Treinta y ocho - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

No sabía cuándo ni cómo habían cambiado tanto las cosas; era como querer girar la cabeza y mirar hacia el pasado pero una enorme cortina le impedía vislumbrar todo con claridad, no podía recordar las cosas con exactitud, quería detenerse en cada detalle, pero no le era posible.

Miro a su alrededor, la habitación en la que estaba era sencilla y con pocos muebles; se le hacía increíble estar allí, jamás se lo habría imaginado, nunca había pensado en esa posibilidad. Cerró los ojos con fuerza, obligándose a sí mismo a no pensar en todas las desgracias que estaban sucediendo; como una gran cadena de domino que desataba algo peor a cada pieza que caía.

Todo era tan diferente, teniendo en cuenta que día era.

 

Sonrió tristemente porque jamás se hubiera imaginado pasar así aquel día
el día de su cumpleaños.

--¿Cómo te encuentras?preguntó Madame Pomfrey acercándose con delicadeza a su cama.

--Bien, graciasrespondió Remus tallándose los ojos, pero al hacerlo soltó un pequeño alarido de dolor.

--Deberías tener más cuidadole aconsejó la enfermera poniéndole una mano en la frentebueno, pues mira que ya no tienes fiebre.

--¿Podré irme hoy?preguntó el pequeño de doce años con esperanzame gusta estar más en mi habitación.

--No lo creoMadame Pomfrey comenzó a mezclar un montón de pociones, sin apartar los ojos del pequeño niño que agacho la cabeza cabizbajoaún tienes las heridas abiertas y temo que estando en tu habitación se te infecten, lo siento.

--No se preocupedijo Remus jugando con sus dedoscomienzo a acostumbrarme a estar aquí.

--Jamás te había visto tan tristecomentó Madame Pomfrey vaciando la poción en un pequeño vaso y tendiéndoselo para que se lo bebiera ¿Te duele algo más?

--No, no es esoRemus giro su cabeza hacia la puerta de la enfermería, casi sin pensarloestoy bien.

--¡Oh mira!Madame Pomfrey señaló hacia la ventana donde una lechuza parda picoteaba el vidrio a la espera de que le abrieran, la enfermera agitó la varita, permitiendo así que el ave entrara zumbando y se posara frente a Remuscreo que es para ti

--Sí, supongorápidamente, Remus desató el gran sobre que venía con una enorme caja de regaloson mis padres

--¿Es qué es tu cumpleaños?preguntó Madame Pomfrey algo apenadano me lo habías dicho, hubiera

--No se molestela cortó Remus mirando nostálgico el pastel que su madre le había enviado adjuntando un gran libro de Defensa Contra las Artes Oscurasrealmente, no acostumbro festejarlomintió recordando que su ultimo cumpleaños lo había pasado en casa y sus padres habían organizado una pequeña fiesta, solo ellos tres.

--De ninguna maneralo cortó ella amablementele diré al profesor Dumbledore y podría hacer una excepción para que tus amigos vinieran y

--Es que
es que yo no tengo amigosconfesó poniéndose rojo hasta las orejas, cogió un pedazo de pastel y se lo metió a la boca, solo por tener algo que hacer.

--Ohmurmuró Madame Pomfrey incomodapues
iré a las cocinas y te traeré toda la comida que más te gusta ¿Qué te parece? Te dejaré comer lo que tú quieras.

 

--Graciasmusitó Remus sintiendo una oleada de cariño por la enfermera que tan amablemente lo cuidaba cada luna llena, desde el momento en que había pisado Hogwarts.

--Bien, ahora vuelvo.

Y sin más, salió de la enfermería con paso acelerado.

Remus se quedó masticando el pastel, con pesadez. Había sido muy afortunado, demasiado, esa era la verdad; porque desde que lo hubiera mordido el hombre lobo creyó que nunca podría ir al colegio de magia más famoso del mundo. Y ahora
estaba ahí, en la enfermería de Hogwarts porque apenas anoche había sido luna llena: comenzaba a acostumbrarse a las transformaciones, pero cada vez eran más dolorosas, cada vez le costaba más reponerse

Se volvió hacia la cama de a lado al sentir que no estaba sola.

--¿Quién anda ahí?preguntó algo temeroso, no quería que nadie lo viera por ahí, de lo contrario comenzarían a sospechar ¿Hay alguien ahí?

Pero tras unos minutos de quedarse quito, decidió que ahí no había nadie y suspiro aliviado. Siguió comiendo su pastel de cumpleaños hasta que la puerta se abrió un poco y se cerró de golpe.

--¿Madame Pomfrey?nadie le contestó ¿Es usted?

--¡Auch!se quejó alguien cerca de la puerta ¡Me pisaste!

--¿Quién es?dijo Remus poniéndose de pie con dificultad debido a que tenía la pierna izquierda enferulada.

--¡Pues tú eres el que no me deja caminar!dijo otra voz a la defensiva ¡Estas muy ancho!

Remus cogió su varita, alzándola, listo para lanzar el primer hechizo que se le ocurriera y que hubiera practicado lo suficiente como para que le saliera bien. Tomó aire para gritar y entonces

--¡FELIZ CUMPLEAÑOS!gritaron dos niños saliendo de la nada, con idénticas sonrisas.

--¡Ahhhh!Remus se sobresaltó por la inesperada aparición de esos niños y perdió el equilibrio cayendo hacia atrás.

--¡Ops!

