ocultándose tras los arbustos de nuevo. La castaña se sintió vacía, sola eincompleta; se abrazo a si misma y sollozo con aun mas fuerza.
-Nada por lo que llores son tonterías,Hermione- tomo su rostro entre sus manos y la miro a los ojos, de inmediato frunció el ceño:- lacomadreja.
La castaña aparto la mirada.
-Es un idiota, te tuvo cerca suyodurante demasiado tiempo y no se dio cuenta de lo valiosa que eres. Pero él selo pierde, él debería de estar llorando
y no tu- logro ver el hermoso indiciode una sonrisa-: ¿lo ves? No lo necesitas.
Borro las lagrimas de sus mejillascon dulzura y acaricio su mejilla, complacido de poder sentir la calidez de susmejillas siempre rozadas; la castaña puso su meno sobre el pecho del oji-gris,sin dejar de mirarlo, sintiendo el acelerado latir de su corazón. Vio sus ojosbajar hasta sus labio, sintió como acortaba la poca distancia que los mantenía auno lejos del otro, cada vez mas cerca de besarla, y ella no hizo nada parafrenarlo.
Sus labios al fin se tocaron.
Movio sus labio con suavidad ysuma lentitud sobre los de ella, la castaña le correspondió y estuvo a punto desonreír; sus ojos permanecían cerrados, el sabor amargo de los labios deloji-gris se mezclo con el dulzón de los suyos, y cada segundo transcurrido
solo significaba otro segundo mas de tormento, el mismo recuerdo del pelirrojo besándolaa "ella" se repetía una y otra vez.
Se detuvo.
-Lo lamento
- lo escucho decir.
Se puso de pie sin decir nada masy corrió
de nuevo intentando huir de los problemas, de los recuerdos y elmejor error que jamás había cometido. No se detuvo, no le importo lo tarde queseria, si los pasillos del castillo estaban vacios o no, de si alguien la veía osi ni siquiera la recordaban
solamente corrió, sintió el latir desbocado de sucorazón y el cansancio adueñarse de ella. Llego al cuadro de la Dama Gorda y sedetuvo, lo miro un par de segundos pero retrocedió, no estaba dispuesta entrary escuchar las críticas de Lily hacia Sirius.
Se oculto detrás de un pilar y ensilencio se abrazo, ocultando el rostro entre sus rodillas.
-¿Feles?- James toco su hombre yella levanto el rostro asustada, miro sus ojos hinchados y noto l fría queestaba y lo mucho que temblaba, negó con la cabeza; tomo su mano y la obligo aponerse de pie:- conozco un lugar en el que nadie te molestara.
Rodeo su cintura, ayudándola amantenerse de pie, y la llevo a las escaleras que daban a la habitación de loshombres. La castaña vaciló por un momento, pero eso era mejor que nada; Remus yPeter estaban ya dormidos, con un par de camas mas que aun permanecían vacías.
-Esa es la mía, duerme en esa.
Se dejo caer en la cama de golpey sin dudarlo, se quito los zapatos, levanto las cobijas y miro al azabache.Sin decir nada mas, lo abrazo con fuerza y sonrió.
-Gracias, Cornamenta
te debouna.
El negó con la cabeza y beso sumejilla:
-Eso es lo que hacen los amigos,cobran los favores, tu eres como una hermana para mi
no me debes nada.
Ella sonrió.
Se cubrió con las cobijas y seacurruco, abrazada a sus rodillas. Desvió la mirada y miro por la ventana, laenorme luna parecía sonreírle dándole consuelo y escucho a las estrellascantarle una canción de cuna.
Cerró los ojos.
Recorrió sus labios con su dedo índice,recordando el beso que Sirius le había dado y, sin nada mas que dudar opreguntar, se dio cuenta
A Ron aun lo amaba, pues elprimer amor nunca se olvida, pero
Comenzaba a sentir algo por eloji-gris al que antes solía referirse como "perro guardián", ¿es que, acaso, podríacomenzar a llamarlo "dueño de mi corazón"?
La lluvia golpeando contra su ventanaera lo único que llegaba a sus oídos, lo único que la mantenía despierta, lo únicoque la hacia sonreír
un poco al menos. Esperaba aun en vano, a que las lunasaliera de entre las nubes negras, pues la habitación permanecía a oscuras y elfrio se había apoderado del lugar. Recordóla calidez que siempre era dueña de la Sala Común, tomo su varita y convoco un Lumus, salió de la habitación sin hacerruido. La chimenea permanecía encendida y el calor se adueño de ella en unabrazo maternal.
El insomnio se había apoderado deella hacia dos días- no estaba dispuesta a cerrar los ojos por miedo a apareceren "el" Hogwarts- y era esa la primeranoche en que se había dado la oportunidad de bajar.
Los leños ardían, crujiendo haciéndolasentir en casa una vez mas; cerro los ojos y se concentro en los delicados ybajos sonidos que se podían escuchar:
El crepitar de los leños al tactodel fuego.
La lluvia golpeando el techo.
Pasos lentos y lejanos.
El tronar del cielo.
El rechinar de un escalón.
El temblar del techo.
Una respiración
una que no le correspondía,una respiración acompañada de un olor a hierbabuena con un toque húmedo yamargo; Hermione abrió los ojos al sentir como alguien se sentaba a su lado:Sirius.
Se puso de pie de e intentócaminar
-¡Hermione, espera!- Sirius tomosu muñeca- quédate, por favor.
La castaña no fue capaz demirarlo, sabiendo que si lo hacia sucumbiría ante su mirada y se derrumbaría,pero permaneció a su lado
luego de soltarse.
-¿Qué quieres
Black?- sus labiosardieron al mencionar su nombre de esa manera.
-¿Ahora soy "Black"?
-Ese es tu nombre, ¿o meequivoco?
El oji-gris asintió con lentitud,molesto.
-Lo de la otra noche fue una estupidezy yo
-Ahórrate las disculpas- Hermionese acerco a él- ganaste la apuesta, debes estar feliz.
Se puso de pie.
-¡¿Es eso lo que te molesta?! ¿Seguiráscon esa estúpida excusa?
-¡¿Eso es lo que te molesta?!- reconoció la voz de Black.
Su gritar la hizo salir de la cama. Se sentó y aparto sus rojoscabellos de su rostro para mirar mejor la cama de se castaña amiga
Hermione noestaba
y Black gritaba. Desconcertada se puso de pie y bajo las escaleras,descalza, para asegurarse de no hacer ruido.
-No creí que fueras así
- la voz de Hermione.
Asomo un poco la cabeza y se dispuso a escuchar con atención
temiendoque tuviera que intervenir.
-¿"Asi" como?
-De los que usan a las demás ylas dejan después como un trapo viejo
del Sirius Black del que tan mal hablaLily.
Sirius bufo.
-¡Yo no te deje! Tu salistehuyendo; estabas mal y luego de que te bese y vi tu rostro, yo
Sus ojos color esmeralda casi se le salieron de sus orbitas.
-
te hice sentir pero, lo se,por eso decidí dejarte sola; si querías hablarme esperaría
pero si no, tendríaque soportarlo.
-¡No me vengas con tus patrañas,Black!- lo fulmino con la mirada.
-¿Enserio crees
que te bese poruna estúpida apuesta?- su voz se volvió mas dulce; se acerco a la castaña-:Hermione
.¿ enserio no lo ves?
Dio un paso hacia atrás.
-¿Ver que?- oprimía esesentimiento que la consumía, porque no era lo correcto
él era Sirius Black
alguien a quien no debía amar.
-Me gustas, Hermione- susurro condulzura.
Lily sonrió.
-Eres valiente, decidida, luchaspor los tuyos y por lo que es correcto, y me conoces, no se como pero
lo sabesy no le temes a lo que soy.- Tomo su mano y la puso sobre su pecho, acercándosea ella-: esto es lo que haces cada vez que pides que me calme, pero ahora no podrás.¿Sientes eso? Ese palpitar acelerado, ¿lo sientes?
Ella asintió.
-Eres tu; mi corazón corre comoun loco cada vez que pienso en ti, cada vez que te veo sonreír
y hace dosnoches, cuando te bese, casi se me sale del pecho.
Hermione se mordió el labio,nerviosa por la presencia del oji-gris.
-Como tu no hay otra, nadie masque me haga sentir de la manera en que tu lo haces, ¿crees, enserio, que tebese solo por una apuesta?
No dijo nada, mas no dejo de mirarlo.
-Lloras por alguien que no supovalorarte, ¿sabes como me hace sentir el verte así?- estrecho mas su mano- meburle de Cornamenta por lo mucho que ama a su pelirroja, como él la llama, peroluego
llegaste tu, soy yo ahora el tonto del que Cornamenta se burla ahora,porque soy yo ahora el que te llama MI castaña y nadie le hace daño a micastaña.
El color carmesí pinto susmejillas.
-Te bese en el pero de losmomentos, pero si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo
lo haría exactamenteigual, porque a pesar de todo nada se compara con ese sabor a miel que guardasen tus labios. Lo único que pido, es que me perdones, no importa ya si lascosas cambian, lo único que pido es tu perdón.
Ella sonrió
apenas.
-¿Cómo no perdonar a mi mascotafavorita?
Sirius sonrió.
La miro a los ojos, y ella a él, todoles pareció lejano y como si nunca hubieran discutido, se acerco a ella. Pegosus labios a los de la castaña y ella le correspondió
una vez mas, como laprimera vez, hacia dos noches. Sus labios se amoldaron a la perfección -hechosel uno para el otro- moviéndolos con suma lentitud, alargando el momento cadavez mas, pero a los pocos segundos el sabor algo salado llego a los labios delmuchacho, no sin antes haber resbalado por sus mejillas.
Abrió los ojos.
Hermione lloraba.
El corazón de la castaña quedo oprimido, mas no se movió. Esperaría
Sirius se aparto de ella y laabrazo con fuerza, rodeando su cintura, saco la varita de su bolsillo y, sinque ella siquiera lo notara, apunto a la cabeza de la castaña.
-Solo recordaras habermeperdonado- dijo quedamente, para luego susurrar acongojado-: obliviate.
La castaña se quedo inmóvil, dejode respirar por un par de segundos y luego cayo en los brazos del oji-grisinconsciente.
Guardo su varita y la tomo enbrazos, para luego comenzar a caminar hacia las escaleras que daban a la habitaciónde las mujeres.
Lily corrió escaleras arriba y se metió bajo las cobijas de inmediato.
Entro sin hacer ruido, se dirigióa la habitación que, aun con las cortinas corridas, diviso vacía. Recostó a lacastaña con cuidado y la cubrió de la misma manera, dejo la varita de Hermioneen la mesita de noche y la miro: los labio entre abiertos, respiraba de maneraserena, con las mejillas aun sonrosadas y varios mechones cayendo sobre surostro.
Los aparto con dulzura.
-Es mejor asi,- murmuro para si.
Se acerco a ella y, con la luna,las estrellas y la mirada de la pelirroja como testigos, beso sus labios unaultima vez; ella inconscientemente le correspondió, pero él de inmediato seaparto.
Lily abrió un poco los ojos y lo miro
-Ron
- susurro la castaña ensueños.
Sintió algo que, dentro de él, separtía en dos... completamente destrozado.
Ron: el nombre del "otro".
Aparto su mano de la mejilla dela chica y miro por la ventana el mágico brillar de la enorme duda, a la quetanta por tantos años le habían pedido deseos para cumplir.
Lo miro con atención, él cerro los ojos; la luz de la luna hizoresplandecer , en la mejilla del oji-gris, una lagrima
solo una
ninguna otra.
Se giro para comenzar a caminarde nuevo, para salir de ahí.
Se detuvo
solo para mirarla aella.
-Dulces sueños
mi castaña-susurro con una sonrisa acongojada pintada en el rostro.
Agacho la mirada y se marcho de ahí,convenciéndose de que no había cometido un error.
-¡Gryffindor! ¡Gryffindor!- loscolores dorado y rojo relucían por el lugar entero, siendo solo unos pocos losque el verde llevaran.
Slytherin vs. Gryffindor
Serpientesvs. Leones
los eternos rivales y los equipos que, a la hora de batirse en elcampo de quidditch, se presentaban como los mejores rivales. La batalla del año: como muchos la llamaban.
Faltaban un par de minutos parael partido y aun no encontraba a Lily, la cabellera rojo que buscaba no lograba encontrarla. Se giro un poco y sonrió como, algoparecido a un pincel, le pintaba la mejilla: un león.
-Ahora pareces una Gryffindor,Castaña.- Le sonrió Sirius- Evans esta almorzando, parece que no le interesamucho el partido.
-No te preocupes; guárdame unlugar, ¿si?
Se giro y le giño un ojo.
Camino en sentido contrario en elque la gente corría para salir del lugar, buscando a Lily.
La encontró
Y a ella también la encontraron:
-Espero que estés de nuestrolado, gatita- Zabinni sonrió.
-Sigue esperando, Zabinni- s hizoa un lado e intento alejarse de él pero la tomo del brazo.
-Eso crees, tarde o tempranocaerás
- se acerco a ella, muy cerca de su rostro, cerca de sus labios,mirándola a los ojos- tarde o temprano todas lo hacen.
Vio la castaña la cabellerapelirroja de su amiga
cerca suyo.
Retiro su brazo con fuerza,sintiéndose temblar, lo fulmino con la mirada y lo dejo marcharse
con esasonrisa de satisfacción pintada en su moreno rostro.
-Deberías darle su merecido.
Algo en su mente hizo "click".Miro a su amiga y sonrió, una pequeña venganza se había formulado en su mente mas tenia que pedir ayuda. Corrió conLily detrás suyo, buscando a Sirius, esquivando a la gente y moviéndose entrelos diminutos espacios que apenas se podían divisar en los pasillos.
Se detuvieron unos momentos.
-¡Black!- el llamado de Lily lohizo detenerse.
Hermione se acerco a él agitada,cansada de tanto correr, mas no sin dejar de sonreír.
-Necesito de tu ayuda, bueno
detodos en realidad.
-¿Ayuda? ¿En que?- miro a Hermioney luego a Lily, sin comprender muy bien lo que querían decir.
Se acerco a su oído y le susurrola que seria su primera travesura.
Al oji-gris no le importo que lapelirroja estuviera ahí; la esencia dulce de Hermione lo lleno al estar tancerca el uno del otro, sonrió al escuchar su dulce voz cerca de su oído y cerrolos ojos
conteniendo sus impulsos, impulsos que le gritaban desesperadamentela besara de nuevo.
Se alejo de el y lo miro,esperando una respuesta
una que Sirius aun no lograba formular.
-¿Por qué no mejor se lopreguntas a Cornamenta, después de todo, él posee ambas cosas?- se giro sindecir mas.
La mano de la pelirroja losostuvo con fuerza por l muñeca, un toque que causo sorpresa incluso a lacastaña.
-Mione necesita de tu ayuda, situ hablas con Potter todo estará arreglado- él negó con la cabeza y Lily secruzo de brazos- ¡bien! Entonces, tal vez, querrás usar un obliviate más.
Lo vio mirar a la castaña,preguntando si ella tenia idea, pero Lily negó con la cabeza.
-¡Bien! Pero que sea después deljuego, Cornamenta no lo querrá de otra manera.- Vio sonreír a la castaña yantes de marcharse, miro a los ojos verdes de la enamorada de su mejor amigo-: túy yo
tenemos que platicar.
Asintió
una sola vez y de maneralenta.
Con un par de ojos castañosmirando sin comprender.
Los pasillos estaban vacios, nose escuchaba mas que el sonido de gotas de agua cayendo al suelo
un sonido quevenia de las duchas.
Él asintió con la cabeza.
Hermione asomo la cabeza, mirandoa todos lado; Lily la siguió y después James, esperando no ser vistos. Remus separo a un lado del resto, con Peter detrás suyo. Sirius asomo la cabeza por encima de la de James.
La castaña miro una última, miroa Lily y ella a James, él a Sirius y luego a Remus y Peter.
Asintieron: no había nadie
masque él.
Se ocultaron de nuevo tras delmuro, el azabache le entrego un pedazo de pergamino en blanco, la capa deinvisibilidad y sonrió.
-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
- las palabrassalieron de sus labios ansiosos, extasiadas por la exquisitez que, de solo pronunciarlas,te llenaba al instante.
Decenas, cientos, de nombresaparecieron al instante impregnados en el papel pero ella solo buscaba uno
elde su primera y próxima victima. Guardo el mapa en su bolsillo, luego dehaberse asegurado de que un hubiera nadie mas cerca, miro a Lily y asintió: lapelirroja se marcho a toda prisa de ahí.
Sirius se acerco:- No dejare quese acerque demasiado a ti.
Hermione le sonrió.
Se cubrió con la capa de invisibilidady salió de su escondite: vería ahora que tan bien sabía actuar y, un poco masque eso, que tanto sabia coquetear.
El agua seguía corriendo,buscando el camino para desaparecer del piso, el agua a sus pies hacia resonarsus pasos, dejando al descubierto su localización, ¿de que le servía entoncestraer la capa, si de igual manera la encontraría?
Se la quito
y lo escucho cerrar el grifo yquedarse en silencio: ya sabia que alguien mas estaba ahí dentro.
-¡¿Quién anda ahí?!- su voz resonópor todo el lugar, ato una toalla a su cintura y se dispuso a caminar, buscandoal intruso.
Solo tuvo que dar un par de pasospara saber de quien se trataba:
Los rulos caían sobre su rostrode manera delicada, sus labios estaban pintados de un leve color rojizo; vio comosus ojos castaños lo recorrían con suma lentitud, como se mordió el labio yelevo las cejas
Aron sonrió.
-Price, ¿Qué hace aquí?- se cruzode brazos.
Hermione hizo un puchero.
-Creí que seria bien recibida; tehe estado buscando
Aron- dio un par de pasos al frente, con la boca ardiéndoleen llamas al terminar de pronunciar tales palabras.- Me costo mucho alejarme delos Merodeadores y con Lily siguiéndome, pues
la cosa se dificulto mas.
Se detuvo frente a él, mordió sulabio de nuevo y lo vio retroceder.
-¿Por qué debería creerte? Eresuna de ellos.
La castaña rodo los ojos.
-¿Mencione ya que me fue muyDIFICIL llegar hasta aquí?- un paso hacia delante y él retrocedió otro mas- noes fácil deshacerse de ellos.
La miro dubitativo.
Hermione bufo, cansada de que élno mostrara nada mas que indiferencia; pero sabia como provocarlo: se acerco aél de manera lenta, moviéndose con lentitud y sensualidad, acortando ladistancia que los mantenía alejados; se puso en puntas, intentando estar a sualtura, y acerco su rostro al de él
de la misma manera en que Aron había hechocon ella.
-¿No era esto lo que querías?- seacerco un poco mas- ¿No dijiste que tarde o temprano también yo caería?
-Siempre me llamaste serpiente,no tengo porque creerte.
Rio irónicamente, cerca de él.
-Solo si me negaba llamaría mastu atención, pero ya me canse.
Ella se había hecho del rogar enel pasado y él haría lo mismo en esos momentos. La tomo por los hombros y laaparto con suavidad.
-No confío en ti, Price. No me malentiendas,eres muy hermosa, pero el idiota de Black siempre esta tras de ti.
La castaña se cruzo de brazos.
-No me digas que le tienes miedoa Canuto,- casi podía ver sonreír al oji-gris
de haberlo escuchado.
Él bufo.
-Por supuesto que no, pero noestoy de humor como para luchar con él.- Se alejo de ella.
La castaña lo detuvo, lo sostuvode la muñeca con suavidad, miro su brazo y comenzó a subir su mano, recorriendocada centímetro de su repugnante piel, de una manera que a el le pareció sensual
una manera que lo excitó.
-No te preocupes, no le hará ningúndaño
si él no se entera.-Bajo su mano hasta el abdomen del moreno, sintiéndolotemblar al tacto.
Pero solo la miro, estático y sindecir nada, mirando solo a sus rojos labios.
-Entiendo si no quieres, fui unatonta al pensar que accederías
no eres mas que otra serpiente cobarde- sealejo de él contoneándose de manera sensual y delicada.
Aron se mordió el labio.
¿Pero que estaba haciendo?, sepreguntaba. La castaña, que tanto odio hacia él había mostrado, al fin se rendíaante él y la dejaba ir
así, sin mas ni mas.
Era una serpiente
y nuncadejaban escapar a su presa.
-¡Price!- olvido que solo unatoalla anudada a su cintura lo mantenía cubierto y corrió tras ella.
Hermione se detuvo sonriente y serecargo en el muro a la salida de las duchas.
-¿Te diste cuenta de tu error?-le sonrió y él asintió.
Se acerco a ella de manera seductora,con una sonrisa estúpida - a arecer de la castaña- pintada en el rostro. Laaprisiono, con ambos brazos a los costados de la chica, y fue acercándose pocoa poco; Hermione sintió nauseas, el solo tenerlo tan cerca de ella, su perfumesumamente empalagoso, la hicieron sentirse mareada.
Él cerro los ojos
al fin.
Un par de pasos se escucharon nomuy lejos de donde ellos estaban.
Sonrió.
Llevo su mano hasta el nudo queamarraba la toalla a la cintura del moreno y tiro de él.
Aparto ambos brazos de la pared,buscando una manera de cubrirse; Remus tiro de la castaña sin que el lo notara,lo siguiente que supo fue que Hermione había desaparecido y que la voz deMcGonagall se escuchaba ya cerca.
-¡¡Señor Zabinni!!- McGonagallvenia acompañada del profesor Slunghorn.
El moreno la miro, sin saber quehacer.
-¿Cómo esta profesora?
-¿Qué como estoy?! ¡Molesta! Estoes una escuela de Magia no un club nudista- hizo aparecer un cambio de ropa yse lo tendió a Zabinni,- tendrá tiempo de vestirse en el camino.
-¿Camino
hacia donde?
-El despacho del director, comiencea caminar.
Un par de risas se escucharon detrásdel muro.
McGonagall y Slunghorn siguieronsu camino y él, molesto por lo sucedido, asomó la cabeza buscando a la castaña
pero no había nadie mas.
-¡¿Qué espera Sr. Zabinni?!-McGonagall lo llamo y él bufo.
Pero igual comenzó a caminar.
James aparto la capa, descubriéndolosa todos, miro a la castaña y estallaron en carcajadas.
-Bien hecho, Feles.-James le sonrió.
-¡En verdad creyó que querías algocon él!- Peter se abrazaba a su estomago, sin poder contenerse.
Remus no dijo nada, solamente losmiraba y reía igual.
Pero se sintió vacia, un par derisas le hicieron falta, una mirada esmeralda que le dijera que había hechobien y una gris que le dijera lo contrario, pero que igual no dejara desonreir.
-¿Dónde están Canuto y Lily?
James dejo de reír.
-La pelirroja le dijo a Canutoque tenían que hablar, se fueron luego de que ella volvió de con McGonagall.
Remus rió.
-Parece que tienes competencia,Cornamenta.
La castaña lo golpeo en el hombroy negó con la cabeza.
-Cierra la boca, Lunatico.- Leentrego el mapa- sabes que Canuto no haría tal cosa.
El asintió.
-Gracias, Feles. Tu si eres unabuena amiga, ¿cierto Lunatico?- lo miro reprobatoriamente.
Remus dejo salir una carcajada,elevo los hombros y comenzó a caminar.
El azabache la abrazo por loshombros, comenzando a caminar, la castaña rodeo su cintura y rió junto con él.Le faltaban un par de personas importantes, pero el azabache tan parecido a suamigo, la hacia sonreír
solo eso necesitaba: el hermano que la hacia reir.
-¿Sabes que, Feles? Tenemos quecelebrar que tu primera travesura fue todo un éxito. ¿Qué te parece un poco de whisky?-la miro.
Ella asintió.
-¿Whisky?- lo miro elevar unaceja- hará falta mucho mas que eso.
El azabache sonrió.
-¡Ya eres toda una Merodeadora!
Estaba de acuerdo,
Hermione Granger
Hermione Price,no le importaba ya con que nombre la llamaran en ese momento, para ellos era lamisma castaña
en ese y en otro tiempo, era para ellos la merodeadora, la únicay ultima: Feles.
Y ella no podía estar massatisfecha.
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Mis queridos lectores, me aparezco solo para agradecerles a los quecomentan esta historia y a los que me han agregado a sus favoritos.
Nuestras pelirroja y castaña amigas cometerán una pequeña travesura encapitulo mas adelante, el problema es que ¿no se que travesura podrá ser? Comentendiciéndome que travesura le gustaríacometieran.
Sin mas que decir
Ale_Malfoy Granger
De nuevo al despacho deldirector, ¿Qué había hecho ahora? Hasta donde sabia
nada.
Los pasillos tenían ya muy pocaluz y le aterrorizaba el quedo susurrar del viento contra su oreja, con lasgotas de lluvia azotando de manera brusca contra los vidrios.
