Volviendo a enamorarme de ti: De cómo Rose presentó a Scorpius a sus padres y cómo éste consiguió salir ileso - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Scorpius no dejaba de tocarse la corbata. Esa nochepasaría una prueba de fuego: iba a conocer a los padres de Rose. No podía estarmás nervioso. Su novia lo observaba sonriendo, mientras el tren muggle en elque iban se deslizaba rápidamente por las vías. Había conseguido convencerlo deque si llegaban en un transporte muggle, empezaría a ganarse el favor de suspadres. La cena con los Malfoy, en la que ella fue presentada como la noviaformal de Scorpius, no fue tan mal. Al principio se había notado ciertatensión, pero de ninguna manera los Malfoy habían sido descorteses con ella. Lacena había sido tranquila y al final había conseguido con su locuacidad, hacerreír a la señora Malfoy. Ahora era el turno de Scorpius. Sabía que su madresabría controlar su primera impresión, y comportarse de un modo amable con él.Sin embargo, su padre era harina de otro costal. Podía visualizar a laperfección qué cara se le quedaría cuando entrasen por la puerta. Recordó loque le dijo en el andén nueve y tres cuartos la primera vez que vieron aScorpius con sus padres.

 

-Así que ese es el pequeño Scorpius- murmuró Ron-.Asegúrate de superarlo en todos los exámenes, Rosie. Suerte que has heredado lainteligencia de tu madre.

-Haz el favor, Ron- protestó Hermione, entre severa ydivertida-. ¡No intentes enemistarlos antes incluso de que haya empezado elcurso!

-Tienes razón; perdóname- se disculpó Ron, aunque nopudo evitar añadir-: Pero no te hagas demasiado amiga suya, Rosie. El abueloWeasley jamás te perdonaría si te casaras con un sangre limpia.

Rose se rió. ¿Qué cara pondría ahora el abuelo Weasley sipudiera verla? Seguro que se alegraría de verla feliz. Scorpius era sufelicidad, lo tenía claro.

-¿De qué te ríes?- preguntó Scorpius, mirándola con unaceja levantada.

-De ti, tonto- mintió ella, levantándose y sentándose asu lado. Le recolocó la corbata y agarró sus manos-. Estáte quieto de una vez,Scor. Va a ir muy bien. No tienes por qué estar nervioso.

-¿Ner... nervioso, yo? Por favor, estás hablando conScorpius Malfoy. Yo nunca me pondría nervioso con algo así.

-¿En serio?- preguntó Rose con retintín, subiéndole porle brazo con dos dedos, imitando a una hormiga.

Scorpius puso un gesto derrotado y se encogió de hombros.

-Puede que esté un poco... intranquilo. Sí, eso es,intranquilo es la palabra.

Rose rió con más fuerza que antes, dándole un suave besoen la mejilla.

-No te preocupes. Lo vas a hacer genial. Tengo plenaconfianza en que sabrás enamorar a mi familia como... como me has enamorado amí.

El chico la miró con una sonrisa y frotó su nariz con lade ella. La encontraba preciosa, muy distinta a como era cuando estaban enHogwarts, pero tan increíble como en aquellos momentos...

-Te quiero, Rose.

-Y yo a ti, Scorpius- respondió la chica, apoyando lacabeza en su hombro.

Y así fueron el resto del trayecto hacia la casa de Ron yHermione Weasley.

Ronald Weasley paseaba nervioso por la habitación. Desdeque su mujer le había dicho lo que ocurriría esa noche, no podía parar demoverse por toda la casa. Hermione estaba harta.

-¡Ronald! ¿Te importaría estarte quieto de una vez?

El pelirrojo no la escuchó. Continuó paseando mientrasmurmuraba cosas en voz baja.

-¿Se puede saber qué estás diciendo?- le preguntó denuevo Hermione, ofuscada.

 

-... Enamorada... ¿Cómo puede estar la niña enamorada? ¿Yquién será el mastuerzo que...?

-¡Ron!

El hombre paró en seco ante el grito de su mujer.

-¿Qué pasa, Herms?

-¡Que te sientes de una vez, eso es lo que pasa!

Ron volvió a su sillón, avergonzado. Hermione suspiró.

