Sesión de terapia con Lord Voldemort - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Cuando me gradué y finalmenteobtuve mi licencia como psicóloga, no me imaginé que acabaría teniendo porclientes a personas de lo más extrañas. Pero el personaje más excepcional quepasó por mi consultorio es, sin dudas, Tom Ryddle.

El sólo recordarlo me da escalofríos.

El hombre sufrió una malformación genética o algo parecido cuando recuperó sucuerpo, lo que quizás explicaría su apariencia de serpiente. No tiene nariz,por eso me sorprendió que un día contara que no iba a los baños públicos porqueodiaba el olor fétido que dejaba la gente. Qué sé yo, misterios de la vida.

Además, él renegaba de su nombre y me obligaba llamarlo Señor Oscuro. Aclaróque su alias era Lord Voldemort, pero que no lo pronunciara en voz alta. Aunqueen su DNI figuraba claramente "Tom Sorvolo Ryddle" con la foto de un guapomuchacho haciéndole un gesto grosero a la cámara, lo acepté sin máscomentarios. Él distaba bastante de ser el de la fotografía, pero como JKRowling me pagaba una fortuna para que atendiera a este desquiciado, me calléla boca y no lo contradije, por si las moscas.

Esta mañana, Lord Voldemort acudió a la cita muy puntual, usando su habitualtúnica negra. Entró a mi consultorio como una exhalación y se dejó caer en eldiván que estaba frente a mí con desenvoltura; ya se había adaptado a nuestrarutina.

La secretaria muggle que tienes es un fastidio.dijo con su vozsibilante, sin siquiera saludar, el muy maleducado.

Rodé los ojos. La primera vez que vino, apenas atravesó la puerta, sacó lavarita que llevaba bajo la manga, gritó "¡abracadabra!" (o algo parecido) y unrayo de luz verde inundó la habitación. Acto seguido, vi a mi secretariadesplomada en el suelo con la lengua afuera. Como él nunca me había visitadoantes, se lo dejé pasar, pero le advertí que no siguiera matando a missecretarias porque tendría problemas con la policía. Se lo recordé por enésimavez, y él me hizo un ademán con la mano restándole importancia. Tenía dedoslargos y esqueléticos.

¿Qué tal le fue esta semana?le pregunté, para comenzar nuestra charla.Tomé mis anteojos y mi libro de notas, aunque en realidad no escribía nada sinogarabatos sin sentido. Pero me da un aire culto, así que los uso siempre.

Voldemort hizo un mohín de disgusto ante mi pregunta.

Otra vez fallé al intentar matar a Potter.

Resoplé, pero él estaba tan distraído en sus propias cavilaciones que ni lonotó. Tenía una obsesión enfermiza por asesinar a Harry Potter, y la verdad esque era un poco frustrante tener que oírle hablar de lo mismo una y otra vez.

Bueno, otra vez será.traté de consolarlo.
Sí, pero tiene una suerte el muy maldito


Intenté desviar el rumbo de nuestra conversación. Él necesitaba explayarsesobre sus asuntos personales y dejar un poco de lado los laborales, que siempreconsistían en sus fallidos intentos por matar a Potter.

Con respecto a Bellatrix, ¿cómo está avanzando su relación?

Voldemort resopló. Sacó su varita y comenzó a juguetear con ella, distraído.

No existe ninguna relación. La odio. Me persigue como un perro faldero lasveinticuatro horas del día. Rodolphus, su marido, ya me está mirando raro.

Asentí con la cabeza.

¿Ya le aclaró que lo suyo es meramente laboral? Quiero decir, Bellatrix loúnico que tiene que hacer es ayudarlo a usted para matar a Potter y todo eso,¿cierto?
No lo entiende. Incluso la semana pasada la encontré con estodijo, ysacudió su varita. Inmediatamente, una pequeña bolsita apareció sobre miregazo. Lo abrí con curiosidad. Son las uñas de mis pies.explicó.

Con asco, solté la bolsita y las uñas podridas se desparramaron por el suelo.

Espere un minuto.supliqué, y eché a correr el baño. Cuando se mepasaron las arcadas, regresé a mi lugar en el sofá, esperando a que continuarasu relato. Gracias a Dios, mi secretaria era muy eficiente y al verme con elrostro verde acudió a barrer, así que mi consultorio ya estaba limpio.

Le inquirí a Bellatrix qué hacía con esoprosiguió Voldemort,claramente enfadado al recordarlo, como si nunca le hubiera interrumpido yme contestó que las coleccionaba desde hacía años, desde sus comienzos comomortífaga. Las guardó en esa bolsa mientras estuvo en Azkaban y lo conservóhasta el día de hoy. Cuando sepa que su secretaria lo tiró todo a la basura, vaa enloquecer.

Carraspeé sonoramente.

¿Y qué pasó luego?
Se arrojó a mis pies y rogó, lo de siempre. De todas formas le quité la bolsa.
Está bien. De esa forma, le quedará bien claro que no sucederá nada entreustedes.
En realidad lo hice por pura maldad, pero supongo que también por eso


Justo en ese momento, comenzó a sonar mi celular. Al escuchar el ring tone,Voldemort se paró de un salto, sobresaltado, sacudiendo salvajemente su varitaen todas direcciones.

