Vida por Vida - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Vida por Vida

No se terminaba de explicar como había terminado allí, quérazón o sinrazón lo había impulsado a escaparse por unos momentos de su vilseñor para presentarse frente a aquel lugar. La casa seguía igual que comohabía sido antaño, la misma imagen hogareña; pero el aire ya no era cálido enaquel alrededor y el monumento a sus dos amigos caídos allí, opacaba todos losrecuerdos bellos que había tenido y habría podido obtener.

Inundado en aquella melancolía, una ola lo envolvió. Unachispa en sus ojos reflejose en su nueva mano de plata al recordar uno deaquellos bellos momentos junto a quienes habían sido, alguna vez, sus mejoresamigos. Sin pensar, solo sintiendo, oyó y revivió uno de aquellas reliquias queatesoraba en el fondo de su alma.

 

La risade James había invadido las paredes, como siempre, y el eco de la carcajada de Sirius la volvíaaún más contagiosa. Remus trataba de reprimir la sonrisa que se le escapaba delos ojos. Aún en aquellos tiempos difíciles se daban el lujo de bromear. Enesos tiempos donde juntarse simplementea hablar podía llegar a ser un riesgo; ellos, como si nada, podían disfrutardel reír, del conversar, del recordar con emoción en la mirada
era algo por loque nunca dejaría de admirarlos.

Peroaquel día en particular se había grabado en su memoria no solo por la calidez queimplicaba ser un merodeador. Esa misma tarde, de Diciembre de 1979, su azabacheamigo los había reunido especialmente con un semblante aún más radiante, si eraposible, que el que portaba el día en que se convirtió en esposo de Lily.

Laconvocatoria había sido en un pequeño bar cercano a su casa en el Valle deGodric, donde solían juntarse para no perder la ya inculcada costumbre decontarlo todo. Sin preguntar ni anunciar, tras algunas bromas o recuerdos de las hazañasmerodeadoras en Howarts, James pidió al tabernero una botella del mejorchampaña que tuviese. Luego de pagarla, bajo la curiosa mirada de sus tres mejores amigos, pidió cuatro copas ysirvió minuciosamente la bebida en cada una. Con la misma parcimonia tomó cadauno de los recipientes de cristal, con una sonrisa de ansiedad la entregó acada merodeador, para luego ponerse de pie y levantar el suyo en alto.

- Amigosmíos, hermanos de mi alma, de los mejores que nunca podré encontrar - comenzó,generando distintas respuestas en cada uno. Remus sonrió con disimulo tratandode adivinar lo que diría; Sirius dibujó un inquisitivo gesto en sus ojos,absteniéndose de comentar nada; y él, con aquel mínimo comienzo ya tenía elcorazón tibio de poder pertenecer a esos tres héroes que eran sus amigos, susmejores amigos - Quiero que sepan que a pesar de todo, de esta condenada guerraque se está gestando; gracias a ustedes y Lily soy mucho más que feliz, si esque se puede - Pausó, pero antes de que ninguno se atreviese a contestar,continuó nuevamente con esa chispa especial en los ojos - Esa es una de lasmejores razones que existen para brindar, pero hoy hay algo más por lo quelevantar las copas - tragó saliva y dedicó una profunda mirada a cada uno - Porque,amigos míos, yo James Potter, Cornamentapara mis allegados, voy a ser papá.

Unsilencio se alzó entre los cuatro nuevamente. En su mediocre mente, recreó conclaridad cada una de las reacciones en las que aquel discurso había concluido.

 

Siriusfue el primero en romper la quietud al acercarse a James y abrazarlo con fuerza, con el alma en los pies.Luego, para desembarazarse del memento, soltó comentarios como "Veo que conLily no han perdido el tiempo" o "Qué emoción, un pequeño Cornamenta encamino". Pero las palabras salían tan intrincadas de su emocionada boca quenunca se sabría todo lo que dijo o pudo haber dicho, aunque claro estaba lo quetenía para expresar.

Remus,por su parte, sin poder borrar la sonrisa de su boca ni de sus ojos, se levantóa dar una palmada a James y lo felicitó, opacando su típica sobriedad. Lainmensa alegría por la inminente noticia pintaba al hombre lobo de pies acabeza.

Y él,finalmente, tratando de enjuagarse los ojos, se aproximó a uno de sus amigos delalma y lo envolvió en sincera alegría. James lo abrazó con fuerza y agradeciósu felicidad, su empatía con aquel momento tan especial y particular.

Ese abrazo, junto a su pícara mirada llena de alegría yemoción, era el recuerdo más puro que tenía Peter Pettigrew de James Potter ensu corazón. Un recuerdo que no querría borrar ni arruinar jamás.