-¿De verdad no te ha dicho la niña nada de ÉL?- volvió ahablar Ron, moviendo la rodilla compulsivamente.

-Te lo he dicho ya mil veces. Rose sólo me dijo que seríauna sorpresa, y que fuéramos corteses con él.

-A mí, primero preséntamelo. Después ya decidiré yo cómotratarlo.

-Bajo ninguna circunstancia te voy a permitir quearruines la cena de tu hija mayor, Ronald.

-No es esa mi intención. Yo sólo quiero protegerla de losbabosos cualquiera que se pegan a ella como lapas.

-Estoy segura de que nuestra hija habrá hecho una buenaelección. No creo que los "babosos cualquiera" entren dentro de susposibles pretendientes.

Ron bufó, acelerando su movimiento de rodilla.

Scorpius y Rose permanecían parados en la verja deljardín. El chico se había quedado paralizado nada más vislumbrar la casa. Rosehabía intentado tirar de él hacia la puerta de entrada, pero no había habidomanera.

-Vamos, Scor...

-¿Y si no les caigo bien?

-Tonterías. Vas a entusiasmarlos.

-¿Y si tu padre desea matarme por no considerarme un buenpartido para ti?

-Lo detendré. ¿Crees que dejaría que te pasara algo? Sien algún momento la cosa se pone desagradable, nos marchamos y ya está.

-No sé...

-Scor- dijo Rose, cogiendo la cara del chico entre lassuyas y obligándolo a que la mirase-, ¿tú me quieres?

-Claro que te quiero. ¿Por qué me preguntas eso?

-Pues ya está. Si me quieres de verdad, mis padres sabránverlo y te apreciarán por ello.

El chico suspiró.

-Está bien... Entremos, entonces.

Los dos echaron a caminar hacia la puerta principal delchalé dados de la mano.

-Bueno, quizá no sea tan malo al fin y al cabo, ¿no?-decía Ron, más para autoconsolarse que para entablar una conversación conHermione.

-¿Ves? Ésa es la actitud. Ahora sólo tienes que estarcalmado y...

DIIIIING DOOONG.

-Deben de ser ellos- comento Hermione, levantándose aabrir la puerta.

Tras un segundo de meditación, Ron fue tras ella. Estuvoa punto de chocarse contra su hijo Hugo, un par de años más pequeño que Rose,que había bajado precipitadamente las escaleras al oír el timbre.

-¡Joder, Hugo! ¡Mira por dónde vas!

-¡Ha sido culpa tuya, papá!

-Chist- los calló Hermione.

Un segundo después, llevó la mano al picaporte y abriócon expectación.

Después de llamar al timbre, Scorpius había cerrado losojos. Intentaba controlarse para que no lo embargara el pánico que realmentesentía ante esta situación. Cuando la puerta empezó a abrirse, juró ir derodillas peregrinando a Dumstrang si la cosa salía bien. Un ligero apretón enla mano que tenía agarrada por Rose le hizo abrir los ojos. En el umbral pudover a una sonriente (y guapa) Hermione, esperando para darles la bienvenida.Rose corrió a abrazarla.

-Hola, mamá.

-Hola, cariño. ¿Qué tal todo?

-Muy bien. Por fin hemos llegado. ¿Podemos pasar?

-Sí, claro, adelante.

Y dicho esto se apartó de la puerta para dejarlos entrar.Scorpius notó que se había quedado mudo nada más atravesar el umbral. La casaera muy acogedora. Había un paragüero al lado derecho de la puerta, queterminaba en un suelo de parqué oscuro pulcramente barnizado. Había unasescaleras a la derecha que, Scor supuso, conducirían a las habitaciones, y unapuerta a la izquierda que se abría en un hermoso salón comedor. El chico tragósaliva. Ya no tenía escapatoria. Rose vio a su padre al lado de la puerta ycorrió a abrazarlo a él también. Por el camino, le desordenó el pelo a Hugo,diciéndole un animado: ¿Qué pasa, enano?
Ron vio a su hija acercarse a él, pero no podía dejar de observar a surubio acompañante. Le resultaba tremendamente familiar...

 

-Hola, papá.

-Hola, cielo. ¿Todo bien?

La muchacha se separó de él y lo miró a los ojos. Lossuyos estaban brillantes.