Había ido a visitar a James, queen esos momentos se encontraba en la enfermería-de nuevo- por un pequeño dueloque había tenido con Daniel, el novio de Lily, quien había salido aun pero delo que el azabache estaba. Pero ahora elcastillo le parecía sombrío y escalofriante, seria la perfecta casa de terroren el mundo muggle.
-¡Price!- Severus paso a su lado-¿Cómo esta tu amigo Potter?- sonrió orgullosos, como si hubiera sido él quienlo hubiera lastimado.
-¿Cómo lo supiste? No hace ni undía que esta en la enfermería.
La sonrisa se borro de su rostro.
-Lily llego preguntando por ti,no se porque creyó que yo lo sabría.
-Tal vez solo quería una excusapara charlar contigo.- Lo vio sonreír y ella rió.
-Tal vez
tal vez no. En fin, mepidió la acompañara y los escuchamos: a ti- la señalo con el dedo- discutiendocon Black
Hermione bajo la mirada, eloji-gris la culpaba por lo sucedido con el azabache, pues Daniel había llegadomolesto preguntando por Lily cuando ella estaba con Oliver; "si no hubieras estado tan ocupada con tunovio, ¡nada de esto hubiera pasado!" le había reprochado.
-
y a Potter quejándose,llorando como un niño. Cuando llegamos Lily me pidió que llamara a laenfermera, no volví a hablar con ella- reconoció con angustia.
Hermione sonrió. -Eres especialpara ella, no importa que suceda, siempre tendrás un lugar en el corazón deLily
no lo dudes nunca.
Él asintió, sin decir nada,molesto y extrañado por mantener una conversación con la castaña que creía mashabía odiado en toda en su vida.
No dijo nada mas, el pequeño quela había mandado llamar había asegurado el llamado de Dombludore era urgente;paso al lado de Severus sin decir nada, esperando que no se girara de pronto ycomenzara a insultarla. Camino en silencio, escuchando atenta cada sonido a sualrededor, hasta que lo supo: no estaba sola, pues otro respirar -además delsuyo- se podía escuchar
rápido, lleno de furia y ansiedad.
No se detuvo sino que acelero aunmas el paso, indispuesta a correr riesgo alguno. En esos momentos le parecíaque el que Filch la encontrara de noche en los pasillos, era su menor problema,no podría excusarse con el llamado del director porque se había dado cuenta, enel instante en que se dio cuenta de que alguien mas la seguía, de que esa solamentehabía sido una excusa
una para hacerla caer en la trampa.
Tiro algo de su cintura conextremada fuerza, lastimándola. El frio muro la hizo emir, al golpear suespalda contra si.
-Tenemos una cuenta que saldar,Price-el moreno sonrió-, no te preocupes solo hare lo que me prometiste ese díaen las duchas.
Ella tembló y el rió.
-Vámonos de aquí, no queremos quesea demasiado publico, ¿o si?- la tomo del brazo y tiro de ella.
En un abrir y cerrar de ojosaparecieron en otro lugar del castillo; la aparición le provoco nauseas y lahizo tambalear, no sabiendo ya donde quedaba el suelo. Aron la empujo,dejándola caer en el mullido colchón de una cama. Miro por todos lados,intentando encontrar algún indicio que le indicara en donde se encontraba, perono logro reconocer nada, ni siquiera el rastro de un rojo opaco en las paredes.
Sintió como algo la ataba a lacama, sujetándola por las muñecas, impidiéndole que hiciera hasta el mas mínimomovimiento. Sintió el dedo índice del moreno subiendo por su pierna, de maneralenta -torturándola aun sin tocar su piel- queriendo llegar mas allá de los extremos, pero se detuvo al reconocerque llevaba puestas un par de botas. Te recomendamos Recetas faciles y rápidas
Elevo las cejas dudoso, puessabia que Hermione no andaría de noche por lo pasillo sin su varita, erademasiado lista como para hacerlo; deslizo su mano hacia el interior de la botay saco la varita de la castaña sonriente.
-Eres muy peligrosa con unavarita, Price- la lanzo sin mas- no debiste hacerme esa bromita tan pesada,después de todo
todo se paga en esta vida- dijo de manera cantarina, dejándosecaer sobre ella.
Estaba aterrada, aterrada porque sabia que los Slytherin noconocían los limites, pero aun así, aun en esa situación, no se dejo intimidar.
-Un dicho muggle, parece que has caídomuy bajo, Zabinni.
-Hay que aprender siempre de losmas débiles
muñeca- la vio hacer una mueca, con la intención de replicar, perose acerco a ella de manera rápida y sin vacilar se adueño de sus labios conrudeza.
Hermione lo mordió con fuerza y elmoreno de aparto gimiendo de dolor, la castaña enredo sus piernas a la cinturade Aron y lo empujo contra la pared, propinándole un fuerte golpe; el morenoperdió la concentración, dejándola sin ataduras. Se lanzo fuera de la cama,tomando su varita, pero Aron tiro de su tobillo, arrastrándola de nuevo haciaél.
-Patrunus nontius- la luz brillante salió de su varita,- ayúdame
Sirius- la nutria atravesó la puerta sin dificultad y ella soltó de nuevo suvarita.- ¡Dejame ir!- le propino un golpe en el rostro pero él no cedió antenada y la recostó de nuevo en la cama.
La respiración del moreno seacelero y su pecho subía y bajaba de manera anormal, pues con varita o no, esacastaña era peligrosa.
Hermione rio y Aron negó con lacabeza.
-Aun es muy pronto para reír-dijo acercándose a ella de nuevo, atándola ahora incluso por los tobillos.
Tomo su varita y la deslizo pordebajo de la blusa de la castaña, provocando que se estremeciera; pareció depronto que la madera tenia un filo incomparable, pues desgarro la blusa deinmediato.
El corazón de Hermione comenzó acorrer sin rienda alguna.
-¿Lo ves? Ya no estas riendo, ¿osi?- guardo su varita y se dedico a mirar el delgado cuerpo de Hermione.
Cerro sus ojos, al ver que volvíaa estar sobre ella, el moreno mostro sus blancos dientes en una sonrisa desatisfacción. Tomo su rostro entre sus mano y la beso una vez; no hubo ternuraalguna en aquel beso, solamente lujuria.
Se convenció de que los labiosque besaba no le pertenecían a aquella serpiente, sino al oji-gris al que habíapedido ayuda, pero ¿Cómo igualar aquellos labios, que no le provocaban nada masque asco, a los sedosos y dulces de Sirius? No había manera siquiera deimaginarlo.
Pero el moreno sobrepaso loslimites: abrió paso a su lengua, intentando explorar cada rincón de la boca deHermione, pero ella se aparto sin dudarlo.
-Voy a disfrutarlo,- dejo caer sufría mano sobre el abdomen de ella, sintiéndola temblar debajo suyo.- ¡Ja!¿Merodeadora? No eres mas que otradamisela en peligro.
Hermione sonrió.
-Los merodeadores no solo hacemostravesuras, sino que siempre estamos dispuestos a afrontar cualquier peligro
juntos, y NUNCA estamos solos.
-Pues parece que no eres una deellos, estas aquí S-O-L-A-resalto cada letra, haciendo una pausa- después detodo.
Se rió de nuevo e intentoconcentrarse de nuevo en cumplir su tarea
solo trato.
-¡Aléjate de ella, Zabinni!-Sirius movio su varita y el moreno fue lanzado contra la pared con brusquedad.
Libero a la castaña de susamarres y, desviando la mirada de su desgarrada camisa, le entrego su varita. Aron permanecía en el suelo, sin hacer nadamas que reír, burlándose de su propio dolor. El oji-gris le propino otro golpe.
-No soy tu muñeca- la castaña lepropino un puntapié en el estomago, lo apunto con su varita sin vacilar- ¡Petrificus totalus! Y no vuelvas a tocarme.
Tomo a su castaña de la muñeca ysalieron de ahí corriendo, sin poder siquiera arreglarse un poco la camisadesgarrada, los pasillos se iluminaron un poco mas y la lluvia se calmo.Bajaron escaleras que ala castaña le parecieron eternas y giraron a la derecha,pero al detenerse en el pasillo ella ya no lo soporto mas. Se solto del agarredel oji-gris y se apoyo en el muro mas cercanos, la visión se torno borrosa ysus piernas le fallaron, se dejo caer en el suelo; su blusa seguía abierta,desgarrada por completo, con la horrible sensación de los labios del morenosobre los suyos.
Toda ella temblaba.
-¿Hermione?- tomo sus manos y la vio dar un pequeño salto, asustada.
-Lo lamento, se que estas molestopero
Cornamenta esta en la enfermería, Lily no me encontraría y Oliver
Sirius negó con la cabeza:
- Ni siquiera lo menciones, todosmenos él- se puso de pie una vez, se quito el suéter negro que lo protegía delfrio y se lo entrego a la castaña- se que seria mejor arreglar tu camisa pero
Hermione tomo el sueter y a él loabrazo con fuerza: -Gracias, Canuto- se aparto de él y de inmediato se puso elsueter, que parecía ser un par de tallas mas grande y le llegaba casi hasta lasrodillas.
-Preciosa
como siempre- se alejoun poco y asomo la cabeza, vigilando que Filch no anduviera cerca-: hay quecorrer, porque creo que su gata
La castaña rió y salió corriendo.
-¡El ultimo en llegar compra las bebidas!-grito.
-¡¿Qué?! ¡ESO ES TRAMPA!- corrió detrásde ella, intentando alcanzarla, pero le llevaba una gran ventaja, así que tuvoque recurrir a otra solución.
Le pareció escuchar el ladrar deun perro, miro a su espalda y vio al enorme perro negro detrás suyo. Ensegundos logro pasarla.
-¡Eso SI es trampa, Canuto!- sacosu varita y apunto a si misma-: ¡Homorphusfeles!
Comenzó a correr en cuatro patasa una velocidad inigualable, sintió el vello comenzar a salirle y su figuradisminuir: se había transformado en un gato, su pelo conservaba el mismo tonocastaño, a excepción de las patas, que habían tomado el color oscuro de susbotas. Se sintió mover sin rienda alguna,sin nadie que la detuviera; se metió por entre las patas del perro y lo pasouna vez mas.
El perro ladro una vez, al verque la castaña de nuevo le llevaba ventaja, y la escucho maullar de maneraburlona.
Atravesaron el cuadro de la DamaGorda luego de haber dio ella la contraseña, se subieron ambos al sofá frente ala chimenea y recobraron su forma humana.
No sin antes haber hecho aparecerun cambio para poder él cambiarse.
La castaña se recargo en elhombro de Sirius y comenzó a reír, con él imitándola.
-Hiciste trampa, Canuto- dijo poniéndosede pie.
-Tu empezaste, Castaña-
Caminaron juntos, pues él se habíaofrecido a escoltarla hasta las escaleras. Él se detuvo y ella comenzó aalejarse, aun con el sueter puesto.
-¡Hermione!- la llamo de nuevo y sonriópara sus adentro al ver como ella se giraba de nuevo-: quizá ya sea un pocotarde pero
- agacho la cabeza nervioso y Hermione rió.
-Solo dilo, Canuto.
Levantó a cabeza de nuevo, con eloscuro cabello sobre sus ojos, mirándola sonrojado.
-Me preguntaba si, ¿te gustaría iral baile de navidad conmigo?- sus ojos parecieron brillar.
Hermione sonrió y asintió,encantada.
-Por supuesto que si,- lo vioasentir satisfecho.
-Buenas noches, Castaña.
-Buenas noches, Sirius.- Se despidióde él con la mano y lo vio alejarse detrás del muro.
Él se recargo en la pared y,mirando al suelo sin dejar de pensar en la castaña, sonrió. Sintiendo como lasangre subía hasta sus mejillas, pintándolas de color carmesí: había sido más difícilde lo que había creído, tuvo que reconocer.
Sus piernas flaquearon y tuvo querecargarse en la pared, con la fragancia del oji-gris filtrándose por su nariz,se dejo caer al suelo; el cabello cubría por completo so sonrosado rostro, loaparto con delicadeza y nerviosa, feliz, ansiosa
no sabia ya como, se mordió ellabio
solamente con él en su mente.
Tenia que admitirlo, quizá lamanera en que su corazón corría de solo pensar el había sido su primera pista olo mucho que esperaba verlo sonreír
no tenia idea de que la había hecho darsecuenta de ello, pero de algo si estaba segura
Se había enamorada de SiriusBlack.
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Me aparezco solo para hacer una aclaración: el PATRONUS NONTIUS es soloel hechizo que complete yo para enviar un mensaje atreves del patronus, enrealidad no se cual es el hechizo para hacerlo.
Sigo preguntando: ¿Qué travesura les gustariaa cometieran la castaña yla pelirroja?
¡COMENTEN!
Ale_Malfoy Granger.
La música comenzó sonar, tocada por la bandafrente al enorme ventanal del Gran Comedor, la pista ya estaba llena y lasmesas vacías. Ni si quiera él había resistido el quedarse sentado. Bailaba conla pelirroja que acompañaba a su amigo mientras el azabache se había retirado parair por una bebida.
Hermione aun no llegaba.
La canción llego a su final y decidieron salirde la pista. Vieron a Peter acompañado de la rubia que Sirius le había presentado,pero no visualizaron a James. Lily giro su cabeza y sonrió, mirando a laentrada, tiro de la mano de Sirius y señalo a la puerta. El oji-gris obedeció.
Sonrió.
La vio caminar acompañado del azabache que lallevaba del brazo, moviéndose con elegancia y con lentitud, cuidando sus pasos
sin tropiezos. Sintio envidia del azabache por unos segundos pero sonrió alreconocer que aquella bella castaña estaría con él el resto de la noche. Ellargo vestido de color rojo hacia resaltar el color de su pulcra piel, se ceñíaa su delgada figura con elegancia, con un escote en V, con el cabello recogidoy un par de risos cayendo sobre su rostro
no pudo recordar haber visto algotan hermoso.
La castaña llego a su lado.
-No luces nada mal, Canuto.
-Lo mismo digo, castaña.- La vio sonreir.
Sus ojos miel miraron de inmediato la mesa enla que estaban las bebidas, dio un paso en su dirección pero Sirius tomo sumano y negó con la cabeza.
-Nada de bebidas, bailaras conmigo.
-Solo no te avergüenzas si llego a tropezar opeor: a caer.
-Yo te atrapo.- Le sonrió y luego la llevo a lapista, con Lily y James detrás suyo.
El ritmo de la música no suponía un baile enpareja, no al que ella estaba acostumbrada, asi que tuvo que ingeniárselas. Eloji-gris se movia al sonar de la música y ella lo seguía lo menor que podía.
James tomo la mano de ambas y las hizo girar, haciéndolasreír como a un par de niñas pequeñas. Sirius tomo a Hermione de la mano y laatrajo de nuevo hacia si; James tomo a Lily de la cintura e hizo lo mismo.
La canción cambio entonces.
Remus y Alyssa llegaron a su lado.
-¿Te molestaría si bailo con Feles?- pregunto aSirius y el oji-gris se acerco a Alyssa.- No te preocupes
tampoco se bailarmuy bien,- comento rodeando su cintura.
-Eres un mentiroso, Remus Lupin.
Elevo los hombros y rió.
-Yo solo trataba de ayudarte.
La castaña rió.
Seria una noche entretenida
después de todo.
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-Ire por unas bebidas- se levanto de su asientoy comenzó a alejarse.
-Te acompaño- el azabache se apresuró aalcanzarla.
Tomaron cada uno un par de vasos y los llenaroncon whisky de fuego. La castaña miro al azabache.
-Llily te quiere, James
pero toma las cosascon calma.
El azabache sonrió.
-¿Por qué correr cuando puedo solo caminar a sulado? El tiempo con ella es especial, no tengo porque apresurarme
La castaña asintió.
James comenzó alearse, quedándose un poco rezagada,a solo unos pasos de distancia de su amigo. Tiraron de su muñeca, obligándola agirarse con rapidez. El profundo mar azul que tenia semanas sin ver la miraroncon intensidad; sus manos temblaron y la bebida cayo al suelo.
-Oliver- dijo en un hilillo de voz, apenasaudible.
El rubio mostro sus blancos dientes en unaencantadora sonrisa.
-Lo lamento, solo
¿Quieres bailar conmigo?
-¿Necesitas algo- la voz molesta de Sirius resonóen su cabeza.
-Espero la respuesta de Hermione, no tengo nadaque hablar contigo.
Sus piernas flaquearon: no quería que iniciaranun pleito
no esa noche. Miro a Sirius y le sonrió, calmándolo un poco. Seadelanto y tiro de la mano de Oliver, que aun se negaba a dejarla ir, y loobligo a apartarse de Sirius. El ritmode la música se volvió mas lento y ella se lamento de haber aceptado. El rubiorodeo su cintura.
-Parece que te diviertes.
Ella asintió.
-Se que es un poco tarde pero
¿Qué te parecesi salimos un momento? Alejarnos un poco del ruido- le sonrió.
-Oliver, no- la sonrisa se borro de su rostro.-Eres un gran amigo, pero no..
-Entiendo- se detuvo- solo
no olvides quecuentas conmigo para lo que sea.
Beso su mejilla, por un par de segundos, yluego se alejo.
-Es mi turno- James rodeo su cintura sin previoaviso y juntos se acompasaron al ritmo de la música que había subido de ritmo.
Se sintió torpe, al principio, incluso estuvo apunto de darse por vencida, pero luego de un par de segundos logro seguir alazabache que junto a ella se movia con destreza.
-¿Lista? Ahora serán solo vueltas.
La tomo de la cintura con aun más fuerza ycomenzaron a dar vueltas sin parar; le pareció increíble que hubiera logradodar tantas vueltas sin un solo tropiezo. Se rio de su torpeza y James negó conla cabeza. Se detuvieron. A su alrededor todos comenzaron a saltar, con lasmanos en alto y los de las mesas aplaudían, daban vueltas y volvían a darsaltos. La castaña los siguió, ya una ves había hecho aquello y le parecía mas fácil.El ruido sordo de sus zapatos golpeando el piso lego a sus oídos, siguió a losque estaban sentados en la mesas, aplaudiendo al ritmo de la música, y salto alritmo de la música como todos los demás; no podía dejar de reir.
James la hizo girar una ultima vez y Siriustiro de su cintura cuando ella dejo de girar. Lily llego al lago de James. Eloji-gris la miro y rió junto con ella.
De prono le parecía que el tiempo se detenia,escucho a sus amigos reir y se dedico a mirar a la pelirroja y al azabache.Habia compartido momentos asi incontables veces con Ronald y Harry pero aquello era diferente; esos breves segundosen que se detuvo a mirar lo que en esos momentos tenia la hicieron dudar sobresi debía volver a la época a la que pertenecía
pues eran momentos que solo sedaban pocas veces.
James se detuvo y miro a la pelirroja, que reiaal lado de la castaña y el oji-gris; tomo su mano y ella se detuvo a mirarlo unpar de segundos. No lo dudo mas. Tiro de su cintura y la acerco mas a él, lamiro por un par de segundos y ella le sonrió sonrosada. Poso sus labios sobrelos de ella con delicadeza, la pelirroja le correspondió. El flash de una cámarase hizo presente y Hermione y Sirius sonrieron.
Los que estaban en la pista siguieronaplaudiendo, la castaña incluida, negándose a dejar de bailar o mas biensaltar. El oji-gris tomo su mano y tiro de ella, sacándola de la pista,esquivando a los que intervenían en su paso.
-¿A dónde vamos?- la castaña rio.
-Ya lo veras.
El viento azotó contra su rostro como unbofetada y el frio se adueño de su cuerpo de inmediato. Sus ojo miraron alcielo nublado, sin estrella o luna alguna que iluminaran el cielo negro, solonubes negras cubriéndolo todo. Sirius siguió corriendo, sujetando a la castaña impidiéndoledetenerse.
Se detuvieron bajo de un árbol, sin hojas,solamente una fría sombra que los cubria.
-¿Pasa algo, Canuto?- la castaña se quito loszapatos y se recargo en el tronco del árbol.
-No, solo quería que vieras la nieve caer- moviósu varita e hizo desaparecer la larga túnica que traía puesta, quedando solocon el pantalón obscuro y la camisa blanca.
-No creo que
- extendió el brazo, intentadocontradecir aquella posibilidad, cuando un diminuto y apenas visible copo de nieve cayo en lapalma de su mano.
Sirius sonrió.
-¿Lo ves?
La castaña cerro los ojos y rió.
El oji-gris metió las manos a su bolsillo ysaco una pequeña caja de terciopelo roja. Tomo la mano de Hermione y depositole entrego la cajita. Ella abrió los ojos. Con cuidado abrió la pequeña ycajita y sonriendo, contuvo la respiración: dentro, descansaba una delgadacadena de plata con la figura de un perro negro colgando de ella. La cadena queantes llevaba colgada de su cuello
ahora sabia como había llegado a estaroculta en su habitación: Sirius se la había obsequiado.
Sirius tomo la cadena y le pidió se dieravuelta. No le importo cuan larga estuviera, la colgó al cuello de la castaña,dejando caer la figura a la altura del corazón de la castaña y sonrió para si.
-Gracias, Canuto.
La nieve comenzó caer, cubriéndolo todo deblanco, haciendo lucir cada rincón de los jardines del castillo aun mas bellode lo que eran. La ultima canción de la noche hizo acto de presencia y eloji-gris tomo la mano de la castaña de nuevo, la miro a los ojos, preguntandopor un ultimo baile, y ella asintió sonriendo. Dieron un par de pasos, parasalir de la sombra del árbol, y se detuvieron
bajo el cobijo de la nieve.
Rodeo la cintura de la castaña y ella se abrazoa su cuello.
-Me alegra que te hayas dado cuenta de que elrojo es tu color.- la hizo sonreir.
-¿Por qué lo hiciste?- pregunto repentinamente.
Sirius la miro confundido.
-Aquella noche que me besaste en la Sala Común,y trataste de hacer que lo olvidara, ¿Por qué?
Se detuvo, pero no la soltó.
-Estabas confundida; me dolió sentir comollorabas en mis brazos, mientras yo te besaba, y quise ahorrarte ese dolor. -Sus ojos grises la miraron fijamente- podre estar contigo como amigo, pero nosoportare NUNCA la idea de que te haganllorar. A menudo me invaden los celos, es cierto; aborrezco a Oliver mas de lo queya lo hacia, e incluso he llegado aestar celoso de Cornamenta pero
La soltó y se alejo
dándole la espalda.
-Tu ya estabas enamorada de alguien mas cuandollegaste aquí y no puedo darme el lujo de causarte daño, no por un capricho mío,no porque
me haya llegado a enamorar de ti.
El corazón de la castaña latió desbocado y ellano pudo evitar sonreir
pero él comenzaba a alejarse.
-¡¿Y si te dijera que no es asi?! Tienes laidea errónea de porque llore esa noche, Sirius. ¿y si te dijera que ya no estoyenamorada de la comadreja?- se mordió la lengua por llamarlo asi.
Él se detuvo.
-Preguntaría, quizá, ¿de quien estas enamorada,entonces?- Dijo antes de comenzar a caminar de nuevo.
La castaña se mordió el labio, entre nerviosa eimpaciente, entonces se decidió a hablar.
-¡Bésame!- su pulso se acelero aun mas.
Él se giro y la miro. La nieve caia sobre suobscuro cabello, adornándolo de blanco, un brillo se asomo por entre sus perlasgrises, ocultas detrás de su cabello. No dijo nada. Camino a grandes zancadas,sin tiempo que perder, acortando la distancia que los separaba. La tomo de lacintura y tiro de ella, acercándola mas a su cuerpo, acercándola mas a suslabios que esperaban impacientes a posarse sobre los de ella.
La beso sin mas.
Todo indicio de frio desapareció en eseinstante, sus labios se amoldaron de manera perfecta
hecho el uno para elotro. La beso de manera tierna y apasionada a la vez.
Sintio como sus labios se movían con delicadezasobre los de ella y por un momento pensó en el futuro, pero fue solo un momento
no importaba ya el dolor que pasaría si no podía evitar la gran tragedia, noimportaba lo que pasaría en el futuro, ella pertenecía ahí
con él, y por esosbreves segundos dejo de lado a los demás, a los que la extrañaban en un futuro,a los que ansiaban su regreso, dejo de lado al resto del mundo y vivió elpresente
lo vivió al lado de aquel que por cortos años había amado y ahorabesaba.
Conocia el riesgo de haberse enamorado deSirius pero no había en ese momento riesgo alguno que no estuviera dispuesto acorrer... lo valdrían todos si estaba a su lado.
Se aparto de ella y se dedico a mirarla
durante interminables segundos.
-Tenias razón- susurro ella.
-¿Sobre que?
-Hacemos una mejor pareja que Lily y James.
