Inmutable - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Capítuloúnico.

Pasarán los años,

habrá otras guerras,

perderán los mismos,

y ojalá que tú

sigas teniéndome activo.

Drexler. "Hermana duda".

Penséque ya no ibas a venir.

Él torció unasonrisa apagada, y avanzó por encima del suelo de piedra; las cadenas siguieronobedientes el camino de su cuerpo.

Siempre crees queno vendré sentenció él.

Siempre suspiróella. Desde hace doce siglos, mil doscientos años, cuatrocientos treinta yocho mil días, cinco horas y diez minutos.

Él no dijo nada.Ella estaba junto a la baranda que separaba la torre de astronomía delprecipicio, y no se giró cuando él se acercó.

 

Sí concluyó convoz suave y tranquila.

No has faltado niuna sola vez alegó ella, y él supo que hablaba más para ella misma que paraél. Ni un solo catorce de febrero.

Ella vio, singirarse a mirarlo, cómo su rostro se ensombrecía.

¿He de advertir entus palabras algún deje nostálgico? se burló él, mirando las estrellas. Elrostro de Helena miraba la luna, y la luz rejuvenecía sus inmutables facciones.

¿Lo recuerdas? suvoz, que hasta entonces había sonado altanera, se quebró por primera vez. Suslabios apenas se movieron al hablar y el barón no pudo evitar mirarla de reojo;el pelo negro y largo hasta la cintura, la capa hasta el suelo y la narizrecta. Helena seguía igual que siempre, pero en ese momento le pareció másbella que nunca.

¿Si recuerdo lo quepasó hace doce siglos y
? vaciló. ¿Cuánto has dicho?

Mil doscientosaños, cuatrocientos treinta y ocho mil días, cinco horas y algunos minutos noinmutó la expresión de su rostro. Sí, quiero saber si aún lo recuerdas.

Por supuesto que síél tampoco mutó la expresión del rostro, y pronunció con voz neutra eindiferente, como si estuvieran hablando del clima o de algún otro tematrivial. Estabas tan hermosa como hoy su voz no se quebró. En su lecho demuerte, tu madre me había ordenado buscarte y traerte de regreso. Le prometíque no descansaría hasta encontrarte. Ella sabía que yo no me rendiría hastaentonces el fantasma no podía sonrojarse, pero sus mejillas se tornaron opacasy volvió a mirar de reojo a Helena; su expresión parecía imperturbable. Y asífue; te seguí por todo el mundo. Busqué tu pista en todos y cada uno de losrincones del universo.

La torre deastronomía estaba vacía, oscura y silenciosa. Debajo de la luna, los muroscobraban formas extrañas; la luz blanca teñía todo de manera tal que los dosfantasmas que se mantenían suspendidos junto al borde de la torre, parecían serparte de la noche.

Me encontraste elbarón cerró los ojos al sentir la amargura de su voz, pero incumpliste tupropósito. Mi madre te pidió que me trajeras a casa prosiguió, alzando lavoz, y tú no trajiste ni siquiera mi cadáver.

El Barón Sanguinarioguardó silencio unos segundos. Luego, con voz muy queda y baja, como siestuviera librando una batalla consigo mismo, siguió como si ella nunca hubierahablado.

Siempre fuiste obstinaday los años no te han ablandado sonrió y la miró. Siempre. Te encontré y tú yasabías que venía a por ti. Siempre lo supiste, ¿verdad? Aún luego de tusrechazos, claros y categóricos, sabías que seguía amándote y que tarde otemprano te encontraría. Me conocías tanto que sabías que no iba a dejarte ir. Todo sobre Golf

Por eso te ordenéregresar siseó ella. Si me hubieras hecho caso, ninguno de los dos estaríaaquí.

Había pasado uno y milpeligros para lograr encontrarte masculló él, ignorándola nuevamente. Ycuando te encontré, me gritaste que regresara, que no me amabas y que nunca mehabías amado la miró y el dolor cruzó sus facciones. Nunca quise hacerlomusitó, y la voz se le quebró. Me suicidé porque sabía que así podría volvera verte suspiró. Pedirte perdón
suplicarte por perdón. Asegurarte que jamáshabía querido hacerlo y que lo lamentaría por siempre y añadió, con voz suave,seseante y casi ahogada por los ruidos nocturnos, recordarte que te amé todami vida, que te amo ahora y que te amaré por toda la eternidad.

¿Amarme? ¿Dicesamarme?

Él arqueó las cejas.

¿Insinúas que heconfundido mis sentimientos? preguntó educadamente, pero su voz tembló.¿Insinúas que no te he sido sincero, que jamás sacrifiqué mi vida por la tuya,que jamás te amé?

Insinúo que eso noes amor; es obsesión, insensatez, adicción o lo que sea, pero no amor. Nuncaamor.

¿Nunca amor? Letemblaron los labios y, como un dique al que le han quitado las compuertas,estalló: ¡No sabes lo que dices, Helena! ¡No sabes de qué hablas! su vozresonó contra los muros del castillo. El Barón Sanguinario la miraba ahoraabiertamente, pero Helena no le sostenía la mirada. La impasibilidad de surostro lo enloquecía.

Él hizo unmovimiento brusco, como si quisiera agarrar su brazo y zarandearla; sinembargo, sus dedos la traspasaron. Él miró silenciosamente su mano blanca ytranslucida, y Helena sonrió.

¿Has olvidado,barón, que ya estoy muerta? preguntó suavemente, y giró su cabeza. Sus ojos yano podían formar lágrimas, pero brillaron acusadoramente bajo la luz de laluna. ¿Has olvidado que ya no puedes matarme? acercó su rostro al de él. Estabantan cerca que el barón pudo ver perfectamente todas y cada una de las pestañasque se arqueaban por sobre los ojos negros. ¿Has olvidado, acaso musitó, queya no puedes besarme?

El Barón Sanguinariobajó los parpados. Sus labios translucidos rozaron los de Helena Revenclaw, sinllegar a tocarlos. Sus alientos inexistentes se confundieron, y supo que ellatambién había cerrado los ojos. Quiso alzar un brazo y rodear con él su cintura,pero temió que aquel momento terminara y se rompiera como un cristal; temió quela sangre plateada la manchara y, aunque supo que no podría hacerlo, no semovió.

Helena giró lacabeza, sin alejarse de su boca. Dentro de aquel beso inexistente, suspiró:

Feliz catorce defebrero, barón se alejó, lo observó y sonrió. Él no se inmutó, no abrió losojos. Feliz aniversario de muerte.

Él no despegó losparpados, pero la sintió alejarse, bajar las escaleras de la torre deastronomía, y desaparecer en la negrura de la noche.

El Barón Sanguinario abriólos ojos, miró por el precipicio y, sin poder evitarlo, soltó un gemido largo,profundo y lastimero.

Helena Revenclaw escuchó sugrito, pero siguió bajando las escaleras. Su túnica larga y traslucida rozabael suelo y su rostro blanco, como desde hacía doce siglos, permanecióinmutable.

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y ojalá que tú perderán los mismos, perderán los mismos, habrá otras guerras, habrá otras guerras, Pasarán los años, Pasarán los años, Capítulo

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2024-04-21

 

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