-Sí, muy bien- respondió, asintiendo con la cabeza.

Después de haber saludado a su familia, se volvió haciaScorpius y caminó a su lado. Una vez estuvo junto a él, adoptó un tono solemney dijo:

-Papá, mamá... Quiero presentaros a alguien. Es unapersona muy importante para mí y quería que lo conocierais. Bueno... Éste esScorpius. Scor- añadió, refiriéndose a él-, mi madre Hermione, mi padre Ronaldy, bueno... A Hugo ya lo conoces.

-En... encantado- contestó el chico con la boca seca.

Rose no habría sabido decir cuál de las cuatro caras eramás cómica. Scorpius temblaba, esperando un veredicto. Hugo tenía cara de"ya lo sabía". Hermione intentaba sonreír, pero sólo le salía unamueca nerviosa. Y Ron... Bueno, la cara de Ron era prácticamenteindescriptible. Tenía la boca semiabierta, y un párpado le temblabaviolentamente. El color de su cara había pasado del blanco rosado que solíatener a un tono amarillo ceniza, y parecía que hacía grandes esfuerzos porcontrolarse. Por suerte, Hermione se recuperó de su primera reacción enseguiday, dirigiéndose a Scorpius, dijo:

-Es un placer conocerte, Scorpius.

El chico soltó el aire que tenía contenido en lospulmones desde que dijera "encantado" y sonrió con sinceridad. Tomóla mano que la madre de Rose le ofrecía y la besó con cortesía. No por nada eraun Malfoy.

-Lo mismo digo, señora.

-¡Ay, no me trates de usted, por favor, que no soy tanmayor! Llámame Hermione- dijo la mujer, sonrojada por la caballerosidad delchico, y yendo al lado de su marido y dándole un suave toque en el brazo paraque reaccionara-. Ron... Ronald... ¿No vas a decir nada?

La cara de Ron había empezado a ponerse colorada. Parecíaque se estaba atragantando.

-Tú...- masculló entre dientes- ¿Cómo has podido...?

Miraba a Rose con rabia.

-¿A qué te refieres, papá?- preguntó Rose, dando un pasohacia delante.

-Tú... con un Malfoy... Nunca lo aceptaré. ¡Nunca!

Hermione lo sujetó del brazo con fuerza.

-Cálmate, Ronald. ¿Por qué no le das una oportunidad alchico?

-Hermione, es el hijo de Draco Malfoy, el mismo que tellamaba sangre sucia, ¿recuerdas?

-Él no tiene por qué ser como su padre.

-Por supuesto que sí. Esas cosas se heredan.

Rose dio otro paso hacia delante, furiosa. Se lo habíatomado mucho peor de lo que imaginaba. No se le hizo justo que Scorpiusestuviera pasando ese mal trago por la idiotez de su padre. Le vio ponersepálido y menguar a su lado.

 

-No estoy de acuerdo- chilló Rose, acabando con ladiscusión de sus padres-. Si eso fuera cierto, yo sería una estúpida que no vemás allá de sus narices.

Ron se quedó frío. Nunca jamás Rose le había hablado deesa manera. Y ahora lo estaba haciendo por un Malfoy. Su enfado aumentó. Lamuchacha continuó hablando.

-¿Sabes cómo me recibió ese hombre al que tanto criticas?Pues me besó la mano y me dijo que era bienvenida a la familia. Después tuvimosuna cena tranquila y agradable. ¿Cómo es que no supuse que lo estropearíastodo?

-¡Basta ya, los dos!- exclamó Hermione, poniéndose entrepadre e hija-. Estamos dando un espectáculo lamentable delante de Scorpius. YRose tiene razón, Ron: No puedes prejuzgar a alguien por cómo sean sus padres.

-¿Pero has visto cómo me ha hablado la niña, Herms?

-Te lo merecías, y punto. Ahora, vayamos al comedor, quela cena está casi lista. Disculpa esta escena, Scorpius.

-No... no pasa nada- contestó sin voz el chico.

Ron y Hugo se perdieron por la puerta de la izquierda, yRose y Scorpius se quedaron solos en el descansillo. La chica empezó acolocarle la corbata. Scorpius pudo ver que los ojos se le habían llenado delágrimas.