Ambos rieron.
-Siempre la tengo
Castaña.
-Eres un engreído, Sirius Black.
-Y tu una engreída, Hermione
Pero no le dio tiempo de terminar, porqueescuchar un apellido que no le correspondía la destrozaría y no lo permitiría.No en esa noche, no en ese momento
el momento que tanto había ansiado; y depronto lo descifro, todo lo sucedido la había llevado hasta ese momento, cadapaso que había dado se resumía en aquellos breves segundos en que se dedicaba amirar a los ojos grises que tanto amaba y a besar los labios que por tantotiempo había ansiado probar.
La nieve los cubrió, abrazándolo como una viejaamiga, las estrellas salieron de entre las nubes y la luna los ilumino, elviento soplo y ellos sonrieron
no habría mejor momento que aquel, no mientrasestuviera uno al lado del otro. Estarían juntos
sin importarles ya presente,pasado o futuro alguno.
El timbre sonó.
El ruido de sus tacones hizo eco al pasar por el pasillo y después enla habitación. El timbre sonó de nuevo y ella giro la perilla. Remus sacudíasus pies, intentando que el hielo callera de su suela y Peter, detrás de él,hacia lo mismo.
-Feliz navidad, Feles. ¿Te parece bien sientramos?- se estremeció.
Hermione sonrió y asintió. La puerta rechinocuando estaba a punto de cerrarse, pero una cabellera roja hizo acto depresencia en el pórtico.
-¿Lily?-la pelirroja la abrazo; la calidez desu pesado abrigo rojo la invadió al instante.
-Mis padres me dejaron salir en noche buena. Laprueba de que los milagros existen,- la pelirroja sonrió y abrazo a su amiga.
La puerta se cerró tras de ella, Lily entrego aHermione una tarta de manzana y James apareció en la estancia con los cubiertosen mano. Se miraron. Durante largos segundos se limitaron solo a mirarse, conese "algo" entre ellos que los obligaba a estar unidos. James se acerco a lapelirroja, acaricio su mejilla y ella sonrió, luego deposito un casto y tiernobeso en sus labios.
Hermione sonrió. Deseaba enteramente Harryestuviera ahí, con ella, con ellos, mirando a sus padres.
-¿En que puedo ayudar?- sus mejillas seacercaron al tono rojizo de su cabello.
-Pon la mesa, serviremos la cena.- Volvió lacocina y con un movimiento de su varita, saco el pavo del horno.- ¡Lunatico,Colagusano! Lleven la cena a la mesa, por favor.
Remus se llevo el pavo y Peter, por supuesto,los postres. Y ella miro por la ventana.Las luces estaban ya encendidas, iluminando las calles, el reloj marcaba las10:00 p.m., el cielo estaba repleto de nubes grises y, de vez en cuando, se podíanescuchar los villancicos. Hermione sonrió.
Saco la botella de vino, y lo que quedaba delwhisky, se encamino al comedor y se detuvo en el pórtico de la puerta. Losmiro. Peter y Remus peleaban por el asiento que ocuparían, como ver a dos niñospequeños peleándose; James se acerco a Lily y la abrazo, como si temiera que pudieramarcharse y nunca volver, la pelirroja le sonrió y él también le correspondió.Se miraron. Las miradas de ambos se unieron con las del otro y vio en ellos esebrillo, ese rayito de alegría y amor entremezclados, ese destello en los ojosde dos enamorados del que siempre le habían hablado
y nunca había visto ella.
-¿Sigues creyendo que nos vemos mejor que Lilyy James?- Sirius la abrazo.
-Quizá lo dude un poco- lo miro.
-No te preocupes, me asegurare de que estéscien por ciento segura,- se acerco a ella, con la intención de besarla, peroella se aparto.
-Le toca llevar la bebida, sr. Black- dijoponiendo la botella sobre sus labios.
El oji-gris rodo los ojos y, riendo, tomo labotella para llevarla a la mesa. Todos tomaron asiento. La cena había comenzado.
-Antes de comenzar,- James se aclaro lagarganta poniéndose de pie con copa en mano- este año se sumaron un par depersonas mas a nuestro pequeño grupo-miro a la pelirroja y luego a la castaña.-Los amigos han ido llegando y la familia ha ido creciendo
No era muy bueno con las palabras. Hermione losupo.
-Por la familia y amigos;-le ayudo- por lo quetenemos ahora, por lo que ganaremos ahora y por lo que no perderemos nunca.
Elevaron sus copas, las chocaron en el aire yle dieron un pequeño sorbo al vino. Comenzaron a comer a petición de Peter.
Las copas se llenaban, se vaciaban luego de unpar de sorbos, y volvían a llenarse; la cena iba venia desde seis asientosdiferentes. Sirius hizo sonar la música, alegrando un poco mas el ambiente. Lasanécdotas se convirtieron en motivos de risa
y las risas en un regalo.
Sirius la miro desde el otro extremo de la mesay ambos callaron por un momento, se desvaneció el panorama del que segundos atrásdisfrutaban y se miraron, por interminables segundos, como si nada o nadie masexistiera, solo ellos.
El oji-gris le guiño un ojo con coquetería y sonrióa su castaña.
Ella negó con la cabeza, mientras reía, con eldelicado color carmesí adornando sus mejillas.
-Dijiste que ya no tenías ropa, Lunatico- Jameselevo los hombros.
Remus rió, devolviendo las prendas ropa a suscajas:- Se los agradezco.
El árbol permanecía a un lado de la chimenea,con solo un par de regalos mas por abrir, con ellos frente a la chimenea,disfrutando de la calidez que les proporcionaba. Remus y Peter permanecían enel sofá mas grande, Lily y James en el suelo y Sirius en el otro sofá, con lacabeza de su castaña recostada en sus piernas.
-este es el tuyo Lily- hizo entrega de unapequeña cajita.
La pelirroja abrió la caja con manos ansiosas yuna sonrisa en el rostro. Una cadena. Su flor favorita
con su nombre grabadoen ella. La sonrisa en su rostro se ensancho aun mas. Beso la mejilla de James y le permitió colgarala cadena a su cuello.
Los ojos de Peter se abrieron desmesuradamentecon un brillo intenso reflejado en ellos, al abrir la enorme caja con cientosde chocolates y dulces
solo para él. No necesitaba regalos costosos cuando podríacomer chocolates. James desenvolvió sunueva escoba -cortesía de la castaña y su novio- y luego siguió Sirius, con un par de prendasde ropa mas.
-Feles, este es tuyo.- Peter le tendio la caja.
Se sento en la orilla del sofá y tomo la cajacon cuidado. El cabello alborotado le bloqueo la vista, retiro la envoltura conmanos temblorosas y luego abrió la caja, dejo a la vista de todos la cajita ysaco el obsequio dentro de ella: una pequeña cámara mágica.
-Gracias
- no supo a quien agradecer.
-Todos
menos Canuto- respondió el muchachoregordete una vez mas.
Sirius rió, negando con la cabeza. Corrió a lasescaleras y las subió presuroso.
Se recostó de nuevo, los parpados comenzaron apesarle de pronto y sus ojos se cerraron. Algo comenzó a rascar el sofá y atirar de su cabello. Abrió los ojos. Adormilada giro la cabeza y la vio: unapequeña bola de pelos blanca, con dos enormes perlas azules mirándola fijamente.Tomo a la pequeña gatita en brazos y sonrió.
-Te dije que le gustaría mas una pequeñagatita,- Sirius la miraba desde las escaleras contento.
-Gracias, Canuto. Es perfecto.- Rasco detrás delas orejas de la gatita y el animal ronroneo.
El mejor regalo de navidad
¡NO! No había mejorregalo que estar ahí
con ellos
con sus amigos
con su nueva familia.
Logro despertar. Los ronquidos de Peterinundaban la estancia. Se removió en brazos de Sirius y, con cautela de nodespertarlo, logro librarse de sus brazos. Salió. El frio se había hechopresente, haciendo aparecer una estela de vapor cada vez que ella respiraba,con los copos de nieve comenzando a caer, adornando aun mas el lugar con uninterminable manto blanco. Miro al reloj. Diez minutos para las doce.
Cerro los ojos por un momento.
Las luces de su casa permanecíanencendidas, los muggles que en su puerta cataban villancicos ni siquieranotaron su presencia. Pero la música navideña ya llenaba la estancia. Suspadres habían encendido la grabadora. Crookshanks ronroneaba en el sofá masgrande de la estancia, a un lado de una carta que ella había enviado
supuestamente, disculpándose por no poder asistir a navidad ese año, pues habíaescogido pasar navidad con la familia Weasley. Sus padres reían, su ausencialos angustiaba pero no les negaba el poder reír, a un lado del árbol denavidad, con los regalos sin abrir
y uno con su nombre en él.
La enorme casa de losWeasley quedo a su vista, como una gloriosa pintura recién pintada. Se acerco ala ventana. Cenaban. Con sus platos rebosantes de pavo y las copas llenas devino. Reían, mirándose unos a otros como si no hubiera un mañana, disfrutandode la calidez familiar y las sonrisas que no dejaban ver nada mas que alegría.Harry estaba con ellos. Con la única familia que le quedaba: los pelirrojosWeasley. Miraba a Ginny de la misma manera en que ella solía mirar a Ron, comoJames miraba a Lily
como ella miraba a Sirius.
Todos estaban felices,contentos con lo que tenían y ansiosos por lo que tendrían, pero disfrutandodel presente. No les hacia falta la castaña. Quizá seria porque sabían quevolveria, pues conocían lo perseverante que era. Pero le alegraba saber queella no seria motivo alguno de angustia, ni en su casa ni en casa de losWeasley. Sonrió.
-¿Es que acaso no tienes frio?.
Sintio sus brazos rodeándola. Sonrió y abrió losojos.
-No contigo aquí.
Los villancicos se escucharon mas cerca.
-lamento no poder igualar tu regalo.
-Tener conmigo, es lo único que necesito
elmejor regalo.
Ella negó con la cabeza. Abrio la pequeña cajaque había guardado, sin que él no se percatara de ello y dejo que el obsequioquedara suspendido en el aire. Sirius elevo la cabeza.
-Tu me obsequiaste una
pensé que debía hacerlo mismo.
Tomo la pequeña cadena entre sus manos, fijandosus grises ojos en ambas figuras: un perro y un gato. Sonriendo la colgó a sucuello y beso la mejilla de su castaña.
-Es perfecta
castaña.
Las campanadas del reloj se escucharonentonces. Las doce. Las luces del vecindario se encendieron por completo, lanieve lo cubrió todo entonces, en el cielo los fuegos artificiales iluminaronsin mas cada rincón del cielo y la tierra, y los niños comenzaron a correr sinrienda alguna por las calles, lanzándose bolas de nieve, con sus madres mirándolesreprobatoriamente pero sin dejar de sonreír.
Sirius tomo la mano de la castaña y, como si deun baile se tratara, la hizo girar. Pero ella se resbalo. El oji-gris la tomoen brazos antes de que cayera. Y ella se abrazo a su cuello con torpeza.
-Feliz navidad
preciosa.
Hermione sonrió en sus brazos.
-Feliz navidad, Canuto.- Lo vio abrir la boca,para hablar, pero ella puso su dedo sobre los labios del oji-gris y negó con lcabeza,- cierra la boca, Black.
Sirius sonrió. Luego la beso.
Extrañaba a sus amigos, pero ninguna navidad secompararía jamás con aquella, no mientras ella estuviera con los merodeadores,no mientras
los labios de Sirius estuvieran sobre los suyos.
Las conversaciones por lo bajo daban laimpresión de no ser nada más que murmullos, susurros de conversacionessecretas, privadas, que no deseaban alguien más escuchara. Todas lasconversaciones daban esa impresión. Todas menos las suyas. Ellos reían con estruendo,contagiando un par de sonrisas al resto de los presentes en su mesa. Losmerodeadores y Lily reían. ¡Ja! que novedad.
Sus ojos verdes miraron a la mesa del director.Ausente. La enorme silla, destacaba entre el resto de las sillas, permanecía vacía:Dombludore no estaba. Una ausencia de la que la pelirroja desconocía causaalguna
y de la que la castaña a su lado estaba al tanto. Pero no había tiempopara preguntas. No había tiempo para vacilaciones.
Miro entonces a la castaña. Asintió.
Sacó su varita, bajo la mesa de los leones, yla movió, delicadamente mientras miraba a la enorme puerta de entrada. Laspuertas se cerraron con estruendo y los profesores se pusieron de pie. Sus ojosmarrones dedicaron una mirada de complicidad a la rubia en la mesa de al lado.
Alyssa metió la mano en su s bolsillos y tomocon fuerza lo que en su mano había. Lily hizo lo mismo, con Hermione a su ladoimitando sus movimientos. Uno, dos
- contaron en susurros las tres- ¡TRES! Lasbombas fétidas explotaron, desprendiendo un hedor horroroso en el Gran Comedor,cubriéndolo todo con una bruma espesa de color verdosa.
Hermione y Lily se echaron al suelo, cubriendosu boca con el antebrazo, con la rubia a su lado. Se arrastraron lejos de lamesa en la que les correspondía estar y se detuvieron frente a la puerta.McGonagall no lograba hacer desaparecer el olor fétido y la bruma verde,Hermione y Alyssa se lo impedían. La pelirroja se detuvo frente a la puerta,saco su varita, elevo sus manos al cielo Y cerró los ojos.
Un golpe sordo se escucho contra la puerta ylas tres sonrieron. El olor fétido y la tonalidad verdosa en el airedespareció, los murmullos cesaron y todas las miradas se dirigieron a la puertade entrada. La enorme puerta se abrió de golpe. Cientos de aves entraron sinprevio aviso, revoloteando sobre las cabezas de los estudiantes sin rumboalguno. Ellas salieron
y los gritos alarmantes comenzaron.
Los merodeadores se pusieron de pies, con lasvaritas en alto. Un par de aves volaron sobre sus cabezas y, riendo con burla,retiraron con el pico las varitas de sus manos. Los profesores salieron delGran Comedor, algunos detrás del ave que había arrebatado de sus manos susvaritas, otros intentado hacer desparecer a las aves moviendo a diestra ysiniestra sus varitas en el aire, y algunos otros
por mera cobardía.
-Debemos ir tras las varitas- Peter señalo alas aves que presurosas salían del lugar.
-¿Dónde están Lily y Hermione?- James miro losasientos vacios a su lado.
-¡Ayuda!-escucho a su pelirroja gritar.
Miro al resto de sus amigos una vez mas y losmiro asentir. Corrieron hacia la salida con suma rapidez, intentando encontrara la pelirroja y a la castaña. Intentando recuperar sus varitas. Esperaronescuchar otra llamada de auxilio pero nada sucedió. Se detuvieron, escuchando aalguien halar y alguien más gritando, pasos presurosos. Los estudiantesintentaban huir de las aves que los perseguían.
-¿Tu eres Cornamenta? Tienes cara de serCornamenta...- parloteaban las aves sin cesar, mirando burlonas desde el aireal estudiante al que le hablaban, pero cuando el estudiante decidía huir, elave las seguía, moviendo sus alas con rapidez diciendo-: ¡Espera! ¡Debo darteun abrazo!
Peter, Remus y Sirius miraron al azabache a susespaldas.
-Yo no sé nada, no me miren así.- Elevo loshombros.
-¡Peter, cuidado!- Remus apunto a algún puntosobre su cabeza.
-¡Gordo, gordo, gordo, gordo! ¡Ja, ja, ja! -una docena de aves tomaron al muchacho regordete por el uniforme y lo elevaron en vuelo junto conellos. Riendo de manera burlona.
-¡Peter¡ ¡Déjenlo en paz!- Sirius corría detrásde las aves, sin ningún rastro de que Remus o James hicieran lo mismo. ¿Dónderayos estaban esos dos?
-¡Canuto!- el azabache lo llamo desde el aire,sobre su escoba.- ¡Aquí tienes las tuya!
La escoba del oji-gris cayó en sus manos, subióa ella de inmediato y la carrera contra el volar de las parlanchinas aves dioinicio. Las divisaron de inmediato. Peter gritaba en señal de auxilio pero losestudiantes solo lo miraban un par de segundos y después volvían a lo que antesestaban haciendo. Los tres se acercaron al regordete, Sirius tomo su mano yRemus sus tobillos, junto con James.
-¡Te tenemos, Peter!
-¡Ayúdenme, por favor bájenme!- lloriqueabacomo niño pequeño.
Las aves los miraron un par de segundos,volvieron la irada al regordete y rieron una ultima vez. Luego lo dejaron ir.
-Ya no es divertido, vamos- anunciaronmarchándose.
Remus lo subió a su escoba. Sirius se acerco aél, tomando en cuenta el terror en la mirada de su migo, un terror exageradoque a él le parecía absurdo.
James rió. Y los tres volvieron sus miradas alazabache.
-Miren,- dijo entre risas, rodeando su estómagoque había comenzado a dolerle.
Abajo, Aaron corría lo mas rápido que suspiernas les permitía, con una docena de aves tras de él. Los animales lotomaron de la túnica y a picotazos se la retiraron. Zabini parecía estar a punto de soltar en llanto. Una razón máspara romper en estruendosas risas. Un par de aves se detuvieron frente alrostro del moreno y este se tropezó. Loa animales rompieron en risas sonoras.
-Ahora viene la parte divertida. ¡¿Quién quierever la ropa interior de Zabini?!- gritaron las aves.
Se lanzaron contra el moreno, contra corriente,y con el pico dejaron a la vista la ropa interior del moreno. Tomándolo aun delos calzoncillos lo elevaron en el aire. Zabini había roto en llanto,desesperado y cansado de haber tratado de evitar a las aves. Completamentehumillado.
-¡¿Qué sucede Zabini?! Parece que un ave tepateo el trasero- Peter se burló y susamigos le acompañaron con un par de carcajadas mas.
-¡Cuidado al frente, cuidado al frente!-graznaron las aves que hacia ellos se dirigían con rapidez. Golpearon susescobas y los dejaron caer.
-Matare a esas aves- susurro el oji-gris.
-Yo te apoyo, Canuto- corroboro el azabache yPeter asintió.
Los animales rieron una vez más y ellos sepusieron de pie, temerosos por lo que aquellas risas anunciaban, ¿Qué haríanahora aquellos fastidiosos seres?
-Un regalito de parte de sus amigas
- cantarontodas a la vez desde el aire, con sacos colgando de sus patas.
-No
esperen
-¡FUERA ABAJO!- los sacos cayeron sobre suscabezas.
El contenido blanco que en ellos traían, seadhirió a su ropa como si de pegamento se tratara. Los animales rieron una vezmas y Sirius se puso de pie. Temió lo que aquello que cubría su cuerpo pudieraser. Miro sobre sus cabeza, a las aves que burlonas los miraban mientras reían satisfechas por la rabia queen el rostro de los merodeadores se denotaba. Esa fue la gota que derramo elvaso.
-¡Vengan aquí asquerosas aves!- corrió detrásde ellas, dando saltos intentando alcanzarlas.
-¡Canuto espera!- James corrió detrás de él-¡son solo unas tontas aves!
-¡Robaron nuestras varitas! ¡Vengan aquí!
Para entonces ya habían salido del castillo,corriendo ahora hacia el lago Negro.
-¡Esperen, esperen!- Peter los hizo detenerse.-No es lo que creen, es chocolate.
-¿Qué?
-Es chocolate
blanco, un poco empalagoso peroes chocolate,- el regordete se lamia los dedos.
El resto temieron que su amigo no tuviera razónpero igual imitaron sus movimientos. Chocolate
blanco.
-¿Les gusto la sorpresa?
Dieron media vuelta. Lily y Alyssa permanecíanal lado de la castaña, mientras ella sonreía de oreja a oreja.
-¿Ustedes lo hicieron?- Remus la vio asentir.
-¿Las aves?- james pregunto a su pelirroja yella asintió.
-¿El ataque a Zabini?- Peter aun seguí sinpoder creerlo.
-Todo. Pero fue idea de Hermione, casi todo.-Alyssa comenzó a acercarse a Remus. Les entrego sus varitas.
Sirius permanecía en silencio. Hermionetemerosa se acerco al oji-gris y lo miro a los ojos.
-¿Molesto, Canuto?
Pero él no contesto. Tomo su varita y comenzó acaminar, alejándose de sus amigos. Los escucho protestar y a ella guardarsilencio. Sonrió. Se detuvo.
-¿Sabes, Castaña?- presintió ellahabía vuelto a mirarlo- creo que, después de todo, me hace falta un baño.
Pero ninguno de los ahí presentesentendió. Dejo caer su varita al suelo y corrió de vuelta a la castaña.
-¡Sirius Black, ni siquiera lo pienses!-Hermione comenzó a retroceder.
Sonriendo burlonamente la tomo de lacintura, la cargo en brazos y corrió hacia el lago. La castaña pataleaba ygritaba, pidiendo ayuda a sus amigas, pero nadie parecía querer acercarse.
-¡Fuera abajo!- Grito él, dando unsalto al agua.
-¡Sirius, NO!- alcanzo a decir antesde entrar al agua.
Sintió un par de cuerpos mas cayendoal agua y ella comenzó a nadar, luchando por salir hacia la superficie. Elresto se les había unido, mas ellos lo habían hecho por gusto. Reían. Hermionenado hacia la orilla, maldiciendo al oji-gris que la había lanzado al agua.Apenas si había pisado tierra, enredo sus fuertes brazos a la cintura de lacastaña y la hizo girar en el aire, por un momento ella rió, luego la bajo
yella se cruzo de brazos.
-Ya estamos a mano
preciosa-susurro a su oído para luego depositar un corto beso en sus rosados labios.
-Creo que las clases quedanoficialmente suspendidas- Peter estaba a punto de festejar la suspensión declases que, hasta donde había alcanzado a oír, McGonagall había anunciado.
-No le quedaba de otra- Alyssaestaba abrazada a Remus por la cintura.
-¡Miren al cielo!- un estudiante de primero apunto con el dedo al cielo.
Ellas sonrieron con complicidad. Losfuegos artificiales aparecieron de la nada, adornando el cielo de colorespasteles que no pertenecían al anochecer que había ya comenzado. Con laexcepción del rojo y dorado. Las aves salieron del castillo, volando cada vezmás alto, quizá intentando alcanzar las luces que no dejaban de aparecer.Desaparecieron luego de unos segundo, dejando pasos a mas luces todavía.
"FELIZ CUMPLEAÑOSCORNAMENTA" se leyó en el cielo,después de haber desaparecido las aves.
-Feliz cumpleaños,James- susurro Lily al oído del azabache con dulzura, quien la llevaba cargandoen su espalda.
James le sonrióagradecido. La bajo con delicadeza y tomo su sonrojado rostro entre sus manos.La miro durante un par de segundos, admirando esa bella sonrisa dibujada en surostro, como si fuera la última que pudiera admirar la belleza de aquellapelirroja que lo cautivaba día con día.
-Te amo, Lily Evans-susurro sobre sus labios
solo para que ella pudiera escucharlo, nadie más.
La pelirroja sonrió y correspondiógustosa al tacto de los labios del azabache.
-Te amo, James Potter
aunque seas un presuntuoso y fastidioso.
-No cambias nunca,¿cierto?- murmuro tomando su mano.
Lily negó con lacabeza.
-¿Qué creen que lespase, cuando sepan quienes fueron las causantes de todo esto?- pregunto Peter,mirando al cielo, planteando en sus mentes una pregunta de la que no habían tenidola molestia en siquiera haber imaginado al planear su pequeña travesura.
-Quizá ni siquiera se den cuenta- Sirius miro a lacastaña.
Las ultimas luceshicieron acto de presencia en el cielo,pero solo Peter las miraba el resto estaban demasiado ocupados mirando a losojos de aquellas bellas damas que lo eran todo para ellos.
-¡Srta. Granger!¡Srta. Evans! ¡Srta. McElroy!- McGonagall las llamó.
Tres pares de ojos seabrieron desmesuradamente, aterrados. Una sonrisa traviesa se dibujo en elrostro de la castaña. Alyssa y Lily corrieron de inmediato, como si hubieramanera de huir del castigo que las estaría esperando.
-Tenias que abrir tubocota, Black.- Le reprimió al oji-gris y él elevo los hombros.
Sirius sonrió. Lacastaña deposito un beso fugaz en sus labios y corrió tras sus amigas.
Los Merodeadores semiraron entre sí.
-¿Tan mala suertetengo?- pregunto mirando a sus amigos.
-¿Quieres que tecontestemos?-James se burlo.
Él negó con la cabezay volvió la mirada hacia la cabellera castaña que había comenzado a alejarse. Ysonrió contento. ¿Qué tan mala suerte tenia, como para que aquella bellacastaña se hubiera topado en su camino? Cargaría mil veces con aquella malasuerte sus amigos aseguraban él tenia, si eso lo mantenía al lado de sucastaña.
