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-¡Remus! ¡Por favor!-se exasperó Tonks. Estaban solos en Grimmauld Place, discutiendo otra vez el tema del que habían estado hablando durante los últimos seis meses. -¡No me importa! ¡Ya te lo he dicho!
-No voy a volver a decírtelo, Tonks. No podemos estar juntos. Necesitas a alguien que sea más...-Remus fue interrumpido por Tonks, que gruñó con voz cansina:
-
sano, bueno y joven... ya, si, si, ya lo se. Pero no quiero a alguien así. Te quiero a ti. Tal y como eres, Remus.
-Se realista, Tonks. -pidió Remus. Tonks se mordió el labio, y susurró:
-Si no me quieres, Remus, solo deberías decirlo.
-¡Sabes que no es eso!-gritó. Eran pocas las veces que se exaltaba de ese modo, generalmente era una persona calma y tranquila. -Si yo pudiese...Si yo no...
-¿Si tu, qué?
Lupin intentó calmarse.
-Si yo no fuese quien soy... Si yo no fuese un hombre lobo...
-¿Entonces ese es el problema? ¿Qué eres un licántropo? ¿Solo eso?-exclamó Tonks.
-¿Solo? ¿Te parece poco?-preguntó Remus, con incredulidad. -¡Podría lastimarte!¡Solo de acercarme a ti en ese estado sería extremadamente peligroso! ¡Si llegase a morderte...!
-Aunque sea, así no tendrías la excusa de lo peligroso que podría ser...-susurró la mujer. -Si tu me mordieses yo...
Remus no la dejó terminar. Cruzó la sala a grandes zancadas, y la tomó por las muñecas, con fuerza. No podía oírla decir eso.
-Nunca, nunca, digas algo así.-le dijo, con enojo.
Estaban muy cerca. Demasiado. Tonks no pudo resistirse. Lo besó con pasión, con desesperación. Era la primera vez, y lo llevaba soñando con ansias desde hacía demasiado tiempo. Remus le soltó las manos, y dejó que enroscase sus brazos alrededor de su cuello. La tomó por la cintura, acercándola aún más y respondiendo al beso con igual de deseo. En ese momento, reaccionó.
Eso estaba mal. La alejó con brusquedad y volvió a la otra punta del salón, furioso consigo mismo.
-No debimos haber hecho eso.
-No veo por qué.-replicó Tonks. Se sentía feliz, y eso era algo que no sentía desde hacía bastante tiempo. Las puntas de su pelo empezaban adquirir, otra vez, un color rosa chicle vivaz.
-Tu sabes por qué.-dijo, con frialdad. -Debería irme. Quizás Arthur pueda cubrirme, así no te quedas sola....
-No será necesario. Me quedaré sola, si tu no puedes acompañarme.- Remus captó el doble significado de la frase.
-Como quieras.- aceptó, tomando un puñado de polvos floo .
-Deberías aceptar tus sentimientos, Remus. -susurró Tonks. Lupin vio como una lágrima caía por la mejilla de la mujer que amaba antes de desaparecer por la chimenea.
Se sentía terriblemente culpable. Amaba a Tonks, y verla llorar era lo último que quería. ¿Pero que más podía hacer? Si no se hubiese ido, hubiese terminando cayendo en la tentación de aceptar estar con ella. No podía. La condenaría de por vida. Ella encontraría a alguien adecuado para ella. Si, intentó convencerse, ella se enamorará de alguien que realmente la merezca. Ese era uno de esos momentos en que realmente extrañaba a sus amigos. A los Merodeadores, como en los viejos tiempos. Se preguntó que opinaría James de esto, o Sirius. De seguro James le hubiese aconsejado que se quedase con Tonks, que aceptase lo que sentía por ella. Opinaría que no tenía ninguna importancia que sea un licántropo, siempre y cuando la amase. Y Sirius hubiese bromeado sobre ello, y le hubiese dicho que lo mataría si hacía a llorar a su primita. Casi podía oírlos. Casi.
Apareció en el despacho de Dumbledore, enfurecido. El director le sonrío con sorpresa.
-¡Remus!, ¿qué haces aquí tan tarde?-preguntó.
-Acepto.-se limitó a decir.
Albus se mostró confundido:
-¿Disculpa?
-Acepto. Acepto lo que propuso Snape. Iré de espía a las colonias de Hombres lobo. Snape tiene razón: ¡aquí no soy útil para nada!-explicó Remus.