Extrañaba todos los días aquellos tiempos de paz y calidezdonde había personas que lo estimaban y querían, que creían en él. Aquelhermoso pasado que consiguió desde sus once años al ser seleccionado enGriffindor, la casa de los valientes
una gran ironía, pensaba parasí. Porque si en realidad hubiese tenido el coraje de enfrentar sus miedos yponer por encima de todo a esas personas que a pesar de su mediocridad siemprelo quisieron, las cosas hubieran sido muy distintas. Si realmente hubiese sidovaliente como esos tres amigos que lo protegieron de las burlas, que leenseñaron más de lo que nunca nadie se hubiese podido imaginar que el fuera aaprender, quizá ellos seguirían orgullosos de él. Pero la realidad y la verdadestaban demasiado lejos de lo que "hubiese podido ser". Todos sobre el antiguo egipto

Unas lágrimas se escaparon de sus ojos y se arrastraron porsu puntiaguda y prominente nariz al recordar las palabras que James alguna vezle había dicho, para subirle el ánimo en uno de esos días en los que se sentíapor debajo de cualquiera y menos preciado:

- Déjate detonterías y escúchame bien - lo había mirado a los ojos con una seriedad pocasveces vista en Potter - Tú eres tan bromista como nosotros, tan valiente comonosotros; y aún más importante, eres tan merodeador como nosotros. Así que dejade lagrimear y compórtate como lo que eres.

Pero Cornamenta se había equivocado. Él no fue, ni era, lamitad de lo que eran ellos tres. Era una rata cobarde y repulsiva que, pormiedo, había entregado a la muerte a quién primero confió en él, quién habíacreído tanto en su nobleza y amistad que lo había elegido para guardar elencantamiento Fidelius. Pero lo peor fue que no le alcanzó demostrar sucobardía solo con eso. Sino que tras haber muerto Cornamenta y su hermosaesposa, tras haber dejado huérfano a Harry Potter, lo privó de su padrino. Le tendióuna trampa a su otro amigo, Sirius Black, para desaparecer e inculparlo a él desus crímenes, de sus errores. Para poder tener una longeva vida de rata, decobarde. No merecía llamarse humano.

Al volver a sentir en su cuerpo todas esas imágenes, susrodillas se habían vencido, su mirada desmoronado junto a todo el pasado.Arrodillado allí, frente a el que había sido el hogar de los Potter, tuvo porprimera vez la valentía de arrepentirse, de sentirse tan culpable como lo era.Ya no existían justificaciones, él había sido débil y despreciable, unmentiroso y un traidor.

Al caer en la cuenta de todo aquello la gran espina quecontaminaba su corazón se liberó, dejando a su paso una herida abierta ysangrante que nunca podría curarse. Era demasiado tarde como para pedir perdón.James y Lily, incluso Sirius, habían muerto. La segunda guerra mágica estaba apunto de comenzar y él, con su mano de plata contaminada y repugnante, se encontrabadel bando de la bajeza como el siervo cobarde y sumiso del Señor Tenebroso. Yano podía hacer nada.

Con lentitud volvió a ponerse de pie y levantó la vistahacia las estatuas sin poder evitarlo. Recorrió con sus ojos cada recoveco dela imagen hasta posarse finalmente en el pequeño bebé, en Harry. El recordar alchico algo del peso de su corazón se alivianó. Ese niño, al que le había arrebatadotanto, tuvo la fortaleza de sobreponerse a tanta carencia para convertirse enun héroe; para ser dueño de una nobleza tan grande al nivel de ser capaz deayudarlo a él, el causante de la muerte de sus padres y su gris infancia. Jamesy Lily, sin lugar a duda estarían orgullosos de que su hijo pudiese ser luz apesar de toda la oscuridad que siempre lo rodeó.

Tras esa reflexión algo en él se iluminó y comprendió quenunca era demasiado tarde como para arrepentirse. Cayó en la cuenta de que lamisma cobardía que lo había dominado tantas veces, lo volvía hacer mientras semantuviera donde estaba. Que la comodidad de darse por perdido era mayor a lanecesidad de tratar de cambiarlo. Y por primera vez desde la muerte de James,sintió la necesidad de no doblegarse ante ello, de luchar por quien debía hacerlo. Decidió queayudaría a Harry Potter como pudiese, que colaboraría de alguna manera paraevitar que Lord Voldemort lograra su cometido. Se prometió así mismo no volvera acobardarse y devolver a sus seres amados algo, por insuficiente que fuese,de lo que él había arrebatado.

Por eso, aquella tarde de 1997, Colagusano pudo mirar defrente el mayor de sus errores y enfrentarlo. Por eso, Peter Pettigrew muriópagando sus errores como un valiente. Murió dando la vida por Harry Potter, sinsaber ni esperar que del otro lado de la muerte Cornamenta estaría aguardándolocon los brazos abiertos.

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2024-09-13

 

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