El frio le provocó un cosquilleo y sintió deinmediato como el pasto acariciaba la planta de sus pies.
Corría por los pasillos sin poder creer lo que aquel pergamino le había revelado. Se había cansado ya, pero debía asegurarsede que lo que había visto no era solo un producto de su imaginación; necesitabasaber que no había visto aquel nombresolo por haberlo querido así.
Metió los pies al agua. El vientosopló, haciendo danzar su cabello. Cerró los ojos suspiró: estaba en Hogwarts,al que pertenecía en realidad, pero del que ya no se sentía parte.
Se detuvo
y la vio. La cabellera castaña y rizada que tanto extrañaba. Sonriócon el corazón agitado.
-¿Hermione?- escuchó que lallamaban.
Ella sonrió y se giro.
-Harry,- le saludó.
La castaña le sonrió al pasar a sulado. Dio un par de pasos, alejados de la orilla, y se refugió bajo el enorme árbolfrente al lago. Se dejo caer hasta el suelo y Harry le acompaño en sucomodidad. Hermione le vio sostener un viejo pergamino con manos temblorosas,uno que ella veía a menudo en manos de los Merodeadores. El mapa.
-No te habíamos visto en meses.
-Lo sé, Harry
y lo siento.
Callaron ambos entonces, dando labienvenida a un silencio incómodo muy poco común entre ellos.
Harry miraba al lago. Y Hermione se mordíael labio, con la mirada dirigida hacia el suelo.
-¿Cómo esta Ron?
El azabache a su lado suspiró.
-Bien
supongo. Ha terminado conLavander , se ha vuelto muy bueno en quidditch, se esfuerza con los estudios
ahora que no estás es más difícil hacerlo,- escucho a Hermione reír.- Y bueno,se la pasa el día
extrañándote, sacando suposiciones de cómo estarás, no lo sesólo piensa en ti.
El corazón de la castaña se oprimió.
-Parece que al fin
te ve de otramanera.
-¿Algo nuevo con Ginny?
-Ya no esta con Dean,- Harrysonrió,- tal vez al fin tenga una oportunidad.
-Me gustaría ver esta versión, no estoydispuesta a ver la historia de cómo Lily y James se enamoran y perderme la tuyacon Ginny.
Un par de risas aligeraron elapesadumbrado ambiente que entre ellos había.
-Sería distinto y menos divertido,porque Ginny y yo no peleamos.- Hizo una pequeña pausa, en que se dedico a vera su amiga sonreír- ¿Cómo es
estar con ellos? ¿Cómo son?
-Es fantástico, no es como correrpeligro cada día pero
es entretenido.Lily lo quiere mucho, a James, tardó en aceptarlo pero ese destello en sus ojosno apareció de la nada; es inteligente, amable y muy hermosa también. James, no te voy a mentir, insistió mucho en que Lily salieracon él pero, a pesar de sus insultos y rechazos, nunca la dejó sola; es como mirartea ti, excepto los ojos.- Lo miró.- Son tan valientes como tú lo has sido,fuertes, dispuestos a dar todo por los suyos.
Pero el mirar verde de su amigoestaba dirigido al agua en calma del lago.
-¿Y Remus?
-No se niega a hacer nada, tienemiedo de que sus amigos le dejen solo por oponerse a sus travesuras, pero tieneun corazón de oro. Es muy amigo de Peter.
Harry se estremeció al escuchar sunombre, más aun por la manera cariñosa en que Hermione le había hecho mención. Hermionelo notó.
-Esnoble, Pettigrew quiero decir; lo vieras en aquel entonces, no creerías lo queha hecho. Sabe mucho acerca de artes oscuras, pero
eso era de esperarse. Es tan glotón como lo es Ronald, aunque prefieremas las golosinas.
-Pareceque tienes ya a quien ocupe el lugar mío y de Ron.
-Porsupuesto que no.
Pero Hermione ya no siguió hablando.No quedaba nadie más. Claro, nadie además de
-¿Quéhay de Sirius?- Harry la miró con atención,esperando ver cual era su reacción.
-Es
apuesto- se mordió el labio, nerviosa por haberlo reconocido frente a su mejoramigo.- Todo un Casanova. Es inteligente y, aunque no lo creas, le va bien en adivinación,así como en artes oscuras. El mejor perro que haya tenido.
Sonrió, mientras daba vueltas al lafigurilla del perro negro que de su cadena colgaba.
Harry rió.
-A puesto a que ni siquiera nosrecuerdas Ron y a mí cuando estas conél.
-Nisiquiera recuerdo mi nombre,- echó su cabeza hacia atrás, contra el tronco del árbol,y suspiró.- Si estoy con él soy
diferente; me siento mejor a su lado.
-Entonces,¿a qué le temes?
-Aldolor,- reconoció con un nudo en la garganta.- Al volver yo aquí, él ya no estaráy
- bufó.- Me he convencido de que el haber ido a Hogsmeade aquel día fue unerror, que el estar en su época ha sido un gran error, pero
- dejó escapar unasonrisa-: es el mejor error que haya cometido. "él" lo hace el mejor.
Volvió su mirada castaña al cielo, ala luna y aquellas diminutas luces alrededor de ella, miró a sus pies descalzosy a los zapatos que en sus manos descansaban, y volvió a mirar al cielo ennegrecido.
Odiaba aquel silencio tan incomodoque no les rodeaba, un silencio del que, antes había agradecido nunca habertenido que soportar, y ahora anhelaba hacerlo desaparecer. Odiaba aquel extrañosilencio tanto como Harry, pero no sabía ya como hablar con su mejor amigo. Node la manera en que solía hacerlo.
-Ya no volveré, Harry.- Susurró yHarry la miró aterrada-: de "visita" quiero decir. Dombludore ha encontrado lamanera de hacerme volver, sólo
hay que esperar.
Harry quería preguntar, pero el problema eraque no sabía como le preguntaría.
-¿podráshacerlo?- posó su mirada verde en la suya castaña- ¿Podrás salvarlos?
Hermione se mordió la lengua.
-Nolo sé, se lo dije a Dombludore pero
es complicado
-Explícamelo.
-Silos salvo, si les advierto de Voldemort, no creo que
- no supo como continuar.
-¿Siles adviertes de Pettigrew?
-Harry,si los salvo, todo sería diferente, la guerra no sería igual; nunca tendrías lacicatriz y las ventajas que con ella tienes; sé que no es suficiente pero
- miraba a su azabache amigo y lo únicoque veía en sus ojos era molestias, molestias porque ella se negara a salvar loque él mas amaba, pero en aquella larga historia había más de una personainvolucrada.- Con ellos vivos, Harry, tuserás diferente; tu educación y quizá hasta tu actitud será diferente; quizá esseguro que conocerías a Ron pero yo
-una lagrima traicionera corrió por su mejilla- no tengo idea de lo que sucederá.
Harry recurrió a su últimaesperanza, a la persona que, estaba seguro, su amiga no se negaría a salvar.
-¿Quéhay de Sirius?
-Seriamenos complicado
-Creíque querías salvarlo, Hermione. Creí que estabas enamorada de él.
-Escruel lo que me dices, pues hablas en mi contra pero no lo entiendes.- La vozse le quebró-: hace seis años, entre a tu vagón preguntando por una ranaperdida, reconocí tu cicatriz y fue ahí cuando me senté con ustedes, cuandonuestra amistad comenzó. Si Lily y James viven, no tendrás jamás esa cicatrizy, sin esa cicatriz, yo no lograre reconocerte y todo lo que pasamos, nuestraamistad, simplemente
se perderá.
Agacho la mirada y Harry la abrazopor los hombros. Quizá ahora le entendía un poco. Ambos contenían las ganas dellorar, aferrados a aquel nudo en su garganta que les impedía hacer algo masque permanecer en silencio.
Ron era su hermano, siempre le habíaconsiderado como tal, y aquella castaña, a la que ahora abrazaba en un intentode darle consuelo, era su hermana
su mejor amiga. Por mucho que ansiara creceren un hogar en el que hubiera alguien a quien llamar "mamá y papá", no quería arriesgarsea perder a la pequeña familia que ahora tenia
no quería arriesgarse a perder aHermione
ni a nadie mas
Lily y James no lo hubieran querido de esa manera.
-Siestuvieras en mi lugar, si tuvieras que elegir
- Hermione hablaba, con un dejede tristeza reflejado en su voz-- ¿Qué harías? ¿A quién salvarías?
Harry cerró los ojos. Sabía lo quela castaña quería escuchar, pero aun había alguien a quien podría salvar y no cambiaríanlas cosas, no de manera exagerada.
-Sirius,sálvalo a él y no tendrás que arriesgarte
no demasiado.
Hermione se aferro al pecho de suamigo con fuerza, con el corazón oprimido, un nudo en la garganta y los ojosanegados en lágrimas. Aquello era una tortura. Dejar las cosas como estaban,sabiendo ella como arreglarlas y no pudiendo hacerlo, le parecía una completatortura.
Entonces, cerró ella también losojos, esperando no tener que recordar nada de lo dicho ahí
frente al lago
allado de su mejor amigo. El amigo que sólo le pedía una cosa. Algo que, por más que así lo deseara, ella no podría darle.
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Sintió una lagrima correr por sumejilla y como alguien, con entera suavidad y ternura, la hacia desaparecer conun solo roce de su mano.
Abrió Los ojos.
-Faltapoco para terminar, no tienes porque llorar, Castaña.- Sirius rió y Hermione sonrió.
Los libros aun estaban regados portodo el suelo y los pergaminos permanecían aun en la mesita frente a lachimenea: el ensayo de pociones, era eso lo que estaban a punto de terminar.
El oji-gris acarició su mejilla,mirando a los ojos de su castaña con atención. La vio sonreír una vez más yluego la beso. Sus labios se tocaron con impaciencia, con la necesidad de sabery hacerle entender al otro lo que en realidad sentían; se unieron en untocar que a Hermione le dio larespuesta.
Sirius se apartó de ella.
-Te quiero, Hermione.
Y ella sonrió.
-También te quiero, Sirius.
Lo salvaría, de eso no había duda, pormás egoísta que ello pareciera.
Lo salvaría a él
y encontraría lamanera de salvar al resto.
Dejo caer sus brazosapesadumbrados sobre la mesa frente suyo, el pedazos de tela que sostenía aunse resbalo por entre sus dedos y ella cerró los ojos, intentando descansar unpoco.
-¡Hermione!- Lily le gritó cerca de su oído.
La castaña dio unsalto y un par de libros, ya ordenados, cayeron de la mesa. Lily le miro demanera reprobatoria.
-Te toca bajar loslibros de las estanterías. Alyssa y yo los limpiaremos.
Hermione bufo,mientras le entregaba el trapo a la pelirroja. Se detuvo frente a la estanteríaque guardaba los libros de historia de la magia. Levanto la vista y le parecióinfinita la cantidad de libros que en un solo estante había. Pero ese habíasido el precio que habían tenido que pagar por el pequeño regalo de cumpleañosde James: Alyssa, Lily y ella limpiarían la biblioteca sin magia.
Echo un vistazo a laenorme escalera que a su lado descansaba, una escalera que le pareció igual deinfinita que los libros en aquel lugar, igual de infinita que la altura de aquelestante.
-No creí que hubieraescaleras tan altas.
-Te sorprendería saberlas veces que han castigado a los estudiantes con asear la biblioteca.- Lilyllegó a su lado-: creyeron conveniente tener una escalera de ese tamaño. Anda,apresúrate y quizá alcanzamos a cenar.
Hermione bufó. Uno auno fue subiendo los escalones; repitiéndose en cada uno que no debía mirarhacia abajo, hasta que al fin llego al último estante. Tomó un par de libros ylos dejo caer el suelo, Lily los tomaba y los llevaba a la mesa donde ella yAlyssa los estarían limpiando; quizá el sólo lanzar libros seria un poco menosdifícil que el estar limpiándolos uno a uno.
Estaba a punto dedescender a la segunda hilera de libros cuando vio que uno le faltaba. Seestiró lo mas que pudo y extendió el brazo lo mas que le fue permitido, con layema de su dedo logro tirar del libro y apenas si alcanzo a tomarlo
pero fuemuy torpe de su parte pensar que aquello no tendría sus consecuencias. Su piele falló y ella resbaló; el libro cayó lejos de sus manos y ella vio lejana laescalera a cada segundo que transcurría, no pudo evitar imaginarse en laenfermería.
-¡Hermione!- escuchóque Lily gritaba, también la escucho correr hacia ella. Cerró los ojos.
Un par de brazosalcanzaron a tomarla en el aire, abrazándose a su cintura con fuerza, aunque, de igual manera, todo esfuerzo fue envano, porque la castaña igual cayó
claro que, no lo hizo sola.
-Ten más cuidado,¿sí?- Sirius dejó escapar un gemido al pronunciar la última palabra.
Hermione había caídosobre él.
-Lo lamento, Sirius.-Se puso de pie con rapidez y el oji-gris la miró desde el suelo.
-¿Qué harías sin mí?-adolorido se puso en pie.
-Pobre de ella, ¿Quéharía Hermione sin el maravilloso Sirius Black?- Lily se burló y Hermione rió.-Quizá ya tendría un par de huesos rotos, pero nada más.
Sirius le miró molestopero no dijo nada. Alyssa llegó al lado de Lily; Hermione se acercó a Sirius y lo miróavergonzada.
-¿estás bien?- alcanzóa decirle y Lily rodó los ojos mientras él asentía.- No me malinterpretes, fueun alivio que aparecieras, pero ¿Qué hacías aquí?
-Vine a verte,- tomósu mano y la acercó a él-: vine a robarte- le susurró al oído.- Pero debemosirnos ya, antes de que sepan que me escabullí de clases.
Hermione miró a Lily,pidiendo permiso para marcharse, porque la pelirroja sabía tan bien como ellaque no quería estar ahí. Lily dudó.
-Márchate, antes deque me arrepienta,- la pelirroja logró sacarle una sonrisa a su amiga.
-No esperes quevuelva, pelirroja.- Le dijo Sirius.
-Cuando de ti setrata, nunca lo hago,- vio al oji-gris sonreír, antes de que él y Hermionesalieran de la biblioteca a toda prisa.
La castaña intentabacorrer a la misma velocidad que el oji-gris, pero simplemente no podía, de nohaber sido porque Sirius sujetaba su mano con fuerza, Hermione lo habríaperdido de vista minutos atrás. Con rapidez llegaron al tercer piso, donde sedetuvieron frente a la estatua de la bruja tuerta.
-Dissendium,- se escuchó decir a Sirius, lego de haber tocado laestatua con la varita.
El pasadizo quedó a lavista y ellos comenzaron a correr denuevo. Abrieron la puertilla que al final estaba y salieron del túnel paraentrar al sótano de Honeydukes.
-Ten,- Sirius leentrego una bolsa de correa.- Mete tu uniforme ahí, por si acaso ahí viene unsuéter.
Hermione se quito eluniforme, como se le había pedido, dejando a la vista una blusa roja y unosjeans obscuros. Guardo el uniforme en labolsa y miró a Sirius, extrañada.
-Sirius, ¿qué...?- fuelo único que pudo decir, antes de que él tomara su mano y se esfumaran de ahí.Sintió sus pies lejos del suelo y como de pronto las nauseas la invadían; sesintió aliviada de que, al segundo siguiente, sus pies tocaran el suelo. Abriólos ojos: estaban en Londres muggle-: ¿Qué hacemos aquí?
-Te dije que nosiríamos de la escuela y estar en Hogsmeade es demasiado peligroso. Además, noconozco Londres, ¿has venido alguna vez?
Hermione asintió,mirando a la calle, buscando algo en que pudieran transportarse. ¡Ahí! Tomó lamano de Sirius y de inmediato sus pies le instaron a correr; lo hicieron almomento en que alcanzo a ver el enorme autobús rojo de dos pisos. Subieron alcamión y apenas si lo hicieron, se pusoen marcha; subieron las escaleras sin detenerse y tomaron asiento -en elsegundo piso- apunto de tropezar, bajo las miradas exasperadas de los que ahíestaban.
Sirius rió.
-Eres increíble. Sique corres, Castaña,- la miró y Hermione le sonrió-: mira lo que traje.
Abrió la bolsa -quecolgaba del hombro de Hermione- y sacó la cámara que habían obsequiado ennavidad. Hermione intento guardarla de nuevo.
-Tranquila, Lunáticoencontró la manera de que, a vista de los muggles, fuera una cámara "normal".No hay problema.
-¿Por qué la trajiste?
-Creí que
querríasrecordar nuestro pequeño paseo pero
- hizo un puchero- si no la quieres.
-¡Dame eso!- Hermionetomó con rapidez la cámara y Sirius rió con ella. La luz de la cámara les calóen los ojos por lo que tuvieron que cerrar los ojos un par de segundos. Luegoguardó la cámara.
Cada lugar que Siriuspodía divisar, lo señalaba y preguntaba a Hermione que era lo que ahí había; sila castaña conocía el lugar, le decía lo que él quisiera saber. Los ojosgrisáceos de Sirius divisaron una nevería. Sonrió entonces alegrado de haberconseguido una excusa para bajar del camión. Sin previo aviso tomo la mano dela castaña y le obligó a ponerse de pie una vez más. Bajaron del camión, sinhaberse detenido siquiera, atravesaron la calle con suma rapidez, sin evitarque los claxon de los autos les reprimieran tal acción.
El local estaba vacío,a excepción de una pareja sentada en un rincón, la anciana detrás del mostradory la "camarera".
-Ve a sentarte, yo irépor el helado- Sirius besó su mejilla.
- De Chocolate, paramí- Hermione tomó asiento en una mesita frente a la ventana.
La rubia que atendía alos tortolos se disculpo y se acerco a Sirius.
-Soy Samanta, ¿en quépuedo ayudarte?- le sonrió con coquetería.
-Un par de helados;uno de chocolate y el otro de cajeta.
La rubia anotó algo ensu libreta y desprendió el pale.
-Esto
- le mostro elpapel con ambos sabores- es para ella- la del mostrador; desprendió entoncesotra hoja-: y esto, es para ti. Por si necesitas compañía.
La rubia le guiño unojo a Sirius y volvió a sonreírle. Hermione rodó los ojos y, molesta, miró porla ventana. Sirius sonrió y miró a sucastaña: apoyando su barbilla sobre su brazo, mirando al exterior con la miradapérdida, una sonrisa pintada en elrostro y el cabello enmarañado. Miró la bolsa que sobre la mesa descansaba y ensilencio sacó la cámara. Tomó una fotografía a aquella imagen que tan bella le parecía;Hermione se giró y, negando con la cabeza, le sonrió.
-Samanta, ¿podríastomar una foto?-le entregó la cámara a la rubia y , por un momento, la vio sonreír.-Tómame una foto con ella.
Se acercó a Hermione,dando grandes zancadas, rodeó su cintura con un brazo y acarició su mejilla; lacastaña le miro confundida y Sirius la besó. Enredó sus dedos en el largocabello del oji-gris y lo besó con frenesí; sintió la lengua de Siriusrecorriendo cada recoveco de su boca, mientras la suya le imitaba. No suponinguno de los dos si la rubia se había atrevido a tomar la fotografía, porqueno había nada mas importante que disfrutar del dulce sabor que destilaban loslabios del otro. Se apartó de ella, a falta de aire, y la miró; miró como, desus rosados labios, nacía una sonrisa complacida.
-Aquí tienen,- Samantadejo caer la cámara sobre la mesa y un par de cajas con una enorme bola de nieve en ellas.- Cortesía de la casa, demi abuela más bien.
Hermione guardo lacámara, Samanta se marchó y Sirius tomó la nieve. Se disponían a salir, cuandoHermione se detuvo.
-Samanta,- la castañale miró, mostrándole el papel que a Sirius le había obsequiado-: No lonecesita,- y lo dejó caer en el cesto de basura. Escucho reír a la ancianaantes de salir.
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-No lo entiendo, ¿Cómoes que puedes hacer magia fuera de la escuela.
-Mis padres son genteimportante, tienen "contactos"- Sirius rió, sin atreverse a soltarla.- Además,si un muggle no te ha visto
no sucede nada.
La luna se detuvofrente a ellos, brindándoles la mejor vista. La enormes manecillas del Big Benmarcaron las 8:15, con ellos sentados en la manecilla mas pequeña; con Siriussosteniendo a su castaña con fuerza, estrechándola contra él.
-¿Sabes volar, Castaña?-la vio negar con la cabeza- yo te enseñare.
-Sirius, no
Pero él ya había tomadosu mano. Aparecieron en el Puente de la Torre, en lo más alto de la estructura.Hermione asomo la cabeza, se imagino a si misma cayendo. Sería una larga ydolorosa caída.
-Bien, esto es lo queharemos. Te dejarás caer, ¿bien?- No le permitió decir nada más, cubrió susojos y metió su mano en la bolsa; Hermione sintió que algo sacaba de ella,luego la dejó ver de nuevo.- ¿Qué esperas?
Hermione miro haciaabajo una vez más, aterrada.
-¿Confías en mí?- la vioasentir-: sólo cierra las ojos, yo te atrapo- le susurró al oído.
Hermione cerró losojos. Y se dejó caer. Sintió como la corriente de aire arremetía contra surostro, como su corazón latía sin rienda alguna, sin límite que le dejaradetenerse, la adrenalina correr.
Sintió los cálidosbrazos de Sirius rodear su cintura y la calidez de su pecho contra su espalda.
-Abre los ojos,-susurró con dulzura a su oído.
Y ella así lohizo. Las luces de la ciudad parecieron enormesa sus pies, se aferró a la escoba con fuerza y tembló por un par de segundos. Elevóa escoba, llevándola casi a tocar las nubes, sujetó aun más fuerte a la castañay volvió a descender. Hermione ahogo un grito. Vio el reflejo de ambos en elagua, con la luna sobre ellos como único reflector.
-Dame tu mano,- tomócon delicadeza la mano de Hermione y la dejo tocar el agua.
Diminutas gotas deagua bañaron su rostro al contacto y Sirius soltó su mano. Movió su varita ylas gotas quedaron suspendidas en el aire; el correr del enorme reloj sedetuvo. Nerviosa, extendió su mano y, con cuidado, tocó una de las gotas deagua, la gota de agua reventó como si de una burbuja se tratara y ella sonrió. Lasgotas de agua cayeron y la escoba siguiósu marcha.
Miró al oji-gris detrássuyo y, con cuidado de no caer, lobesó con ternura, fundiendo sus labios en un beso con sabor a calidez, amor yadoración. Sus pies tocaron el suelo y ella abrió los ojos. Estaban de vueltaen Hogsmeade.
-Esto es para usted, señorita-sacó sus manos de detrás de su espalda y le mostro un ramo de rosas, todas dedistintas tonalidades.
Hermione lo tomocomplacida.
-Gracias, es ustedtodo un caballero. Y esto, es para ti.
Se acercó a él,recorrió sus carnosos labios con el dedo índice; le vio cerrar los ojos y entreabrir los labios. Hermione sonrió y lo besó de nuevo.
No se cansaría nunca del sabor dulzón de suslabio, ni de la calidez de su cuerpo o del sentir su corazón latir y de verlosonreír.
No mientras su corazón latiera por él.
-Tenemos que irnos,- susurró Sirius sobre sus labios.
Hermione asintió.
El oji-gris tomó la mano de su castaña, entrelazando sus dedos,dejándole claro que le quería cerca suyo. La castaña no se opuso a su cercanía.Caminaron al lado del otro, sin percatarse de las siluetas que en las sombrasse ocultaban. Sirius se giro para besar la mejilla de Hermione, cuando vio unpar de figuras salir del callejón con varita en mano; tiro de la mano de lacastaña y la ocultó tras de sí.
-Deténganse,- Bellatrix se dejover detrás suyo.
Giraron con brusquedad, dejando él a Hermione lejos de su prima,interponiéndose entre ambas.
-Se arrepentirán de haber salido,- Bellatrix sonrió con malicia.- ¡Crucio!
Sirius sacó su varita de inmediato y el hechizo rebotó. Bellatrix hizouna mueca. Hermione se puso de espaldas al oji-gris y sacó ella su varita,también.
-Expeliarmus,- apuntó lacastaña al mortifago encapuchado frente a ella; la varita del mortifago volópor los aires, lejos de su alcance, Él intentó alanzarla de nuevo.- Locomotor mortis
Sus piernas quedaron unidos y cayó al suelo con torpeza, dejando aldescubierto el rostro moreno de un Slytherin: Zabini.
-Desmaius,- la cabellera blanquecinade la gemela Janice Bell, se hizo notar bajo la capucha; el hechizo rozó lamejilla de la castaña.
-Expulso,- contraatacó y sumano tembló a causa de la adrenalina; Janice voló lejos.