-Hey, ¿qué pasa?

-Siento... siento lo que ha... pasado- dijo la chica,sollozando.

-No tiene importancia, Rose. De algún modo, me loesperaba.

-Pero es que no sé por qué se ha puesto así. Tú no erescomo tu padre, al igual que yo no soy como el mío.

-Ya lo sé. Y creo que él... Bueno, también lo sabe. No tepreocupes, Rose. Al fin y al cabo, tú eres su única hija. Es lógico que intenteprotegerte.

-Pero...

-Chist, ya está. Vamos al salón con los demás. No quierotensar más las cosas, ¿de acuerdo?

Rose asintió, mientras Scorpius le secaba las lágrimascon delicadeza con su dedo pulgar. Le sonrió con sinceridad y lo besólentamente en los labios.

-Gracias- susurró, una vez que se hubo separado de él.

Ambos entraron en el salón-comedor. Ron y Hugo ya sehabían sentado a la mesa, y en esos momentos aparecía Hermione con una bandejade asado y unas manoplas de cocina.

-Venga, sentaos, que esto se enfría.

Lo que de verdad deseaba Rose que se enfriase era elambiente. Su padre seguía con la misma cara, aunque no dijo nada. Ladisposición de las sillas fue la siguiente: Ron presidía la mesa; a su ladoizquierdo estaba sentado Hugo; a su derecha se sentó Rose y al lado de ésta,Scorpius. Por último, Hermione ocupó el sitio frente a su marido. Antes denada, sirvió. Cuando todos tuvieron su ración en el plato, empezaron a comer ensilencio. Rose miraba a todos los miembros de su familia, pero ninguno abría laboca salvo para comer. Por fin, Hermione se decidió a hablar.

-Bueno, ¿y cómo os conocisteis?

-Pues...- empezó a decir Rose- La verdad es que nos tocóen la misma casa, y siempre hemos sido amigos. Nosotros dos y Albus Severus.

-¿En serio?- preguntó Hermione, sorprendida. Acto seguidose dirigió a Scopius-. ¿Te mandó a Gryffindor el Sombrero Seleccionador? Ratones para gaming

-Así es- respondió Scor, sonriendo-. A mi padre estuvo apunto de darle un infarto.

-Me imagino la cara de Malfoy cuando se enterara- comentóRon con sorna.

Hermione lo miró de forma reprobatoria y continuó,ignorando el último comentario de su marido.

 

-Pues qué raro que no te conozcamos hasta ahora... ¿Porqué no lo habías traído antes, Rosie?

-¿Para qué? ¿Para que papá lo despellejase vivo?

-Tu padre...- dijo Hermione, mirando a Ron a modo deadvertencia- ha estado muy estresado últimamente, Rosie. Ten en cuenta que paranosotros ha sido una sorpresa enterarnos de que tienes novio y...

-Ya, mamá, si eso lo entiendo... Pero no es para que papáse ponga hecho un energúmeno.

-Rosie- se inmiscuyó Ron-, entiende que me hayadescolocado... Es el hijo de Malfoy. No sé si podré superarlo.

-Papá- dijo Rose con autoridad, mirando a su padre a losojos-, la novia de Scorpius soy yo, no tú. Así que no veo el motivo de tantareticencia. Ahora, ¿podríamos seguir disfrutando de la cena sin discutir más?

Ron se dio cuenta de que su actitud estaba entristeciendoa su hija, y eso le dolía profundamente. Por ello, intentó entablar unaconversación con Scorpius, aunque le repateara las tripas que fuera hijo dequien era.

-Así que en Gryffindor, ¿eh?- dijo, con un tono como de queno le daba mayor importancia a su comentario-. ¿Y qué tal has acabado Hogwarts?

-Bueno...- titubeó- La verdad es que no puedo quejarme.Los ÉXTASIS me han ido mejor de lo que esperaba y...

-¿Y a qué tienes pensado dedicarte en un futuro? Porquesupongo que tendrás las miras abiertas a encontrar un buen trabajo para poderhacer feliz a mi hija.

-¡Papá!

-¡Ronald!

-No, no importa- contestó Scorpius, mirando a Rose-.Entiendo que me lo pregunte, pero no se preocupe. Mi familia tiene suficientedinero como para poder darle a Rose todo lo que necesite.

