Un negro pasado, un blanco futuro - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Acababa de salir de la ducha, el espejo estaba lleno de vaho y mi empapada cabellera caía sobre mis hombros, con una mano quite el vapor del espejo para verme reflejada en el. Divise mi larga melena negra descendiendo sobre mis hombros y mis penetrantes ojos azules me devolvían la mirada desde el espejo. Mi delgada silueta me miraba desafiante, baje la mirada y observe con desprecio las cicatrices de mis brazos, piernas y habían algunas cruzando mi abdomen. En ese momento amargos y traumatizantes recuerdos atravesaron mi memoria.

Había una niña llorando en un rincón de una habitación, era yo con unos 20 años menos, en ese entonces debía tener 15 años. La chica seguía llorando amargamente y en ese momento la puerta se abrió de un furioso golpe, me dejo apreciar la imagen del que alguna vez había sido mi padre. Las lágrimas de la indefensa quinceañera brotaron con más fuerza de sus ojos. El hombre la miraba con furia, tenia los ojos enrojecidos de tanto llorar y sus labios dibujaban una sonrisa torcida mas propia de un personajes psicópata de una película que de ese sujeto normalmente calmado y amable que era mi padre, la chica le miro con la mas pura expresión del miedo surcando su rostro, aquel vil hombre al que yo solía llamar padre comenzó a sacarse el cinturón de cuero que sostenía su pantalón de marca, la chica grito con fuerza imaginándose lo que venia a continuación.
-LA DEJASTES MORIR.- grito el hombre mientras golpeaba la chica con toda su fuerza. Un grito de dolor mezclado con miedo inundo la habitación, la joven lloraba mientras se llevaba sus manos a el brazo que se hallaba enrojecido por el golpe.
-TUVISTES LA OPORTUNIDAD DE DE SALVARLA Y LA DEJASTES MORIR-volvió a gritar mientras azotaba a la chica ignorando sus agudos gemidos de dolor.

Un ruido sordo me devolvió a la realidad
abrí los ojos y un florero se hallaba roto en el piso, me agache para recogerlo, los gritos de mi padre taladraban mis tímpanos, el sentimiento de culpa era demasiado fuerte.
- la dejaste morir.- me repetía mi mente tratando de hacerme sufrir mas de lo que ya había sufrido en 20 años.
-pudiste salvarla- me dijo mi conciencia de nuevo. No pude evitar que una lágrima se deslizara por mi mejilla. Mi hermana Eva había muerto por mi culpa, solo necesitaba mi ayuda para salvarse y yo no se la brinde, le tenia tanta envidia a esa chiquilla, la dulce Eva, la perfecta Eva, la guapa Eva. ¿Y yo que?, Eva era dos años menor que yo y la favorita de mi padre, y de todo el mundo. Pero ahora ella debía envidiarme mí, por que yo estaba viva y ella muerta, tres menos bajo tierra, pudriéndose en un frío ataúd de madera. Pobre y dulce Eva, aunque me remuerda la conciencia nunca me voy a arrepentir de haberla dejado morir aquel soleado día junto al lago.

