Una "pequeña" carta para un gran momento. - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Un estrepitoso sonido anunció la apertura de la puerta. Franz Müller acababa de ingresar al local.
-Buenos días, Franz-lo saludó Fred.
-Hoy está irreconocible-agregué en un tono burlón. Y es que, a decir verdad, a Franz no se lo reconocía precisamente por su discreción al vestir, más bien, todo lo contrario. Pero ese día tenía una túnica celeste y un sombrero haciendo juego.
-Queridos muchachos. No me digan esas cosas! No sé qué apreciación tienen de mí, pero

-Ay, papá, por Merlín, si hay algo que tú no eres es discreto.-ahí te vi. Zoe Müller, una chica alta y de cabellos oscuros, con un par de pecas en la cara. No eras una belleza, pero no estabas mal, en especial, como noté después, si consideraba tu delantera.
-Fred, George, mi hija Zoe. Uno los cría y así lo terminan tratando. Ay, pero qué digo si ustedes le deben haber hecho algo así a sus padres
-extendiste la mano para saludarnos, apenas si me miraste.-Tienen mi pedido?
-Aquí está: golosinas infladoras, toda una caja para ti. Y en el desván tengo las galletas de burro.
-Oh, que maravilla, Weasleys! Qué maravilla. Zoe, ve a buscarlos.-te hice señas para que me siguieras. Eran dos bolsas, intentaste tomarlas las dos, pero yo te saqué una y sonreí. Creo que me devolviste el gesto.
-Harás una fiesta?
-Sí, Georgie boy, mi mujer hará una fiesta

-Y tú firmarás tu acta de defunción.-murmuraste con sarcasmo. El sarcasmo y la ironía serían las formas de expresión que tanto conocería.
-Por qué no vienen a celebrar con nosotros y ven cómo mi mujer me pide el divorcio después de esto?-y señaló una de las bolsas. Asentimos. Una de las pocas ideas acertadas que tuve en mi vida, diría mi madre.

Llegamos a la fiesta, la casa de tus padres era bastante grande y blanca, con un amplio jardín a la entrada, en el cual, en vez de salir agua de las regaderas, salían líquidos de colores. La sala estaba abarrotada de gente, localizamos a un grupo de chicas guapas, con mi hermano siempre tuvimos buen ojo para eso.
-Buenas noches, señoritas.
-Vemos que están poco entretenidas
-Así que vamos a hacerles unas breves demostraciones de magia al estilo muggle-y comenzamos a sacar galeones de sus oídos.
-Lamento que este par de bribones las estén molestando, damas-Franz nos tomó por los hombros y nos llevó a conocer a su esposa, a quien mucha gracia no le hizo saber que éramos nosotros quienes le vendíamos esas chucherías a su marido. Antes de que me diera cuenta, Fred ya estaba bailando animada y alocadamente con una chica. Yo fui en busca de un refresco y me encontré contigo. Recuerdo que hablamos de nimiedades, de nuestras épocas como estudiantes (ambos ya teníamos diecinueve años), habías cursado en Alemania, ya que tu padre insistió porque él había estudiado allí. Y ya sabes cómo es papá
se le mete algo en la cabeza y ve a sacárselo! Ya descubriría yo que eras igual. Al rato, te invité a bailar, y noté cómo te mantuviste sonrojada durante el rato en el que estuvimos en la pista. Y reímos a carcajadas cuando los invitados empezaron a transformarse en globos aerostáticos y con orejas de burro. Les sale más barato el viaje si se van volando, querida había intentado defenderse tu padre de tu madre, pero no le sirvió de mucho.

Volvió a sonar la puerta, pero esta vez, entraste tú y no su padre.
-Buenos días.-saludaste. Sí, ya tenías más confianza.
-Cómo estás?
-Bien, y tú?-sonreías
no, ME sonreías, sí, siempre voy a ser un posesivo en todo lo que se refiera a ti.-Oye, necesito una varita mágica

