- Capítulo 1
- Capítulo 1
- Capítulo 2
- Capítulo 3
- Capítulo 4
- Capítulo 5
- Capítulo 6
- Capítulo 7
- Capítulo 8
- CApítulo 9
- Capítulo 10
- Capítulo 11
- Capítulo 12
- Capítulo 13
- Capítulo 14
- Capítulo 15
- Capítulo 16
- Capítulo 17
- Capítulo 18
- Capítulo 19
- Capítulo 20
- Nota
- Capitulo 21
- 21 Bis
- Capítulo 23
- Capitulo 24
- 25
- 26
- Dos amores distintos
- Consecuencias de un baño a la luz de la luna
- Chocolate en exceso
- Conociendo la verdad
- Haciendo las paces
- cumpleaños
- El cumpleaños de Eric
- Capítulo 34: El poder de un abrazo
- Posibilidades
- Posibilidades II
- El señor de los ojos negros
- La suma de dos es uno
- Regalos del cielo...palos de la tierra
- Atrapada en su propia telaraña.
- La verdad de la verdad
- Tiempo de Navidad
- Epílogo
Comenta este capítulo Sin que ella se diera cuenta, los ilustres invitados ocuparon sus asientos. Y para su consternación, también, Kingsley se sentó algo alejado y su supuesto lugar lo ocupan Lupin y Tonks. Se notaba que la metamórfaga hacia tremendos esfuerzos por no saltarse el protocolo y correr a abrazarla. Hermione ahogó un grito desesperado. No tenía escapatoria. - Tranquila. -le susurró Stuart dándole un beso en el cabello. - Es más fácil decirlo que hacerlo. - ¿Quieres que nos vayamos? Puedo fingir que
- No, no, da igual. Tarde o temprano tenia que pasar esto. Es solo que me habría gustado tener unos días para prepararme. - Tú respira hondo, y si ves que no vas a poder
insisto, puedo inventarme cualquier excusa y en pocos minutos estaremos fuera. Hermione volvió su rostro hacia Stuart. Su Stuart. Su caballero de la brillante armadura, siempre dispuesto a protegerla de todo mal. Acarició su mejilla con su mano libre y le sonrió más tranquila. - Gracias. - ¿Hermione? -la voz de su antiguo profesor se coló en sus oídos.- Merlín, no me puedo creer que seas tu. ¡Estás estupenda! La castaña miró por última vez a Stuart y se giró con una sonrisa para encarar a sus dos viejos amigos. - ¡Oh, Hermy, Remus tiene razón! ¡Estás más bella! Eso es antinatural, no pasan los años por ti. -añadió Tonks.- ¿Estás segura de no haberte autoaplicado un hechizo de belleza permanente? - Vaya par de aduladores. -rió.- Ahora entiendo porqué estáis en la guardia personal del ministro. - ¡Oye, tienes sentido del humor! ¿Dónde lo has aprendido? -bromeó Tonks. - Todo se aprende con los años. Pero ahora en serio, me alegro mucho de volver a veros. El tiempo os ha tratado muy bien. - Mentirosa. -dijo Tonks.- Pero acepto tu cumplido. Hermione apretó la mano de Stuart por debajo de la mesa. Era verdad que se alegraba de verlos, pero
De repente sintió como los ojos de sus amigos se posaban en Stuart, que estaba tan tranquilo y afable como siempre. - Oh, perdón. Dejadme que os presente a Stuart Craig, mi mejor amigo. Tonks agrandó sus traviesos ojillos violetas. - ¿Solo amigo? Vaya lastima. Encantadísima de conocerte. -alargó su mano para estrechar la de Stuart y le sonrió coqueta. - Disculpad a mi esposa, a veces es bastante indiscreta. -dijo Lupin acabando con el apretón de Tonks que ya duraba demasiado. - Tranquilos, estamos acostumbrados. Aquí todos piensan que somos pareja. -explicó Stuart.- Y ya nos va bien que así sea, nos quita
- Un momento. -interrumpió Hermione.- ¡¿Has dicho esposa?! - Has tardado en digerirlo. -señaló Tonks mostrando su anillo de casada. - ¡¡Tonks!! ¿Pero cuando? - Hace unos seis años. - Oh, pues dejadme deciros que habéis tardado demasiado. - Sirius y Andrea piensan lo mismo, si hubiese sido por ellos