--Lo sentimosdijo uno tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarsecreímos que te gustaría la sorpresa. Armario escobero

--¿De qué hablan?inquirió Remus incorporándose para sentarse en su cama, alzó la vista y se topó con la cara amable de James Potter y la sonrisa traviesa de Sirius Black que se apartaba el pelo de la cara¿Qué hacen aquí?preguntó algo apurado.

--¡Venimos a hacer tu fiesta de cumpleaños!afirmó James dando una palmada, sentándose junto a él.

--¿Una fiesta?se sorprendió Remus abriendo los ojos como platos ¿Aquí? ¿En la enfermería?

Sí, es una gran idea ¿no?le animó Jamesaunque te ves fatal.

--¿Qué te ha pasado, por cierto?quiso saber Sirius sentándose al otro lado de Remuspareciera que peleaste con un hombre lobo.

Remus se quedó más blanco que un fantasma al oír aquello.

--¡Oye!se quejó James dándole un zape a Siriusdijimos que esperaríamos a que él nos lo dijera

--¿Qué?saltó Remus echándose para atrás.

 

--Lo sientose disculpó Sirius sin dejar de sonreírpero es que
¡Tienes que decirnos a dónde vas cada que te transformas!

James se dio un golpe en la frente, negando con la cabeza ante la metidura de pata de su acompañante.

--No le hagas mucho casole aconsejó el chico de gafas a Remus que no podía decir una sola palabraes un poco cotilla, pero buena persona.

--No soy cotillase defendió Siriussoy curioso.

--Ya, pero eso no quita que seas falto de tactole reprochó Jamescomo seamiro a Remus y le palmeó la espalda ¿Qué te sucede? ¿Estás bien?

--Yo
--balbuceaba Remus tratando de salir del shock en que se encontrabaustedes
ustedes
¿ustedes lo saben?

--Sí, desde que entramosdecía Sirius restándole importancia con un ademán de manosolo un idiota no se daría cuentaRemus parecía a punto de desmayarse y entonces Sirius añadiópero no hay nadie más en este lugar tan observador como para notarlo.

--Y no te preocupesdijo James sonriendono le diríamos a nadie, tu secreto está a salvo.

--Pero

--¡Qué empiece la fiesta!exclamó Sirius poniéndose de pie de un brinco.

Y entonces de una pequeña mochila que traía James, comenzaron a sacar un montón de cosas; botellas de jugo de calabaza, regaliz, ranas de chocolate y todo tipo de dulces y para rematar, un pastel que tenía dibujado un gran león con los colores de Gryffindor. Sirius colgó globos y serpentinas alrededor de la cama de Remus que no se movía.

--¡Vamos, será divertido!dijeron ambos chicos tomándolo del brazo.

--Esto
nosotros ni siquiera somos amigosmurmuró Remus en voz baja.

--¡Claro que sí!afirmó James contentono solo somos compañeros de dormitorio

--Queríamos hablarte desde un principio pero huías siempreSirius se encogió de hombrosigual, festejemos que eres un año más anciano y podrás decirnos a donde lleva el pasadizo del sauxe boxeador, James dice que a Hogsmeade pero yo creo que a la Casa de los Gritos

--¡Mira lo que te hemos traído!James le dio un paquete de forma cuadradaábrelo, entre este y yo lo escogimos.

--¿Este?se indignó Sirius ¡Tengo nombre!

--Bien, entre Black y yo lo escogimosdijo James pronunciando pomposamente el apellido de su amigo.

--¡Deja que te coja, Potter!Sirius se le lanzó a James, riendo los dos, contagiando a Remus de su vitalidad y chispa, haciéndole sentir feliz como hacía mucho tiempo no lo estaba.

Remus dejo que una lágrima se le escapara. Ese había sido sin duda, el mejor regalo que habría podido recibir; fue ahí cuando comenzó todo, la camaradería que estableció con James y Sirius. Aquella noche Madame Pomfrey apareció oportunamente con más comida y sin decir una sola palabra, se metió a su despacho, dejando a los tres chiquillos en medio de la fiesta más escandalosa y divertida que pudiera existir.

Que distinto era ahora que cumplía treinta y ocho años, un giro total de trescientos sesenta grados
Sirius no estaba, James tampoco; el ultimo merodeador
solo, en su cumpleaños.

--Heyse giró justo para ver a Tonks entrar por la puerta, con su enorme barrigaFeliz cumpleañossusurro dándole un beso en la mejilla.

--Graciasdijo él recibiendo gustoso el abrazo.

--Tienes que pedir un deseo antes de soplar la velale dijo Tonks haciendo aparecer un pequeño pastel con una vela que encendió al tocarla con la punta de su varita.

--¿No crees que soy un poco mayor para eso?preguntó Remus sonriendo un poco, mirando el pastel algo deforme, que de seguro su esposa habría preparado ella misma, algo que le provocó reír nada más imaginársela peleando con los utensilios de la cocina.

--Jamásdijo ella sonriendoanda, que se derrite.

El hombre se quedó mirando el pastel, pensado en algún buen deseo. Cerró los ojos con fuerza y sopló, apagando la vela.

--Te amole dijo Tonks al oído.

--Y yo a ticontestó Remus acariciando la barriga de su esposa, sintiendo en ese preciso momento como el bebé pateaba al sentir su tacto.

Sonrió antes de besar dulcemente a Tonks en los labios.

Lo que acababa de desear, pronto se cumpliría, estaba seguro.

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No sabía cuándo ni cómo habían cambiado tanto las cosas; era como querer girar la cabeza y mirar hacia el pasado pero una enorme cortina le impedía vislum

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2024-05-17

 

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