-Pues eso está en Ollivanders.-reíste.
-No, de esas varitas que te vuelven el hechizo en contra.
-No tenemos
pero tal vez pueda conseguirla. Danos unos días-el plural lo usaba solo de cortesía, para no dejar a mi hermano más pintado de lo que podía estar. Volvías semana tras semana al salir de tu trabajo en SanMungo, en busca de tu preciada varita. Al principio, no podíamos hacerla, no nos salía, pero al mes ya la teníamos casi lista. Por supuesto, no te la di. Le insistí a mi hermano para que hiciéramos como que todavía no la habíamos conseguido
disfrutaba hablar contigo, por más que fueran unos cinco minutos, me gustaba ver como respondías con sarcasmo a mis bromas y luego me sonreías, aunque poco a poco me pegaste esa manía y yo contestaba de igual forma a las tuyas, o tal vez siempre la tuve y nunca me había dado cuenta. Después de unos
mmm
digamos cuatro meses (todavía te quejas y me dices que fueron más
yo no lo creo), decidí darte la indispensable varita.
-Hola, Fred, hola George-siempre me hacía el ocupado cuando llegabas los martes a las cinco con tres minutos de la tarde (oh, sí, Zoe Müller, te tenía más que controlada, jejejejejeje)
-Te tengo excelentes noticias

-No

-Sí- y te extendí la varita. Mientras pagabas me diste más charla (tú y tu terror al silencio).
-Y qué otras novedades tienes? Cuando llegué, dijiste que tenías excelentes noticias, y por ahora, solo ha sido la de la varita
-Ah
sí, es que por ser la clienta un millón te has ganado una cita conmigo.-te sonrojaste.
-El jueves a la cinco paso por ti.-y te fuiste.

Si hay algo que siempre me gustó fue despertar y verte al lado mío, correrte esos pelos revoltosos de la cara y abrazarte. Nunca me dirás lo mucho que te gustan los abrazos, pero sé que te encantan, por lo menos los míos. Y finalmente, te despiertas y me sonríes (si no lo haces, es porque tienes un mal día).

-Bajo ningún concepto!
-George Weasley, es MI decisión.
-Zoe, si lo haces

-Qué?!
-Ay! No sé, no lo hagas, es muy peligroso.
-Y qué hay de ti?
-Yo sé cuidarme.
-Pues yo también!
-Zoe, si sé que tú estás allí no podré pensar en lo que tengo que hacer porque mi cabeza estará imaginando cosas terribles que podrían sucederte!-terca como una mula. Eso lo sacas de tu madre.-Y si alguna de esas cosas se hacen realidad, yo me mato-te acercaste a mi y me besaste. Esa fue la primera vez que me contuviste. Y no sería la última.

Tuviste que irte a Alemania para ver a tus abuelos que se habían enfermado, así que no pudiste asistir a la boda de Bill y Fleur, ni presenciaste la ira de mi madre al ver que Ron, Harry y Hermione habían desaparecido. Ira que se transformó en un llanto desconsolado y una profunda depresión. Tampoco estuviste durante mi pequeño accidente al ir a buscar a Harry a lo de sus tíos. Hasta que apareciste aquella tarde afuera de mi casa, y entraste con paso firme, pero apurada por el miedo que te había invadido después de enterarte de todo.
-Dónde está?-menos mal que Fred te conocía, que si no, habría pensado que estabas medio loca.-Ay, George!-corriste y me abrazaste. Llorabas.-Lo siento, yo tendría que haber estado aquí

-No, tenías que ir con tus abuelos.
-Tendría que haberme clonado.-bromeaste. Con un poco de vergüenza y temor, acariciaste mi cabeza, pasando por el hueco de mi oreja. Y me besaste, dándome a entender que no importaba nada, que no te irías de mi lado, que si el mundo explotaba, si yo me mantenía contigo, todo estaría bien.
-Ahora no podré confundirme de hermano.
-Y yo que pensaba en cortarme la oreja para estar a la moda.-Fred entró en la cocina.
-En realidad, yo le supliqué a los mortífagos que me cortaran la oreja así no te tenía que escuchar cuando te quejas.-me golpeaste suavemente y me tomaste por la cintura, yo hice lo mismo por tus hombros.
-George Weasley, no debes bromear con eso. Oh!
-Mamá, Zoe-las presenté. Ella te abrazó inmediatamente.
-Si logras que este chico siente un mínimo de cabeza, tendrás mi amor eterno.
-Imposible, ella es peor que él.
-Ay, Fred, no estés celoso, te presentaré a una amiga y saldremos los cuatro.
Debo admitir que prefería enfrentarme a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado antes que presentarte a mi madre (no, claro, exagero), pero supiste ganártela, y, pese a tu inutilidad como le dices en la cocina, fuiste de gran ayuda en casa. Llegabas exhausta del trabajo en el Hospital ya que cada vez eran más los atacados, y te ponías a ayudar a mamá, incluso, te volviste su confidente, y eso a ella le hacía mucha falta.