-observó Lupin. - ¿Sirius y Andrea? - Nuestros hijos. - ¡¿Tenéis hijos?! - Aja. -sonrió Tonks orgullosa.- Sirius tiene catorce años y Andrea doce. - ¡Dios mío! - Jajajajajajaja. - Me alegro muchísimo por vosotros. -dijo sinceramente la castaña. - Gracias. Se quedaron en silencio unos segundos pensando en lo mucho que habían cambiado sus vidas. - ¿Y de que os conocéis? -preguntó finalmente Stuart. - Oh, Remus fue profesor suyo en Hogwarts. -explicó Tonks. - Durante su tercer año en Hogwarts. -concretó Lupin.- Les enseñaba Defensa Contra Las Artes Oscuras, y tengo que decir que Hermione era la alumna más avanzada. - Después de Harry. -puntualizó ella. - Bueno, pero porque Harry tenia un talento innato para ello. -ambos sonrieron melancólicamente. - ¿Y tu Tonks? -volvió a preguntar Stuart. Se le veía muy cómodo. - Yo era una auror recién salida de la academia y me acababa de unir a la Orden del Fénix. Teníamos como misión proteger a Harry y sus amigos de las constantes amenazas mortífagas. Eran tiempos muy difíciles allá en Inglaterra. - Si. -convino Lupin.- ¿Y vosotros cómo os conocisteis? - ¡Eso! Háblanos de ti, Stuart. ¿Cómo conociste a Hermione? Porque no ceo que fuera en una discoteca muggle. Lo queremos saber todo de ti. -dijo Tonks entusiasmada. Hermione rió. Estaba acostumbrada a que todas la mujeres cayeran en las redes del encanto de Stuart. Era algo natural, innato en él. - Bueno
yo soy medimago y durante mi año de residencia antes de conseguir el titulo, fui enviado a la enfermería del Departamento de Aurores. Al mismo tiempo Hermione era una auror novata y acudía a muchas misiones, por lo que también pasaba mucho tiempo en la enfermería. Así entre heridas y curas nos hicimos amigos. - Que romántico. Esa no era exactamente la verdad, pero era la que siempre contaban a los demás. Nunca nadie supo el motivo por el que su amistad se convirtió en lo que era ahora, y no estaban por la labor de contarlo. Era un suceso demasiado doloroso como para recordarlo, aunque algunas lesiones en el cuerpo de la castaña hicieran que fuera un recuerdo imposible de borrar. Hermione cogió su copa de champán y dio un largo sorbo. Solo cuando se quedaron callados y comenzaron a cenar, la castaña fue consciente de las imágenes que empezaban a azotar su mente: ella misma en Grimmauld Place
con Ron, pasando la navidad de su quinto año
con Ron, en la enfermería de Hogwarts visitando
a Ron, veraneando en La Madriguera
con Ron,
Ron, Ron, Ron, Ron,
La imagen de un chico pelirrojo de ojos azules atormentaba su mente. De repente escuchó el nombre de él en los labios de otra persona. -
estudiábamos los boggarts y recuerdo que el mayor miedo de Harry eran los dementotes que azotaban el castillo aquellos días, el de Ron las arañas, pobrecillo, pero el de Hermione nunca lo supe. -dijo Lupin. - Quedarse sola, ese sigue siendo su mayor miedo. -contestó Stuart.- Herm ha hablado muchas veces de Harry, y de hecho sigue en contacto con él, pero no recuerdo a ningún Ron. ¿Eran muy amigos? Hermione se dio cuenta de que su vida consistía en ocultar cosas a los demás. Cuando conoció a Stuart habían pasado once años de su separación de Ron, así que vio normal no contarle nada de él. - Ron es el hermano de Ginny. Él, Harry y Hermione eran inseparables; desde los once años se vieron envueltos en multitud de situaciones peliagudas contra Voldemort, y bueno
de hecho entre los tres acabaron con él. -explicó Lupin.- Allí donde estaba uno estaban los otros dos; lo hacían todo juntos. - Sabes, siempre pensé que acabarías casada con Ron y tendríais un montón de niños pelirrojos. Erais la pareja perfecta, nunca supe que os pasó para que os separarais. -dijo Tonks. El poco color que había en la cara de Hermione, desapareció. Aun así sacó fuerzas de flaqueza para sonreír a su vieja amiga antes de llevarse la copa a los labios y beberse todo su contenido de un trago. Stuart la observó largo rato, pero no hizo ninguna apreciación. - Me gustaría saber que hace y como está Ron. Hace tanto tiempo que no lo veo; el mismo que hacia que no te veía a ti. -continuó Tonks.- Me pregunto si seguirá con ese sentido del humor tan suyo. Era tan mono cuando quería. - Si. -pensó Hermione.