-¿Estas seguro, Remus?-preguntó Dumbledore, tranquilamente. -Sabes que Severus no hablaba en serio. No es necesario que lo hagas
-Necesito hacerlo. -necesitaba probarse que era lo suficiente fuerte para alejarse de ella. ¿O estaba huyendo como un cobarde? ¡Estúpido complejo de valentía Gryffindor!
-No pareces en estado de decidir nada ahora, Remus. -dijo Albus, echándole un vistazo. Remus no estaba mucho mejor que Tonks, tenía el rostro pálido y sudoroso, sus ojos color miel estaban apagados y su raída túnica gris dejaba apreciar lo flaco que estaba. Solo faltaban unos pocos días para la luna llena, y sin embargo, alguien que lo hubiese estado observando con atención durante los últimos mese, hubiese notado que últimamente su aspecto no cambiaba mucho con la luna, si no que su debilidad se debía a otra cosa. O mejor dicho a una persona, mas concretamente Nymphadora Tonks. -Quizás será mejor esperar a la próxima reunión de la Orden, después de la luna llena
-No creo que sea necesario. Todos parecían apoyar la idea de Snape, incluso usted. -recordó Lupin.
-Sabes que eso no es cierto. Molly no. Y Nymphadora también se opuso a que te fueras, Remus.-discrepó. ¿Había notado Dumbledore como se desencajó su cara al oír su nombre? Remus no respondió.
-Déjeme partir, por favor. Nos ayudará a todos. -suplicó, sabiendo que en realidad deseaba quedarse.
-Bueno, Remus, no puedo negar de que a la Orden le vendría muy bien un espía entre los Licántropos, pero esta es una decisión que tienes que pensar mucho y
¿Realmente estás seguro de querer partir, Remus Lupin?
Esa misma pregunta se repetía con fuerza en su mente. No, no quería. Pero era lo mejor, no podía condenarla
-Si, profesor. -mintió. Supo que Dumbledore no le creyó, y le dirigió una mirada triste. Resignado, el anciano suspiró.
-Esta bien. Partirás mañana a primera hora. Prepárate.
Lupin asintió, aún con la lágrima de Tonks flotando en sus recuerdos. Bajó la cabeza un segundo a modo de asentimiento, y con una rapidez única se dio vuelta haciendo ondear su capa. Antes de sumergirse en una llamarada verde, dijo:
-¿Podría enviar a Arthur a remplazarme en mi guardia? Dile que se lo agradezco. Tonks le estará esperando.
Y sin esperar respuesta se introdujo en la chimenea y apareció en Cabeza de Puerco, sintiéndose el hombre más desdichado del mundo.
En Grimmauld Place, Tonks estaba hecha una fiera. Las lágrimas corrían por sus mejillas y tenía los puños tan apretados que se hacía daño. Había intentado no llorar, pero había fracasado. Se sentía como una maldita cobarde, débil y frágil, incapaz de retener las lágrimas. Ella solía ser una mujer fuerte, divertida y, aunque era muy torpe, jamás tenía vergüenza. Todo eso era antes de que Remus la rechazara por razones tan estúpidas e infantiles. Era capaz de soportar que no le correspondiese, o que amase a otra ¡pero que estuviese enamorado de ella y lo negase por su propia seguridad! Era estúpido. ¿Es que no la comprendía? Para que quería vivir segura, si no era feliz.
Para cuando Arthur llegó, ya no lloraba, pero su pelo volvía a estar muy poco extravagante y su cara muy demacrada. No le importó. El Sr. Weasley venía acompañado de Bill, y al verlos a Tonks se le iluminó la cara. Había tenido una idea.
-Hola, Tonks.
-Arthur, Bill; ¡cuanto me alegro de que hayan venido! -exclamó.
-Dumbledore acaba de avisarnos. ¿Por qué Lupin se ha ido? ¿Pasó algo?
Tonks negó con la cabeza, pero añadió:
-Asuntos personales. Si me disculpan, debo ir a acompañarlo. ¿Podrán quedarse ustedes? -Asintieron.- Muchas gracias. Ya los cubriré yo otro día. Hay sándwiches y cerveza de mantequilla. ¡Gracias!-exclamó. Sin dar más vueltas y sin darle tiempo a los Weasleys a hacer más preguntas, se echó su abrigo sobre los hombros, sostuvo el de Remus en su otra mano, y salió a la calle.
Fuera de la "calidez" de la casa, el frió le pego en la cara como una bofetada. No le importó; y con una media sonrisa, pensó:
-Y ahora, ¿dónde estará desahogándose mi lobito preferido?
