Una interesante, serena,y tibia noche de mayo, enmarcaba la quietud de Hogwarts.
En el salón de Pociones,iluminada por algunas velas ya que la luna cuarto creciente -que pronto sevolvería un perfecto medallón plateado-, aportaba su tenue luz a través delventanal de vidrios repartidos, se encontraba Lily Evans.
Ella hacía el últimorecuento de todos los insumos necesarios para una poción que desde hacíatiempo, había querido preparar. Una poción de diseño, una mezcla que rozara lafrontera entre lo emocional y lo inteligente.
Era la hora de la cena.Todos los maestros, los alumnos, y también Harry, estaban ya en el GranComedor.
Agua de lluvia nocturna, pétalos de rosas rojas, pequeñashojas de menta, canela y vainilla, licor de avellanas, raíz de ginseng enpolvo, chocolate derretido y miel
dijo en voz alta,tomando lista de todos sus ingredientes, sin quitarles los ojos de encima.
Totalmente concentrada en ellos.
Alguien le comentó:
Te faltó un colorante. La sangre de dragón podría serte muy útil paradarle tonalidad a tu obra. Debe sermuy importante, como para que la profesora Evans no le avise a su marido que nose va a presentar en el comedor dijo Severus Snape, que había entrado al aulacon pasos silenciosos, a tal punto que Lily hasta ahora notaba su presencia.
Ella levantó la vista, y se dedicó a sonreírle. A pesar de no haberescuchado llegar a Severus, no se sorprendió.
Tal vez la profesora de pociones quería que el profesor de DCAO,viniera a buscarla
tal vez, como tantas otras veces, ella lo llamó con suspensamientos. Lo
invocó
Ella ya no sabe si él la lee, o ella loconvoca
respondió Lily con un tono de voz que hacía imposible mantener lacordura, o la seriedad.
Severus le devolvió otra sonrisa. Adoraba esos códigos entre los dos, ylo que fuera que su mujer tuviera planeado, le resultaba más atractivo quesentarse a cenar escuchando las conversaciones insulsas de sus colegas, frentea las interminables mesas de los alumnos que nunca dejaban de hablar, ni aúncon sus bocas llenas de comida.
Con mirada de interés, le dijo:
La profesora, invocadoravoluntaria
extraña tal vez nuestro negocio de Diagon
o tuvo, a lo mejor,quién sabe
una añoranza repentina y quiso dejar por un momento el programa escolar
Severus siguió el juego, que ya lo atraía mucho.
Él admiró los ojos de su esposa, su gesto concentradoen el caldero, se deleitó con su voz armoniosa por encima del siseo dellíquido, a fuego mínimo:
No es añoranza, profesor
Mi querido Remus, nuestro amigo Remus está muy bien al frente de la tienda. Si no sela dejábamos a él, a quién, si no
Sus períodos de luna llena ya no lo limitan.Gracias a la poción que mejoraste, él solo se vuelve un animago involuntario, ypor las mañanas solo experimenta un cansancio físico leve, nada más
Has sidonoble, mi amor
Eres fabuloso
eres el mejor pocionista, Severus Snape
Él fue al armario. De un vistazo había reconocido la originalidad de lapócima ideada por Lily.
Black se la pasa viajando, no hubiera podido ser él, además es algo
inestable, y sí, Lupin nos cuida el prestigio, es cierto; tiene carisma con losclientes. Y en cuanto a mejorarle la poción Matalobos, fue tu idea, yo solo la llevé a cabo. Siempre es una tarea conjuntacuando se trata de ti y de mí
ledijo.
Severus volvió a la mesa de trabajo, luego de traer del armario, unpequeño frasco con sangre de dragón.
Colocando un removedor de pócimas en su base absorbente de líquido, Lilytomó el frasco que Severus le tendía, y comprobando a contraluz la claridad delpreparado, le respondió:
De eso se trata, mi vida, precisamente de una tarea conjunta. Por esono fui al comedor, porque quería que vinieras solo, y que esta poción que tengoen mente y que por los insumos, ya intuyes, la preparáramos juntos
como en lasépocas de escuela, en este mismo salón, donde me encantaba trabajar contigo
días felices
Lily tomó una copa abundante de agua de lluvia nocturna, y la vertió enel caldero, a fuego mínimo. Después agregó unas gotas de la sangre de dragón,que volvieron al líquido tan rojo como sus cabellos, que llevaba recogidos enun peinado alto, que le aportaba seriedad, aires de docente.