- Cuando quería. Acabaron de cenar y Kingsley se acercó para hablar con Hermione. Mantuvieron una charla más formal en la que por suerte no salió el nombre de Ron. El ex-auror convertido en ministro dejó claro que seguía dolido con ella por el hecho de que se hubiera marchado de Inglaterra y prefiriera trabajar para el ministerio americano. - Ey, no te quejes. Te quedaste con Harry, él era el héroe. -bromeó. - Pero tu eras el corazón que mantenía funcionando al trío. Te marchaste y todo se desmoronó. -dijo antes de irse. - Casi. -pensó Hermione.- Pero no. Sintiendo que todo lo guardado en cualquier momento saldría a la superficie, fue a buscar a Stuart que hablaba animadamente con Lupin y Tonks. Se despidieron de ellos con la promesa de mantener el contacto ahora que se habían vuelto a encontrar y salieron del ministerio a una silenciosa noche de Nueva York, donde la luna abrazaba a las estrellas en el cielo negro. Pasaban 35 minutos de las doce cuando llegaron al rellano donde se encontraban sus apartamentos. Habían hecho todo el camino de vuelta en silencio, y Stuart como buen caballero había colocado su chaqueta por encima de los hombros de Hermione cuando ella empezó a temblar. Stuart era consciente del hecho de que Hermione le había ocultado muchas cosas de su pasado, y se preguntaba como una persona que había sufrido tanto era capaz de levantarse una y otra vez y seguir caminando. Lupin y Tonks le habían contado muy amablemente como había sido la relación con el tal Ron, y tenían razón: eran la pareja perfecta. Lo que no supieron decirle es porque se habían separado, pero Ron también se había marchado del país y no había vuelto en veinte años. Hermione se apoyó de espaldas a su puerta y lo miró. Había inseguridad en sus ojos, algo poco común en ella. - Muchas gracias por acompañarme esta noche; no lo habría conseguido sin ti. - Ha sido un placer. -ella enarcó una ceja y él se carcajeó.- Bueno es cierto, lo he pasado bien, excepto cuando me has dejado a merced del 'Club de madres con hijas casaderas'. - Jajajajaja. -rió Hermione, pero su risa no llegó a sus ojos. - Si, tú síguete riendo. - ¿Entonces me acompañarás a la próxima? - ¿Habrá una próxima? Por supuesto, no me perdería esa diversión por nada en el mundo. - Te crees muy gracioso esta noche. - Hermione...soy gracioso. Tengo un gran sentido del humor. Creí que ya lo sabias. - Eso es cierto. Se miraron a los ojos disfrutando de esa confianza que parecía seguir intacta entre los dos. - ¿Quieres pasar y tomamos una ultima copa? - Claro. - Soy muy consciente de que te debo algunas explicaciones. - No tienes porqué hacerlo. - Si, si tengo que hacerlo. Abrió la puerta y entraron. Hermione se quitó la chaqueta y los zapatos de tacón y caminó hacia la cocina. No estaba segura de encontrar la fuerza necesaria para hablar de Ron esa noche, pero se lo debía a Stuart. No había que ser muy inteligente para saber qué le habían estado contando Lupin y Tonks mientras ella hablaba con Kingsley. - Tan entrometidos como siempre. -murmuró. Stuart la siguió. Con su metro noventa era bastante más alto que ella, pero se notaba mas ahora que Hermione se había quitado los tacones. El rubio se apoyó en la encimera y la observó. Hermione había comenzado a sacar los vasos y ponerles hielo; después fue al estante de la izquierda y cogió una botella de whisky. Lo hizo todo si usar la varita, como queriendo darse tiempo para pensar. Cuando terminó le tendió su vaso a Stuart y ella bebió un lago trago del suyo mientras se quedaba apoyada de cara a la fregadera. - Imagino lo que te habrán contado Lupin y Tonks. -hablaba sin mirarlo. - Bueno
- Te habrán hablado de Ronald. -sonaba más dura diciendo su nombre completo. - Herm