-¡Claro, ya salió el dinero de los Malfoy! Cómo no...

-Papá, tú le has preguntado. No le eches la culpa tambiénde que su familia tenga dinero, por favor.

Ron apretó los dientes.

-Entonces, ¿piensas dedicarte a vivir de las rentas comoun marquesito o puedo esperar de ti que tengas un trabajo decente?

Rose metió la cabeza entre las manos, pensando que supadre era un caso perdido.

-No sé lo que es para usted un trabajo decente, señor-contestó Scorpius muy despacio-, pero puedo asegurarle que no tengo la menorintención de vivir de mi familia. Se me dan bien las criaturas mágicas, y quizáme dedique a estudiarlas. Me interesan particularmente los dragones rumanosy...

Ron se imaginó a Scorpius junto a un Colacuerno Húngaro ysonrió. Se le iba a quitar rápido esa palidez que caracterizaba a los Malfoy.

-Así que dragones...

-Quizá podríamos decirle al tío Charlie que lo llevasecon él una temporada- intervino Hugo, que no había dicho nada en todo el ratoque llevaban sentados.

Ron ignoró el comentario de su hijo.

-¿Y tienes pensado algo más o esa es tu única opción?

-Bueno...- miró a Rose sonriendo- Me han ofrecido unaplaza en el equipo de quidditch de los Chudley Cannons y...

-¿Qué?

Ron se había quedado con la boca abierta. Hermione miróde modo cómplice a Rose. Scorpius había dado en el clavo juntando dos palabrasque para Ron tenían un significado especial: quidditch y Chudley Cannons.

-Sí, por lo visto... Bueno, parece que su guardián hatenido serios problemas con una mano y está pensando retirarse. De ser así, miplaza estaría casi asegurada.

-Scorpius ha sido guardián del equipo de quidditch deGryffindor desde segundo- añadió Rose a modo de explicación-. Es muybueno.

 

Ron no salía de su asombro. ¿Cómo iba el hijo de su mayorenemigo a formar parte de su equipo de quidditch predilecto? Eso era tancoherente como decir que su amigo Harry iba a dejar a Ginny para casarse conMyrtle la Llorona.

-¿Estás hablando en serio?

-Claro que sí, papá. Yo ya le he dicho que acepte, quelos Cannons van a empezar a remontar si él está en el equipo, pero no terminade decidirse.

Ron miró de nuevo a Scorpius como si fuera el ser másidiota sobre la faz de la tierra.

-¿Y qué demonios tienes que pensar? ¡Son los ChudleyCannons! Que alguien le pegue una colleja de mi parte, por favor.

-No lo puedo decidir tan a la ligera, señor. Si aceptara,tenga en cuenta que me vería obligado a estar fuera de casa con bastantefrecuencia, y eso me alejaría de Rose. No sé si me merecería la pena.

Ante semejante respuesta, Ron no pudo replicar. Quizá alrubito ese de pacotilla de interesara su hija de verdad. Rose le acarició lamejilla a su novio, mirándolo con ternura. Él le devolvió la mirada, y cuandosus ojos chocaron, sintió que lo que había a su alrededor desaparecía. ¿Qué másdaba que el padre de Rose no lo soportara? Él iba a pelear por ella con uñas ydientes, demostrándole a todo el mundo que era perfectamente digno de ella. Aél no le iba a pasar lo mismo que a Albus Severus, que en esos momentos sededicaba a caminar por el mundo como un autómata. Desde la boda de Myriam conThomas Mortvelod, parecía otra persona.
La voz de Hermione lo devolvió a la realidad.

-¿Tienes alguna queja ahora, Ron? No muchos habrían dadouna razón como la que nos ha dado él para no fichar por un famoso equipo dequidditch.

Ron emitió un sonido de conformidad, a la vez que lapareja sonreía.

-¿Y dices que has sido guardián del equipo del colegiodesde segundo año?- preguntó el padre de Rose, mirándolo fijamente.

-Sí, señor. Y sólo porque los de primero no pueden formarparte de los equipos...