Su vestido negro, largo hasta los tobillos, completaba el esquema que lahacía lucir intelectual, y muy deseable ante los ojos oscuros de Severus, quese había prácticamente pegado a ella.
Tu piel tiene la particularidad de asimilar todos los aromas de losinsumos que utilizas le dijo, inspirando el aire que emanaba la cercanía de sucuello descubierto.
Ella, sin apartarse de Severus, precisamente para deleitarlo con elperfume su piel y la pócima, analizó las hierbas que estaba por usar. Su esposose trastornaba, con solo verla trabajar con esa dedicación.
Son las hojas de menta, y también los pétalos de rosas. Ayúdame con elmortero, ayúdame a presionar dijo Lily, colocando los ingredientes en unrecipiente de mármol, mientras su mano y la de Severus, se unían sugestivamentepara macerar ambos elementos, y crear una fusión de fragancias intensas. Suspieles, al tocarse, habían revelado otra intensidad. Una intensidad tancreciente como la luna en la ventana.
Incorporaron esos jugos al caldero, y también agregaron la canela, laesencia de vainilla, y el ginseng, en pequeñas y certeras dosis. Las hojas seincorporaron a la preparación rojiza, fragmentándose y disolviéndose.
Lily hechizó una cuchara para que revolviera de manera constante yrítmica el preparado rojo, que comenzaba a destilar una fragancia embriagadora.
Licor de avellanas
identificó Severus, tomando entre sus manos unabotella de corte artesanal y antiguo, que contenía un licor amarillento yespeso Es un fluido exquisito e interesante, de usos múltiples
Me agrada enespecial su consistencia
es un gran aporte para esta poción, e inclusive meprovoca otros pensamientos, más
osados
agregó, mirando a Lily con avidez, conintención de promesa selecta, refinada, y tan oscura como sus perlas de ónix,que habían adquirido un tinte entre maligno y adorable.
Él dosificó la cantidad de licor que pronto pasó a formar parte de esamezcla que tomaba temperatura, y que emitía vapores cada vez más peligrosos yadictivos.
La cuchara tintineaba ocasionalmente al remover el preparado.
Creo que se está sintiendo el efecto, profesor
aún antes de probarla
es la luna
es usted
soy yo
dijo Lily casi susurrando, con la poca corduraque intentaba mantener.
Experimentaba un calor particular, y se había abierto los botonessuperiores del vestido. Los ojos de Severus gravitaron hacia el pecho blanco deLily, donde se habían condensado pequeñas gotas de ese secreto líquido rojo,fusionados con su propio sudor.
Ahora el chocolate derretido, y esto será una delicia cuando terminecon el último ingrediente, mi favorito, que es la miel agregó Lily,incorporándolo al preparado, cada vez más cautivante.
La luz por la ventana caía en el caldero, no sólo dando el tipo deiluminación en la cantidad necesaria para la pócima, sino acercando a la parejaentre sí.
Tú eres una delicia, Lily le dijo Severus, mirándola a los ojos,entrando en su mente, y adivinando intenciones para esa poción, y mucho, muchomás para después. Mi profesora quiere una pócima personalizada, un fluido queobre de acuerdo a la pasión de sus mentores
Y la tendrá
claro que la tendrá
terminó de decir, mientras con su dedo índice capturaba del pecho de su mujer,una pequeña gota de sudor dulce y la vertía en el caldero.
Mi legerement hermoso
Adorono tener que decir lo que pienso y deseo, porque siempre lo sabes
y mecomplaces
respondió Lily, mientras tomaba un cabello de Severus, y así como élhabía hecho con la gota de sudor, lo fundía con la mezcla que ya les pertenecíaíntimamente.