¿Qué es eso?gritó.
Es mi celular. Espere.

Si bien nunca atendía mis llamadas en medio de una cita, era nada más y nadamenos que JK Rowling, así que me vi obligada a atenderla.

Buenas tardessaludó. ¿Está Voldemort ahí contigo?
Ajá.asentí.
Pues comunícale de mi parte que ya está a la venta el último libro, "HarryPotter y las Reliquias de la Muerte". Y que cambié de opinión. Harry no va amorir en la historia. Decidí que rebotó su propio hechizo asesino y Voldemortcayó fulminado como un muñeco.
¿Por qué?pregunté horrorizada. Voldemort iba a enfadarse muchísimo. ¡Yyo tendría que contárselo! "Eres una rubia hueca", pensé furiosa.
Verás, es por cuestión de marketing. Si Harry muere, millones de fans detodo el mundo me acosarán hasta que cambie el final. Nadie quiere ver al héroemuerto, pero al villano sí. Lo siento.

Y cortó la comunicación.

Yo estaba entre asustada y enojada. Rowling estaría en un yate lujoso,bronceándose y usando unos caros anteojos de sol, mientras unos strippersmusculosos y bañados en aceite le hacían viento con hojas gigantes. Y yo aquí,como una idiota, atendiendo al personaje más peligroso de sus exitosas novelas,arriesgando mi vida a cada instante. ¡Cuántas veces tuve que arrojarme y rodarpor el suelo al más puro estilo Bruce Willis en "Duro de matar" para evitarmorir! Porque claro, Voldemort se enojaba y disparaba hechizos cuando se ledaba la maldita gana.

Era Rowlingmusité, temerosa de su reacción. Ha comunicado que
hubo un par de cambios en su última novela.

Cuando terminé de contarle, el rostro blanco de Voldemort pasó al rojo tomate.Levanté mi cuaderno de notas como escudo, tapándome la cara, lista paraarrojarme al suelo cuando me quisiera atacar.

¡MATARÉ A ESA
!
¡Un momento!traté de detenerlo. Dejé caer mi cuaderno y alcé ambasmanos con las palmas hacia él, tranquilizándolo ¿Recuerda lo que le dijesobre controlar la ira? Cuente hasta diez en silencio.

Extrañamente, Voldemort me obedeció. Poco después, su expresión volvió a ser lamisma de siempre y se acomodó de nuevo en el diván.

¿Sabes qué? Estoy harto de esa mujer. Me bajó el sueldo sólo porque dijoque como mis intentos por eliminar a su héroe de la faz de la Tierra siemprefallan, no tiene por qué pagarme tanto, que de todos modos los fans de la sagaaman a Potter y sus amigos. Dime si eso no es frustrante.replicó.
Supongo que sí. Debería hablar con ella y recalcarle que el esfuerzo quehace usted por matar a Potter es muy importante.
Muy cierto. Pero esto es demasiado para mí
sacudió su cabeza calva conresignación Da igual. ¿Sabe qué? Si no fuera por mí, Rowling aún estaríamendigando monedas


Me fue casi imposible imaginar a Rowling siendo pobre, a pesar de que oí suhistoria muchas veces. Ya no quedaban rastros de la mujer casi indigente quesolía ser. En una ocasión, fui a su casa sin avisar y como nadie atendió cuandotoqué a la puerta, entré de sopetón. La encontré en su elegante salón repletode billetes haciendo el "angelito", tal como si estuviera en la nieve.

Oh, oh
masculló cuando me vio, fingiendo modestia No vi queestabas ahí, Jacqueline. ¿Quieres, uhm, café o algo así?
Claro. Gracias.acepté.

Cuando se marchó a la cocina a solicitar café a su mucama (el serviciodoméstico era impecable) aproveché y metí todo el dinero que pude dentro de mibolso e incluso dentro de mi ropa. Cuando me sirvieron el café, lo bebíapresuradamente y huí de ahí antes de que Rowling se percatara de miindiscreción, aunque nunca lo hizo. ¿Cómo iba a hacerlo si en el baño tenía unrollo de dólares en lugar de papel higiénico? No notaría la diferencia enabsoluto.

Suspiré con alivio en cuanto Voldemort se puso de pie, dando por finalizada lasesión de terapia. Había pasado el resto de la hora que nos quedaba endespotricar contra Rowling, por lo que casi no lo escuché, pero el tiempo pasó,por suerte, muy rápido.

Aún sigo furiosorepuso Voldemort con una mueca que lo hizo ver aún másfeo de lo que era. Ya verá, ya verá
Me desquitaré con alguien.

Me di cuenta de sus intenciones demasiado tarde, cuando ya había salido de miconsultorio directo hacia el escritorio de mi empleada.

¡AVADA KEDAVRA!

Le siguió un ruido sordo de un cuerpo aterrizando contra el suelo.

Arrugué el entrecejo irritada. Tendría que buscarme otra secretaria para lasiguiente semana.

 

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2023-02-27

 

Sesión de terapia con Lord Voldemort - Fanfics de Harry Potter
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