Ya había logrado que no fueras parte de la Orden, pero no pude evitar que nos ayudaras con la radio. También te encargaste del bebé de Tonks, de traerlo al mundo y de mantenerlos a salvo durante su estadía en el Hospital. Sé que allí no te estaban tratando nada bien. Tu predicación acerca de levantarnos contra el señor oscuro no tenía gran aceptación, en parte por miedo, en parte por disgusto; no olvido que tu médico jefe era partidario de la limpieza de la sangre, si hasta intentó matar a algunos pacientes! Pero no venías a descargarte conmigo, tu manía de ser autosuficiente, hasta que te quiebras por todo el peso que cargas sobre tus hombros. En este último tiempo has logrado cambiar eso, un poco aunque sea. Aprendimos a repartirnos las cargas.

Estabas trabajando el día que más te necesité en mi vida. Por supuesto, no te mandé llamar porque no te iba a poner en peligro. Pensar en ti, y en todos a quienes quiero, me dio fuerzas para no dejarme vencer. Ni siquiera cuando vi el cuerpo inanimado de Remus me detuve. Ya lloraría a los muertos después, ahora necesitaba seguir. Pero todas mis fuerzas se fueron al suelo cuando encontré a Fred entre los caídos en batalla. Mi Gemelo. La persona que más me conocía en el mundo. Mi mitad
se había esfumado, así como así. La vida es una mierda.Por Merlín, Zoe, si no hubiera sido por ti, creo que me habría matado! El dolor era muy grande como para tolerarlo solo. Fueron meses terribles hasta que logré retornar a Sortilegios Weasley a vender nuestros productos. Pero tú te pusiste firme y me obligaste a seguir, dejaste atrás todos los problemas que tenías y me sostuviste (incluso cuando tus abuelos empeoraron y luego, él murió). Me diste un motivo para creer que todavía valía la pena estar vivo.

Logramos irnos de La Madriguera (nunca me has contado que fue lo que mi madre te estuvo diciendo por más de una hora ese día), y tiempo después, planeábamos armar un hogar para tres, para ese pequeño ser que llevabas en tu vientre. Recuerdo cuando me lo contaste, con un poco de miedo por no saber cuál sería mi reacción, y yo te besé y lloré y me puse a pensar nombres mientras tú acariciabas mi cabeza. Había dos criaturas en ese momento (a partir de ahora, podemos decir que va a ver dos niños en la casa, pero debes darme crédito, estoy madurando
y convengamos que tú tampoco eres la señorita madura
así que seremos una familia sumamente jovial).

Prefiero escribirte todo esto, para que si en un futuro me falla la memoria, quedo todo asentado en este pergamino, que más que una carta, parece un decreto del rey por su extensión. Yo te AMO, Zoe Müller, con todas tus manías y fallas. Te AMO porque esas cosas no se comparan con todas las que me has dado en estos últimos años. Eres mi sostén, eres esa mitad que creía perdida, tal vez no la misma, pero sí mi mitad, eres lo que más me importa en este mundo, más que cualquier broma pesada que pueda gastarle a Ron y a mamá juntos. Soy bastante cursi, pero es que la llegada del pequeño Fred me ha puesto así. No sé cómo expresarte todo lo que siento, las palabras son insuficientes. Ni haciendo firuletes con la varita (tú y solo tú entenderás esto, me imagino). Ay, Zoe, nunca me faltes. El pequeño Fred llora, iré a atenderlo, no quiero que te despiertes, después de todo, dar a luz a un Weasley no debe ser tarea fácil, en especial si piensas en los seis hijos que te restan.
No, es broma. Tendremos diez, para superar a mi padre.
Te amo.
George Weasley.

 

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2024-10-05

 

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