Severus aspiraba el perfume del cabello rojo de Lily: menta, vainilla, amory deseo. Le tocó los hombros cuando ella, apartó una generosa dosis de miel, yla agregó a esa artesanía escarlata que olía como debía oler la mismísimaperfección.
La cuchara hechizada continuaba revolviendo armoniosamente, y que elpreparado estuviera listo para ser bebido, era cuestión de tiempo, de luz deluna, y de magia.
Lily hundió una de sus manos en el frasco de miel.
Se me ocurren grandes ideas, parecidas a las suyas, esas que loinspiraron por causa del licor de avellanas, profesor
dijo untándose loslabios, el cuello y el escote con esa tentación ambarina que Severus no tuvo laintención de evitar, o resistir.
Entonces, sin demorar más, la tomó por el talle, sintiendo la tela delvestido negro que ocultaba la piel deseable que pronto se le revelaría, y ledijo al oído, entre los vapores que brotaban del caldero.
Desde los tiempos de Slughorn susurró a Lily, he deseado tenerte en estaaula
. Profanemos el salón.
La pócima estaba en proceso, y Lily giró hacia Severus rodeándolerápidamente la nuca con los brazos, fundiendo sus bocas en un beso deseoso,amplio, estrecho, estallando en suspiros.
Con un pase él cerró la puerta, ysilenció el claustro, posando una mano en la base de la columna de Lily, y laotra en su espalda, apretándola contra él.
El contacto con el cuerpo de su esposa lo enardeció. Cada vez, era comola primera vez.
El líquido del caldero siseaba, acompañando a los enamorados que serepartían besos profundos. Severus llevaba la miel de la boca, el cuello, y elescote de Lily, a sus propios labios compartiendo esa refinada dulzura deámbar.
Deseo más miel, mucha más
afirmó ella, bajando las manos, tensando asu esposo.
Lilydescendió con lentitud felina hacia su posesión más preciada, entre las piernasde Severus... Tenía las manos llenas de miel, la boca impregnada de miel, y enesa boca las ganas de trazarle caminos calientes y almibarados. Y demasiadopronto, la lujuria de tenerlo, se convirtió en una degustación adictiva de saboresíntimos. Lo mordía suave, pero intensamente; dulce, pero salvajemente,incentivada por su respiración masculina, que la aprobaba entre gemidos quecomenzaban a evidenciarse más y más desesperados. HERRETE | Descúbre su verdadero significado
Elsalón donde él disfrutara las lecciones tantas veces como alumno, regresaba enecos apagados; eran los gemidos de Severus en la penumbra. Jadeos y gemidos deéxtasis y de cierta renunciación. El movimiento de la cabeza de Lily, rítmico einsistente, sin piedad, recibió las manos de él, reteniéndola en el punto de sulocura. Y Severus recordó, no sin malicia, que ambos habían tomado clases en esesitio, y al verse de regreso y sentir que Lily lo acariciaba de aquel modo, letrajo la sensación oscuramente grata de que eso y lo que tenía en mente, erauna experiencia de la que Lily estaba destinada a cumplir, sin poder escapar.
Lanzandoun grito en parte de placer y en parte de dolor por detener la vertiginosacaricia, Severus apartó a Lily suavemente, y con deseo voraz la tomó de lacintura y la alzó hacia él. La sonrisa entre rebelde y sagaz de su esposa, sumirada conocedora de todas y cada una de sus reacciones, le hizo entender queella sabía hasta qué punto lo trastornaba y que eso la complacía, esperando lapróxima jugada.
Severus larecargó en el escritorio, soltándola, no sin antes pasarle las manos ávidamentepor el cuerpo, y tomando la varita, con un breve pero marcado pase, hizo que seabriera su vestido. Los botones que faltaban se soltaron en ese insinuadomovimiento, y el resto se soltó en serie hasta el final de la falda. Larevelación de las curvas del cuerpo de su mujer, la ropa interior, la olafresca de su perfume natural, marearon a Severus de placer, y sin retirarle lavista de encima, con otro pase trajo el frasco del licor de avellanas, al que abrió, llevándolo hacia el escotede Lily, y verter en él parte de su contenido, que resbaló sobre la blancapiel, iniciando otra aventura de riesgo dulce.