-Eva- llame a mi hermana mientras la buscaba por las afueras del lago. En ese momento divise a mi rubia hermana con un chico.
En ese breve momento me alegre por ella, pero después distinguí que con el chico con que Eva se besaba era Richard, mi Richard, mi Novio. Cuando lo vi solté un grito de rabia haciendo que los dos se separaran.
-Nyssa!- me grito Richard mientras yo corría llorando. Dulce Eva ¿Por qué me tienes que arrebatar todo lo que quiero?
Eva se llevaba las manos al rostro y caminaba nerviosa por el borde del lago.
-Nyssa te lo puedo explicar- me dijo mientras me agarraba el brazo con fuerza.
-suéltame- le grite enojada mientras me deshacía de su brazo.
-no es lo que tu piensas, Nyssa.- me dijo con un leve temblor en su voz grave.
-¿Cómo puedes saber lo que pienso Richard? ¿Cómo puedes saber lo que pienso si tu nunca lo haces?- le replique cruelmente.
El me miro con sus ojos verdes implorantes.
- Nyssa, amor, tu eres mi todo, solo fue un error.
Yo le mire profundamente a los ojos, no eran sinceros, si lo hizo 1 vez, lo haría 2 o 3 veces mas.
-no me importa Richard.- le dije.- tu ya no eres mi todo.
El tuvo la insolencia de sostenerme la mirada. Le di un bofetón en su pálida mejilla.
-eres una loca.- me grito el con cólera.- nunca te quise a ti, siempre quise a Eva, la perfecta Eva, la que siempre fue mejor que tu en todo.
Su cruel comentario hizo que las lágrimas brotaran violentamente de mi rostro. Le abofetee con mas fuerza y el me miro con furia.
-eres una maldita loca.- me grito.- te maldigo a ti y a toda tu maldita familia y dicho esto se marcho del lago con paso indignado.
Me lleve la manos a la cabeza y comencé a llorar. En ese momento odiaba a Eva como nunca pude odiar a nadie en mi vida, maldita Eva, le odiaba con cada fibra de mí ser. Comencé a oír un desesperante chapuceo, no le di importancia, seguro seria un perro ahogándose, la estupida de Eva le salvaría. Mientras secaba las lagrimas de mi rostro oí un grito desesperado y me apresure a ir al lago, mi mirada se poso en Eva que había caído en el profundo lago.
-Nyssa ayúdame.- suplico con voz ahogada mientras trataba de no hundirse puesto que no sabia nadar. En ese momento las dudas invadieron mi mente, como el antiguo dilema de Hamlet ¿ser o no ser? ¿Convertirme en la asesina indirecta de mi hermana o no?
Si dejaba a Eva morir toda la atención se centraría en mi, ya no seria la peor Hermana, ya no me ignorarían, resultaba tan placentera la idea de obtener un poco de atención que no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios.
-Nyssa.- me imploro con voz débil.- lo siento.
El cuerpo inerte de Eva se fue hundiéndose en las negruras del lago, maldita Eva, ¿Por qué tenia que ser tan rematadamente perfecta? ¿Por qué tenia que pedir perdón?
Me sentía mal por dentro, pensé que lo mejor seria ir a casa y enterrar eso horrible recuerdo en el cementerio del pasado.
Me puse a caminar hacia mi casa con el peso de la muerte de mi hermana sobre mi espalda. Llegué a mi casa y me quite los tacones para no hacer ruido, entre a mi habitación y cerré la puerta, me escondí en un rincón y comencé a llorar.