-¿Recuerdas, Herms, que con Harry se pasaron esa normapor el forro?- lo interrumpió Ron, mirando a su mujer-. Todavía recuerdo sucara (y la tuya) cuando se subió en la escoba para ir a por Malf...- se callóde pronto.

Esta última frase provocó un silencio incómodo. Para Scorpius,se trataba de su padre, pero también consideraba que eran cosas de críos, y siquería formar parte de la familia "Weasley", tendría que iracostumbrándose a esas bromas desde ya.

-Sí, algo me contó mi padre sobre eso... Recuerdo cómo sele hinchó la vena del cuello al hablarme del padre de Albus Severus.

El comentario provocó las carcajadas de Ron, lo quesorprendió a todas las personas que estaban en la mesa, empezando por el propioRon.

-Discúlpame, pero no puedo evitar reírme al imaginarme atu padre así... ¿Y cómo reaccionó cuando te pusieron en Gryffindor?

-¡Papá!- exclamó Rose.

-Siento curiosidad, Rosie, cariño.

Scorpius se lo pensó un momento.

-Mmm... Primero puso el grito en el cielo. Creo recordarque habló de desheredarme y de mandarme a criar escorbutos a la SiberiaOriental, pero luego... Bueno, luego acabó aceptándolo. Vio que mis notas semantenían y no pudo poner queja.

-Me imagino su cara...

-Sí, un poema... Fue más o menos como la que ha puestousted cuando Rose nos ha presentado- podía aceptar que se rieran de él, peroDraco era su padre, al fin y al cabo. Quería dejar claro dónde debía estar ellímite de las burlas.

 

Hermione percibió la indirecta y lanzó una significativamirada a Ron. El padre de Rose se fijó en la mirada de su esposa, pero decidióseguir picando un poco más a Scorpius. Quería saber hasta dónde era capaz deaguantar.

-Tú no entrarías en el equipo de quidditch como tu padre,¿no? Quiero decir, no tuviste que regalarles escobas nuevas a todos losjugadores, ¿verdad?

Scorpius apretó los dientes de un modo casiimperceptible.

-Entré por mis propios méritos, señor Weasley, eso puedoasegurárselo.

-Es bueno saberlo... Por lo menos me aclara que tú no vaspor ahí comprando a la gente.

-¡Papá, ya está bien!- exclamó Rose, poniéndose en pie ydando un golpe en la mesa-. ¡No tienes ningún derecho a hablarle así aScorpius! ¿Es que nunca vas a perdonar los errores de juventud del señorMalfoy? Por favor, papá, madura un poco... El señor Malfoy no me habló de ti nide mamá ni una sola vez durante toda la cena.

-Haz el favor de escuchar a tu hija, Ronald. No has hechomás que decir tonterías desde que empezamos a cenar. ¡Cómo se nota que fuistede Gryffindor!

-¿Ah, sí? ¿Y por qué?

-Porque tu maldito orgullo te hace incapaz de perdonar aDraco Malfoy. ¡Nuestra hija está enamorada! ¿Es que no eres capaz de ver másallá de tus grandes narizotas?- en esos momentos, su madre le pareció a Rosemás que nunca la abuela Weasley.

Ron se quedó con la boca abierta ante la réplica de sumujer.

-Pero Herms, cariño...

-¡No, ni Herms ni cariño ni hipogrifo frito! ¡Creceya, Ronald Weasley!

Hugo empezó a reírse. Sus padres se giraron hacia él consorpresa.

-¿Te hace mucha gracia, Hugo?- preguntó Ron, al que se lehabían puesto las orejas coloradas.

-Sí... Mamá y tú... os parecéis mucho... a la abuelaMolly y... al abuelo Arthur... Es como si pudiera verlos- contestó Hugo entrerisas.

Rose empezó a reírse también, y Scorpius la siguió. Alfinal, acabaron todos con lágrimas en los ojos de la risa.

-Vale, vale... Lo he entendido, cariño- respondió Ron,secándose los ojos con el dorso de la mano-. Lo siento, Scorpius.

-No pasa nada, señor Weasley. Todos nos hemos comportadode un modo incorrecto esta noche.

-Todos, salvo Hugo- aclaró Rose, mirando con una sonrisaa su hermano menor-, que ha estado callado para intervenir en el momento másoportuno con una de sus famosas frases.