Mientrasque los vapores de la poción volvían al ambiente más propicio para esos juegosque bordeaban la locura, Lily tomó la mano de Severus, y la llevó hacia elbroche dorado que sujetaba sus cabellos, para que él mismo lo desprendiera, y alsoltarse la cascada roja y sedosa, elcontempló en ella una expresión aún más peligrosa en su mirada, y el cabellolargo enmarcó el rostro de Lily, de un modo que hacía imposible resistirse a irpor mucho más.
Yoquiero ser la copa de tu licor, Sev
susurró en su oído, y luego reclinó sucuerpo hacia atrás, como invitándolo a que hiciera de ella, lo que le dictaransus ganas.
Elcaldero humeaba, y entre sus efluvios, con firmeza, Severus tomó a Lily por loshombros, besándola, volviendo a paladear los sabores de la poción.
Conmanos sedientas cubrió las cimas de Lily, acariciando su centro con los dedos,en toques facilitados por la humedad de las gotas de licor.
PeroSeverus, embriagado, deseaba beber más, y posando las manos en las caderas desu socia de lujurias, fue dejando besos por su cuerpo, siguiendo la rutairregular del breve río del licor de avellanas. El aroma del caldero impregnabael aire, y él recogía de Lily las gotas de licor con la lengua y con otrosbesos sorbía el líquido convertido en manjar. Así, hundió el rostro entre lossenos de su dama que lo veía hacer, suspirando, para luego verlo descenderhacia su abdomen.
Ya sehabía dado cuenta que ella le atraía más ahora, que en sus tiempos deadolescencia. Erala belleza de Lily, el sabor de la piel, la forma de estar, el cuerpo a mediorevelar por el vestido abierto. Era su presencia de mujer. Arrebatado, casiarrodillado, rodeó las piernas de ella con los brazos y llevó sus deseosardientes en el ala de su lengua, buscando el último reducto del licor deavellanas, bebiéndolo de la piel suave y de aroma un poco más fuerte, delsecreto de Lily, a caricias de llameante sed.
Ella se había vueltouna copa, una copa de fuego perfumado y agridulce, que se entregaba a aquellamagnífica tortura. Permitía que él la bebiera, que la invadiera descaradamente,lo dejaba provocarle placeres inconfesados, inventar licores nuevos que sederramaran en la maestría adictiva de su boca experta. Lily era su pocióncaliente, su elíxir, que ardía al borde del éxtasis. Entonces ella soltó ungemido, echó la cabeza hacia atrás, y su voz se mezcló con los aromas de lapócima que ascendían en vapores de hierbas. Tomó a Severus de los negroscabellos y con un temblor acompañado de un grito entre armonioso y desesperado,le anunció haber alcanzado la cima, por culpa su arte tan oscuro comomaravilloso.
Ahora te quiero dentro de mí... Sí, en elescritorio de la profesoradijo Lily con la respiración entrecortada.
Enardecido, Severus la tomó por la cintura,llevando las manos a su espalda y más abajo, cargándola y subiéndola alescritorio, sin perder un segundo. Su bruja sonriente, jadeante, se recostó. Élla tomó de las rodillas, levantándole las piernas, acariciando sus muslos porla parte inferior y apretándose contra su caliente humedad, para que sintieralos latidos de su tensión, su fuerza, la dureza que ella misma había provocado.
Loco
susurró él Me vuelves loco
¿Qué tan loco? preguntó ella, moviendo lascaderas, frotándose contra él.
¡Tanto como
! Severus la acercó más, tirandode ella por las piernas; se colocó al inicio de la mayor demencia, la que leremordía las sienes ¡Tanto como esto
! pronunció haciéndose hacia adelante.
Severus emitió un grito ronco al verse inmersoen la humedad ardiente de su exquisita partenaire, que le respondió con otrogrito:
Siempre querré esto de ti, mi amor, siemprequerré más de ti
Tú sí sabes lo que me fascina, y te encanta dármelo
Las palabras entre la súplica y la complacencia,motivaban más y más a Severus. Su bruja conocía los conjuros verbales que loconvertían en el ser que entendía que el juego no admitía términos medios.Ellos eran una totalidad, un mundo único.