-¡Maldita sangre sucia! Te arrepentirás,- Jennifer, la hermana decabello negro, se acercó con la varita en alto.
-Petrificus totales,- Siriusla derribó.- ¿Sabes? Esto le hace faltaun poco de diversión; ¡Protego! Elrayo de luz verde rebotó en el aire.
-Confundus,-la castaña bufó.-Podemos morir aquí y tu sólo piensas en que esto no es divertido, ¡¿Qué es loque te sucede?!
-¡Cuidado!- tiró del brazo de Hermione, salvándola de un derribador.-Veremos quien logra poner a estos idiotas en ridículo.
Hermione dudó; miró a los mortifagos durante un segundo y luego negó conla cabeza, sonriendo.
-¡Bien!- Sirius sonrió y la castaña levantó su varita de nuevo,- ¡Petrificus totalus!- Narcissa Black cayóal suelo con estruendo.
-Incarcerus!-Cessie la hizocaer, anudando sus piernas.
Hermione se giró y apuntó a su rostro, un destello de luz salió de ellay la cabeza de Cessie se desfiguró, inflándose como un globo.
-
Rictumsempra,-escuchópronunciar a Sirius.- ¡Gané, Castaña!
Lucius Malfoy estaba suspendido en el aire, riendo sin poder contenerse.Forcejeaba intentando librarse del hechizo pero todo era en vano.
Hermione negó con la cabeza.
-Rictumsempra, ¡taranta llegra!- amboshechizos fueron en dirección a Cessie, sin que ella pudiera evitarlo.- ¡Canuto,ven a ver esto!
Sirius se acercó de inmediato, entusiasmado por ver lo que su castañahabía hecho. Los pies de Cessie se movían con extremada rapidez, no podíadistinguirse el uno del otro, daba vueltas y saltos sin cesar; riendo de lamisma manera en que Malfoy lo hacia, sólo que
su cabeza aun parecía un enormeglobo
-Parece que ganaste,- Sirius soltó una carcajada.
Pareció que habían olvidado que estaban en combate en esos momentos,pues se habían detenido a observar como Cessie hacia el ridículo, a dedicarse anada mas que burlarse de ella.
Una satisfecha sonrió se dibujó en el rostro sombrío de Bellatrix.
-Avada kedavra,- apuntó a lacastaña
sonriendo con desdén, imaginándosela rendida en el suelo, sin uncorazón latiente bajo su pecho.
Pero el oji-gris le había visto de reojo. Tiró de la cintura de Hermionecon fuerza; vieron como el rayo de luz verde pasaba frente a sus ojos. Bajo supecho, Hermione sintió latir su corazón sin rienda alguna.
-Lo lamento, primo- la bruja rió con sorna.- No tendría que hacerte dañosi no estuvieras con ella,- apuntó a Hermione de nuevo.
-Déjala, Bella
no sabe contra quien se enfrentará.- El cabello oscuro yseboso de Severus salió de debajo de la capucha que ocultaba su identidad.
-Y pensar que todo esto es por tu culpa, sangre sucia.
El pecho de la castaña subía y bajaba, tratando de recobrar el aliento.Su mirada castaña tenía un aire sombrío, veía con frialdad y rencor a la Blackque frente a ella se mofaba de casi haberle dado muerte.
-Así es, el Señor Tenebroso se enteró de porque estás aquí, de quieneres
realmente.
En su mano izquierda, descansaban aun las rosas que Sirius le habíaobsequiado; cerró su mano con fuerza, sintiendo como las espinas de su tallorasgaban su piel con crueldad.
-No creo que mi presencia signifique una amenaza,- la voz de Hermionesonó dura.
-No lo eres, pero mi señor teme que tus conocimientos sean
ilimitados,-continuó-: y eso puede ser una ventaja para que terminen con él. Sinos deshacemos de ti el "elegido" no tendrá éxito; serás sólo un recuerdo,aquí
y allá. O quizá, solo te desvanezcas en el tiempo, después de todo,¿Quién podría recordar a una sangre sucia?
Su mano tembló y Sirius la tomó aun más fuerte. No le temía aquellabruja enmarañada que trataba de asesinarla, tenía miedo a que Sirius seenterará de quien era.
-¡Expulso!- Bellatrix,Narcissa y Cessie la atacaron.
El hechizo dio de lleno en su vientre, lanzándola por los aires; uno auno sus delgados dedos se fueron apartando de los de Sirius, convirtiéndose esaen la tortura más grande a la que pudieran haberla sometido. Porque sabía loque vendría a continuación: un gran golpe, y esta vez, no tendría demasiadaconsideración, sería un golpe directo al corazón.
-¡Hermione!- el ji-gris dejó escapar un grito.
Sintió su espalda golpear contra algo sólido, el impacto le hizo echarla cabeza hacia atrás; sintió el calor apoderarse de ella y el dolor adueñarsede su cabeza. Su mano se cerró aun mas, con las rosas aun en ella, y sintió condolor como las espinas lograban al fin su cometido: le habían hecho daño.
Gritó.
-No me pareces una amenaza, sangre sucia,- Bellatrix se acercó.
La bruja elevó un poco su varita y Hermione lo hizo con ella; a sólocentímetros del suelo, sus pies se movían con desespero. Sintió como algo seenrollaba alrededor de su cuello con fuerza, quizá con la intención deatravesar su delgada capa de piel; no podía respirar.
-Morirás, Price. Y seré yo quien se encargará de ello,- dijo Bellatrixcon severidad.
Su vista se difuminaba con cada segundo que transcurría, desvió lamirada de la bruja frente a ella y buscó a Sirius: luchaba, luchaba pormantenerse con vida. Pero el oji-gris encontró un segundo de distracción de suenemigo para mirarla a ella, en sus grises ojos se reflejó un deje de arrepentimiento,arrepentimiento quizá por haberlallevado lejos de la escuela, arrepentimiento quizá porque no podría salvarla.Un arrepentimiento innecesario
pus nada de lo que sucedía era culpa suya.
-Expelliarmus,- el hechizo deloji-gris le arrebató la varita a su prima.
El cuerpo de la castaña cayó de manera brusca, sus pulmones se llenaronde aire y comenzó a toser, en intento de volver a respirar con normalidad.
Bellatrix se giró exasperada.
-¡Regulus, mantenlo bajo control!
Frente a Sirius, el encapuchado asintió.
-Soy tu hermano, ¿Por qué lo haces?-Sirius ni siquiera levantó su varita.
-Ya he elegido mi bando hermano, porconsiguiente, tu no eres más que otro enemigo.- Regulus sonrió.
Ese aire sombrío, característico de suhermano, surco su rostro con orgullo, dándole un aire de superioridadfastidioso y arrogante. Algo en lo que Sirius agradecía no parecerse a suhermano.
-¡Bella!- advirtió Cessie.
-Everte statum,- palabrassalieron de los labios de la castaña casi en un débil susurro.
La bruja de cabello enmarañado voló por los aires. Hermione encontró enla expresión horrorizada y molesta de Bellatrix, la fuerza suficiente paraponerse de pie.
-Opugno,- la futura señoraMalfoy fue lanzada contra su hermana.
La castaña se tambaleaba, caería en cualquier momento, lo sabía, peroharía su mejor esfuerzo por mantenerse de pie.
-Entonces opino igual, ¡carpe retractum!-el oji-gris atacó a su hermano con pesar.
Regulus creía conocer a su hermano losuficiente, y fue esa credibilidad la que le lanzó lejos.
Lo había derribado, Sirius derribó a su hermano. Hermione se sentía unpoco mas tranquila. Él se giró para mirar a su castaña, para asegurarse de queestaba bien; sus miradas se cruzaron y brillaron con alivio. Por un momento
sonrieron.
-¡Sectumsempra!- la figuradebilucha de Severus salió de entre las sombras, con una sonrisa arrogantedibujada en el rostro.
-¡Sirius!- sus ojos castaños lo miraron caer de rodillas.
Tiraron de su brazo con furia; sintió al instante el filo del vidriocontra su piel, deslizándose por su muñeca, dañándola, haciéndola sangrar.
-No vuelvas siquiera a rasguñarme, sangre sucia,- Cessie escupió laspalabras como si fueran veneno.
Su cuerpo enteró pareció temblar. Estaba cansada de esa rubia; dejo quesus impulsos la guiaran entonces: su puño atravesó su delicado rostro,haciéndola caer mientras soltaba un gemido de dolor. Todos volvían en sí; cada mortifago antesderribado se ponía de pie una vez más, y la apuntaban sólo a ella con suvarita. Intentaron fallidamente hacerle daño, pero sus piernas se movían consuma velocidad, veía los rayos de luz verde pasar frente a sus ojos, pero no leimportaba, porque atravesaba la calle por sólo una razón: Sirius.
La castaña se dejó caer a su lado. Sus ojos permanecían cerrados y lasangre caía en el asfalto, corriendo como agua. Dejó caer al fin las rosas quetanto le habían hecho daño, y buscó la escoba en la bolsa que puesta aun traía;no sabía volar, eso le quedaba más que claro, pero debía intentarlo. Dejó laescoba suspendida en el aire y, con toda la fuerza con la que aun contaba,logró subir a Sirius. Tomó de nuevo las rosas -ahora ensangrentadas- y miró alos mortifagos.
Lloraba aterrada, pero su semblante se volvió sombrío y frio, los mirócon rabia y los apuntó con su varita; sonrió de manera aterradora -con gruesasy pesadas lagrimas corriendo por sus mejillas- y actuó: movió con ímpetu suvarita, susurró el hechizo y de su varita emergió una figura de fuego
lafigura de un león, que con un rugido los hizo a todos estremecer. Sonrió conmalicia. Se subió a la escoba y observó como en vano intentaban apagar, vio un cuerpo arder incluso, pero no leimportó.
Logró elevarse, sosteniendo la escoba con una mano, pero Sirius comenzóa caer. Cerró los ojos
y dejó caer las rosas. Sin saber cómo, siguió adelante,mirando un apagado y sombrío Hogsmeade; siguió adelante, mirando sólo el castillo.Sirius gimió y resbaló, pero la castaña ya no pudo alcanzar a sostenerlo. Hizo descenderla escoba, pero su inexperiencia la hizo tambalearse -dudando de si lo que hacíaera lo correcto- y la escoba se movió sin control. Hermione cayó.
Las gotas de sangre pintaban las rosas,extendiéndose a cada rincón limpio de sus pétalos mientras caían.
El agua fría la obligó a abrir los ojos; Sirius estaba a su lado, sóloun poco mas abajo. Tiró de su camisa y lo atrajo hacia sí.
-Ascendio,-logró decir con lavarita en alto.
Pareció como si algo tirara de ellos. Salieron del agua de inmediato ycayeron en la orilla del Lago Negro estruendosamente.
-¡Ayuda!- soltó desgarradoramente la castaña- ¡Alguien ayúdeme!
Esperaba no fuera demasiado tarde y que alguien aun merodeara por elcastillo. Sus oídos le advirtieron que algo había caído a su lado.
-Feles,- James tocó su hombro y ella saltó asustada por su repentina aparición.El azabache miró a su amigo-: ¿Qué le sucedió a Canuto?
-¡Ve por ayuda!- pero James no se movió- ¡AHORA!
El azabache la miró: estaba aterrada, aun más de lo que él lo estaba.Pero no podía dejarlos solos, porque a la castaña le sangraba la mano y sucabello se había teñido de rojo también. Pero Hermione le suplicó con la miradaque lo hiciera. Se puso de pie y miró una última vez a su amigo.
-Aguanta, Canuto.- Susurró, dejando escapar una lágrima.
Caían las rosas contra la corriente delaire, ansiosas por tocar el fuego.
Los recuerdos del Sirius que ella conocía en el futuro, se tornaronborrosos y lejanos. Como si él nunca hubiera existido. Negó con la cabeza; reusándosea perder los únicos recuerdos que de él tenía. La cabeza le dolió y un levemareo se hizo presente. ¿Y si él moría ahí y no en el ministerio? Le aterró laidea de ser ella la causa de su muerte, le aterró el no recordarlo
el quenadie mas lo hiciera; de que fuera sólo alguien más perdido en el tiempo yoculto en recuerdos. Porque si él moría, Harry no lo conocería y Lily y Jamesno estarían ahí para contarle acerca de él.
Cerró los ojos. Y su mente le devolvió la imagen de la pagina de unlibro viejo, una página saturada de palabras que no debían estar ahí, palabrasque describían hechizos. El libro que Harry le había mostrado, recordó. Logró sonreír.
La sangre se deslizo por cada rincón desus tallos, pintándolos de rojo, y se acercaron más al fuego.
La cabeza le dolía y apenas si sentía su brazo. Lloró aun más. No había tiempoque perder.
-Vulnera sanentur,- susurrómirando el mar rojo sobre el pasto.- Vulnerasanentur, vulnera sanentur
- repetía, sin dejar de mirar como la sangrevolvía al lugar de donde había venido.
Rozaron el fuego impacientes.
Miró al oji-gris que intentaba salvar y dejó caer una última lagrima. Lacabeza le dio vueltas, la vista se le nubló y se sintió un más frágil.
-Vulnera
- sintió sus labiossecarse y sus ojos cerrarse- sanentur.
Todas las sonrisas, la calidez de su cuerpo, el latir de du corazóncontra su pecho, el sabor de sus labios
volvieron a su mente como recuerdos dealgo que nunca había existido. Como sensaciones que nunca le habían hechosentir. Como si él nunca hubiera existido.
El fuego abrazó las rosas con amor,como una madre abraza a sus hijos luegode días sin haberlos visto; los pétalos ardieron al tacto.
Se desplomó a su lado, sin fuerzas ya para mantenerse de pie; perdió el conocimientoy se ahogó en la oscuridad. Rogando a los cielos, que él hubiera sido salvado.
Tocaron el suelo convertidas, en nada más,que gloriosas cenizas; el fuego las habíahecho caer, atrayéndolas hacia sí, dejándolas al fin descansar
como aquellosque rendidos estaban a la orilla del lago.
La fotografía en su mano temblaba. Ahí estaban todos: Remus, sentado aun lado del árbol, sonriendo como hacia cuando la lula llena se encontrabalejana; Lily y James discutían, al principio así había parecido, después habíanmirado sonrientes a la cámara; Peter estaba de pie, recargado en el enormetronco del árbol, sonriendo como niño travieso; Sirius descansaba a un lado dela pareja de tortolos, tenía la mirada agachada
porque al principio la habíamirado a ella, y Hermione también lo había mirado a él.
Pareció que una lágrima resbalaba por su mejilla al ver a su oji-gris.
-¿Hermione?- escuchó que, lejanamente, la llamaban; un bufido irrumpióla habitación;- ¡Hermione!
Lily gritó y la gata blanca de Hermione, saltó de la cama, aterrada.
-¿Lo ves? Ya asuste a Niveus.
Hermione se puso en cuclillas y, con cuidado, tomó a Niveus en brazos.Le rascó la cabeza y la gata ronroneó. La castaña sonrió, con los ojos llenosde lágrimas.
Aquel sería su último día de estadía, el término de fin de cursos. ¿Cómopodría irse sin despedirse? Pero, de hacerlo
¿Cómo se despediría sin que lepreguntaran el porqué? No estaba preparada para irse; para despedirse de susamigos; no había estado lista para despedirse de su oji-gris varias nochesatrás. Pero ahí estaba, a fin de cuentas, mirando una fotografía suya con él asu lado, con un nudo en la garganta y el corazón oprimido. No había estadolista para eso
y no lo estaba aun.
-Herms, ¿qué te sucede?- Lily se acercó.
El nudo en su garganta le impidió hablar. Se ahogaba en su propio dolor,había sido así desde hacía ya varias noches atrás, se ahogaba
y eso la estabaconsumiendo.
La pelirroja bufó exasperada, sabiendo que quizá la castaña norespondería a su pregunta, y fue a buscar sus zapatos.
-¡Lily!- Hermione la llamó y la pelirroja se giró.
Tenía que decirlo, sacar a la luz aquello que la consumía, y dejar desufrir de una vez. ¿Había, acaso, mejor persona que su mejor amiga?
Su mirada estaba fija en el pelaje blanco e su mascota, en sus ojosincreíblemente azules. Se llenó de valor y miró a los ojos verdes de su amiga.
-Tengo que decirte algo.
Por supuesto que no había nadie mejor que Lily.
La voz del profesor podía escucharla apenas; cerraba los ojos confuerza, conteniendo las ganas de llorar, intentando disfrutar de su último díaen Hogwarts. Todos sus músculos se habían tensado, estaba nerviosa, a punto dellorar e intentando sonreír.
Miró el asiento vació a su lado y borró de su mejilla la lagrima que porella resbalaba.
-
los premios anuales de este año les dirigirán unas palabras,concluyendo así esta ceremonia.
Lily y James se pusieron de pie.
Hermione frunció el entrecejo y Peter rió.
-Hubo problemas con su torre y no se les permitió dormir ahí hasta quela hubieran restaurado,- comenzó a explicarle.- Para cuando eso sucedió, lespareció que sería mejor permanecer en donde estaban; además, como puedes ver,no les importaba mucho donde estuvieran
ya estaban juntos,¿no?
Lily, al lado de James, vaciló; miró el pergamino en sus manos, luego aJames y volvió al pergamino. Negó con la cabeza. Miró a Hermione entonces; y la castaña lesonrió.
-El camino que recorremos es duro e impredecible,- comenzó conseguridad-: pero eso ya lo sabemos. Lo que no sabemos es que no espera, lo queel destino nos tiene preparado; pues esa duda es el enigma con el que hemosdecidido vivir, aunque nos quejemos. Hay siempre personas que se van de pronto
pero también hay personas que llegan de pronto, para hacer de tu día uno mejor.
Vio a James sonreír, mientras tomaba su mano. Y su mirada verde se fijoen la castaña de su amiga.
-De eso se trata Hogwarts: de amigos que se han de convertir en familia,de enemigos que después se harán amigos, o
simplemente, en enemigos que nuncadejaran de serlo.
Rieron todos al unísono y, riendo junto con ellos, la casa de Slytherinasintió.
-Hogwarts es una gran familia. Cuatro grandes magos se reunieron unavez, decidiendo así, tomar las riendasde la magia. ¡Hagamos nosotros lo mismo que ellos! Tomemos EL control yforjemos nuestros caminos. Habrá batallas que nos impedirán el paso y esperarana que nos detengamos, ¡pero no lo haremos!
Hermione sonreía.
Afuera las estrellas comenzaron a brillar y la luna se detuvo tras elenorme ventanal de la Sala Común, dejando entrar su luz plateada, sólo paracubrir a Lily como un enorme reflector.
-Es hora de poner a prueba lo que hemos aprendido; hora de demostrar que,sin importar cuantas veces caigamos, siempre nos volveremos a levantar;recordemos que, sin importar dónde o como, Hogwarts siempre tendrá sus puertasabiertas para nosotros, pues este ha sido nuestro castillo, el lugar en el queguardaremos infinitos recuerdos
Hogwarts es nuestro hogar.- Volvió la mirada aHermione-: por los que se fueron, por los que nos acompañan hoy, por los quecaminan de tu mano, por nuestros maestros
por aquellos que veremos en unfuturo; por ellos mantengámonos de pie y sigamos adelante, sin detenernos hastallegar a la cima. Vayan ahora y, de vez en cuando, miren atrás, recordando ellugar del que han venido; porque Hogwarts es nuestro
y nosotros de él.
El lugar estalló en vítores cuando Lily dio por terminado el discurso; lacasa de los valientes se puso de pie orgullosa y el resto les siguió también.Las serpientes, incluso aplaudieron; porque en ese día, sólo por ese día, lasdiferencias se marcharían y un leve rastro de amistad se haría presente. Porqueese día, Hogwarts estaría unido.
Lily caminó de vuelta su asintió, cohibida, y le sonrió a la castaña.Hermione la abrazó con fuerza, intentando no llorar.
-¡¡SLYTHERIN!!- anunció Dombludore y la casa de las serpiente se puso depie, aplaudiendo;- ¡¡HUFLEPUFF!!- los vítores se escucharon aun más alto;-¡¡RAVENCLAW!!- las águilas gritaron, saltaron
todo intentando ganar a losanteriores.- ¡¡GRYFFINDOR!!- Molestos silbidos llenaron el lugar, los gritos yaplausos llenos de entusiasmo se les unieron. - ¡DISFRUTENLO!
Elevó su varita al cielo; luces verdes, doradas, rojas, azules yamarillas adornaron el lugar, iluminándolo todo. Al final, en medio de todasesa luces, apareció el emblema de la escuela, elevando aun más el orgullo delos ahí presentes; recordándoles que no debían olvidar de donde venían.Pintando una sonrisa en cada uno de los rostros que hacia el cielo miraban,recordándoles que de Hogwarts su recuerdo nunca habría de ser borrado.
Lily reía mientras James la hacía girar.
Remus tomó la mano de Hermione y comenzaron a bailar: ella siguiendo suspasos con torpeza. Le sonrió y la hizo girar de nuevo, Peter la detuvo y ellase dejó guiar por el regordete que con destreza bailaba. James tiró de su mano, cuando habían bajado de ritmo, y, juntocon Lily, las hizo girar.
Rió.
La música subió de ritmo. Y ella se detuvo. Tiraron de su mano confuerza, pero cuidando que no se lastimara, y la hicieron girar una última vez.Chocó contra algo con fuerza. La calidez de su cuerpo la llenó y su perfume sefiltró por su nariz como la droga más dulce que habría de existir. Hermionelevantó la mirada. Miró a sus ojos grises, ocultos detrás de su cabello oscuro,y sonrió. Él rodeó su cintura, acercándola a su pecho.
-Hola, preciosa.- Susurró a su oído, sonriendo.
Sus ojos castaños se llenaron de lágrimas. Una logró escaparse y él laborró con delicadeza.
-No llores.
-Viniste,- susurró Hermione.
-No me perdonaría si te dejara sola.- Sirius acarició su mejilla yHermione rió.
Giraron varias veces, alejándose del resto de los merodeadores; dospasos, un giro; un paso y varios giros; después
sólo giraron. Le sostuvo lamirada sonrojada y Sirius rió. La música comenzó a detenerse. El último versose pronunció con ternura y ellos se detuvieron; la miró a los ojos un par de segundos y la besó. La música paró, y ´Sirius se apartó un poco.Hermione sonrió.
-¡Phill!- el gritar de la castaña era apenas audible. Aquel que sosteníauna cámara, se giró para mirarla-: ¿podrías salir un momento?
-Claro,- le sonrió.
-¡Cornamenta, Lily! Vengan acá; ¡Lunático, Colagusano! Ustedes también.
Le sonrieron a la castaña y luego la siguieron.
Al salir, el viento las hizo estremecer; tanto el vestido de lapelirroja y el de la castaña como sus cabellos, bailaron al compás de la fríabrisa. Se detuvieron donde, Phill les había dicho, la luna y las estrellas semostraban en todo su esplendor.
Lily y James se acomodaron a un lado, Hermione y Sirius del otro y Petery Remus permanecieron en medio. La pelirroja abrazó a James, los que en elmedio permanecían se abrazaron por los hombros, la castaña dejó descansar subrazo en el hombro de Sirius y él rodeósu cintura, con la otra mano oculta en el bolsillo.
Phill estaba a punto de apretar el botón.
-¡¡Espera!!- James lo interrumpió; rodeó a Lily por la cintura y la tomóen brazos. La pelirroja estalló en carcajadas.- Ahora sí.
Phill rió, y apretó el botón.
La luz cegadora de la cámara les caló, obligándolos a cerrar los ojos unpar de segundos. Phill se acercó a Hermione.
-Aquí tienes, Hermione.- Le entregó la fotografía.
-Gracias, Phill.- Besó su mejilla y lo dejó alejarse.- ¡¡Canuto!!- Lelanzó su cámara.
Sirius la tomó confundido.
-No quiero ni imaginarme donde la ocultabas.
-¡Cierra la boca! Ven.
Se acercó a Lily y a James. La abrazaron ambos sonrientes y ella lescorrespondió, sonriendo de la misma manera en que ellos lo hacían. Sirius tomóla foto.
-¡Cornamenta! Saldrás como bobo en la fotografía.- Repuso con burla eloji-gris.
-Cierra la boca, Canuto.- Lo golpeó.
Hermione se acercó a Remus y a Peter, ella los abrazó pero ellos yatenían otros planes: la cargaron entre ambos, de la misma manera en que Jameshabía hecho con Lily. La luz blanquecina volvió a aparecer. Sus pies tocaron elsuelo una vez más. Y Lily se acercó a la castaña, fingiendo molestia.
-Creo que merecemos una fotografía solas, ¿no crees?
Abrazó a Lily y ambas rieron. Tomó Sirius la fotografía y Hermione tomóla cámara una vez más.
-Por favor,- le entregó la cámara a Lily y se acercó a James y a Sirius.
