Luna Lovegood y la Torta de Frambuesa - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

No había pasado una navidad tan sola. El frío de aquella noche era aun peor que el de las festividades pasadas, a pesar de que, esta vez, les alcanzó el dinero para comprar nuevos edredones con telas de colores, y formas extravagantes. Aquella casa rechinaba aun más por culpa del viento, pero quizás eso se debía a que, esa noche, el silencio era sepulcral. No había árbol navideño, pues porque no hubo tiempo, o quizás porque solo ella lo hacía ver hermoso
Años pasados, los gritos y la alegría habían invadido ese cálido hogar, pero ese año era la excepción, pues lo único que había eran lágrimas y lamentos.

Aquella noche de diciembre del año 1991 era la peor de todas. Quizás no la peor, pero la más triste. La niña rubia de ojos grises, saltones, se encontraba sentada en la mesa de la casa, con un plato de comida delante suyo, y observando el muérdago que se aparecía por la ventana. La mesa estaba repleta de alimentos, como si esa noche ya hubiera sido preparada por meses. La comida estaba muy bien hecha, y producía un olor muy fuerte. Lo que estaba al frente de la pequeña Luna era una pequeña torta de frambuesa, su favorita. Su padre, el señor Lovegood, se encontraba en el lugar donde él siempre se encontraba. Esa noche no tenía que trabajar, pero la situación lo ameritaba. No tenía ningún artículo que digitar, ni menos una noticia que desarrollar, pero ese lugar lo animaba de cierta forma, aunque alegrías en esa situación eran imposibles.

 

-¿Papá
-la pequeña niña de nueve años intentó romper el hielo que había creado ese deprimente ambiente.-
te has preguntado si en realidad los nargles existen?

-Luna
mi pequeña Luna
no tienes porque hacer esto
-le dijo su papá, que se encontraba sentado en la silla donde pasó la mayoría del año. Su cabeza reposaba en sus manos.-No es tú culpa
no es culpa de nadie

-No quiero
no quiero que
no creo que ella le hubiera gustado esto
-dijo la niña, y una pequeña gota cayó encima de la torta.

Xenophilus Lovegood se levantó de su silla, al notar que su hija dejó de hablar. Ella se encontraba sollozando en silencio, empapando de lágrimas la exquisita torta. Se aproximó a ella, abrazándola, dejando caer así, su primera lágrima.

-Papi, estás llorando
-le dijo su hija, limpiándole la pequeña lágrima, que le bajaba por su piel ya un poco arrugada.

-Sufrí mucho por la muerte de tu madre, Luna
pero verte sufrir me duele más
-le dijo su padre, y agarrándole su pequeña mano, la besó.-Mira, deja de llorar
esa torta te la preparó tu madre, días antes del
-calló por un segundo, y siguió-, y la estás arruinando con tus pequeñas lágrimas. No creo que ella le hubiera gustado eso

Luna sacó una ligera sonrisa, y volvió a ver la pequeña torta, que había absorbido sus lágrimas. En ella, Luna se imagino a su madre, pues dicha torta también era su favorita. Desde ese día, la torta de frambuesa nunca falto en su mesa, en las festividades, pues así sentían que no estaban solos, que la hermosa persona que algún día la preparó, se encontraba aún frente a ellos

 

Luna se despertó con la bulla que su compañero hacía. La tenebrosa celda, de un color negro con musgo, reflejaba una situación deprimente. Un cuerpo inmóvil ya hacía en un rincón de la oscura prisión, y una jarra de agua medio vacía se encontraba a su lado. No había luz, únicamente la que reflejaba la pequeña rejilla en el techo de aquel frío sótano. La joven, con su tez pálida, se despertó abrumada, y respirando apresuradamente. Lo que acababa de tener pudo ser una pesadilla-o un sueño real. Todo sobre Hoteles

-¿Qué ocurre, pequeña Lovegood?-le preguntó el cuerpo inmóvil del viejo fabricante de varitas.

-Nada, señor Ollivander-le replicó Luna, poniéndose en pie.-Fue solo un sueño que siempre me ha alegrado.

-En este lugar no existe la alegría, pequeña
-se empezaba a levantar el viejo Ollivander.-Alohomora-dijo el señor, mirando fijamente a la puerta, pero ni un haz de luz ni reacción alguna ocurrieron en ese instante.

-Es muy difícil, señor Ollivander-dijo Luna, que se sentó, agarrando la jarra de agua, tomándose la mitad de lo que quedaba, dejándole la otra mitad al pobre anciano.

-Es imposible salir de aquí
y no permitiría que te hicieran daño, pequeña niña
pero es imposible, y ya he hecho lo que pude hacer

-¡Señor Ollivander, tenga cuidado!-dijo Luna, asombrada. Un pequeño y muy vago muérdago se empezaba a asomar en la rejilla del techo.

-Eso quiere decir que estamos en vísperas de las festividades
-dijo el fabricante de varitas.

-Si, pero si se acerca mucho a esa planta, los pequeños nargles pueden infestarle el cabello, y no querrías saber que te pasaría
-dijo Luna, y sus ojos empezaron a cerrarse poco a poco.

El anciano sonrió, y se volvió a sentar, haciendo caso a la descabellada advertencia que la niña le acababa de hacer, más por darle el gusto, que por creencia. Era una noche de 1997, seis años después de la triste navidad que Luna recordó en aquel sueño. Aquella noche estaba igual, o más fría que aquella triste navidad. Luna no recordaba lo que era estar sola, pero a su vez estar acompañada.

-¿Señor Ollivander, -empezó a hablar Luna, sin moverse de su rincón-usted celebra las Navidades?

-No muy seguido, niña
a veces el trabajo me lo impide

-Que extraño, pues lo mismo le pasaba a mi padre-Luna se empezaba a sentar lentamente, mirando aquel muérdago, que empezaba a secarse.-No recuerdo haber pasado una Navidad donde él estuviera ahí conmigo

-Es una lástima, pequeña Luna. Tu padre es un hombre muy
trabajador

Callaron, pues de repente, oyeron un *crac* y pasos afuera de su celda. Alguien empezó a conjurar hechizos fuera del alcance de los oídos de Luna, y además se oían cerraduras abriéndose. La puerta se abrió, y no alcanzaron a ver el cuerpo que realizó la acción, pero este tiró una torta navideña por la puerta, e inmediatamente cerró la celda. La torta, al caer, se despedazó, dejando solo la mitad intacta. Luna se acercó a aquella torta, y vio que su relleno era de una frambuesa ordinaria.

-¿Sabe algo, señor Ollivander?-empezó a hablar Luna, luego de ver aquella torta.-Esta no es de las peores navidades de mi vida.

-¿Por qué, niña, si estamos atrapados, sin luz, ni comida decente?

-Incluso es una de las mejores navidades que he pasado
Pues estoy segura de que mi padre se encuentra batallando contra Snorkacks de cuernos arrugados, y todo tipo de creaturas, para rescatarnos
-la torta empezó a emanar la misma exquisita fragancia que emanó seis años atrás-y por primera vez, estoy segura, que mi madre se encuentra acá, protegiéndome
Por primera vez, no me siento sola

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No había pasado una navidad tan sola. El frío de aquella noche era aun peor que el de las festividades pasadas, a pesar de que, esta vez, les alcanzó el din

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2023-02-27

 

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