Un ramo de calcetines - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Las callesempedradas de Hogsmade se abrían paso ante sus cortas pisadas. Dobby avanzabacon pequeños saltitos, metiéndose por entre los huecos que los estudiantesdejaban entre sí. El elfo doméstico tenía los grandes ojos verdes encendidos dela emoción, y el gran gorro que llevaba en la cabeza le tapaba las enormesorejas, resguardándolas del frío.

Luego de un rato de alegre caminata,Dobby llegó al lugar que quería; empujó con sus pequeñas manos enfundadas enguantes la puerta de cristal, y entró a la florería, caminando algo intimidadopor las grandes estanterías que allí se erguían.

―¡Hola! ―saludó con voz chillona; laempleada del lugar miró a ambos lados buscando la fuente de la voz. Dio unexagerado respingo al mirar abajo, y descubrir unos grandes ojos observándolacon ansiedad―. Mi nombre es Dobby, y trabajo en las oficinas de Hogwarts,señorita ―sentenció con orgullo. Y luego, sin ser capaz de retener más laemoción que lo embargaba, estalló― ¡Y Dobby le ha pedido permiso al ProfesorDumbledore para venir a hacer una compra para San Valentín, señorita!

 

―¿Un
regalo de San Valentín? ―preguntóvacilante. Dobby asintió fervientemente con la cabeza.

―Dobby quiere
―se acercó un poco almostrador, se puso en puntitas de pie, hablando en voz baja y acalorada― unramo de calcetines, señorita.

Lamujer lo miró durante unos segundos detenidamente, antes de agarrar una escobaque había al lado del mostrador y gritar:

―¡FUERA DE AQUÍ! ¡FUERA!

Dobbyse dirigió hacia la puerta, aventado por la escoba y los gritos de la mujer.Las paredes de vidrio del local temblaron cuando la empleada cerró de unportazo. Minutos después, un cartelito apareció en la puerta, con la leyenda "Seprohíbe la entrada de elfos domésticos enamorados"

Dobbybajó la cabeza, y se quitó el gorro. Sumamente entristecido, comenzó a caminarcuesta abajo por las calles de piedra, con las orejas bajas y sus piesarrastrándose contra el piso.

―¡Hey,Dobby!

Dobbyalzó la cabeza, y una amplia sonrisa remplazó la mueca triste que se habíaformado en sus labios.

―¡HarryPotter, señor! ―gritó con alegría.

Eljoven buscador de Quidditch avanzaba en sentido contrario a donde iba el elfo,enfundado en una bufanda con los colores de Gryffindor.

―¿Cómoestás, Dobby? ―preguntó Harry con cordialidad, agachándose hasta poder estar ala altura del elfo.

―Muybien, Harry Potter, señor ―afirmó Dobby, sonriendo con todos los dientes―.¡Dobby se alegra mucho de encontrarlo, Harry Potter! ¿Dónde están la señorita yel señor, Harry Potter, señor?

―Oh...―Harry se encogió de hombros―, Hermione está esperándome en las tres escobas. YRon se quedó en el castillo con su novia ―una mueca burlona acompañó a laspalabras del moreno. Miró con curiosidad el paquete que Dobby llevaba en sumano―. ¿A dónde ibas, Dobby?

Dobby volvió a bajar la cabeza.

―Dobbyiba a comprar un regalo de San Valentín, Harry Potter, señor.

―¿Ah,sí? ―Harry sonrió―. ¿Para quién, Dobby?

Dobbyse ruborizó. Le hizo una seña a Harry para que se acercara un poco más, y lesusurró al oído:

―Dobbyquería comprarle un regalo a Winky, señor Harry Potter ―se balanceó un poco deatrás hacia adelante―. Dobby fue a preguntar si podían hacerle a Winky un ramode calcetines, Harry Potter, pero a Dobby lo echaron del local, señor.

 

Harry frunció el ceño.

―¿Unramo de calcetines? ―preguntó, y otra sonrisa apareció en sus labios otra vez―.Yo puedo ayudarte si quieres, Dobby.

El elfo doméstico abrió sus ojos cuán grandes eran.

―¿Deverdad? ―inquirió asombrado, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Abrazófuertemente a Harry por la cintura―. ¡Harry Potter es tan noble! ¡Gracias,Harry Potter, gracias!

Horasmás tarde, Harry entró a su habitación, seguido por un saltarín Dobby cuyosojos brillaban ilusionados. Rebuscó en el desorden de su baúl hasta dar convarios pares de calcetines de diferentes colores y modelos, le hizo un nudo acada uno, y los unió formando un precioso ramo. Sonrió satisfecho con sutrabajo y se lo entregó a Dobby.

Gracias,Harry Potter, señor, Dobby se lo llevará en seguida a Winky.

Alpequeño elfo los ojos no podían brillarle más. Tomó el ramo con emoción ycorrió en dirección a las cocinas.