Me vestí y cepille mi cabello, escuche el ruido del timbre y me apresure a abrir la puerta no sin antes mirarme en el espejo.
-¿Quién es?- pregunte mientras quitaba el cerrojo de la puerta.
Cuando abrí la puerta me encontré con un hombre alto y rubio, vestía un flu con corbata y llevaba en sus manos un maletín.
-buenos días.- dijo mirándome.- soy Víctor Navega.- añadió mientras me ofrecía su mano.- usted debe ser la señorita Mendoza.
Yo asentí con la cabeza y le invite a sentarse.
-¿Qué se le ofrece?- le pregunte mientras hacia un te de manzana.
-no se si ya le informaron pero su padre falleció hace una semana.- me dijo calmadamente mientras sorbía un poco de te.
-no
no lo sabia.- le respondí sin interés mientras le echaba mi azúcar de dieta al te.
-bueno el punto es que usted como descendiente directa de Roberto Mendoza hereda todas sus propiedades.
Mis ojos se abrieron como platos y me atragante con el te.
-¿y esas propiedades serian?- pregunte mientras tosía un poco.
El abogado abrió el maletín y saco una larga lista.
Cuando iba a empezar a leer yo le pare.- ya se cuales son y no me interesan en lo mas mínimo, dónelas a fundaciones para niños con cáncer.
Esta vez fue el abogado el que me miro incrédulo.
-¿esta usted segura?- me pregunto.
Yo asentí con la cabeza.
-y otra cosa señorita Mendoza, su padre me ha pedido que le entregue esta carta. Yo tome el sobre blanco con el sello de la familia de su mano y lo guarde en mi bolsillo.
-y si usted e disculpa me tengo que ir señorita Mendoza.- dijo levantándose de la mesa.
-adiós.- me despedí mientras cerraba la puerta. De inmediato me senté en mi cama y saque le sobre de mi bolsillo, lo mire con desprecio, una parte de mi decía que lo quemara y olvidara a mi padre y la otra de mi sentía una curiosidad por abrirlo demasiado intensa.
Lo agarre con mis manos temblorosas y rasgue el sobre, abrí la carta y distinguí la estilizada y aristócrata letra de mi padre.
Nyssa.
Si estas leyendo esto ya no debo estar aquí en este mundo del que tu me quitaste la razón para vivir, me quitaste a mi dulce Eva, mi única hija en lo que a mi respecta. Quiero que sepas que me tome la molestia de escribirte esta carta en mis últimos días de vida para hacerte saber una sola cosa, que te odio como mas no pude odiar a nadie en mi vida, ahora que te quedo toda la herencia de los Mendoza seguramente la malgastaras. Quiero que sepas que maldigo el día en que naciste, te maldigo Nyssa, eres la peor hija que jamás quise tener
si hubiera podido elegir entre la vida de Eva y la tuya hubiera elegido la de mi dulce y perfecta Eva, no la tuya que esta diseñada solo para traer desgracias a la vida de las personas, te deseo lo peor.


Tu padre

Roberto Mendoza.


Las lagrimas se abarrotaban en mi rostro, era demasiado cruel para mi, no sentía ganas de nada, solo sentía unas locas ganas de líbrame de las pesadas cadenas que me ataban a este mundo, estaba decidida, abrí una gaveta de la cocina y tome unas tijeras afiladas, me dirigí hacia el baño. Abrí la puerta y observe mi imagen devolviéndome la mirada, mis ojos azules reflejaban tristeza y melancolía, apoye mi muñeca sobre el pulcro y blanco lavabo y dirigí la tijera hacia mis venas, cuando estaba a punto de cortarlas mi instinto de supervivencia era mas fuerte y me obligaba a apartar la mano. Muchas dudas invadieron mi cabeza ¿Qué pasaría con mi cuerpo?... eso ya no me importaba mucho, lo único que quería era abandonar este mundo en el cual me sentía incomprendida. Me miraba en el espejo una vez más y cuando comprendía lo que estaba a punto de hacer comenzaba a llorar desconsoladamente. Ya había soportado muchas cosas a lo largo de mi vida, podía soportar también la muerte.
Con más decisión tome las tijeras y las hundí en mi carne, dolía, dolía como nunca me había dolido nada, la sangre de un rojo oscuro salía a borbotones por la herida y manchaba el lavabo, sentía que mi corazón bombeaba sangre desesperadamente, las lagrimas salían de mis ojos, dentro de unos segundos cuando terminara ese agonizante dolor podría estar en paz. el dolor era insoportable, me palpitaba y cada segundo parecían largas horas de tortura. El piso del baño estaba teñido de carmesí y mi visión comenzaba a nublarse, caí al suelo inerte y sin vida, el dolor había cesado, sentí una paz y tranquilidad rodeando mi cuerpo. En ese momento una luz se reflejo sobre mi, camine a través de ella, y me dirigí hacia un resplandor divino, en ese momento divise una figura vestida de blanco con cabellos dorados, era mi hermana Eva, le odiaba en ese momento, vi como una sonrisa torcida y macabra se dibujaba en sus finos labios aristócratas.
-que bueno verte de nuevo dulce Nyssa- me dijo mientras me miraba desafiante, había cometido un error que no tenia enmiendo y entendí en ese momento que cargaría con mi culpa por el resto de la eternidad.

 

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Acababa de salir de la ducha, el espejo estaba lleno de vaho y mi empapada cabellera caía sobre mis hombros, con una mano quite el vapor del espejo para verme

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2023-02-27

 

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