Besaron, cada uno, ambas mejillas sonrosadas de la castaña y ella riódivertida. Lily apretó el botón sonriente; le lanzó la cámara a Sirius y tiróde James.
-Ven acá
preciosa.- Tiró de la cintura de su castaña y la acercó a él.
Miraron a la cámara y sonrieron.
La luz blanca los iluminó. Sirius la hizo dar media vuelta, de maneraque quedaran frente a frente. Rodeó su cintura con ambos brazos y ella enredósus dedos en el oscuro cabello de su oji-gris; unieron sus frentes y cerraronlos ojos, escuchando la lenta respiración del otro sintiendo el latir aceleradode su corazón, oculto bajo su pecho. Sus ojos grises se abrieron y miraron conatención los labios de su castaña. Sonrió al ver como se mordía el labionerviosa. Esperó a que ella abriera los ojos también
y posó sus labios sobrelos de ella.
Un hormigueo recorrió su espina dorsal, sintió sus mejillas teñirse decolor carmesí, los vellos de su piel se erizaron y sintió su corazónacelerarse.
Tembló.
Sería mucho más difícil de lo que habría creído.
El ruido de sus tacones hacían eco en lospasillos, el vestido que traía eracorto, por lo que se le subía al comenzar a correr. Se detenían un par desegundos, ocultos detrás de algún muro, asomaban la cabeza -asegurándose de quenadie estaba a la vista- y comenzaban la marcha de nuevo. No supo cuantasescaleras habían subido, ni en que piso estaban ya. Los pasillos estaban solos;estaban sólo ellos y el eco de sus pasos.
Se detuvieron frente a un muro.
-Cierras los ojos,- le dijo Sirius a suespalda.
Intentó disimular, pues sus ojos seguían abiertos,pero él cubrió los ojos de la castaña con sus manos.
-No hagas trampa, Castaña.- Susurró a su oído yella soltó una risilla.
Se escuchó algo tronar y luego rechinar. Eloji-gris comenzó a caminar y la castaña frente a él, se vio obligada a hacer lomismo; Hermione extendió sus brazos, intentando lograr tocar algo, pero susbrazos se mantenían suspendidos en el aire. Sirius dejó de caminar y ella sedetuvo con él; de nuevo se escuchó el rechinar a lo lejos.
Descubrió sus ojos entonces.
El lugar no tenía demasiada iluminación, lachimenea que se encontraba al final era lo único que les brindaba calor, había unsofá frente al fuego y detrás de él, descansaba una barra de bebidas; había música,podía escucharla apenas, parecía el canto de un arpa: débil, dulce. Hermionesonrió. La Sala de Menesteres.
-Es perfecto,- logró decir, mientras seencaminaba hacia la chimenea.
-¡Claro que lo es! Hay bebida, una granchimenea y lo mejor de todo
- rodeó su cintura y se acercó a su oído-: estamos túy yo
solos.
Ocultó su rostro en su cuello y Hermione sintiósu respiración bañar su piel. Los labios del oji-gris depositaron un tiernobeso en su cuello. La castaña se estremeció y él se apartó sonriendo. Se encaminó a la barra y Hermione se dejó caerde bruces en el sofá.
-Me están matando los pies,- se quitó losbotines que Lily le había obsequiado y los lanzó lejos de su alcance; se quitóluego los largos aretes que adornaban sus orejas.- ¿No podíamos sólo...caminar?
-Creí que Cornamenta os seguiría, prometí nomarcharme temprano. No lo viste, ¿cierto?- se dejó caer a su lado y le entregóun vaso con un poco de whisky.
-No
a menos que pueda volar.
Sirius elevó los hombros y Hermione elevó unaceja, confundida. El oji-gris rió.
-Es un animago. Cuando supimos lo de Lunático,nos hicimos animagos; ya sabes en que puedo convertirme yo; Colagusano escogióser una rata y Cornamenta un cuervo.
Hermione asintió. Dio un sorbo a su bebida ysonrió.
-Así que, cuando Cornamenta quiere huir sólo
sale volando y tu corres detrás de él, ¿no es así?- Sirius la miró molesto yella rió.
-No; aquí quien corre eres tu
gatita, YO tepersigo;- dijo burlón, mientras comenzaba a acercarse a ella y ladraba.
Hermione rió, rodeando su cuello.
-Ven, lindo perrito.- Depositó un corto beso ensus labios y luego él se apartó.
-Cuidado, puedo morderte también,- bajó hastasu cuello y comenzó a morderlo con cuidado; la castaña comenzó a reír. Seapartó de ella-: ¿lo ves? Puedo hacerte daño.
-Lo tendré en cuenta la próxima vez. Ahora, ¡apártate!-Hermione lo empujó y el oji-gris rió.
Bebieron un poco de whisky y luego Sirius lamiró.
-Lily
Lily me dijo que te irías, con tuspadres; que
les dirías que has decidido quedarte aquí.
La castaña dejo su vaso en la mesita de allado. Era mentira, la mejor que había podido inventarse; asintió de igualmanera.
-¿Volverás pronto?- preguntó él de nuevo.
Hermione asintió, de nuevo, sin poder hablar ycon un nudo en la garganta. Guardaron silencio. Por un par de segundos, el únicosonido que lograba escucharse era el crepitar de la leña, ardiendo al fuego enla chimenea; y su respiración.
-¿Sabes
?- su mirada gris se mantuvo fija en lachimenea,- Cornamenta se enamoró de Lily, Lunático
bueno, él está con Alyssa y
-¿Y?-Hermione sonrió, mientras lo miraba.
-Yo me enamoré de ti,- Sirius se sonrojó.
-Y yo de ti.
El oji-gris sonrió complacido. Miró la cadenaque colgaba del cuello de su castaña y tomó entre sus manos la figura del perronegro que en ella había.
-No creí que fuera a gustarte tanto.
-¿Por qué no habría de hacerlo?
Elevó los hombros. Dejó caer de nuevo la figuray se dedicó a mirar a Hermione; sus labios estaban pintados de rojo -apostaba aque sus labios sabrían a cereza-, aquella tonalidad carmesí pintando susmejillas, los ojos sombreados ydelineados finamente de una tonalidad oscura, que hacia resaltar sus ojos; y el cabello recogido en una coleta. Hermosa. Se acercó para besarla y ella no seopuso. Sabor cereza; Sirius sonrió para sus adentros.
Movió sus labios con dulzura, disfrutando de susabor dulzón, pero la castaña esperaba más; Hermione enredaba sus dedos en elcabello del oji-gris, acercándolo más, ansiosa por atravesar los límites...unos límites que ella misma se había impuesto. La lengua del oji-gris sabiopaso entre su boca, recorriendo hasta el último recoveco. Se abrazó a su cuelloy él rodeó su cintura, tiró de ella impaciente y la sentó en sus piernas.
Soltó su cabello y se detuvo.
-Enmarañado me gusta más,- dijo sobre suslabios.
-Cierra la boca.
La castaña se adueño de sus labios con frenesí.Uno por uno fue desabrochando los botones de su camisa, mientras él bajaba elcierre de su vestido; un escalofrío recorrió su espina dorsal. Sintió sus manosceñirse a su cintura con un más fuerza, mientras la alzaba en el aire; ellaenredó sus piernas a su cadera y mordió el lóbulo de su oreja. Él tembló.Sintió sus labios bajar hasta su cuello, cubriendo de besos cada centímetro desu piel. Echó la cabeza hacia atrás y gimió.
El ultimo botón. Hermione se dio la oportunidadde sonreír.
Dejo caer la camisa blanca, descubriendo sushombros y bajó las manos hasta sus vientre; sintió su respiración acelerarse ysu cuerpo vibrar. Dejo descansar su mano derecha en su vientre mientras, con eldedo índice de su mano izquierda, subía por su abdomen con lentitud,memorizando cada centímetro de su piel; lo perfecta que era y lo mucho que laexcitaba.
Sirius se apartó un poco. Hermione apartó conrudeza la camisa que ya le estorbaba más de lo que esperaba; el oji-grissonrió. Se puso de pie, aun sonriendo, y ella ocultó su rostro en su cuello, mordiéndolo,besándolo, dejando marcas en su piel de cada uno de sus movimientos.
Él se detuvo frente a la cama que había aparecidoal instante.
La dejó caer con sumo cuidado y comenzó a deslizar su vestido, arrebatándoselocon lentitud. Hermione bajo sus manos hasta su pantalón, desabrochando su botóny bajando su cierre. Sirius se adueño de sus labios una vez más. La castaña seabrazó a su cuello, mientras deslizaba sus piernas por las del oji-gris, quitándoleel pantalón de manera ingeniosa. Sirius sonrió sobre sus labios.
El calor de la chimenea ya no les fuenecesario.
Sus labios ardían y sus lenguas luchabanfascinadas; el latir de sus corazones se había acelerado y su respiración se habíavuelto rápida, cortante y sonora: el canto de los amantes. La pasión los llenóde calor, uno que los hacía gemir de placer.
La castaña no recordaba ya quien era, había olvidadoel porqué estaba ella ahí, lo había olvidad todo. ¿Cuál era su lugar? Ahí
conél, en esa habitación. No le importó lo mucho que le doliera el no poder volvera estar con él en un futuro, aun si lo salvaba; olvidó lo mucho que había tratadode evitar de llegar ahí, a estar con él. Olvidó todo y a todos por él, por ella
por ambos.
Sirius se apartó de su lado no se detuvo ahoraen su cuello; bajo hasta su abdomen, mientras acariciaba sus piernas, llegó asu vientre y la sintió vibrar, se detuvo ahí un par de segundos y deslizo suspantis por sus piernas, despojándola de su ropa. Y comenzó a ascender por suabdomen.
Hermione lo acercó a ella y mordió su labioinferior con rudeza. Desabrochó el sostén de la castaña y lo lanzó lejos, dejándolasin nada que la cubriera; justo como estaba él. Mordió sus rojos labios,encantado. Y ella acariciaba su espalda con ímpetu, con las piernas enredadas ala cadera del oji-gris, sintiendo su cuerpo aun más cerca del suyo; él entró enella y ella gimió de dolor. Arqueó su espalda, obligándolo a entrar aun más; elmover de sus caderas era despacio, pero el tiempo corría y ellos lo hacían conél. Sonidos guturales llenaron la sala, como si de una canción se tratara; y elvaivén de caderas se convirtió en un baile glorioso.
Hermione mordió el lóbulo de su oreja y Siriusdejó escapar un gemido de placer. La castaña se adueño de sus labios. Susdientes se tocaron y la lengua de Sirius encontró la suya. Mordió el labio desu castaña una última vez y luego se detuvo. Se dejo caer a su lado cansado yella recostó la cabeza sobre su pecho, que subía y bajaba con rapidez; Hermionese deleitó con el correr apresurado de su corazón.
Sirius la tomó del mentón y la miró a los ojos.
-¿Te veré pronto, Castaña? Preguntó, comopresintiendo lo que sucedería.
Hermione asintió. Y Sirius pasó su dedo índice porlos labios de su castaña, memorizándolos.
-Te amo, Hermione.- Murmuró, haciéndola sonreír.
-Yo también te amo, Sirius.
El oji-gris rio y luego la besó. Se apartó luegode unos segundos y la dejó descansar de nuevo sobre su pecho. Luego el oji-griscerró sus ojos, intentando descansar, con una enorme sonrisa pintada en elrostro.
Hermione levantó la mirada.
-Lo lamento, Sirius.- Susurró en medio de laoscuridad, con una amarga lagrima resbalando por su mejilla.
Corría. El eco de sus pasos se escucha a mayorvelocidad. Corría, intentando huir de aquello que intentaba dejar atrás; deaquel al que intentaba dejar atrás. Las lágrimas nublaban su vista y sentía queen cualquier momento caería rendida.
Entonces la vio. La cabellera pelirroja que alpie de las escaleras la esperaban. Lily, al verla, se puso de pie de inmediatoy Hermione no dudó en lanzarse a sus brazos de inmediato. Se permitió derramarun par de lágrimas más, mojando el suéter de su amiga, dejándose consolar.Luego se apartó.
-Está todo ahí,- Lily le entregó una diminutabolsa-: las fotografías, el suéter, la cámara
todo.
-Gracias. Lils.- La pequeña gata blanca, sepaseo por entre sus piernas y tiro de su pantalón. Hermione la tomó en brazos yla metió con cuidado en la bolsa.
-Cuídate mucho.-Tomó su mano y le sonrió, conlagrimas en los ojos;- Hermione Granger
no te olvidaré jamás, ninguno denosotros lo haremos.
La abrazó por última vez. Siendo ella esta vez,la que derramaba amargas lagrimas. La castaña se apartó y se dispuso a subirlas escaleras. Afuera las estrellas brillaban aun más y el cielo comenzaba a esclarecer; se habíapermitido descansar demasiado tiempo, pero esa había sido -le habían dicho- lahora indicada para marcharse.
Se detuvo. Y lo miró de espaldas a ella.
-¿Lista?- el anciano director se giro.
Hermione asintió. Dio un par de pasos más y sedetuvo, justo donde la luz lunar la bañaba de pies a cabeza. Dombludore le sonrió.
-Ha sido una estudiante extraordinaria, srta.Granger. Sé que será así en un futuro y no se preocupe
me aseguraré de que secumpla lo que ha pedido.
-Gracias, profesor.
Dombludore volvió a sonreír. Su mirada marrón se vio dirigida al cielonocturno y el director le apuntó con su varita; había dicho que estaba listapero, ¿para marcharse? No estaría lista para irse ni en un millón de años.
-Tempus,-murmuró él.
Y ella cerró los ojos.
Una estela de luz dorada pareció pintar laenorme estrella blanca que en el centro del firmamento se veía; la luz emergióde la luna y marcho junto con el viento, hacia ella. La envolvió de inmediato yla hizo levitar. Se sintió más ligera, libre de preocupaciones; sólo
ella.
Se elevó en el cielo, lejos del castillo que -ensu línea de tiempo- la había visto crecer, y que ahora la veía marchar; seelevó en el aire lejos de ellos, de su nueva familia; de él, el amor de suvida.
Se alejó de ahí
perdida en el tiempo.
Cientos de imágenes se arremolinaron en sumente, frente a sus ojos, como una película en 3D
una película de la cual ellaya no formaba parte.
Se despertó, mirando el espacio vacío a su lado. Se levantó sin nada quedecir y se vistió con rapidez; se había ido, lo sabia; el huevo en su echo y ese cosquille en suestomago se lo decían con mera certeza. Pero en el suelo, descansaba sólo elbroche que él le había quitado; lo miró durante un par de segundos y salió atoda velocidad de la habitación. Debía encontrarla.
La imagen cambió.
-
Sirius, lo lamento,- Lily lloraba frenteal oji-gris.
Y él miraba a la nada,molesto, decepcionadoy entristecido. Cerró los ojos y unalagrima cayo por su mejilla con amargura. En su mano, se escucho resquebrajarseel pequeño broche que antes del suelo había recogido. Y dejó caer los trocitosal suelo. Se volvió y se marchó
sin mirar atrás.
Vioalejarse y a Lily llorar. SE lo había dicho
tal como ella había pedido.Apareció en otra parte.
La música nupcial hizo acto de presencia enel enorme jardín; los ahí presentes se pusieron de pie y miraron al arco dehermosas flores que al final del pasillo se encontraba. Ahí estaba ella, con sularga cabellera roja recogida en una coleta; vestida de blanco. Lily sonreía,con el rostro oculto bajo el velo, mirando al frente, mirando a James
al quesería su esposo; el azabache sonreía y sus ojos brillaban con intensidad.
Hermione sonrió. Y luego reparó en aquel que aLily llevaba al altar.
Su mirada gris estaba dirigidaal frente, disimulando mirar a su amigo, viendo a la nada en realidad. Llevabadel brazo a Lily, sabiendo lo nerviosa que la pelirroja estaba.
-Sonríe, Sirius.- Lemurmuró.
Y una sonrisa surcó elrostro del oji-gris, con malicia.
-¡Nah! No me apeteceromper corazones; este es tu día, pelirroja.
Lily sonrió.
Siguieron el camino deflores que adornaban el largo pasillo yse detuvieron frente al altar, Sirius entregó a la novia; besó su mejilla y fuea sentarse a su lugar. Su mano se entrelazó con la de alguien más, una rubia deojos oscuros que le sonreía.
El recuerdo se difuminó en el aire.
Estaba frente a una ventana; afuera lascalabazas adornaban el camino de rocas de innumerables hogares; fuera deaquella, un esqueleto cantaba a un lado de la cerca. La casa de los Potter; lanoche en que fallecían.
-¡Lily!- James corrió hacia la ventana yvolvió la mirada al pequeño que en suelo jugaba.
La esbelta figura deLily descendió con rapidez por las escaleras.
-Está aquí, llévaloarriba. ¡Pronto!- la varita en su mano temblaba. Lily tomó a Harry en brazos yse acercó a James, besó sus labios durante incontables segundos y luego seaparto, aun con sus frentes unidas. Sabían el final, Hermione se los habíadicho, pero no se vieron capaces de cambiar las cosas, porque ¿Quiénes eranellos para disponer del destino.
-Te amo, James.-Susurró ella.
-Y también te amo,Lily. Más de lo que puedas imaginar.
-¿Te veré pronto?- lomiró, con los ojos anegados en lágrimas. James las hizo desparecer.
-Por supuesto, porque
¿Qué soy yo sin mi pelirroja?- la hizo sonreír; besó la frente de su hijo y losdejó marchar.
La puerta se abrió degolpe y una corriente de aire se adentro en el hogar de los Potter. Jamesluchó, porque era esa la única esperanza que le quedaba ya, pero el Oscuro lovenció; su cuerpo inerte cayó al suelo, ocasionando un ruido sordo. Subió las escaleras sigilosamente y buscó aLily; una sonrisa malévola se dibujo ensu rostro. Arremetió en contra de la pelirroja y se deleitó al escucharlagritar. Harry rompió en llanto.
La imagen se transformó de nuevo.
-¡Eres una rata!- Sirius golpeóel cuerpo regordete de Peter contra la pared.- ¡Eran tus amigos!
Pero Pettigrew no dijoni una palabra.
Otra imagen.
-¡Sirius Black! Culpable por el asesinato deLilian y James Potter. Has sido condenado a pasar el resto de tu vida enazkaban,- aquel había sido el último veredicto del ministro de magia.
La mirada del oji-grisse mantenía fija en el ministro, con la cabeza elevada. Tembló al escuchar suspalabras y, en su mano, la cadena que la castaña le había obsequiado parecióhaberse adherido a su piel.
Las imágenes se volvieron cortas, sin menostiempo para comprender lo que sucedía, pasando frente a sus ojos como undestello de luz.
-Sirius Black
a escapado,- anunciaba elministro.
Se colgó la cadena que en sumano había estado culta durante años; las figuras diminutas del gato y el perro,ahora descansaban sobre su pecho. Miró al frente:
-Te encontraré,Hermione Granger.- Había susurrado el oji-gris
poniendo un pie fuera deazkaban.
-¡Bombarda!- la voz de sucastaña había llegado a sus oídos. Había sonreído al escucharla.
-En verdad eres
la mejor bruja,Hermione.- Le había sacado una sonrisa.
-Cuando todo esto termine
-abrazó a Harry por los hombros y miró a Hermione, al pie de la entrada-:seremos una familia.
Sonrió. Pues ahora lo comprendía: aquellaspalabras habían sido para ella. Laimagen cambió y la castaña vio frente a ella, el momento en el que habían tomado la decisión de marchar alministerio.
Entró sin mirar a nadie, caminó hacia Remusy lo miró molesto: -¡¿Dónde está?! ¿Dónde está Hermione?
Remus titubeó.
-En el ministerio;iremos por ellos, sólo
-Iré yo también,-segiró y tomó su varita.
Remus lo detuvo.
-Recuerda lo que dijo;lo que sucederá si vas.
Sirius miró al suelo yluego a Remus. -Iré por ella, cueste lo que cueste.
La imagen se difuminó, todo se tornó borroso.Vio a Harry y a Sirius luchar hombro conhombro; a Sirius felicitando a Harry y luego a Bellatrix, al pie de la roca,apuntando con su varita a su primo.
-¡Avada kedavra!- había pronunciado y losaquel mirar gris que ella tanto amaba
se había apagado.
Aun entonces, el verlo morir, le dolía. Tiraronde su cintura con fuerza -la misma fuerza que a había llevado a través deltiempo-, levantó la mirada y el arcodestrozado que ahí había le pareció aun más grande. Atravesó el velo, -un veloque antes no podía ver y ahora distinguía con toda claridad- una suave y frescabrisa hecho su cabello hacia atrás y un escalofrío recorrió su espina dorsal.
Sollozos. Era eso todo lo que se escuchaba. Ellugar era sombrío; un enorme pasillo, infinitamente ancho, infinitamente ancho.Las cientos de personas ahí cautivas la miraron aterrados. Los pies de lacastaña se movieron sin que ella se los ordenara, obligándola a seguir aadelante; sus ojos castaños miraban a todas partes, buscando la figura de aquelal que intentaba salvar. Se detuvo. A sus pies, alguien lloraba, bajó la miraday lo vio. Abrazando sus piernas, con las rodillas pegadas a su pecho y elrostro oculto entre sus manos, Sirius lloraba sin cesar.
-¿Sirius?- su mano se posó en su hombro y ellevantó la mirada, sobresaltado.
Hermione retrocedió. Era él, no había dudaalguna de ello, pero su rostro había cambiado, su cuerpo parecía haberseensanchado y haberse estirado; era él, sí, pero no el Sirius Black al que habíavisto morir momentos antes; era aquel el Sirius Black del que se habíaenamorado.
-¿Qué haces aquí?- sonó preocupado.
-Vine por ti, debes volver
- Sirius la miró,sosteniendo su mano, y un brillo incomparable se asomó entre sus ojos-
Harryte necesita.
El brillo en sus ojos despareció. Se puso depie y Hermione tiró de su mano, mientras corría lo más rápido que sus pies selo permitían. El oji-gris miraba al suelo y ella buscaba su rostro
el quehabía pedido ser salvado.
Sonrió. Reconoció su cabellera, de espaldas a ellos, tiró de su ropa y le llevócon ambos. Faltaban sólo centímetros para la salida.
-¡Niña insolente ytorpe!- una luzcegadora se dejo ver frente a sus ojos; en su voz se detonaba molestia.- Este no es lugar para vivos , ¡¿Qué hacesaquí?!
-Se van conmigo.- Declaró.
Una risa ensordecedora y burlona hizo acto depresencia.
-Se quiéneres, Hermione Granger; hija de muggles y bruja destacada, amiga del niño quevivió, pero infinitamente ingenua.-Se acercó a ella-: son valiosas las vidas que quieres salvar y por ellas, un alto preciohas de pagar.
Mordió su labio, nerviosa, y el latir de sucorazón se aceleró.
-Tucorazón es puro y bueno, pero ¡al final!Tu corazón será corrompido por el Oscuro; todas las muertes serán en vano ytodo ese dolor sufrido, se habrá esfumado en el aire
como algo vano y sinvalor. Por ti el mal volverá y todos te reconocerán como la unica culpable.¿Estás dispuesta a ser recordada, como " la madre oscura"?
Hermione no vaciló; asintió de inmediato.
-Suerte,entonces.- Chocó las palmas y la luz se extinguió al instante.
Algo los golpeó con fuerza en el estomago,sacándolos del mundo de los muertos. Se separaron
cada quien por su camino. Un segundo flotaba y al siguiente, seveía caer con rapidez desde lo alto. Su cuerpo produjo un ruido sordo al caeren el suelo de roca. Hermione gimió de dolor. Hizo una mueca, sacudió su ropa ymiró a su alrededor. Estaba en Hogwarts.
Corría. Sentía su corazón latir sin riendaalguna que lo detuviera. Divisó la multitud de estudiantes congregados en eljardín, formando un círculo. Empujó a los que en su camino se atravesaban, empujó y pidióperdón; pidió perdón en una disculpa que apenas era audible. Vio el cuerpoinerte del director en el suelo, sobre el pasto helado, con ambas manos sobreel pecho y el rostro sereno. Y una figura hincada a su lado. Se detuvo.
Su cabello castaño estaba enmarañado, tal ycomo él recordaba. Pero
¡no! No podía ser ella; ella no usaría tacones niaunque se le fuera pedido de la manera más amable. Dudó. Sin decir nada, se dejó caer a sulado y la miró: lloraba, sus ojos castaños derraban lagrimas sin indicio algunode parar. Era ella, la presencia que tanto había anhelado ver. Pero no dijonada, porque no era el momento.
La castaña retrocedió, temblorosa. Unos brazoscálidos la envolvieron con dulzura. Ronald. Se dejó consolar.