Cuandoestaba a mitad de la escalera se detuvo, bajó las orejas y se acercó a Harry. Todos sobre el antiguo egipto

―Harry Potter, señor, ¿podría Dobbypedirle otro favor? ―preguntótímidamente con la cabeza baja. Harry hizo un gesto para que continuara―. Verá, señor, es la primera vez queDobby da un regalo de San Valentín ―confesóavergonzado el elfo― ya Dobby le gustaría que el gran y noble Harry Potter le diera un consejo.

―¿Un consejo? ―repitióHarry sorprendido.

―Si no es mucha molestia para HarryPotter, señor.

―Ehh...bueno, no lo sé ―explicó nerviosamente―. Supongo que deberías ser amable y...No soy muy bueno para estas cosas. Quizás deberías pedir ayuda a Hermione, oincluso a Ron.

―Claro, señor Harry Potter. Los amigosdel señor deben dar muy buenos consejos ―chillóel elfo, y siguió a Harry en busca de Hermione.

***

―¿Un regalo para Winky, Dobby? ―sonrió Hermione cuando el elfo leplanteó sus dudas ―.Eso es muy tierno. Y a las mujeres les gusta que seas tierno, Dobby

―¿Tierno? ―repitió Ron, al que Harry habíaconvencido de estar junto a Hermione a pesar de su actual situación, simplementeporque la chica estaba dispuesta a ayudar al elfo―. Winky no saldrá con él nunca si es tierno, Hermione.

―¡Ah! Cierto, olvidaba que tú, RonaldWeasley, eres todo un experto dando consejos románticos ―dijo Hermione con sarcasmo.

―Claro que sí.

―¿Y qué tendría que hacer Dobby paraque Winky salga con él, según tú, Ronald?

Ronse quedó callado y se sonrojó. Hermione le dirigió una última mirada indignaday se fue de la mesa, dejando a los chicos solos con Dobby.

―Lo que tienes que hacer es equivocarte,parecer idiota ―explicóRon cuando se aseguró que Hermione no estuviera escuchando―. A las chicas les gusta corregirte, demostrarque son inteligentes―acualquiera con más cerebro que Harry no se le hubiera pasado desapercibida lamirada que el chico dirigía a su ex mejor amiga castaña al decir esto. ALavender, que se encontraba en la otra punta de la mesa observando, no se lepasó por alto. Harry los oyó discutir mientras se alejaba con Dobby, paraacompañarlo a las cocinas, y no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en surostro.

Dobbyllegó jadeante a la puerta de las cocinas, donde Harry le deseó suerte y lodejó.

Cuandoentró, Winky estaba de espaldas a él, fregando los platos con elegancia. Dobbydisminuyó el paso, se quitó el sombrero que cubría sus grandes orejas, y ocultóel ramo detrás de su espalda.

―¡Hola, Winky! ―exclamó con la vozchillona por los nervios.

―Hola, Dobby ―se sobresaltó Winky, sindejar de fregar los platos.

―¡Dobby le trajo un regalo a Winky!―estalló sin poder guardarse la sorpresa ni un segundo más. Sin vacilar, sacóel ramo de su escondite, y se lo mostró a la elfina―. Dobby quiere darle aWinky este ramo como regalo de día de San Valentín, señorita ―confesó,poniéndose rojo como un tomate.

Winkyobservó con detenimiento lo que Dobby le ofrecía. Una mueca de horror cruzó susfacciones, y enseguida Winky soltó un grito histérico, dejando caer los platosque tenía en las manos.

Winkyha sido una mala elfina ―lloriqueó―. ¡Dobby le ha dado calcetines a Winky departe del profesor Dumblendore! ¿Qué ha hecho Winky para merecer esto? ―gritó,echándose al suelo y rompiendo en histérico llanto.

―¡No! ―exclamó con alegría, tratando delevantar a la elfina del suelo―. Dobby quiso darle a Winky este ramo comoregalo de San Valentín, porque
―se ruborizó―, porque a Dobby le gusta muchoWinky.

Winkycesó su llanto, y se puso de pie, frotándose los ojos con las manitos.

―¿A Dobby le gusta Winky?

―¡A Dobby le gusta mucho Winky! ―chillóDobby, balanceándose con nerviosismo.

Winkyvaciló, secándose el último rastro de lágrimas. Luego se acercó a Dobby, quehabía bajado la cabeza con tristeza. La elfina se agachó, intentando encontrarlos ojos de su amigo.

Dobbyalzó la cabeza con tristeza y miró a Winky.

―Winkyno quiere a Dobby. Dobby fue a pedir consejos y le hizo un ramo de calcetines,pero Winky no quiere a Dob
―pero el elfo doméstico no pudo terminar sus palabras,porque en ese instante, Winky le dio un suave besito en los labios.

YDobby sintió un calorcito recorrerle el cuerpo, y el rubor de la emociónencenderle las mejillas. Sintió que sus pies se despegaban del suelo, y no lehubiera extrañado estar flotando.

Sí,después de todo, hacerle un ramo de calcetines a una elfina para conquistar suamor, sí servía.

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2023-02-27

 

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