N/A: ¡Hola!
Esto es un pequeño tributo a mi ciudad, Valencia (España), y, en especial, a la fiesta que ahora celebramos, las fallas. En las que, por absurdo que parezca, se alzan bonitas esculturas de cartón piedra en las calles, el día 15 de marzo, para luego quemarlas cuatro días después.
Por estas absurdas fiestas, en las que hasta a los niños más pequeños les permiten jugar con fuego. Literalmente.
¡Besos!
Luz y color
El atronador sonido no le dejaba oír ni su propia voz. Le parecía que los oídos iban a reventarle; le pareció que el corazón se le saldría del pecho.
El humo apenas le dejaba ver. Tan solo era capaz de distinguir las estelas rojizas que emitían un chirriante sonido antes de explotar en el cielo, produciendo un estruendo mucho mayor.
El olor a pólvora la intoxicaba. Se sentía como parte de uno de los proyectiles que estallaban cerca de ella. Definitivamente, debía de ser presa de algún hechizo, porque aquello le encantaba, a pesar de que se le ocurrían pocas situaciones más agobiantes.
Y, entonces, el ruido de los proyectiles cesó y la gente que la rodeaba empezó a aplaudir y a vitorear, y ella también lo hizo. Y el hechizo se rompió, haciéndola sentir vacía. El suelo ya no temblaba, el humo se iba, y el olor a pólvora se hacía cada vez más débil. La "mascletà", la traca del Ayuntamiento, había terminado.
Vamos. le dijo su madre, tendiéndole la mano, y ella asintió sonriendo quedamente.
El vacío en su interior se disipó poco a poco, al pensar en que pronto, muy pronto, volvería a sentir de nuevo aquella sensación. Apretó el pañuelo azul que llevaba atado al cuello, símbolo de aquella fiesta, de su fiesta, y levantó la mirada hacia la hermosa escultura de vivos colores que se alzaba cerca de ella, y que sería quemada junto con el resto de sus compañeras, tres días después.
En tres días, la sensación de que el mundo podría disolverse bajo sus pies se marcharía de nuevo, durante otro año. En tres días, volvería a ser una chica normal, volvería a ir al colegio y hacer los deberes. Su permiso para coger los mecheros de su padre volvería a desaparecer y la luz y el color desaparecerían de nuevo de las calles de su amada ciudad.
Pero todavía faltaban tres días para aquello. De momento, era todavía una de las integrantes de aquella grandiosa fiesta. De momento, podía permitirse contemplar los rostros inmóviles de las efímeras estatuas, sabiendo que poco después derramaría miles de lágrimas por cada una de ellas. Fulares para bebés
De momento, la magia de las fallas, de su fiesta, la embargaba. Y sólo eso importaba.
Di "Adiós" a la luzy el color
Aquello era el más infame de los crímenes.
Presa de las llamas, la hermosa escultura comenzaba a derrumbarse. Los rostros de las figuras parecían rogarle que los salvara, pero ella no podía hacer nada.
Se limitó a observar, con lágrimas en los ojos, como el fuego consumía aquella obra de arte. De quedó congelada, sintiendo como la esencia de las fiestas se disipaba con cada figura que caía. Sintiendo como la felicidad, la luz y el color se iban, por fin, de su ciudad.
Allá, a lo lejos, hermosas estelas de colores surcaban el cielo, estallando sobre su cabeza, iluminando la oscura noche con miles de formas geométricas, como queriendo negar que la fiesta se acababa. Como queriendo negar que, pasada la noche de San José, el 19 de marzo, la esencia de aquella celebración quedaría en el olvido durante doce interminables meses.
Pero ella sabía que, a pesar de toda aquella negación, todo se acabaría cuando la última figura cayese.
Hubiera querido detener el tiempo. Hubiera querido gritar a las muchachas de coloridos vestidos y complicados moños a los lados de la cabeza que dejasen de llorar e hicieran algo. Desearía haberles dicho a los chicos de blusones azules que no dejasen que el fuego se reflejase en sus vidriosos ojos. Le hubiera gustado decirles a los bomberos que extinguieran las llamas, ahora que todavía quedaban en pie gran parte de las figuras.
Pero se limitó a observar como la obra de arte se consumía. Porque sabía que nada se podía hacer. Que todo pasa, que todo lo bueno desaparece. Que la fiesta no puede continuar eternamente, por mucho que se desee.
Así, minutos después, cuando la última barra de hierro que había conformado la estructura de los ninots se derrumbó, ella se despidió de las fallas, de su fiesta.
Pero no les dijo "Adiós", porque sabía que, al año siguiente, la fiesta, la luz y el color volverían. Se limitó a murmurar un "Hasta luego" mientras se alejaba de los restos humeantes de lo que había sido, sin lugar a dudas, una de las esculturas más hermosas que el mundo haya visto jamás.
Al menos ella, como valenciana, así lo sentía. Y esa sensación la enorgullecía.
Luz y color - Fanfics de Harry Potter
Esto es un pequeño tributo a mi ciudad, Valencia (España), y, en especial, a la fiesta que ahora celebramos, las fallas. En las que, por absurdo que parezca,
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2024-11-11
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