-Ironía Ravenclaw, ya sabes- dijo Hugo, hinchando elpecho con orgullo.

Volvieron a reír todos.

La puerta principal se abrió. Por ella salieron Rose yScorpius dados de la mano, que se dieron la vuelta en el umbral.

-Muchas gracias por la cena, señora Weasley. Estaba tododelicioso.

-Ha sido un placer, Scorpius. Gracias por tu pacienciacon mi... marido. Él es así, pero al final se le coge cariño.

-¡Te he oído!- dijo Ron, apareciendo por detrás de sumujer-. Bueno, me alegro de haberte conocido, Scorpius- añadió, extendiendo subrazo hacia el novio de su hija.

Scorpius se la estrechó, y sintió que Ron tiraba de élhacia su persona.

-Pero como se te ocurra hacerle daño a mi hija...

-¡Papá!

-¡Ron!

-Era una broma, una broma- se excusó él, mientrasHermione lo empujaba para que se pusiera detrás de ella.

-Lo dicho- comentó la mujer-, un placer. Ven a cenarcuando quieras, pero avísame con tiempo para tener atado a Ronald... ¡Ay!

Ron acababa de darle un suave pellizco en el costado.Después la abrazó por detrás, cruzando sus brazos por la tripa de Hermione, yapoyó la cabeza en su hombro.

-Pasároslo bien esta noche, chicos- dijo la mujer,acariciando las manos de su marido.

-A ver qué hacemos, Rosie- comentó Ron con una ceja levantada.

-Nada, papá, no te preocupes.

Rose se adelantó y besó a sus dos padres. Acontinuación volvió junto a Scorpius.

-Nos vamos- concluyó, tirando de Scorpius.

-Adiós- se despidió el chico con una sonrisa.

Los padres de Rose respondieron con amables despedidas ydespués cerraron la puerta. Rose y Scorpius se alejaron de la casa y caminaronen silencio hasta llegar al andén del metro. Entonces, la chica se puso frentea su novio y lo miró a los ojos.

-Bueno, ¿qué tal?

Scorpius se mantuvo serio.

-¿Tan mal ha ido?

-Ha sido horrible, Rose.

La chica bajó la cabeza y se miró los zapatos.

-Quizá era demasiado pronto para...

Scorpius la abrazó de golpe.

-Tonta...- le susurró al oído-. Sólo bromeaba. Me lo hepasado muy bien. Ha sido... diferente.

Rose le dio un golpe en la espalda, sin separarse de él.

-¡Ay!

-Te lo mereces por tomarme el pelo.

-Si tengo suerte- comentó Scorpius, separándose de ella-,no será el pelo lo único que te "tome" esta noche.

Rose se mordió el labio y empezó a golpearlo suavementeen el pecho.

-¡Pervertido! Eso es lo único que quieres de mí, ¿eh? ¿Ydespués qué? ¿Me vas a pagar, encima?

-Encima, y debajo, y en todas las posturas que quieras...

-Te odio, Scorpius.

El chico la cogió y la abrazó, llenándola de besos. Lagente del metro los miraba de un modo extraño, algunos con una sonrisa, otroscon fastidio provocado por la envidia. La pizpireta pareja continuó abrazándosehasta que Scorpius dijo:

-Pues yo te quiero. Te quiero muchísimo, Rose.

La chica sintió que las piernas se le habían hecho demantequilla y que iba a derretirse allí mismo. Los pálidos ojos azules deScorpius y su voz la atravesaron.

-Yo también te quiero a ti. Aunque a veces me hagas derabiar... no puedo evitar quererte.

El chico se inclinó entonces sobre ella y la besó,mientras sus brazos rodeaban su cintura y la pegaban a él. Ella llevó los suyosa la nuca del muchacho, acercando al máximo sus bocas. Pasó un tren, y otro, yotro más... Sin embargo, ellos continuaban en el andén, besándose. ¿Qué másdaba cuántos trenes pasasen? Al fin y al cabo, tenían toda la noche... toda lavida para coger el que quisieran.

* * *

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Scorpius no dejaba de tocarse la corbata. Esa nochepasaría una prueba de fuego: iba a conocer a los padres de Rose. No podía estarmás nervioso. Su novia lo

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2024-11-03

 

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