El azabache en el suelo lloraba, como todos ahílo hacían. De sus varitas, diminutas luces comenzaron a emerger, subiendo hastael cielo, cerca de las estrellas
tocando la luna. Llegaban alto aquellasluces, tan alto como aquel al que ahora velaban lo había hecho; llegaron másallá del cielo, al lado de las estrellas, donde anunciaban al cielo
que unanueva estrella llegaba. La estrella que bajo su luz les había acobijado, la queacababan de perder; la estrella a la ahora lloraban y no habría de extinguirsejamás.
Elreloj contaba los segundos, marcaba los minutos transcurridos y anunciaba cadahora que pasaba. Había visto la luna ocultarse y al sol aparecerse en el cielopintado de colores pasteles. Los rayos del sol tocaban su rostro en una dulcecaricia, tocando sus mejillas, haciendo resaltar sus facciones, haciendo parecerque su piel era aun más blanca, haciéndola lucir como a una muñeca deporcelana.
Los ajustados jeans que vestía no le daban pasoal frío; el enorme suéter parecía un vestido corto, pero le daba igual si se leveía mal, porque había sido de él. Había conservado el suéter de Sirius y, esatarde, decidió que no estaba dispuesta a olvidarlo; se embriagaría de su aromahasta cansarse, porque el tiempo le había hecho una mala jugada y él no estaba ahí.No lo había logrado.
El viento le regaló una suave brisa. El perfume del oji-gris se paseo junto con la brisa, filtrándose por la nariz de lacastaña. Ella cerró los ojos y, a su lado, Niveus maulló.
-No es lo mismo sin él, ¿cierto?- la gatamaulló de nuevo y Hermione rió-: no, claro no.
-¿Hermione?
Apartó la mirada de los ojos azules de su gatay los miró; una sonrisa se asomo por entre su rostro. Corrió dando grandeszancadas, a sus brazos; los abrazo confuerza y ellos rodearon su cintura.
-Creí que no volverías, Hermione.- Harry dejócaer una lágrima.
-Lo lamento, Harry.- Se apartó de ambos y élfrunció el ceño, confundido-: no pude salvarlo; se los advertí a Lily y a Jamespero
aceptaron su destino; y Sirius no
intenté salvarlo, pero
- suspiró,exasperada por lo torpe que sus palabras sonaban, sin saber que decir.- Nologré salvarlos.
Lo miró, avergonzada.
Pero Harry miró a Ron, el pelirrojo asintió demala gana, y el azabache volvió la mirada a Hermione.
-Yo no diría eso.
Sonrió.
Miraba a otro lugar; su vista estaba fija en algúnpunto detrás de ella. Hermione se giró. Y su corazón se detuvo.
Miraba al suelo, con el largo cabello cubriendosu rostro -al igual que siempre- y con las manos ocultas en sus bolsillos. Levantó la mirada, sin atreverse a deciralgo. Sin atreverse a hacer nada más que sólo mirarla.
El silencio se hizo presente, como un viejoamigo al que nadie quería aceptar. Miraba a sus ojos grises, buscando unindicio que le dijera que podía acercarse; buscando aquel brillo que se asomabaentre sus ojos cada vez que la miraba. El mismo brillo que en sus ojos castañose había asomado cuando estaba a su lado.
Nada.
Sólo estaba ahí, de pie a metros de distancia,sin decir o hacer nada
mirando solamente. Había ansiado tanto el momento enque ella lo viera, que logrará reconocerlo, que lo recordará; lo había esperadodurante tanto tiempo, que no sabía qué hacer. Le avergonzaba reconocer que la habíaestado buscando más tiempo que a su ahijado. Pero ella era su castaña. Reconoció ellargo y ancho suéter oscuro que ella vestía ya como suyo; quiso sonreír
mas nosupo cómo hacerlo.
¡Ahí! Vio ese brillo en sus ojos grises, y loreconoció como algo que le pertenecía.
No lo dudó más. Pues no necesitaba nada más.
El peso de todos esos años que lo había tenido a su lado y no lo había reconocido, cayeronsobre ella como una cubeta con agua helada. Sus castaños ojos se llenaron de lágrimasy cada paso que daba no dejaba a entrever nada más que no fuera la necesidad deestar en sus brazos. Se acercó a él,tomó su rostro entre sus manos
y lo besó.
Sus labios se amoldaron de manera perfecta; élrodeó su cintura, acercándola más; la castaña unió sus manos detrás de su nucay presionó sus labios contra los de él, disfrutando del sabor que sus labiosdestilaban, un sabor amargo que la embriagaba y hacia que los vellos de su pielse erizaran. En ese momento, la castaña lo supo: le pertenecía a él
a nadiemás.
Harry sonrió y Ron apartó la mirada.
Sirius se apartó, juntando su frente con la deella, sin soltar su cintura.
-Creo que ya le quedó más que claro que eresmía
-Y de nadie más,- completó.
Se apartó de él y miró a Harry.
-Apareció en la habitación de los de séptimo,se reusaba a salir pero
Ron lo convenció.
El pelirrojo le sonrió. Y Hermione le sonrió devuelta, agradeciéndoselo.
-¡Harry!- Ginny se detuvo, con la respiraciónagitada de tanto correr; miró a Sirius extrañada y luego volvió al azabache-:McGonagall los llama
- titubeó- a todos.
-Vamos enseguida.
Ginny asintió y volvió por donde había venido.Sirius rió, acercándose a Harry.
-No la misma historia, por favor.- Harry sonrióavergonzado-: enamorado de una pelirroja, igual a tu padre.
-¡Canuto!- señalo a Ron-: es un poco celoso consu hermana.
-Como si no lo supiera,- bufó.- Debemos ir conMcGonagall, ¿vienes, Hermione?
Negó con la cabeza.
Harry y Ron comenzaron a caminar, adelantándose.Sirius se acercó a Hermione.
-Lindo suéter, Castaña.- Sonrió.
-Es un Black original.
-Apuesto a que sí,- besó su mejilla y comenzó aalejarse.- No te metas en problemas, no quiero tener que salvarte
de nuevo.
-¡Ja! Eso quisieras, al final fui yo quien tellevaba a cuestas, ahora ¡largo!
Sirius rió y luego se perdió, al lado de Harryy Ronald.
Hermione dio media vuelta: aun quedaba alguienpor encontrar.
Ellugar se le antojó sombrío y lúgubre, sumamente frío. Se cuidaba de no hacerruido, una difícil tarea si se trae a un gato contigo. Miraba a todos lados,buscando
sin encontrar nada. Una rama crujióal romperse. Se detuvo.
-Pareces perdida,- le hablaron al oído.
Se acercó.
-Sabía que te encontraría aquí-se acercó-: yaes hora de salir, ¿no crees?
Suspiró. -¿Y si no quiere verme?
-No hay nadie más a quien él desearía ver, losé.
Y vaya que lo sabía.
-Entonces, lo que quiere decir es que
- Harryno pudo terminar la frase.
Estaban de pie, frente a McGonagall, en eldespacho del director. Todos mirando los papeles, que en el escritoriodescansaban, sin poder creerlo.
-Es libre, Sr. Black- sonrió.- El profesorDombludore se encargó de ello; le fueron entregadas pruebas suficientes,recuerdos
me parece.
Harry sonrió, tomó el papel en sus manos yabrazó s Sirius.
-¿Quién fue, profesora? ¿Quién entregó susrecuerdos?- el oji-gris la miró.
-Una estudiante,- McGonagall sonrió aun más-:llevó mucho más tiempo del que Albus esperaba pero, le dio lo que necesitaba;la Srta. Price.
Sirius sonrió. Agradeció cortésmente, sedespidieron de McGonagall y salieron del despacho. Caminaron en silencio, uno al lado del otro,solamente mirando los papeles que en sus manos Sirius llevaba. Ninguno había dichonada.
-¿Quién es ella? ¿La tal "Price"?- Harry lomiró.
Sirius rió.
-La castaña de la que me enamoré,- respondiócomplacido.
Desvió su mirada, hacia el Bosque Prohibido, yla vio salir de entre los árboles, corriendo a toda prisa, con Niveus a sulado.
-¿Qué rayos hace ahí?
Harry y Ron miraron en la misma dirección y elazabache comenzó a correr; cuando ellos lograron distinguir la figura de suamiga, lo siguieron. Gritaba, Hermionegritaba en contra de algo o alguien; pero ellos solo veían sus labios moverse,no sabían que era lo que decía.
-¡Hermione!- el pelirrojo llamó.
-¡No!- los detuvo-: estoy bien, Harry- lo miró- hay
hay alguien a quienquiero que conozcas.
Harry la miró confundido y ella volvió lamirada al bosque.
-¡Ven acá
ahora! El que seas mayor no meimpide golpearte.
Rieron.
Se escucharon pasos, quedos y lentos, yalcanzaron a divisar la silueta de alguien saliendo de entre los árboles.
Harry contuvo la respiración y Sirius sonrió.
El azabache miró con atención a quien estabafrente a él; no quería verse como Hermione lo había hecho con Sirius: sin decirnada, pero ¿Qué le diría a alguien con quien sólo había soñado ver, a quiensólo había visto en una fotografía vieja que en su buro descansaba? Vaciló. Dioun paso adelante, sin saber si hacer algo más. Sus ojos se llenaron delagrimas, más contuvo las ganas de romper en llanto.
Miró a sus ojos oscuros- nunca había imaginadocomo se vería si tuviera los ojos oscuros y no verdes-, los miró llenos delágrimas, como los suyos. Su rostro lucía apenas un par de años mayor al suyo,pero no reparó en nada más, porque ya había tomado su decisión. Caminó agrandes zancadas, sin saber cuantos pasos había tenido que dar para llegar a sulado; ni siquiera tuvo que pedirlo. Alinstante sus brazos lo acogieron, rodeándolo con fuerza, como temiendo quepudiera perderlo de nuevo.
-Papá
- susurró contra su pecho.
Y James rompió en llanto.
-Mi pequeño, Harry. Has crecido demasiado,-sonrió.
-Al menos lo poco que los Dursley me lo hanpermitido.
-Petunia siempre me odió
y yo a ella- ambosrieron-: pero te sacaremos de ahí, lo prometo
hijo.
Harry sonrió.
Todo había cambiado entonces: su padrino había vuelto,siendo un año mayor que ellos y enamorado de su mejor amiga; y su padre, elazabache idéntico a él lo había hecho también. Ahora podría abrasarlo siempreque quisiera. Todo gracias a la castaña más noble y valiente que había conocido.
¿Sería distinto e inusual tener un padre quefuera sólo un par de años mayor que él?
Por supuesto que lo sería.
Pero lo valía. Valdría cada segundo que tendríade poder llamarlo "padre".
Sudaba. Diminutas gotas perlaban su frente,haciendo aparecer en su rostro gestos de molestia; limpió su sudor y se acercóal horno. Sacó la tarta de manzana lista y salió de la cocina. Escuchó pasosapresurados descendiendo por las escaleras y risas. Venían en su dirección, losabía.
Una cabellera enmarañada bajo a toda prisa porlas escaleras, corrió en su dirección y, riendo, agacho la cabeza para lograspasar por debajo de la tarta de manzana que ella traía en las manos; aquel quele seguía hizo lo mismo y ella tambaleó.
-¡Dejen de correr o los pondré a hacer lacena!- Molly Weasley sostuvo tarta confuerza.
-¡Lo lamento, Molly!- se escuchó decir aloji-gris.
La Sra. Weasley negó con la cabeza. Arthur se acercó para ayudarle.
-Esos dos, pareces niños pequeños correteandopor la casa,- escuchó a su esposo reír.
-Parece que hoy todos han vuelto a ser niños;déjalos
- corrigió sus palabras al verla fruncir el ceño-: sólo por hoy.
La vio sonreír y besó su mejilla más tranquilo.
La casa estaba atestada de gente. Parte de laOrden estaba ahí, el matrimonio Weasley y sus cuatro hijos menores con ellos,Harry Y Hermione, además de los recién llegados: James Potter y Sirius Black. Perotanta gente había que en la casa no dejaban de escucharse risas provenientes detodas las salas. Ya no guardaba el silencio la casa de los Black, solamentealbergaba alegría.
El mirar dorado de Remus divisó la cabellerarosa de Tonks, descansando en el sofá. Sonrió. Caminó hasta ella y cuando laescuchó reprimir a los gemelos Fred y George, besó su mejilla para calmar sumal genio. Nymphadora le sonrió.
En el suelo, James rio.
-Ese fue el día de mi cumpleaños; estábamos enséptimo grado. Ese día las clases fueron canceladas.
-¿Por qué?- preguntó Harry frente a él, viendo unafoto en la que aparecían los merodeadores frente al lago, empapados de pies acabeza.
-Una pequeña travesura.- Sonrió de lados.
Las pocas fotos que en posesión del Pottermayor estaban, descansaban por todo el suelo. Harry hurgaba en busca de fotografíasque no hubiera visto ya. Encontraba una y James le contaba historia ocultadetrás de ellas.
-Yo tengo pocas; Feles se quedó con la mayoría.
Harry levantó la mirada.
-¿Feles?
Las risas traviesas de los "niños" seescucharon de nuevo. La castaña irrumpió en la sala con una fotografía en lamano.
-Ya verás, Canuto, se lo mostrare a todos,-decía entre risas.
-Claro que no.- El oji-gris alegaba detrás deella.
Hermione se ocultó detrás de Tonks -que yaestaba de pie- y Sirius se detuvo frente a ambas. Si la castaña daba un paso allado, él la imitaba; ellos reían, pero el cabello de Tonks se había pintado de rojo.
-¡Bata ya! Largo de aquí, los dos.
Hermione rió y corrió de nuevo, rodeando elsofá; apunto de pisar la mano de Harry.
James la señaló con el dedo.
-Hermione; era un merodeador. Tu madre yLunático la llamaron así; significa gatoen latín.
Harry asintió.
Pasaron a su lado una vez más -Sirius yHermione- y James hizo una mueca. Pasaban junto al sofá de nuevo, cuando Siriustiró de la cintura de la castaña, atrayéndola hacia él; sus piernas seenredaron y se sintieron caer. Cayeron de golpe en el sofá, se giraron ambos yel ya no hubo más sofá en el cual cayeron; golpearon de lleno contra el suelo.Sirius gimió, al mismo tiempo que hacia una mueca y Hermione reía.
-Lo lamento, Sirius. ¿Estás bien?-Hermione paróde reír al ver que no contestaba; estando aun sobre él.
El oji-gris gimió una vez más, le arrebató a lacastaña la fotografía de las manos y asintió, sonriendo de manera triunfal.
-Ahora sí,- besó sus labios de manera rápida yluego se puso de pie, empujándola a ella.
La castaña se sentó en el suelo, a un lado delos Potter, y se cruzó de brazos.
-¿Feles? Tú tienes fotografías del último añoen Hogwarts,- James llamó su atención- ¿las traes contigo?
-Enseguida voy por ellas.- Se alejó corriendo,escaleras arriba.
-¿Hermione siempre fue ese otro nombre en elmapa del merodeador?- Harry miró a su padrino.
-Así es, pero yo nunca la llamé de esa manera.
-No, para Canuto siempre fue SU Castaña,- Remus sonrió.
-No hables, Lunático.
Notas agudas y ensordecedoras de un piano maltocado se escucharon de repente; Ginny bufó y se acercó a Ron, quien sólotecleaba el piano de manera fastidiosa.
-Deja eso, Ronald.- Golpeaba su pie derechocontra el suelo repetidamente, en un gesto de desesperación, pero, por más quele llamaba la atención, su hermano la ignoraba. Volvió la mirada a la sala,donde todos miraban molestos al pelirrojo, y sonrió; dejó caer ambas manos enhombros de su hermano y tiró de él. Rn cayó de espaldas al suelo, gritando yhaciendo gestos. Las risas no faltaron.
-No vuelvas a tocar el piano, ¡JAMAS! ¿Deacuerdo?- lo vio asentir y se alejó sonriendo.
-¡Aquí están!- Hermione apareció con unapequeña caja en la mano.
Se acercó a James y a Harry y dejó caer variasfotografías en el suelo. Sirius silbó, mientras la dejaba caer, y Hermione selo reprimió con la mirada. Harry rebuscó entre las fotografías. Se encontraban enun árbol, los merodeadores, Lily y Alyssa; James y Lily estaban de pie frenteal tronco, Remus estaba sentado en la rama más baja del árbol, sosteniendo aAlyssa de la cintura; Peter permanecía de pie, en una rama más arriba; Hermione estaba sentada, poco más arriba que el regordete, y Sirius sonreíadetrás de ella, sujetando con fuerza la rama sobre su cabeza. Todos con unesonrisa pintada en el rostro.
-Ella es Alyssa, solía salir con Lunático.
-¿Ah si?- Tonks enarcó una ceja y Remus fingió demencia.
-Canuto tenía miedo de caer,- Hermione bufó ytodos rieron.
-Eso no es cierto, tenía miedo de que túcayeras.- Se defendió el oji-gris.
-No hay muchas fotos tuyas con mamá,- reconocióHarry mirando a su padre.
La castaña rebuscó en la caja; sacó unafotografía que oculta se había quedado. Se la tendió al azabache.
-La guardé para ti, Harry- miró a James y leguiño un ojo-: te gustara escuchar la historia.
Harry tomó la fotografía y James sonrió alverla. -Nuestro primer beso. Fue en el baile de navidad, tu madre recién acababade terminar una relación; para ser sinceros, me sorprendió que aceptara irconmigo, claro que
Hermione me ayudó un poco.
Le sonrió a la castaña.
-Vestía de blanco, por lo que su cabello y susojos resaltaban aun más; lucia hermosa- suspiró y Harry sonrió; todos lohicieron.- No habíamos estado solos ni un minuto, hasta ese momento; fue una delas últimas canciones. Recuerdo haberla visto sonrojarse cuando se percató deque quería besarla,- rió-: pero así era ella: atenta en clases pero despistadafuera del aula. Me prometí que nunca la dejaría ir, porque sabía que era ellala indicada. La pelirroja más bella que hubiera conocido jamás.
Guardó silencio. Y Harry miró Ginny. No supo que mas decir, no sin que laslagrimas salieran de sus ojos, por lo que el resto de los ahí presentes no seatrevió a ponerle fin a aquella seriedad que de pronto había aparecido.
-¡La cena esta lista!- Molly les había hecho unfavor.
Volvieron a la realidad, después de haberseimaginarse el escenario que James había descrito. Hermione se puso de pie y vioa Ron caminar con rapidez. Lo detuvo tomándolo del brazo.
-¿Una carrera?-propuso y el pelirrojo asintió.-Me darás tu tarta de manzana si gano.
-Tu igual,- Ron sonrió.
-¡Ahora!- se pusieron en marcha en cuantoHermione hubo terminado la palabra, haciendo que Tonks hiciera muecas de desaprobacióny Molly comenzara a gritar de nuevo.
-Bah, par de bobos que no son, ¿cierto George?-el pelirrojo llamó a su hermano.
-Compréndelo, los pobrecillos no son nosotros,-ambos sonrieron y luego desparecieron.
Sirius se puso de pie desganado, permaneciendo detrásde todos los ahí presentes. Remus y James se le acercaron.
-¿Qué sucede, Canuto? ¿Aun crees que esepelirrojo te lleva la delantera?- Remus rió y James lo hizo junto con él.
-Búrlate todo lo que quieras, Lunático, pero melleva ventaja
en cierta forma: la conoce mejor que yo y fue su primer amor,eso nunca se olvida.
-Ya te eligió una vez, lo hará de nuevo detener que hacerlo, confía en mí.- James trato de levantarle el ánimo.
-¿En ti? ¡Cómo no! No confiaré en alguien quepaso siete años tratando de conseguir una cita con UNA chica.
Fue el azabache quien ahora no pudo reír.
Hermione había ganado, por lo que Ron tuvo quecumplir su parte del trato. La larga mesa de los Black se llenó por primera vezen mucho tiempo; no de gente que le llevaba la contraria a todo aquel con elque compartía la mesa, sino de la más grande familia que hubieran visto loscuadros desolados de esa casa. Las risas inundaban el lugar; miradas enamoradasatravesaban la mesa de un extremo a otro; y, de vez en cuando, un oji-gris decabello alborotado, sonreía con coquetería a su castaña, mientras le guiñaba unojo; la castaña se sonrojaba al instante. Pero nada de lo ocurrido en aquellamesa había pasado desapercibido, no cuando se conocía la historia que todo enaquella mesa había tenido en un pasado, y tendrían en un futuro.
Veía sus manos. No podía hacer otra cosa. Jameshablaba y el resto lo escuchaba; Molly y Arthur ahora descansaban en el sofá,compartiendo anécdotas también. De vez en cuando, alguien además que ellostomaba la palabra, compartiendo los escenarios más graciosos que alguna vezhubiesen presenciado. Pero ella no; ni él tampoco.
Descansaban en el suelo, a un lado de lachimenea. Ella sentada entre sus piernas y él a sus espaldas; sus dedospermanecían entrelazados, temerosos de apartarse de las manos del otro. Todosen la sala hablaban, sacando risas o llenando los ojos de lágrimas; pero ellosno les prestaban atención, porque ellos tenían, en aquel rincón, su propiomundo. Sirius le cantaba al oído toda canción que a la mente le llegara; Hermionesentía sus labios moverse sobre su oreja, deleitándose de cada una de suspalabras; sonriendo al escucharlo.
-¿Saben ya que es lo que ha sucedido?- Ginnyhabló.
Y todas las miradas se fijaron en el rincón enel que los tortolos descansaban.
Remus llamó a la castaña, pero ella aun no respondíaa los llamados. Harry tocó su rodilla y ella lo miró.
-Ginny ha preguntado si ya saben que sucedió,-la puso al tanto.
-¿Qué sucedió con qué?- soltó la mano deloji-gris.
-Porque volvieron de esa manera,- miró a Siriusy a James.
Hermione elevo los hombros y se puso de pie.
-¿Quieres saberlo o no te importa?-Remus lamiró de nuevo y Tonks lo golpeó.
La castaña lo miró con severidad, cruzó laestancia y se detuvo a un lado del pórtico de la entrada, cruzada de brazos.
-Explícanos por favor, Remus.
Posó su mirada dorada en la de sus amigos.
-El lugar en el que estaban atrapados fue hechopara hacerlos sufrir,- comenzó.- La magia que ahí habita les hace regresar a laépoca en que, según ustedes, ha sido la mejor de sus vidas; los hace volver aesos momentos como recordatorio de algo que tuvieron y perdieron, comorecordatorio de una vida que han perdido y que ya no podrán recuperar.
Incluso Hermione, que molesta miraba al suelo,le escuchaba con atención.
-James, te casaste con Lily un par de años mástarde que haber salido de Hogwarts, siempre nos aseguraste que aquel había sidoel mejor día de tu vida; que de poder hacerlo, volverías a ese momento, sólopara ver a tu pelirroja tan hermosa.- Miro al oji-gris-: siempre supimos lomucho que querías volver a tu ultimo año en Hogwarts, sólo para conocerla denuevo.- Su mirada reparó en Hermione.- Además
tu lo deseaste. ¿Qué pensabas enaquellos momentos, cuando estabas buscándolos, Hermione?
-Que Harry necesitaba a un padre, uno a quiencontarle acerca de sus amores, alguien a quien pedirle consejos; alguien aquien también pudiera llamar "mejor amigo".- Pero ellos esperaban a escuchar elresto de la historia-: y sólo pensaba en el Sirius al que yo había conocido, elque tantas veces me había salvado; pensaba en que
debía salvarlo; que quería volvera verlo.
Sirius sonrió.
-Pero, ¿por qué no quedamos atrapados ahí?-James miró a su amigo.
-Te aferraste demasiado a esta vida, por Harry.Si no tendría padres, ¿Quién le diría que debía hacer con sus amoríos? ¿Quién lediría que debía ir a Gryffindor? Esa era tu tarea y no te permitisteabandonarla. Volvieron asi, porque su castigo fue volverse jovenes, porque Hermione asi lo deseo.
-¿Y yo, sabelotodo?- Sirius intentó hacerlos reír.
Y Remus miró a la castaña una vez más. -Por ella,te quedaste aquí por Hermione.
Todas las miradas volvieron a ella, pero nadiedijo nada más, ni siquiera ella.
-Lily,- susurró el azabache mayor- esosignifica que ella está perdida también, debemos encontrarla.
Los murmullos se adueñaron del lugar, diciendoentre uno y el otro lo que debían hacer; alegando que la castaña podría arriesgarseuna vez más. Hermione dejó escapar una lágrima, sólo eso se permitió, y negócon la cabeza.
-No,- apenas si fue un murmullo pero todos laescucharon-: cuando le dije quien era, me pidió le hiciera un favor- miró aJames-: Lily me pidió que te salvará; aseguró que sería mejor que Harry tuvieraun padre consejero y no una madre torpe. Dijo que se iría tranquila sabiendoque Harry no estaría solo. Se fue tranquila. Lo lamento, James.