El líquido del caldero comenzó a borbotear,elevando su temperatura, tanto como el movimiento de las caderas de Lily,acompasadas por el vaivén de Severus, rítmico, voraz, con un calor que leencendió el rostro y lo hizo desear imprimir aún más energía.
Ellos eran lapoción, la poción se había vuelto la manifestación de ellos mismos, de sus deseos.
Ese abrazo, esa mágica mezcla que fusionabalicores y hierbas finas, se fundió con el abrazo total de los enamorados.
El vapor del caldero ascendió blanco como losgemidos de Severus y Lily ascendieron en el aula de pociones, y el líquidohirvió como los amantes, que se veían trastornados, entre jadeos y sentenciasen desvarío
tú eresmía, mi cielo, tú eres mío, mi amor
eso ya estaba escrito en las estrellas yque nunca se te olvide
Y cuando ambos llegaron juntos al sumo placer, enuna danza pasional, en abrazos apretados, la pócima alcanzó el grado máximo,hirviendo, en sublimación de fuego deesencias. Sus vapores fueron un velo tenue que ocultó como un manto de seda, elabrazo de los amantes.
Cuando recobraron la respiración, se apagó el fuegodel caldero, y la cuchara mágica cesó su trazo de círculos regulares. La pócimaestaba lista, con el sello de calidad de sus creadores.
Ambos permanecieron un rato abrazados. Semiraron más allá de los ojos, se dijeron palabras, se escucharon sus suavesrisas de complicidad.
Te amo, Lily.
Yo también te amo, Severus.
Entonces decidieron que volver era una buenaopción, que finalmente cenarían.
Compartieron una ducha en el cuarto privado juntoal aula, y ya nuevamente presentables, regresaron al salón, listos para bajar.
Se llevaron la sorpresa de que, del calderoenfriándose, brotaban algunos brillos rojos como de pequeños astros. Era un fenómeno de buen augurio, parecido ala alquimia.
La pócima resultó excelente, como todo lo quehacemos juntos dictaminó Lily.
Severus alzó una ceja.
Sin dudas
y
si la vendemos en Diagon, será todoun éxito agregó con esa media sonrisa que a Lily se le hacía irresistible.
Ella no supo si él lo decía en serio o si erabroma, pero la hizo reír y le dio un leve golpe en la casaca.
¿Qué llevas ahí? se extrañó al sentir que élguardaba algo en el bolsillo.
Un frasco con la pócima respondió Severus.
Ella se asombró, entendiendo la idea de él.
La noche es joven comentó Severus. ¿No tegustaría comprobar más tarde, los efectos de la pócima?
Por supuesto
tenemos que hacerle un nuevocontrol de calidad
todos los que sean necesarios para chequear el nivel deexcelencia
le respondió.
Sonriendo, dejaron el aula, bajaron los pisos,Lily lo tomó de los hombros y él de la cintura en algunos tramos de laescalera, obsequiándose el mensaje de sus ojos al admirarse mutuamente.
Cerca de la puerta del bullicioso Gran Comedor,donde ingresarían, perfectamente serios y formales, notaron el color de lanoche, en contraste con el ambiente rojizo creado por la pócima.
El viento soplaba, y más allá, las torres delcolegio y la arquitectura de roca, brillaban tenues, a merced de la luz lunar del cuarto creciente, rodeado de diminutas estrellas.
No había notado el color de la noche consideróél.
Lily asintió. Sus ojos se encendieron,conmovidos. También admiró la hora. Ambos habían aprendido hacía mucho, quecompartían la misma magia.
De noche, el aire y el amor toman un color azul dijoella.
Los coautores agradecemos su lectura y losinvitamos a ver comentarios a este OS y el fic anterior, en:
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Una pócima de pasión - Potterfics, tu versión de la historia
En el salón de Pociones,iluminada por algunas velas ya que la luna cuarto creciente -que pronto sevolvería un perfecto medallón plateado-, aportaba su tenue
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2024-09-23
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