Sin más, desapareció en la oscuridad. Tuvo que probar en unos cuantos lugares antes de llegar a Cabeza de Puerco. Allí lo vio. Sentado en el mostrador, con los hombros caídos y la mirada perdida, melancólica. Reprobadora. Silenciosa, Tonks se acercó.
Iba por el sexto vaso de Whiskey de Fuego para cuando Tonks llegó. Sintió como alguien le ponía un abrigo sobre los hombros, rozándole el cuello suavemente con el torso de su mano. Hubiese reconocido el tacto de sus manos donde fuera; aun no había olvidado como se sentía que recorriesen su espalda con tanto cariño y pasión. Ni siquiera levantó los ojos al sentir su perfume, que tanto conocía. Siguió con la mirada fija en el hielo de su vaso, tamborileando la madera del mostrador con sus dedos. Siempre lo hacía cuando se sentía incómodo, o deprimido. No se movió al sentir como se sentaba a su lado, con su cabeza recostada en su hombro y sus mano, fina y suave, jugueteaba con sus dedos helados.
La ignoró un rato, y Tonks pudo comprobar como, a veces, la indiferencia dolía más que el rechazo. Pero no se fue, ni se dio por vencida, ni dejó de acariciarlo. Siguió ahí, para él.
-Haré lo que propuso Snape. -dijo Lupin con frialdad. No hacía falta aclarar el qué, los dos sabían de que hablaba.
Remus apuró el último trago de su vaso, y pidió otro. El tabernero, de barbas plateadas y delantal mugriento, se lo trajo, aunque dirigiéndole una mirada de reprobación. Tonks no le dio tiempo a tomar el vaso: con un movimiento rápido, poco común en ella, se lo quitó. Lo sostuvo entre sus manos, alejándolo del hombre, que por fin la miró.
Después de haber captado su atención, Tonks dijo:
-Tu ya has bebido. Ahora me toca a mi.-y con un movimiento bastante seductor, dio un trago a su bebida. Remus le dirigió una mirada sorprendida. -Tú no eres el único que tiene que hundir sus penas, Remus Lupin. -explicó, mordiéndose el labio inferior y devolviéndole el vaso.
Está preciosa, pensó Remus.
¡Por fin una mirada no tan indiferente!, pensó Tonks.
-Aunque, personalmente,-continuo la metamorfomaga. -prefiero otras técnicas para hundir mis penas. Técnicas más
entretenidas.
Coincido con ella.
-Soy muy viejo, peligroso y poco valioso para ti. Grábatelo, Tonks. -pero esta vez no sonó a orden, sonó a suplica. Ella negó suavemente con la cabeza.
-¿Por qué siempre te empeñas en negar tus sentimientos? Me haces daño. -declaró, con la voz quebrada. Remus siempre había sabido pelear con las protestas, pero nunca con las lágrimas. Derrotado, y deseándolo con todo su cuerpo, silenció sus sollozos con un suave beso en los labios. Ella correspondió, con ganas.
Un rato más tarde, Aberfoth, el camarero, casi los echa tras la queja de unos clientes que se sentían "incómodos con su presencia poco discreta".
-Si siguen así deberán alquilar una habitación, o me van a echar a todos los pocos clientes que tengo. -se quejó.
Molestos por la interrupción, pero encantados por la propuestas, sin dejar de besarse apasionadamente, dejaron unos galleones en el mostrador y subieron las escaleras hacia las habitaciones. Cualquiera serviría.
La cama, a pesar de ser dura y chica, era muy práctica. Dejaron de lado la tensión acumulada en los últimos meses, y las túnicas no tardaron en quedar desparramadas en el piso.
Mirándola a los ojos, con toda la ternura del mundo, Remus le susurró:
-Te quiero...
Para cuando Tonks despertó, ya era media mañana. A su lado, no había rastro alguno de Remus Lupin, solo se encontraba su capa fucsia y el resto de su ropa cuidadosamente doblada. Sonrió con tristeza. Se había ido, y la había dejado sola. Sin una nota de explicación, o un beso de despedida. Algo más despierta, se dio cuenta de algo. Antes de irse, Remus le había dejado algo. Tonks estaba tapada con la capa raída del hombre lobo, una capa con su olor, su esencia. Su capa. Un recuerdo, una promesa.
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Whatever ever you are... (Remus & Tonks) - Fanfics de Harry Potter
Whatever ever you are-¡Remus! ¡Por favor!-se exasperó Tonks. Estaban solos en Grimmauld Place, discutiendo otra vez el tema del que habían estado hablando
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2024-10-13
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