Se apoyo en la pared, temiendo desplomarse encualquier momento, mas disimulando. Laestancia se quedó en silencio, preguntándose si darle el pésame a los Potterque miraban a la nada confundidos. ¿Cómo había sido que de pronto se habían marchadolas risas y se había abierto paso el dolor? No era posible tal abominación.
-¡Guerra de almohadas!- saltaron desde el sofálos gemelos Weasley.
Golpearon ambos la cabeza de Tonks, dejandosalir plumas de una tonalidad blanquecina. Tonks los miró molesta y despuéstomó una ella; la almohada iba en dirección de los pelirrojos, pero se estrellócontra el rostro de Remus. En el suelo, y desde la puerta, James y Hermionesonrieron. Tomaron todos la mejoralmohada supondrían, tendría un mejor impacto y dieron inicio a la últimabatalla del día.
-¡Les di esas almohadas para que durmieran, nopara jugar con ellas!- Molly gritaba de nuevo.
La castaña tomó en sus manos una almohada,atravesó la sala de una zancada y golpeó al oji-Gris y al azabache mayor.Sonrieron con complicidad, mirándose el uno al otro.
Las plumas volaron por los aires, cubriendo losojos de aquellos que tenían la intención de dar un gran golpe; cubriendo elcabello de los que se detenían a miraren donde se encontraba su siguiente víctima; sacando de nuevo enormes sonrisasde los que antes habían estado acongojados.
Se detuvo a mirar las docenas de plumas quesobre su cabeza, descendían desde el techo; se detuvo a mirar a aquellos que,como niños pequeño, jugaban con las almohadas, aun después de haber acabado conlas plumas; a ver como aquello que se llamaban a si mismo ancianos volvían aser niños; a contemplar a todos aquellos que reconocían no haber madurado losuficiente; se detuvo a sonreír solamente.
Esquivo cada golpe que en su contra habían lanzado,cruzando la sala ilesa. Había logrado salir, cuando tiraron de su cintura ychocaron su espalda contra la pared.
-No puedes huir, Castaña.- Le dijo él al oído.
-¿Ah, no? Ya lo veremos,- la almohada cruzó elrostro de Sirius con fuerza, ocasionando que soltara a la castaña; Hermione salió corriendo, volviendo a entrar al campo de batalla.-¡Tonks, Sirius te ha llamado Nymphadora!
El cabello de la mencionada se tornó rojo y sualmohada se volvió en contra del oji-gris, que retrocedió confundido. Sonrió,negando con la cabeza. La vio subir las escaleras y corrió tras de ella,dejando caer la almohada al suelo. Corrió a grandes zancadas, solo para poder alcanzarla.
-¡Hermione!- le gritó a sólo pasos de ella-¡Ven acá!- se la hecho al hombro y corrió aun más.
Hermione alcanzó a divisar la puerta en la queestaba grabado el nombre del oji-gris. Sirius la cerró tras de si y dejó caer aHermione sobre la cama. Ella estallo en carcajadas.
-Estás loco, Sirius.
-Te dije que tenía otros planes para nosotros,-se dejo caer sobre ella.
Se adueño de sus labios al instante y lacastaña le correspondió. Se apartó un poco y bajó hasta su cuello; subió a surostro luego de un par de segundos; besó la comisura de sus labios, susmejillas, siguiendo el camino hasta llegar a su oreja; mordió el lóbulo de suoreja y ella dejó escapar un suspiro.
-Espera, espera,- logró decir y él se apartó unpoco.- No aquí.
-No te preocupes, los niños están jugando.-Rieron y volvió a sus labios.
-¿Qué sucederá si alguien entra?
-No importa, esta es mi casa.
Ella negó con la cabeza.
-Lamento informarle, Sr. Black, que lepertenece a su ahijado; se la heredó al morir, ¿lo olvida?
-Me da igual. Además
- deslizó su mano pordebajo de su blusa y descendió hasta su vientre; la vio cerrar los ojos y lasintió temblar debajo suyo-: no me digas que no quieres hacer lo mismo, gatita.
Susurró la última palabra sobre su oreja, con coquetería.Hermione se sintió estremecer; lo miró sonriente y entrelazó sus dedos por detrásde su nuca.
-Cierra la boca,- le reprendió.
Lo atrajo hacia sí y se adueño de sus labioscon fervor y necesidad.
Sirius tomó su varita, miró a la puerta y laagitó, sonriendo satisfecho.
El seguro de la puerta se escuchó entonces.
Está un poco largo el cap. Lo sé
pero este es ya el penúltimoy no quería hacerlo más corto.
E siguiente es el final de esta historia L pero dejemos las despedidas para el próximo capítulo,¿sí?
Por el momento, dejen sus comentarios
un beso &un abrazo
Ale_MalfoyGranger
Corría. Sus piernas se movían lo más rápido quepodían. Veía hacia arriba con la esperanza de divisar alguna luz, algo que ledijera que iba en la dirección correcta; veía hacia el cielo con la esperanzade que la luz de la enorme roca blanquecina, le ayudara a ver entre laoscuridad.Pero la roca no estaba; permanecía ocultadetrás de las nubes negras.
Lo escuchaba venir; escuchaba sus pasos velocesdetrás de los suyos. Jugaba. Y ella lo sabía. Ella era la presa y él l cazador.Sintió sus cansados pulmones intentando abrir paso al aire, pero la impacienciacon la que su corazón corría no le permitía respirar. Había aplazado esemomento durante largo tiempo pero, por más fuerte que fuere, no podía seguir; yse detuvo. Se abrazó al tronco del árbol más cercano y rogó al cielo quealguien notara su ausencia y saliera a buscarla.
Los muros caían con cada hechizo que arremetía contra ellos, una nube depolvo grisácea llenaba el lugar. Pero sólo él alcanzaba a divisarla, pues elresto del mundo estaba empeñado en deshacerse de su enemigo; sólo él alcanzabaa divisarla porque aquella nube de polvo era casi tan invisible como lo era él.Lanzaba hechizos a diestra y siniestra, derribaba al enemigo sin que ellossupieran de donde había llegado el golpe. Pero él no pretendía derribar a unpar de mortifagos mal entrenados; su mirada esmeralda buscaba la ennegrecida dela serpiente.
Afortunadamente para él, la divisó de inmediato.
Se movía ávidamente en medio del Gran Comedor debatiéndose con una cabellera pelirroja y una oscura: el Sr.Weasley y su padre, James Potter.
La risa exasperante de la brujade cabello desmarañado, Bellatrix Lestrange, se hizo presente cuando Ginnysalió disparada en el aire. Desvió la mirada por un par de segundos y levantósu varita en dirección a la bruja, pero Molly Weasley fue más rápida.
-¡A mi hija no!
La bruja sonrió y la fuerza con que Molly le atacaba borró de su rostrola satisfacción que en sus ojos se reflejaba y dio paso a una oleada deesfuerzo por no poder derribarla de manera inmediata. Lanzó un último hechizo yMolly retrocedió tambaleándose, luego, un rayo de luz dorada emergió de suvarita y dio de lleno en el pecho de la bruja.
Bellatrix Lestrange caía por fin.
-¡BELLA!- el Oscuro lamentó con un grito la partida de su mejor soldado.
Sus manos se unieron a la altura de su pecho, tomó una bocanada de airey gritó de nuevo. Abrió los brazos y los que estaban a su alrededor, fueronlanzados lejos de su alcance.
Harry sonrió.
-Parece que te has quedado solo, Tom.- La capa de invisibilidad cayó aun lado.
Se detuvo a mirar al azabache que durante tanto tiempo había intentadoaniquilar y sonrió. Se llevó la varita al pecho y rió con sorna.
-¿Solo? Parece que aun no aprendes, Potter. No necesito a nadie más;- sepermitió mirar a su alrededor durante un par de segundos, apunto a Harry con lavarita y comenzó a dar pequeño pasos.- Mis sirvientes me son fieles, creo quecon eso es más que suficiente.
El azabache negó con la cabeza.
-Tú y tu amor por la soledad sólo te llevarán al borde del precipicio.
-Viven para mí; ellos viven por mí. Sus miserables vidas no son mas queun enorme agujero negro sin el propósito que yo les he dado.
-¿Cuál es ese? ¿La muerte?- volvió a negar con la cabeza.
Caminaban en círculos, cada uno con su varita en mano, esperando alprimer ataque; Harry lo veía a él, pero Voldemort miraba a la multitud: buscabaalgo o alguien. Y con cada segundo que transcurría en su rostro iba apareciendoel leve atisbo de una sonrisa.
-Lo dice quien no ha hecho más que dejar morir a sus familiares y amigospara después vanagloriarse de su muerte con una victoria más;-extendió losbrazos a ambos lados de su cuerpo-: ¡mira a tu alrededor, Potter! Ya no quedanada; ¡ya no queda nadie!
La mirada esmeralda del "niño que vivió" se dirigió hacia su padre.
-¡¡¿Él?!!- apunto al Potter mayor y rió.- Murió, yo lo maté; los dejaronmorir y luego aprovechaste su repentina y "trágica" muerte para hacerte famoso.
-Tenía solamente un año
-¡Los que fueran!- lo interrumpió con histeria.
-Pero no lograste tu cometido, Tom, pues, a fin de cuentas, aquí está mipadre,- Harry sonrió.
La serpiente agachó la cabeza y, con la vista en el suelo, mientras unamalévola sonrisa surcaba su rostro, asintió, afirmando lo que todo mundo veía:al padre de Harry vivo. Con la vista en el suelo, Lord Voldemort notó laausencia del miembro más importante deaquella batalla.
-¿Dejarías a tus amigos solos, Potter?
-Jamás,- declaró con seguridad.
-¿Notarias la ausencia de uno si es que llega adesaparecer?-preguntó aun con la mirada en el suelo.
-La de cada uno.
Su sonrisa se ensancho, mientras elevaba lamirada.
-Dime, entonces, ¿Cómo es que nadie habíanotado la ausencia de la sangre sucia Granger?
Podía escuchar su respiración; la de él y lasuya misma. Lo escuchó caer desde lo alto de un árbol, escuchaba sus pesadospasos resquebrajando las pequeñas ramas que descansaban en el suelo. Le dio laespalda al tronco, se dejo caer en la tierra y cubrió su boca con ambas manos.
Lo escuchó detenerse y asomó a cabeza.
Tenía los ojos cerrados, con la cabeza elevadahacia el cielo; la buscaba; ella lo sabía. Debía encontrar la oportunidad deescapar pero, ¿Cómo?
-¿Dónde estás, pequeña gatita?- murmuró élabriendo los ojos, mientras sonreía.
Y Hermione estuvo tentada a salir de suescondite. La mirada dorada de su depredador se dirigió al tronco detrás delcual ella estaba oculta. Sonrió. Ycomenzó a caminar.
La castaña se puso en cuclillas, con una piedraen las manos, esperando a que él se asomara y ella pudiera correr.
A lo lejos, una rama crujió y se escuchó elcorrer de alguien más. Los ojos dorados del depredador miraron una última vezel árbol, luego, siguió el ruido.
Hermione se permitió respirar y echó a correr de nuevo. A esas alturas sabíaque sin su varita no podría hacer nada más que seguir corriendo; debía seguircorriendo hasta encontrar la salida. Divisó un atisbo de luz roja, las llamasde fuego ardiendo, quizá; consumiendo el castillo que poco a poco se caía enpedazos; y corrió aun más rápido.
Miró hacia atrás y lo único que vio fueron laspenumbras del bosque; ninguna figura persiguiéndola; ni un solo indicio que larespiración de alguien más. Volvió la mirada al frente y sus ojos marronesapenas si alcanzaron a divisar la fornida figura que de pronto la tenia sujetadel cabello.
-Boo!- Fenrir GreyBack sonrió.
La castaña echó la cabeza hacia atrás y, conlas pocas uñas que aún le quedaban, hizo el mayor daño posible al rostro delhombre lobo. GreyBack le dejó caer de lleno en el suelo y dejó salir un alaridode dolor.
Enterró las uñas en la tierra e intento ponersede pie, pero el hombre-lobo tiró de su tobillo y la obligó a mantenerse en elsuelo; enredó sus dedos en el cabello enmarañado de la castaña y tiró de él, forzandolaa echar la cabeza hacia atrás.
-Te creí más inofensiva, gatita.- Dijo sobre suoído-: aun así me agradas.
Lo sentía cerca, demasiado cerca. Sobre suespalda. Con su nariz recorriendo su cuello; memorizando el olor a almendrasque aun se podía percibir en su cabello.
Cerró los ojos con fuerza; asqueada por lacercanía del animal; y rogó porque el final llegara pronto.
-Hueles delicioso, me pregunto si tu sabor seráigual de sabroso,- apartó el cabello de su cuello y comenzó a acercarse.
Supo que el hombre-lobo estaba dispuesto amorderla cuando sintió su aliento en su cuello. Lo que no supo, fue en quémomento había sido lanzado por los aires lejos de ella. Escuchó su espaldaarremeter contra el tronco de un árbol y luego caer al suelo, gimiendo dedolor.
-¡Vámonos!- rodearon su cintura y le obligarona seguir corriendo.
Le hicieron seguir corriendo, sin saber quiénera aquel que la sujetaba con fuerza.
-Te crees mejor que yo, ¿eso es lo queinsinúas?- dejó escapar una risa forzada,- yo, que hecho cosas con las queDombludore jamás soñó.
-Pudo haber soñado con ellos, pero fue losuficientemente listo como para no car tan bajo.- Le defendió el azabache.
-¡El era débil! No tomo nunca lo que pudo habersido suyo, lo que ahora es mio
-¡NO! Él era más listo que tu; mejor mago quetu, Tom, es eso lo que siempre te hiso tenerle tanto odio.
Voldemort le apuntó con su varita y negó con lacabeza frenéticamente.
-¡Yo acabe con Albus Dombludore!
En el rostro del "niño que vivió" se dibujo unasonrisa que no dejaba a entrever nada más que pura malicia.
-¿En serio crees que tu lo hiciste? Dombludoreestá muerto, si, pero fue él quien planeó su propia muerte y con ayuda de unservidor tuyo.
Voldemort frunció el ceño.
-Severus Snape siempre le fue fiel a Dombludore,le fue fiel desde el momento en que empezaste a perseguir a mi madre. A puestoa que nunca lo viste hacer un patronus, ¿cierto, Tom?- se detuvo a mirarlo unpar de segundos.- Una cierva, su patronus era Una cierva, como el de mi madre,¿y sabes por qué? Porque la amaba.
En su lugar, James Potter se tensó.
-Pero, ¿Cómo podías haberte dado cuenta sinunca has sabido lo que es el amor?
Voldemort estallo en gritos.
-No hables si no sabes, Potter.- Le reprimió laserpiente, con dolor reflejado en la mirada.
Y, por un momento, a Harry pareció haberle dadola impresión de que, en algún lugar, en algún momento, quizá, Voldemort había llegadoa amar a alguien.
Le dolía el pecho, más de lo que podía llegar acreer, pero debía seguir. Entonces, cuando se sintió ligera, cayó en la cuentade que ella sólo iba sujeta a aquella figura masculina que la levaba en brazos,ya no hacia ningún esfuerzo, pero
algo estaba pasando, algo malo; aquellasensación de dolor la invadió como cada una de las veces que habían llegado adestruir un horrocrux.
La sensación que la invadía cuando sentía, queun pedazo de ella se marchaba.
-¡Dumbledorepretendía impedir que consiguiera la varita de Sauco! Quería que Snape fuera elverdadero propietario de la varita, pero no lo logró, ¡yo gané!
Harry rió con ironía.
-¿Quieres saber porque la Varita de Sauco aunno te responde de la manera en que esperabas? Porque mataste a la personaequivocada. Porque Snape nunca fue el verdadero propietario de la varita,- leagradaba mirar a los ojos de la serpiente y divisar la enorme duda que en sumente comenzaba a dar frutos.- La Varita reconoció a un nuevo dueño antes deque Dumbledore muriera, ese nuevo dueño le arrebato la varita a Dumbledore delas manos; sin saber siquiera lo que acababa de hacer; sin saber de los quehabría podido ser capaz si hubiera tomado la varita
Esperaba. Voldemort esperaba a saber quién erael misterioso dueño de quien el niño que vivió" tanto hablaba. Él esperaba yHarry sonreía.
-El verdadero propietario era
Se detuvieron. Quizá por cansancio. Quizáporque tenía un plan. O, simplemente, porque así lo había querido. Fuera cualfuera la razón, Hermione no lo juzgaba; le acababa de salvar la vida y porello, le perdonaría lo que fuera.
-¿Dónde está?- le escuchó murmurar.
-¿Dónde está, quien?- susurró la castaña.
Las manos frías del extraño cubrieron la bocade Hermione y sus ojos marrones pudieron ver de quien se trataba.
-¿Malfoy?- alcanzó a decir y él sonrió.
-No te sorprendas, es sólo una deuda que tengoque saldar,- apartó las manos y luego se apartó él.
Vio sus ojos grises mirar a todos lados, enbusca de alguien. Su cabello estaba desordenado y sucio y una enorme cortadaadornaba su mejilla. Vio como, de pronto, ese aire de superioridad desparecía ydejaba paso a un sentimiento de nobleza. Quien lo hubiera visto, lo hubiera confundidocon alguien más; no le hubieran reconocido como un Malfoy.
-Ya debería estar aquí, sólo debía distraerlo.-Apartó la mirada de las penumbras y miró a Hermione-: ¿Por qué siempre tienesque estarte escabullendo, eh Granger? ¿Sabes lo que tuvimos que hacer paraencontrarte? Conflictiva, creo que él tenía razón después de todo.
Hermione sonrió. Luego, su mirada marrónalcanzó a divisar una figura que venía desde lo alto de un árbol, abrió losojos desmesuradamente y apunto a espaldas del rubio platinado.
-¡Malfoy, cuidado!
-¿Qué importa si Draco Malfoy es el dueño de lavarita?- Voldemort hablo en un intento por parecer calmado-: cuando te mate,acabare con él.
El azabache, con toda la osadía que había sido capaz de reunir durante 17 años, seburló de su torpea y, riendo, negó con el dedo índice.
-Demasiado tarde. Ya yo me adelanté, hacesemanas lo derroté y le quite su varita a Draco. Así que, creo que, todo sereduce a esto. Somos sólo tú y yo, Tom.
Sujetó la varita de sauco en su pálida mano ysonrió con malicia.
-No, Potter; soy sólo yo.
Draco empujo a la castaña en un intento porprotegerla. GreyBack se asió a su espalda con fuerza y desgarró su camisa de unarañazo. El rubio grito y luego le propinó un golpe. El hombre-lobo retrocediósediento de más y Draco le miro, retándolo con la mirada.
Toda cobardíaque el mundo le había visto demostrar fue acallada por el valor por el quetanto había pedido; por el que tanto había pedido y ahora le era otorgadogracias a la castaña.
Hermione se puso de pie con dificultad, cuandoun rayo de luz dorada rozó su mejilla.
-¡Avada Kedavra!- el rayo de luz verde atravesóla estancia.
Pero el azabache logró esquivarlo. Lanzó unhechizo derribador y la serpiente logro esquivarlo.
El combate había iniciado
pero acabaría pronto.
-Salúdame a tu mami de mi parte, Potter. Prontola verás,- Voldemort rió.
Pero Harry ni se inmuto ante su comentario,porque tenía esperanza. Sabia como todos que, al final, solo uno seguiría depie y, al igual que cada una de las miradas que congregadas a su alrededorestaban, esperaba ver caer al Señor Tenebroso.
Y de algo estaba seguro. No tendría que esperardemasiado.
El rayo de luz dorada arremetió contra el pechode Fenrir con fuerza, lanzándolo lejos de Draco.
-Vamos, no tardará en despertar.- Paso el brazode la castaña detrás de su nuca y rodeo su cintura con fuerza-: si vuelves aescapar te juro que primero dejare que te den una lección
Hermione rió.
-Pero igual volverías por mí,- lo miró agacharla cabeza, mientras sonreía y negaba con la cabeza.
Sirius la miró.
-Siempre.
-Dime, Tom, ¿sabe la Varita de Sauco que a suanterior amo lo desarmaron? Porque, si es así, yo soy el verdadero dueño de lavarita.
Sintieron el suelo temblar a sus pies y elcielo tronar. Se detuvieron. Y Draco miró a Sirius.
-Vete.-Murmuró.
Hermione lo miró y luego le sonrió:- Gracias,Malfoy.
El rubio asintió y echo a correr en busca suspadres.
De repente un resplandor rojo y dorado irrumpiópor el techo del Gran Comedor. La resplandeciente luz les dio en la cara a losdos a la vez, y de pronto, Voldemort se convirtió en algo menos que una llamade fuego. Deo escapar un grito de dolor y apunto a Harry con la varita.
-Avada Kedavra
-Expelliarmus
Ambos hechizos retumbaron en toda la sala comosi de un cañonazo se tratase y luego colisionaron. Su mirar esmeralda vio comoel hechizo lanzado por el mismo Voldemort rebotaba con el suyo; como la varitade Sauco salía despedida en los aires, atinando sólo a correr por ella; cuandosus manos se asieron con fuerza a la varita que le pertenecía, Harry vio comoel cuerpo sin vida de Voldemort se desplomaba en el suelo como un pedazoinsignificante de papel.
Luego, todo fue silencio.
Sus rodillas flaquearon, las piernas lefallaron y el aliento le fue arrebatado de manera repentina. Se sintiódesfallecer y se dejo caer en el frio pasto. Sus ojos se cerraron y el únicosonido que fue capaz de escuchar, fue la voz de Sirius, gritando su nombre. Lovio todo como si hubiera estado presente: la luz roja y dorada emergiendo deltecho, a Harry luchar
y a Voldemort fallecer; vio como la luz se extinguía desus ojos, como se volvían negros, sin color, sin vida. Vio al Señor Tenebrosofallecer y al resto de su ejércitodesaparecer.
El aire le fue devuelto; sus pulmones se llenaronde aire y pudo abrir los ojos una vez más.
-¡Hermione!- Sirius acaricio sus mejillas y lamiro desconcertado-: ¿Qué sucedió?
Recobró el aliento y luego murmuró:- Acabó, yatodo acabó.
-Así es, preciosa: ya todo acabó.- Declaró elcon una sonrisa, antes de unir sus labios.
Escuchaba las risas de aquellos que celebraban la victoria del "niño quevivió" sobre el Señor Tenebroso. Escuchaba las risas de sus amigos, de aquellosque en tan poco tiempo se habían convertido en su familia. Las risas de aquellosa los que, quizá, no vería de nuevo.
Ocultaba su rostro bajo una capucha negra; se ocultaba de aquellos que,durante días, se preguntarían que habría sucedido con ella.
Era libre. Lo único que la ataba a aquel lugar de Londres Mágico acababade desparecer y ahora ella era libre para irse.
Hizo a un lado un pedazo de roca enorme; aparto un par de rocas ysonrió.
Se puso en cuclillas y se permitió acercarse a él lo más que pudo;sintió su piel pálida y fría y ningún remordimiento le inundo el corazón. Lovio ahí, recostado en el suelo, sin vida, sin un corazón latiente bajo su pechoy no le importó en lo absoluto. Porque a él no le había remordido la concienciael haberla visto a los ojos y deleitarse con su miedo, porque no le habíadolido cuando la habían apartado de su lado; porque para él, nunca hubo nadiemás que el mismo.
-¿Hermione?- Sirius besó su mejilla, sobresaltándola.- Lamento si teasuste.
Hermione negó con la cabeza.
Miró al rostro blanquecino del cuerpo sin vida que descansaba en elsuelo y Sirius retrocedió, sabiendo que necesitaba su espacio.
-¿Lista?- el oji-gris le tendió la mano.
Sus ojos marones miraron una última vez al Oscuro y, con cuidado, deslizosus delgados dedos por los parpados de Voldemort y se permitió acercarse a suoído.
-Que descanses
padre.
Susurró sonriente
antes de tomar la mano del oji-gris y subir a laescoba que no les permitiría volver nunca más.
No me queda más que agradecerles a todosaquellos que siguieron esta historia, a los que me obsequiaron un poquito de sutiempo y se dieron a la tarea de dejar comentarios; a los que me agregaron asus favoritos:
Espero les haya gustado el final porque, afin de cuentes, esta historia es para ustedes.
Mis mas sinceros agradecimientos:Ale_Mafoy Granger
Tras las Huellas del Pasado - Fanfics de Harry Potter
'Lord Voldemort ha vuelto', 'El Sr. Oscuro atacaMinisterio';los mismos títulos se mostraban imponentes desde haciasemanas en las primeras planas de 'ElProfeta
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2025-04-01

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