- Ronald es la persona a la que mas he querido, pero también a la que mas he odiado por largo tiempo. Cuando murieron mis padres él se convirtió en mi vida, en mi ancla. Era curioso, después de tres años enamorada de él en silencio, nuestro amor nació gracias a la muerte. - ¿Erais muy amigos antes de
? - Si; el trío de oro nos decían en Hogwarts. Harry, Ron y yo. Tan diferentes y a la vez tan iguales; nos complementábamos muy bien y sin saberlo nos dábamos ese cariño familiar que nos faltaba allí dentro. Desde el principio tuve claro que Harry iba a ser mi hermano siempre, pero Ron
Nuestra primera conversación en el expreso de Hogwarts fue para recriminarle que no sabia hacer magia. - Eso si que es una presentación magistral. - Si; desde ese momento no le caí bien a Ron y a menudo se burlaba de mi porque yo era demasiado inteligente y aplicada. Pero hubo un suceso en un baño con un trol durante la cena de Halloween. - Parece sacado de una película muggle. - Si. -sonrió soñadora.- Harry y Ron aparecieron para salvarme. Imagínate, tres niños de once años luchando contra un trol de las cavernas
A partir de ahí nos hicimos amigos, pero yo nunca dejé de pelearme con Ronald. Parecía que disfrutaba haciéndome enojar. - Es que te ves muy mona cuando te enfadas. Hermione lo miró y sonrió antes de volver a llevarse el vaso a los labios. - Voy a empezar a creer que es verdad. -bromeó. - ¿Cuándo te diste cuenta de que estabas enamorada de él? - Durante nuestro cuarto año. Para entonces yo ya era muy amiga de Ginny, la hermana pequeña de Ron. Yo era hija única y ella tenia 6 hermanos mayores y todos varones, así que éramos confidentes. Ella fue la primera en saberlo, creo que incluso antes que yo. - Normal, con lo terca que eres te costaría mucho aceptarlo. - Muchísimo. En mis tiempos en Hogwarts era mucho mas terca aun, creo que porque descubrí que esa era mi manera de hacerme notar frente de Ronald. Él ni siquiera notaba que yo era una chica. Pero todo cambió en nuestro cuarto año. Ese año se celebró el Torneo de los Tres Magos, un acontecimiento sin igual en el mundo mágico. - Si, recuerdo haber leído algo. Murió un chico ¿no? - Voldemort asesinó a Cedric Diggory. -cerró los ojos al recordarlo.- Pero mi historia comienza poco antes del tradicional baile de navidad y la llegada de Víktor Krum. - ¿Krum? ¿El famoso jugador de Quiditch? - Si, el mismo. - No me habías dicho que lo conocías. - Víktor y yo fuimos más que simples conocidos. -sonrió.- Ronald era su fan numero uno, pero en cuanto Víktor se fijó en mi
dejó de serlo. El caso es que Víktor me pidió ser su pareja en el baile y yo acepté. Poco después, Ron al fin se dio cuenta de que era una chica, pero ya era demasiado tarde. Así pasaron otros tres años, donde ambos obviamos lo que sentíamos el uno por el otro. - Bastante tonto ese Ron. - Nunca imaginé que le día más triste iba a dar paso a la mejor noche de mi vida. Mis padres fueron asesinados por Voldemort y los suyos. -se le escapó una lagrima al decirlo.- Y esa noche Ron me demostró que me amaba tanto como yo a él. Conseguí sobrevivir gracias a él, a sus besos, a sus caricias, a su cuerpo,
Pero como dice la canción todo tiene su final, y Ron me traicionó de la manera mas cruel. Abandoné todo lo que conocía y me vine aquí donde el tiempo y el olvido consiguió borrar su recuerdo
hasta hoy. Cogió su vaso y apuró su contenido. - Lo siento. -dijo Stuart y la abrazó por detrás.- Siento que tuvieras que pasar por eso y después
bueno por todo lo de después también. Hermione se dio la vuelta en su agarre tal y como había hecho en la fiesta y lo miró con ojos brillantes. - Pero al fin la suerte se puso de mi lado y te conocí. - Aun así
fue mucho lo que tuviste que soportar. Ella no podía negarlo. Ambos recordaban el momento en que su relación laboral se había convertido en amistad. Parecía que los malos sucesos perseguían a la castaña, pero al contrario que Ron, sabía que Stuart nunca la abandonaría. Habían pasado demasiadas cosas juntos. - ¿Sabes? Hoy estoy muy bailarín. -dijo Stuart arrancándole una sonrisa.- Y creo estar en lo cierto al pensar que esta usted en deuda conmigo, señorita Granger. - ¿Ahora? ¿Quieres bailar ahora? - Si. - Pero si ni siquiera hay música. - eso se arregla enseguida. Stuart sacó su varita y apuntó a la radio que había en la cocina. Después arrastró a Hermione hasta el centro y colocó sus manos en la cintura mientras ella descansaba las suyas en sus hombros. Hoy estuve
pero no estuve Se durmieron todas mis ganas Tanta lluvia en mí Tan cansado en medio de esta encrucijada - ¿Porqué eres tan bueno conmigo? - Porque te lo mereces. Eres una gran mujer, Hermione. - No, eso es lo que todo el mundo piensa, pero no lo soy. - Si lo eres, yo lo he visto. A mi no me puedes engañar. Hermione apoyó la cabeza en el pecho de Stuart y se dejó envolver por la música. Necesitaba sentirse querida una vez más para poder alejar los fantasmas del pasado que peleaban por acecharla en su mente. Y Stuart sabia como hacerla sentir bien. Tal vez para otra no significara mucho bailar a altas horas de la madrugada en la cocina con tu mejor amigo, pero
para Hermione no tenia precio. Hoy buscando
de nuevo tropecé Quedándome sin fe Sin salir a lo que siento Y quise estallar Olvidarme de la parte que no entiendo Dieron una vuelta alrededor de la mesa cuadrada y se abrazaron con más fuerza. La tenue luz de la cocina lanzaba brillos dorados al cabello de Stuart haciéndolo todavía mas deseable. Pero Hermione no estaba esa noche por la labor. Necesitaba mimos, pero de otra clase mucho mas inocente. Y Stuart lo sabía. Stuart siempre sabía todo lo referente a ella. Pasó su mano por el cabello castaño y retiró el pasador que aguantaba el moño. Enseguida la maraña cayó en una cascada de mechones lisos por debajo de los hombros. - Hoy era la más bella de la fiesta. - ¿Mas que las madres del 'Club de madres con hijas casaderas'? -bromeó. - Te gusta torturarme ¿eh? Pero si, mucho mas bella que ellas. Hermione sonrió y volvió a colocar la cabeza en su pecho. Menos mal que por momentos en esta amnesia de mi vida Menos mal que aparecías con el sonido de tu risa Menos mal que me besabas, para luego yo besarte Menos mal que estas en mí Menos mal que está tu puerto, tu puerto para descansar Menos mal que tu me salvas, si me toca naufragar Menos mal que me besabas, para luego yo entregarme Menos mal que estás en mi Menos mal que me encontraste Stuart acarició su cabello intentando dar consuelo a un corazón roto. Porque él sabia que era así como Hermione se sentía. Un corazón roto obligado a vagar sin encontrar cura ninguna. Desde el principio se dio cuenta de que nunca tendría su corazón para él; por eso se habían limitado a esa amistad con derecho a roce. El corazón de Hermione Granger ya tenía dueño. Y esa noche había descubierto que ese era Ronald Weasley. Siempre lo había sido. Hermione se aferraba al cuerpo de Stuart como un barco anclado al puerto durante una tormenta. Como decía la canción, Stuart era su puerto, aquel al que acudía cuando se sentía naufragar, aquel que con su risa lograba borrar todo vestigio de mar. Sintió como la cremallera de su vestido comenzó a descender dejando entrever trozos de su maltrecha espalda. Cerró con fuerza los ojos y dejó que Stuart acariciara la larga cicatriz que recorría su columna vertebral de arriba abajo. Con otra persona no se habría permitido llegar tan lejos, pero Stuart conocía su secreto. Hoy estuve sin fuerzas para seguir Pequeño me sentí sin agacharme siquiera Tan perdido que Mis preguntas no encontraban las respuestas. En el siguiente compás el vestido desapareció. Hermione quedó expuesta en ropa anterior delante de Stuart, pero no se ruborizó; volvió a acudir a sus brazos y se abrazaron una vez más. Stuart estaba muy cariñoso esa noche, tal vez porque sabía que era vital para ella. Comenzó a besar sus hombros desnudos dejando una sensación de bienestar a su paso. Hermione echó la cabeza hacia atrás mientras acariciaba su espalda. El baile había dejado de ser importante y apenas se movían mas que en un vaivén imperceptible, pero que seguía un ritmo dictado por ellos mismos. Cuando Stuart se hartó, cogió a la castaña en brazos y la llevó hasta el dormitorio. La dejó en la cama y él mismo se quitó su ropa quedándose solo con sus boxers puestos. Se acostó a su lado; Hermione estaba de espaldas. Cogió la crema cicatrizante que había en una de las mesillas y se colocó encima de ella. Desabrochó su sujetador y comenzó a masajearle la espalda mientras aplicaba la crema. Con el paso de los años la cicatriz había mejorado mucho desde el punto de vista medico, pero Hermione seguía acomplejada por ella. Menos mal que por momentos en esta amnesia de mi vida Menos mal que aparecías con el sonido de tu risa Menos mal que me besabas, para luego yo besarte Menos mal que estas en mí Menos mal que está tu puerto, tu puerto para descansar Menos mal que tu me salvas, si me toca naufragar Menos mal que me besabas, para luego yo entregarme Menos mal que estás en mi Menos mal que me encontraste Terminó besando su piel maltrecha y dejando que ella sollozara tranquila. Eso era lo que él estaba esperando: romper su barrera. Se quitó de encima suyo y se tumbó a su lado. Hermione se dio la vuelta dejándole sitio para que la abrazara por detrás. Stuart colocó la mano en uno de sus pechos pero atrajo su cintura con fuerza contra su pecho. Hermione tenía la mirada perdida, señal inequívoca de que iba a naufragar. - Stu
sabes que te quiero ¿verdad? - Si. - Y que eres muy importante para mí. - Lo sé, tranquila. - Yo también te quiero
aunque seas una pésima pareja de baile. - Eso no es cierto. -se volteó hacia él. - Tienes razón, pero me gusta tomarte el pelo. - Humm. -Hermione apoyó su cabeza en el pecho desnudo de él. Stuart sonrió al saberse victorioso, pues con una sola palabra había evitado el naufragio anunciado. La rodeó fuertemente con sus brazos. Ella levantó la mirada y le besó en los labios atrayéndolo como la miel a las abejas. Se besaron con dulzura y parsimonia, disfrutando del sabor del otro. Después se separaron y Hermione volvió a colocar su cabeza en el pecho de él y cerró los ojos. Stuart cogió el gordo edredón y los tapó con él. La miró durante largo rato dormir hasta que él también sucumbió. Si estas conmigo Aunque esté roto Me siento vivo Me siento vivo A las seis de la mañana, cuando todavía no había salido el sol en el país de la gran manzana, el teléfono de Hermione sonó. La castaña estaba profundamente dormida en los brazos de su amigo Stuart, y tardó varios minutos en reaccionar. Con ojos somnolientos alargó su mano derecha hacia la mesita, pero aunque tocó muchas cosas y tiró otras tantas, el teléfono no se hallaba entre ellas. Recordó que el día anterior había estado hablando con Ginny tumbada en el suelo del salón. Como veía que no cejarían en su empeño, se levantó y cogió una bata con la que se envolvió su cuerpo medio desnudo. Caminó hasta el salón y cogió el teléfono casi al mismo tiempo que Stuart aparecía bostezando por el pasillo. Se había puesto una camiseta blanca y estaba de lo mas atractivo. Se dejaron caer en el sofá a la vez y Hermione contestó al teléfono. - ¿Si? -bostezó.- Si, soy yo. ¿Quién es? El grito de Hermione se escuchó en todo el edificio. Fue ensordecedor y doloroso a la vez, mientras que el ruido sordo del teléfono al caer al suelo se coló en sus oídos como una granada a punto de estallar. Stuart rodeó a Hermione con sus brazos, mientras la castaña lloraba y gritaba dejando salir un dolor tan desgarrador que te helaba la sangre. No hubo forma de calmarla. No había consuelo ya para ella. Acababa de naufragar. | 
